32


Haneul sube en el copiloto del bocho de Namjoon, quien solo se encuentra Jimin detrás del volante, con el semblante serio y la mandíbula apretada. La castaña no puede evitar ver el la herida en su labio y bajo su pómulo; como si tener aquellas heridas fueran de lo más natural y normal en sus días. 

—Cuando dije que debías mantenerte lejos de mí para mantenerte a salvo —comienza Jimin, al mismo tiempo que arranca el auto—. Involucraba todo mi entorno. 

—Te dije que no iba a rendirme —murmura mirando hacia la ventana.

—¿Qué debo hacer para que lo entiendas? —formula Jimin con desdén.

—Nada de lo que hagas podrá alejarme —confiesa—. Estuve en peligro desde el momento en que entré a tu vida. El que me aleja no me protege, me daña.

Jimin calla ante sus palabras, porque aunque no quiera admitirlo es cierto. Haneul estuvo expuesta al peligro desde el momento en que él le permitió entrar a su vida, y el que la aleje solo le lastima, porque al menos a su lado puede protegerla. Solo que no puede simplemente aceptarle, no así de fácil.

—Por favor, Haneul...

—Basta, Jimin —lo corta—. Acabo de dispararle a Yoongi, no quiero escucharte ser un cobarde. No hoy.

⭒❀⭒

Después de dos semanas, la relación entre Yeonsoo y Yoongi se ha intensificado cada vez más, a tal punto que no han salido mucho de la pequeña casa con tal de estar juntos. Han decidido que por el momento van a dormir en la misma habitación, por lo que han mudado gran parte de la ropa de ella a los muebles de Yoongi. 

Desde que se levantan; desayunan, almuerzan y cenan juntos. Así Yoongi esté afuera por horas, ella lo espera para comer. Han hecho una maratón de series cortas en las que terminaban discutiendo por quien era el peor personaje, claro que al final se terminaban arreglando ya que no estaban dispuestos a irse a dormir enojados, mucho menos a causa de una cosa tan ordinaria como esa. 

Yeonsoo fue a sus controles acompañada de Yoongi, por fortuna todo está en orden. Mientras que por otro lado, Yoongi después de al menos tres peleas se ha podido comprar un bocho usado. No es mucho pero le urgía un auto.

Hace ya unos días Yeonsoo ha comenzado a hacer las cosas que por lo general hace, sacando el hecho de fumar porque se lo han dejado estrictamente prohibido. Sale junto a Yoongi a caminar por la tarde, cuando el clima es un poco más piadoso y el frío no congela. 

Hace dos días Yoongi recibió la llamada de su madre, diciendo lo mucho que lo extraña, espera poder verlo pronto a lo que el pelinegro contestó que este fin de semana irá acompañado. La madre se emocionó ya que Yoongi nunca fue el tipo de chico que solía llevar mujeres a casa, su madre nunca le ha conocido una sola novia, ni siquiera una amiga mujer. Y ahora que Yoongi le ha dicho que irá con una chica está muy emocionada.

—Te he dicho que no es buena idea —dice Yeonsoo sacando el arroz—. Tú madre puede pensar que somos algo que no.

—Ni siquiera yo se que somos. —Yoongi acomoda la mesa—. ¿Dime que somos al menos?

Yeonsoo no dice nada, porque realmente no sabe qué decir.

—Somos esto. —Se señala y luego a él, sin dar demasiadas explicaciones—. Nunca he conocido a los padres de nadie. —Yeonsoo sirve dos platos y se sienta junto a Yoongi. 

—Si no quieres ir está bien. —Él toma las manos de ella y da un leve apretón—. No voy a obligarte. Le llamaré y le diré que no puedo ir.

—Tú debes ir. Que tú decisión no gire a mi alrededor. Lo que decidas hazlo por ti, no por mí —Yeonsoo comienza a comer.

—Es por mí, no quiero dejarte y esa es mi decisión. —Yoongi se encoge de hombros y comienza a comer—. Donde tú estés es donde quiero estar. 

—Bien jugado, Min Yoongi. —Ríe por lo bajo y vuelve a comer—. De acuerdo, vamos pero solo será un fin de semana. —Lo señala con los palillos haciendo énfasis en «un».

