20
Jimin vuelve a mirarse en el espejo sintiéndose incómodo con el traje que lleva puesto. Después de salir de casa de Yoongi fueron directo a casa de Hoseok, claro que solo entró Taehyung para que Haneul no lo vea. Le pidió prestado un traje y Hoseok sin preguntar para qué lo necesitaba le dio al menos tres para tener opciones.
Taehyung lo ha obligado a darse al menos dos duchas por las manchas que tenía en las manos y en el rostro. Y ahora se encuentra probando el tercer traje con el ceño fruncido, ya que le queda un poco largo de las mangas.
-No creo que este sea el indicado -murmura Jimin y gira de nuevo con los labios fruncidos.
-Eso has dicho de los dos anteriores. -Tae toma un pote de helado y comienza a comer-. A menos que quieras ir desnudo o con cualquier trapo que tienes de ropa, deberás elegir uno ahora.
-Es que no me siento cómodo con este. -Jimin se saca el saco y lo deja de lado-. Supongo que me pondré el negro con camisa roja. -Elige el segundo traje-. Solo espero que Haneul no se dé cuenta de que en realidad es de Hoseok.
-Si se da cuenta, entonces no es para ti -bromea Tae y come desde el sofá-. Mira la hora, al menos falta media hora para las ocho, ya deberías estar partiendo.
Jimin suspira profundo, intentando apaciguar los nervios que se forman en su estómago que lo descomponen. Libera un poco de tensión de su cuello girándolo un poco. La idea de ser rechazado no lo deja continuar, sobre todo, porque por la mañana había confesado su amor de años hacia uno de sus mejores amigos. Sabe que no es buena idea lo que está a punto de hacer, y aun así se atreve a arriesgarse.
-Tranquilo, Jimin. -Tae sonríe ante la imagen de su amigo aterrorizado-. Es solo una chica más.
-No, no lo es.
Jimin vuelve a mirarse al espejo luego de colocarse la camisa rojo carmesí y el saco negro mate. Peina una vez más su cabello hacia atrás y se rocía un poco colonia que le prestó Jin. Se muerde el labio enrojeciéndolo. Todo puede irse al caño y eso lo carcome por dentro. No tendrá otra oportunidad, debe hacerlo bien.
-Acabo de llamar a Jin, dice que están yendo al almacén, dejarán la comida en un refrigerio para que conserve el calor. -Tae guarda su celular-. Ya vete.
-Gracias -susurra Jimin sonriente.
El castaño sonríe ante su reflejo y asiente. Debe acallar esa voz que le susurra lo torpe y peligroso que es involucrarse con la menuda castaña de sonrisa encantadora. Tal vez, una parte de él quiere fingir que en realidad el peligro no toca a su puerta a diario y que en realidad puede tener una bonita y tranquila historia de amor, al menos por una noche.
-¡Oh espera! -chilla Tae, corre hasta la cocina antes de que Jimin atraviese la puerta-. Toma las llaves de Namjoon y esto. -Le tiende una rosa blanca con un pequeño mono rojo en el tallo hecho de seda.
-¿De dónde sacaste la rosa? -dice divertido Jimin.
-Se la robé a mi vecina -murmura-. No te preocupes, tiene más -menciona y hace un mohín para restarle importancia.
-¿Por qué blanca?
-Por qué no tenía más, ahora búscate algún significado o busca en internet, ¡No lo sé! -Tira los brazos al aire.
Jimin asiente y le agradece con la mirada, no puede obviar el hecho de que su amigo puede ser más romántico de lo que pensaba. Todo ha sido su idea.
Taehyung se despide desde la puerta del edificio donde vive Jimin y se va, mientras este arranca el auto directo a la casa de la castaña.
Todo el viaje sus nervios le juegan en contra, de pronto se encuentra reflexionando si en realidad es buena idea, tal vez con esto ella por fin se dé cuenta los sentimientos que él tiene hacia ella, pero ¿Y si Taehyung tiene razón? Tal vez ella no le corresponda de la misma manera, tal vez ni siquiera gusta de él, puede ser un simple capricho, porque amores como los de años, no se van tan fácil, no por nadie. Los pensamientos negativos comienzan a crecer de una manera inesperada, tanto que Jimin para frente en a un semáforo en rojo y se plantea si aún está a tiempo de regresar a su casa, sacarse toda esa ropa ridícula y recostarse en su cama a mirar alguna película.
