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Cuatro días ha pasado desde la cita. Haneul se la ha pasado toda la noche, como lo ha hecho estos últimos días, pensando si en realidad lo conoce como quiere, o si a menos sería capaz de aguantar tanta oscuridad en alguien, tal vez Yeonsoo tiene razón, y cuando Jimin necesite que ella le demuestre que estará a su lado ella no podrá, serán demasiados secretos. No ha llegado a una clara conclusión, le gusta estar con Jimin y eso es algo que ella ya no puede negar, le gusta de una manera irracional, pero no sabe hasta qué punto.

Cuando se hizo de día, Haneul hizo todos esos pensamientos de lado y se fue a la universidad. Después de ponerse al día con sus amigas sobre los chismes corrientes se va a almorzar. Normalmente, almuerza con Jungkook porque sus amigas tienen clases, sin embargo, como no lo ha visto ni sabe nada de él, se va sola. Al entrar al comedor de la universidad lo observa sentado frente a un par de amigos. Por unos segundos conectan mirada y Haneul se da cuenta de los golpes que tiene su amigo en el rostro, y aunque antes hubiera corrido a él, ahora nada más saca la mirada, sorprendiendo a Jungkook, ya que es él quien ha hecho eso durante toda la semana.

Haneul pasa por la mesada y se sirve poca comida, no tiene mucha hambre con las palabras de Yeonsoo, las de Jimin y Jungkook en su cabeza, lo último en lo que piensa es en dormir. Siente como Jungkook no le ha sacado la mirada en sus movimientos, o tal vez la paranoia de que, si Yeonsoo descubre que ella está pensando en Jimin, aparezca con alguna arma y le dispare.

«¿Qué tan jodida puede estar una persona para cargar un arma?», se pregunta aterrorizada.

Cuando cuidaba de Jimin, no vio en ningún momento alguna clase de pistola, o cualquier cosa que lo relacione con ese tipo de personas. Es por eso que no se permite creerlo, al menos no aún. Tal vez, está tan hechizada por los encantos del chico, que no se permite ver la realidad, y eso es más terrorífico de que en realidad él pertenezca a alguna pandilla que cargan armas todo el tiempo, y pelean.

—¿Qué haces? —la sorprende por la espalda, sacándola de su ensimismamiento.

—No sé de qué hablas —responde ella fría y cortante, una vez que reconoció la voz.

A pesar de que le gustaría abrazarlo y decirle lo mucho que lo extraña, no puede hacerlo, fue él quien la ha estado ignorando, él le pidió tiempo.

—No tienes nada en tu bandeja de comida —reprocha aún sin aparecer en su campo de visión.

Haneul mira la bandeja y se encuentra con una botella de agua y una manzana. No ha comido nada en todo el día, y, aun así, aquella manzana le da asco. Se siente llena y asqueada de cualquier olor y sabor.

—Déjame tranquila, Jungkook —manifiesta Haneul cansada y se levanta, gira para devolver la bandeja, pero se choca de frente con su viejo amigo.

Ella levanta la cabeza encontrándose con los ojos café de su Jungkook. Tiene partido el labio y el pómulo. Haneul contiene toda la respiración y clava las uñas en el duro plástico de la bandeja para contener las ganas de querer abrazarlo.

—No seas idiota, sabes que no puedes comer así. —Jungkook le quita la bandeja y le entrega la de él que tiene un almuerzo más completo.

Los recuerdos de cuando eran pequeños la atormentan de pronto. Jungkook siempre tuvo que trabajar duro por tener un almuerzo completo, y que ahora simplemente se lo regale por el simple hecho de que ella no puede comer nada por causa de los problemas que se generan en su cabeza, por su tonto enamoramiento hacia un chico que apenas conoce; la desbordan.

Haneul deja caer la bandeja en la mesa y sale del comedor con las lágrimas bajando sobre sus mejillas. Se está ahogando en su propio mundo, y nadie puede ayudarle. Jimin le advertía que no debía acercarse a él, le advertía que no debía estar a su alrededor, y, aun así, con todas esas advertencias, ella se permitió salir con él, se permitió besarlo; se permitió sentirlo.

—¡Haneul! —lo escucha llamarla, pero lo ignora—. ¡Oye!

Jungkook llega a ella y la toma del brazo deteniéndola. Hane quiere ocultar su rostro empapado, sin embargo, no puede, y solo, como si fuera lo único que pudiera hacer, lo abraza por la cintura. Jungkook no tarda en abrazarla con fuerza, para que sepa, que lo que sea que sucede, él la ayudará a superarlo.

