34
La receta del libro de comida que sigue es una completa catástrofe, y no porque esté mal redactado los pasos, si no, porque él es un completo desastre para seguirlos. Ha tenido que botar las tres primeras pruebas de un simple raclette, una comida francesa que no le deja descansar en paz.
Sin embargo, la verdadera razón por la que está tan estresado a la hora de cocinar, no está ni cerca del verdadero problema. Desde que Haneul le llamó cobarde, lo único que hizo fue entrenar y trabajar, y en sus tiempos libres aprender a cocinar de los libros de cocina que Yoongi le prestó hace no mucho tiempo. Mantener su mente ocupada en algo tan estresante como cocinar le ayuda a no pensar demasiado en la castaña.
El apremiante sonido de una llamada entrante suena en la parte trasera de su pantalón, Jimin se limpia la mano y toma el celular para colocarlo en voz alta.
—Hola —dice intentando no quemar lo único comestible que queda.
—¿Qué haces? —Se escucha la ronca y pastosa voz de Taehyung del otro lado.
—Intento no quemar mí departamento —Jimin apaga la estufa.
—Te dije que buscarás otro pasatiempo —murmura entre risas—. Lo de cocinar no te queda.
—¿Qué quieres, Tae? —Jimin se afirma con ambos brazos en la mesada tirando la cabeza hacia bajo.
—No te enojes conmigo por ser un fracaso en la cocina —afirma—. Hay un evento.
—¿Estás en broma? —Jimin se sienta sobre la nota a cansado.
—Ojalá fuera así, cambiate y llega antes de las nueve —sentencia Tae y finaliza la llamada.
Jimin se masajea la sien. Los eventos en el bar rojo son los más exhaustos y largos de todo Seúl, aunque por lo general solo son dos o tres veces cada seis meses, así que no puede quejarse mucho, solo que le gustaría que no contaran con él justo ahora que intenta hacer una idiota receta francesa. Suspira cansado, intentando recordar si su uniforme de trabajo se encuentra limpio y listo para ser usado.
La puerta se abre y dos personas sonrientes entran al departamento. La mirada intimidadora de Yeonsoo aparece en su capo visual quien corre hasta él y lo abraza.
—Te extrañé, cielo —anuncia mientras se sienta a su lado, Yoongi lo saluda de lejos y se sienta enfrente—. ¿Qué sucede?
—Debo trabajar —menciona haciendo un puchero involuntario.
—Mejor que andar lloriqueando por la mojigata, ¿n —la burla en las palabras de Yeonsoo son inevitable—. Trabajo uno, Haneul cero.
—No estoy para bromas, Yeonsoo. —Jimin está tan serio que incluso Yeonsoo detiene sus bromas.
—¿Qué pasa? —Yoongi pregunta curioso.
—Hay un gran evento, y como está terminando la temporada es uno de los más grandes. —Jimin se levanta y tira todos lo ingredientes a la basura.
—Solo es un evento, Jimin. No es la gran cosa, puedes con peleas clandestinas creo que servir un par de tragos no serán difíciles —musita Yoongi, intentando darle ánimos.
—Lo sé. —Jimin niega con la cabeza recomponiéndose.
—¿Hay que comprar entradas o algo por el estilo? —cuestiona Yeonsoo con una pícara mirada.
—Aún no estás lista para fiestas, Yeonsoo —interviene Yoongi.
—Podemos estar en la barra y ver cómo clientes malhumorados torturan a Jimin.
—Estará Taehyung —anuncia Jimin, siendo consciente de que aún desconoce la relación que tienen sus dos amigos.
Yeonsoo se muerde el labio y baja la mira pensativa mientras Yoongi aprieta la mandíbula como si quisiera golpearlo por decir aquello; pero tiene razón y ninguno de los dos puede discutir el hecho de que tienen un amorío a sus espaldas.
—Podemos ir de todas formas —insiste Yeonsoo—. No es como si fuéramos dos adolescentes hormonales que no pueden sacarse las manos de encima.
