22
Yeonsoo recuesta a Yoongi después de un arduo trabajo intentado que el pelinegro le ayude. Él no está del todo ebrio, de hecho pudo caminar, aunque se balanceaba mucho. Ella una vez que recuesta a Yoongi, comienza a desvestirlo, primero comienza con la fina tela de su playera de manga larga. La idea de tenerlo por completo a su merced, débil y frágil la llena de miedo. Yoongi no suele verse así de vulnerable, ni siquiera cuando baja la guardia. Por supuesto que todos tenemos un momento donde estamos por completo expuestos, pero ella nunca creyó verlo a Yoongi de esta manera. O al menos, no frente a sus ojos.
Saca la playera sin pensar mucho, y aunque le gustaría desviar la mirada, le es imposible no observar aquellas cicatrices deformes en su pecho. La punta de sus dedos hormiguean ante el relieve de su piel, desea tanto tocar esas marcas que si se permite pensarlo una vez más, lo hará. Traga duro sintiendo su garganta seca y le coloca su remera de pijama que por lo general lo ha visto usar. Se replantea si es buena idea sacarle también el pantalón, pero cuando se queda mirando fijo Yoongi se remueve con rapidez y comienza a vomitar al lado de su cama. Yeonsoo lo mira asqueada, se pregunta si sería bueno irse y dejar que se ahogue con su propio vómito, sin embargo al final decide que lo mejor es ayudarlo. Toma un bote de basura que hay a un lado de su escritorio con papeles y deja que Yoongi vacíe su estómago dentro de él. Comienza a masajear su espalda en círculos, ayudando a la fluidez del líquido.
—Sácalo todo... —susurra viendo como Yoongi se tira para atrás de nuevo con el estómago totalmente vacío—. ¿Quieres agua?
Yoongi asiente incapaz de hablar, el ácido quema su garganta y las ganas de volver a vaciar su estómago no lo abandona. Yeonsoo trota hasta la cocina y vuelve con una jarra de agua y un vaso. Al entrar a la habitación, encuentra a Yoongi de pie sacándose los pantalones. No puede evitar sonrojarse de una manera ridícula que ni siquiera ella logra entender. Gira para que él no sea capaz de ver su abochornado rostro, y cuando por fin logra calmar su rápido palpitar, vuelve a encararlo. Yoongi se coloca el pantalón de pijama. La pelinegra sacude la cabeza intentando quitarse la imagen de la «V» marcada en su pelvis, cubierta por ropa interior negra básica.
«¿Por qué se ve ridículamente sexy con esas cicatrices y en estado de ebriedad?», se regaña.
—Toma. —Le tiende un vaso con agua y Yoongi la bebe sentado en una esquina—. ¿Sabes?, entiendo por qué Jimin se puso en ese estado, ¿pero tú?
Yeonsoo toma tanta distancia como puede del cuerpo semi desnudo del pelinegro que se afirma en sus piernas. Desprendió su chaqueta de pijama y sus músculos se relajan y camuflan bajo la tela vieja. La pelinegra se afirma en la pared frente a él, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Qué quisiste decir que esto es por mí?, ¿a caso soy un grano en el culo y por eso bebes? —dice ceñuda.
Yoongi ríe seco y niega con la cabeza tirándola hacia adelante, con los codos sobre sus rodillas totalmente, inclinado. Sus ojos se esconden detrás de la cascada de su cabello, y aunque está en contra la luz de la luna que entra por la ventana, puede ver la sombra de una sonrisa en su rostro.
—Siempre serás un grano en el culo —menciona Yoongi y vuelve a reír desganado, Yeonsoo traga duro, insultada—. Pero no fue por eso que lo dije.
—¿Entonces? —Yeonsoo tira su peso sobre una cadera.
—Intento buscar el momento adecuado para disculparme por lo que hice —formula agarrando su cabeza con ambas manos—. Me evades todo el tiempo y no quiero presionarte a hablarme porque está en todo tu derecho enojarte, si yo estuviera en tu lugar, ya me habría volado la cabeza —admite con sinceridad.
