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Otra vez sentía luz en su cara, gruñó y se cubrió con las sábanas que llevaba encima, acomodándose más en la cómoda cama.
Esperen... ¿cama?, lo último que recuerda es que una escoria de francotirador le disparó y cayó al suelo. Esa no era su cama y menos aún alguna de las camas de la enfermería.

—Joven amo, es hora de despertar.

¿Amo?, que él recordase no tenía a nadie que le llamara así, ¿acaso habían vuelto a una época medieval?

—Joven amo, sus padres le esperan para desayunar –insistía la voz algo nerviosa y el pelirrojo podía jurar haberla escuchado antes en alguna parte–. ¿Señorito, se encuentra bien?, ¿está enfermo?, ¿quiere que traiga a un doctor?

Al final le dio lástima el pobre chico y descubrió su rostro sentándose en medio de la gran cama.

—¿Dónde... dónde estoy? –miraba hacia todos lados, se encontraba desubicado–.

—En su habitación, después del accidente de ayer comprendo que se sienta perdido –habló con pena–. Después de todo debió de haberse llevado un gran susto.

¿Ayer?, ¿un gran susto? Cada vez tenía más y más preguntas, no comprendía nada de la situación.
Miró extrañado al albino y algo hizo "click" en su mente.

—¿Chico tigre?

—¿Di-disculpe?

—Eres el chico tigre ¿no?, al que Akutagawa siempre trata de matar.

—¡¿Ma-matar?! –el pánico se reflejaba en su cuerpo entero–.

—Sí, tu nombre era... Na... Nakajima, ¿no? –le apuntó–. Dime dónde mierda estoy y que diablos está pasando, ahora.

—Jo-joven amo, creo que e-el golpe le afe-afectó –lágrimas se empezaban a formar en sus ojos–. Iré a traer al doctor inmediatamente.

Corrió hacia la puerta hasta que se detuvo abruptamente por un grito del de ojos azules.

—¡Espera! Perdón, tal vez si me afectó un poco, pero no necesitas llamar a ningún doctor, solo contéstame algunas preguntas, con eso debo de recuperar mi memoria.

"Antes de cualquier cosa debo asegurarme de que sea una broma o un sueño, después veré que hacer" se dijo mentalmente a sí mismo.

—Bi-bien –se acercó al lado del mayor–.

—Ven, siéntate –dio leves golpes a su lado en la cama para que el chico se sentara, éste extrañado lo hizo con cuidado–. Primero... ¿en dónde estamos?

—En su habitación, en la casa del Conde Nakahara del reino de Yokohama.

Vale, eso no se lo esperaba, ¿era todo una broma elaborada? Seguro que fue idea del maldito desperdicio de vendas de Dazai, después de todo el albino es su subordinado.

—Bien, dijiste que mis padres me esperan para desayunar, ¿quiénes son? –el menor hizo una mueca–.

—El conde Paul Nakahara y su esposo, el señor Arthur.

¿Era eso posible?, ¿qué no se encontraba muerto? Si esta era una broma, era de muy mal gusto.

—¿Quién eres tú? –su cara se entristeció un poco, pero aún así le respondió–.

—Atsushi Nakajima, fiel sirviente de la casa Nakahara y leal a su heredero.

—¿Y yo soy...?

—Chuuya Nakahara, heredero único al condado Nakahara y primogénito del conde Paul y el señor Arthur.

Vale, eso ya era una tontería, ¿él hijo de esos dos?, ni siquiera es biológicamente posible.

—Bien, puedes decirle a Dazai de mierda que se acabó su bromita –frunció el ceño–. Tengo que regresar a la Port Mafia de una vez y no tengo tiempo para sus malditas estupideces.

Atsushi solo se quedó en su lugar con una expresión de miedo, no podía creer lo que su joven amo le había dicho. Chuuya se puso de pie y aún en sus piyamas, salió de la habitación dando fuertes golpes caminando sin rumbo hasta que se topó con unas grandes puertas y las abrió de par en par.
Era un gran comedor, a la cabeza de la mesa se encontraba un hombre rubio con ojos azules el cual tenía un gran parecido con Chuuya, a su lado derecho, un pelinegro de largos cabellos vestido como si estuviese afuera en la nieve. A esos hombres el chico los conocía muy bien, Paul Verlaine y Arthur Rimbaud.

