48


—Tal vez no deberíamos ir —susurra Taehyung nervioso—. Esto es ridículo. Vamos a una misión suicida.

—Hablé en serio cuando dije que estaba dispuesto a morir en el ring —habla Yoongi mirando por la ventanilla. Una gran camioneta negra los lleva hasta cerca del lugar donde será la pelea—. Si quieres irte, aún estás a tiempo. 

Taehyung calla y vuelve a juguetear con el brazalete en su mano. Yeonsoo los ha traicionado y eso no puede discutirse, sin embargo, no puede evitar recordar las veces que los ayudó. Ella realmente ha cambiado, y desde un principio decía que si le daban a elegir entre ella y ellos los entregaría sin pestañar. Solo no supieron tomarla en serio.

—¿La odias? —cuestiona Jin desde el asiento de atrás.

—Odio no poder odiarla —escupe con veneno Yoongi—. Estoy tan enamorado de ella que dejaría que me atraviesen con una bala si está a salvo.

—Que imbécil —masculla Jae desde el asiento del acompañante—. Personas como ella solo traen desgracia a sus vidas, solo mírense. Antes de que apareciera ustedes llevaban una vida normal.

—No es su culpa —susurra Yoongi para él mismo. 

—Por supuesto que lo es —farfulla Jae, sin verles—. Eligió esta vida, decidió pertenecer a ese mundo. 

La conversación termina ahí porque Yoongi no es capaz de pensar con claridad. A medida que avanzan Yoongi deja caer sus lágrimas de frustración y tristeza. No puede creer que ella fue capaz de algo así,  ni siquiera en mil años se hubiese imaginado que Yeonsoo podría estar metida en la policía, solo para salvar su pellejo. O tal vez, siempre lo supo y prefirió ignorarlo porque así era más fácil creer en un futuro juntos.

Yoongi ríe por lo bajo, en realidad no puede culparla, hizo lo que creyó correcto. Siempre les dijo que era su primera opción. Así se enamoró de ella, tan independiente, tan egoísta y soberbia, pero al final del día, ella estaba completamente entregada a él. 

Las ganas de correr a Yeonsoo y decirle que también la ama le pica. No puede enojarse por quien ella es. Solo le hubiese gustado que le contara, aunque tiene razón. No sabe cómo hubiera reaccionado si le decía la verdad; de cualquier forma ya es tarde. Si logra salir con vida de ese lugar, probablemente Yeonsoo se irá, y no la volverá a ver. Y eso solo le duele un poco más de lo que ya lo hace. No fue una buena despedida, ni siquiera se puede llamar así. Debe confesarle lo que siente. 

A pesar de sus temores, Yeonsoo pudo confesar sus sentimientos, por fin le dijo que lo ama y él solo calló, como el cobarde que en realidad es; ni siquiera le pudo decir que la ama igual o más que ella a él. Pero, ¿cómo podría hacerlo?, no pueden existir palabras en el mundo que describa el amor que siente él por ella.

La camioneta estaciona en alguna clase de garaje grande, donde varias personas uniformadas se encuentran alrededor de una mesa hablando con el ceño fruncido. Están por dar un gran golpe en esa pelea, y Yoongi no tenía una puta idea de lo que estaba pasando, de lo grande que era todo y lo idiota que es al creer que podía ganar la pelea y volver a su vida con la pelinegra. No había vuelta para él. Nunca la hubo.

Jae se baja de la camioneta seguido del grupo de chicos. Los ojos de los uniformados vuelan a ella en una escrutadora mirada.

—Cuando vean al escuadrón entrar solo tirense al suelo con las manos en la cabeza —les dice Jae—. Los arrestarán pero si intentan correr les van a disparar —continúa—, en la estación los sacaré. —Le tiende un aparato pequeño a Hoseok con un botón azul en medio—. Yeonsoo debía hacer esto, pero dado el hecho de que prefirió comportarse sentimental y no asistir a este lugar, uno de ustedes lo hará. Cuando comience la pelea y veas todos los asientos de arriba ocupados aprietalo. Eso nos mandará una señal para entrar.