—Lo que decidas hazlo por ti, no por mí. —Yoongi se muerde el labio juguetón, Yeonsoo larga una carcajada al cielo y lo mira negando con la cabeza—. No va a pasar nada, créeme.

Yeonsoo asiente insegura y vuelve a su plato de comida.

Si antes sus sentimientos eran un tormento, ahora cada vez son más tortuosos. Mientras más tiempo pase con Yoongi más se da cuenta de lo que en realidad siente respecto al pelinegro; cada vez que le sonríe, la abraza o la besa. Durante toda su  vida no había sentido el verdadero amor, eso que sienten las parejas de hacer cosas tan ordinarias como ver una película juntos, comer o quedar en completo silencio en la compañía del otro. Para ella esas cosas no existían y ahora que las está viviendo con él no puede negar lo que ha intentando por un largo tiempo: está enamorada de Yoongi.

 Y saber que todo debe acabar en algún momento la tortura. Porque a final, le gustaría seguir así, comiendo junto a él y hablando de cosas triviales.

Quiere gritarle en la cara que la deje en paz, que salga de su cabeza y de su corazón, para que cuando todo termine no le sea tan doloroso como lo es con solo pensarlo.

Yeonsoo decide que es momento de dejar eso de lado por un momento. Terminan de comer y Yoongi lava los trastes mientras Yeonsoo los seca y guarda.

—¿Cuándo nos vamos? —pregunta ella mordiéndose la mejilla. 

—Ahora mismo, ve a empacar. —Sonríe cómplice.

—¿Sabías que iba a decir que si? —Lo mira sorprendida y divertida.

—Esperaba que lo hicieras. 

—Eres un maldito. —Lo golpea juguetona en el brazo.

Yeonsoo sonríe y vuelve a besarlo. 

Después de la limpieza de la casa, decide que es tiempo de irse a cambiar y arreglar la maleta que van a llevar. Yoongi decide que sería bueno que ambos ocupen una sola maleta ya que van por tres días, Yeonsoo acepta y comienza a guardar la ropa que Yoongi ha elegido y tirado en la cama mientras que el pelinegro guarda en el neceser de ella los cepillos de ambos; un poco de maquillaje que la ha visto usar; su toalla que nunca presta y por supuesto su extraña colección de coletas que nunca usa pero lleva a todos lados.

Terminan de armar la maleta y la suben al bocho de tres puertas, toman comida para el viaje que si bien no es tanto deciden que deberían llevarlo por si acaso. Suben tres botellas de agua y luego cierran la casa dispuestos a irse. Yeonsoo está tan nerviosa que a pesar de que Yoongi le ha ofrecido conducir, ella declina.

Durante el viaje, se la pasan comiendo y cantando canciones del disco de Yoongi que para sorpresa de ambos, también son canciones que a Yeonsoo le gustan. Entre risas y cantos altos y desafinados, los nervios de Yeonsoo se apaciguan hasta el punto de olvidar realmente a dónde van.

Paran en una gasolinera y compran algo de golosinas, ya que a Yoongi se le ha antojado lo dulce, sin tardar tanto llena de nuevo el tanque y siguen su camino esperando que la noche no les toque.

Finalmente llegan a Busan, y aquellos nervios que habían quedado en la carretera vuelven dispuesto a no dejar las entrañas de Yeonsoo en paz.

—¡Oh dios! —Yeonsoo abre los ojos como plato—. He olvidado las pastillas. —Mira su celular, es hora de tomar un desinflamatorio.

—Están en la guantera, dentro del neceser —menciona Yoongi doblando en una esquina. Yeonsoo lo mira sorprendida y divertida al mismo tiempo—. No me mires así. 

Yeonsoo chasquea la lengua divertida y toma la pastilla para mirar por la ventana. Nunca ha salido de Seúl, y no puede estar más maravillada con este pequeño viaje sorpresa. Después de al menos media hora de viajar entre las hermosas calles de Busan, Yoongi entra a un barrio y se estaciona frente a una casa grande. De esas que solo y únicamente tienen las familias ricas.

—¿Eres rico? —Yeonsoo lo mira arqueando una ceja.

—Tú crees que si fuera rico, ¿conduciría este auto? —musita Yoongi mientras baja del auto, rodea el boche y le abre la puerta a ella—. Es la casa de mi tía, ella es rica pero está enferma y mi madre vive con ella.

