39
Otro día en el que debe fingir delante de todos quienes le conocen que se encuentra bien, y que sus días son como los de cualquier otra personas, en la que sus preocupaciones rondan por la semana de exámenes y nada más.
Puras mentiras.
Desde que se levanta hasta que da su último suspiro por la noche, en lo único que su mente divaga es en el peligro que corre el castaño de ojos pequeños cada segundo de su vida. Y ni siquiera puede ayudarle como en realidad quiere. Lo único que debe hacer es mantener distancia y causarle los menos problemas que posible.
Hoseok intentó hablar con ella hace unas semanas. Pero ella se limitó solo a cerrar la puerta de su habitación y mantenerse alejada de él siempre que podía, al final, su hermano desistió y prefirió darle su espacio. Y es que no le culpa, lo entiende y sabe que argumentará el porqué no debe estar con Jimin, sin embargo, ya se siente cansada de las personas que solo le hablan para darle motivos para que se aleje de Jimin, y no que le aliente para estar a su lado. Tal vez todos tienen razón, y debe seguir con su aburrida y ordinaria vida, que desde que conoció al grupo intimo de amigos de Hoseok, ya nada volvió a ser igual.
Ni siquiera puede entender como su hermano puede sonreír y platicar durante la cena, fingiendo que su grupo de amigos no se encuentra en una pelea ilegal luchando por su vidas, adicciones y la ley. Es increíble lo fácil que es para él sonreírle a su madre y contarle sobre la tesis que escribe; algo que ella no puede hacer.
Sale de la calidez de su cama y se viste preparándose para ir la universidad, donde debe ignorar la presencia de un de sus mejores amigos porque se enamoró de ella justo en el momento en el que se enamoró de un chico peligroso.
Aunque debe admitir que Jungkook se lo hizo fácil el último tiempo, evitando los lugares que ella debe concurrir durante sus prácticas. Incluso en la biblioteca, se mantiene tan lejos como puede y a pensar que al principio era un poco tedioso, pues sentía mal. Al final, solo se acostumbró a tenerlo lejos y con él las amistades que solían compartir.
Algo en la versión que todos inventaron sobre ellos, hizo que la mayoría de sus amigos tomaran partido por él y se alejaran de ella; aunque lo agradece de alguna manera. El no tener que explicar sobre lo que sucede con su mejor amigo, ni lo que su corazón siente.
Haneul sale de su habitación y escucha la escandalosa risa de su hermano en la cocina junto a su madre. Ella se para al final del último escalón y suspira profundo para dibujar la más grande y falsa sonrisa en su rostro.
—Hola mamá —saluda y deposita un beso en su mejilla.
Abre la nevera y saca jugo y un sándwich, lista para partir a su universidad. Puede sentir como su madre le dedica una mirada reprobatoria a su hermano, pues sabe que algo no anda bien entre ellos y como toda madre preocupada, necesita que sus hijos se lleven bien.
—Haneul, te llevaré a la universidad —manifiesta Hoseok, incómodo.
—Estoy bien, gracias. Tomaré el autobús —responde secamente, sin mirarle al rostro.
—Hija... tu hermano quiere hablar contigo, por favor —murmura la madre, con la voz dulce.
Haneul aprieta la mandíbula con fuerza. Le gustaría gritarle que no quiere hablar con su hermano, que todo estaba bien entre Jimin y ella hasta que él apareció con aire de héroe diciendo cosas idiotas que solo provocó que el chico quien ella quiere se aleje. Que lo único que hacen todos es decirle qué hacer, cómo comportarse y cómo vivir, sin ni siquiera preguntarle. Pero al final, decide que nunca será lo suficientemente valiente como para enfrentar a su madre en algo así, o a cualquiera.
—Está bien —musita Haneul y vuelve a besar la mejilla de su madre para salir de la casa, que parece encogerse cada vez más.
