𝚇𝚇𝚅𝙸𝙸

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APENAS unas horas después, Mika ya estaba cerca de salir de su casa. Faltaba todavía un poco, pero aún así se aseguró de prepararse con tiempo. Kisaki ya se había ido, así que se quedó sola con su hijo.

—...Y luego terminé de leer el libro, pero me quedó tiempo antes de que llegaras y pude descansar. — el niño terminó de contarle. — Aunque no termino de entender... ¿Por qué tenías que trabajar en esa empresa, mamá?

— Bueno, una serie de razones. Necesitaba dinero, pero además de eso... siempre fue el sueño de mi mamá que lo hiciera, y quería que se sintiera orgullosa.

— Entiendo. — asintió al escuchar la respuesta. — Yo también quiero que te sientas orgullosa de mí.

— Ya lo estoy, no te preocupes por eso. Más que nada, quería que leyeras el libro para que aprendieras cómo es vivir con estos ojos. No es fácil, y tampoco podemos evitarlo... sólo podemos aprender a vivir con ello, incluso si no quisieras trabajar en esa misma empresa.

— Pero sí quiero. A ti te ha ido bien, y te quiero mucho.

— Y yo a ti también. — le acarició la cabeza. — Cuéntame... ¿eres feliz?

— ¿Feliz? — repitió, preguntándose por qué ella quería saber eso. — Supongo... no, sí soy feliz.

— ¿Yo te hago feliz?

— ¡Sí! Siempre me tratas bien, me consientes y no me obligas a hacer nada que no quiera; a menos que sea necesario.

— ¿Y tu papá? — su silencio lo dijo todo. — Entiendo...

— No es eso... pero... ¿cómo decirlo...? No me siento cercano a papá. Lo quiero también, pero no sé si él me quiere. Nunca está y apenas me habla cuando me ve... no me hace caso a menos que tú estés conmigo. ¿Tú crees que me odia?

— Por supuesto que no, pero él nunca fue una persona muy cariñosa. No es excusa, claro, pero es la única explicación que se me ocurre. Estaba muy emocionado durante el embarazo, ¿sabías? Pero su trabajo tiene... complicaciones inesperadas. Ah, y últimamente estuvo ocupado con un asunto personal. En teoría dijo que se encargaría hoy, pero quién sabe cómo saldrá.

— Entiendo... es difícil decir que papá me hace feliz. Se siente como una mentira.

— Está bien, no deberías mentir. Te diré algo: voy a ver a tu papá en su trabajo y de regreso traigo lo que quieras para cenar. Lo que más te guste.

— Hmmm... ¡Helado!

— Eso no cuenta; dije que es para cenar.

— Entonces no sé.

— Traeré el helado, pero será para el postre, ¿bien?

— ¡Gracias! — le dio un abrazo. — ¡Eres la mejor, mami!

— Pórtate bien mientras no estoy, ¿sí? Mantén la puerta cerrada y no le abras a nadie. Si quieres lee un poco o mira la televisión si te aburres; yo volveré dentro de unas horas.

— ¡Sí!

Estando de vuelta en el futuro, Takemichi no tenía idea de lo que le esperaba. Pensó por un momento que todo se había solucionado, pero aún tenía dudas con respecto a Kisaki. Además...

Mientras estaba sentado en una mesa junto a varios de los altos mandos de la ToMan, pasó algo extraño. Puso su mano en la mesa y sintió algo debajo; como un papel. Una nota.

“Mika está observando”

Un escalofrío recorrió su piel en cuanto lo leyó. Se había olvidado por completo de Mika. ¿Y quién se lo había dado? ¿Por qué en ese momento? ¿Le estaban tratando de advertir algo en especial con eso?

La situación no mejoró cuando se apareció Kisaki y le pidió a él y a Chifuyu hablar a solas. Les hizo pensar que había cambiado y que estaba a arrepentido, pero en realidad había puesto algo en lo que estaban bebiendo y los dejó atados a unas sillas. Torturó al pobre Chifuyu y le disparó en la pierna a Takemichi. Planeaba matarlos, eso era seguro.

Y mientras más hablaba, Takemichi menos entendía.

— Mika... — recordó de pronto la nota.

— ¿Mika? — Kisaki repitió el nombre. — ¿Qué con ella? ¿Algo que quieras decir?

No estaba seguro. ¿Algo había pasado entre ellos dos que se había perdido?

