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Yeon Hyun es un hombre que todos conocen, pero nadie se atreve a nombrar. Los policías incluso le conocen, y aún así, nunca han encontrado pruebas suficientes para arrestarlo, o tal vez no quieren. Cuando Yoongi trabajaba para él, solía ir a casas de policías de bajo rango por cobros, nunca lo cuestionó, pero ahora que se encuentra frente a su antiguo jefe, con dos amigos a su espalda le gustaría que en realidad aquél sujeto estuviera en una real investigación. Le conoce hace más de seis años, e hizo tantos escalofriantes trabajos en su nombre que, aunque sus deseos sean mayores que el nerviosismo, sabe que nada pasara. Nada bueno al menos.

Un hombre fornido de casi treinta años, con la edad en su contra, de piel clara y alto. Un hombre que no hace falta presentarlo para saber que atemoriza hasta los huesos. Se encuentra parado frente al par de amigos, mira de pies a cabeza a Yoongi recordando todo lo que hizo para poder conservarlo en no dejarlo como si fuera un puto diamante, cuando en realidad solo era bueno para los puños y no tener remordimiento alguno. Detrás de él, dos chicos encapuchados se mantienen firmes, pero es inevitable notar el temblor en sus manos.

Hyun larga una carcajada echando su cabeza hacia atrás sin saber exactamente que pretende Yoongi al volver, y con dos «guardaespaldas».

—¿Qué haces aquí, Isilo? —Hace énfasis en el nombre.

—Vengo a pagarte una deuda. —Yoongi estira su mano a Taehyung quien tiene la mochila con el dinero. Tae le da la mochila y Yoongi la avienta a los pies de Hyun, mientras enciende otro cigarrillo.

—No recuerdo que me debas algo. —Hyun sonríe de costado e imita la acción de Yoongi y enciende un cigarrillo. Hace una señal con la cabeza y uno de los chicos que lo respalda toma la mochila y la abre—. Es mucho dinero, Isilo.

—Es la deuda de Park. —Yoongi se encoge de hombros—. Cómo sabrás, él no puede mover un pelo por la puta golpiza que le diste. —Yoongi ríe por lo bajo, frío, y lo mira levantando el mentón, sin demostrar ni una pizca de miedo—. Vine en su nombre.

Hyun lo mira con media sonrisa, orgulloso de su mayor creación. No puede olvidar el día en que lo conoció, mucho menos en todo lo que invirtió para convertirlo en todo lo que en algún momento fue. El nombre Isilo era mucho más temido que su propio nombre, lo que le molestaba y a la vez le gustaba. No ha cambiado en lo absoluto, no podría deshacerse de todo eso, ni en mil años.

—Tienes amigos. Eso es nuevo —masculla por lo bajo, agarra la mochila y mira el dinero por unos segundos—. Pero no quiero esto. —Escupe dentro de la mochila y la tira a los pies de Yoongi—. No me basta, quiero más.

—¡No jodas, Hyun! —dice Yoongi y pasa su mano libre por su cabello—. Te traje el triple de lo que te debe. Déjalo en paz.

—Tal vez lo visite de nuevo, aún me debe. —Hyun camina unos pasos y se sienta en el capó de una camioneta oxidada y abandonada.

Yoongi ríe por lo bajo, ahora comprende todo. No fue una coincidencia que lo visitara después de tanto tiempo, ha sido una trampa para llevarlo a él, y ha caído como idiota. Se siente ridículo al no darse cuenta de la verdadera intención de Hyun, nunca quiso a Jimin, su única menta siempre fue él.

—¿Qué quieres? —Yoongi tira la colilla del cigarrillo y la pisa.

—A ti —dice con media sonrisa—. Te pongo al día, Isilo. —Hyun se acomoda en el capó—. La droga ya no me llena de pasión, ¿sabes? —Se coloca una mano el pecho y arruga la frente—. Claro que esos malditos drogadictos me dan dinero, pero sentía que necesitaba más, ya sabes, ser más como tú. Así, conocí el mundo… —suspira—. El hermoso mundo de las peleas clandestinas.

