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La garganta se le había secado y se había quedado callado.
¿De verdad sobre pensó todo de manera tan egocéntrica? No, debía de ser un plan de Dazai para hacerlo sentir mal.

—Primero –dijo después de un suspiro y un cambio radical a su tono de voz y lenguaje corporal, como si no pudiese estar enojado con Chuuya por mucho tiempo–. Incluso si hubiese hecho lo que crees que hice, tú no estás en posición de reclamarme nada.

Un suave toque en su frente se hace presente, incriminándolo de una manera suave.

—Incluso si vienes a defender a tu amiga, deberías de rogar de rodillas como mínimo, no dar demandas furioso como si fueses un chihuahua ladrando –otra vez el toque en su frente–.

—¡PERO TÚ-!

— Y tercero –esta vez, su tono serio vuelve, pero con suavidad detrás haciendo al pelirrojo callar–. Separo mis temas privados de los públicos. La decisión fue tomada junto al Barón Woodville después de varias horas de calculaciones y estrategias. No es de tu incumbencia pero lo explicaré para que comprendas.

Entre más hablaba el castaño, más pequeño se hacía Chuuya en su lugar.

—La ruta que propuso el Barón es una más rápida, sí, pero pasa justamente por la zona de piratas haciéndola de riesgo. Mientras tanto –pausa un momento haciendo un énfasis–. La ruta propuesta por el Conde Christie, aunque un poco más larga, es zona segura. Como sabrás la exportación e importación de especias es de los negocios con mayor ganancia. Y, aunque se pudiese sacar un ingreso de las especias que lograsen llegar a su destino, sería mayor la pérdida a largo plazo si se roban los barcos y matan a los tripulantes. Así que, entre un negocio rápido pero arriesgado y uno algo tardado pero asegurado, prefiero lo último. ¿Entendió, joven Nakahara?

"Mi decisión no tiene nada que ver contigo."

Pero por supuesto, Dazai incluso en la mafia buscaba la forma de sacar más ganancias durante los negocios, aunque se encaprichase de vez en cuando, la mayoría del tiempo hacía su trabajo cuando se requería de un ejecutivo. ¿Por qué no lo pensó?

—Yo... lo lamento... –dijo a regañadientes y avergonzado–.

Chuuya era un hombre honrado y como tal, cuando se equivocaba, lo admitía.

—No debí de asumir lo que pensabas- pensaba. Ha sido error mío.

—¿Por qué te disculpas? –menciono abruptamente–.

El ojizarco se quedó perplejo, era cierto que nunca se disculpaba con Dazai cuando estaban en la Port Mafia, pero también tenía en cuenta que aunque se comportasen igual, no eran exactamente el mismo. La etiqueta indicaba que debía de disculparse si estaba en error.

—¿...eh?

—Pregunté; ¿por qué razón te disculpas? –dijo ofendido–.

—Por qué hice algo mal.

—Y si lo sabes y eres capaz de reconocer tu error, ¿por qué no te disculpaste la última vez?

—¡Yo-!... eso es distinto...

La mirada dolida del castaño volvió a aparecer frente suya, Chuuya solo pudo bajar la cabeza.

—¿Qué acaso no fuiste tú quien hizo algo mal?

—Si... si lo hice...

Dazai se le quedó viendo un momento, en silencio, como si castigase al mayor con aquello.

—Entonces dime, ¿por qué lo hiciste?, ¿por qué me engañaste?

—Por... que... –suspira–. Porque no me quería casar con usted. Sinceramente, me seguías diciendo que debía tomar responsabilidad por lo de aquella noche y yo ni siquiera recuerdo lo ocurrido, ¿y si solo me engañaba? Además, seguías insistiendo que incluso llegó a ser irritante.

—Dices que todo el teatro de estar inválido que creaste... ¿fue por qué creíste que así anularía el compromiso?

—Si...

—Qué estúpido –se burla–.

—¡Es lo mejor que se me ocurrió en el momento! –gritó sintiéndose humillado–. ¡Tú nunca me diste oportunidad para explicarte-!

—¿Para explicarme el qué? –le interrumpe–. ¿Qué no te querías casar conmigo? Eso ya lo sabía.