— ¿Le... le hiciste algo? — se atrevió a preguntar, a lo que él se rió. Fue una risa seca y burlona, como si hubiera dicho la locura más grande del mundo.

— ¿No deberías preocuparte por ti mismo? Eres tú el que está atado, no ella. —  su expresión inicial volvió, mostrando la frialdad por la que lo conocía tanto. — ¿Crees que le hice algo a Mika? No podría. Es la madre de mi hijo.

Esas palabras le dolieron peor que el balazo en la pierna qué le dieron antes. ¿Mika y Kisaki? ¿Teniendo un hijo?

— Imposible...

— Es la pura verdad. Mira. — le mostró el anillo de bodas en su dedo. — Es mi esposa. ¿Sabes qué significa eso? Significa que me ama. Tu querida mejor amiga se enamoró y se casó conmigo.

— Pero... — Chifuyu se mostró, más que nada, confundido. No se lo hubiera imaginado jamás en su vida. Se sentía traicionado y dolido. — Ella... no...

— Hablando de eso, dijo que estaría aquí. Y ella no es llegar tarde.

— Lo siento, ya estoy aquí. — y hablando de la reina de Roma, se apareció en el justo. — Nuestro hijo estaba un poquito triste porque me tenía que ir, pero logré calmarlo. ¿Llego tarde? Para mí, esto es un reencuentro. — miró a los dos chicos que estaban atados, pero le interesaba hablar con su amigo primero. — Hola, Takemichi. Siento que no nos vemos desde hace mucho tiempo; aunque conociéndote seguro que para ti se sintieron como horas. ¿Desde hace cuánto será...? ¿Doce años?

— ¿No lo viste hace poco en una de las reuniones?

— Hm, se me debió olvidar.

Excepto que Takemichi entendió a que se refería, y ciertamente no se le había olvidado.

— Mika... ¿por qué? ¿Por qué con Kisaki?

— Verás... el amor funciona de formas misteriosas. — miró hacia su esposo después. — Como él, que me aceptó a pesar de todas mis... complicaciones. Hasta aceptó cambiarse el apellido. Decirle “Kisaki” es más que nada costumbre, pero legalmente, tiene mi apellido. Ahora es “Tamashi”.

— Pero... ¡¿cómo puedes estar de acuerdo con todo esto?! — le gritó, causando que Kisaki se enojara. Mika lo vio apretar con fuerza el arma en su mano, pero lo detuvo de usarla. — Tú no eres... la Mika que conocía.

— ¿Y a cuál Mika conocías?

— No puedo creerlo... — Chifuyu empezó a hablar por fin. — No puedo aceptarlo...

¿No puedes aceptar qué?

— ¿Sabías que él quiere matarnos? No lo sabías, ¿verdad? Por eso estás tan tranquila. ¡Tiene que ser eso! Kisaki es así; manipula a todo el mundo. ¡Pero tú eres más inteligente, ¿verdad?! ¡No harías esto sin una razón!

— Silencio. — él se calló al instante. — Tienes razón. Yo nunca hago nada al azar ni porque sí.

— ¡Lo sabía...!

— Por eso... — le quitó el arma a Kisaki, procediendo a usarla para apuntar a Chifuyu en la cabeza. — Te pediré que mueras por mí, Chifuyu.

Sintió su corazón acelerarse. ¿Porque estaba a punto de morir? No, era por Mika. En el momento en que le dijo eso, una ola de adrenalina recorrió todo su cuerpo. Sus mejillas enrojecieron al hacer contacto visual y un ligero escalofrío se hizo presente en su piel.

Aún apuntándolo con un arma a su cabeza, seguía siendo Mika.

— Yo... — sin quedó sin palabras durante un minuto completo, en el que se quedó perdido en su mirada. La mirada de Mika... silenciosa, profunda, misteriosa... y absolutamente perfecta. ¿Era así como se sentía morir y ser recibido por Dios en el cielo? Porque en ese momento, lo creería. Mika era igual a una diosa. — Aceptaré mi destino.

— Bien dicho.

Y disparó. Chifuyu no dijo nada durante los cinco segundos antes del disparo, confirmando sus últimas palabras. Takemichi quedó perplejo ante el cambio de actitud de su compañero en presencia de Mika. Sabía que parecía sentir algo por ella, pero, ¿dejarla matarlo de forma tan sumisa? Era otro nivel por completo.