Sin embargo, el bocinazo de un auto lo saca de ensimismamiento y se obliga a continuar, ha involucrado a suficientes personas como para echarse atrás. Sus manos sudan y su cuerpo se envuelve en un leve temblor. Ni siquiera pensar en Hyun le causa tanto pavor como lo siente ahora.
Estaciona frente la casa de Hane y respira profundo unas tres veces, infla su pecho con suficiente aire para largarlo despacio, debe tranquilizar el ritmo de su acelerado corazón o de alguna forma terminará por salirse de su pecho. Se seca el sudor de las manos con un trapo que hay en la parte de atrás y vuelve a mirarse en el espejo retrovisor.
-Te lo mereces, no eres mala persona. Tú puedes -se dice a sí mismo en voz alta.
Mira la puerta marrón de la casa. Tal vez ellos no están destinados a tener una larga y bonita relación, pero fingirá que esta noche no hay un psicópata detrás de ellos intentando matarlos, que puede tener una cita con una dulce mujer.
Sale del carro sosteniendo la rosa entre sus dedos y toca el timbre.
La puerta se abre y ve a una hermosa mujer de al menos cincuenta años con los mismos rasgos que Hane, con una sonrisa radiante y una mirada dulce, su estatura diminuta muestra que en realidad Hoseok heredó la altura de su padre.
-Tú no eres Jungkook -formula la madre y lo mira de pie a cabeza con una sonrisa en su rostro.
Una parte de él siente recelo al sentir el nombre de su amigo. No es cualquier persona el pelinegro, no es solo un nombre en la boca de las personas; Jungkook es alguien presente en la vida de la castaña y de toda su familia. La aparición de Jimin no es tan importante como le gustaría, y aunque una ola de celos lo invade, no puede negar que es mejor así. Después de esta noche duda volver a sentirla.
-Hola. -Hace una reverencia-. Soy Park Jimin y vine a buscar a Haneul -murmura nervioso.
La mujer le regala una sonrisa dulce y asiente.
-Voy a buscarla -expresa y gira sobre su propio eje desapareciendo de la entrada.
Dejando la puerta entreabierta y es entonces que Jimin saca todo el aire contenido de su pecho y gira sobre su lugar intentando tranquilizar su nervioso cuerpo que tiembla.
-¿Jimin? -manifiesta esa voz que tanto temía encontrar.
-Hola, Hoseok -farfulla y sonríe forzado.
-¿Qué hace aquí? -declara ceñudo y sale de la casa-. ¿Me trajiste una rosa? -se burla Hoseok y estira la mano para recibirla.
-De hecho... vengo por tu hermana -responde a duras penas.
Hoseok enseria por completo y es lo único que necesita Jimin para que los nervios se apoderen por completo de su sistema. Quiere girar sobre su propio eje y salir de ahí cuanto antes posible.
-Por supuesto que no. Vete -articula serio. Jimin traga duro.
-Solo quiero agradecer lo que ha hecho por mí...
-Lárgate. -Hoseok intenta cerrar la puerta.
-Jung Ho-Seok, ¿qué demonios crees que haces? -expresa ella detrás de él.
La madre de Hoseok abre la puerta de un sopetón fulminándolo con la mirada, Jimin no puede evitar sonreír al observar que la mujer sabe imponerse y deja toda la dulzura de lado; tal como su hija.
-Él... -intenta hablar Hoseok, pero la madre lo interrumpe.
-Él es Jimin, y es la cita de hoy de tu hermana -habla seria y firme-. Cariño, Hane bajará en un momento, espérala. Pasa que hace frío.
Jimin asiente y entra esquivando la mirada amenazante de su amigo quien seguro tendrá otro sermón más tarde de parte de él, sin embargo, ahora solo quiere contemplar a Hane e ir al lugar que tanto se esmeró en limpiar.