—De acuerdo, haré reservas para ustedes pero si no llegan antes de las diez se las retiro —sentencia Jimin.
Yeonsoo hace un mohín para restarle importancia y mira a Yoongi con media sonrisa.
—¿Cuando regresaron? —pregunta el castaño curioso.
—Hace una semana —habla Yoongi, cambiando totalmente su tono de voz, a uno más divertido—. Solo fuimos por tres días.
—¿Qué hicieron durante toda esta semana? —pregunta Jimin juguetón.
—No puedo follar si insinúas eso. —Yeonsoo lo mira asqueada—. Es una tortura dormir con él a diario y no poder...
—Entendimos —la interrumpe Yoongi abochornado, causando que todos rían.
—¿Cómo van tus estudios? —Jimin endulza su voz.
—Perfecto, en una semana más terminan mis citas semanales y ya puedo coger. —Chasquea la lengua divertida.
La plática toma un rumbo totalmente diferente, hablan de temas triviales. No tarda mucho para que la pareja decida que es tarde y deben irse, Jimin les suplica que se queden un poco más pero prefieren no hacerlo. Es tarde y han olvidado los medicamentos de la pelinegra, sin mencionar que Yeonsoo aún quiere ir al bar, aunque sea a divertirse un poco, aunque Yoongi le susurra no cree aparecer; después de todo, el último medicamentos que toma ella le duerme de inmediato.
Jimin no puede evitar sentirse celoso de esa pareja, porque de alguna forma a pesar de la forma tan diferente que son, su pequeño romance siempre ha ido en un solo sentido. No han peleado por otras persona ni han tenido alto y bajos.
Jimin termina de hace el aseo en el departamento, dándose cuenta así que en realidad no hay mucho muebles en su casa. De hecho, ahora que ha comenzado a pelear tiene la idea de comprarse un televisor un poco más grande que el que tiene, tal vez una cama más grande y pintar. El reloj marca las ocho de la noche por lo que decide tomar una rápida ducha y planchar su uniforme.
Sale disparado de su departamento hacia el bar en el que trabaja hace tiempo ya. Al entrar, la música lo envuelve junto a las personas dentro y fuera del local, esperando por entrar.
Jimin se mentaliza para poner una de las mejores sonrisas que puede fingir y se coloca detrás de la barra. Taehyung le saluda con un asentimiento de cabeza ya que se encuentra ocupado y el castaño atiende a la primera pareja que aparece.
Dos bebidas simples le es entregada. El evento aún no empieza y no tiene idea de la temática que han elegido esta vez para él.
—¿Qué sucede? —murmura Jimin hacia Taehyung quien solo se encoge de hombros.
Las puertas de entrada se abren y de ella aparece el sujeto de sus pesadillas, junto a la mujer que durmió desnuda en su cama hace unos cuantos días atrás. Jimin palidece al darse cuenta que Hyun reservó el bar para un evento privado de él y sus compañeros mafiosos.
Sin perder tiempo, le escribe un rápido mensaje de texto a Yoongi para que no se atreva a aparecer por el lugar, y no es que tenga miedo a que le haga algo, es que en realidad hay muchas personas armadas y Yeonsoo aún se encuentra débil. Hyun podría usar aquello a su favor y lastimarle.
—¡¿Qué mierda?! —masculla Taehyung al darse cuenta de lo que sucede.
—Trabaja como todos los días, Tae —sentencia sin demostrar cuan afectado se encuentra.
Taehyung asiente con la mandíbula tensa y limpia un vaso, quitándole la vista de encima.
⭒❀⭒
Sorpresivamente Hyun se mantuvo lejos de los problemas, aunque no podía faltar los alardeos sobre las mujeres que peleaban por estar a su lado, y lo poco que es Yeonsoo, inventando historias sobre el porqué ya no se encuentra a su lado. No tardó mucho en llegar los rumores sobre su romance con Isilo, y aunque Taehyung intentó evitar pensar en eso, como si en realidad no le importara, al final terminaba por clavar sus uñas en la palma de su mano, totalmente furioso.
