46
Han pasado días desde la última vez que vio a los chicos. Había pasado tiempo desde que no tenían una tarde juntos, con partido y cerveza. Se podía notar la ausencia de Jimin, sin embargo, él aún no puede estar en el mismo lugar que el castaño.
Jungkook se levanta de su cama y camina hasta el baño. Se mira en el reflejo del espejo y sonríe al ver sus tatuajes. Hacía tiempo que quería marcar su cuerpo, pero siempre había algo que se lo impedía. Aunque debe admitir que desde que Haneul no está en su vida, algún peso que llevaba en la espalda sobre ser un hombre hecho y derecho para merecer su amor, se fue al caño. Ahorro lo suficiente para tatuarse todo el brazo y cambiar su roto móvil.
Se da una larga ducha. Es sábado por lo que la universidad no le molesta tanto, además de que tiene muchas cosas que hacer hoy y quiere empezar lo más relajado posible.
Se deja el cabello mojado caer por los costados. Se coloca un pantalón estilo militar negro, con grandes bolsillos en los costados, una playera negra un poco ajustada a su cuerpo y en los pies sus usuales botas, también, estilo militar. Prende la televisión y ve un poco de caricaturas mientras prepara su desayuno.
A pesar de tener la mirada fija en la pantalla frente a él, sus pensamientos vuelan por todos lados.
Falta tan poco para ver al verdadero asesino de Chan.
Cuando sucedió lo de su hermano, estaba tan perdido que comenzó a hacer cosas malas; realmente mala. Peleaba con cualquier persona por cualquier motivo y quería drogarse, aunque nunca se animó. Pero de pronto, vio a Yoongi atravesar la puerta de su departamento con productos de limpieza y comida. No puedo echarlo, no pudo pedirle que se fuera, porque de todas las cosas buenas que tenía Chan, era su mejor amigo. Él.
Pero Yoongi no llegó solo, lo acompañaban cinco chicos más. Ese grupo de chicos llegó y todo cambio. En realidad solo impidieron que siguiera con su intento de arruinar su vida; sin embargo, era tanto el dolor que sentía dentro que no pudo evitar entrar a las peleas, fue entonces cuando conoció a ese sujeto.
Un hombre tenaz, poderoso y lleno de influencias por todos lados. Jungkook se encontraba peleando cuando el sujeto se acercó a hablarle. Le prometió dinero y toda clase de riqueza si peleaba para él, claro que Jungkook al principio lo rechazó, no podía dedicarse ni meterse de lleno a esa vida; no si no quería que Yoongi lo matara. Luego de varios encuentro con ese sujeto finalmente logro convencerlo. Fue en un momento que comenzó a sospechar sobre lo sucedido con Chan, tanto así, que se prometió buscar la verdad detrás de esa noche; el sujeto dijo que le ayudaría a buscar al verdadero asesino de su hermano si peleaba para él. Solo y únicamente por eso aceptó entrar a las peleas.
Recuerda que el sujeto adinerado y lleno de poder, le dijo que la única forma de llegar al tipo que asesino a Chan, era entrando a Albutula. El hombre es demasiado peligroso, por lo qué la única manera de vengar a su hermano es en la pelea.
Desde entonces, Jungkook se ha encargado de pelear todas las necesarias para llegar hasta el sujeto, que hasta donde sabe, su nombre es Isilo.
Por supuesto que no está de acuerdo de como se gana la vida, de hecho, no puede evitar recortar que cuando comenzó a «trabajar» para él, el sujeto tenía una novia, hermosa y con una sonrisa grande y amable. Siempre que cruzaba palabra con ella parecía irradiar amabilidad y alegría. Sentía que no podía ser tan malo si tenía a alguien así a su lado, claro que todo cambió cuando la vio ser golpeada con brutalidad. Recuerda su rostro empapado de sangre, pero no lloraba, no siquiera luchaba, solo se dejaba llevar por eso.
Ese día, mientras Hyun preparaba todo para la pelea de Jungkook, este decidió ayudarla a huir. Ella dijo en ese entonces que tenía con quién desaparecer! y desde no la ha vuelto a ver.
Se pregunta que fue de esa chica..., dónde está Yeonsoo.