De un paso se acerca invadiendo el espacio personal del pelirrojo, tomándole algo fuerte del mentón.

—También sé sobre todas las cosas raras que hiciste tratando de hacer que cambiara de opinión. Nada me importó, ¿y sabes por qué?

Lo toma suavemente por la parte de atrás de su cabeza, enredando sus dedos en el largo cabello de corte desigual con color alusivo al atardecer. Acerca sus caras, milímetros separando sus labios. Chuuya no puede ni pensar, Dazai invadiendo todo su ser.

—Porque no tengo planeado permitir que me dejes.

𐐪✦ɞ

—¿Chuuya?

—¿Qué?, ¡ah, sí!

Volviendo en sí, el pelirrojo muestra el sobre que tenía en manos. Ambos amigos se encontraban tomando el té en el jardín del mayor.

—Como decía, la invitación. También recibiste una, ¿no?

—Ah, la invitación para celebrar la expedición del Conde Christie. La recibió el Barón –dijo encogiéndose de hombros–.

"Así que le mandó una invitación a su rival para presumir. La misma actitud que su hija, no me sorprende. En la novela esto termina mal..." Suspira mentalmente, ¿y si evitaba que Ember asistiera?

—Creo que no es buena idea asistir.

—Yo tampoco, sin embargo, el Barón piensa diferente.

¿Así que sin importar qué tan cambiada esté la historia, la heroína debe asistir a la fiesta? Vaya descubrimiento. Tocaba crear un plan B.

—Él quiere ir y ver con sus propios ojos cuál será la nave seleccionada. No puedo dejarlo asistir solo.

Chuuya solo suspira.

—Ember, ¿tienes ya el vestido que usarás...?

𐐪✦ɞ

Caminar por las transitadas calles llenas de aparadores era algo a lo que Chuuya estaba acostumbrado. Tantas veces que acompañó a Kouyou, Elise, Gin o que incluso iba por sí mismo. Era un sentimiento algo nostálgico pero agradable.

—¿Qué tal éste?

—Muy pomposo.

Aunque parecía que Ember era más difícil de complacer que la propia Elise.

—Ese es el veinticuatreno vestido que vemos –exclama algo frustrado–.

—Perdón Chuuya, es que no quiero comprar algo que sé que no me pondré más que una vez –dijo algo apenada–. Además, no quiero gastar tanto dinero del Barón.

El mayor recuerda sentirse de esa manera; cuando recién entró a la mafia y ganó sus primeros salarios, se negaba a comprar cosas más que las necesarias. Con el tiempo aprendió a que lo material es momentáneo y que merecía darse los gustos y lujos que quisiera.
Comprendía perfectamente lo que la fémina pensaba, él ya había cruzado ese camino.

—Está bien, escoge lo que tú quieras. Te lo daré como un regalo –le dijo con una sonrisa–.

—¿Qué? Por supuesto que no.

—Claro que sí, los amigos se dan regalos, ¿no?

—Esto es demasiado, me niego –dijo cruzándose de brazos–.

—Mal por ti, o te decides por algo, o compro cada uno de los vestidos que acabamos de ver –Ember jadeó–.

—No te atreverías... –entrecerró los ojos–.

—¿Es eso una apuesta? –sonrió con sorna–.

Con el paso de las semanas, la rubia había aprendido que si se trataba de una apuesta, Chuuya la llevaría acabo, el pelirrojo era extremadamente competitivo.

—Está bien. Llevaré el vestido guinda –aceptó a regañadientes–.

La joven que los estaba atendiendo asintió y se alejó después de disculparse para empacar el vestido.

—Te odio Chuuya Nakahara.

—Yo también te quiero –le sonríe con satisfacción–. Vas a ocupar accesorios que combinen.

—Ni en broma voy a dejar que pagues por eso también –lo fulminó con la mirada–.

—No te preocupes, ¿recuerdas que alguna vez mencioné que los amigos compartían? Tienes suerte que me guste usar joyas.

Y así fue como Ember Woodville terminó por ser la muñequita para vestir de Chuuya.
Ella no estaba contenta, pero había obtenido su venganza para la misma noche.

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Le prometí a Marplay que hoy también publicaría cap AJAJAJA

ASHER.

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