Hoseok mira con pánico a Yoongi quien solo se limita a brindarle una sonrisa casi tortuosa.

—No se si pueda, mañana tengo que entregar mi tesis —tartamudea en un murmuro.

—¡No seas imbécil! —chilla Jin, preso del miedo—. Puede que no haya un mañana para nosotros y te preocupa una estúpida tesis.

—Jin —masculla Namjoon colocando una mano en su hombro—. Yo lo haré.

—Me da igual quien lo haga, solo váyanse hasta el estadio deportivo —les indica Jae—. Y si llegan a traicionarnos, los buscaré y los meteré en un calabozo.

—No me amenaces, Jae —masculla Yoongi, haciendo acopio de todas sus fuerzas—. No soy uno de tus agentes. Puedo volarte la cabeza ahora mismo o mandar a todo el puto mundo detrás de ti. Sé que me conoces, y sabes que solo debo hacer una llamada para hacerte desaparecer. 

La mirada de Jae titubea y retrocede dos pasos. No es idiota. Yoongi sabe que Jae solo es un peón en el juego de grandes cabecillas, así como lo es él y sus amigos. Pero no carece de seguridad, y es lo único que ahora le ayuda para que deje de intimidarlos. 

—Vamos, ya casi es hora —masculla Yoongi en dirección de sus amigos quienes se giran para salir del garaje.

—No falles, Isilo. Odiaría que Yeonsoo pagara por tu error —murmura Jae por detrás.

Yoongi para en seco, gira y camina hasta él a paso agigantados. Un sujeto que aparece por el lado de Jae empuña su arma en alto, provocando que Yoongi se detenga. Jae sonríe superior al darse cuenta que no le hará nada y se cruza de brazos. Sin embargo, Yoongi n un movimiento ágil y prolijo golpea con su codo el rostro de Jae provocando que su nariz estalle en sangre y retrocede levantando las manos. 

—No te tengo miedo, imbécil —susurra Yoongi—. Si se te ocurre poner un solo dedo en ella, haré mucho más que romperte la nariz.

Gira sobre su propio eje una vez más y sale del lugar seguido de sus cinco amigos. La noche cayó hace hora y media, por lo que pueden camuflarse entre las oscuras calles hasta la entrada del estadio cerrado deportivo. Hoseok tararea por lo bajo sus disculpas y le pide el aparato a Namjoon, asegurándole que hará lo correcto, mientras tanto, los demás se asegurarán en proteger a Yoongi y Jungkook quienes estarán en el ring. 

Desde afuera parece cerrado, no hay un solo auto estacionado, incluso los chicos llegan a pensar que están en el lugar equivocado, hasta que un chico sale de adentro y se acerca a ellos con sigilo. Yoongi opta por una pose desinteresada y casi arrogante. No puede demostrar cuan afectado está por lo que sucede.

—Isilo... —Su voz tiembla—. Ven, es por aquí —hace una señal con la cabeza y mira hacia los lados para verificar que nadie los sigue. Antes de entrar, pasa un detector de metal en cada uno de los chicos. El detector pilpea justo sobre el pantalón de Hoseok alterando a los demás—. Quítate el pantalón.

—Es solo una argolla —confiesa Hoseok, con la voz temblorosa. El chico empuña un arma en lo alto por lo que Jimin es el primero en intervenir.

—Es una puta argolla, pervertido —masculla—. Muestrales, Hoseok.

El castaño, a regañadientes, se baja el pantalón seguido de su bóxer, mostrando una bonita y casi sutil argolla color dorada con un diamante verde en la punta, decorando la corona de su pene. Yoongi sonríe casi burlón al ver las mejillas sonrojadas de Hoseok quien debe subirle el pantalón tan rápido como el chico mira la argolla con detención. 

—Hoseok...

—Ni se te ocurra decir algo —farfulla él, cuando el chico les da la pasada. 

El chico vuelve a verificar que nadie los sigue y cierra la puerta. Guía al grupo por un extenso y angosto pasillo oscuro, hasta llegar a las duchas del lugar.   

