16
Yoongi mira el reloj de su muñeca, asegurándose así que ya es hora de salir. Cuelga el trapo sucio y lleno de grasa en su hombro y enciende un cigarrillo sintiendo el humo mentolado recorrer su pecho. El horario de trabajo fue un completo desastre, desde que entró al restaurante para cocinar, hasta que terminó el último platillo, solo recibió insultos de su jefe malhumorado; quien se debía enfrentar a clientes mal educados y llenos de ira contra la tardanza del cocinero. Pero en realidad no era su culpa, su entrada era mucho más tarde de la programada, y debió correr para poder llegar a tiempo y comenzar con los pedidos que llevaban retrasados al menos media hora. Al final, pudo terminar a tiempo y salir antes de lo previsto.
Sin embargo, la llamada anterior de Yeonsoo fue bastante inesperada para él, más cuando creía que ella estaba internada, o algo por el estilo, pero si lo llamó y le dijo que lo vería más tarde entonces no era tan grave. Saca su móvil del bolsillo y le marca a Namjoon para que reúna a los chicos, ya que normalmente cuando Yoongi intenta reunirlos, nunca le hacen caso, pero, con Namjoon es diferente, cada vez que él pide verlos a todos en un lugar y hora específicos, siempre llegan a tiempo.
Se sorprende cuando Nam le dice que en realidad Yeonsoo ya le ha avisado y todos los chicos se dirigen al almacén para ver a la pequeña mujer.
Yoongi da la última calada al cigarrillo y lo tira al suelo para pisarlo. Vuelve adentro y se saca el sucio y percudido uniforme para colocarse su ropa, pelea mentalmente si sería adecuado pasar por la casa a cambiarse ya que lleva unos pantalones de mezclilla en vez de unos deportivos para entrenar, vuelve a mirar su reloj de muñeca; ya va tarde. Opta por mejor ir como está y corre hasta la parada de autobús.
Mientras ve por la ventanilla, le es imposible no pensar en la pequeña mujer que durmió bajo su mismo techo. Debe sacudir la cabeza para poder quitarse las imágenes de su cuerpo golpeado de la mente, esos tipos realmente se aseguraron de que ella los recordara por un tiempo. Yoongi aprieta los puños al pensar que en cuanto tenga la oportunidad les devolverá el favor a los idiotas que se atrevieron a tocarla de esa manera.
Baja del autobús y comienza a caminar calles adentro, busca una farmacia y entra para comprar un par de cosas. Sale de allí y sigue su camino al almacén, visualizando a lo lejos el bocho viejo de Namjoon. Apresura el paso, sabiendo que ya deben de estar todos y él llega tarde, pero para su sorpresa, cuando entra encuentra a los chicos discutiendo entre ellos, a excepción de Yeonsoo y SeokJin quienes se encuentran en el sofá mirando el embrollo que se ha armado entre ellos.
Yoongi corre cuando ve que Taehyung tiene del cuello a Jimin y está a punto de golpearlo. Logra empujarlo lejos para que no le haga nada.
—¡¿Qué mierda, Taehyung?!—se interpone entre Tae y Jimin.
—¿La viste? —dice fuera de sí y señala sin mirar a Yeonsoo. Yoongi ceñudo la ve de reojo—. ¡Si no fuera por culpa de Jimin no estaría así de golpeada! —intenta llegar de nuevo a él, pero Yoongi vuelve a empujarlo.
—¡Es tu jodida culpa! —escupe Jimin desde atrás—. Si no te hubieses comportado como un maldito crío de diez años, ella nunca se hubiera ido de tu casa. —Intenta sacar a Yoongi del medio para llegar a Taehyung, Yoongi gira y empuja a Jimin.
—¿Acaso no ven que ya está bien? —dice Yoongi intentando calmarlos—. No es culpa de ninguno de ustedes, ni de ella. Es de esos imbéciles que iban por ti. —Señala a Jimin.
—¡¿Cómo te cabe hacer una cosa así?!—estalla Namjoon asustando a todos por el grito.
—¡Carga una jodida arma todo el puto tiempo! —Hoseok tira los brazos al aire—. ¡¿Qué se suponía que iba hacer?!