El frío le golpea con violencia, pero se las arregla para conservar cuanto calor pueda. Hoseok le sigue y la guía hasta el auto de su madre. Antes de que se atreva a abrirle la puerta, Haneul se adelanta y entra rápido al vehículo. Hoseok rodea el carro y entra encendiendo el motor.
Sabe todo lo que él le dirá, y aún así, no cree ser capaz de escuchar lo que aquella voz risueña soltará. Suspira pesada y toma aire para detenerlo antes de que empiece su sermón.
—No dejaré de querer a Jimin, aunque todo el mundo me odie —suelta mirando hacia la ventanilla.
Puede ver por el rabillo del ojo como el cuerpo de Hoseok se tenta y sus nudillos se vuelven blancos alrededor del manubrio. No quería hacerle pasar un mal rato, pero después de todo, nadie le obligó a entrar al carro, a ella sí. Así que no se disculpará por decir eso.
—Eres una tonta —masculla entre dientes.
Haneul gira a verle con el entrecejo sorprendido. Sin embargo, decide ignorar lo que sea que está a punto de decir y vuelve a mirar por la ventanilla.
—Eres el peor amigo que alguien puede tener —suelta ella, sin filtro—. Finges ser su amigo y a la primera le dejas solo porque crees que será lo mejor para mí. Pues déjame decirte algo, desde que no le veo, me siento como un fantasma.
—Prefiero que seas un fantasma con vida, y no muerta —farfulla Hoseok—. No voy a arriesgarte, no puedes...
—¡No puedes! —chilla ella, ahora encarándole—. No puedes comportarte así, Haneul. No puedes hablar así, no te vistas así, no hagas nada. Tu vida nos pertenece.
—No es lo que...
—¡Por supuesto que es lo que querías decir! —estalla—. Sé lo que conlleva estar con él. Y aún así le quiero, y aun así él con todo sus sentimientos prefirió mantenerme alejada para protegerme.
Una lágrima de desliza por su sonrojada mejilla. Siente que no puede seguir hablando con su hermano sin que quiera salir del auto en movimiento. Y es que no se trata de un sentimiento de cariño solamente, es mucho más profundo que eso.
Nadie le deja querer.
—Puedes morir, ¿acaso eso no te basta? —murmura en un hilo.
—Todos vamos a morir en algún momento, Hoseok —musita Haneul, haciéndose un ovillo en el asiento—. Déjame querer.
—No puedo perderte —susurra.
—Ya lo hiciste, Hoseok. Solo que aún no puedes verlo —suelta ella y se baja del auto en medio de una fija de carros que espera que el semáforo cambie de color.
Su hermano parece estar a punto de un colapso mental al ver que su pequeña hermana corre entre los autos estacionados, directo a un autobús que está a punto de seguir su camino.
Sabe que lo que hizo es peligroso e infantil. Pero seguir en el mismo carro que su hermano escuchando sobre cosas que no logra entender. No le importa el peligro, ni las armas. Solo quiere ser libre de amar a quien quiere sin importar las circunstancias.
El resto del día no pasa diferente a toda la semana pasada. Mientras que presta atención durante clase, en el receso se limita a mirar el horizonte, sumergida en sus pensamientos debajo de un árbol del campus. La hora del almuerzo no pasa más allá de una hora en la que todos los estudiantes se juntan en la cafetería a comer y platicar sobre sus clases y materiales de estudio.
Haneul decide que, por este día, después del amargo sabor que Hoseok le dejó en su boca, comerá bajo un árbol. Abre su paquete de fideos instantáneos humeante, y comienza a comer mientras mira su horario de clase. Una hora más y estará libre. No tiene mucho que hacer, y volver a su casa donde encontrará a su hermano n es una buena idea, por lo que opta por ir a un bar en cuanto baje el sol.
—¿Jung Haneul? —murmura una voz a su espalda sorprendiéndole. Ella gira de inmediato y ve a un chico que reconoce de sus clases—. Eres tú, ¿verdad?