—¿Qué sucede, Hane? —murmura preocupado.

—No entiendo en qué momento todo se fue al caño —dice ella entre risas—. ¿Por qué no podías mencionarme que me amabas antes?

Haneul se separa de él y toma su bolso que Jungkook trae entre sus manos. Saca de él un pañuelo y se limpia el rostro.

—No creí que fuera tan tarde.

—¿Qué pensaste? ¿Qué esperaría por ti toda una vida? —chilla enojada. Sabe que su amigo no tiene la culpa de nada, pero no puede evitar sentirse acorralada por sentimientos abrumadores, necesita compartirlos con alguien más.

—Pensé que no me correspondías.

—Te amé desde el primer momento en que te vi, y no fuiste capaz de darte cuenta —expresa entre risas irónicas—. Te amé tanto. Quería hacer tantas cosas contigo.

—Aún no es tarde, Haneul. —La toma por los brazos.

—¿Solo dime qué demonios quieres de mí? —dice cansada, Jungkook abre los ojos sorprendidos ante las malas palabras de Haneul—. Primero me dices que me amas, luego me pides que te dé espacio porque lo necesitas. —Enumera con los dedos—. Después me dejas humillarme, llamándote y llenándote de mensajes que ignoras, incluso lo haces aquí, en la universidad. Y ahora me hablas como si nada pasa. ¿Solo dime qué demonios quieres? Por favor.

—Te quiero a ti. —Jungkook acuna el rostro de Haneul—. Quiero que me des una oportunidad, porque me rehúso a pensar que no sientes nada. Es imposible que una parte de ti no me desee. No voy a rogarte, no voy a suplicarte amor. Pero si tú te niegas a darme una oportunidad que está en todo tu derecho, entonces yo me daré la oportunidad de ser feliz con alguien más, y eso significa sacarte de mi vida.

—¿Me estás amenazando? —Haneul lo mira incrédula.

—Nunca te amenazaría. Solo estoy siendo sincero contigo y conmigo. —Jungkook deposita y suave beso en su frente—. No voy a fingir que estoy de acuerdo con todo esto, ni siquiera que mis sentimientos de años desaparecerán de la nada. No puedo dejar de amarte. —Jungkook la mira fijamente a los ojos—. Pero tampoco puedo destruirme así por alguien.

Haneul lo vuelve a mirar, sintiéndose confundida y atormentada. Es cierto que el castaño de ojos bonito que por la noche le hizo una velada inolvidable no se va a ir de sus pensamientos. Sin embargo, las palabras de Yeonsoo no la dejan avanzar. Tal vez debería probar si va a funcionar con Jungkook. Tal vez él es para ella y no Jimin.

—De acuerdo —murmura ella se muerde el labio.

—No lo hagas porque no me quieres perder. —Jungkook la suelta—. Hazlo porque en realidad quieres, porque si lo que te impulsa a aceptar es el miedo a perderme estás mal, no te aferres a alguien por eso.

Haneul se graba las palabras de Jungkook en la cabeza como tatuaje permanente, respira profundo y acuna el rostro de Jungkook para poder besarlo. Él no se queda atrás y le corresponde el beso. Sus labios están fríos y saben a menta. En definitiva, es lo opuesto a los carnosos y dulces labios de Jimin.
Haneul cierra los ojos cuando Jungkook la toma por la cintura y la atrae más a él. Sonríe en medio del beso y vuelve a fundirse en los labios de ella, profundizándolo más al colocar una mano en su cuello. Es todo lo que imaginó en algún momento, es eso y más… pero no es suficiente.

—No hagas eso —murmura Jungkook y sonríe de lado—. Sabes que eres mi debilidad, no te aproveches de eso.

Haneul sonríe y se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja. Le ha gustado más de lo que le gustaría admitir el beso con Jungkook, pero una parte de ella se siente mal, porque su corazón late por alguien, que no es Jungkook. Agenda mentalmente una cita con Jimin para comunicarle que no podrá verle nunca más, aunque una parte de ella duda que pueda afectar algo en él, después de todo, Jimin nunca quiso salir con ella desde un principio. Sin embargo, teme que, al verle otra vez, no pueda separarse de él.

—Hay muchas cosas que debo contarte —dice y la toma de la mano, entrelazan los dedos y vuelven a la cafetería a almorzar.