Haneul mira la hora en su reloj de mesa, son las siete y Jimin vendrá por ella cerca de las ocho. Aunque no está segura de que lo haga, pues lo abordó con demasiada insistencia y poco taco. Tal vez él lo tomó como una broma de una borracha con el corazón roto. De cualquier forma y con la esperanza de que el castaño de ojos pequeños le corresponda, sé levanta y con mucha pereza entra a baño a darse una ducha corta. Al salir se sienta frente al espejo examinando su rostro demacrado y descuidado, sabe que, si Jimin llegase a buscarle, la llevará a un local por lo que no se va a esmerar tanto en cambiarse, a pesar de que en otra ocasión hubiera estado muy emocionada con la invitación forzada, ahora solo lo toma como un escape a sus pensamientos tortuoso que no la dejan. Alisa su cabello con el alisador de cabello, ya que a pesar de que no va a esforzarse en su vestimenta y maquillaje, al menos su cabello lo quiere bien.
Coloca un poco de corrector de ojeras, riza sus pestañas y luego le coloca una capa de máscara. Coloca un brillo en sus labios y se mira en el espejo, su triste mirada aún está presente, pero no puede hacer mucho, no tiene muchas ganas de salir.
Toma de su closet unos pantalones básicos de mezclilla azules y uno tenis blancos, arriba se coloca una playera básica blanca manga larga, encima un buzo canguro grande y toma uno de sus sacos deportivos para colocárselo encima cuando venga a buscarla. Toma un gorro de lana y se lo coloca.
Dos golpes suaves suenan en la puerta y se asoma su madre con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hija, te busca... -calla y la examina a detalle-. ¿Así irás a tu cita?
-Sí -murmura y vuelve a mirarse al espejo aprobando su conjunto.
-El chico de abajo, está de traje. Tiene un hermoso peinado y huele delicioso -dice la madre y se cruza de brazos.
Haneul relaja su rostro a uno burlón, sabe que Jimin no podría aparecer de esa manera. No parece ser la clase de chico romántico, mucho menos uno de traje. Conoce su closet, y nunca vio un solo saco. Con una sonrisa casi divertida se asoma por la puerta que da directo a las escaleras, donde finaliza justo frente a la puerta de entrada. Su rostro se envuelve en pánico al observar la apariencia de Jimin.
No puede evitar sonreír al comprobar lo hermoso que se encuentra, en traje negro y camisa roja, con su cabello peinado hacia atrás. Se puede notar lo nervioso y ansioso que se encuentra por la forma en la que se mueve. Su vista es tapada por la anatomía de Hoseok.
-Anda Mamá, Hoseok va a espantar a Jimin -dice Hane y vuelve a la habitación-. Invítale algo que voy a cambiar mi ropa -murmura ella mientras se despoja de las prendas que cubren su cuerpo.
Los nervios comienzan a crecer en su interior. Nunca pensó que Jimin podría tomar su invitación forzada en serio. Sin poder evitar, pega un grito de euforia por lo bajo para que nadie logre escucharla. Saca de su closet un vestido pegado al cuerpo de color negro de manga larga, se coloca medias finas para no morir de frío y toma unas botas de tacón fino negro con encaje. Alisa su cabello de nuevo y coloca un poco de rubor en las mejillas. Hace un delineado fino y negro sobre sus ojos y se pinta los labios un poco más rojos de lo normal. Toma la colonia que Jungkook le regalo para su cumpleaños y se rocía un poco en las muñecas, en el pliegue del codo, detrás de las orejas y un poco en su pecho.
Respira profundo normalizando su respiración y toma un saco elegante y abrigado del closet color rojo, y, al final, sale.
Camina a paso lento intentando no ponerse más nerviosa de lo que ya se encuentra. Al llegar al pasillo ve de frente a Jimin quien queda perplejo al verla, ella aprovecha eso y camina aún más sensual en su dirección.
-¡Woah! Yo... -dice Jimin-. ¡Woah!