—Sí, ¿qué necesitas? —menciona amable, haciendo a un lado su paquete de fideos.
—¡Oh, sí! —dice al mismo tiempo que se acuclilla para llegarle a la altura—. Soy Heejin, compartimos varias clases juntos y quería pedirte si puedo entrar a tu grupo de estudio.
Haneul frunce el entrecejo y lo mira ladina.
—No tengo un grupo de estudio, lo hago por mi cuenta —formula un poco avergonzada.
—Oh, no esperaba eso —susurra el chico, tocando su nuca—. Entonces, ¿podríamos formar un grupo de estudio los dos?
Haneul abre los ojos sorprendida y sonríe con dientes. Sabe que, para tener una impecable cartilla de notas, lo primordial es tener un buen grupo de estudio, así que se le ha hecho casi imposible el último tiempo entablar una conversación con cualquiera solo para estudiar.
—Claro, pero mis horarios suelen variar —miente. No es que no tuviera tiempo, es que su mente no siempre está presente para los estudios.
—No te preocupes, yo trabajo mucho —musita con una sonrisa y saca su móvil—. Toma, para que anotes tu número.
Haneul asiente casi complacida de poder tener a alguien con quien estudiar para la semana de exámenes y marca su número en sus contactos. Heejin le llama para que ella también pueda tener su contacto, y después de unos minutos de charla de lo harán para buscar un espacio para estudiar, él se va tarareando sobre su trabajo.
Haneul se levanta con pereza y camina hasta su siguiente clase para terminar de una vez por todas su día escolar, sin embargo, justo antes de entrar al aula la ve parada a un lado de los pilares, con un cigarrillo entre sus labios mirando a las personas que pasan por su lado. Una ola de alegría le invade al verle, pero es reemplazada por genuino pánico.
—¿Qué haces aquí? —susurra ella, en un hilo.
—Hola, mojigata —murmura ella, mirando a un grupo de chicos que no deja de mirarle con desaprobación por su vestimenta.
—Yeonsoo, joder. ¿Qué sucede? —menciona Haneul, más nerviosa que antes.
—Debemos hablar.
⭒❀⭒
Jimin deja caer su cabeza sobre el sofá ante la actitud reprobatoria del protagonista del libro que lee. No puede entender cómo puede simplemente aceptar la oscuridad de aquél chico cuando él tiene un novio que ama y una vida estable. Nadie con dos dedos de frente podría arriesgar su paz solo por un poco de peligro y adrenalina. O tal vez, es que se acostumbró a su vida con peligro que daría lo que fuera por un poco de la paz que ellos son capaz de intercambiar.
No puede evitar pensar en la chica de sus pensamientos, y de lo familiar que parece ante el protagonista del libro que lee. Pero de eso se trata, de querer la felicidad sin importar cómo y de qué manera de obtener. Mientras que él sueña por una vida tranquila y sin peligro en el que pueda amar sin temer a que la dañen, tal vez ella prefiere un poco de peligro, sin miedo a que le hagan daño. O solo son suposiciones de él. De cualquier forma, no hay nada que pueda hacer para cambiar lo que pasó entre ellos dos.
Jimin le pidió que se alejara, y ella lo hizo después de intentar convencerle. Aunque si de algo está seguro, es que no cree poder dejarle ir si la ve una sola vez más.
Mira su reloj de pared. Aún faltan tres horas para entrar a su trabajo. Decide darle una oportunidad al protagonista del libro que lee, con la esperanza de que cambie de opinión y darle esperanza a su amada que ni siquiera sabe cómo se encuentra.
La puerta es tocada con suavidad y Jimin no tarda mucho en averiguar de quién se trata. Su garganta se seca y debe retroceder un poco al ver sus ojos hinchados y su estado tan catastrófico.
—Hoseok, ¿qué sucede? —pregunta él, imaginándose mil escenarios en donde su hermana es la protagonista de una historia trágica.
—Mi hermana me odia —murmura y lo hace a un lado para entrar.