—Sí, empieza por esas horribles marcas —reprocha Haneul señalando su rostro.

—Sobre Jimin, yo…

El sonido de una llamada entrante interrumpe lo que Jungkook estaba intentando decir. Él saca el celular de su bolsillo y contesta de inmediato al ver el identificador de llamada. Haneul deja salir todo el aire contenido. No tiene idea de lo que el chico a su lado quiere preguntarle respecto al chico con quien ha tenido una cita, pero teme no poder mentirle, y terminar por soltar toda la verdad acerca de sus sentimientos hacia él.

—¿Sí? —frunce el ceño—. ¿Ahora? Entiendo, pero estoy... —masculla y cierra los ojos con fuerza—, te digo que entiendo, pero justo ahora... —calla y suspira—, de acuerdo. Sí entiendo. —Niega con la cabeza, frustrado—. Te veo ahí —dice y cuelga.

—¿Todo bien? —Haneul ladea la cabeza.

—Sí, lo siento, pero debo irme. —acuna su rostro y la besa. Haneul lo toma por la cintura atrayéndolo más—. Ven por mí después de clases, te pondré al día de todo lo sucedido.

Vuelve a besarla y se va, dejándola sola. Haneul articula un inaudible adiós y se queda viendo como desaparece en su característica motocicleta.

Jungkook es lindo, tiene un cuerpo de infarto, es atento, cariñoso, protector, es el tipo de chico que toda mujer quiere, ese de los que sueñan tus padres. Lo tiene todo, pero no es «él». No es Jimin. Y a pesar de que al haberlo besado ha cometido el peor error de su vida porque ahora está en medio de dos chicos, no podía perderlo. O tal, no puede permitirse perderse. Jimin es una clase de droga que daña, pero es adictiva hasta matarte. Y Jungkook, él es la cura, siempre lo fue.

⭒❀⭒

Yoongi se levanta con el cuello duro, las malas posiciones para dormir le han causado una horrible tensión. Se muerde el labio inferior cuando intenta moverlo y puntadas comienzan a darle en su espalda y cuello. Sale a la cocina, dispuesto a hacerse un desayuno con toda la lentitud del mundo, ya que es su día libre. Pasa por la puerta de Yeonsoo y las ganas de golpearla para saber si está le pica, pero se contiene. Desde ese día que se propasó con ella no le ha vuelto a dirigir la palabra, y no porque él no quiera, sino, porque ella ha hecho todo lo posible por ignorarlo y mantenerse fuera de la vivienda. Incluso en los entrenamientos, lo pasa por alto, hablando solo con Namjoon, Jin y Jimin.

El apremiante sonido de una llamada entrante lo asusta, saca su celular y contesta abriendo la nevera para ver que va a desayunar.

—¿Yoongi? —La voz de Jimin se hace presente desde el otro lado de la línea.

—¿Mmm? —contesta con pocas ganas. Saca huevos, ramen y carne, para prepararse lo que pueda.—Tenemos que hablar, algo malo está pasando.

—¿Algo malo? —dice irónico Yoongi—. Jimin, por si no te has dado cuenta, toda nuestra vida está mal.

—¡Vaya! Veo que te has levantado con el mejor humor —responde sarcástico. Yoongi rueda los ojos a pesar de que no pueda verlo—. De cualquier forma, estoy llegando a tu casa con Namjoon y SeokJin.

—¿Para qué diablos me llamas si están llegando? —hace una pregunta retórica y cuelga.

La verdad es que se ha levantado con el peor humor: por empezar su cuerpo le duele como el infierno, en definitiva, fue mala idea ir por la noche al almacén a entrenar duro, sacando así todas sus frustraciones, maldiciéndose una y otra vez por atreverse a hacerle algo a Yeonsoo; por haberla asustado. No tenía otra opción, necesitaba que ella se diera cuenta de que puede cuidarse sola. Aunque está seguro de que lo sabe, Yeonsoo es capaz de enfrentarse a cualquiera y no dudar, pero cuando se trata de Hyun, su sistema se paraliza y parece perder el conocimiento de todo lo que pasa a su alrededor.

«¿Qué ha pasado entre ellos para que ella reaccione así?», se pregunta.

«Definitivamente, lo sabes», se recuerda.
La puerta se abre justo a tiempo para evitar que los recuerdos lo torturen una vez más, y escucha las voces de los cuatro amigos acercarse.