Yoongi amenaza con la mirada a Taehyung y Jimin, para poder ir a ver qué pasa con los demás. Se siente dentro de un kínder, donde todos los niños revoltosos comienzan a pelear y él como cabecera debe enseñarles a hacer las paces; pero a diferencia de los niños de cinco años, aquellos chicos pasan los veinte y están a punto de golpearse a puño cerrado.
—Jimin y Taehyung, bueno —dice Yoongi—. ¿Pero ustedes dos?
—Hoseok no llevó a Yeonsoo al hospital —suelta Namjoon cruzándose de brazos.
—¿Qué? —Lo mira descreído.
Hoseok traga duro pero no se deja intimidar, ninguno de ellos sabe lo que realmente pasó, ni la policía, ni la droga; nada. Por eso no puede disculparse, porque está seguro de que todos hubiesen hecho eso en su lugar.
—Me amenazó con un arma. —Levanta el mentón sin dar su brazo a torcer—. ¿Qué querías que hiciera? ¡No puedo obligarla!
—¡¿Estás demente?!—Yoongi explota—. ¡¿Cómo se te ocurre creer cualquier cosa que salga de su boca?! Podría estar gravemente herida y ¡¿tú le haces caso?!
Yoongi comienza a caminar de un lado a otro fuera de sí por completo, argumentando una y otra vez lo estúpido que fue hacerle caso a una chica moribunda. Hoseok, por supuesto no se queda atrás. Jimin y Taehyung aún tienen una discusión pendiente, así que mientras Yoongi discute con Hoseok y Namjoon, Jimin y Taehyung han retomado la discusión. Las palabrerías y los gritos se mezclan y ya nada parece coherente.
—¿Por qué no peleas tú también? —susurra Yeonsoo en dirección a Jin. Ambos se encuentran sentados en el sofá, mirando como cinco de sus amigos pelean entre sí, echándose la culpa de las acciones de ella, mientras que Yeonsoo solo ríe por las idioteces que dicen.
—¿Bromeas? Es la primera vez desde que los conozco que no estoy involucrado en una discusión. —Jin se cruza de piernas divertido—. Normalmente soy yo a quien golpean.
—Es tu día de suerte —dice Yeonsoo mirando aún la divertida escena.
Jimin golpea a Taehyung y es entonces cuando ella decide que ya es suficiente. Camina a paso pesado hasta su bolso que normalmente carga todo el tiempo y saca el arma personalizada, verifica que tenga una bala y se aleja lo suficiente para disparar al techo, y así atrae la atención de todos.
—Es suficiente —masculla ella.
Mira los rostros de los cinco chicos parados frente al ring, que la miran asustados y sorprendidos. Yoongi camina embravecido hasta ella y le quita el arma de un solo movimiento.
—No me amenaces con un arma. —La mira furioso, ella solo se queda parada con las cejas levantadas de la sorpresa por la acción imprudente de Yoongi.
—Dije que es suficiente. —Ella lo encara, aun sintiendo el pulso latir detrás de la oreja.
Yoongi se acerca más a su rostro, quedando a centímetros de ella. Su frente está ligeramente sudada, y sus labios entreabiertos permiten que su cálida respiración choque con sus labios. La necesidad de lazarse contra sus rojizos y carnosos labios la tienta, y de no ser porque sus ojos irradian ira, probamente lo hubiese hecho.
—Si vuelves a disparar en mi presencia, será lo último que harás. —Desarma el arma con agilidad y la tira al suelo.
La desafía con la mirada dispuesto a enfrentarse a cualquier cosa que la menuda chica diga, pero ella aún no puede entender porque su cabeza pensaba en besarlo.
Yoongi gira sobre su propio eje y encara a los chicos que están despavoridos ante el disparo.
—Taehyung, no sé qué sucedió entre ustedes, pero no es tu culpa —dice Yoongi—. Jimin, eres un jodido grano en el culo, pero tampoco es tu culpa. —Relaja los tensos músculos de su cuello—. Hoseok, no debí dejarte la responsabilidad de Yeonsoo, ella es mí...
—Yo no soy nada tuyo —lo corta Yeonsoo, cuando sale de su transe—. No soy una puta mierda de ustedes. Dejen de creer que soy responsabilidad de alguno. —Ella toma el arma del suelo desarmada y la guarda en el bolso. Tendrá que averiguar cómo armarla más tarde—. Esto que ven aquí... —señala su rostro y parte de los hematomas que se asoman por las mangas de su playera manga corta—, es producto de mis actos. No de ustedes, ni por ustedes.
