¿Podemos ignorar el hecho de que me desaparecí por medio año?, ¿si? Ok gracias, culpo de todo a mi novio muerto que al final ni muerto estaba el hdp <3

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En la habitación de Chuuya se encontraban él, Atsushi y Doc, el doctor de la familia, otro rostro familiar que no esperaba encontrarse allí, pero que con el tiempo había aprendido a disimular su sorpresa.

—Parece que hasta se raspó la mejilla, ¿duele? –pregunta el mayor limpiando la herida–.

Chuuya se quejó por el ardor del alcohol, pero solo mordió un poco su lengua para evitar otro sonido.

—Un poco.

Repentinamente se escucharon unos toques en la puerta y poco después estas se abrieron dejando ver a un castaño con una cara de preocupación, afortunadamente Chuuya alcanzó a acostarse y fingir seguir durmiendo a tiempo.

—¿Cómo se encuentra? –se acerca a la cama y con delicadeza toma asiento sobre ella sin dejar de ver a la figuras yacente sobre ella–. ¿De verdad... está grave?

"¿Su voz tembló?, no es imposible, Dazai no es ese tipo de persona... ¿habré ido muy lejos con esto?" Se empezó a cuestionar puesto que no recuerda alguna vez haberle escuchado de esa manera, le es familiar, del tipo de sentimiento que sabes que tuviste en un sueño, pero no más allá de eso.

—Bueno, tendré que estar monitoreando, después de esto tendrá algunos problemas para caminar incluso después de que se recupere y puede que termine con una cicatriz muy notoria.

—¿Una... cicatriz?

El pelirrojo entre abrió los ojos, quiso asegurarse de que tipo de expresión tenía su contrario, para su sorpresa se le veía perdido en angustia y tocaba suavemente sobre sus vendas a la mención de la posible cicatriz.

—No se-... –suspiró–.

"Eso es, no tienes más opción que cancelar el matrimonio, no puedes casarte con alguien como yo."

—¿Es eso todo? –Chuuya se sorprendió–. Parecía que estaba sangrando del área abdominal así que, ¿por qué no lo ha mencionado?

"Mierda, ni siquiera ese detalle se le pasó."

—Eso fue sangre de la herida de su mano –fue rápido a responder el doctor–.

—Ya veo –se quedó en silencio unos segundos llevando sus manos a su rostro–. Así que no es como si su vida estuviera en riesgo... que alivio.

El lugar se quedó en silencio durante un rato más, el Duque solo observaba con una suave mirada a su compañero.

—Que bueno... por un momento creí-... tenía miedo de perderte... de nuevo... –cada frase era murmurada con mayor delicadeza que la anterior–.

Chuuya se carcomía la cabeza, ¿porque sonaba así Dazai? Tan... tan suave. Incluso para alguien como él que solo busca las cosas negativas en el castaño, pudo darse cuenta de aquel tono en su voz, no pudo negar que le hizo sentir algo, le hizo sentir querido, querido por Dazai.

—Lo que dirán las personas de mi es cierto, soy egoísta, desalmado, hielo correrá por mis venas en lugar de sangre, pero por un segundo, por una milésima de segundo pensé "¿que haré de mi vida si lo pierdo ahora?"

Con suma delicadeza se acercó más al cuerpo con cuidado de no tocarlo o molestarlo, posó con extrema delicadeza su mano sobre la mejilla contraria y empezó a acariciarla.

—No creo poder seguir viviendo si te pierdo... el pasado ha sido suficiente para mi.

"Basta, ¿porque parece que te importo? Nunca te importé antes..."

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Otra misión había sido completada con éxito, pero ambos estaban agotados y cubiertos de sangre, se encontraban lejos de Yokohama así que tendrían que volver la hotel donde pararon a planificar y descansar allí.

—Oe caballa, ¿a dónde mierda vas? –habló el mayor tratando de sacar una bala que le había dado por estar distraído en batalla–.

—Eso no te incumbe, pero iré a liberar estrés en un ambiente distinto, no quiero que me pases tus gérmenes de babosa –hizo una mueca para mostrar su asco–.

Él no era estupido, sabía muy bien que no se refería a un paseo o a salir a algún café ni nada de eso, iba a un prostíbulo porque sabía que así se desestresaba Osamu, tratando de desconectarse de todo y de sentirse humano siguiendo instintos primitivos. El pensamiento de que se iría a revolcar con quien sabe quienes y cuantas mujeres le revolvió el estómago y le hizo querer vomitar.

—Deja de ser un inútil y ayúdame aquí, si no la saco se infectará y será peor, pero no puedo solo –gruñó por el dolor y el estrés de no poder sacarlo–. Mueve tu débil trasero de una.

Pero el castaño solo se quedó de pie frente a la puerta de la habitación mirando fijamente a Chuuya, con la expresión más seria y la mirada más muerte que le había hecho hacer hasta el momento, habló.

—Es tu maldito problema.

—¿Disculpa?, ¿a quién demonios estaba protegiendo cuando me dispararon?

—Tu maldita culpa por no hacer bien tu trabajo, Chuuya~ ahora si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer –dió la sonrisa más asquerosamente falsa y salió sin mirar atrás.

Chuuya no lo admitiría, pero eso solo agregó sal a la herida anterior. ¿Qué se podía esperar de esa mierda de vendas? Nada, Chuuya no esperaba nada de él y aún así le decepcionó, al menos ahora estaba seguro de que no era de importancia en la vida del ojicafé.

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—¡Chuuya-San!

El albino llamó tratando de despertar a Chuuya quien lentamente abría sus ojos tras la pesadilla que había tenido, más bien, después del recuerdo.

—¿No cree usted que el doctor exageró un poco con las venda? No puede ni ver de lo cubierta que está su cabeza y sus ojos –regañó–.

—Creo que todas son de mi cabeza, pero se han de haber resbalado mientras dormía... ¡Atsushi! Creo estar en serios problemas –alarmado se sentó de golpe–. Creo que el Duque está enamorado de mi aunque suene estúpido.

"Dazai enamorado de mi... nunca creí decir eso, JA."

—Oh, pero le creo –sonrió el menor–.

—¿De verdad lo crees?

—Por supuesto, especialmente después de esto –se acerca con un enorme arreglo floral, camelias rojas–. El Duque las mandó para usted. Cielos, sin tantas que probablemente necesitaré quince jarrones para poder acomodarlas todas.

Atsushi estaba a punto de empezarse a quejar por todo el trabajo que le tomaría hacerse cargo de las flores cuando un toque en la puerta llamó la atención de ambos, una sirvienta pelirroja llamaba a la puerta.

—Disculpen la interrupción, pero el Duque está aquí para ver su mejoría joven amo.

—Di-dile que no es un buen momento.

—¿De verdad? –se acercó el albino a murmurarle al oído–. La perseverancia del Duque solo es prueba que su plan va a fallar, no puede solo huir de sus problemas.

—Podemos inventar otro plan –murmura de vuelta–.

Mientras hablaban entre ellos, la sirviente se retiró y en su lugar llegó un hombre alto y castaño llamando a la puerta.

—¿Chibi todavía se siente mal?

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