—Denme una buena razón para no echarlos ahora mismo de mi casa —masculla Yoongi y mete a su boca una pastilla para el dolor de cabeza.

—Por empezar buenos días amigo mío —dice SeokJin y camina hasta la nevera para sacar agua fresca—, segundo, si estoy muy bien; tercero, creo que Jungkook anda metido en cosas raras.

Las cosas están muy mal para sumarle otro problema en estos momentos.

—¿De qué hablas? —responde ceñudo.

—Hace unas semanas, Jungkook fue a mi departamento y tenía moratones en los brazos, no de eso que te haces cuando te golpeas con algo —dice Jimin sentándose en una silla frente a Yoongi—. Tenía marcas de dedos. Cuando le pregunte simplemente me mintió.

—Yo lo vi hace un par de días golpeado. —Namjoon toma dos palillos y se sienta al lado de Yoongi a comer su comida—. Lo llamé, pero me ignoro y se fue rápido. No estaba solo, había alguien con él.

—¿Y tú? —le dice el pelinegro a SeokJin—. ¿Qué descubriste?, ¿qué viste?

—Nada, pero cuando ello dos me contaron eso no pude evitar relacionarlo con la vez en que Jimin estaba internado y todo lo fuimos a ver. —Se peina el cabello hacia atrás—. ¿Recuerdas?, recibió una llamada y se fue. Parecía nervioso.

—Tal vez solo estamos especulando y no hay de qué preocuparnos.

—Tú una vez me dijiste que en nuestro mundo. —Jimin lo señala—. Cada vez que creemos que algo anda mal es porque anda muy mal.

—¿Qué proponen? —Yoongi libera tensión de su cuello girándolo con cuidado—. Estoy seguro de que no vinieron hasta aquí solo a contarme esto y ya.

—Sigamos a Jungkook —dice Namjoon con la boca llena de comida. Yoongi lo mira asqueado.

—O simplemente le preguntamos —sugiere el pelinegro. Habla despacio y muy ronco.

—Claro, ¿cómo no se nos ha ocurrido? —dice SeokJin sarcástico—. Vaya idea la tuya Yoongi, no sé qué haríamos sin ti.

—Se supone que vamos a seguir a un crío todo el día solo para ver si está metido en algo malo —farfulla Yoongi y se masajea la cien—. ¿Qué si no descubrimos nada?, ¿cuánto tiempo vamos a seguirlo?

—El tiempo que sea necesario. —Jimin frunce los labios—. Tengo el presentimiento que hoy hará algo. Lo invité a comer y no quiso.

—Tal vez no quiere ir contigo. —Yoongi se encoge de hombros y Jimin clava la mirada en el chico de mirada felina que se burla de él.

—Yo también lo invité y me rechazo —dice Nam.

—A mí también. —Se encoge de hombros SeokJin.
Yoongi rueda los ojos al cielo y le marca a Jungkook colocándolo en alta voz. No tiene ganas de perder tiempo en la única persona de todo sus amigos, que tiene una vida normal y hace las cosas de forma correcta. Seguro estos chicos tienen mucho tiempo que perder para imaginar alguna fantasiosa idea de Jungkook metido en problemas.

—Hyung... —responde risueño del otro lado de la línea.

—¡Kookie! —lo llama por el apodo cariñoso que solía usar Chan—. Hoy es mi día libre. Además, juega la selección —dice alegre—. Llame a los chicos, pero todos me rechazaron. Dime que tú no lo harás.

—Lo siento Hyung —se disculpa Jungkook—. No quiero rechazarte, pero tengo trabajo y turno doble hoy. En realidad, no puedo.

Los cuatro amigos se miran entre sí, Jungkook jamás se ha negado a ver un partido de fútbol con Yoongi, ni siquiera cuando al día siguiente tenía un examen importante, incluso pedía que lo reemplacen en el trabajo. En definitiva, algo anda mal.

—¡Por favor! Es la selección. —Yoongi enseria.

—Lo siento Hyung, pero prometo que cuando vuelva a jugar llevaré cervezas —dice rápido—. ¡Jungkook! —se escucha detrás una voz familiar. Yoongi frunce el ceño aún más en alerta—. ¡Voy! —grita en respuesta—. Lo-lo siento Yoongi, debo irme. Adiós —dice rápido y corta.