—Me refería a...
—No, Yoongi. —Ella lo vuelve a cortar—. ¿Acaso no escucharon todo lo que dijo Jin antes? No los necesito.
Los chicos se miran entre sí, sin entender del todo lo que sucede con la menuda mujer. Esos golpes pudieron llevarla a la muerte, y aún así se niega a recibir ayuda de cualquiera de ellos.
—Dices que te dejemos a la deriva, ¿no? —dice Namjoon—. ¿Quieres que no nos preocupemos, ni hagamos nada por ti?
Ella asiente y Namjoon ríe incrédulo.
—Namjoon y Taehyung pelean dentro de dos noches —suelta cambiando abruptamente el tema.
—¿Por qué yo no? —Yoongi se cruza de brazos.
—Estás muy herido —le dice bajo para que solo él pueda escuchar—. Vi los retazos de gasa manchados con sangre. Estás muy herido.
Yoongi arruga la frente confundido, como si de pronto ella hablara otro idioma. Hace un repaso de su cuerpo y las heridas que tiene, pero nada concuerda con lo que la pequeña mujer dice, entonces lo entiende; asiente entendiendo a lo que se refiere.
—No es mía. Es tuya.
Yeonsoo lo mira confundida. Cuando se inspeccionó no había ni una herida que pueda provocar tanta sangre. Yoongi ve lo confundida que se siente Yeonsoo, la toma con delicadeza del brazo y la aparta un poco del grupo donde están todos.
—Cuando te llevé a mi casa tenías sangre en las piernas. —Yoongi comienza a hablar bajo—. Te diste una ducha y te dormiste, volví a la media hora para ver como seguía tu temperatura, pero tenías sangre nuevamente en tus piernas. Tuviste alguna clase de sangrado vaginal. —Yoongi frunce los labios, Yeonsoo abre aún más los ojos sorprendida—. Creí que podía ser tu periodo.
—Imposible, hace unos días terminó —dice ella con el ceño fruncido mirando el suelo.
Yoongi trota hasta el sofá donde dejó la bolsa antes de meterse en el lío que habían provocado sus amigos. La toma entre sus manos y vuelve de la misma manera, pero ahora, con la mirada de cinco personas sobre sus pasos. Se pregunta si eso sintió Nam cuando entró junto a Yeonsoo riendo, o si lo hizo Tae cuando ella lo besó frente a todos. Es bastante incómodo ser perseguido por miradas penetrantes.
«Ella siente eso todo el tiempo», piensa con lástima.
—Lo sé —dice Yoongi espabilando los pensamientos—. No lo malinterpretes. Creí que algo andaba mal, así que busqué en tu celular tu calendario. Eres muy meticulosa con todo, sabía que debías tener algo así anotado. —Yeonsoo sonríe ante las palabras de Yoongi—. Marcaste cuándo fue tu último día, supe que algo no andaba bien. Por eso quería que fueras al hospital. —Yoongi rebusca en la pequeña bolsa y saca una pequeña caja de tampones—. No sabía qué tamaño eras, compré los medianos.
—¿Sabes lo de los tamaños...? —Hace un mohín completando la oración.
—¿Acaso crees que tengo quince años? —Yoongi sonríe—. Por supuesto que lo sé, he tenido novia y mi madre usaba estos.
—¡Oh! —susurra, es lo único que puede decir.
Sonríe de lado sintiéndose extraña ante lo que Yoongi está haciendo por ella. En su larga relación con Hyun jamás le compró tampones, o toallas femeninas, ni siquiera un analgésico para los dolores insoportables de esos días; sin embargo, este chico se ha tomado el tiempo de comprar unos para ella. Aún cuando no la quiere cerca, cuando lo único que hizo fue traer desgracia a sus vidas.
—Debes ir al hospital —insiste el pelinegro y traga pesado.
—Déjame en paz, Yoongi. —Rueda los ojos, toma la caja que Yoongi le tiende y le pasa por el lado, dando por terminada la conversación, sin embargo, él no la deja ir tan rápido y la agarra del brazo deteniéndola.
—No era una pregunta. —Sonríe de lado—. Cuando toda nuestra «agenda» —hace comillas con los dedos—no esté tan apretada, yo mismo te llevaré, así me metas una bala en la cabeza —dice Yoongi pasándole por al lado.