-Tú también te ves increíble -responde Hane a su torpe coqueteo, y sonríe de lado.
-Lo sé -murmura la madre detrás de ella.
Hane gira avergonzada y observa como su madre, su padre y Hoseok que los miran, claro que sus padres sonríen ante la escena, mientras que Hoseok intenta matar con la mirada a Jimin. No puede evitar sentirse como una pequeña niña.
-Ya me voy. -Hane se coloca el saco y toma del brazo a Jimin para poder irse.
Despide con la mano a sus padres ignorando por completo la cara de desaprobación de su hermano y sale cerrando la puerta. Sabe que, a su regreso, Hoseok la va a llenar de palabras en un extenso sermón del que no entenderá absolutamente nada; y aunque eso no le molesta en absoluto, sabe que le hará preguntas acerca de cómo Jimin terminó en su puerta para ir a una cita con ella, y decirle que en realidad ella lo obligó no parece una buena idea.
»Lamento eso -musita Hane una vez en el auto.
-Está bien -responde Jimin-. Te traje esto.
Le tiende una rosa blanca con un moño de seda roja en el tallo.
El corazón de Haneul se encoge ante tal gesto, no puede evitar sentir calor recorrer su cuerpo. Hacía mucho tiempo que alguien no le regalaba una flor, y a pesar de no ser muy fans de ese tipo de regalos, la manera en que Jimin se la ha entregado, el brillo de sus ojos, el cariño de su voz, hace que una simple flor se convierta en mucho más que eso.
-¿Por qué blanca? -Ella la toma y la huele, es fresca y su olor es suave.
Jimin traga duro. No sería adecuado decirle que en realidad se la robó Taehyung a su vecina, pero tampoco está seguro de que decirle la verdad sea lo correcto. Y aunque una lucha interna comienza a crecer en su interior, se convence de que mentirle no es lo mejor, después de todo, buscó el significado en internet y podría endulzarle el oído con frases románticas sacadas de la web. Sin embargo, no lo hace, y antes de que las palabras incorrectas abandonen su boca, se encoge de hombros y abre la puerta del carro.
La música de la radio es baja y tranquila. No hablan en lo absoluto, no hay necesidad de que lo hagan, ambos se sienten cómodos con la sinfonía de fondo mientras que Jimin conduce por las calles de Seúl directo a un lugar que ella desconoce. Él no ha soltado su mano en ningún momento y a pesar de que es extraño, no quiere que lo haga. De hecho, le gustaría que la sostenga así por mucho tiempo, todo el que sea posible.
Jimin comienza a sentir cómo el malestar crece en su interior. No puede sacar de su cabeza aquella voz que le advierte. Sabe que hay demasiada mierda en su vida como para que permitirse que Haneul se embarre de ella.
«Solo por esta noche, solo por hoy finjamos ser alguien más... por favor», piensa melancólico.
El ceño de Haneul se frunce al ver que Jimin se mete por calles desiertas.
-Tranquila, es sitio al que voy con frecuencia -murmura con tranquilidad para a darle un beso en el dorso de su mano, trasmitiéndole paz.
Ella asiente confiando en él, porque no puede hacer otra cosa.
Al llegar Haneul se siente incómoda, el paraje está por completo desierto, y frente a ella hay un almacén abandonado. Ella vuelve a fruncir el ceño, pero se obliga a caminar dentro del lugar siendo guiada por Jimin que aún sostiene su mano.
Sus ojos se cristalizan cuando entra al abandonado sitio. Frente a ella, hay dos sofás con mantas encima y una fogata en medio, una mesa redonda se encuentra al costado de estos con un mantel rojo, en el centro una pequeña lámpara blanca en forma de luna; encima de todo, como si fuera navidad, hay colgadas luces pequeñas.
-Jimin... -dice y se tapa la boca de lo sorprendida que se encuentra.
-¿Es demasiado? -Jimin habla un poco por lo bajo.
