𝚅𝙸𝙸𝙸

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𝟷𝟿𝟿𝟺

En este año, Mika tenía 4 años de edad; aún era pequeña y tenía muchas cosas que vivir. Su madre y su hermano estaban a su lado después de que su padre falleció el año anterior, cuidándola y asegurándose de que ella estuviera bien. No por los eventos trágicos recientes, sino porque Mika era una muy... especial desde que nació.

Nunca le pusieron muchos límites, así que Mika aprendió a hablar como su hermano y usar palabras que normalmente usaría un chico. Esto, sin embargo, no resultó en un problema porque decidieron que ella tenía derecho a hablar como quisiera; la forma en que hablaba no perjudicaba su vida. Además, ya tenía la mala costumbre de usar la ropa de su hermano mayor, así que hablar como él no haría mucha diferencia.

Lo que les llamaba la atención en realidad era su vida social.

Ella era muy buena estudiando, pero no tanto para relacionarse con sus compañeros; no parecía estar interesada en hacer amigos. Eso era bueno, por supuesto, a ojos de su madre, pero Shikei creía que una niña debería hacer aunque sea un amigo. Es decir, él nunca tuvo ninguno hasta hacía poco y estaba bien, pero eso no quería decir que con Mika sería lo mismo; ella era muy diferente a él y le preocupaba la influencia que podría tener la soledad en su hermanita.

Y un día, su deseo de que la menor tuviera un amigo pareció cumplirse.

Mientras Mika caminaba de vuelta a su casa, vio al niño de los vecinos de enfrente jugando a alguna cosa con una capa puesta. No le prestó atención al principio, pero cuando se estaba acercando a su propia casa, un objeto volador le golpeó la cabeza.

Una especie de... figura de acción, creía ella, que al parecer el niño de antes había lanzado. Lo recogió del suelo sin prestarle atención al dolor que le había causado el golpe y lo inspeccionó.

— ¡Lo siento! — el niño exclamó desde el otro lado de la calle, sin atreverse a dar un paso hacia ella. — ¡No pensé que fuera a volar tanto! ¡¿Me lo puedes devolver?!

Demasiado escandaloso.

— No.

Y con eso, entró a su casa.

Una vez en la comodidad de su hogar, su hermano vio el juguete en su mano y no tardó en interrogarla.

— ¿Y eso? — señaló el objeto.

— Lo lanzó un niño, me dio en la cabeza, me lo quedé. — explicó con brevedad, segura de que no había hecho nada malo.

— Mika, no puedes quedarte con las cosas de los demás; ese niño de seguro ha de estar llorando por haberle quitado su juguete. Vamos, vas a devolverlo. — tomó a su hermana de la mano, prácticamente arrastrándola hacia afuera de la casa. — ¿En dónde estaba el niño?

— Es el de los vecinos de enfrente. — el mayor de inmediato vio que el mencionado niño seguía ahí, como pensando en qué hacer para recuperar su juguete, y luego se llevó a Mika hacia allá.

— Ahora, Mika, sé que no eres del tipo de persona que se disculpa, pero lo que hiciste no estuvo bien y tienes que ofrecerle una disculpa a ese niño.

— Eso es muy molesto.

— Mamá se va a enojar si nos metes en problemas con los vecinos.

Derrotada, la pelirroja se resignó y decidió que tenía que hacer lo que le dijeron si no quería seguir siendo molestada con el asunto.

Finalmente llegaron enfrente del niño y Mika le devolvió el dichoso juguete. Tuvo que resistir la tentación de lanzarlo, pero no lo hizo porque sabía que le iba a ir peor después si la regañaban.

— Toma. — el contrario aceptó de vuelta el objeto, claramente muy feliz, y Mika se preparó para irse pensando en que su trabajo ya había terminado.

— Gracias, y perdón por haberte golpeado por accidente con esto. — su voz disculpándose la obligó a detenerse. — ¡Seamos amigos! Así estaremos a mano.

— Yo no-

— Ella lo va a pensar. — Shikei respondió antes de que ella pudiera rechazar lo que quizás sería su única oportunidad de tener amigos, a su punto de vista. — Dale tiempo.

— Ok. — era un niño bastante simple. — Soy Takemichi Hanagaki, por cierto.

— Mi hermanita es Mika Tamashi. — el mayor la presentó al ver que ella no iba a hacerlo por su cuenta. — Hagamos algo. Mika, te voy a dejar aquí un rato para juegues con él; vendré a buscarte en una hora o... bueno, no puedes perderte de regreso.

— ¿Tengo que hacerlo?

— Sí. — dejó a su hermana allí después de decir eso.

Los dos menores se miraron sin saber qué hacer con exactitud, pero Takemichi tomó la iniciativa después de unos segundos.

— Así que... ¿qué cosas te gustan? — ella sólo se encogió de hombros. — ¿Y tienes algún sueño?

— Hmmm... — pensó su respuesta detenidamente. — Ser como mi mamá o como mi hermano mayor, creo. Ellos son increíbles.