—Ustedes pueden ir a la tribuna por esa puerta —señala—. Vendré por ti cuando esté a punto de empezar. Espero que ganes, aposté todo mi dinero en ti —murmura y le da una última mirada al pelinegro para desaparecer por las puertas grandes.

—¡Dios!, siento que estoy dentro de una película donde todos mueren. —Hoseok se inclina un poco tocándose el estómago, las náuseas lo invaden por completo.

—¿Qué clase de película vez? —Jin frunce el ceño—. ¿Quieres que nos quedemos?

—No. —Yoongi niega con la cabeza—. Prefiero que vayan, necesito estar solo un momento.

Ellos asienten y se van sin pronunciar palabra alguna, porque de hacerlo se estaría convirtiendo en una despedida, y nadie está preparado para eso, al menos no ahora. Aunque el final es incierto. 

Taehyung vuelve a entrar y afirma su cuerpo contra la pared. Yoongi no debe preguntar para saber que aquella postura nerviosa tiene algo que ver con Yeonsoo, y la verdad noe stá preparado para responder algo cuando ni siquiera puede controlar su propia respiración.

 —Bese a Yeonsoo antes de salir.

Yoongi se tensa en el instante. Le gustaría poder golpearlo, decirle que es un pésimo amigo y que le romperá la cara si se atreve a hacerlo una vez más; pero también sabe que si lo hizo, fue porque Yeonsoo lo permitió, y no hay nada que pueda hacer al respecto.

—¿Besaste a mi novia?

—Si quieres verla felíz, deberías alejarla de ti —confiesa y lo mira directo a los ojos.

—¿Qué? —frunce el ceño confundido.

—Estás dispuesto a dejarla y morir por algo del pasado. —Taehyung suspira—. Ella merece a alguien que luche por estar a su lado. No que se rinda tan rápido como tú.

—No me digas, ¿tú eres ese chico? —masculla Yoongi mientras envuelve sus manos con una venda blanca y gruesa. La conversación está tomando un camino que no le agrada y la verdad esperaba no tener esa plática con él en estos momentos.

—Para nada —niega Tae y se pierde en un punto en el suelo—. Yo dentro de todos aquí soy el último que merece el amor de ella. Pero no lo tomes mal. —Taehyung vuelve a mirarlo—. No digo que quiero follarme a tu novia si mueres, solo que luches por ella.

—¿Quién dice que no lo hago?

—¿Ya le dijiste que la amas? —entrecierra los ojos—. ¿Ella te lo dijo?

Yoongi no habla, solo se mantiene en silencio porque aquellas palabras le atraviesan el corazón como dagas en llamas. El que no le haya podido decir que la ama tortura más de lo que es capaz de admitir, y la peor parte de todo, es que no sabe si podrá hacerlo.

—No mueras, Yoongi —murmura Tae y gira para volver a las gradas, sin embargo, Yoongi camina hasta él.

—Tae —lo llama—. No vuelvas a besar a mi novia.

Este ríe seco por lo bajo y asiente casi burlón de las palabras que salen de la boca de su amigo. Le mira por un segundo y luego sigue su camino.

Yoongi gira sobre su propio eje y hace puño con sus manos intentando no liberar la ira que crece en su interior. Todo es un completo desastre y no es capaz de poder arreglar nada. Tal vez no vuelva a ver a su madre, ni a sus sobrinos; no verá a sus amigos ni al amor de su vida. O tal vez lo haga, pero entonces deberá acabar con la vida del pequeño niño de ojos grandes quien le recuerda a su mejor amigo. De cualquier forma, todo podría cambiar si Hoseok aprieta el botón antes de que la verdadera pelea comience y nadie deberá morir. Él volverá a Yeonsoo, y Jungkook... pues será difícil lidiar con él, pero no imposible. 

Comienza a saltar en el lugar para espabilar un poco sus pensamientos. Se saca la remera y queda solo con el pantalón y las zapatillas. Da pequeños puños al aire para entrar en calor.

Se muerde el labio ansioso; no es lo mismo si Yeonsoo no está aquí. Toma el collar de ella con el anillo y lo besa.