Yoongi levanta la cabeza y conecta la mirada con ella. Sus ojos están inyectados de sangre, tiene ojeras negras y los labios resecos. Su mirada cansada pesa más en ella de lo que puede pesar en él. Se puede notar que algo no lo deja en paz, está cansado de pensar tanto. Yeonsoo cambia su posición de estar a la defensiva a una más vulnerable.
—Te pido perdón, de verdad lo lamento mucho. Me arrepiento de haber destrozado la poca confianza que tenías en mí, lamento haber echado a perder todo, pero sobre todo, lamento haberte causado miedo, y que pensaras que aquí no era seguro para ti.
Las palabras hacen estragos en su corazón, y no puede evitar abrazarse así misma, sintiéndose diminuta y frágil. Lo había pensado, lo había sentido, y aun así se quedó. Ni siquiera sabe por qué demonios no tomó sus cosas y se marchó la misma noche.
«Lo sabes, no encontrarás otro lugar seguro», piensa.
«Él me lastimó» se recuerda, con nostalgias. Sabe que aquellas palabras pesan más que cualquier otra. Una parte de ella preferiría que cualquier otra persona le hubiese lastimado, no de esa forma; no él.
—Lo lamento, Yeonsoo.
La pelinegra no puede seguir sosteniendo su mirada, no sin antes quebrarse, y no volverá a llorar frente a él. No puede permitirse sentirse vulnerable una vez más. Yoongi suspira pesado y continúa:
—Es egoísta lo que estoy a punto de decir, pero no puedo seguir de esta modo. Si no quieres perdonarme no lo hagas, pero por favor... —Yoongi arrastra las palabras por lo que Yeonsoo entiende que no está tan sobrio como creía—. ¡Por favor!, deja en paz mi cabeza. Desde la fiesta lo único que quiero es besarte —murmura y se tira hacia atrás recostándose de nuevo, mirando el techo—. Solo, sal de mi cabeza.
Yeonsoo lo mira con media sonrisa, si Yoongi estuviera sobrio seguramente que no diría eso. Ella niega con la cabeza, a pesar que quiera perdonarlo no puede hacerlo. Abuso de su confianza y la atacó; si bien fue por una buena causa, la manera en que lo hizo no fue la adecuada. Tal vez la razón por la que se siente tan dolida con él, es porque de alguna manera se sentía segura a su lado, Yoongi la ha protegido desde que se conocen.
—Estás ebrio, sé que no vas a recordar nada de esto —espeta Yeonsoo—. Dime que me largue y lo haré, pero debes al menos poder estar de pie sin ayuda.
—No quiero que te vayas —susurra—. No leas entre líneas, Yeonsoo. Estoy siendo honesto.
La pelinegra traga duro, sabe lo que dice, solo que no puede entenderlo, ni siquiera quiere hacerlo. La idea de que todo como lo conoce cambie, la tortura de sobremanera. Ella está podrida por dentro, porque aunque Yoongi pueda dar golpes, intimidar a uno de los mafiosos más peligrosos de todo Seúl, hay luz en su interior, y no necesita que nada ni nadie se lo siga para que lo crea. Lo corrompería, aún sin querer hacerlo.
Yeonsoo sacude la cabeza y decide no escuchar las palabras de una persona ebria. Camina hasta donde se encuentra él y le ayuda a subir los pies para poder taparlo con la frazada gruesa, la temperatura ha caído consideradamente.
La mano de Yoongi agarra la muñeca de la menuda chica cuando está acomodando la frazada en su pecho. Quiere una respuesta, pero no puede, no cuando él le causó temor. Yoongi parece entender su mirada de súplica. Deja escapar su muñeca entre sus dedos, con pesadez.
—Por favor, quédate —habla en un susurro con los ojos cerrados.
Yeonsoo lo mira inclinando la cabeza, incluso si ella quisiera podría lastimarlo. Ver su cuerpo tan vulnerable le causa nauseas. Cualquier demente podría entrar y lastimarlo, y si tan solo Hyun fuera un poco más inteligente lo tendría bajo el ojo todo el tiempo, para en cuanto haya oportunidad acabarlo. O solo, es demasiada paranoia. Decide no pensarlo tanto, se saca la chamarra de algodón y se recuesta al lado de Yoongi sin tocarlo, intentando que él sepa que ella está a su lado, pero no lo suficiente para tocarlo. Se acomoda de costado contemplando el simétrico perfil de Yoongi tiene la boca un poco entreabierta, su nariz se mueve de manera graciosa y tierna cada vez que respira. Su cabello negro ónix cae por su frente resaltando su piel blanca. En definitiva Yoongi es alguien hermoso, de todas las formas en la que alguien puede serlo.