Sin embargo, sacando las habladurías de ese sujeto, la noche pasó más tranquila de lo que Jimin pensó. Hyun se mantuvo lejos con su grupo de amigos bebiendo. Algunas chicas bailaban en el centro como si fueran algún tipo de producto en exhibición; y los «aprendices», bebían en la barra alardeando sobre lo diferentes que son sus vidas desde que sirven para Hyun. Como si él fuera alguna clase de dios para aquellos niños; ya que Jimin no cree que pasen de los dieciocho años.
A un lado de Hyun, casi escondida de todas las personas del bar, se encontraba la chica que durmió en su departamento. En su rostro se tatuó una sonrisa que no disminuyó ni aumento en toda la noche; parecía una estatua que solo asentía de vez en cuando en medio de chistes misóginos y machistas que soltaba Hyun y sus amigos.
Conectaron miradas de vez en cuando, aunque él intentó no ser demasiado obvio, pudo ver alguna clase de alarma en su mirada. Como si le estuviera pudiendo que le rescate de ahí, pero al mismo tiempo, fingiendo comodidad y alegría. O solo fue su impresión porque en cuando volvió a verle después de un rato, se encontraba entrelazada junto a Hyun, devorando sus labios como si fuera el último día de su vida.
Al final, cuando la hora del cierre llegó, el bar se vacío en pocos minutos. Escucho susurrar entre algunas chicas que seguirían su fiesta en otro bar del que nunca escuchó, y tal vez esa era la razón por la que no protestaron y se fueron tan rápido.
Taehyung junto a otros empleados más ayudaron a limpiar cada mesa y todo el piso. Estaba pegajosos y lleno de papeles. A Jimin le tocó limpiar la mesa donde estaban sentados Hyun y sus amigos, por lo que lo hizo con cuidado de no romper nada y dejar todo desinfectado y pulido. Sin embargo, no pudo obviar el hecho de encontrar polvo blanco en uno de los sofás, y también pegado en el pegajoso piso. Se estuvieron drogando, y apesar de que les miró casi toda la noche, no se dio cuenta de ellos hasta ahora.
Jimin decide no detenerse en aquella sustancia y la limpia tan rápido como sus manos me permiten.
—Terminé con mi trabajo, ¿quieres que te lleve? —murmura Tae mientras se coloca una chamarra impermeable.
—Claro, espera que me cambio —sentencia Jimin y deja los productos de limpieza en el cuarto de atrás.
Un estruendo proveniente de afuera le hace ver por la ventana. Una monstruosa lluvia parece querer romper todo a su paso. Jimin arruga el entrecejo y vuelve a la sala donde Taehyung le espera.
—Hay una tormenta —menciona.
—Iré lento, pero no puedo dejar mi motocicleta —formula Tae y se cruza de brazos.
—Olvídalo. Tomaré un taxi —sentencia Jimin colocándose su chamarra.
—Como quieras, nos vemos luego —menciona y asiente en su dirección para desaparecer por las grandes puertas.
Jimin suspira pesado y marca el número de la única empresa de taxis que conoce, quien le dice que en quince minutos estará en la puerta del bar. Así, y con un poco de pereza, se despide de sus compañeros y sale a esperar el dichoso auto en la entrada techada del bar.
El castaño salta en su lugar y sopla en sus manos al ser golpeado por un frío abrazador. No puede creer que Tae, incluso con ese infernal frío, haya podido irse en motocicleta. De cualquier forma mira hacia las desoladas calles en busca del taxi.
—¿Eres uno de los peleadores? —musita una voz a su espalda que le asusta por completo. Jimin mira a la dueña de esa voz encontrándose con la novia de Hyun en una de las esquinas.