Yeonsoo asiente sin decir nada, ayuda a Yoongi con la maleta y toma su mano para encaminarse al gran portón de madera. Yoongi aprieta el botón del comunicador.

—¿Hola?

—Mamá, llegamos —murmura más animado de lo que pretende. 

La puerta no tarda mucho en abrirse, Yoongi toma la mano de Yeonsoo depositando un beso en el dorso de esta y entran juntos a la casa. Un enorme jardín con una pequeña fuente en medio la sorprende. Yoongi arrastra la maleta hasta la entrada y antes de siquiera golpear esta se abre dejando ver una menuda mujer de cabello ónix hasta los hombro, con la misma mirada felina que Yoongi.

La mujer se abalanza sobre su hijo abrazándolo con fuerza mientras Yoongi la recibe del mismo modo. Hacía tanto tiempo que no se venían que les es imposible no demostrarlo. Yeonsoo da un paso hacia atrás viendo a detalle ese abrazo, fotografía mentalmente cada facción de la pequeña mujer y de Yoongi para nunca olvidarse.

—Mamá ella es Yeonsoo —anuncia él una vez que se separa.

—Hola. —Yeonsoo hace una reverencia y la mujer le sonríe amable.

—Pasen. Hace mucho frío afuera. —La mujer se hace a un lado y los deja pasar—. Es algo tarde pero los he esperado para la cenar. Tu tía ya duerme por lo que por la mañana la veras —le dice a Yoongi y los dirige hasta la cocina.

Sirve los tres platos y se sienta a un lado de Yoongi para acariciar su cabello.

—Ven a vivir conmigo —suelta de pronto.

—Mamá, ya hablamos sobre eso. —Yoongi se remueve incómodo.

—Pero podrías ser feliz aquí, inténtalo —murmura la mujer y hace puchero. Yeonsoo se muerde el labio incomoda.

—¿Para eso querías que venga? —Yoongi la mira triste.

—Por supuesto que no. —Suspira rendida—. Pero soy tu madre, te extraño cada día. 

—Yo también mamá, cada día. —Acuna el rostro de su madre y besa su frente.

—Bueno, a comer que se enfría. —La mujer comienza a comer con paciencia. Yoongi y Yeonsoo se unen—. ¿Eres de Seúl? —Se dirige directamente a ella.

—Sí, nací y crecí ahí —responde amable.

—¿Tus padres? —La mujer continúa, pero ahora su tono de voz ha cambiado, suena más expectante que antes. Buscando alguna clase de falla en ella para demostrarle a Yoongi, que en realidad no hay nada que lo detenga en Seúl.

—Mamá...—Yoongi se muerde el labio inferior nervioso.

—¿Qué? Debo saber con qué clase de mujer se involucra mi hijo —masculla y se dirige ahora a Yeonsoo—. ¿Estudias? ¿Trabajas? 

—Soy huérfana —continúa Yeonsoo. Intentando mantener a raya aquella parte de ella que en estos momentos estaría gritándole—. No tengo estudios y trabajo en tiempo completo invirtiendo en una compañía de jóvenes boxeadores.

—¿Eres la entrenadora? —La madre abre los ojos sorprendida.

—Si entreno a tres chicos. —Sonríe forzosamente.

—Creo que ya es...

—Espera —interrumpe a Yoongi—. Tengo una pregunta más, ¿amas a mi hijo?

Yeonsoo abre lo ojos de sopetón totalmente sorprendida ante la pregunta. No va a negar que eso es cierto, pero no puede de la nada decir que lo ama, así si fuera real.

—Creo que ya es tarde —farfulla Yoongi levantando los tres plato—. El viaje ha sido bastante cansador.

—Claro. —La mujer sonríe y se levanta para guiarlos a la habitación—. No soy tan antigua como creen, pueden dormir en la misma habitación pero no hagan nada que yo no haría. Ya saben, por respeto —murmura caminando por el largo pasillo hasta una de las puertas. Yoongi niega con la cabeza avergonzado y entra a la habitación seguido de Yeonsoo.

—Gracias —musita Yeonsoo.

—Espera un segundo. —Yoongi deja caer todos los bolsos al suelo y sale detrás de la madre, claro que Yeonsoo no pierde tiempo de asomarse por la puerta para escuchar lo que sea que está apunto de decirle.