Hane gira a verlo y puede ver ese brillo en sus ojos. Asiente con frenesí incapaz de confiar en su voz, está tan emocionada como para llorar. Nadie se había tomado el trabajo de hacer algo así por ella, nunca. No puede sentirse más avergonzada por la forma en que le habló, pero, sobre todo, por la forma en que prácticamente lo obligó a salir con ella. Ni siquiera parece que fue de ese modo. Jimin se ha tomado el trabajo de preparar todo para su comodidad, y aunque le gustaría negarlo, nadie haría algo así, por nadie. Jimin le quiere, tal vez no como a ella le gustaría, tal vez, mucho menos de lo que ella en realidad lo quiere; no obstante, lo hace, y eso es suficiente por esta noche.
-Sé que el lugar parece sospechoso, sin embargo, no tenía otra opción -musita Jimin y la guía hasta la mesa. Coloca sus manos en los hombros de ella para retirarle el saco con mucho cuidado y ella sede sin dejar de ver a detalles el sitio-. Prometo que la próxima vez, será en un restaurante elegante.
-Esto es perfecto -lo interrumpe. Gira sobre su propio eje para encararlo y, a pesar de tener tacos puestos, no llega a su altura-. Ningún restaurante de esta ciudad se compara con esto. Es... perfecto.
Haneul sonríe y las ganas de besarlo comienzan a crecer de forma bestial en su interior, sin embargo, se contiene. No es tiempo de hacerlo; aún.
Jimin sostiene su silla mientras ella toma asiento. Camina hasta un pequeño refrigerio donde, él sonríe amplio, y saca dos platos de porcelana blanca que seguro Jin le prestó, unos cubiertos de plata y copas de vidrio. Acomoda las cosas en la mesa y vuelve por una botella de vino y la comida.
Jimin vierte un poco de vino en la coma de su acompañante y luego en la de él.
-Salud -dice Hane levantando la copa.
-¿Por qué brindamos?
-Por nosotros -murmura ella y se muerde el labio inferior, avergonzada.
Jimin sonríe amplio y ambos toman un poco de vino luego de chocar sus copas.
La noche comienza a marchar de manera divertida y lenta, las risas y las conversaciones triviales son el alma de la cena. Después de los largos elogio sobre lo deliciosa que estaba la comida y Jimin terminó por revelar la verdad, admitió así, que sus amigos le habían ayudado más de lo que él creía. Haneul solo se burló mencionando que, la comida que él suele preparar, es tóxica para cualquiera.
La castaña intentó averiguar tanto como podía sobre el pasado de Jimin, y aunque en otra ocasión él no hubiese tenido problema de contarlo, en ese momento no se sentía cómo para revelar su triste pasado. No quería arruinar el ambiente. Ha visto la reacción de las personas cuando él suelta pequeños fragmentos de lo que vivió de pequeño, y no quiere que Haneul lo vea de esa manera, no ella. Por eso, y para no ignorar sus preguntas, simplemente mintió manifestando que tuvo una aburrida vida como cualquier otro, pero ella no le creyó y él lo sabía. Sin embargo, agradeció que no insistiera.
Haneul comenzó hablando sobre su aburrida niñez, desde los actos escolares donde participaba hasta los talleres extracurriculares a los que iba por su madre. Admitió que nunca pusieron demasiada presión sobre sus hombros, sin embargo, solían proponerle muchas cosas interesantes, decía su padre. Hoseok fue el primero en poner un alto a las tareas que sus padres ponían sobre los hombros de su hermana, y finalmente, cuando ella pudo mencionarles que les gustaba y que no, tuvo la decisión de dejar aquellas horas que odiaba tanto. La secundaria no fue más que aburrida, por supuesto que intentó no hablar tanto de su historia con Jungkook, después de todo, involucrarlo en la conversación traería preguntas e incomodidades que son innecesarias.
Luego de eso sacan el postre que es frutillas con crema. Jimin toma un poco de confianza, dispuesto a dar un paso más con ella. Él le ofrece continuar su plática y comenzar en el sofá. Ella toma su copa de vino y la llena para acompañar a Jimin.
-¿Por qué eres amigo de Jungkook? -pregunta Hane sentándose.
