𝚇𝚇𝚇𝙸𝚅
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— Hay algo que me molesta. — Kisaki continuó, llamando la atención especialmente de Takemichi. — No creo que Mikey dure mucho más. La muerte de Baji lo agobia, pero actúa como si no le afectara.
— ¡Tú eres el que lo-
— ¡Chifuyu! — su compañero lo detuvo antes de que hablara de más.
— Si algo no cambia ahora, será el fin de ToMan. — Kisaki terminó de explicar, tratando de no darle demasiada atención inmediata a ese arranque de ira que le dio a Chifuyu. — Debemos apoyar a Mikey.
— ¡No tenemos que trabajar con ustedes para hacer eso! — el de ojos verdes se volvió a quejar. Ya era imposible negar que el enojo que tenía no era normal, por lo que Mika sólo podía suponer que Takemichi había estado hablando con alguien más acerca del futuro. — ¿No es así, Takemicchi? – el rubio asintió a su afirmación, y ambos no pudieron evitar mirar a la pelirroja. Por diferentes razones.
A Takemichi le preocupaba que Mika estuviera del lado de Kisaki. Chifuyu precisamente estaba convencido de que no era así, a pesar de que llegaron juntos a hacerles esa propuesta en primer lugar.
— No me miren a mí; me da igual. Siempre y cuando pueda ayudar a Mikey, haré lo que sea.
Una mentira, en definitiva, a ojos del ojiazul. Su compañero, en contraparte, estaba conmovido por la disposición de Mika a ayudar al líder de su pandilla.
Fue una media mentira, en realidad.
— Le olcultaremos esta misión a ToMan; no recurriremos a otras divisones. Los necesitamos. — el de anteojos insistió, en vista de que su acompañante no podía expresarse con total libertad ni tratar de ponerse de su lado sin hacer que alguien sospechara. — Takemicchi, odio perder el tiempo. Quiero tu respuesta para mañana.
Dicho eso, los tres se retiraron mientras ambos rubios se mantuvieron allí durante algunos minutos más. Calculando, tratando de averiguar cómo habían llegado a eso y cuál podía ser su siguiente movimiento.
La mañana siguiente.
— Mika, ¿por qué tienes que ir? ¿No puedes quedarte aquí? ¿No? — le suplicó, observando a la fémina ponerse su abrigo y terminando de arreglar su ropa antes de salir. Ya que tenía la mañana libre, saldría con Koko y con su amigo Inui entonces. Aprender más sobre ambos era útil, y estaría aprovechando bien el tiempo mientras Takemichi le daba una respuesta a Kisaki.
A pesar de ya haberle asegurado que aceptaría, él no paraba de sentirse inquieto por razones que desconocía.
— No seas tan empalagoso y déjame ir; será sólo un rato.
— Mentira. Dices eso y luego vienes con que surgió algo y regresas hasta la madrugada. ¿No sabes que te espero?
— Me esperas porque quieres, Izana. Te he dicho mil veces que te vayas a dormir si no he llegado para las diez.
— No puedo dormir si no estoy contigo. — ella rodó los ojos con pereza y acabó de ponerse los zapatos. Se levantó y caminó si acaso tres pasos; no obstante, cuando su mano ya se encontraba en el pomo de la puerta, sintió los brazos de Izana rodearla desde atrás y pegarla completamente a él. Una actitud muy usual en él cuando no quería que se fuera.
Lo que no era usual, y la tomó por sorpresa, fue su rostro acercándose a su cuello y olfateando. La tentación de posar sus labios allí estaba presente, pero ni siquiera pudo intentarlo cuando ella le volvió a hablar.
— ¿Qué haces?
— Hmm... ¿cómo te explico?
Trataba de ponerla nerviosa. Le fascinaba la expresión fría e indiferente de Mika, pero, oh, lo que daría por verla emocionada, nerviosa o alterada... esas expresiones eran aún mejores. La manera en que su corazón daba un vuelco y le faltaba el aire cuando la veía era anormal. Estaba enamorado; obsesionado con ella. Todo su día se iluminaba con sólo su presencia, y una palabra suya hacía a su corazón derretirse. Su sonrisa era como un medicamento del que se había vuelto extremadamente dependiente, y el tacto de su piel en la suya lo volvía loco.