—Hijo, te estábamos esperando para desayunar, ven y toma asiento –le sonrió el de cabellos negros–.

—¿Ni siquiera te dignaste a vestirte? –le reprochó el rubio–. Si vas a salir de tu habitación al menos usa ropa decente.

El pelirrojo se había quedado de piedra, ahí, frente suya, estaban dos de los hombres que más influencia han tenido en su vida. Los dos mirándole con algún tipo de cariño, invitándolo a desayunar junto a ellos. Dos de los hombres más peligrosos ahí sentados, como si fuera cosa de todos los días, como si no estuvieran muertos.

—¿Sucede algo, cielo? –preguntó Arthur–. ¿Te sientes mal?

—No... no –salió de su trance–. Es solo que por lo de ayer estoy algo desubicado y me cuesta un poco recordar cosas, pero estaré bien.

Se acercó hasta sentarse del lado izquierdo de Paul, tratando de sonreírles.

—Con algo de comida te sentirás mejor, no has comido nada desde ayer en la mañana –habló–. Tu papá y yo estábamos preocupados después de esa caída en caballo, pero el doctor dijo que no sería nada grave.

—Si, lamento preocuparlos –bajó la mirada incómodo, la situación completa le parecía incómoda–.

—No tienes que lamentarte, somos tus padres y no fue tu culpa –le sonrió Arthur–. Ahora come un poco.

El hombre hace sonar una campanilla y llega una sirvienta, le dice algo a lo que no presta la suficiente atención y ésta se retira para después llegar con un plato extra y varios alimentos acompañada de otros sirvientes. Hacen una reverencia y se retiran.

—Debes de comer lo suficiente y empezar a arreglarte, cariño. Tienes que estar presentable para la fiesta de cumpleaños de la señorita Ember esta noche –agregó el mayor–. No querrás ir en piyama como justo ahora.

Ese nombre se le hacia familiar, juraba que lo había leído en alguna parte y estaba casi seguro que fue en su libro favorito puesto que le era familiar de sobre manera, pero ¿era acaso posible?, ¿había entrado a la novela como aquella vez que el detective lo encerró en un libro?

—¿Hablas de la joven Ember Woodville? –preguntó apenas–.

—¿Quién más si no?, será un gran evento, varios nobles asistirán así que ten mucho cuidado –dio el último bocado–. Atsushi.

El joven entró por una puerta distinta a la que él usó, probablemente conectada a la cocina.

—¿Llamó mi señor? –dio una reverencia–.

—Una vez Chuuya termine su desayuno, llévale con el doctor para que lo revise, después ayúdale a prepararse para esta a noche.

—Como diga –dio una reverencia nuevamente y se retiró–.

—Yo tendré que levantarme ahora, hay mucho papeleo por hacer, buen provecho.

Salió del comedor dejando solamente a Arthur y a Chuuya desayunando en silencio, era algo incómodo, pero también tenía un aire hogareño de alguna manera.
Solo debía de seguir el curso de la historia ¿no? En nada le afectaba, sería solo un extra y disfrutaría de una familia, comodidades y pocas responsabilidades, además estaría en primera fila para ver el desarrollo de su historia preferida en persona, nada podía salir mal.





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Ok vale, esta es la primera historia Soukoku que he decidido publicar (tengo unos cuatro borradores sobre ellos en varios AU's).
La verdad sólo me digné a publicarlo porque estoy esperando más actualizaciones semanales de "Una Esposa Falsa para el Duque" de Marplay aka mi idola ✨🛐✨.
Les recomiendo mucho que vayan a leer su historia ejxjdkd (si es que alguien llega a leer esta en primer lugar, lean todas las historias de Marplay, están buenísimas).

En fin, solo eso, cualquier duda o algo, pueden preguntar y prometo responder ♡

Sincerely Asher
    SOUKOKU'S WIFE♡

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