Deja caer su cabeza hacia adelante, se siente cansado mentalmente. Los chicos han estado sospechando de él, pero pudo deshacer aquella duda cuando lo siguieron hasta el centro comunitario. Dónde al principio solo era una máscara, y ahora es algo que ama hacer. Aunque debe admitir que al comienzo el que le siguieran fue un golpe en su orgullo. Creía que ellos confiaban lo suficiente en él para dejarlo tranquilo, pero tampoco puede señalarlos. No fue una persona sincera con ellos.
No puede evitar sentirse mal al respecto, le gustaría poder contar con ellos, decirles la verdad y demás; sin embargo, no puede, Hyun es peligroso y si al final no le puede dar lo que quiere puede lastimarlos a ellos. Sabe que Yoongi tiene un pasado difícil, pero nada comparado con pertenecer a una mafia llena de drogas y armas. Así que en realidad, no podría contar con ellos.
El apremiante sonido de una llamada entrante suena espabilando sus pensamientos, Jungkook toma el móvil con pereza y atiende sin ver el identificador de llamada.
—¿Si?
—Chidta —lo llama por su sobrenombre—, hay una pelea esta noche.
—¿Yo peleo? —Jungkook lleva una cuchara de cereal con leche a su boca.
—No.
—¿Entonces para qué me molestas? —masculla tranquilo e indiferente.
—Pelea Isilo. —Jungkook para en seco lo que hace y preste total atención—. Sería bueno que veas a quién te enfrentas.
—¿A qué hora? —Deja de lado el tazón de leche, todo apetito que tenía se esfumó por completo.
—Paso por ti a las nueve —anuncia y corta.
Jungkook se levanta y lava el tazón. Decide que es tiempo de salir un poco, antes de que el enojo acumulado este último tiempo se desate contra quién sabe qué.
La verdad es que al comienzo estaba empecinado en encontrar a Isilo, luego, al pasar los meses, creyó que en realidad no necesitaba conocerlo, quién lo golpeó está en prisión; sin embargo, ahora después de perder a Jimin y Haneul, las cosas se han vuelto más complicadas para él.
Solía escapar de su pesadilla con la dulzura de la castaña, o las tardes de partidos y películas con Jimin. Ahora ya no los tiene. No hay nada ni nadie que llene ese vacío que dejó la muerte de su hermano. Solo esto; su sed de venganza.
Sacude la cabeza ahuyentando todos esos pensamientos y sale.
El día está caluroso por lo que no es necesario llevar una chaqueta consigo. Se coloca los audífonos y sale en su motocicleta hasta el centro comunitario. Pero en medio camino, su corazón palpita con fuerza por lo que cambia de destino, conduce hasta una tienda de víveres y compra una botella de soju.
Vuelve a la motocicleta y conduce hasta el cementerio, se baja suspirando con mucho pesar y camina pasando las lapidas hasta que llega a la de Chan.
Desde su muerte, en realidad para ser preciso, desde el funeral no ha vuelto al lugar acompañado de alguien. Se siente invadido. Nadie conocía a Chan lo suficiente para tener el privilegio de ir a su lado. O al menos, así se siente. Y es que es consciente de que los demás vienen a verle, pero se siente diferente cuando quiere pedirle a alguien que lo acompañe. Incluso cuando se trata de Haneul.
Es el amor de su vida. No hay forma que no se sienta cómodo a su lado. Pero no se siente bien pensar en ella junto a Chan.
«¿Podré algún día presentarte a alguien?» piensa esperanzado. «¡Ja! Eso nunca sucederá».
Jungkook saca un vaso descartable y sirve para su hermano, luego saca otro y se sirve para tomarlo.
—Hoy lo conoceré. —Jungkook se arrodilla frente a la lápida y traga duro—. Voy a hacer que pague por lo que hizo, lo prometo. —Hace una reverencia y se incorpora, sintiendo un enorme nudo en su garganta. No puede quedarse mucho tiempo—. No sabes cuanto te hecho de menos, ojalá estuvieras aquí para ver cuánto crecí. Incluso ahora podría patearte el trasero. —Ríe por lo bajo al mismo tiempo que su voz se quiebra ligeramente—. A veces siento que fuiste egoísta al dejarme, debiste luchar por tu vida, por quedarte conmigo. Pero ahora me siento mejor, creo que donde sea que estés, estás tranquilo.
Jungkook mira una foto de Chan y él en su móvil. Hay tantos recuerdos que le hubiese gustado compartir con su hermano, y ahora no tiene a nadie más que su loca y retorcida venganza.