Ella suspira y decide que lo mejor es darle la espalda para así no tener la necesidad de saltarle encima y despojarse de toda la ropa que, ella y él, llevan puestos. Mira hacia la ventana, la tenue luz de la luna entra por las finas cortinas. El brazo de Yoongi la rodea por la cintura sorprendiéndola y la atrae, provocando que la espalda de Yeonsoo quede por completo pegada al pecho cálido de él. Introduce su cara en las yerbas del cabello de ella, respirando en su cuello, y oliendo el peculiar perfume de champú que él usa. Se acurruca más a su cuerpo y se duerme por completo.
Yeonsoo se muerde el labio nerviosa, nunca ha estado en una posición con un hombre sin tener sexo. Esto es nuevo incluso para su corazón. Las yemas de sus dedos pasan por la desnuda piel de sus brazos; está frío. Quiere poder girarse y ver el rostro del hombre quien ahora ronronea en un suave suspiro sobre su cuello. La respiración de Yoongi se ha regulado, y su pecho sube y baja de forma armónica y lenta. Está durmiendo. Está durmiendo con ella. Está durmiendo y no puede hacer otra cosa que pensar en él y su cuerpo sobre ella.
Sonríe de lado y sorbe el perfume que la envuelve. Jabón, alcohol, cigarrillos y un poco de colonia. Es una mezcla embriagadora. Es el aroma particular de Yoongi.
—No te convengo, Isilo. Créeme.
(...)
El apremiante sonido de una alarma sonando despierta a Yeonsoo de un sopetón, pero no puede moverse, se siente prisionera entre los fuertes y tensos brazos de Yoongi. Uno de los brazos la abandona y es entonces que se da cuenta que está despierto. La idea de huir tan lejos como le sea posible la tienta, pero prefiere optar por fingir que sigue durmiendo. El pelinegro apaga la alarma y vuelve a su posición, acurrucándose más contra el cuerpo de Yeonsoo. Ella sonríe con los ojos cerrados, la idea de que Yoongi se haya despertado totalmente sobrio y aún así haya vuelto a abrazarla le calienta el corazón. Se acurruca más contra su cuerpo sin pensar demasiado lo que está pasando. De lo contrario, por empezar no estaría ahí.
—Creo que era Jimin —susurra Yoongi ronco sobre el oído de Yeonsoo provocándole escalofríos.
—¿Qué fue lo que sucedió? —murmura de la misma manera, sin intención de separarse. Se siente cómoda y cálida. Aunque no puede obviar el suave y dulce tono que ha utilizado.
—Le preparó una hermosa cena a Hane, y luego la vio besarse con Jungkook —responde lento y despacio.
Ella vuelve a cerrar los ojos llenándose con el seductor tono de Yoongi; si bien él no lo hace apropósito, para ella está siendo una tortura escucharlo y no tirarse encima a besarlo.
—Debería ir a verlo. —Yeonsoo hace acopio de todas sus fuerzas para poder despegarse de Yoongi aunque todo su ser le suplique que no lo haga.
—Solo espera un segundo. —Yoongi vuelve atraérla—. Déjame estar así solo un poco más. —se acurruca contra el cuerpo de la menuda chica.
La sonrisa de Yeonsoo tiembla y la comodidad es reemplazada por el pánico cuando su corazón se salta un latido de felicidad. La idea de comenzar a sentir algo por el pelinegro la asusta. Su respiración se atora, su pulso se acelera y su cuerpo se tensa de inmediato.
—No te perdoné y la única razón por la que estoy aquí es porque la habitación en la que duermo es bastante fría —gesticula en un torpe intento por mantener lo que en realidad quiere decir en silencio—. Sácate de la cabeza cualquier cosa romántica que estés creando.