Yoongi lo mira tajante, no hay que ser adivino para saber a dónde exactamente se quiere dirigir. Por supuesto que se negaría, pero cuando a Hyun se le mete algo en la cabeza es difícil sacar esa idea. Aún peor si en realidad amenaza con la vida y bienestar de Jimin. Ese chico débil que no aguantaría otra paliza de los matones de Hyun, tal vez la próxima no saldría vivo, y él no lo va a poder proteger.

Entonces, otra vida que le importa se le va a ir de entre sus manos, sería imposible no culparse si algo le pasase a Jimin. Después de todo era él quien le daba la droga a las mulas, las mismas mulas que se encargaban de poner esa droga en manos de Jimin para que él se destruya. Otra vez con una muerte en sus manos, otra vez con la consciencia destruida, con sueños y frustraciones de preguntarse una y otra vez si podría hacer algo bien en su vida, si puede salvar a alguien, aunque sea una vez.

—No —lo corta Yoongi.

—Tranquilo, Isilo. —Ríe Hyun—. No quiero que pelees para mí. Verás, mi mejor peleador es salvaje, intimidante, da buenos golpes, pero es temeroso… —Hyun hace un mohín—. Las peleas clandestinas son ilegales porque las caracteriza la tasa de mortalidad. Este chico no quiere matarlos, ¿sabes? El inocente solo los deja inconsciente y se retira.

—¿Qué quieres de mí? —espeta impaciente.

—Quiero que lo entrenes, quiero que le saques ese miedo, quiero que no tenga piedad, ni arrepentimiento.

—¿Quieres que cree una máquina de matar para tus peleas? —Yoongi arruga la frente, atónito.

—Por supuesto, tú eres el mejor en la industria.

Yoongi puede sentir la respiración agitada de Namjoon en su oreja, y es cuando se da cuenta que realmente ellos no saben nada de él, no saben su historial, su pasado, ni lo que hacía. Tal vez, ahora estén a punto de irse temiendo más de él que de Hyun. Pero no puede girar y explicarles, solo debe confiar que sus amigos están de su lado, al menos hasta que salgan de ahí.

—Ni siquiera yo soy tan sádico como tú. Solo enséñale y dejaré a tu amigo en paz. —Hyun alza la mano, tratando de que Yoongi acepte el trato.

El ambiente se vuelve denso y pesado, a pesar de estar al aire libre y que el día esté sorprendentemente hermoso. Yoongi traga duro, tal vez la mejor decisión que tome sea entrenar al chico, pero realmente, una parte de él se niega a convertir a alguien que tiene consciencia en alguien sin alma. No puede transformar a alguien para que sea como él.

—Peleará para mí. —Una voz firme y dulce se hace presente en el grupo de chicos.
Todos giran y detrás de Yoongi ven a una mujer de un metro sesenta, con un cigarrillo encendido en una mano y con la otra mano metida en el bolsillo de su chaqueta.

Yoongi mira de inmediato a Hyun quien queda anonadado ante la pequeña mujer que se acerca segura y moviendo sus caderas. Mira a Namjoon y Taehyung, sabe que la presencia de la menuda mujer traerá más problemas. Visualiza las posibles salidas de escape, pero en todas ellas están los hombres de Hyun. Cierra los puños con fuerza y suspira pesado.

—Yeonsoo… —dice en casi un susurro Hyun, mirando a la chica de pelo azabache pararse al lado de Yoongi—. ¿Qué…?

—Isilo pelea para mí. No puedes llevártelo. —Ella se encoge de hombros e inhala su cigarrillo—. Acepta el dinero y déjalo en paz.

—¿Creíste que vendrías aquí y te irías como si nada? —Hyun saca de su bolsillo una pistola al mismo tiempo que Yeonsoo hace lo mismo.

El ambiente se vuelve aún peor, el miedo se puede oler a calles del lugar.

Hyun le apunta a la pelinegra con una pistola 9 milímetros negra, y Yeonsoo le punta a Hyun con un arma Colt45 plateada de mango rosa.
Namjoon, Taehyung y Yoongi han retrocedido, quedando justo detrás de Yeonsoo, mientras que los acompañantes de Hyun se han mantenido inmóviles a los costados de él. Por ahora, estar detrás de la pequeña mujer es una buena opción, pues es la única que tiene un arma y parece querer estar de su lado. Aunque solo está complicando más las cosas.