Hoseok se dirige hasta la nevera para sacar una botella de soju y se deja caer en el sofá de su amigo, dispuesto a tomar todo el contenido de un solo sorbo. Jimin cierra la puerta y se afirma en la pared frente a él, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—Haneul está enamorada de ti, y no hay nada que ni yo ni tu podamos hacer para cambiar eso —menciona y le da otro sorbo—. Es idiota, arriesgado e infantil que te ame. Es lo más ridículo que escuché en toda mi vida, y ni siquiera es por ti. Tú empezaste toda esta mierda de Albululu. Si no fuera porque te drogabas, no estarían arriesgando su pellejo por ti día y noche, y nadie estaría detrás de ti intentando matarte, y Haneul podría ser feliz a tu lado.
Las palabras que salen de la boca de su amigo lo golpean con brutalidad, pero se las arregla para mantener el semblante neutro y apretar sus puños. No quiere comenzar una pelea con él, mucho menos cuando lo que dice no está lejos de ser la verdad. Decide escuchar todo que quiera decir y luego pedirle que se retire.
—Es una tonta, me dijo que todos mueren y luego salió del carro a mitad de una autopista —anuncia y es entonces que una corriente eléctrica atraviesa el cuerpo de Jimin, disminuyendo su coraza hasta dejarlo expuesto.
—¿Qué quieres que haga? —masculla—. Cada vez que Hane aparece por aquí, le pido que se vaya.
—¿La amas? —suelta de pronto.
—La amo, Hoseok. Como no tienes una puta idea —se sincera.
—Entonces deja que entre a tu vida —murmura en un hilo.
La sangre parece drenarse de su cuerpo y de pronto no entiende de lo que están hablando. Es que no pude creer que su amigo le esté diciendo eso cuando anteriormente le escupió en la cara que era una locura que Hane intentara estar con él.
—Hoseok...
—No lo entiendes, Jimin —dice con la voz enronquecida—. Desde que todos le pedimos que se aleje de ti, solo comenzó a morir. Ya no es ni la sombra de quien solía ser, y se vuelve tan tortuoso saber que soy una de las razones por las que ella ya no es feliz.
—Yo... No se si pueda...
—¡Claro que puedes!, te exijo que me devuelvas a mi hermana —murmura en desespero—. Te lo suplico...
Una picara sonrisa lo asalta. Y es que quiere tanto estar en los brazos de Haneul, pero al mismo tiempo tiene tanto miedo. El que su propio hermano le diga que sin importar todo lo que pase en sus vidas, está de acuerdo con que ambos estén juntos, solo provoca una alegría que no es capaz de explicar. Quiere correr a ella y decirle que le ama con toda su vida, y que no le deje ir nunca.
—Solo protégela, Jimin. Sabes que un psicópata está detrás de ti... cuídala más que a tu propia vida.
—La protegeré con mi vida, Hoseok. Lo prometo —chilla Jimin tomando su chaqueta, dispuesto a declarar su amor a la castaña de sonrisa bonita.
⭒❀⭒
Haneul entra al bar rojo con miedo de encontrarse a Jimin, pero luego de una rápida vista a todo el lugar, se da cuenta de que en realidad no está lo que le alivia por completo.
Después de esa rara e inesperada charla con Yeonsoo, de dio cuenta que no puede simplemente esperar a que algo suceda y cambie toda su vida por completo. Así que decidió ir al bar por unos tragos y luego volver a su vida para empezar con aquello que Yeonsoo le sugirió por un par de minutos.
—¿Haneul? —murmura una ronca y pastosa voz. Ella levanta la vista encontrándose con el chico de rulos.
—Taehyung, hola —susurra con una sonrisa amable—. Dame el trago más fuerte que tengas.
—¿Hoy también hablaremos del sujeto idiota? —menciona mientras sirve un líquido amarillento en un vaso pequeño.