Y así, logra zafarse del agarre del pelinegro y pone cuánta distancia le permite la pequeña cama. Yoongi abre los ojos, y por primera vez en el día, ambos destellan sentimientos de sus orbes chocan de una forma que nunca habían experimentado. Yeonsoo se sentía expuesta y su mejor opción era colocar un muro entre ambos, antes de que todo se desborde; mientras que Yoongi, ni siquiera entiende qué fue lo que lo llevó a sentir una punzada en su corazón ante lo que ella dice.
Decide levantarse. Ver el cabello despeinado, sus tenues ojeras bajo sus ojos, su piel pálida y su rostro hinchado; no puede, solo... Necesita entender porqué tiene la necesidad de hundir sus labios en los de ella.
—Voy a darme una ducha y tomaré algo para la resaca. —Yoongi traga duro—. Después vamos juntos a lo de Jimin, pero si prefieres irte primero hazlo, de cualquier forma iré —musita y se levanta de la cama, camina hasta su cajonera para sacar ropa, se cuelga una toalla y antes de salir, para en seco y la mira por encima de su hombro—. No estaba inventando ninguna historia romántica. Fuiste clara por la noche, aunque si ese es el caso, no deberías despertar en mí cama.
El orgullo y dignidad de Yeonsoo es golpeado con brutalidad. Mira con enojo la puerta por donde se fue Yoongi, las ganas de correr detrás de él y decirle que fue él mismo quien le pidió quedarse le pica, pero sería mentira. En realidad ella comenzó todo. Si no hubiese abierto la boca tal vez él estaría a su lado de nuevo. Se abofetea mentalmente por desear estar con él más tiempo y se levanta directo a la habitación para cambiarse y salir lo antes posible de la casa.
Se coloca ropa cómoda y abrigada, y en cuanto escucha a Yoongi salir del baño sale de la pequeña casa dando un fuerte portazo asegurándose así, de que Yoongi ha quedado avisado. Respira profundo, el aire helado entra quemando por su nariz recorriendo todo su pecho. Se coloca la capucha de su chamarra y parte encendiendo un cigarrillo directo al departamento de Jimin.
Su piel parece contrastar con su ropa negra y el cielo gris. Es cierto que le ha favorecido en varias ocasiones, pero tuvo que usar su atractivo para tantas cosas horribles, que solo mirar su pálida piel sobre el espejo comienza a asquearle. No importa cinta pintura se eche encima, de alguna forma, logra verse más pálida de lo que realmente es.
Sus delgados dedos con el fino cigarrillos blanco viajan de su boca a balancearse a un costado de sus pasos. Las casas familiares le causan estragos. Lo que ella conocía como «familar», eran esas calles desoladas y peligrosas, en las que no podía aventurarse a altas horas de la noche por miedo. Carteles de moteles, centros de refugio, comedores públicos, todo aquello era su recorrido habitual; sin embargo, de alguna forma y en algún momento, los centros de refugios fueron reemplazados por casas, los comedores públicos por restaurante, y los carteles de moteles por departamentos. No es una zona lujosa, ni en lo más remoto, de hecho es menos que clase media, pero es más de lo que tuvo en toda su vida.
Decide apreciar cada detalle del camino, cada casa, cada cartel, cada rostro insignificante. No tiene idea de cuando le arrebataran lo que ni siquiera le pertenece, y hasta entonces, lo disfrutara tanto como su cuerpo y mente lo permita.
El camino se hace ridículamente largo, con el frío que se filtra en su ropa la idea de comenzar a correr para entrar en calor le pica, pero ve a lo lejos el edificio de Jimin así que apresura el paso. Sube las escaleras destartaladas dos en dos hasta que logra llegar a la puerta. Sin golpear entra y es recibida y golpeada por una ola de calor que la hace estremecer.
—¡Llegué! —grita Yeonsoo sacándose la chamarra.
—Voy a poner llave para que dejes de entrar así —farfulla Jimin, asoma su cuerpo para verificar que es la menuda mujer y vuelve a su sitio.