Iré por tí, Yeonsoo —susurra. 

Empieza a dar puñetazos rápidos y ágiles al aire, saltando en el lugar una y otra vez. A pesar de que no peleara contra Jungkook, lo que viene después lo altera. Si Jungkook llega a asustarse al ver a la policía podría correr, por lo que Yoongi debe preparar su puño para golpearlo y tirarlo al suelo. Tal  vez, hasta noquearlo, pero eso sería extremo.

El chico que antes le dió indicaciones entra por la puerta.

—¿Estás listo? —Sonríe.

—¿Está Jungkook? 

—¿Quién? —Frunce el ceño confundido el chico.

Yoongi cierra los ojos intentando recordar el sobrenombre con el que Yeonsoo lo llamó la noche anterior.  

—¿Chidta?

—¡Oh, sí! —Asiente—. Aunque él parece más furioso y desesperado que tú.

Yoongi asiente incapaz de decir cualquier cosa, ahora está seguro que Jungkook está dispuesto a todo.

Sigue al muchacho por un largo y estrecho pasillo hasta llegar a la puerta del gran salón lleno de gradas. La multitud estalla en aplausos y gritos, hay tantas personas que le cuesta creerlo. Realmente desde afuera no parece que estuviera tan lleno. 

Yoongi suspira pero su cuerpo tiembla y sus pulsaciones no pueden calmarse. Está demasiado nervioso, y no sabe si es por la pelea o por lo que viene después. Solo... no quiere seguir enterrando a más personas.

Las palabras de Taehyung hacen eco en su cabeza. Los sentimientos se encuentran y un gran remolino de emociones lo invade. Tiene razón, Yoongi debería pelear contra Jungkook, debería pelear por su vida, para volver a Yeonsoo, sin embargo, no puede. La culpa hacia él es tanta que no importa su vida.

Tal vez el castaño tiene razón, una parte de él cree que Yeonsoo sería feliz al lado de Taehyung, a pesar de todos sus demonios, siempre tiene presente quién merece la pena, quién debe ser rescatado, quién debe ser feliz y quién no. Es como si una parte de él siempre supiera que la culpa en realidad no es de nadie y que después de todo eso, son solo personas que cometen equivocaciones y pagan por ellas.

Ahora le toca a Yoongi; le toca pagar por lo que hizo.

Lo único que lo consuela, es saber que Yeonsoo está en casa; sana y a salvo. Qué las chicas están con ella y no la dejarán ir, aunque una parte de él está alerta, si realmente es la chica que conoce no se quedará de brazos cruzados, intentará llegar a la pelea e impedir que todo se lleve a cabo. Yoongi ruega que si ese fuese el caso, Jae la vea y logre detenerla antes de que todo sea un caos.

El presentador se sube al ring y con un micrófono calla a las personas.

—¡Hemos esperado meses por este momento! —chilla el hombre eufóric—. ¡Chidta contra Isilo! —La muchedumbre estalla en gritos y aplausos—. ¡La pelea del año! Hasta me da escalofríos —Hace temblar su voz—. ¡Damas sujeten sus bragas y caballeros no dejen de apostar! Den un fuerte aplauso a ¡Isilo! —anuncia mirando a la puerta donde Yoongi está parado. 

Ante tantas personas se siente expuesto y diminuto. Respira profundo y camina con seguridad hasta el ring. Entra y trota en una de las esquinas. Puede visualizar a sus amigos en primera fila, en sus rostros reflejan el temor y la angustia, mientras que del otro lado, solo se puede ver la malévola sonrisa de Hyun a la espera de ver la pelea.

—Reciban ahora a ¡Chidta! —chilla señalando otro extremo del lugar donde aparece un embravecido Jungkook quien camina de la misma manera que Yoongi.

La parte de su torso está desnudo, por lo que se puede apreciar los enormes tatuajes. Jungkook no deja de mirar en ningún momento a Yoongi, pareciera que quiere comérselo tan solo con la mirada. Entra al ring y salta en el lugar chocando sus puños, que son envueltos por vendas igual que él.