Haneul sonríe melancólica y casi avergonzada de la primera vez que se conocieron, el día en que le obligó a Jimin a salir con ella. Toma el vaso que le tiende el chico frente a ella y lo deja caer por su garganta quemando todo a su paso, provocando que tosa un poco.
—Esta noche, quiero salir inconsciente de aquí —anuncia con el mentón en alto.
—¿Estás segura? —pregunta el castaño, mirándole ladino.
—¡Por supuesto! —chilla—. Quiero olvidarme por un par de horas que soy Jung Haneul, y transformarme en alguien parecido a Goo Yeonsoo.
Taehyung deja salir un jadeo pesado al nombrar a la chica de cabello color petróleo. Sonríe y asiente casi con pesadez y le deja una botella con un líquido blanco en la barra junto a un baso para que ella sea capaz de tomar cuanto líquido quiera y pueda. Al final, solo deberá llamar a Hoseok para que venga por ella y nada malo pasará.
—Yeonsoo, ¿eh? —dice casual—. No creí que fueras a querer ser como ella.
—¡¿Bromeas?! —chilla sirviéndose en el vaso—. Es una mujer increíble, y hace lo que quiere, con quien quiere sin miedo a lo que dirán. Ni siquiera escucha a los demás. Vive su vida.
Tae asiente una vez más y elige darle espacio para que pueda desahogar sus penas mientras atiende a otras personas.
Después de una hora y media, Haneul se encuentra ebria sobre la barra, sin intención de soltar la botella. La verdad es que no tomó demasiado, pero puede notarse a leguas que no es una persona acostumbrada al alcohol en su sistema. Por eso, mientras Tae atiende un par de personas, no deja de mirarle por si se cae o se duerme, así le da luz verde de llamar a su hermano. Y todo hubiese salido bien, de no ser porque Jimin atravesó la puerta de entrada con el entrecejo arrugado dispuesto a trabajar.
Se había olvidado por completo de que él debía presentarse en el bar, y está seguro que lo reprenderá por dejar que Haneul ahogue sus penas en alcohol.
El castaño parece no ver a la seminconsciente Haneul sobre la barra y pasa directo a colocarse el uniforme.
—¿Estás bien? —pregunta Tae, nervioso.
—Busqué a Haneul por todo Seúl para decirle lo que siento, y no pude encontrarle. Nadie la vio en un largo tiempo —murmura sumergido en sus pensamientos.
—¿Me quieres? —susurra Tae, preso del miedo.
—¿Qué? —masculla Jimin, sin entender lo que dice.
—No fue mi culpa, ella quería hacer eso y sinceramente no soy nadie para impedirlo —se excusa mirando a su amigo con más seguridad.
—¿De qué demonios hablas? —farfulla Jimin con genuina confusión.
—Haneul llegó hace casi dos horas y pidió lo más fuerte que teníamos. Le dejé una botella y ahora se encuentra sobre la barra muy ebria —confiesa con una sonrisa divertida. Pues ver a la castaña así de ebria le ha causado ternura.
—Qué hiciste, ¡¡¿qué?!! —chilla dispuesto a irse hacia la castaña. Sin embargo, Tae lo toma por el brazo deteniéndole.
—Me dijo que nadie la deja vivir, que todos toman decisiones por ella —musita con tranquilidad—. No te conviertas en un nombre más en la lista de las personas que la encarcelan.
Jimin se suelta de su agarre y camina hasta la barra donde visualiza a Haneul tecleando en su móvil. Taehyung tiene razón, no puede simplemente querer vivir su vida soñada a través de ella. No es nadie para impedirle amar, beber o hacer lo que quiera hacer. Decide atender a personas que estén cerca de ella para protegerle de cualquier idiota que intente pasarse de listo, o por si ella se daña d alguna forma.