Se abraza a sí misma intentando guardar calor. Y es que viste un vestido corto y una chamarra de lana fina que a penas si cubre sus delgados brazos.
Jimin suspira por lo bajo. Sabe que lo correcto sería ignorarle e irse para no tener problemas con Hyun, pero esa mujer tiembla en su lugar y no fue grosera con él en ningún momento. Así que sin más, se despoja de su chamarra y la pasa por su espalda para que pueda entrar en calor.
—Gracias —murmura cerrando los ojos de placer al tener contacto con la cálida tela.
—¿Qué haces aquí? —cuestiona Jimin.
—No había demasiado lugar en el carro, y Hyun me dijo que le esperara y que volvería por mí —confiesa la pelinegra mirando la desolada calle—. Y eso fue hace casi dos horas.
—No vendrá —sentencia él con pena.
—Lo sé, pero no tengo otro lugar al que ir, debo esperar por él —susurra ella, mirando el reloj de muñeca que lleva puesto.
El dichoso taxi que Jimin espera se detiene frente a ambos y el castaño abre la puerta para entrar e irse a su cálida casa y comer algo caliente. Sin embargo, el ver a la chica ahí, no le deja tranquilo.
—Puedes quedarte está noche en mi casa, comer algo caliente y tal vez ver una película —ofrece el castaño, antes de ingresar al carro.
—No quiero ser una molestia —declina.
—Puedes quedarte aquí y morir de frío, o ir a mí casa y comer algo mientras esperas a Hyun —menciona Jimin dispuesto a irse si declina una vez más. Aunque está seguro que si ella se niega, se quedará a su lado hasta que Hyun aparezca.
—De acuerdo —murmura la pelinegra y sube junto a él al taxi—. Soy Anha.
—Jimin —se presenta.
—Lo sé, eres Park Jimin, uno de los mejores peleadores que tiene Isilo junto a... —menciona la pelinegra y se toma el mentón intentando recordar los demás nombres—. ¡Oh, sí! Kim Namjoon y Kim Taehyung.
—Sabes demasiado —cuestiona un poco incómodo.
—Hyun habla demasiado, y a veces ni siquiera nota mi presencia —confiesa ella sonriendo.
Jimin asiente incapaz de seguir con la conversación. Una voz en su cabeza le grita que el haberle invitado a su casa es una pésima idea que traerá consecuencias. Así, y con pesar, tira su cabeza contra el respaldar del asiento sintiendo sus músculos quemar.
El carro se detiene frente al destartalado edificio al mismo tiempo que Anha baja del carro con una sonrisa pícara. Jimin paga el viaje y sigue a la pelinegra, sin embargo la anatomía de una mujer hecha un ovillo en los escalones del edificio, completamente empañada le hace retroceder.
Haneul mira a la pelinegra que ni siquiera nota su presencia y se resguarda en la entrada del edificio esperando a que el castaño le abra las puertas. Pero Jimin ni siquiera se puede mover al ver a Hane frente a él mojado y con el rostro entristecido.
—¿Jimin? Me estoy mojando —chilla Anha saltando en su lugar.
Jimin le pasa por el lado a Haneul y coloca la contraseña para que la pelinegra se resguarde de la lluvia. Sin embargo no le sigue, le pude que suba las escaleras y gira sobre su propio eje para encarar a Hane, intenta hacerle entrar al lobby, pero ella se suelta de su agarre y retrocede.
—¿Quién es? —murmura la castaña.
—¿Qué haces aquí, Haneul? —cuestiona tortuoso.
—Quiero hablar contigo, Jimin —susurra Haneul—. Venía a suplicarte que me dejes entrar a tu vida, qué idiota, ¿no crees?
—Te acompañaré a casa, Haneul —Jimin intenta llegar a ella pero la castaña retrocede.
—¿Por qué no puedes? —masculla con dolor—. ¿Soy muy poco para ti?
—No digas idioteces, Haneul —farfulla.