Aceptó su destino.

— Me hubieras dejado hacerlo; no tenías que ensuciarte las manos. — Kisaki tomó las manos de la fémina con suavidad, quitándole el arma, y puso una de sus manos en su mejilla para limpiar la sangre que había salpicado a su rostro. — Me encanta que seas así, pero no me gusta verte manchada de sangre. Eres muy bonita para eso.

— Da igual, ya lo hice. ¿Qué harás ahora? — él volteó hacia el de cabello negro que permanecía sin habla y llorando ante el evento reciente.

— Me encargaré yo de él.

— Espera. — lo detuvo, asegurándose de tomar sus dos manos y darles caricias suaves. — ¿Me dejas un momento con él? Es mi amigo de la infancia; es difícil para mí verlo en esta situación. Quiero aunque sea despedirme.

—...Entiendo. Lo que tú quieras. — sin importarle que estuviera siendo observado, la besó con rapidez antes de dirigirse a la salida. — Avísame cuando termines.

La puerta se cerró cuando salió. Era momento.

— Lo siento por eso. ¿Te duele mucho la pierna?

— Mataste a Chifuyu... ¿y sólo “lo siento por eso”? ¡¿A quién le importa mi pierna?! ¡Chifuyu está muerto! ¡Y tú estás con Kisaki! ¡¿Por qué estás con él?! ¡No lo entiendo!

— Takemichi, no grites por favor.

— ¡Ya no me importa, gritaré si yo quiero!

— Takemichi. — lo llamó por última vez, usando un tono más severo y logrando que se quedara callado. — ¿Te molesta Kisaki?

— ¡Sí, me molesta!

— Si te molesta tanto... lo mato por ti.

No tuvo palabras para responder a eso.

— ¿Eh?

— Lo que oíste. Ha sido una molestia para ti todo este tiempo, ¿verdad? Entonces, me puedo encargar.

— No, pero... ¿Kisaki no es tu esposo? ¿No tienen un hijo juntos?

— Sí. — contestó con toda la tranquilidad del mundo. — ¿Y qué?

— ¿No te casaste con él... porque lo amas?

— ¿Amar? — repitió, casi esbozando una sonrisa. — En mi vida no hay espacio para el amor. Si te enamoras o te encariñas con alguien sales lastimado. Le pasó a mi mamá con mi papá, a Shikei con Shinichiro... y a ti con Hinata. Me casé con él, pero me prometí no amarlo. Si lo hago, me dolerá cuando muera, y me dolerá aún más porque... bueno, no importa; el caso es que dolerá. Es por esa razón que, cuando me casé con él, no lo hice por amor... en mi mundo y mi familia el amor sólo causa sufrimiento. No enamorarme es la solución lógica.

— ¿Qué importa la solución lógica? Aún siendo Kisaki... ¿No preferirías amarlo a no sentir nada en lo absoluto?

—...No. Yo ya no tengo arreglo. He vivido demasiado tiempo de esta forma. — miró hacia la puerta de reojo, luego se levantó y empezó a caminar en esa dirección. — Ya casi no queda tiempo. Me voy.

— ¿A dónde? — lo miró por última vez, dándole una sonrisa que lo hizo recordar a cuando ambos aún eran unos niños.

— Lejos de ti.

En algún lugar, Mika se había escondido con Kisaki. Sabía que Kazutora estaba camino a tratar de rescatar a Chifuyu.

Sólo no sabía que estaba muerto.

De todas formas, ella y Kisaki estaban a salvo. Tomaron lo estrictamente necesario y corrieron muchísimo para llegar a un lugar seguro, pero no importaba el cansancio, habían escapado.

— Me pusiste nervioso cuando me dijiste que nos fuéramos de repente. — con la mano de la pelirroja en su mano, se puso a jugar con el anillo en su dedo.

— Sí que te encanta hacer eso, ¿no?

— Es que... me siento bien cuando lo veo y recuerdo cuando aceptaste usarlo.

— Te dije que una propuesta formal no era necesaria, pero... — levantó su mano para ver mejor el objeto. — Me gustan las cosas brillantes.

— Lo sé, por eso me aseguré de que brillara mucho. — tomó una botella de agua que tenía guardada y bebió un poco de ella. — Quería asegurarme de que dirías que sí.

— Funcionó.

—...Eso me alegra.