Su aspecto es realmente terrorífico, unas enormes ojeras negras adornan su pálido rostro, tiene los labios resecos y el cabello despeinado. Si no fuera porque lo conoce creería que es un vagabundo. Viste ropa vieja, por lo que supone que acaba de despertarse.
»Podría estar masturbándome y tú entras —continúa y niega con la cabeza.
—¿Te masturbas en el sofá y no en la habitación? —Ella sonríe divertida.
—A veces. —Jimin se encoge de hombros.
—Pues mejor aún, me uno a la diversión —formula y ríe. Lo persigue tirando la chamarra a un lado—¿Qué haces? ¿No tienes resaca?
—Me levanté hace dos horas —menciona Jimin mientras frita unos huevos y los coloca en un plato, para volver a fritar otro—. Ya tome cinco pastillas y un licuado de tomate y no sé qué otra cosa que me preparo Tae antes de irse ayer. —Saca lo huevos frito y los deja en otro plato que le entrega a Yeonsoo—. ¿Y Yoongi?
—Yoongi y yo no somos pareja —farfulla Yeonsoo y rueda los ojos—. ¿Por qué todo el mundo cree que siempre ando detrás de él? ¡Ni siquiera es mi tipo!
—Lo dije porque viven juntos. —Jimin ríe ante la reacción de ella.
—Como sea. —Hace un mohín. Coloca un poco de arroz en su plato y se sienta al lado de Jimin mirando al frente, al lado de la puerta de su habitación hay tres trajes colgados.
Se siente idiota por haber reaccionado de esa manera. Nunca deja que sus sentimientos se interpongan en una respuesta, fue tan impulsiva que comienza a darse cuenta cuánto en realidad le afecta el pelinegro de mirada felina.
—¿Qué es eso? —pregunta desviando el tema de conversación.
—Se lo pedí prestado a Hoseok. Use uno para la cita con Haneul —murmura Jimin.
—¿Quieres que los devuelva yo? —cuestiona inquieta.
Ve la tristeza con la que mira Jimin esos trajes. Él niega con la cabeza.
—No, creo que debo ir yo.
—¿Qué pasó? —Yeonsoo pregunta sin poder aguantar demasiado.
—Lo que debía pasar. —Asiente y le dedica una sonrisa forzada.
—Jimin...
—Está bien, debe ser así. No olvides que todo esto es por mí culpa, sería injusto involucrar a otra persona —formula y la mira lleno de tristeza
—¿Estás bien?—Yeonsoo acuna el rostro de él.
—Lo estaré, no te preocupes —susurra y asiente efusivo, intentando convencerse más a si mismo que a la pelinegra frente a él.
—Ya sabes, siempre puedes contar conmigo. Soy buena dando sustos de muerte.
—No entiendo como puedes ser un enorme grano en el culo, arrastrarnos a problemas, jodernos la vida a todos... —Jimin empieza a enumerar con los dedos, Yeonsoo lo suelta y levanta una ceja indignada—, pero al mismo tiempo ser una excelente amiga. Tú dualidad da miedo.
Yeonsoo tira la cabeza para atrás riendo y vuelve a su plato sin parar de sonreír. A pesar que las palabras de Jimin comienzan a incomodarla no lo va a negar, le encantaría ser amiga de ellos, por mucho tiempo si es necesario.
«No puedes, Yeonsoo. No les rompas el corazón»se recuerda y un sabor amargo se instala en su paladar.
—¿Sabes? No conozco al tipo, pero creo que ese tal Jungkook es un maldito cabrón. —Ella se encoge de hombros y Jimin ríe.
—Es un buen tipo.
—¡Por favor! Acaba de robarte a tu chica —chilla.
—No exagero, Yeonsoo. En realidad es un buen tipo. Hace servicio comunitario para niños adolescentes sin hogar —dice con una sonrisa llena de orgullo—. Consiguió una pasantia paga, estudia y es tan apuesto que quieres golpearlo.
—De acuerdo, estas jodido —bromea llenando su boca con comida.
—No esperaba menos. Es bueno saber que al menos está con alguien quien va a protegerla.
Yeonsoo hace un mohín con desdén. La idea sé que Jimin se sienta menos que una persona, la tortura, sobre todo porque sabe exactamente lo es que es levantarse con ese sentimiento y que jamás se vaya.