Vuelve a hacer una reverencia y se despide, si pasa más tiempo ahí terminara por llorar como ya lo hizo antes. Se quedaba dormido al lado de la lapida después de llorar por horas.
Decide que es tiempo de ir por el centro comunitario. Al llegar, baja y se encamina hasta la entrada dónde encuentra un grupo de chicos hablando.
—¿De qué hablan tanto? —Jungkook se acerca a ellos y les sonríe.
—Oh. —Los chicos hacen una corta reverencia—. Hay una pelea...
Sus palabras quedan en el aire cuando uno de los chicos golpea el hombro del otro con fuerza. Jungkook entrecierra los ojos y frunce el ceño.
—¿Qué sucede? —cuestiona inquieto.
—Nada —musitan al unísono.
—Si no me dicen ahora qué sucede, voy a decirle al jefe. —Jungkook frunce los labios y se cruza de brazos.
El Jefe no es nadie más que el encargado del centro comunitario. Su anatomía es imponente y parece serio e indiferente. Aunque los chicos no lo conozcan demasiado, Jungkook sabe que en realidad no es más que un gran hombre con un inmenso corazón, solo que el mensaje no siempre llega a su rostro.
Por otro lado, le sacan provecho de ello advirtiendo a los chicos. Ellos no suelen venir de cualquier lado, y muchas veces están metidos en problemas y por no querer involucrar a otras personas terminan por salir muy dañados.
—Hay un sujeto, me consiguió pases para una pelea clandestina esta noche a las nueve —murmura en un hijo uno de los niños.
—Voy pasearme por ahí esta noche, y si llego a ver a uno solo de ustedes; todos quedan fuera del centro. —Jungkook les advierte señalándolos y entra.
El jefe se encuentra regañando a un chico. Jungkook respira profundo dispuesto a volver a regañar a más niños. Odia sentir que puede estar juzgandolos, pero es su deber. O al menos eso es lo que haría Chan si estuviera ahí; dando largas pláticas sobre el camino correcto y las malas decisiones.
—¿Qué sucede? —masculla Jungkook acercándose a ellos curioso.
—Le encontré droga en la mochila. —Le tiende la mochila a él y Jungkook frunce el ceño mirando dentro, donde una pequeña pero visible bolsa de plástico se asoma.
—¿Sabes que con esto no volverás a ver ni un solo centro? —Jungkook señala a mochila y la tira al suelo—. ¿Quieres que te denuncie?
—No, por favor —ruega al chico de apenas doce años que se coloca de rodillas suplicando—. Haré lo que sea.
—¿Te encargas? —dice el jefe. Jungkook asiente y es lo que necesita para dejarlos solos.
—¿Lo que sea? —masculla entre dientes y se cruza de brazos arqueando una ceja.
—Sí, por favor —lloriquea.
—Vas a decirme quien te la dio, vas a prometer que nunca volverás a tocar esa mierda, y... —enumera—, Vas a hacer veinte flexiones, y entrenaras conmigo hasta que yo me vaya. —El chico lo mira incrédulo, es demasiado para él—. Si no quieres, perfecto. Llamaré a la policía. No quiero lidiar con personas que consumen esa mierda.
—De acuerdo. —Se incorpora el muchacho—. Me lo vendió una mula, creo que su nombre es Watson o algo así, pero estoy seguro que trabaja con Hyun. ¿Sabes quién es Hyun?
—¿Tú sí? —Jungkook entrecierra los ojos, por supuesto que lo conoce, pero no tenía idea que los chicos del centro lo conocieran.
—Por dios, hyung. —Entra el grupo que antes hablaba afuera, metiéndose en la conversación—. Hyun es conocido, todos conocen su nombre. Vende droga y tiene mucho, pero mucho poder.
—¡Ustedes que saben de poder, mocosos! —Golpea con suavidad la frente del chico—. Me importa una mierda ese Hyun, quiero que todos se mantengan alejado de él o sus mulas. Si es que quieren seguir viviendo aquí. —Se da la vuelta para irse, pero decide que es buen momento para castigar a todos—. Quiero que todos hagan flexiones.
Los chicos chillan fastidiados. Jungkook les hace una señal que los vigila y se va a la oficina del jefe, debe saber que sucede.
—Sé quien es el que les da la droga. —Jungkook se sienta frente a él—. Deberías hablar con él.
—¿Por qué no lo haces tú? —El hombre se tira en el respaldar de su silla y cruza los brazos en su pecho. Jungkook abre ligeramente los ojos sorprendido.