Es inevitable no notar el nerviosismo de sus palabras. Le gustaría que todo aquello sea más que una mentira, que solo esté en su imaginación y el hecho de que Jungkook no haya querido aceptar la invitación de Yoongi, es por el simple hecho de que tiene cosas importantes que no puede dejarlas para otro momento. No puede permitirse aceptar que Jungkook también se vea envuelto en problemas, no él, no después de todo lo que hizo para mantenerlo a salvo.

—¿Aún le preguntamos? —se burla SeokJin.
—De acuerdo, me cambio y vamos a seguirlo. —Yoongi se levanta y va directo a su habitación.

Luego de que Yoongi estuviera listo, golpeo la puerta de Yeonsoo para avisarle que salía, pero no recibió respuesta, entro a la habitación y la encontró durmiendo. Así que tomo un lápiz, un papel y le escribió una nota. Sabe a la perfección que la pelinegra la tirará a la basura, pero, de cualquier forma, le escribe que sale y no sabe a qué hora volverá.

Se montan en el bocho de Namjoon y se van directo a la universidad. Llegan justo a tiempo para verlo salir de la cafetería y montarse en la motocicleta, lo siguen hasta la empresa donde hace la pasantía y se quedan afuera a esperar a que termine, después de todo solo son dos horas y luego de eso se supone que tiene tiempo libre.

Namjoon, para hacer el momento menos silencioso, le preguntó a Jimin como estuvo su velada. A este se le iluminó la mirada y comenzó a contar a detalle todo lo sucedido. Se sentía feliz.

Yoongi no pudo evitar sentirse celoso de lo afortunado que era Jimin de enamorarse de alguien que le corresponda. De pronto se encuentra pensando en la pelinegra de carácter explosivo. Del beso y del baile. Ojalá si pudiera repetir todas esas cosas, solo para tenerla una vez más cerca de él.

—Dime, ¿qué dijo Hoseok? —pregunta Jin y ríe.

—No está feliz —murmura—. Si no fuera por su madre ya estaría bajo tierra.

—Me llamo —dice Jin sin poder aguantar un ataque de risa—. Me pregunto si yo sabía algo sobre tu cita con Haneul. Le dije que no mientras me comía lo que habían sobrado de la cena que prepare.

Jimin larga una carcajada contagiando a los demás miembros.

—No te preocupes por Hoseok, si Hane te quiere y quiere estar contigo, y tú quieres estar con ella. Lo demás es secundario —dice Yoongi comiendo una hamburguesa desde el asiento del copiloto.

—Ese es el problema, Yoongi —murmura Jimin, con una sonrisa triste—. No sé si puedo estar con ella.

—Jimin —reprocha Jin.

—No, chicos. Estoy envuelto en mierda, ustedes lo saben. Estamos en peligro, no puedo solo permitir que ella entre a este mundo.

—¿Pero lo disfrutaste? —dice Nam, intentando aminorar su dolor.

—Como no tienes idea. La besé, ella me besó, y me obligó a una segunda cita.

—¿Irás? —pregunta Yoongi.

Jimin responde con una sonrisa, pero no dice nada. Aún no está seguro de que ir a esa segunda cita forzada sea la mejor opción, la quiere, le gusta, es todo y más de lo que podría merecer; pero también sabe que a su lado corre peligro. No puede evitar recordar el rostro de Yeonsoo al ser acorralada por Hyun. Imaginar a Haneul en la misma posición lo tortura de sobremanera. Nunca se perdonaría que le pasase algo por su culpa.

Jungkook sale y todos prestan atención al pelinegro. Vuelve a montar su motocicleta, pero antes de arrancar habla por teléfono brevemente y sale. El bocho lo sigue a una distancia prudente, lo suficiente cerca para no perderlo, pero no para que él pueda verlos.

El pelinegro conduce hasta un gimnasio de boxeo.

—¿Qué hace Jungkook aquí? —Namjoon ladea la cabeza y estaciona.

—No lo sé, tal vez preparando hamburguesas —dice sarcástico Jin. Namjoon lo fulmina con la mirada y Jimin ríe a carcajadas—. La pregunta es, ¿por qué está aquí?

—Debo ir a ver. —Yoongi se coloca la capucha de su buzo canguro negro, y se desabrocha el cinturón de seguridad.

—No, si vas ahora Jungkook se enojará con todos nosotros. —Jimin lo detiene—. Esperemos a que se vaya y entramos a preguntar.

Yoongi asiente y se acomoda en el asiento a esperar.
Tres horas y media después, Jungkook sale del lugar.

—Se está yendo —dice Namjoon despertando a sus tres amigos que habían quedado dormidos a la espera. Los tres espabilan rápido y prestan completa atención.