—¿Cuando le dirás a Yoongi que te gusta? —suelta Jimin, sacándola de su ensimismamiento.
Yeonsoo lo mira ceñuda, como si intentará entender qué es lo que realmente sale de la boca del castaño frente a ella.
—Estamos en el mismo lado, Jimin. No lo olvides —responde con sinceridad. No podría mentirle pero tampoco aceptar algo que ni siquiera ella puede entender.
—No nos compares, Haneul no es Yoongi, y tú no eres yo —murmura con calidez.
—Lo sé, yo soy más peligrosa que tu.
Jimin deja de masticar para prestar atención al peso que tienen esas palabras. El ceño de Yeonsoo se ha vuelto nuestro y sus ojos se han oscurecido. Su postura es más erguida, como si estuviera a punto de ir a la batalla de la que nadie sabe, de la que nadie entiende. La pelinegra frente a él tiene razón, no puede compararlos, ni en mil años podría hacerlo, porque aunque él cometió errores, no tiene conocimiento de a lo que ella podría llamar «error».
—Pero es lindo —dice complaciente.
Yeonsoo larga una carcajada y asiente. Lo que Jimin quería era poder relajar su postura, puesto que comienza a molestarle el verle todo el tiempo a la defensiva.
—Isilo no es solo lindo, Park. Isilo está jodidamente exquisito —dice ella delineando su labio superior con la punta su lengua—. No voy a negarlo.
—Pues entonces, tal vez... —Jimin entrecierra los ojos
—Yoongi... —interrumpe su intento—, tiene más secretos que todos en este grupo, hasta me atrevo a decir que más que yo —murmura— ¿Conoces como se conoce él con Chan?, ¿su historia? —Jimin niega frunciendo los labios. —¿Alguno de los chicos sabe? —Lo mira expectante, pero su silencio demuestra que en realidad no sabe mucho de su amigo—. ¿Lo ves? Yoongi tiene heridas que no pueden cicatrizar.
—¿Tan malo es? —formula con preocupación.
—Lo escucho por las noches, tiene pesadillas. —Ella mira un punto fijo en su plato vacío. —Yoongi se abre las heridas una y otra vez, se lastima así mismo. Y no sé por qué.
—Tal vez no quiere olvidar.
—Ustedes tampoco se permiten olvidar —menciona—. Sin embargo, siguen con sus vidas, él no. Sigue en la misma casa, con el mismo trabajo. Algo está mal con él.
Jimin guarda silencio, no es noticia nueva que Yoongi no hable respecto a su pasado pero en definitiva a pesar de conocerlo por más de un año, realmente no lo conoce lo suficiente para decir de dónde realmente viene. Y aún con todas las sospechas en su contra, no sé permite dudar de su amigo. No cuando sacrifica tanto por él y los demás, no cuando le vio correr por salvar a la menuda. Tal vez ella ya no pueda creer en él, o tal vez nunca lo hizo, pero sin duda, Jimin no puede dudar de su amigo. No lo hará.
La puerta se abre dejando ver la erguida e imponente anatomía de Yoongi, trae el cabello mojado debajo de una gorra, viste por completo de negro. Yeonsoo esquiva su mirada y saca su teléfono al mismo tiempo que una llamada entrante suena.
Jimin sabe que algo sucede, no necesita pruebas porque no tiene dudas. Sin embargo, no le convence del todo una relación entre ellos, y no está seguro si es por Yoongi, o Yeonsoo.
—¿Hola? —responde jugando con los palillos en su plato vacío.
—Hola, cariño —musita la voz de Hyun desde el otro lado.
La inquietud la aborda y se congela en su lugar. Duda que en algún momento la voz de ese sujeto, su presencia o siquiera su olor, pueda no poner sus nervios de punta.
—¿Estás bien? —pregunta Jimin. Ella no ha colocado la llamada en alta voz por lo que no saben quien es. Yeonsoo asiente mordiéndose el labio ansiosa.
—¿Qué quieres?
—¿Cuando será el día que me hables como solías hacerlo? —suena juguetón.