Yeonsoo no puede evitar sonreír ampliamente ante las últimas palabras, es claro que se burla, pero de alguna forma no lo hace de manera maliciosa, si no, más juguetona.
«Eres todo un misterio, Min Yoongi», piensa con el corazón en la mano.
—Bien, entonces entrenen los tres, depende de cómo llegue ese día veré cuales pelearán —dice Yeonsoo caminando directo a Namjoon—. Necesito las llaves de tu auto, debo cambiarme.
Namjoon se las entrega sin preguntar, confiando plenamente en ella. Yeonsoo se cambia con las palabras de Yoongi girando en su cabeza. Tal vez fue un golpe el que ocasionó ese sangrado vaginal y no es la gran cosa, o tal vez realmente sea algo grave. De cualquier forma, esta vez dejaría ganar a Yoongi e iría al hospital. Solo para verificar que puede seguir con su vida cotidiana sin problemas. Odiaría que sus planes se vean afectados por su salud, no ahora que está dentro.
—Quiero pelear. —Jimin la aborda apenas se baja del auto.
—Ni lo sueñes. —Yeonsoo ríe acomodándose la playera—. Yoongi va a matarme.
—¿Desde cuándo le tienes miedo? —escupe Jimin golpeando abruptamente el ego de Yeonsoo.
—No le tengo miedo, cariño. —Toca gentilmente el mentón de Jimin y camina de vuelta al almacén—. Pero hay veces en las que desafiar al diablo no es buena idea.
—Déjame intentarlo. —Jimin se interpone en el camino rogando con las manos.
—De acuerdo, pelearás para mí con una condición.
—¿Cuál? —Los ojos de Jimin se iluminan.
—Que Yoongi te deje. —Da una carcajada al aire y lo quita de su camino.
—¡Vamos! Jamás dejará que pelee. —La detiene del brazo.
—Mira, Jimin. —Yeonsoo respira profundo—. No es momento para que hagas un berrinche. Si quieres pelear lo harás, siempre y cuando Yoongi lo apruebe. —Ella se encoge de hombros.
—Eso no te importó cuando involucraste a Taehyung y Namjoon.
—Pero tú no eres ellos. —Ella vuelve a respirar profundo, el castaño de ojos bonitos está colmando su paciencia—. Si logras convencer a Yoongi, así sea con una frase de «Haz lo que quieras» o «Vete a la mierda», estás dentro —dice ella y apresura el paso intentando finalizar la conversación.
Dentro ya se encuentran Namjoon y Hoseok sobre el ring, a pesar que no sepa pelear, ayuda mucho a Nam para entrenar, tiene buenas técnicas y fuerza.
Yoongi los mira de abajo con el ceño fruncido, señalando algunos lugares donde puede golpear. Yeonsoo mira a detalle como el pelinegro con los brazos cruzados sobre su pecho, intenta ayudar al par de amigos sobre el ring; pero ni siquiera le interesa lo que les dice, hay algo en su persona, en su forma de ser, de caminar, incluso su olor corporal que no la deja respirar correctamente; hay algo en Yoongi que sin duda desequilibra toda la estabilidad emocional de ella.
Jin se acerca con cuidado y le pide permiso para aplicarle una crema en sus golpes. Ella asiente y él la guía hasta el sofá donde comienza a platicar un poco sobre su vida y la de los demás miembros. Yeonsoo no puede pasar desapercibido como Taehyung la observa, a pesar de estar golpeando la bolsa de boxeo. No es tonta, sabe que él quiere hablarle, pero ella no está lista para enfrentarlo, no por el momento. Así que lo va a evadir tanto como pueda, hasta que inevitablemente hablen o él se canse de insistir. Por otro lado, Jin comienza a contarle sobre sus padres, sobre la pequeña empresa que manejan y lo afortunado que es de tener una vida tranquila, a comparación de los demás; también menciona un poco sobre la época donde Jimin estaba en rehabilitación; es entonces que Yeonsoo comprende por qué Yoongi protege tanto a Jimin, y es el hecho de que nunca lo vieron tan vulnerable y al borde de la muerte como en aquella ocasión. Jimin es la debilidad de todo el grupo, no solo del pelinegro. Algo en esas palabras logra consolarla, después de todo, no necesita que Jimin le cuente toda su historia para saber que sufrió durante años, y que aunque ahora sonría, sigue sufriendo.
