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Canciones para el capítulo
[Billie Eilish - I love you]
[Willamette Stone - Heart Like Yours]
[Keane - Somewhere Only We Know]
Haneul tiene una combinación de pánico, alegría y tristeza en su mirada. Mientras que Jimin barre su vestimenta a detalle. La castaña viste de seda rosa platinado, tiene unas grandes gafas y un moño desordenado recogiendo todo su cabello. En sus manos sostiene algún libro de anatomía.
Jimin se muerde el labio ansioso.
—¿Qué haces aquí? —susurra ella sin moverse ni un centímetro. No ha despegado la mirada de él.
—¿Está Hoseok? —murmura de la misma manera.
Jimin observa sus pies para quitar su triste mirada del menudo cuerpo de la castaña. No puede mostrarse así de frágil delante de ella. Hace acopio de todas sus fuerzas y vuelve a subir la mirada enfrentando el angelical rostro de Haneul. Ella niega con la cabeza aún perpleja por la visita del chico que ella intentaba esquivar tanto.
—¿Jimin? —dice Hoseok apareciendo detrás de Haneul—. ¡Oh por favor!, ¿vienes de nuevo por ella?
Jimin niega con la cabeza ceñudo. Ha dejado de ver a Haneul a pesar de tener la mirada de ella sobre él.
—Vine a devolver lo que me prestaste. Agradezco esto. —Le tiende los trajes y Hoseok los toma mirando con el entrecejo fruncido, el atónito rostro de su hermana.
—De nada... —musita, sin entender bien lo que pasa entre ellos.
Jimin inclina su cuerpo en una reverencia de noventa grados y se queda tanto como puede antes de subir su vista y girar sobre su propio eje para huir de ese lugar. La puerta se cierra detrás de él y deja escapar todo el aire contenido, sin embargo, una mano se envuelve sobre su muñeca y lo obliga a detenerse.
—Jimin —susurra.
—¡Oh! Haneul, está fría la noche, deberías volver a dentro.
—Jimin, yo...
—Estuve pensando sobre nuestra próxima salida. No creo que pueda —dice con tristeza. No podría encararla y decirle que le ha visto besar a Jungkook, no podría exponerla así, porque al final, ellos solo se divertían—. Tengo todo el tiempo ocupado
—Oh... —murmura y se abraza así misma.
La necesidad de abrazarle y decirle cuánto la aprecia pica en su interior, pero no se lo permite.
—Jimin, yo...
—¡Haneul! Jungkook está al teléfono —grita Hoseok desde la puerta de la casa.
Haneul asiente apenada y mira a Jimin quién mantiene su vista en el jugueteo de su brazalete.
—Ve, tu novio espera —suelta con una sonrisa triste.
Haneul lo mira asombrada por lo que sus labios soltaron, iba a enterarse, lo sabía, solo que no esperaba que fuera tan pronto. Quería ser ella quien lo enfrentara y sin embargo, fue él.
—Está bien, Haneul —dice Jimin, intentando consolarla, sin saber cómo reaccionar realmente—. Debo irme. —Intenta irse pero Haneul niega con la cabeza.
—Lo siento —susurra casi inaudible.
Por un momento, Jimin cree ver una pizca de miedo en sus palabras. Y de no ser porque Hoseok grita que Jungkook sigue en línea, tal vez le hubiese preguntado qué sucede. Haneul parecía querer decir algo que no se permitía. Tal vez, es la razón por la cual decidió seguir con Jungkook a pesar de haber quedado con él. Pero ya no importa, es lo mejor y ambos lo saben.
Hace una reverencia y se va sin poder estar seguro de que es capaz de aguantar las lágrimas que comienzan a aparecer.
Se muerde el labio con fuerza saboreando el metálico sabor a sangre. En estos momentos le gustaría mucho poder golpear a Jungkook en el rostro, y no por ella en sí. Sino, siente que por ser un niño cuidado por los seis amigos, que estudia y es buena persona merece más que los demás. Jimin comienza a pensar que él también merece lo que Jungkook.
Respira profundo llenando sus pulmones de un punzante aire frío.
Siempre supo que era mala idea meterse con ella, desde un principio él se puso una barrera y cuando creyó que era capaz de cruzarla, de la peor manera, vuelven a imponerla, para que recuerde una y otra vez, dónde pertenece. Al mismo roto y putrefacto lugar que le ha rodeado durante años, en la sombra de sus amigos que logran hacer todas aquellas cosas que él sería incapaz de hacer.