Yeonsoo cierra los ojos con fuerza ahuyentando los recuerdos tortuosos que comienzan a volver y aprieta la mandíbula tanto que sus dientes rechinan.
Yoongi sin pensarlo demasiado, camina hasta ella y se coloca a su lado, solo para que recuerde que nadie volverá a poner un dedo sobre ella.
—No molestes, dime la hora y el lugar —farfulla y hace un mohín aunque él no pueda verla.
—¿Sabes? Te extraño, tienes razón. No debo tratarte como lo hice antes. Soy un jodido idiota.
—Eso te queda corto, estas enfermo —masculla con odio.
Su voz amenaza con quebrarse y debe callar. Se muerde el labio con fuerza saboreando el metálico sabor a sangre en su boca. Debe respirar profundo para ahuyentar las lágrimas que se asoman.
—Lo sé, Yeonie —dice él haciendo énfasis en la ultima palabra.
—No me llames así —murmura. Cierra los ojos y sin poder evitarlo delinea la cicatriz de su cuello, recordando el dolor. Una mano fría toma su mano y la aprieta para darle apoyo. Yeonsoo ve a Yoongi cómo la mira fijo sin soltar su mano—. Dime ahora mismo que quieres o cortaré —dice sin dejar de ver los profundos ojos del hombre frente a ella.
—Voy a demostrarte que he cambiado, créeme. —traga duro—. Esta noche te espero. Te mandaré la dirección por mensaje. No llegues tarde. Siempre espero por ti, Yeonie —dice y cuelga.
Yeonsoo pestañea rápido para ahuyentar las lágrimas y el nudo que se forma en su garganta. No ha soltado el agarre de Yoongi. Se muerde el labio inferior de nuevo al darse cuenta que por la única razón que no se derrumbó cuando Hyun la llamó así, fue porque Yoongi le sostenía la mano.
Furiosa quita su mano con brutalidad y se para de golpe. Fija la mirada en Jimin quién la mira con preocupación, el asco se apodera de su sistema.
«Te vuelves débil. Yoongi te vuelve débil», se replantea.
No puede creer el poder que Yoongi ejerce sobre ella, ni siquiera sabe cuando fue el momento en el que le cedió eso. No puede permitirlo. No de nuevo.
—Espero que te encuentres bien, esa chica es una jodida perdida de tiempo, Jimin —dice colocándose la chaqueta que anteriormente dejó en el sofá—. Créeme, estarás mejor sin ella —musita y sale del departamento sintiendo como las lágrimas amenazan con salir de nuevo.
El aire fresco choca contra su rostro ahuyentando la desesperación y el pánico que crecía en su pecho, y cuando pensó que podía despejar su mente, escucha a sus espaldas:
—¡Yeonsoo! —La persigue el chico de mirada felina—. ¿Qué demonios, Yeonsoo?
—¡Aléjate de mi! —Ella grita al punto del colapso mental. Yoongi retrocede al verla en ese estado.
—¿Qué demonios sucede?, ¿es Hyun? —se apresura a decir con genuina preocupación.
—¡Demonios, no! ¡Eres tú! —grita con desespero. Sin embargo, sus palabras pesan más de lo que podría admitir, y dicen más de lo que se permite aceptar—. ¡Aléjate de mi!
No necesita que le diga de lo que habla, porque Yeonsoo comienza a ser transparente ante sus ojos, porque puede ver cuánto le afecta su presencia porque teme que lo que hizo fuera la causante de que ahora Yeonsoo no pueda estar cerca de él.
—Yeonsoo, escúchame... —murmura.
—¡No! —estalla Yeonsoo interrumpiéndolo—. ¡Mantente lejos de mi!
—Lamento lo que hice, pero podemos hablarlo.
—¡Joder!, ¿acaso eres idiota?
—¿Eso quieres, de verdad?, ¿quieres que no vuelva a hablarte? —masculla Yoongi, al borde del colapso mental.
—¡Si! ¡¿A caso eres tan imbécil para no darte cuenta?!
—Esto no es por lo que pasó, ¿verdad? —musita al ver cuan afectada está Yeonsoo.