—Podemos convertir esto en una masacre, o tomas el dinero de Park y yo me llevo a mis peleadores. —Yeonsoo menea la pistola de manera segura y ágil.

El rostro de Hyun demuestra lo asustado que está. Si bien el hombre es la cabeza de este pequeño imperio, jamás ha podido manejar bien un arma, es por eso que siempre tiene a sus «guardaespaldas» con él, todo el tiempo.

—Veo que vienes por más cicatrices. —Hyun señala su cuello con la pistola—. ¿Necesitas que haga más de esas, hermosura?

Yoongi queda sorprendido ante tal revelación. Era más que evidente que Yeonsoo obtuvo esas cicatrices en una muy mala racha, pero jamás imaginó que sería el mismo Hyun quién las haría, no después de ver como la cuidaba y la protegía de todo a su alrededor. Yeonsoo era su puto diamante en bruto.

—Gracias, cariño. Pero mejor me voy con Isilo. —Gira y le guiña un ojo—. Será qué… ¿nos tienes miedo?

—No seas ridícula. —Hyun guarda el arma y Yeonsoo lo imita—. No podría temerte a ti, y sobre Isilo, pues él está fuera de práctica.

—¡Oh! —Yeonsoo aplaude y larga una carcajada—. Temes que Yoongi derrote a tu peleador. —Ríe nuevamente.

—¡Por favor! —Hyun se echa hacia atrás—. Isilo no duraría ni dos segundos con mi peleador.

—Déjame demostrarte que te equivocas. —La voz de Yeonsoo se vuelve más dura y seria—. Déjame entrar al Albutula.

—Entonces era eso, quieres entrar al Albutula. —Hyun ríe y enciende otro cigarrillo—. No durarías ni dos rounds con estos tres payasos.

—Entonces toma el maldito dinero y nos iremos. —Yeonsoo se gira y por primera vez desde que llegó al lugar ve las caras de los tres chicos.

El miedo se filtra por sus poros, excepto Yoongi. Él está tranquilo y sereno, mientras que los otros dos están tan pálidos que Yeonsoo teme que se caigan desmayados.

—No puedes venir a ofrecerme solo esto, Yeonsoo. —Hyun la mira fijamente—. No eres imbécil, sabes que si se van, el chico Park estará muerto; así que suelta lo que quieres decir.

—Si perdemos, Isilo vuelve a trabajar contigo. —Se gira para enfrentar a Hyun.

—Claro que no… —replica Yoongi, pero Yeonsoo levanta su mano callándolo al instante.

Hyun arquea una ceja sorprendido del poder que tiene Yeonsoo sobre Yoongi.

—Y yo volveré a ti, sin réplicas, sin peros. —Yeonsoo traga duro y Yoongi la mira por unos segundos. Puede jurar que sus palabras la descomponen por unos segundos, pero no está seguro, tan solo fue un presentimiento.

—¿Quién dice que te quiero a ti?

Yeonsoo se acerca coqueta a Hyun, sube una pierna a su cadera y con su mano libre rosa los labios de Hyun.

—No importa la cantidad de chicas que tengas, sabes que ninguna es como yo. —Yeonsoo le susurra en el oído.

—De acuerdo.

Yeonsoo y Hyun estrechan mano, y así, cierran un trato.


⭒❀⭒


El departamento de Jimin se siente vacío sin los gritos y escándalos de sus alborotados amigos. Ya han pasado al menos tres días desde que le dieron el alta y los chicos, a excepción de Hoseok y Seokjin, no han aparecido. Jimin está seguro que están solucionando el problema en el que él los metió y no puede evitar sentirse responsable, sin embargo, a pesar de que los ha amenazado con jamás volver a hablarles a Jin y Hoseok, no han dicho una sola palabra del paradero de los tres chicos restantes.