Pasa por una tienda de víveres y decide comprar comida caliente. Camina unas calles más hasta llegar a un puente donde se sube y comienza a comer. Cualquiera pensaría que es un suicida al sentarse ahí, pero él no tiene miedo. Nunca le ha temido a la muerte, vivir es una verdadera película de terror.
Un solo salto y probablemente esa sería su última comida. Y aunque los ánimos le incitan a hacerlo, se retracta. No puede hacerle eso a sus amigos. No de nuevo.
Aún recuerda cuando intentó suicidarse, recuerda escuchar los sollozos de Taehyung y las maldiciones de Yoongi. Las quejas sin sentido de Namjoon y las palabras positivas de Hoseok. Jimin mira su mano y sonríe de lado, aún puede sentir como Seokjin acariciaba su mano susurrándole que cuando despertara lo golpearía tan fuerte por cometer una idiotez como la que intentó.
Todos creyeron que solo fue un intento que, a último momento se arrepintió. Pero la realidad es que falló. Su idea era amanecer sin vida, pero lograron salvarlo y darle una segunda oportunidad. A pesar de todo el sufrimiento, de los llanto y golpizas que sufrió por parte de su padre.
Un hombre sin moral que se emborrachaba hasta causarse cirrosis, murió bebiendo en su antigua casa. En un sofá viejo. Descubrieron su cuerpo semanas después, cuando su olor a descomposición era horriblemente notable. Claro que nadie se sorprendió al no notar su presencia, el hombre era odiado y su propio hijo lo había dejado años atrás. Sin embargo, Jimin fue quien organizo su funeral, donde fue el único que asistió.
Por otro lado, su madre. Una mujer hermosa, con una silueta delgada y atributos formados, una mujer de carácter fuerte, fría y cruel; totalmente desinteresada con su hijo y su marido. Siempre los culpo a ellos por no poder triunfar en el mundo del espectáculo. Su abandono hacia Jimin comenzó desde el embarazo, lo rechazaba por completo, ya al nacer lo dejaba con su ebrio padre porque ella estaba demasiado ocupada intentando ser una súper estrella. A los diez años de Jimin, lo tomo de los hombros y le dijo que se iba para siempre, que no la buscara porque en cuanto cruzara esa puerta, ella no tenía hijo. Jimin esa noche no lloro, ni siquiera le importó. No era posible que le doliera que se vaya una persona que nunca estuvo realmente en su vida.
Supo de ella dos años atrás, estaba arrestada cumpliendo una condena de diez años, había logrado su cometido y debutó en una película con muy bajo ranting; se fue a la quiebra en un pestañeo y se lleno de deudas hasta la médula. Jimin aún recuerda la vez que fue a visitarla, se veía rota y perdida. Demasiado abuso de drogas. Recuerda que fue Chan quien insistió en que fuera a visitarla a pesar que se negaba.
Al verla así de rota su corazón sintió pena y dolor, le contó que su padre había muerto años atrás pero ella ni siquiera pestaño. Luego, como Chan le había aconsejado, comenzó a contarle sobre él pero la mujer estaba demasiado perdida como para prestarle atención. Ni siquiera sabia quien era el joven sentado frente a ella. Antes de irse, Jimin le sonrío y con lágrimas en los ojos la perdonó; perdonó su abandono, su maltrato, y todas esas cosas que se suponen que una madre no debe hacerle a su propio hijo. Le perdonaba esa y muchas cosas más. Jimin le deseo una hermosa vida, y que esperaba que pudiera recomponerse y ser la actriz que siempre soñó.
Antes de irse, la vio derramar lágrimas por primera vez, luego de eso no la volvió a ver. A los días se enteró que la madre se había suicidado, dejando una nota con un «Lo siento, chimchim». Ese día él si derramó lagrimas por ella, era una mujer atormentada por su pasado que no supo como manejar a un esposo ebrio, además de ver sus sueños irse por el caño. La hermosa mujer de sonrisa encantadora se había elegido, por encima de su hijo. Fue feliz durante un corto periodo de tiempo. Por eso lloró Jimin, porque a pesar de su atormentada vida, ella fue feliz.
Jimin traga duro y se limpia las lagrimas que han comenzado a deslizarse por sus mejillas. Se siente vulnerable y expuesto. Hacía tanto tiempo que no recordaba a sus padres, hasta de olvidarse que una vez tuvo uno. Estaban locos, eran irresponsables y por completos descuidados, pero fue lo único que él conoció como paternidad.