—¿De qué hablas?
—Sabes de qué hablo. No creas que soy idiota. Sé que peleas para Hyun. —masculla y Jungkook traga duro.
—¿Por qué no me denuncias? —lo desafía y se tira en el respaldar.
—¿No lo negarás? —Ríe seco el hombre, Jungkook se limita a negar con la cabeza—. Porque eres buen chico, y si estás metido en eso debe haber una buena razón.
—La hay.
—Debes dejarlo ir —musita el jefe y coloca ambos codos en el escritorio—. Debes dejar de culpar a personas sobre la muerte de tu hermano, no importa a quién buscas, quien realmente mató a tu hermano ya está en prisión, ¿qué más quieres?
—¡Quiero que se muera! —masculla entre diente Jungkook y golpea ligeramente la mesa sin hacer demasiado escándalo. Sus palabras salen con veneno—. Quiero que el infeliz que lo drogó y lo llevó a esa fiesta se muera.
—Si Chan asistió a ese lugar, fue por decisión propia. —El jefe vuelve a tirarse en el respaldar de la silla con tranquilidad—. Tal vez no lo conocías como creías.
—¡Usted no lo conocía! —Jungkook se levanta con brusquedad—. Si va a denunciarme, adelante, pero si no lo va hacer. Entonces no se meta.
Sale dando un fuerte portazo. Los chicos chillan en su lugar ante el acto. Se siente patético, porque mientras regaña y sanciona a niños por meterse en cosas peligrosas, él trabaja directamente con el cabecilla de todo eso, peleando para él, en busca de un sujeto y luego asesinarlo.
Jungkook decide que es tiempo de dejar salir un poco el enojo. Baja y se coloca los primeros guantes que ve para golpear con brusquedad la bolsa de boxeo. Hay mucho que descargar y poco tiempo. Sabe que hacer eso frente a los niños no es una buena idea, pero en estos momentos, con sus sentimientos a flor de piel, es lo único que puede hacer.
Al final, después de varios golpes, Jungkook decide entrenar con los chicos; después de todo a eso fue en un principio, poder espabilar su cabeza de lo que va a suceder por la noche.
Las horas pasan y cuando se da cuenta, ya es un poco tarde. Se despide de los niños sin darle la cara a su jefe; nunca entendería por lo que Chan pasó para criarlo, él no merecía morir, y no es suficiente con que una persona se encuentre tras las rejas. No es suficiente para su mente, ni su corazón. Por eso debe buscar a Isilo y exigirle una respuesta, y luego matarlo, porque nadie querrá meterlo a prisión, y la verdad, es lo último que quiere hacer en cuanto lo vea.
Se monta a su motocicleta y conduce hasta su casa. Se cambia de ropa colocándose un pantalón de mezclilla negro ajustado; una camisa del mismo color y encima una campera de cuero también negra. Se coloca sus habituales botas estilo militar y deja ver su cabello caer mojado a los costados. Últimamente lo ha dejado crecer más de lo que quería, ahora su cabello le rosa los pómulos.
Un mensaje de Hyun avisando que está abajo le llega. Jungkook termina por arreglarse y sale. Se siente ansioso pero no tanto, sabe controlar sus emociones.
Sube a la parte trasera del auto dónde está Hyun y arranca.
—Necesito que te concentres. —Hyun habla mirando por la ventanilla—. Es importante que veas sus tácticas.
—¿Porqué te molesta tanto? —Jungkook lo mira unos segundos y vuelve a mirar hacia la ventanilla.
—Ese idiota me robó a Yeonsoo. —Jungkook abre ligeramente los ojos, está sorprendido de volver a escuchar ese nombre, y aliviado que aún siga con vida—. Le lavó el cerebro y no quiere volver a mí.
—Yo tampoco lo haría —susurra por lo bajo, pero no lo suficiente. Hyun lo escucha pero prefiere no responder.
—Quiero que busques sus debilidades. No puede haber falla.
—¿Cuando es la pelea?
—Mañana.
—¿Crees que es justo que después de esta pelea tenga otra? Su cuerpo no va a durar mucho. —Jungkook mira el anillo de su hermano en su dedo.
—Esa es la idea.
—No, la idea es que lo haga sufrir, no que en un golpe esté fuera.
—Lo estás subestimado. —dice y termina por finalizada la conversación.