-En realidad era amigo de su hermano -menciona Jimin un tanto sorprendido por la pregunta-, cuando murió tome la responsabilidad de él, supongo.
-¿Qué haces para vivir? -formula ella un poco avergonzada por su pregunta-. No es que quiera ser soplona ni nada por el estilo, solo tengo curiosidad.
-Trabajo en el bar en el que me encontraste, un restaurante y a veces otro tipo de cosas.
-¿Otro tipo de cosas? -murmura incómoda-. ¿Cosas peligrosas?
-Parezco del tipo que hace cosas peligrosas, ¿para ti? -farfulla.
-No lo sé, eres amigo de mi hermano y de Hoseok, no creo que seas malo.
-Puedo ser bueno, y estar involucrado hasta la médula de cosas peligrosas -masculla, con recelo.
No puede evitar pensar en sus amigos, las peleas y en todo lo que provocó por su adicción. Jimin tensa la mandíbula sintiendo el enojo crecer en su interior. De pronto se siente inútil al estar en una cita cuando sus amigos entrenan a diario para pelear en un torneo ilegal, arriesgando sus vidas.
Haneul deja la copa de vino a un lado y toma la mano de Jimin, que se encuentra sobre su pierna, hecha un puño. No es tonta, sabe que el chico frente a ella tiene más secretos de los que le gustaría, inclusive, que puede ser más peligroso de lo que su mente le permite. Pero no puede escapar, no ahora, no cuando ha pasado tanto tiempo con él.
Jimin fija la mirada en ella, entonces, Haneul acuna su rostro.
-No te creo -murmura ella cerca del rostro del castaño, entonces, une sus labios.
Sin embargo, él no le corresponde. No puede hacerlo, porque sabe que ella está equivocada, y aunque le gustaría ponerse de pie y llevarla a casa de nuevo, no puede. Sus labios rojizos sabor a Vino tinto le ha dejado acelerado el corazón. Por eso, y antes de que la castaña se aleje por completo de él, deja la copa de vino a un lado y acuna el rostro de Haneul con ambas manos. Se acerca lo suficiente para rozar sus labios, no obstante, no se acerca más. No sin esperar una repuesta de parte de ella.
Hane lo toma de la cintura y termina por acortar el espacio que los separa, uniendo sus labios. El beso es tierno, es suave y está lleno de sentimientos encontrados.
Jimin no puede evitar atraerla más, y ella sede. Haneul no puede sentirse mejor de lo que se ha sentido en mucho tiempo, los labios de Jimin la reviven de una forma dulce, diciéndole de alguna forma que la quiere y que no importa lo que pase después, él estará esperando por ella.
Ambos se separan en busca de aire y se miran directamente a los ojos, sonriendo. Como si se tratara de una necesidad, vuelven a unir sus labios sonriendo entre besos. Llenando sus cuerpos de sentimientos y de caricias.
Haneul se baja del auto luego de al menos quince minutos de besar a Jimin, no quería volver, no quería dejar esa cálida anatomía y esos dulces y suaves besos. Pero ya se estaba haciendo tarde.
Camina hasta la entrada y antes de entrar mira hacia atrás. Jimin está recargado en la puerta del copiloto con los brazos cruzados en el pecho, las piernas cruzadas y una sonrisa de oreja a oreja. Haneul ríe ante la boca roja que tiene Jimin, producto de su lápiz labial.
-Gracias por todo -murmura Jimin, aminorando la sonrisa.
-¿Por qué parece que te estás despidiendo? -bromea ella.
Jimin no responde, y la felicidad que comenzaba a crecer por los pies de Haneul comienza a apagarse. Él se está despidiendo, porque no quiere verle más, o tal vez, porque no puede verle más. Y aunque la segunda opción es la más razonable y posible, no se lo puede permitir. No después de probar sus labios, no después de la noche que le dio.
-No puedes simplemente desaparecer -dice ofendida.
-Haneul, yo...
-Te veré luego, ¿de acuerdo? -lo interrumpe, y se abre paso entre sus brazos que le rodean la cintura con calidez.