Jungkook sale con el cabello mojado y un bolso colgado de un hombro, está hablando por teléfono. Sonríe y cuelga, tira el bolso a un lado y corre para abrazar a Haneul y levantarla por los aires. Ella ríe y tira la cabeza hacia atrás. Jungkook la deja en el suelo y la toma por la cintura para besarla. Yoongi abre grande los ojos y ve de reojo a Jimin quien tiene la mirada fija en los dos que ahora se besan.

SeokJin carraspea y Namjoon se remueve incómodo, es claro que nadie se esperaba algo así, mucho menos Jimin, no después de hablar de esa manera de ella. Yoongi gira para poder ver bien a su amigo que ahora tiene sus ojos cristalizados y se muerde el labio de abajo tembloroso.

—Jimin... —Yoongi intenta buscar alguna palabra que lo reconforte, pero nada viene a su mente ahora.

—Está a salvo con él, eso importa —dice Jimin con la voz temblorosa. Pestañea varias veces para poder ahuyentar las lágrimas que amenazan con salir y se echa hacia atrás mirando a otro lado—. Puedo ser destruido, si es por ella.

Yoongi vuelve a verla y no puede evitar sentirse más afectado de lo que le gustaría. Haneul estará a salvo con Jungkook, y nadie puede decir lo contrario, pero, sobre todo, su malestar es el hecho de que no puede poner a salvo a Yeonsoo. Siempre estará a en peligro, incluso si él se aleja de su vida.

Ambos se montan en la motocicleta y se van pasando por al lado del auto. El pelinegro de mirada felina mira por el rabillo del ojo la mirada perdida de Jimin que se encuentra sobre el jugueteo nervioso de sus dedos. Toma aire para decir cualquier cosa que le reconforte, pero sabe que nada de lo que diga podrá apaciguar su dolor, por eso, y antes de que los demás comiences un torpe sermón de que probablemente el que Haneul esté con Jungkook sea lo mejor; se baja del carro y entra al gimnasio encontrándose con muchos adolescentes.

—¿Disculpa? —La voz de un hombre lo sobresalta por detrás, Yoongi gira encontrándose con un hombre de casi cincuenta años, bajo y canoso—. ¿Puedo ayudarte en algo?

Yoongi lo mira de pies a cabeza, no tiene apariencia de ser un hombre multimillonario, pero, en definitiva, no es cualquier persona, o al menos eso piensa al ver sus zapatillas de marcas impecables. El pelinegro barre la estancia en una rápida mirada, el techo parece estable, pero viejo, las paredes están manchas y en las esquinas hay uno que otro moho. Los niños que curiosean visten con estropajos sucios y rotos.

«¿Qué demonios haces aquí, Jungkook?» se cuestiona casi con pesadez.

—Vine a ver a Jungkook —masculla—, me dijo que lo buscara.

Yoongi deja las mentiras en el aire, en realidad no sabe cómo conseguir información si ni siquiera sabe qué hace ahí. La idea de que tenga problemas financieros y deba dormir en albergues para subsistir lo aterroriza.

—Acaba de irse, pero me encargaré de decirle que viniste —dice entre suspiros.

—¿Jungkook está durmiendo aquí? —suelta sin poder retener las palabras.

El hombre lo mira de pie a cabeza cruzando los brazos sobre su pecho, es claro que levantó sospechas en ese sujeto, y antes de que su boca suelte alguna otra idiotez saca su cartera y le muestra una foto de Chan, Jungkook y él cuando se conocieron. El hombre asiente y parece relajar sus tensos músculos.

—Somos amigos y estoy algo preocupado por él, ¿podría ayudarme?

—Ese muchacho no habla con nadie, ojalá si pudiera ayudarte —dice decepcionado.

Yoongi sabe que hay más en sus palabras. Cosas que no puede decir, o teme decir.

—¿Sabe si está metido en problemas? —farfulla con pesadez.

El hombre parece dudar en lo que está a punto de decir, y si no fuera porque uno de los niños del lugar comenzó a gritar, Yoongi está seguro que habría conseguido algo más que una negación del sujeto.

—Señor, las cañerías se volvieron a romper —dice el chico, con nerviosismo.

—No puedo ayudarte, lo siento —dice y suspira.
Sus blanquecinos pelos demuestran cuan estresado se encuentra, y por la forma en la que reaccionó ante lo que dijo el chico, debe de ser normal que las cosas se rompan con facilidad.