Jungkook realmente espera que Hyun tenga razón respecto a todo. No quiere que Isilo caiga tan fácil, necesita escucharlo suplicar por su vida, que llore y se arrastre a sus pies entonces, solo entonces, podrá matarlo.
Al llegar, la muchedumbre entra al viejo y abandonado lugar completamente ansiosa. Es ridículo y casi morboso ver cuantas personas disfrutan de ver este tipo de eventos. No puede encontrarle la belleza a dos personas golpeándose hasta sangrar y morir; pero es consciente de lo que los peleadores pueden sentir. Tanta desesperación, angustia, adrenalina y tristeza en cada puño que dan. Aunque no todos lo sienten de la misma manera, Jungkook puede hablar abiertamente de todas las noches de pesadillas que le han provocado, de la angustia y pesadez de cargar con un secreto así a diario; esperando que la policía no toque a su puerta y lo encierre en un cuarto diminuto por el resto de su vida.
—Entra. —Hyun se coloca a su lado
—Necesito aire. —Jungkook se va antes de que él logre detenerlo.
Rodea el edificio, no quiere estar apretado entre tantas personas solo para ver a ese sujeto, prefiere hacerlo en un lugar más calmado o en lo posible los dos dentro de un ring. No cree ser capaz de contener su ira en cuanto le vea la sombra.
Camina hasta rodear el lugar, mirando a su alrededor por si los pequeños traviesos del centro comunitario aparecen.
Al llegar del otro lado logra ver a una pequeña y familiar silueta. No es capaz de acercarse demasiado. No quiere asustar a la chica que se hace ovillo en el suelo y solloza en silencio como si todo estuviera mal. Y es que lo está. Todo en esta vida está demasiado mal para solo fingir una sonrisa y reír con personas para demostrar que hay mucho más allá.
Jungkook decide pasarle por el lado para seguir revisando el lugar, sin embargo, no tarda mucho en reconocer a la pequeña mujer hecha un mar de nervios. Su respiración se atasca en su garganta y quiere correr tan lejos como puede, pero no se lo permite. El alivio de verle con vida, sin ningún moretón a la vista le hace pensar que por fin encontró su lugar; su paz. Pero también sabe que no es cierto, de lo contrario no estaría en un rincón oscuro, llorando por quién sabe quien.
—¿Yeonsoo? —musita tan despacio como puede, para no asustarle más de lo que parece. Ella gira asustada, puede verlo su en cara, pero algo le hace relajarse y empalidecer al mismo tiempo.
—¡Chidta! —chilla incorporándose. Sonríe ampliamente borrando cualquier rastro de llanto.
—¿Qué haces aquí? —cuestiona él y se acerca a ella colocándose a su lado.
—Vine con Isilo —murmura tensa.
Ahora puede entender a lo que se refería Hyun al decir que Isilo había robado a su precioso diamante. La pena lo invade al darse cuenta que ella es el tipo de persona que por más que intenten sacarla de un lugar, siempre vuelve, como si fuera adicta a ese tipo de ambientes, a ese tipo de trato. Está seguro que Isilo no es una buena persona, y tal vez puede ser peor que Hyun.
—Oh. —Es lo único que puede decir porque no es nadie para pedirle que lo deje y viva una vida normal. Por otra parte Isilo está por todos lados, mientras menos quiere hablar de él es como si más lo mencionan—. Escuche que dejaste a Hyun por Isilo.
—Si, fue algo parecido. ¿Pelearas para él?
—No lo diría así. —Jungkook detesta escuchar que le pertenece a Hyun, cuando realidad no es así—. Es más bien, un medio para un fin. No quiero a Hyun, ni siquiera me interesan las peleas o el dinero.
—¿Qué quieres entonces?
—Quiero a Isilo —masculla con tanto veneno que le es imposible no notar cómo ella se estremece.
Es como si le tuviera miedo, y algo en aquella conclusión le aterroriza más de lo que pensaba. No conoce a Yeonsoo en lo absoluto, pero le ha visto en situaciones vulnerables, y también cómo apagaba sus emociones; no es fácil de lidiar con ella, y lo sabe por las cosas que escuchó, y las cosas que vio. Es por eso, que el pensar que le teme a él le hace cuestionarse cuánto cambió; cuánto se rumorea de él en las calles; cuanto de eso es real.
—No será fácil derrotarlo —murmura desinteresada, como si la chica que él conoció ya no existiera más.