Yeonsoo lo mira con desespero y antes de abrir la boca, se gira sobre su propio eje y comienza a caminar.
—¡Bien! —grita Yoongi y tira los brazos al aire—. Si eso quieres, joder. De acuerdo no me verás nunca más en tu vida —gesticula lleno de sentimientos. Yeonsoo para en seco. Yoongi quiere correr a ella, pero no puede, no cuando Yeonsoo puso un mural gran grueso como lo es ahora—. ¡Eres una cobarde!
Yeonsoo gira con una mueca en su rostro.
—Tu arma y tu mal genio no esconden lo cobarde que eres. Déjame hacerlo, Yeonsoo.
—Aléjate de mí o te meteré una bala en la cabeza —dice ella, con el rostro totalmente empapado y el corazón destruido.
—Sería mejor que lo hicieras. —Yoongi la mira de reojo—. Estoy harto de tenerte en mi cabeza todo el tiempo.
—No juegue conmigo Yoongi. No me importa mis sentimientos, si tengo que matarte créeme que no pestañaré —escupe con furia y se va.
La impotencia de no poder correr hasta ella y abrazarla crece en su interior para transformarse en furia. Lo arruinó, y lo sabe. Golpea con fuerza la persiana de chapa de una tienda cerrada, ahogando un grito de furia, ha sacado todo lo que llevaba dentro de él. Ha gritado cosas que le ahogaban. Se ha pasado, de nuevo. Pero esta vez no se disculpará, porque no puede disculparse por sentir. Aún cuando sabe que es probable que al volver a casa ella ya no esté.
—Joder —espeta tirando su cabello para atrás, mira la silueta de la menuda como se achica a medida que avanza—. Solo déjame hacerlo, Yeonsoo.
(...)
Ninguno de los dos volvió a subir al departamento de Jimin, por lo que entendió que algo muy bueno pasó, o algo realmente malo. Y viendo el carácter de ambos, si uno de los dos sigue vivo es de puro milagro.
En realidad ellos son una pareja explosiva. Ambos tienen carácter similares. Jimin analiza la extraña pareja, no sabe de que son capaz en realidad, tal vez ella sí le metería una bala en la cabeza a él, como él la recibiría por ella.
Niega con la cabeza sacando todos los pensamiento de ello y decide que es momento de devolver los trajes. Ya es de noche y a pesar de que ha estado distrayéndose con películas, no pudo sacar a la castaña de su cabeza en todo el día. Algo en todo lo ocurrido no concuerda. Ella parecía cómoda con él el día de la cita, tal vez algo pasó después. Porque no cree que ella sea del tipo de chicas que le guste andar con muchos chicos a la vez, y no es que le moleste realmente, solo que creyó por alguna razón que lo de ellos era exclusivo.
Toma su chamarra de cuero, sus pantalones ajustado de mezclilla negro, sus botas y una gorra para cubrir un poco su cabeza del frío imponente de este día. Toma los trajes y se los cuelga en el hombro para correr hasta la parada de autobús. No falta mucho para que el último pase, de vuelta podría pasar por casa de Namjoon y pedirle que lo traiga, o tal vez quedarse con él a pasar una noche de chicos, ver algún partido y así.
Todo el camino se tortura con la esperanza de no verla, porque si lo hace y ella le sonríe seria capaz de volver a caer a sus pies. La castaña de ojos pequeños tiene cierto poder en él.
Se repite una y otra vez que es lo mejor para ambos, su vida es una montaña rusa y odiaría que algo le pasara solo por involucrarse con él.
Al llegar se queda parado frente a la casa, traga duro y sin pensarlo demasiado llega hasta la puerta para tocar dos veces. Los nervios crecen en su cuerpo como insectos. Siente la necesidad de saltar en el lugar para sacarse esos nervios y poder enfrentar la situación como el hombre adulto que es. Mantiene la cabeza gacha. El calor de su cuerpo escapa por su boca en forma de vapor.
La puerta se abre y Jimin observa unas adorables pantuflas de conejo rosado. Vuelve a tragar duro y sube con mucho cuidado la vista encontrándose con esos hermosos ojos castaños que tanto temía.
—¿Jimin?
—Hola, Haneul.
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