—¿Qué haces? —susurra Yoongi.

—Voy a mi habitación claramente —responde la menuda mujer.

—Sabes que no me refiero a eso. —Yoongi suspira—. ¿Qué intentas probar? ¿Que no es buena para que así me quede contigo en Busan?

—Al menos te has dado cuenta solo. —La mujer sonríe superior.

—Mamá... —Yoongi suplica con la mirada.

—Yoongi, solo mírala. —La madre señala hacia la puerta sin ver—. Cuando dijiste que traerías a alguien pensé que era alguien decente, no una chica llena de cicatrices que no tiene padres ni estudios. Ni siquiera pudo contestar si te ama o no —masculla.

—Yo también estoy lleno de cicatrices, ¿lo olvidas? no tengo estudios y no me has preguntado a mí si la amo. 

—¿Lo haces?

Yoongi calla, una punzada atraviesa el pecho de Yeonsoo. La decepción la invade pero no lo culpa, tal vez solo ella ha caído en las redes del amor y Yoongi no.

—Ni siquiera te has dado la oportunidad de conocerla. Y no es por ella que me quedo en Seúl, es por mí.

—De acuerdo, lo siento. —La mujer se rinde y abraza a Yoongi—. Prometo no volver a hacer eso.

—Te amo —musita Yoongi y besa la frente de su madre.

Yeonsoo corre y se tira en la cama haciéndose la desentendida, como si toda la conversación no la ha escuchado. Porque no tiene idea de cómo sentirse al respecto, le ha defendido de su progenitora.

—Gracias por eso —musita Yoongi sentándose en la cama.

—¿Por qué? —Yeonsoo lo imita y se sienta a su lado.

—Por haber contenido tú mal genio con mi madre. —Apoya su cabeza en el hombro de la ella—. Y perdón por lo de antes. 

—Si yo fuera tú madre haría lo mismo —lo reconforta y le da un pequeño apretón de manos. Toma su rostro y besa sus labios con suavidad—. Mejor vamos a dormir.

Yoongi asiente y ambos acomodan todo para poder dormir, como de costumbre, Yoongi duerme boca arriba por lo que Yeonsoo se acomoda en su pecho siendo rodeada por los blancos y largos brazos de Yoongi. Cayendo así, en un profundo sueño.

⭒❀⭒

Un golpe seco en la puerta despierta a la pelinegra. Yeonsoo estira su mano en busca de Yoongi pero se encuentra completamente sola. Pestañea varias veces para aclarar su vista y se sienta desorientada. La puerta se abre de sopetón y un pequeño niño entra riendo directo a Yeonsoo quien retrocede asustada y sorprendida al mismo tiempo.

El niño le tira un poco de espuma artificial y sale riendo a carcajadas.

—¡Milo! —grita Yoongi detrás—. ¡Voy a matarte! —El azabache entra a la habitación encontrándose con Yeonsoo llena de espuma artificial—. Te ves hermosa.

—Muy gracioso —masculla sarcástica y se saca la espuma del rostro. 

Yoongi ríe y se acerca a la maleta para sacar el neceser de ella, junto a su toalla. 

—Ve a tomar una ducha, yo voy a custodiar la puerta. —Le da un beso en la cabeza y la guía hasta el baño.

Yeonsoo prefiere no demorar tanto ya que teme que Yoongi se vaya de la puerta y ser atacada por ese pequeño monstruoso niño otra vez. Se coloca unos pantalones de mezclilla y un polero ajustado con cuello de tortuga alto para poder evitar aclarar o recibir miradas curiosas por sus cicatrices. Nunca en su vida ha tenido la necesidad de ocultarlas, siempre ha aceptado su pasado y todo lo que conlleva eso; hasta ahora.

Recoge su cabello en una coleta alta y se aplica un poco de máscara de pestaña y bálsamo labial. Abre la puerta y se encuentra con Yoongi afirmado en la pared leyendo el libro de ella.

—¿Qué haces? —Yeonsoo tira el peso en una sola pierna y lo mira ladeando la cabeza. Yoongi levanta la cabeza mirándola de pie a cabeza, mordiéndose el labio inferior—. ¿Quién era ese niño?