-¿Así será? ¿Vas a obligarme a salir contigo? -murmura él en una mezcla de nostalgia y diversión.
-Sí -afirma con el mentón en alto.
Eleva su altura un poco con sus pies para poder besar sus labios. Habla despacio y dulce sobre los labios de ella.
-¿A qué le temes? -suelta ella.
-¿Qué? -Jimin frunce el ceño ante tal pregunta.
-Algo te detiene a sentirte cómodo conmigo, pero aun así lo intentas -farfulla-. ¿Qué te tiene tan aterrado?
Jimin se tensa y su postura relajada cambia a una más defensiva. Quiere separarse del pequeño cuerpo de su compañera, sin embargo, ella se aferra a su camisa con sus manitas.
-Debo entrar -dice nerviosa-. Te veo el sábado, en tu casa. Pediremos comida y buscaremos alguna trilogía para ver.
-Haneul...
-Adiós, Jimin -expresa la castaña para besar sus labios y correr a la entrada de su casa.
No puede darle tiempo de replicar, porque si se atreve a hacerlo, Jimin terminará con su felicidad con dos palabras. Y todavía no puede, necesita un poco más de él antes de enfrentarse a la cruel realidad que envuelve al castaño y a sus amigos. Aunque admitir que está involucrado que cosas peligrosas, es aceptar que su hermano también lo está, y no está lista para eso. Hoseok actúa como siempre lo hizo, sus padres aún creen que es el hijo prodigio; si se llegasen a enterar de lo que en realidad sucede en su alrededor, no puede imaginarse de lo que serían capaz.
Le hace una seña y entra a su casa antes de que sus acciones la traicionen y corra de nuevo a los brazos del castaño.
-¿Qué pasó? -Hoseok la sorprende, al otro lado del lumbral.
-¡Jesús! -Haneul se toma el pecho sintiendo su corazón latir con fuerza-. Vas a matarme.
-Te pregunté algo -espeta, la seriedad con la que habla Hoseok da miedo, pero Haneul no se deja intimidar.
-No te diré nada, es mi vida -dice ella sacándose los zapatos y el abrigo.
-Él es mi amigo, lo conozco mejor que tú. -Hoseok la persigue por los pasillos de la casa-. De seguro te llevo a un lugar barato y peligroso.
-Para nada, me hizo una velada muy bonita. -Haneul gira para encararlo en la entrada de la habitación de ella-. ¿Ya vez como no lo conoces? -Sonríe forzosamente y cierra la puerta dejando a Hoseok con las palabras en la boca.
Ella se despoja de toda su ropa y la cambia por un pantalón de franela, su buzo de canguro rosa y sus tenis. Se recarga contra la puerta, no puede creer que haya obligado a Jimin una vez más para que saliera con ella. Pero no puede evitar sonreír ante los recuerdos recientes de sus carnosos y suaves labios contra los de ella. La forma tan dulce de morder, y los delicados y casi sutiles mordidas que le daba en su labio interior. Le gusta. Park Jimin le gusta más de lo que puede admitir.
La vibración de su teléfono contra su piel la saca de su ensimismamiento. Debe pasar por la farmacia. En la velada había sonado su teléfono recordándole que en dos días aparecería su periodo y no tiene toallas sanitarias o tampones, y antes de que se olvide debe comprar.
Vuelve a salir de la habitación.
-Haneul -insiste Hoseok y la persigue.
Ella se coloca las zapatillas en la entrada de la casa y sale sin dejar que su hermano comience un sermón que no terminará por días.
Camina directo a su farmacia regular. Comienza a juguetear con los mechones de su cabello sin poder evitar sonreír cómo idiota. Se siente feliz, se siente tranquila y en paz. Jimin le provoca tranquilidad y nerviosismo al mismo tiempo. Su mente le juega en contra, recordándole que solo puede ignorar la verdad un poco más, y luego alejarse por completo. Haneul decide alejar todos sus pensamientos y guardarlos en una caja que no abrirá por un tiempo, y así entra a la farmacia. Va directo a la sección de productos sanitarios femeninos encontrándose con la última persona que querría ver.