El frío comienza a perder poder en su cuerpo a medida que la ira cala por sus piernas. Y ni siquiera está enojado con ella. No puede describir con palabras el rechazo que se tiene así mismo por no poder ser el hombre que ella merece.
—Entonces dime —dice al borde del colapso mental—. ¡Me enfrenté a Yeonsoo por ti! Golpee a la chica más temida de todo Seúl por ti. Me enfrenté a mí hermano por ti, ¡Mierda! —grita, dejando que las lágrimas le empapen se camuflen con las gotas de lluvia—. Incluso le mentí a todo el personal médico para mantener su secreto.
—Hane...
—Lo único que te escucho decir todo el tiempo son patéticas excusas sobre el porqué no luchas por mí —solloza—. Estoy cansada de hacer cosas para que me notes, ¿por qué no quieres?
—No puedo —niega.
—¡¿Por qué?! —chilla.
—¡Porque me enamoré de ti! —confiesa Jimin, dejando escapar las primeras lágrimas—. Me enamoré de ti, joder.
Haneul retrocede como si aquellas palabras fueran alguna clase de ácido para sus oídos; como si el que Jimin las diga le duele más que el hecho de que le ignore para mantenerla a salvo. No puede entender ni creer lo que suelta el castaño.
—Entonces, ¿por qué no me dejas acercarme a ti? —solloza de nuevo.
—Porque el pensar que pueden lastimarte por mi culpa me tortura.
—Pues tu me lastimas —masculla, ahora enfrentándole con más confianza—. Dime qué harás al respecto, porque joder, tu me dañas más que una estúpida herida superficial. ¡Dime que harás!
Llega hasta el castaño y lo empuja con todas sus fuerzas, y aún así no logra moverle ni un centímetro.
Haneul solloza y pide explicaciones a un sujeto, bajo la torrencial lluvia que los envuelve, como si ello fuera a solucionar algo. Pero lo cierto, es que no puede seguir así, necesita que Jimin le de una respuesta cuanto antes, porque su corazón no resistirá demasiado tiempo; y una gran parte de ella, aceptará si le rechaza, si le rompe el corazón. Después de todo lo que le hizo a Jungkook, Jimin sería su verdadero karma.
El castaño la toma por las muñecas y le abraza por los hombros, dejando que ella solloce y golpee su espalda cuanto quiera.
—Dime qué harás —solloza con el corazón oprimiendo sobre su pecho.
—Lo siento —susurra Jimin, intentando apaciguar el dolor que ella siente.
—No quiero que lo sientas, quiero que lo arregles —masculla entre lágrimas separándose de él.
Jimin acuna su rostro y unen sus labios en un triste y tortuoso beso necesitado. Haneul se aferra a su mojada camisa, al mismo tiempo que Jimin la toma por la cintura baja con una mano y con la otra acuna su rostro para profundizar el beso.
—No me dejes ir —susurra Haneul entre besos.
El bocinado de un auto les obliga a separarse. Jimin se coloca de forma automática delante de Hane para protegerla.
Lo supo en el momento que dejó a Anha entrar al taxi que él vendría por ella; pero sobre todo que esperaba que él le invitara a su casa para armar una de sus escenas, solo que no esperaba encontrar a la castaña allí. Hyun baja con media sonrisa del carro negro, seguido de tres sujetos más.
—Corre —le dice a Haneul.
Ella niega con la cabeza y se aferra a la camisa de él, sin embargo, la postura de Jimin cambió por completo en el momento en que el auto se detuvo frente a ellos. El castaño gira y mira a Haneul directo a los ojos. Un escalofrío le recorre el cuerpo al notar cuán serio está, pero sobre todo, que no duda en absoluto de sus actos.
—Corre.
Haneul parece dudar, pero después de unos segundos, corre calle abajo en dirección a la casa de la única persona que puede ayudarle a esta hora.
—Aguanta, Jimin —murmura mientras corre bajo la torrencial lluvia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top