— ¿En serio? — pareció interesarse por ese tema. — ¿Y qué es lo que hacen ellos?

— No estoy segura de qué hace mi hermano, pero creo que se pelea con gente; como un pandillero o algo así.

— ¡Eso es genial!

— Y mamá trabaja en una funeraria; ella organizó el funeral de papá. — siguió explicando. — Incluso después de todo lo que pasó, ella nos sigue cuidando y trabajando; también incluyó varias formas para organizar un funeral y tener varios tipos de despedida para los seres queridos. Entierras sus cenizas y dejas crecer un árbol allí; ya hay un bosque entero desde que el proyecto de mamá comenzó, y la gente parece estar muy agradecida cada vez que la ven. Es estricta con nosotros porque quiere asegurar nuestro futuro, pero eso no quiere decir que no nos quiera; sólo le cuesta expresar sus sentimientos. Aún así, sé que es una persona comprensiva y quiere que las personas tengan la despedida que merecen con las personas que ya no están en este mundo; es bastante genial.

— No... no entendí la mayoría de lo que dijiste, pero sonaste muy segura y se oyó genial. — opinó con sinceridad. — Se ve que quieres mucho a tu mamá.

— Mamá es... la persona más asombrosa que conozco; quiero ser como ella.

— ¡Seguramente lo logras!

— Eso espero. — Mika sonrió, satisfecha con el entendimiento del extraño que le preguntó por su vida. — Si no se puede, seré como mi hermano; él es lo más cercano.

— Eso también suena bien.

— ¿Y tú? ¿Para qué usas esa capa?

— Porque soy un héroe. — era una afirmación, como si no tuviera dudas y lo estuviera dando por hecho. — ¡Ven, te muestro!

Su demostración no terminó bien, puesto a que Takemichi se cayó y se golpeó la cara, pero fue suficiente; Mika ya había visto todo lo que necesitaba ver. Él era demasiado torpe y actuaba por instinto sin pensar en las consecuencias a futuro, no parecía muy inteligente tampoco y aparentemente se lastimaba con frecuencia; o sea que sólo causaba problemas.

Y la gente que causa problemas necesita a alguien que esté asegurándose de que no vayan a morir tropezando con una piedra.

Él necesitaba protección, y Mika no tenía nada mejor que hacer.

— Está bien. — habló después de un largo rato de mantenerse callada.

— ¿Qué cosa? — Takemichi preguntó mientras se limpiaba la tierra que quedó en su cara de la caída anterior.

— Seamos amigos. — volvió a sonreír, confirmando la teoría de Takemichi de que la chica en realidad era buena persona.

— Y eso es todo. — Mika terminó de explicar. — Como vivimos cerca, casi siempre hemos ido a la misma escuela; es bastante fácil interactuar con alguien que vive al otro lado de la calle.

— Entonces así fue... — Hinata asintió para sí misma. — Tenía curiosidad por saber ya que ustedes parecían llevarse bastante bien; seguramente sabes muchas cosas sobre Takemichi que yo no sé.

— Sí, y tampoco tengo problema con contarte; quizás te sea útil algún día.

— Dame un segundo, recordé que había algo que quería darte. — Hina salió de la habitación, dejando a la pelirroja sola con Naoto.

— Así que, ¿ustedes dos son amigos porque pensaste que él necesitaba protección? — el menor preguntó para confirmar si había entendido bien.

— Básicamente.

— ¿Y quién te protege a ti? — le volvió a preguntar, logrando captar su atención más seriamente. Meditó muy bien sus siguientes palabras y pensó en una solución. — Tal vez yo... — se sonrojó un poco al pensar en eso. — Yo podría... protegerte a ti.

Por un momento, Mika no se lo tomó con mucha seriedad, pero Naoto parecía bastante nervioso — aunque seguro — al decirle aquello; estaba hablando muy en serio. Él parecía estar tratando de transmitir confianza para hacerlo saber y que ella no fuera a reírse.

Ahora, tomando seriedad — y causando un poco de miedo en Naoto al ver su mirada en desacuerdo —, Mika pensó con cuidado en lo que iba a decir a continuación.

— Eso es adorable. — decidió agacharse a su altura y sonreír de la forma más amable que pudo, acariciándole la cabeza al menor para que viera que no estaba enojada. — Aunque agradezco tu intención, no creo que quieras encargarte de protegerme; te estás poniendo en mucho riesgo.

— Pero yo... — bajó la voz un poco. — me importas...

— ¿Qué vas a hacer si me sucede algo malo? No voy a poner tanta carga en ti. — explicó con calma.

— Pero-

— No, yo me puedo cuidar sola. — al ver que la amabilidad no le estaba funcionando tanto, decidió ser un poco más severa con él. — No tienes la responsabilidad de protegerme; eso sólo va a hacerte daño si algo me llega a pasar. Déjalo así, ¿está bien?

—...Bueno.

— Bien.

Por lo menos había accedido a dejar esa idea de lado.

🌙 Ya ando medio perdida, pero me emociona avanzar en esta historia.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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