—Eso espero, esperé tanto tiempo, odiaría que fuera fácil. —Decide que es suficiente, toma su mano y deposita un suave beso—. Es bueno que te hayas alejado de Hyun —susurra, intentando hacerle recordar que él no olvida la noche que arriesgó todo para ayudarle a escapar. Se gira para irse pero se detiene en seco. Realmente no quiere entrar a ese amontonamiento de personas, además debe vigilar que ningún chico del centro esté cerca—.. No he tenido el placer de conocerlo en persona, ¿me lo presentas?
Jungkook se gira y le sonríe de forma tierna. No quiere ser el tipo de personas rodeadas de malas quienes solo intimidan a los demás para obtener algo. En realidad quiere conocer a Isilo, y tal vez, si Yeonsoo es intermedio no podrá hacer nada. Solo... tal vez.
—¿No lo verás pelear?
—No quiero anticipar nada antes de nuestra pelea —murmura sincero—. No falles, Yeonsoo. Así estaremos a mano por lo de aquella noche.
Jugó sucio, y lo sabe. No debía usar aquello a su favor, pero no podría exigirle nada, ni presionarle. Sin embargo, necesita con todas sus fuerzas ver la cara del tipo que le quitó a lo mas importante que tenía en su vida.
Él se gira antes de ver su reacción y se va dejándole sola. Comienza a vigilar la entrada del lugar mientras los minutos pasan. Por lo que escucha y los gritos de las personas, la pelea está más que interesante. Hasta el punto de querer entrar y ver qué pasa, sin embargo, prefiere asegurarse que esos pequeños delincuentes no aparezcan. Mantendrá su lado, el que quiere hacer lo correcto, tan intacto como pueda. Antes que todo el mundo que lo rodea le envuelva en una capa de desesperanza y terror, donde su humanidad se apagará y no quedará nada más que una maquina de matar, para un cobarde asesino.
Al final ve a un grupo salir y les pregunta sobre la pelea, ellos le responde que acaba de terminar con un victorioso Isilo; entonces Jungkook decide ir al lugar del encuentro. Si esos mocosos entraron o no Jungkook no fue capaz de verlos.
Rodea el edificio pero no ve a nadie, está completamente solo. Sin evitarlo mira el cielo, está estrellado y apesar que no se vean con claridad, ahí están.
—Chidta, él es Isilo. —la voz de Yeonsoo suena a su espalda—. Isilo, él es Chidta, el peleador de Hyun.
Jungkook traga duro y respira profundo, por fin tiene cara a cara quién causó la muerte de su hermano. Se arma de valor, evitando mostrar el temblor de sus manos y su horrorizada cara llena de pánico por no poder controlarse. Gira con lentitud y logra ver a seis de sus amigos, parado frente a él. Jungkook se tambalea en el lugar y empalidece.
Yoongi traga duro, y como puede susurra—: J-jungkook.
—¿Qué es esto? —masculla Jungkook y mira con el ceño fruncido a Yeonsoo.
—¿Qué haces aquí? —habla Namjoon detrás de ellos.
—¿Yo?, ¿ustedes qué mierda hacen aquí? —La exaltación de hace presente su voz—. Dijiste que me traerías a Isilo, o a... —sus palabras se quedan en el aire.
Su respiración se entrecorta y su corazón se acelera. Puede sentir como todo da vuelta y las ganas de vomitar se instala en su pecho. Ahora todo tiene sentido, desde su extraña aparición en el funeral, hasta el interés por él. Tal vez una parte de él siempre lo supo y prefirió ignorar la verdad porque así era más fácil sobrellevar la muerte de su hermano, fingiendo obsesión por un sujeto imaginario quién creía que vería. Alguien enorme, con tatuajes y rapado, con el aura de asesino y dispuesto a morir bajo su mano en nombre de su hermano. Pero es no está pasando, y ese sujeto que siempre idealizo se esfumó en un segundo al ver la pálida piel de uno de sus mejores amigos.
—¿Tú eres Isilo? —le habla directamente a Namjoon.
—Yo soy Isilo —interviene Yoongi con la voz apagada. Sabe que ya no puede seguir ocultándose.
Jungkook se tambalea en el lugar, de todos los presentes quien menos esperaba era a Yoongi. Porque él es la excepción, Yoongi era la jodida excepción a todo lo que estaba mal. Jungkook lo conoció antes que muera Chan. Yoongi lo ayudo. Le cuesta creer que todo sea cierto.