Yoongi hecha una rápida mirada a las gradas de arriba, aún faltan asientos por llenar, lo que significa que la pelea no puede prolongarse más. Debe pelear y esperar a que las gradas superiores se llenen antes de que presione el botón. Solo espera que Jungkook no lo mate antes de eso.

—Quiero una pelea llena de sangre —masculla el presentador y baja del ring. 

La campana suena.

Jungkook no espera demasiado y ataca a Yoongi colisionando un fuerte puñetazo contra su mejilla. El pelinegro cae al suelo aturdido, cierra los ojos con fuerza y sacude su cabeza para espabilar el sonido blanco. 

Ese golpe lo ha sorprendido por completo, lo deja anonado.

—Voy a matarte hijo de puta —farfulla Jungkook, escupe su cuerpo y retrocede a la espera de que Yoongi se ponga de pie.

Yoongi se replantea si sería buena idea hacerlo. Podría quedarse ahí y esperar a que as gradas se llenen, pero sería una pésima idea. Le hecha una rápida mirada a esos asientos que aún siguen vacíos y se muerde la mejilla interna. Debe seguir. Al final lo hace, Jungkook vuelve a golpearlo, pero esta vez dos puños en el estómago de una manera ágil y rápida. Yoongi ahoga un jadeo, el aire abandona su sistema por un momento. Ahora entiende por qué es el finalista; tiene técnica, rapidéz y además es fuerte. Una letal combinación. 

Yoongi se recuerda una y otra vez porque no puede golpearlo. Los recuerdos de cuando estaba en cama llorando de manera incondicional por su hermano. Cuando enterraron a Chan. Cuando le vio noches enteras ebrio y golpeado. Cuando le echaron de la casa en la que vivía con su hermano por faltas de pagos. En definitiva han destruido por completo su vida al quitarle a Chan y aunque le gustaría volver el tiempo y salvarlo, es imposible.

—¡Vamos! ¡Pelea! —le grita Jungkook fuera de sí. 

Yoongi se para frente a él pero no mueve un solo músculo. El pelinegro vuelve a dar un puñetazo y lo tira al suelo en un golpe seco. El rebote de su cabeza estrellando contra el suelo hace eco sobre el suelo y entonces todos estallan.

Jungkook se mantiene parado si poder dejar de ver la cara ensangrentada de Yoongi en el suelo. Cuando cree que es suficiente, Yoongi vuelve a incorporarse.

—¡¿Que mierda haces?! ¡PELEA, HIJO DE PUTA! —estalla.

—No lo haré —susurra Yoongi haciendo una mueca de dolor—. No te tocaré.

—¿Crees que por eso no te golpearé? —masculla furioso.

Se abalanza contra Yoongi y comienza a golpearlo, este cae al suelo de nuevo por lo que Jungkook se sube encima y comienza a golpear la cara del pelinegro sin frenesí.

Yoongi solo se mantiene petrificado, recibiendo cada golpe. En algún punto, dejó de sentir dolor, y los golpes que le da Jungkook solo se sienten más y más lejos.

<<¿Estoy muriendo? ¿Así se siente el morir?>>, se pregunta con pesadez. 

La sonrisa de Yeonsoo se instala en su mente por un momento, y su corazón se retuerce. Ojalá pudiera verle una vez más, decirle que la ama, que desea que sea feliz y... libre.

Jungkook se aleja de él con el frunce el ceño.

Yoongi no se mueve, solo está tumbado en el suelo mientras la sangre escurre de su nariz. Una parte de Jungkook se paraliza al creer que por fin lo mató, y a comparación de lo que creía, no lo invade la satisfacción, si no, el miedo.

—¡Pelea! —grita cuando ve que Yoongi comienza a moverse como un gusano envuelto en espasmos. El alivio lo invade por lo que inmediatamente se deshace de cualquier sentimiento de culpa.

—No puedo... —murmura Yoongi a puras penas escupiendo sangre, hace acopio de todas sus fuerzas y se levanta como puede—. Me levantaré una y otra vez porque debo luchar por ella. Pero si quieres seguir golpeándome está bien.