El chillido de la freidora saca de su ensimismamiento a Jimin. Este gira sobre su silla de ruedas y ve a la castaña luchar con la comida que se esfuerza en hacer.

Ése era su segundo dilema, la pequeña mujer encantadora que se ha encargado de él estos tres días no ha sido más que un ángel. No lo deja hacer nada que lo ponga en alguna clase de peligro, así sea el más mínimo. Se ha encargado y dedicado por completo a él.

—¿Sabes que puedo pedir comida? —Jimin se acerca a ella.

—¿Entonces qué hago aquí? Dime. —Hane se coloca las manos en la cintura en forma de jarrón y Jimin ríe—. Lo siento. —Levanta las manos y mira sobre la freidora la comida quemada.

Jimin niega con la cabeza y sin que Haneul lo vea toma el móvil y marca al restaurante más cercano para pedir comida. Después de todo, ni ella va a poder comer aquella comida quemada.

»¡No puedo creerlo! —chilla Hane y tira la sartén al fregadero—. Se quemó todo.

—Tranquila, no es para tanto. —Jimin se acerca y ve absolutamente todo quemado, sin poder evitar estallar en carcajadas—. ¡Quemaste todo!

—¿Quieres morir, Park? —Hane lo amenaza juguetona con la espátula.

—No… —dice entre risas, sin poder controlarse.

Hane, sin evitarlo, ríe con Jimin. Más bien por el contagio de risa que por lo que realmente ríe Jimin.

—¿De qué nos reímos? —dice Hoseok entrando al departamento con la comida que Jimin pidió—. ¡Oh! Hay un horrible olor a quemado. ¿Qué pasó aquí?

Jimin vuelve a estallar en risas y señala el fregadero para que Hoseok vea el desastre que hizo su hermana. Ambos ríen y miran la cara avergonzada de Haneul quien los fulmina con la mirada.

—Muy gracioso. —Hane rueda los ojos—. Deberías ir a bañarte Jimin, hueles peor que la comida quemada —dice arqueando una ceja. Jimin para de reír en seco, ofendido. Hoseok ríe aún más señalando a Jimin—. Y tú no te burles que debes bañarlo, con la esponja limpia bien sus partes.

Hane revolotea su cabello y gira sobre su propio eje sintiéndose poderosa por unos instantes al hacerlos callar. El par de amigos se dirigen al baño con todo lo necesario mientras ella ordena la mesa del comedor para que puedan comer los tres.

Los últimos días se la ha pasado más tiempo en la casa del chico que en la suya. Incluso su madre llegó a pensar que estaba en lo de alguna amiga, sin saber claramente que en realidad está en la casa de un chico con una historia demasiado larga y complicada, una historia con demasiadas capas, demasiado daño. Pero se niega a pensar que sea de aquellas personas malas, porque desde que lo conoce, solo le ha hecho reír, le ha contado historias graciosas y entretenidas, sin mencionar lo atento que puede llegar a ser con el mínimo de cosas.

Hoseok sale del baño con Jimin tan rápido que Hane sacude su cabeza mirando el reloj, verificando que en realidad han estado en él unos veinte minutos, los mismos minutos en los que ella se quedó mirando un punto fijo pensando en el chico que ahora se dirige a la habitación envuelto en una toalla.

—Si se apuran, comerán caliente —grita Hane colocando dos cervezas en la mesa y un vaso de agua para ella. No le da asco el alcohol, pero definitivamente no es su favorito.

—Esa niña va a volverme loco —dice Hoseok prendiendo el botón del pantalón de Jimin.

—No es tan mala, es buena persona —dice Jimin intentando verla.

—No dije que fuera mala, dije que me volverá loco. —Hoseok rueda los ojos al cielo, abre la cajonera de playeras y busca una de manga larga que pueda abrigarlo, ya que el día comenzaba a ponerse más frío.

El móvil sobre la cajonera suena en una llamada entrante, por lo que Hoseok deja la playera sobre la cómoda y contesta.

—¿Diga?

—Hoseok, soy Namjoon —Se escucha agitado—. Todo se salió de control, sacaron armas, y peleas, y algo de abululu y ¡ah! —dice rápidamente sin respirar.