—¿Qué estás diciendo? ¿Qué tú mataste a mi hermano? —Las lágrimas en el rostro de Jungkook no tardan en aparecer—. ¡¿Dices que fuiste el maldito que drogó a Chan?! —Se seca las lágrimas en un acto violento, sumergido en un pánico que nunca había sentido en toda su vida—. ¡MATASTE A MI HERMANO!
—Fuimos todos —confiesa Hoseok desde atrás, con el rostro igual de empapado. Jungkook retrocede totalmente destruido—. Chan se metió a una pelea por mí, yo estaba demasiado ebrio y él solo quiso ayudarme. Lo siento, Jungkook.
—No pude ayudarlo... —musita la voz de Namjoon que se quiebra ligeramente—. No tenía idea de lo que pasaba, no creí que él...
—Jungkook, no fue nuestra culpa. —Taehyung intenta llegar a él, pero Jungkook retrocede asqueado.
—Yo lo lleve a la fiesta. —masculla Jimin, que a comparación de los rostros de sus amigos, él mantiene el semblante serio. Como si hubiese esperado ese momento por mucho tiempo, dispuesto a sacarse un gran peso de encima.
Jimin no teme a las consecuencias. Lo puede ver en la forma en la que lo encara, en la forma en que lo mira. Es como si Jimin hubiese apagado su humanidad en el momento exacto en el que le vio.
—¡Por supuesto! —Jungkook ríe seco por lo bajo—. Debías ser tú. ¡ME ARRUINASTE LA VIDA!
—Yo le puse droga al vaso que tomo Chan. —Jin levanta el mentón, sabe que no fue su culpa la muerte del castaño, y no puede seguir torturándose por eso.
—Sí, Jungkook —farfulla Yoongi, sin quitarle la vista de encima—. Yo llevé la droga a la fiesta.
—¡BASTA! ¡CÁLLENSE! —ahoga un grito de frustración—. Confíe en ustedes, fueron mis hermanos, los amé. ¡LOS PROTEGÍA, JODER!
Deja sus lágrimas caer libremente por su rostro. Sus piernas tiemblan y cae al suelo. Creyó estar viviendo una doble vida, mintiéndole a sus mejores amigos quienes lo cuidaban y protegían. Los recuerdos de ellos viendo partidos, tomando cervez; incluso cuando Yoongi le llevó flores después de pasar un examen en el que le ayudó a estudiar por una semana entera. Las veces que le contaba lo bueno y gentil que era su hermano. Todo aquellos recuerdos se queman en su memoria y le arden en la piel. Estuvo al lado de las personas que causaron la muerte de su hermano tanto tiempo; y los amo tanto.
Yoongi intenta llegar a él pero Jungkook lo empuja con todas sus fuerzas, provocando que este caiga al suelo.
—¡LOS VOY A MATAR! ¡A CADA UNO DE USTEDES!
Se reincorpora lleno de furia, sintiendo que es capaz de destruir todo a su paso. Ya no le importa conservar su humanidad, ni aquel lado correcto. Solo quiere parar el dolor que crece en su pecho como un veneno ácido.
—Y empezaré por tí. —Se acerca a Yoongi que ya se ha reincorporado—. Mañana voy a matarte, y luego a ustedes. Los buscaré por cada rincón y luego los asesinare.
Jungkook escupe sobre la cara de Yoongi y se va, dando pasos pesados. Yeonsoo comenzó a llorar desde que encontró la conexión entre ellos, mucho antes de que hablaran. Sabe que es el fin de Yoongi.
Ve cómo los chicos hablan entre ellos, por lo que se gira y corre hasta Jungkook.
—¡Espera, Chidta! —lo detiene—. ¡Por favor, no lo dañes!
—¿Qué?
—No es mala persona, tú lo conoces, sabes quién es —solloza ella—. Por favor..., no lo mates.
—No es cierto. No tengo una puta idea de quién es ese sujeto. Ese tipo de ahí no es quién conocí. —Señala con furia el camino por donde vino—. Te doy un consejo, Yeonsoo, aléjate de él. Porque al final del día de mañana, va a morir.
Dice y se va, subiéndose al auto donde un sonriente Hyun lo espera. Ha desatado la furia de Jungkook, ya no hay marcha atrás.
Está seguro de que alguien morirá.
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