—¿Crees que no te mataré? —Los sentimientos de Jungkook comienza a encontrarse, tanto que realmente no sabe qué hacer.

Quiere golpearlo hasta que deje de respirar, pero mientras más lo piensas, mientras más lo ve así de vulnerable esa idea pierde fuerza. Solo quiere recuperar a su hermano, y no puede. Chan se fue, y matar a Yoongi no lo traerá de vuelta, pero ya no sabe qué más hacer para deshacer el dolor que lo sigue a diario desde su muerte. 

—No digo eso. —Yoongi se tambalea pero logra mantenerse de pie, tose un poco y se limpia la sangre de su nariz con su antebrazo—. Si quieres matarme está bien. Si está bien para tí, lo estará para mí. —Intenta sonreír.

—¡BASTA! —Jungkook grita con frustración—. ¡Deberías pelear! ¡Deberías suplicar por tu vida!

—¿Eso quieres? —Yoongi ladea ligeramente la cabeza—. ¿Quieres que suplique?

Él se coloca de rodillas y junta sus manos.

—Acaba con esto de una buena vez. —Yoongi lo mira destrozado—. Haré todo lo que quieras, pero eso no traerá a Chan de vuelta. Si eso te hace sentir mejor entonces estoy dispuesto a morir.

—¡Él confiaba en tí! ¡Te quería como un hermano! —Jungkook no puede evitar tirarse el cabello con frustración, las lágrimas comienzan a acumularse en sus ojos.

—Créeme, no hay día que me arrepienta de haber llevado droga a la fiesta. —Yoongi llama su atención, Jungkook lo mira de reojo—. Me encargué de recordarmelo a diario desde su muerte. No puedo dormir, no puedo vivir. 

—Mereces vivir así toda tu vida —escupe Jungkook con veneno.

—Lo sé, así que por favor... mátame ahora mismo. —Yoongi sonríe. Jungkook lo toma del cabello con furia, dispuesto a golpear su rostro hasta que no pueda moverse o respirar. Levanta el puño pero algo le impide colisionarlo contra su rostro—. Está bien... —le susurra y sonríe—. Tranquilo, Kookie. Está bien...

El labio de Jungkook tiembla; aunque quisiera, no puede matar a Yoongi. Si no fuera por él, la vez que lo conoció probablemente estaría muerto. O si no se hubiera encargado de él cuando Chan murió no estaría en la universidad, o siquiera vivo. 

Jungkook lo suelta en un acto brusco; no puede perdonar lo que hizo, pero en definitiva, no puede seguir castigándolo. Yoongi se está matando solo, no hay golpe que pueda darle que reemplace todo el daño y dolor que se provoca así mismo a diario.

—¡¿Que hacen?! ¡PELEEN! —grita un espectador en el público. Jungkook lo mira desconcertado. El abucheo comienza a llegar desde las primeras filas y crece hasta las gradas de arriba.

Yoongi echa un vistazo a las gradas que ahora están repletas de personas, mira a Hoseok y le hace una señal para que apriete el botón. 

—Tírate al suelo —masculla Yoongi a Jungkook, este frunce el ceño y lo mira confundido—. ¡Joder, Jungkook! Tírate al suelo —gruñe entre dientes, pero él sigue sin obedecer.

Un disparo asusta a todos los presentes. Yoongi mira al proveniente del disparo y su corazón se detiene al ver que Yeonsoo está parada a unos metros del ring con el arma apuntando el cielo. Su cabello enmarañado; su ropa desalineada; el maquillaje corrido por sus mejillas sonrojadas que muestran cuánto ha llorado; su cuerpo tembloroso y... esa sonrisa en el rostro. Esa sonrisa que vio antes en Akaria, justo ante de que sus ojos se vaciaran de vida y su último suspiro saliera de su boca. No puede perderla, no así.

La muchedumbre enloquece al mismo tiempo que por las puertas traseras entran los escuadrones de SWAT. Yoongi espabila al mismo tiempo que la adrenalina corre en sus venas, suplicando por supervivencia. Se para y tira a Jungkook al suelo quien está petrificado ante todo lo que sucede. 