— Si eso es todo, de verdad tengo que-
— Mika. — apretó más su agarre, con la intención de atraparla por completo en su abrazo. — Mika, Mika. Mika. Mika, Mika, Mika. Me encanta tu nombre. ¿Sabes lo mucho que lo amo? Amo cómo se escucha tu nombre en mi boca. Tanto que odio cuando escucho a alguien más decirlo; como si fuera solamente mío. Como si tú... fueras solamente mía.
— Pero no lo soy.
— ¿Cuándo? — ante su silencio, la soltó del abrazo sólo para tomar sus hombros. Rápidamente, giró su cuerpo para que pudiera verlo a los ojos y la acorraló contra la, aún cerrada, puerta. — ¿Cuándo será mi turno?
— ¿Tu turno de qué?
— El como tratas a todos los demás... sé que sólo lo finges. Finges amarlos, les das atención, besos y abrazos, manipulas a cada chico que conoces para que haga cual sea tu voluntad y te siga hasta la muerte. Mika, yo ya estoy ahí. Te seguiré hasta la muerte. ¿Cuándo será mi turno para que me manipules? Quiero esa atención y ese cariño ahora; quiero que me beses y finjas amarme para que pueda amarte de vuelta. Quiero hacerlo... justo ahora.
Apoyó por completo su antebrazo en la puerta con el propósito de acercarse más a su rostro. Estaba claro lo que pretendía; era obvio por la forma en que su mirada alternaba entre su rostro y su boca, además del sonrojo que se extendía por gran parte de su rostro. Más y más... cerró los ojos y se aproximó con lentitud hacia los labios ajenos.
Fue detenido. Mika interpuso su mano y la dejó sobre su boca para detenerlo.
— Izana, nos conocemos de toda la vida. Yo... — respiró profundo, tratando de sincerarse con él. A diferencia de otros, el chico conocía un lado de ella del que ni siquiera Takemichi sabía, por eso se le hacía más difícil hablar de esas cosas con él. Sabía todo lo que hacía y por qué lo hacía, naturalmente, y su repentina declaración le ponía las cosas difíciles. Incluso así, Izana insistía en que quería amarla. Hasta la... muerte. —...Todavía no. Tengo planeado algo para ti, pero debe esperar, ¿sí? Llegará el momento en que te manipule... y tendrás toda mi atención, pero será falsa. Izana, quiero que recuerdes eso. No te amo. Cuando diga que sí, quiero que recuerdes que es mentira.
— Ya lo he aceptado. — sostuvo su mano, que anteriormente se encontró en su rostro, y resistió su urgencia de besarla. Sí, llegaría su momento. No importaba si Mika podía o no podía amar. — ¿Entonces sin beso?
— No te besaría jamás.
—...Bien. — finalmente se separó, dejando a la fémina abrir la puerta de manera cautelosa; como sospechando por si intentaba algo más. — Mika, te extrañaré mientras no estás. Esperaré aquí por ti. Yo prepararé la cena, así que regresa temprano. No comeré si no es contigo.
— No vayas tan lejos; vete a la cama si dan las diez y no estoy aquí. Hablo en serio.
— Lo que tú quieras.
Ese momento con Izana había sido... raro. No le gustaba tener que manipularlo a él, a pesar de ser consciente de que debía hacerlo en algún momento. Así funcionaba; no había nada que pudiera hacer. No le importaba y nunca pensó demasiado en ello. Era la presión del apellido que llevaba la que la hacía sobrepensar tanto las cosas. Si debía o no debía acercarse o encariñarse... era demasiado para ella. Quería hacerlo, pero considerando su historial era pedir que la hirieran, y eso no lo iba a permitir bajo ninguna circunstancia.
Aunque...
Mentiría si dijera que esa regla nunca fue rota. Estaba encariñada con mucha gente, pero de nuevo, no podía darse el lujo de sentir demasiado.