Hoseok se queda callado unos segundos intentado entender todo lo que Namjoon acaba de soltar.

—¿Q… Qué? —suelta sin comprender.

—Solo ven al almacén. Esto es una jodida mierda.

Hoseok asiente, a pesar de que no puede verlo.

A lo lejos se escucha la voz de Yoongi completamente embravecido:

—¡Que no! ¡Joder!

—De acuerdo, adiós. —Hoseok corta la llamada—. Debo irme, ocurrió algo, pero no te preocupes. Te llamaré en cuanto sepa —dice sin dejar que Jimin replique y sale de la habitación—. Haneul, ayuda a Jimin con su playera. Tengo algo que hacer.

Y así, Hoseok desaparece dejando a los dos chicos confundidos. Haneul ceñuda y camina, todavía mirando la puerta, hacia la habitación de Jimin.

Es claro que Jimin no tiene nada que no haya visto en otra persona antes, pero de algún modo, se vuelve diferente. Jimin, está sobre la silla de ruedas, con unos vaqueros y uno calcetín puesto, mientras que en el otro pie tiene una media de lana gruesa; arriba está por completo desnudo.

Jimin intenta cubrirse con su brazo enyesado y su brazo desnudo, pero no lo logra. Sus brazos están tensos, su pecho marcado aún sigue húmedo. Jimin mira a Hane directamente a los ojos, su boca se ha secado ante la cercanía de la pequeña mujer quien no ha dejado de mirarlo en detalle, de manera descarada.

Hane se relame los labios y voltea para tomar la playera. Jimin levanta los brazos y ella comienza a colocarle la playera de manera lenta; y sin dejar de rosar su piel con la yema de sus dedos, desliza la tela hacia abajo. Es evidente la manera desvergonzada con la que Hane actúa, pero nadie dice nada, ninguno de los dos evita ese rose suave, la respiración de ella se agita levemente, pero sin dejar de ser audible.

El recorrido de la playera termina, con Haneul acuclillada frente a Jimin; ambos se miran fijamente a los ojos. La cercanía resulta encantadora. Jimin mira directamente los ojos avellana de su compañera, luego pasa por la punta de su rosada nariz para terminar en sus entreabiertos labios rojizos.

—Olvidé mi cartera —grita Hoseok desde la cocina. Haneul respinga en su lugar y se aleja inmediatamente avergonzada, ambos en la espera de que se retire de nuevo, como si hubiesen hecho algo más que mirarse—.Vuelvo mañana, Jimin.

La puerta se cierra de golpe y es entonces Haneul sale disparada hacia la cocina, dispuesta a pasar por alto lo que sea que acaba de pasar.


⭒❀⭒


Yoongi se encuentra caminado de un lado a otro con un cigarrillo en su boca, murmurando muchas groserías que le gustaría decir a Yeonsoo por haberlo metido en semejante problema, a Jimin por meterse con Hyun, a Chan por haber juntado a este grupo desalineado, a Jungkook, a Namjoon, y a cualquier ser humano que se atreva a cruzarse en su camino en este momento. La furia lo consume de una manera antinatural.

—Isilo, no es la gran cosa. —Yeonsoo rueda los ojos mientras mira el esmaltado recién hecho en sus uñas.

—Solo, cállate. —Yoongi la mira unos
Segundos y sigue caminando.

—¿Qué pasó? —dice Hoseok llegando a la escena totalmente agitado.

—Yoongi debe pelear para esta chica en algo llamado abululu… —Comienza Jin a contar desde el sofá del almacén donde se juntan ellos.

—Albutula —corrige Yeonsoo desde otro sofá con las piernas cruzadas.

—Esa mierda —Hace un mohín para restarle importancia—. De lo contrario matarán a Jimin.

—¿Y si pierde? —Hoseok parece escéptico ante lo que sale de la boca de Jin.

—Si pierde tiene que volver a trabajar para Hyun —masculla triste—. Pero dejarán a Jimin en paz —dice sonriendo esperanzado.

—Déjame entender. —Hoseok se sienta en un balde viejo—. Me dices que Yoongi debe pelear para… ¿Quién eres tú? —Hoseok la mira confundido.