Haneul vuelve a borrar el mensaje que no se atreve a enviarle a Jimin, puesto que aunque el alcohol le adormece casi todo el cuerpo, aún es consciente de lo que pasa a su alrededor. Levanta la vista para pedirle a Tae que le de otra bebida, ya que esa comienza a dejarle un amargo sabor, sin embargo, lo único que encuentra es a Jimin frente a ella, limpiando uno de los vasos con la vista clavada en ella.
Las mejillas de Hane se encienden y debe agachar la mirada para evitar que él vea su rostro avergonzado.
«Sé cómo Yeonsoo, él no puede hacerte nada», se alienta.
Haneul se arma de valor, ayudado por el alcohol en su cuerpo y lo encara. Sin embargo, no logra conectar mirada con él, ya que mantiene la vista frente. Haneul sigue la corriente hasta la entrada del bar donde un hombre que nunca vio, junto a un grupo de chicos un poco más joven que él y una mujer hermosa entran.
Jimin desaparece de su lado para susurrarle algo al oído a Tae quien mira al grupo que acaba de entrar y asentir, sin echarle una rápida mirada a ella quien no entiende en lo absoluto lo que sucede.
—Debes irte, Haneul —musita Jimin, llegando a su lado.
—No me molestes —contesta secamente. Jimin le mira un poco confundido y sorprendido de que ella fuera a contestar de esa manera.
—No estoy bromeando, vete —masculla entre dientes, mirando al grupo de atrás.
—Piérdete, Jimin —farfulla de la misma manera, sintiéndose enojada. No puede creer que después de todo este tiempo, para lo único que le habla es para echarle del lugar—. Me has ignorado, me has humillado, me has dejado rogarte por tu cariño. Ahora no me molestes. Púdrete imbécil.
Las palabras salen más rápido de lo que pensó, tanto que abre los ojos de todas las cosas que dijo sin intención de querer soltar. Tal vez el alcohol de verdad comienza a hacerle una mala jugada y terminará por provocar que Jimin le odie, pero se preocupara eso cuando esté sobria, ahora mismo solo quiere gritarle en la cara.
Jimin le ve casi perplejo, pero no dice nada, solo se limita a asentir con pesadez.
—Lo siento, ¿bien? Créeme. Pero ahora mismo, necesito que te vayas, Haneul —musita entre dientes—. Espérame en mi departamento, iré cuando antes.
—Maldito ególatra —masculla ella y toma un vaso lleno de líquido transparente para aventarlo a su cara. No debe girar para saber que todos en el bar le han prestado atención a su acción, y aún así no puede detenerse. El espíritu de Goo Yeonsoo se apoderó de ella—. No iré a tu estúpido departamento para que me cojas y luego me heches de tu vida.
Vuelve a llenar su vaso y gira con tanta violencia que no es capaz de ver al sujeto que se encuentra detrás de él, provocando que todo el líquido que llevaba en el vaso caiga sobre ella.
—¡Imbécil! Fíjate por donde caminas —maldice Haneul, mirando al hombre de unos casi treinta años quien sonríe ampliamente.
—Oh, cariño... no me di cuenta de que harías algo como eso —ronronea el sujeto y toma un par de servilletas de papel para ayudarle a limpiarse, sin embargo, pasa su mano de forma inapropiada provocando que Haneul por acto reflejo se aleje y golpee la mejilla del hombre con todas sus fuerzas.
—Mierda —masculla Jimin, empapado en licor.
Ni siquiera entiende lo que pasa, o porqué hizo todo aquello. Solo que, de un segundo para otro, toda la valentía que había acumulado se esfumó en dos segundos.
Jimin coloca una mano en la barra y brinca con todas sus fuerzas saltándola por encima. Se interpone entre el sujeto y ella, cubriéndola como si fuera una clase de escudo humano.
—Si la tocas de nuevo, te mato —masculla Jimin con la voz ronca y pastosa, provocando que los vellos de Hane se erices.
—Ella me golpeó primero —se defiende el sujeto.
—Vete de aquí, Hyun —suelta Taehyung, llegando a su lado.