—¿Puedo ayudarle en algo? —menciona Yoongi y se saca la chamarra, dispuesto a ayudar con el problema.

El hombre vuelve a mirarlo de pie a cabeza, ahora con una mueca extraña en el rostro.

»No sé cuál es tu relación exactamente con Jungkook, pero él es muy querido aquí. Hace servicio comunitario con chicos adolescentes sin hogar es un poco difícil. Nosotros ayudamos a que canalicen su furia aquí, de una manera sana y divertida, además les brindamos comida y cama —dice el hombre mientras son guiados por el niño hasta donde se escucha la cascada de agua caer—. A las personas no les interesa los niños mayores de diez años, solo adoptan los bebés, a quienes pueden controlar —masculla—. La única razón por la que no tomo mis cosas y me voy, es que soy el único sustento de esos niños; ¿quieres ayudarme? Cómprame cañerías nuevas.

Yoongi lo ve con tristeza, parece tan perdido y cansado en su trabajo. Barre las miradas de los niños que rodean el lugar e intentan ayudar sacando el agua; lucen delgados, descuidados y sucios, pero protegidos. Se puede notar a leguas quienes llevan tiempo en el sitio, y quienes acaban de ingresar.

—Me disculpo por mi atrevimiento, si eso es todo por favor retírate que hay mucho que hacer —dice el hombre y le tiende la mano para estrecharla.

El pelinegro saca su chequera y le hace un cheque con una suma que él no tiene, pero Jin sí. De alguna forma debe ayuda. El hombre niega con la cabeza, pero antes de que quite la mano, Yoongi coloca el cheque en su mano y lo mira serio.

—Ojalá pudiera donar más, me aseguraré de volver —formula, hace una reverencia y sale del lugar antes de que el hombre le devuelva en cheque.

Yoongi se va sonriéndole a todos los chicos que encuentra devuelta a la salida. Respira profundo al darse cuenta de que el hermano menor a su difunto amigo, siguió sus pasos a pesar de su dura infancia. Sin embargo, no puede pasar por alto el hecho de que el hombre parecía querer decirle algo. Debe hablar con Jungkook, cuanto antes, pero no está seguro de que esté metido en cosas peligrosas, no él.

—Dime que has encontrado algo para que pueda odiarlo —dice Jimin una vez que Yoongi entra al carro.

—No, hace servicio comunitario para chicos adolescentes sin hogar —responde y frunce los labios.

Jimin aprieta sus manos en puños, pero no dice nada. Intenta mantenerse sereno, aunque todos sepan que está al borde del colapso mental.

—Jin, tienes que pagar una donación. —Yoongi le entrega un papel con la suma.

—¡¿Qué?!

—Saca el dinero de las apuestas —masculla.

—Agradece que he ganado mucho, de lo contrario no podría pagar esta donación ni en diez años. —SeokJin guarda el papel en su bolsillo—. Deberás pelear más para recompensar el dinero.

Namjoon maneja de vuelta a la casa de Yoongi. No han hablado en todo el camino, Jimin se mantuvo neutro mirando hacia la ventana, mientras que Jin hacía cuentas para poder pagar la donación.

Namjoon tarareaba una canción que sonaba en la radio y Yoongi solo miraba por la ventana, preguntándose por qué Jungkook no fue capaz de decirle algo como eso. Tal vez, una parte del castaño no quiere ser comparado con su fallecido hermano. Aunque está seguro, que no les debe explicaciones de nada, después de todo, Jungkook sabe que los miembros solo lo acogieron a él por alguna deuda con su hermano.

También se cuestionó sobre la familia de Yeonsoo. Sabe que los demás miembros tuvieron una vida difícil, y ni siquiera sabe los detalles de estas, pero no tiene ni la remota idea de donde está la de la pelinegra. Desde que la conoce siempre estuvo al lado de Hyun, y escuchó que mucho antes de eso. La idea de que ella tuviera que vivir como esos niños lo tortura.

Al llegar entran los cuatro amigos, dispuestos a beber todo el alcohol que entre en su cuerpo, y así lo hacen, compran unas ocho botellas de soju y cervezas. Intentando apaciguar todo lo vivido en un solo día.

—¿Se divierten sin mí? —dice Yeonsoo, apareciendo por el pasillo. Los mira con el ceño fruncido al ver lo destruido que se ven todos—. ¿Qué sucede?