—¡Oh! No me presenté. Soy Goo Yeonsoo. —Extiende la mano hacia Hoseok quien la estrecha.

—Es la ex novia de Hyun —dice Taehyung afirmado en un pilar.

Hoseok abre los ojos pasmado y retrocede como si fuera alguna clase de químico radioactivo.

—Déjame retomar lo que entendí. —Hoseok se acomoda el cabello hacia atrás y respira profundo—. Yoongi debe pelear para la ex novia de Hyun, contra Hyun, si pierde trabajará para él, si se niega, matarán a Jimin. En conclusión, no hay forma de que pierda o se retire —asiente incrédulo.

—Sin mencionar que he visto con mis propios ojos al peleador estrella de Hyun; es un maldito sin alma —dice Yeonsoo desde su lugar.

—Gracias por animarnos, Yeonsoo.

—No lo puedo hacer —dice Yoongi y para en seco.

—De acuerdo. —Yeonsoo se levanta del polvoriento sofá y lo mira—. No tengo tiempo para verte hacer berrinches, si no quieres pelear entonces ve y dile a Hyun. —Se gira dispuesta a irse del lugar—. Veamos cuanto tiempo tarda en ejecutar a Jimin y su nueva niñera.

—¿Niñera? —dice Namjoon.

—La chica que lo cuida, ¿crees que Hyun no sabe? Por Dios, son más ingenuos de lo que pensé. —Ella ríe—. Ellos son su póliza de seguro.

—Es mi hermana, Yoongi —dice Hoseok desahuciado.

—De acuerdo, no puedo negarme de todas formas —Yoongi suelta sus tensos hombros y tira la colilla del cigarrillo—. Dime qué demonios es abululu.

—¡Albutula! —grita Yeonsoo exasperada—. Es una clase de campeonato, por decirlo de una bonita manera. —Hace un mohín quitándole importancia—. En realidad es un lugar donde se matan a golpes. Mientras pelean pasan de «categoría», así hasta la final. —Su cara se vuelve seria—. Si llegas, te enfrentarás con los mejores peleadores de los mayores peces gordos de todo Seúl. No son personas cualquieras, créeme. Los idiotas esperan matar a golpes.

—Insignificante detalle —dice Yoongi sarcástico.

—Por favor, Isilo, tú eras el mejor. Todos temblaban ante la mención de tu nombre… —dice soberbia—. Ahora eres blando, frágil, ya no das miedo. ¿Qué te pasó?

—¿Qué ganas tú? —Taehyung interrumpe.

—Mi libertad. Ustedes mejor que nadie saben que quienes eligen esta vida tienen solo una manera de salir: muertos. —Ella asiente y se muerde el labio inferior—. Necesito alejarme de esto.

—Lo hubieses pensado antes de meterte en este mundo.

—Algunos no tuvimos elección —dice Yeonsoo mirando a Taehyung.

—¿Cómo arreglan las peleas? —dice Jin.
—Hyun se comunicará conmigo y yo les avisarles el lugar y la hora.

—Hoy es la primera, ¿verdad?

—Sí, pero no estás listo —dice Yeonsoo mirando a Yoongi fijamente a los ojos—. Tengo a alguien que te preparará para las peleas.

—No necesito que me preparen —Yoongi ríe—. Sé pelear.

—No lo has hecho en un año, créeme que necesitas entrenar. —Yeonsoo saca de su chaqueta una cajita de cigarrillos y enciende uno.

—He dicho que no. —Yoongi se niega rotundamente.

—De acuerdo, luego no te quejes. —Yeonsoo se encoge de hombros y le da otra calada al cigarrillo—. Necesito que ayuden a su imagen, deben apostar.

—Yo apostaré esta vez, solo porque creo que puedes ganar —dice Jin sacando su cartera.

—Gracias por tu apoyo —masculla Yoongi rodando los ojos.

—Bueno, es hora de irnos. La pelea empieza dentro de dos horas y el lugar es algo lejos —dice Yeonsoo tirando el cigarrillo y camina hacia la salida.







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