Toda la sangre de Hane se drena al escuchar ese nombre. Ahora entiende la actitud de Jimin. No necesita que alguien le diga quien es Hyun, Yeonsoo se encargó de eso hace tiempo. Golpeó a Hyun. No puede sentirse más estúpida y aterrorizada, y con adrenalina corriendo por sus venas. Es increíble que se haya atrevido a tocar al hombre que amenazada sus vidas, pero sobre todo, ver a Jimin así de seguro, enfrentándole con la voz tranquila sin duda, sin miedo.
—Solo digo... ella comenzó —musita con diversión Hyun.
—No me provoques, imbécil —menciona Jimin—. No me importa sacar el arma y volarte la cabeza. Así que da la puta vuelta y vete a la mierda.
Hyun chasquea la lengua y asiente casi con diversión. Mira a Haneul quien se encuentra agarrando la remera de Jimin en su espalda y le dedica un guiño. Jimin gira casi de inmediato cuando Hyun toma distancia de ellos y mira a Taehyung quien le lanza por el aire las llaves de su moto. Jimin levanta la mano y las toma en el aire para posteriormente tomar la muñeca de Haneul y tirar de ella sin pronunciar palabra alguna.
Ambos salen del bar y caminan hasta el estacionamiento donde visualizan una motocicleta. Jimin toma un casco se lo coloca a Haneul para repetir la acción con otro que hay. Agradece que Tae traiga dos cascos mas a menudo, ya que a veces suele llevarlo a casa. Ambos se montan y Jimin toma la autopista, sin intención de ir a su departamento.
La adrenalina que corre por el cuerpo de Haneul no parece querer disminuir, al contrario, aumenta con cada vibración que recorre en su cuerpo con cada rugido de la motocicleta.
Ella rodea la cintura de Jimin y mira las luces de la autopista pasarle a una velocidad inhumana, mientras que la oscura noche no le permite ver mucho más allá de un par de estrellas. Haneul suelta una de sus manos y luego la otra para extenderlas a los costados.
Se siente libre.
Es libre.
Golpeó a una de las personas más temerosas de todo Seúl, ama a un sujeto que no teme golpearlo por ella, una de las mujeres más temidas y respetadas le ha pedido ayuda.
Está completa. Nadie puede quitarle esa satisfacción. Nadie puede hacerle cambiar de opinión.
Jimin acelera provocando que ella se agarre de nuevo de la cintura de él, pero tan pronto comienza a esquivar un par de autos, Haneul vuelve a abrir lo ojos y deja salir un gruñido. Posteriormente, con la respiración agitada y la adrenalina latiendo contra su pecho, ahoga un grito.
Haneul ríe eufórica y vuelve a tomar la cintura de Jimin, ahora apretándole con más fuerza.
—¡Te amo, Jimin! —grita en medio de la carretera. Con el aire golpeando su rostro, la adrenalina corriendo por sus venas y una encantadora y eufórica sonrisa plantada en su rostro.
Jimin se tensa pero no dice nada, y es que ella no espera respuesta en realidad. Solo quiere poder decir lo que piensa sin necesidad de temer a cómo reaccionará el otro.
Al final, s desvía de la autopista y se introduce por unas calles de tierra que lo llevan a la orilla del río Han. Jimin estaciona la motocicleta y comienza a balbucear incoherencias sobre cómo tuvo el coraje de enfrentar a Hyun, de las consecuencias que atraerá y muchas cosas más que Haneul no es capaz de entender.
Ella baja de la motocicleta y tira el casco a un lado, toma a Jimin por el cuello y une sus labios en un desesperado y furioso beso. Él no tarda demasiado en corresponderle, la toma por los muslos y la levanta para que ella rodee su cintura con sus piernas.
Jimin la toma por la nuca y profundiza el beso.
—Te amo, Jimin —murmura entre besos—. Te amo, idiota.
Jimin sonríe entre beso y vuelve a juntar sus labios.
—No te dejaré ir, no otra vez.
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