—Juega conmigo —murmura Jimin totalmente ebrio—. ¿Por qué?, ¿por qué soy el chico «malo»?, ¿por qué es divertido pasar el rato con alguien que no tiene estudio y va a rehabilitación?

—¿De qué hablas? —La preocupación de Yeonsoo aumenta.

—Yo no la invité, ella apareció y se metió en mi vida cuando ya la había despedido, ¿por qué quería salir conmigo si ya tenía a Jungkook? —dice Jimin arrastrando las palabras—. Él es guapo, tiene estudios, su futuro, hace servicio comunitario, tiene pasantías del trabajo. ¿Por qué creí que ella se fijaría en mí teniéndolo a él?

—Es una imbécil, cariño. —Yeonsoo se inclina para llegarle a Jimin, su corazón se encoge al ver lo destruido que se está—. Juro que le meteré una bala en la cabeza.

—No lo hagas, si algo le pasa mi mundo se derrumba.

—Ay, Jimin. —Yeonsoo gira a ver a los demás. Yoongi intenta mantener su cabeza recta, pero se tambalea, Jin se encuentra dormido sobre la mesa y Namjoon está sentado en el suelo contra la pared tomando sin parar—. ¿Todo esto es por ella?

—Esto... —Yoongi levanta una botella de soju arrastrando las palabras—. No es por ella. Es por ti. Yeonsoo lo mira triste, no puede entender como alguien puede afectar a tal punto de destruir de esa manera, tan triste y lamentable.

—Hijos de puta. —Ella mira de nuevo la escena—. Tendría que dejarlos revolcarse en su propia miseria —farfulla y niega con la cabeza, toma su celular y marca el número de la única persona que puede ayudarle en estos momentos.

—¿Hola? —dice Hoseok desde el otro lado.

—Cariño, tus amigos se han bebido la vida entera —murmura preocupada y triste.

—Pero si apenas son las cinco de la tarde —dice incrédulo Hoseok.

—Lo sé, trae a Taehyung y ven a buscarlos antes de que les meta una bala en la cabeza —suelta, resopla y corta—. Jamás dejes que alguien te destruya así —dice Yeonsoo acunando el rostro de Jimin. Este hace un puchero inocente y comienza a llorar.

—No es ella, Yeonsoo —dice y solloza, ella lo abraza y niega con la cabeza—. Soy yo, ¿no lo entiendes?, jamás podría estar con alguien como ella, soy una simple basura.

—No lo eres —murmura en respuesta lo obliga a verle—. Nunca digas eso, vales mucho.

Jimin no responde, solo llora contra el pecho de Yeonsoo aferrándose aún más a ella. Yoongi la mira sin decir nada. Conociendo un lado que nunca pensó que alguien como ella podría tener. Un nudo se forma en su garganta, quiere abrazarla, quiere poder sanar sus heridas de años.

La puerta se abre y entra Taehyung y Hoseok, fruncen el ceño al ver la escena. Ella niega y se encogen de hombros sin saber qué contestar a su pregunta implícita. Con ayuda de Tae, Hoseok carga a Jin hasta el auto y vuelven por Namjoon repitiendo lo mismo.

—¡Demonios!, ¿qué comes que pesas tanto? —se queja Hoseok.

—Tae —lo llama Yeonsoo—, por lo que entiendo, Haneul está saliendo con alguien más y Jimin los vio. Por favor quédate con él esta noche —dice bajo—. Tengo que cuidar a Yoongi, pero mañana pasaré por su casa.

Tae asiente y se va cargando a Jimin. Yeonsoo suspira y cierra la puerta a sus espaldas, entonces cuando se arma de valor para enfrentar a Yoongi y llevarlo a su cuarto, los pálidos y tensos brazos del chico de mirada felina, la envuelven como una manta inmovilizándola. La pelinegra abre los ojos en sorpresa incapaz de moverse.

—Lo siento, Yeonsoo —dice al borde del llanto—. Lamento no haber estado ahí para ti, lamento que todas esas noches hayas esperado por una familia que nunca llegaría, lamento tanto tu infancia.

Las lágrimas ya comenzaron a deslizarse por la mejilla de la pelinegra. No entiende a qué vino aquellas palabras, ni por qué de pronto él se encuentra en ese estado, pero su corazón ha comenzado a latir con tanta fuerza que teme que salga de su cuerpo. Se siente expuesta y diminuta, sin embargo, el abrazo del chico frente a ella no la deja caer.

—Lo siento tanto…














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