Después de varias horas, Yeonsoo decide que es tiempo de descansar.
—Yeonsoo... —Una voz ronca y gruesa le habla desde atrás.
Ella cierra los ojos con fuerza, maldiciendo el momento en el que decidió meterse con este grupo extraño de amigos.
—Ahora no, Taehyung —dice ella sin girar a verlo.
—Solo dame cinco minutos. —Coloca su mano sobre el hombro de Yeonsoo.
Esta respira profundo una vez más y gira. Asiente y le hace una señal para que la siga. Deben hablar de mucho, pero a solas, sin miradas, si susurros; solo ellos dos. Yeonsoo guía a Taehyung lejos del almacén sintiendo la penetrante mirada de Yoongi sobre ambos.
Llegan a una escalera en forma de caracol y a duras penas Yeonsoo comienza a subirla tomándose su tiempo para no sentir tan fuerte las punzadas de dolor. Arriban en la terraza del edificio abandonado, y sienten las frías brisas chocar con su cuerpo. Tae queda sorprendido ante la vista del lugar, a pesar de haber concurrido al almacén a diario durante un año nunca subió a la terraza. La vista es simplemente hermosa, se puede ver el río Han y los edificios del otro lado.
Yeonsoo se sienta y respira profundo esperando a que Taehyung también se siente. Aquél fue su escondite durante todo el tiempo en que los chicos aún no le permitían entrar, y debía quedarse cerca, para escuchar si fabulaban en su contra. Fue entonces que descubrió la maravillosa terraza, y desde entonces, sin importar si están los chicos o no en el almacén, ella disfruta de la vista y la paz que puede brindarle el lugar.
—¿Qué es lo que sucede? —habla bajo Yeonsoo.
—Me comporté como un verdadero idiota anoche. —Tae no la ve, solo mira la vista frente a ellos; se sienta a su lado—. Creí que estaba enamorado de ti, pero no es así. Solo me gustas, me encantas. —Tae mira unos segundos al suelo y sonríe—. Estás en mi cabeza todo el día, pero no estoy enamorado—suspira—. Quiero estarlo, ¿sabes? Quiero amanecer todos los días contigo a mi lado, quiero que veamos películas, que cocinemos juntos, lo que hacen las parejas. —Niega con la cabeza—. Quiero tocar tu cuerpo como realmente lo merece, acariciarlo y besarlo. Quiero que seas mía, y yo ser tuyo...
—Taehyung.
—Déjame terminar —la interrumpe—. Cuando me besaste, creí que tú también querías lo mismo, o al menos que lo intentarías. Pero luego dijiste todo eso y mi cabeza estalló. —Toma su cabeza con ambas manos—. Solo no podía dejar de imaginar a otros tocándote, besándote. —Vuelve a negar con la cabeza y esta vez la mira—. Los celos me consumieron. —Sonríe de lado. Yeonsoo está tan sorprendida que retira la mirada—. Mi mejor salida fue emborracharme y llevar a mi casa una chica cualquiera. Fue estúpido. No te pido que te enamores de mí, solo déjame...
—No puedo —lo corta ella—. No puedo dejarte hacer lo que quieres.
—¿Por qué?
—Porque saldrás lastimado, no quiero seguir lastimando gente. —Ella lo mira, se encuentra con los ojos cristalizados de Taehyung y su corazón vuelca. El pánico comienza a crecer en su interior y las ganas de salir huyendo de ahí pican. Nunca creyó que podría enfrentarse a una situación así. Con alguien como él—. No puedo corresponderte cómo quieres. No soy alguien bueno, ni para ti, ni para nadie.
Yeonsoo intenta pararse, dispuesta a irse, pero Tae la detiene.
—Sé qué crees que eres un muy mal partido, pero yo no lo veo así.
—Tú no me conoces. —Ella sonríe incrédula—. No sabes nada de mí, ni mis gustos, ni la música que escucho ni los sueños que tenía cuando era pequeña. Solo te gusta lo superficial que ves.
—No es cierto —niega Taehyung.
—Por supuesto que es cierto. —Ella acuna el rostro de él y planta un suave beso—. Tú corazón no late por mí, late por lo que cree que soy.
—¿Acaso no soy suficiente? —Frunce el ceño.