Suspira profundo y sonríe al darse cuenta de lo fuerte que es, pudo salir de aquella adicción, y se compuso como persona. Vendió la casa vieja donde vivía junto a su padre para comprarse el actual departamento destartalado y viejo. Tiene un trabajo estable y a pesar de no tener estudios sabe mucho de la vida.
Tira los residuos en un bote de basura y decide que se irá caminando a casa, es un poco lejos pero su cabeza ha desenterrado fantasma del pasado, que por un buen rato no lo van a dejar en paz; lo mejor va a ser que los deje salir, solo por esta noche.
Camina con las manos dentro de los bolsillos delanteros del pantalón mirando a detalle la hermosa vista de Seúl frente a él. El invierno se volvía una época muy romántica.
⭒❀⭒
Después de dos horas de una extensa caminata, Jimin llega a su calle sintiendo alivio. La idea de volver caminando no parecía tan mala al principio, pero termino por convertirse en una pésima elección cuando el frío comenzó a hacerse mas presente, y las calles parecían ser interminables.
Gira su cuello liberando tensión y trota hasta el edificio, afuera de edificio está estacionado el auto de Hoseok. Seguramente quiere saber a detalle lo que ha pasado con Haneul, en otra ocasión lo hubiera hablado, pero ahora mismo tiene los sentimientos a flor de piel. Está dispuesto a llorar, enojarse, y hasta pelear con quien sea con tal de que lo dejen solo en su cómoda y cálida cama por hoy.
Ha ido demasiado.
Sube las escaleras y encuentra una silueta pequeña sentada en el lado de la puerta.
—¿Hoseok? —Jimin lo llama arrugando el entrecejo.
—Jimin... —dice esa dulce y aterciopelada voz. Jimin retrocede como si de un virus mortal se tratase.
—¿Qué haces aquí, Haneul? —Jimin frunce el ceño y camina hasta la puerta para abrirla y poder entrar.
—¿Por qué tardaste tanto? —Haneul suena preocupada—. Llevo casi dos horas esperándote, un minuto más y llamaba a la policía.
—No has contestado. —La evade Jimin y abre la puerta—. ¿Qué haces aquí?
—Necesitamos hablar —musita ella y se abraza así misma intentando entrar en calor.
—No estoy de humor ahora.
—Debe ser ahora. —Haneul toca suavemente la mano de Jimin, quien tiene que sacarla de inmediato si no quiere caer de nuevo en los hechizos de la castaña.
El castaño suspira y asiente dejándola pasar. Camina hasta su habitación y se saca la gorra para dejar su lacio cabello suelto. Lo peina un poco y se retira la chaqueta de cuero para cambiarla por un cómodo y abrigado polero negro. Sale de la habitación y la ve parada a un lado del sofá como si fuera la primera vez que entra al departamento.
Pasa hacia la cocina y saca una chocolatada fría que había comprado para cuando tuviera el clima estuviera en su contra. No sabe con exactitud si Haneul se va a quedar lo suficiente como para hacerle a ella también.
«Te mereces a alguien mejor», se repite las mismas palabras que Yeonsoo le dijo.
Toma una sola taza y se sirve un poco de chocolate caliente para dirigirse donde está Haneul, para terminar de una vez por todas esta tontería.
—¿Qué necesitas decirme? —dice él tomando un sorbo.
—La pasé realmente bien...
—No, Haneul —la corta Jimin, su corazón da un salto al escuchar lo que probablemente estaba a punto de decir la castaña. No puede, no resistiría—. Ve al grano.
Haneul asiente y carraspea para decir:
—Lo que pasó con Jungkook, yo... —calla.
—No me interesa, ¿A qué vienes? —suelta sin ser capaz de detener su abrupto tono.
—No me hables así —musita Haneul y arruga el entrecejo.
—¿Así como?
—Así, deja de actuar de esa manera.
—¿Cómo prefieres entonces? —Jimin deja la taza a un lado y se cruza de brazos—. ¿El chico con quien estuviste en la cita? o, ¿prefieres que me arrastre como imbécil a tus pies mientras tú estás con alguien más?
—Necesito que me dejes explicarte lo que...
—No me debes explicaciones, lo entiendo. No es exclusivo lo nuestro. —Jimin frunce los labios.
—¡Cállate dos segundos! —estalla ella sorprendiendo a Jimin—. ¡Si! Besé a Jungkook. —Tira su cabello frustrada para atrás—. No entiendes lo difícil que es para mí venir aquí. Estar contigo.
—¿Entonces por qué lo haces?, sabes que no te convengo —escupe.