—Es mi sobrino. —La toma por la cintura a la menuda y la atrae a él, toma el rostro de ella y deposita un  suave beso en sus labios—. Vamos a desayunar.

Ambos caminan por el pasillo hasta llegar a la cocina donde hay dos mujeres acompañando a la madre de Yoongi haciendo kimchi, mientras que a su alrededor corren dos pequeños; una nena con dos coletas y el mismo nene que antes le hecho espuma. 

—¡Vaya! ¡Qué hermosa! —Las mujeres se abalanzan sobre Yeonsoo quien se esconde detrás de Yoongi totalmente sorprendida, las mujeres con el entrecejo arrugado retroceden.

—Ella es Yeonsoo. —Yoongi toma de la mano a ella, dándole seguridad—. Ellas son mis tías —señala. 

Yeonsoo hace una reverencia sin soltar la mano de Yoongi. Se siente ridícula de comportarse de esa manera, sin embargo es lo único que puede hacer, a menos que quiera irse. Y es que la verdad no es más que el hecho de no haber familiarizado con personas adultas desde, pues toda su vida. A excepción de las mujeres de las casas de hogar, pero ni siquiera podía tomarles enserio con el abuso que aplicaban en ella. Nunca tuvo la necesidad de tratar a un adulto con respecto, ya que aquellos que se le acercaban por lo general querían dañarla y ella lograba defenderse. Así que el intentar tener una platica decente con aquellas mujeres le aterroriza más de lo que creía.

—¿Eres la novia del tío Yoongi? —La nena se para frente a Yeonsoo.

—No —le contesta sonriendo.

—Pero no eres su amiga. —La pequeña sonríe burlona y la mira de pie a cabeza.

—¿Por qué crees que no soy su amiga? —Yeonsoo se agacha para estar a su altura.

—Dormiste en la misma habitación  que él, y en esta casa hay muchas habitaciones. —Se cruza de brazos y tira el peso en una pierna—. Si no eres su novia entonces solo hacen bebés.

—¡Jisoo! —La madre de la pequeña la regaña. Yeonsoo sonríe de lado.

—¿Qué? —dice la pequeña rodando los ojos al cielo.  

—Vete. Y deja de meterle cosas extrañas en la cabeza a tu hermano —masculla la mujer corriéndolos.

La pequeña niña bufa y toma del brazo a su hermano para salir afuera, Yeonsoo aun sin poder dejar la charla en paz los sigue, y es que vio en ella un potencial increíble para transformarle en una versión miniatura de lo que ella es.  

—Jisoo —la llama. 

—No me agradas, eres bonita pero tú cara no me agrada. —Yeonsoo larga una carcajada al aire, no puede evitar sentir una sensación familiar.  

—Tú tampoco me agradas. —La pelinegra se cruza de brazos y la mira divertida.

—Mi tío Yoongi es muy lindo para ti, mi amiga está enamorada de él así que tú ahora eres mi enemiga. —La mira de pie a cabeza.

—¿Cuantos años tienes? —Arquea una ceja. 

—Casi tengo diez. —Se echa el cabello hacia atrás en un gesto exagerado—. Y mi amiga también, asi que te estaré vigilando.

—Estaré vigilando a tu amiga —musita Yeonsoo viendo a Jisoo irse. Una reconocida mano la abraza por la cintura desde atrás—. ¿Sabes que tienes una enamorada? —Yeonsoo se da vuelta.

—Sip. —Chasquea la lengua divertido—. Pero creí que había pasado su enamoramiento.

—Pues no —dice Yeonsoo riendo.

La pequeña Jisoo atraviesa a la pareja de una manera bruta obligándolos a separarse. Yeonsoo aprieta la mandíbula con fuerza al sentir un tirón en la parte baja de su abdomen. No pasó mucho desde su operación y cada movimiento brusco que hace le causa dolor. Yoongi le mira preocupado pero ella se las arregla para regalarle una sonrisa.

—¡Ay! Lo siento —masculla irónica la pequeña niña. 

—No te preocupes. —Yeonsoo toma a Yoongi por el cuello y lo besa. Sin poder evitarlo mira la cara horrorizada y sorprendida de la pequeña que se gira de manera caprichosa, y se va.

—¿Sabes que peleas con una niña de diez años? —Yoongi arquea una ceja divertido.

—Casi diez. 










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