—Todo lo contrario, eres demasiado. Jamás, ni en tres vidas, podré ser suficiente para ti. —Ella frunce los labios con pena—. Me hubiese gustado tanto conocerte en otra vida, en otro momento.
—Yeonsoo...
—Escúchame, Taehyung —Ella enseria—. Debes sacarte eso de la cabeza, porque...
—Estás enamorada de alguien más —dice él cortándola de golpe—, ¿verdad?
—No te rechazo porque haya alguien más —dice y siente cómo las palabras salen con brusquedad.
Yeonsoo se queda mirando directamente los ojos café de Tae, no puede decir que está enamorada de alguien más porque eso es mentira, pero tampoco puede negarlo. Porque hay una parte de ella, una minúscula y casi inexistente parte que grita el nombre del hombre de mirada felina. Se muerde el labio inferior y niega.
—Debo bajar, pero si crees que esto es demasiado para ti, por favor, vete.
—¿Qué dices? —Tae frunce el ceño.
—Quedas libre de todo esto. No volverás a pelear. —Ella asiente, convenciéndose de que es la mejor opción—. Le diré a Yoongi que no puedes pelear, y no vuelvas. Hasta que yo me haya ido de sus vidas.
—No quiero que te vayas de mi vida. Si no hay alguien más, déjame...
—Taehyung —masculla entre dientes. En realidad no quería lastimarlo más de lo que ya lo hizo, pero debe entenderlo—. Te rechazo porque no quiero estar contigo —dice finalizando la conversación y se levanta, dejando a Tae con el corazón en la mano, siendo rechazado por una mujer de escudo duro e impenetrable.
Ella baja sintiendo la rapidez con la que su corazón comienza a latir, su respiración se entrecorta y comienza a hiperventilar ante lo sucedido.
Porque, aunque no quiera admitirlo, desde que tiene memoria lo que acaba de decir Taehyung es lo más hermoso que nunca nadie le haya dicho y ella acaba de rechazarlo. Sin embargo, no puede aceptarlo, no puede destruirlo. Todo lo que ella toca, todo lo que ella quiere tarde o temprano termina siendo arrebatado de sus manos, porque cuando no es ella quien lo destruye, alguien más de su entorno se encarga de hacerlo.
Se tropieza en el último escalón agitada, pero unas frías manos ayudan a que no caiga al suelo. Yeonsoo mira aquella mirada felina y preocupada. Ella muerde con fuerza su labio inferior sintiendo el metálico sabor a sangre de su labio; intentando así, contener las lágrimas que ya se han acumulado en sus ojos. Él, sin pensarlo dos veces, la toma entre sus brazos abrazándola con fuerza, no importa qué haya pasado arriba, él la entiende. Le gustaría no hacerlo, pero la entiende.
Ella solloza dejando caer un par de lágrimas, mandando al demonio el escudo y esa voz que le grita lo idiota y débil que se ve en estos momentos. Yeonsoo se deja llevar por primera vez en mucho tiempo en los brazos del chico de cabello color ónix, mirada felina penetrante y carácter prepotente.
—Y... Yo... —intenta hablar Yeonsoo.
—Lo sé, no te preocupes. —Yoongi acaricia su cabello con delicadeza—. No importa lo que ha pasado.
—Le hice daño, pero yo no quería —solloza nuevamente contra su pecho.
—Lo sé, sé por qué lo alejas. —Yoongi habla suave y bajo.
Yeonsoo deja caer un par de lágrimas más y se aleja de él, lo suficiente para mirarlo a los ojos. Está herida, herida por no poder amar, por no poder querer, porque se muere de ganas de hacer todas y cada una de las cosas que dijo Taehyung, pero no puede. Porque en su mundo la felicidad y el amor no existen.
Ella se seca las lágrimas recomponiéndose por completo, como si no hubiese llorado nunca, y sonríe ampliamente al pelinegro que la mira extrañado.
—Ya me siento mejor. —Ella peina su cabello con sus dedos—. A entrenar, bombón. —Le guiña un ojo.
—Algún día, tu escudo se romperá —dice Yoongi detrás de ella—. No puedes ocultarte detrás de esa máscara para siempre. Y cuando llegue ese momento, espero que puedas refugiarte en alguien que te proteja.
—No necesito a nadie que me construya y me proteja. Lo he hecho sola durante años.
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