—¿Qué? ¿Quién te dijo eso? —Ella lo mira herida
—Es suficiente, no estoy de humor para fingir que todo esto no me hiere. Vete —menciona Jimin, al mismo tiempo que camina hasta la puerta de su departamento y la abre.
Haneul lo mira con desesperación. No tenía idea de lo que pensó en el momento que decidió aparecer en la puerta de su casa, pero en definitiva, no esperaba que Jimin fuera a cerrarse a la oportunidad de hablar, de pedirle que lo elija. Al final, tenía razón. Jimin solo fue a su cita porque ella lo obligo, no porque lo sintiera.
—Tienes razón —musita, dejando que sus sentimientos se apoderen de toda razón. Después de todo, no tiene nada que perder—. No me convienes, porque guardas demasiados secretos. Porque después de que fingiera que todo estaba bien te invité a una cita a la que no deseabas ir. Porque me encariñé con un tipo idealizado. No te conozco, Jimin. No sé quien demonios es el sujeto que aparece en mis pensamientos a diario, y te detesto por eso. Porque incluso con todo jugando en tu contra, quiero estar a tu lado.
Jimin retrocede hasta la pared. Es como si las palabras de Haneul le hubiesen atravesado el corazón una por una hasta convertirlo en nada más que fragmentos pequeños e insignificantes. No puede creer que la castaña frente a él estuviera diciendo aquello, no después de los días juntos en la que hablaron sobre sus pasatiempos, gustos, películas y todo tipo de conversaciones triviales que lo único que hacen es proporcionar pequeños detalles de quién es aquella persona en realidad. No puede creer que después de los momentos vividos, ella tuviera la valentía de escupir sobre su rostro que no le conoce.
—Me conoces —musita herido— ¡Claro que me conoces! ¡Maldita sea! —estalla Jimin.
Cierra la puerta de entrada y se acerca a Haneul lo suficiente para ver su rostro.
—¿Qué más quieres de mi? —masculla Jimin entre dientes—. Dime que demonios quieres y vete.
—El arma —susurra en un hilo.
La respuesta desorienta por completo al castaño. Quiere responder, quiere pedirle explicaciones de sus balbuceos e incoherencias, pero sabe que no puede hacerlo, no puede entender lo que acaba de decir la castaña.
—Jimin, el arma —dice Hane, con más seguridad que antes—. ¿Porqué cargas con un arma?
Jimin la mira confundido y luego entiende precisamente de lo que habla la castaña. Ahora lo entiende, y es que ella cuando dice que no le conoce, no habla del chico de cabello castaño que le gusta la comida chatarra, la cerveza y las películas de Harry Potter. Haneul quiere explicaciones del sujeto que entrena en un almacén abandonado, el que debe asistir a peleas ilegales y poner en riesgo su vida.
No puede culparla, ni siquiera es capaz de mirarle a los ojos. Se siente avergonzado. Intentaba etiquetarla como la mala que rompió su corazón, cuando en realidad solo se esta cuidando de un sujeto que carga un arma a todos lados.
—¿Quién te lo dijo? —balbucea. Está seguro de haberla guardado en lugares donde ella no podría encontrarla.
—Es cierto —dice la castaña y retrocede con el rostro empapado en lágrimas.
Jimin quiere correr a ella y decirle que jamás la lastimaría. Pero se convence que lo mejor es que ella le tema, es la única forma de mantenerla a salvo.
—Sí, Haneul —farfulla y se aleja—. ¿Qué más quieres saber?
Haneul se cubre la boca para evitar que sollozos temerosos broten de sus labios. No puede creer que que sea cierto, su hermano es su amigo y Hoseok jamás cargaría con un arma. Hoseok no es el tipo de persona que se junte con personas peligrosas, el es bueno y amable. Por eso no logra entender porqué Jimin le mentiría así.
—Mientes —susurra ella.
Jimin sonríe con melancolía y se pierde entre la puerta de su habitación para parecer más tarde cargando un arma negra y una almohada. Coloca el pedazo de tela con plumas sobre el caño del arma y dispara hacia el techo. Haneul suelta un grito ahogado al escuchar el estruendo y cae sentada.
El castaño camina hasta el cuerpo de Haneul que tiembla en su lugar, pero esta retrocede provocando punzadas de dolor en Jimin. Se detiene y le muestra el arma con el seguro puesto.
—Me la entrego Yoongi, y no soy el único que tiene un arma —menciona con la voz apagada. Ha provocado lo suficiente en Haneul para que nunca vuelva a poner un pie en su departamento—. Tienes razón, no me conoces. Mi cabeza es una bomba de tiempo, y es cuestión de tiempo para que te lastime.