Sacudió su cabeza, tratando de deshacerse de los pensamientos que ya comenzaban a abrumarla. Mejor se concentraba en el presente; en que había quedado con que saldría con Kokonoi y su amigo que, ella suponía, era Inui. En un café pequeño era más conveniente, por lo que acordaron verse allí. Al entrar al edificio, Mika dio varios pasos en el interior y exploró con la mirada en busca de los dos chicos. Una vez los encontró, saludó brevemente con una sonrisa, y se encaminó hacia la mesa donde estaban para sentarse frente a ellos.
— Hola otra vez.
— Hola. — Koko saludó de vuelta con pesadez, puesto a que su acompañante se veía demasiado nervioso como para hablar. Desde que se había enterado de Mika era hermana de Shikei, uno de los miembros fundadores de su pandilla y persona que admiraba mucho, había tomado gran interés por ella. Tanto fue así que al ver el gran carácter que tenía frente Taiju, como no le tenía una pizca de miedo y no pensaba dos veces en defender lo que creyó correcto, lo hizo interesarse de manera más personal.
Y ahí estaba, demasiado nervioso como para siquiera saludarla.
— Tú eres Inui, ¿verdad? Escuché tu nombre la primera vez que nos vimos. — la fémina mencionó aquello, a lo que el mencionado asintió con timidez. Ya ambos habían pedido un café mientras esperaban su llegada, por lo que sus manos estaban posadas en el vaso; jugando sutilmente con sus dedos en un intento por calmarse. Sin embargo, era consciente de que se notaba demasiado el nerviosismo en su rostro. Y con "nerviosismo" se refería al color rojo de sus mejillas que había aparecido producto del pánico. Nunca le costó conocer gente nueva, pero Mika estaba relacionada con uno de sus ídolos, y por su apariencia podía notar que sus expectativas en ella no eran decepcionadas. Era fuerte y valiente, por lo que había visto; leal a sus amigos y con una actitud que le permitía defender a los suyos sin importarle nada. Justo como se suponía que debían ser los Black Dragons desde su fundación. — Lo dije entonces pero lo repetiré ahora por si lo olvidaron. Mi nombre completo es Mika Tamashi, pero prefiero que me llamen sólo por mi primer nombre. Gracias por haber aceptado salir a pesar de la repentina invitación.
Ninguno de los dos respondió a eso. Pronto el ambiente se volvió ligeramente incómodo debido al silencio, pero si quería sacar algo de esa salida, algo tendría que hacer Mika. Uno de los dos estaba demasiado desinteresado y el otro demasiado nervioso para hablar. No fue hasta después de unos largos primeros minutos que el rubio se decidió a empezar la conversación.
— Entonces... quería preguntarte... ¿qué es de tu hermano ahora? Ha pasado un tiempo desde la primera generación. — el tema que iba a escoger era evidente, y aún así, Mika desearía poder evitar hablar de ello. Después de la pelea que tuvo con su hermano, no tenía muchas ganas de hablar sobre él, pero le había dado la oportunidad de hablar y no podía desperdiciarla.
— Es veterinario ahora. — dio una respuesta vaga, no queriendo indagar mucho en el tema.
— ¿De verdad?
— Sí, según tengo entendido fue por sus estudios que dejó los Black Dragons. Quería... ayudarme y... estábamos pasando un momento difícil.
— No tienes que hablar de eso si te pone incómoda.
— Entonces no lo haré. Como sea, ahora está haciendo eso. También, eh... tiene novia ahora. — trató de que su disgusto no se notara demasiado en su tono, pero no pasó desapercibido. Muy a su pesar, la única emoción que le costaba ocultar era esa.
— Oh, cierto... él salía con Shinichiro, ¿cierto? Pero supongo que ya no... es posible que estén juntos.
— Está muerto. — ambos se sorprendieron con la tranquilidad con la que soltó esa información. Tenía un rostro tan sereno mientras hablaba de un tema probablemente traumático para su hermano... — Lamento si les parece raro; trabajo en una funeraria.
— ¿Trabajas? ¿En una funeraria? — el azabache preguntó, adquiriendo algo de curiosidad acerca del tema.