-Hola, cariño -dice ella mirándola de pies a cabeza.
-Hola, Yeonsoo. -Haneul suspira al recordar que Jimin dejo en claro que Yeonsoo y él jamás, ni por un segundo, tuvieron algo más allá de una simple amistad.
-Te ves feliz -masculla la pelinegra sin mirarla, leyendo un paquete.
-Tuve una cita con Jimin -murmura Haneul sin evitar sonreír-. Y lo besé
-¡Woah! -menciona ella y la mira-. ¿Besa rico?
-Como no tienes idea. -Haneul mira al techo eufórica.
-¿Te divertiste?
-Por supuesto que sí, ha sido la mejor velada en toda mi vida. -Haneul toma un paquete de toallas sanitarias y otro de tampones.
-¿Y él? -Yeonsoo la mira ladeando la cabeza con media sonrisa.
Por primera vez, cree que la chica frente a ella no es lo que creía, incluso puede ser amable y atenta. Tal vez se equivocó, y la paranoia sobre alguna clase de mafia y armas que comenzaba a crear su mente solo era eso, una fantasía producto de una incontable cantidad de películas. Tal vez, Jimin nada más ha tenido problemas de dinero.
-Él... No lo sé, espero que también. Nos vamos a volver a ver y...
-¡Oh no! -le interrumpe ella y ríe irónica.
-¿Qué? -murmura confundida Haneul.
-No lo volverás a ver. -Sonríe forzosa Yeonsoo.
-¿Disculpa? -Poco a poco la sonrisa en el rostro de Haneul va desapareciendo.
-¿A caso todo lo que te dije no entró en tu diminuto cerebro? Pensé que eras más lista. -masculla.
La mira de pies a cabeza y ríe seca. Le pasa por el lado directo a la caja registradora.
Haneul mira un punto fijo en el suelo, como si la chica que acaba de pasarle fuera alguien importante y le hubiese abofeteado.
«Es importante para Jimin, lo sabes», se recuerda.
Con el corazón martillando contra su pecho, Haneul gira sobre su propio eje, pero Yeonsoo ya salió de la tienda por lo que deja lo que tomo en la estantería y sale corriendo hacia afuera, en busca de la menuda pelinegra, sin poder dejar la conversación así la sigue sin comprar nada hasta afuera.
-¡Espera! -Haneul la detiene de brazo-. ¿Quién demonios te crees que eres para decidir sobre la vida de los demás?
-¡Vaya! Sabes maldecir -dice burlona Yeonsoo-. Primero -farfulla y la encara. Toda la valentía que acumuló para poder enfrentarla de esa manera se esfuma con una sola mirada de Yeonsoo. Haneul retrocede hasta quedar pegada contra la pared.
»No vuelvas a tocarme ni hablarme de esa manera; segundo, soy la hija de puta que va a meter una bala en la cabeza si te acercas a Jimin otra vez -manifiesta cerca de su rostro.
-¿Por qué te empeñas en alejarme de él? -Haneul está al borde del llanto-. No me conoces.
Ya perdió la cuenta de cuantas personas le han impedido salir con él.
Hoseok, Yeonsoo, incluso Jimin y ella misma lo hizo. No entiende por qué se empeña en seguir buscando la forma de pasar tiempo con el castaño.
-¿Quieres saber por qué? -Yeonsoo traga duro-. Porque cuando veas la verdad de todo lo que lo rodea, cuando la estupidez del amor se te vaya de la cabeza -menciona señalando con fuerza la cabeza de Haneul-. Vas a huir, lo vas a dejar como todos lo hacen. Y te voy a buscar por todos los rincones del planeta para torturarte. No conoces su historia, no sabes por qué alguien como él está relacionado con alguien como yo, no sabes por qué mira hacia los dos lados siempre, ni siquiera sabes por qué carga consigo un arma. -Haneul abre los ojos sorprendidos-. ¿Lo ves? No lo conoces, así que aléjate de él.
Yeonsoo la mira una vez más y desaparece por las calles dejando a Haneul con nudo en la garganta.
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