—No es cierto, no serías capaz de lastimarme —musita más segura que antes y se coloca de pie—. No me importa el arma, sé que nunca me lastimarías.
—Mi padre me golpeaba hasta que no sintiera sus nudillos. Era un maldito alcohólico que usaba a su hijo de cinco años como bolsa de boxeo —dice Jimin y toma distancia. Camina hasta su nevera y saca una botella de soju para darle un largo sobro—. Mi madre me abandono cuando cumplí diez años y hace unos años atrás luego de descubrir que estaba en la cárcel se suicido. — Haneul tiembla en su lugar al escuchar eso salir de la boca de Jimin—. Me drogaba con mi ex novia, robaba y estuve en detención en un par de ocasiones. Conocí a alguien que intento salvarme, jodido imbécil. —Una risa amarga lo asalta—. Ahora está muerto.
Jimin traga el nudo que comienza a formarse en su garganta.
»Intenté suicidarme y ni siquiera eso pude lograr. Ya lo dije antes, Haneul —musita y deja que las lagrimas acumuladas en sus ojos bajen—. ¿Que quién soy? Pues no soy nada, no soy nadie. Solo una bomba de tiempo que estallará y se llevará consigo mismo a todos quienes estén a su alrededor.
El castaño toma otro sorbo y limpia las lágrimas de sus mejillas con el dorso de su mano. Mira a Hane y le dedica una sonrisa sincera y llena de sentimientos. Necesita que se vaya, necesita que tome sus cosas y no se atreva a volver; pero al mismo tiempo quiere correr a ella y suplicarle que no lo deje, que no lo abandone.
—Yo...
—No puedes estar conmigo porque no me conoces. —Suspira y deja caer la botella en el desayunador para hasta su habitación y dejar el arma en su escondite.
—Jimin... —musita Hane cuando Jimin aparece de nuevo y abre la puerta de entrada.
—Está bien, Haneul. Solo vete —el castaño le dedica otra sonrisa de suplica por que haga lo que pide—. Estarás mejor con Jungkook.
—Pero yo quiero estar contigo —musita cuando llega a su altura.
—¿Después de todo lo que dije? —Jimin ya no puede mirarla, se siente demasiado expuesto—. No lo hagas más difícil, te lo suplico.
—Lo siento tanto... —solloza ella.
—No hay nada que sentir, no era correcto. —Jimin desvía el mirada del rostro triste de Haneul y respira profundo para poder tranquilizar su alarmado corazón.
—De verdad lo lamento, yo... —Ella coloca una de sus temblorosas manos sobre el mentón de Jimin y lo obliga a verle—. Cometí un error imperdonable. Lamento haberte aorillado a que me dijeras toda tu historia solo por mi inseguridad. No te temo, Jimin.
—Por favor, por favor, Haneul. —Jimin la mira con los ojos nuevamente cristalizados—. Vete.
—Lucharé por ti.
Su corazón parece oprimirse más aún con las palabras de la castaña. Es como si toda su vida hubiese estado buscando esas simples palabras de alguien a quien quiere. Su cuerpo tiembla y tiene el impulso de abrazarle con todas sus fuerzas, por lo que muerde su mejilla interna para evitar moverse.
—Te suplico que te vayas —murmura Jimin con la voz quebrada.
Haneul coloca una de sus temblorosas manos sobre la del castaño que sostiene el picaporte de la puerta, para luego cerrarla.
—No, Jimin —musita—. No me iré.
La castaña acuna el rostro de Jimin y lo besa. El beso es lento y está lleno de sentimientos. Como si la única cura para su estado de nerviosismo y dolor fueran los labios del otro. El ritmo cambia y se vuelve más apresurado y necesitado, ambos lloran. Jimin la abraza por la cintura, sollozando entre besos, como si besarle quemara su piel.
—Espera. —Jimin la separa—. Solo detente.
—Jimin, quiero estar contigo. —Hane intenta llegar de nuevo a sus labios pero este la rechaza golpeando su orgullo con brutalidad.
—No soy bueno para ti. Créeme cuando digo que te destruiré —menciona con los ojos cerrados.
—No me importa —masculla ella y vuelve a juntar sus labios.
—No me hagas esto si luego te irás, no puedo resistir que otra persona me deje —dice al mismo tiempo que toma distancia de Jimin—. No te pediré que te quedes, porque intentaré sacarte de mi vida para ponerte a salvo siempre que pueda. Sin embargo, Jungkook es mi amigo, y no puedo hacerle esto. Así que te suplico, Haneul; por favor vete.
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