— Es una larga historia. — sus dedos chocaron rítmicamente contra la mesa, y dejó salir un largo suspiro antes de continuar. — Me disculpo, Inui. Sé que es probable que hayas querido venir para que te hable de mi hermano, pero tuvimos... un pequeño desacuerdo, y no estamos en buenos términos por el momento.
— Oh... ya veo. ¿Puedo preguntar qué pasó?
— Preferiría que no. Las relaciones entre hermanos pueden ser difíciles... estoy seguro que tú lo entiendes. Por Akane. — el contrario parpadeó, confundido. No recordaba haberle dicho que tuvo una hermana; mucho menos su nombre.
— ¿Cómo sabes de mi hermana?
— ¿Hm? ¿No me dijiste su nombre recién?
— ¿No...? — no lo hizo, ¿verdad? ¿Y por qué lo decía? Era cierto que se distrajo por un momento viendo el rostro de la muchacha, pero... no era suficiente como para haber olvidado mencionar a su hermana, ¿o sí? — ¿Lo hice?
— Eh, no estaba prestando atención. — la respuesta de Koko tampoco le ayudó, por lo que sólo pudo llegar a la conclusión de haberlo olvidado.
— Que rara está mi memoria hoy... juraría que no dije nada, pero de pronto está todo borroso. Creo que... quizás es porque no hablo mucho de ella. — le dio una mirada rápida al que estaba sentado a su lado. Él era una de las razones por las que no solía mencionar a Akane, siendo que siempre terminaba por confundirlos. — Desde que ella... se fue; las cosas han sido difíciles.
— ¿Tenemos que hablar de esto con ella? — Hajime se quejó, reposando su cabeza sobre su mano mientras su codo se mantenía en la mesa; mirando hacia cualquier otro lugar.
— Es normal estar confundido; no te preocupes. La pérdida de alguien cercano causa todo tipo de emociones dependiendo del tipo de lazo que tenían. Debiste quererla mucho.
— Sí... ambos la queríamos.
— Supongo que ambos aún están heridos, ¿no es así? Pero si no lo hablan, nunca se va a resolver. Independientemente del lazo que tenían con ella, se quedarán atascados en los eventos de ese día si no tratan de liberar sus hombros del peso que llevó esa pérdida.
— ¿Conoces mucho de estas cosas? — fue el turno de Koko de preguntar. Sus palabras eran tan fluidas y seguras que le resultaban convincentes de manera increíble. Es decir, tenía ese tono de voz que podía convencerte de cualquier cosa.
— Como dije, trabajo en una funeraria. A veces trabajo en conjunto con mis compañeros para ofrecer terapia a nuestros clientes. Entendemos que puede ser algo difícil de superar, pero con ayuda, se puede encontrar la salvación a todos sus problemas.
— ¿Todos...?
— ¿...los problemas?
— Lo importante es que tengan a alguien en quien apoyarse cuando lo estén pasando mal. Sé que no nos conocemos hace mucho, pero puedo simpatizar con su situación. Perdí a mi querida madre cuando tenía sólo cinco años, y fue la presencia de mis seres queridos lo que me ayudó a superar lo sucedido. Ustedes se tienen el uno al otro... — los dos chicos se miraron, siendo capaces de comprender las palabras de la fémina. Aún sin estar seguros por completo, lo entendían. De verdad era convincente; los podría convencer de cualquier cosa así. — y si me lo permiten... quisiera estar para ustedes también.
Pensamientos diferentes pasaban por sus cabezas. Para Inui, la empatía en sus ojos y disposición de ayudar a los demás la hacían mucho más admirable que antes... y también... algo atractiva.
Para Koko, la amabilidad que mostró ante ellos en su mirada le recordó, casi de manera irónica, a Akane. Era diferente, sin embargo. Ella logró captar su atención de manera diferente... y le fascinaba porque nunca había sucedido; quería quizás... saber un poco más.
Encontrando una pizca de confort en el gris de sus ojos, ambos acordaron que, tal vez, sería bueno verla de nuevo.
🌙 Ya los engatusó jsjajajajsjsjs ahora qué pasará? :0
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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