— ¿Y cómo han estado las cosas? ¿No ha pasado nada malo? ¿Algún problema o... sospechas que alguien te pueda traicionar?

— No por el momento.

— ¿Ni siquiera yo?

— ¿Por qué iba a sospechar de ti? — ella dio un paso hacia él.

— Con Mikey desaparecido y Draken con su sentencia de muerte, la que es más cercana a ti soy yo, así que... — puso una mano en su pecho. — para mí, apoderarme de la ToMan sería tan fácil como deshacerme de ti.

— Pero tú no harías eso; por eso no me preocupo. — sostuvo la mano de la contraria, confiado en sus palabras.

— No, ¿verdad? — apoyó la cabeza en su hombro, dándole una gran sensación de comodidad. — Aunque, ya sabes... es un poco preocupante. Se supone que tendrías que morir pronto de todas formas, según esa maldición.

— Ah, cierto... decía que moriría de forma dolorosa o algo así. Pero, ¿eso no es para todos los que se enamoran de ti?

— Sí, pero no. Para los que se enamoran de mí y yo de ellos también.

— Ya veo, entonces tienes razón. En teoría, debería morir pronto. — empezó a toser después de haber dicho eso.

—...Lo siento, pero es por esa razón que hago esto.

— ¿De qué... — tosió. —...me hablas?

— Estaba preocupada. Si no morías, significaba que no eras el amor de mi vida, así que pensé que tendría que asegurarme.

— ¿Fuiste tú? — el aire le comenzó a faltar. Señal de que el veneno estaba haciendo efecto.

— Puedes entenderlo, ¿verdad? Me duele, pero era lo necesario. Sólo las personas a las que amo también sufren este destino, entonces... para probar que te amo, te mataré.

Él no alcanzó a decir nada más. Por supuesto, el veneno no lo estaba dejando. Colapsó y siguió tosiendo; estaba muriendo rápidamente.

Y de forma extraña... no sé sentía molesto.

Ella lo dijo. Morir en ese momento era señal de que ella lo amaba también, y eso era... le bastaba. La pobre estuvo todo ese tiempo preocupada y tratando de encontrar una solución. Si eso hacía a Mika sentirse más tranquila, moriría tranquilo.

Lo último que vio su hermosa sonrisa, tratando de darle calma en sus últimos momentos de vida. Justo antes de perecer, tomó por última vez la mano de su amada y jugó con el anillo usando las pocas fuerzas que le quedaban.

— ¿Puedo... decir te amo antes de morir? — preguntó, como pidiéndole permiso, a lo que ella asintió con lentitud. — Te amo.

—...Lo sé. — lo vio cerrar los ojos, y dejó de respirar. — Lamento no poder decirlo de vuelta.

La puerta de la casa se abrió, y el niño recibió a su mamá con alegría. Sentimiento que ella no compartía en ese momento.

— ¿Pasó algo, mami? — el pequeño cuestionó. — Adivino... ¿papá no podía volver contigo hoy tampoco?

— No, no es eso. — dejó el helado que le había prometido a su hijo sobre la mesa.

— ¿Entonces?

— Lo maté. — el pequeño no respondió, como era de esperar. — A tu papá. No lo verás más porque lo maté. Le puse veneno a su agua y se murió.

— Pero... — no supo qué decir. Su cabecita apenas estaba tratando de procesarlo.

— Te consigo otro. — habló la mujer mientras él observaba confundido. — Otro papá. ¿Quieres otro? Te lo consigo.

— Bueno...

— Leí por ahí que es importante para los niños tener una figura paterna. — mencionó. — Y dijiste que papá no te hacía feliz. Para mí, tu felicidad es lo más importante.

Oh, entonces eso era... su mamá no estaba loca como pensó en un inicio.

— Pero, ¿de dónde vas a sacar a otro papá?

— Fácilmente. — sacó su teléfono para marcar un número de teléfono. — ¿Qué piensas de Hanma?

— Me cae bien. Él sí estuvo en mi cumpleaños, por lo menos.

— Entonces Hanma será. — puso el dispositivo en su oreja al iniciar la llamada, y caminó un par de pasos lejos. — Ah, hola. Tengo noticias, ¿tienes tiempo?

🌙 Todavía falta un poco para acabar totalmente lo de este futuro, pero no importa. Otro día, que ahora tengo sueño 😭😭

No me maten a Mika porfa.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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