—¡NO TE MUEVAS O VAN A DISPARARTE! —grita Yoongi por encima del burillo de la muchedumbre enloquecida.

—¡VAN A ARRESTRME! —Jungkook intenta pararse e irse. 

Yoongi maldice por lo bajo y antes de que Jungkook pueda moverse lo golpea controlando su fuerza la cabeza, provocando que se desmaye de inmediato. Lo deja en el ring y se baja tropezando con las personas que intentan correr.

Los disparos comienza desde la zona vip del lugar hasta abajo, Yoongi necesita llegar hasta Yeonsoo antes que alguien la mate. Sin embargo, hay tantas personas corriendo por todos lados que no puede moverse sin ser llevado por la ola de gente. 

—¡YEONSOO! —grita al verla parada con las manos sobre sus oídos, no se mueve, solo deja que las personas la empujen y corran a su alrededor, mientras ella se mantiene con los ojos cerrados—. ¡MIERDA, YEONSOO! —vuelve a gritar.

Puede ver cómo Hyun aparece por detrás y la toma por el cuello tapando su boca, Yoongi golpea con más fuerza a las personas pero es imposible, tiene el camino bloqueado. Yeonsoo conecta mirada con Yoongi y es entonces cuando puede ver el arrepentimiento y la desesperación en sus ojos manchados de negro.

Yoongi da un fuerte grito de frustración por no poder llegar a ella, y ve como Hyun desaparece entre la multitud con Yeonsoo.

Mira cómo los agentes de SWAT llegan hasta donde está él, por lo que se tira al suelo de inmediato con las manos en la cabeza. Un oficial golpea su espalda con una rodilla y lo esposa de manera violenta y con poco cuidado.

Yoongi frunce el ceño adolorido y gira para encontrar a sus amigos que, al igual que él, son arrestados con brutalidad. Realmente no había necesidad que ellos fueran, se tenían que quedar en su casa y esperarlo. Sin embargo ahí están, siendo golpeados por los oficiales a pesar que ellos gritan estar de su lado.

Logran sacarlos afuera junto a un grupo de personas. En su mayoría solo son estudiantes y personas promedio que fueron para apostar y terminaron arrestado. Yoongi se da cuenta que la mayoría de los peces gordos estan muertos sobre las gradas. Fue todo una masacre innecesaria. Jae se acerca a él y lo lleva a dónde están los demás.

Las sirenas fluorescentes alumbran todo el oscuro estacionamiento del estadio deportivo. Hay demasiadas camionetas y patrulleros encerrando a personas que suplican y lloran por un perdón. Pero es demasiado tarde, la mayoría de ellos, y con suerte, terminarán en la cárcel por al menos tres años.

—¡Hyun tiene a Yeonsoo! —se apresura a decirle a Jae para que logre rescatarla.

—Lo sé. —Le quita las esposas y gruñe por lo bajo—. La idiota disparó antes de que el escuadrón entrara. ¡Hija de puta!, arruinó todo. —Jae se tira el cabello con frustración.

—¿Y Jin?—pregunta Namjoon tocando la piel sensible de las muñecas donde las esposas han dejado una marca—. ¿Dónde está Seokjin?

—Lo ví alcanzar a Yeonsoo —masculla Taehyung con la respiración entrecortada.

—¡Joder! —Yoongi mira los agentes que salen del lugar con personas esposadas esperando ver a Yeonsoo o Jin.

—¡Señor! —Un oficial corre hasta Jae—. El sospechoso Yeon Hyun escapó con Goo Yeonsoo y un sujeto no identificado —informa con la voz entrecortada.

Yoongi se queda sin aire y sus pensamientos se nublan; no sabe qué hacer, si reaccionar o dejar todo a manos de Jae. Sin embargo, solo Yoongi lo conoce, Hyun está acorralado por lo que es capaz de matarla y luego matarse. El tiempo está en su contra.

—¿Este es el otro sujeto? —Namjoon llega hasta el uniformado y le muestra una foto de Jin.

—Si, es él —afirma.

—Hyun tiene a Yeonsoo y a Jin.










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