El orgullo de Sesshomaru y el orgullo de Kagura eran inmensos, pero la atracción del uno por el otro era todavía más grande.

Como adultos maduros, tomaron la decisión de reanudar su relación. Pactando ser más comprometidos esta vez.
Y hacerlo formal, podrían llamarse novios oficialmente.

─ Sé honesta. ─ Fue todo lo que pidió Sesshomaru. ─ ¿Que sucederá con el sujeto y sus cartas?

─ Yo pienso que su poesía es muy hermosa. Pero, si no ha tenido el valor de revelarse ante mí, no me interesa. Creo que en ese caso es un cobarde. O una cobarde. Lo que sea. Iré a la oficina postal a ver que puedo hacer para dejar de recibirlas.

─ Si es por mi, no hace falta. Siempre y cuando me digas la verdad acerca de esto, no quiero secretos. Si te sientes acosada, podemos ir directamente con la policía.

─ No, me da igual. Respecto a ti, eres un pedazo de hierro y a veces un poco... imbecil. Igual te amo. Y mierda, como te extrañe. Por tu culpa tuve que tocarme sola.

─ Pervertida.

Kagura no necesitaba pedir permiso para sentarse sobre el regazo de su novio, que estaba sentado en un sillón. Mientras que ella lo abrazó por el cuello, él no tuvo problemas con corresponder rodeando su cintura con sus grandes manos.

─ El hierro al calor es blando. ─ dijo Sesshomaru, antes de ir adueñarse del cuello de su amante.