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La tensión en la oficina era casi palpable. Habían pasado unos días desde el incómodo desayuno con la madre de Christopher, pero Elise todavía sentía el peso de aquella experiencia. El hecho de que Christopher hubiera confesado su "plan" frente a su madre no había aliviado la incomodidad entre ellos, y ahora Isabella parecía estar siempre presente, como un recordatorio constante de la verdadera razón detrás de todo.
Elise entró en la sala de reuniones con un paquete de documentos que Christopher le había solicitado. Estaba concentrada en los papeles, pero al levantar la vista, se encontró con Isabella sentada en una de las sillas, con la elegancia de una reina en su trono. Christopher estaba de pie junto a la ventana, con su típico semblante serio, aunque sus ojos se desviaron hacia Elise en cuanto la vio entrar.
—Ah, Elise, qué puntual —dijo Isabella, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Había en su tono una dulzura afilada que siempre lograba poner a Elise a la defensiva.
—Es mi trabajo —respondió Elise con calma, mientras colocaba los documentos en la mesa frente a Christopher. Lo ignoró deliberadamente, intentando no mostrar el nerviosismo que siempre sentía cuando Isabella estaba cerca.
Christopher, por su parte, tomó los papeles sin decir una palabra, aunque Elise podía sentir su mirada sobre ella. Había algo en su expresión, una mezcla de incomodidad y frustración que no lograba descifrar.
—Estaba comentándole a Christopher sobre un evento de caridad que mi familia organiza este fin de semana —continuó Isabella, girándose hacia Elise como si estuviera explicándole algo de suma importancia—. Sería maravilloso que ambos asistan. Será un excelente lugar para que "refuercen" su historia.
Elise apretó los labios. Sabía que Isabella estaba jugando con ella, recordándole constantemente que este supuesto romance con Christopher no era más que un montaje. Aun así, no podía permitirse perder la compostura.
—Gracias por la invitación, pero dependerá de Christopher —dijo Elise, mirando brevemente al hombre que seguía callado junto a la ventana.
—Asistiremos —interrumpió Christopher finalmente, su tono firme y sin lugar a discusión. Sus ojos se encontraron con los de Elise por un instante, y algo en su mirada le hizo sentir que había algo más detrás de su decisión.
Isabella sonrió, satisfecha. Se levantó de su asiento y se acercó a Christopher, colocando una mano en su brazo de manera casi posesiva.
—Perfecto. Será un placer verlos allí. —Luego, miró a Elise, su sonrisa volviéndose aún más calculadora—. Espero que tengas un vestido adecuado, Elise. Será un evento muy exclusivo.
Elise sintió cómo se le encendían las mejillas, pero antes de que pudiera responder, Isabella ya había salido de la sala con un aire de victoria. El silencio que dejó detrás era pesado y lleno de tensión.
—¿De verdad tenemos que ir? —preguntó Elise finalmente, rompiendo el silencio. Su tono era más desesperado de lo que había planeado, pero no podía evitarlo. La idea de pasar una noche rodeada de la élite, fingiendo ser algo que no era, le resultaba insoportable.
—Es necesario —respondió Christopher, su voz calmada pero autoritaria. Se giró hacia ella, su mirada seria pero menos fría que de costumbre—. Si queremos que Isabella crea en esta relación, tenemos que mantener las apariencias.
Elise cruzó los brazos, frustrada. —¿Y cuál es el límite, Christopher? ¿Cuánto más tengo que soportar esto?
Christopher pareció dudar por un momento, como si estuviera considerando sus palabras con más cuidado de lo habitual. Finalmente, se acercó a ella, sus ojos buscando los de Elise con una intensidad que la hizo estremecer.
—Elise, sé que esto no es fácil para ti. Pero créeme cuando te digo que no es fácil para mí tampoco.
Elise se sorprendió al escuchar aquella confesión. Christopher no era el tipo de hombre que mostraba debilidad o vulnerabilidad, y eso hacía que sus palabras fueran aún más impactantes. Sin embargo, no podía evitar sentirse frustrada.
—No, Christopher, no creo que lo entiendas —dijo finalmente, su voz temblando ligeramente—. Para ti, esto es solo un plan. Pero para mí, significa mentir, significa enfrentarme a gente que me menosprecia sin siquiera conocerme. Y lo peor es que tengo que hacerlo porque tú me lo pediste.
Christopher no respondió de inmediato. Su mandíbula se tensó, y por un momento, parecía como si quisiera decir algo más, algo importante. Pero en lugar de eso, simplemente asintió.
—Te recogeré a las siete el sábado. Asegúrate de estar lista.
Y con esas palabras, salió de la sala, dejando a Elise sola con sus pensamientos.
Elise cerró los ojos, tratando de calmar el torbellino de emociones que se había desatado en su interior. Sabía que había aceptado este trato por razones prácticas, pero ahora empezaba a preguntarse si había cometido un error al involucrarse con Christopher Bang.
Mientras tanto, en el pasillo, Christopher se detuvo un momento, apoyándose contra la pared. Cerró los ojos y exhaló lentamente, como si intentara librarse de la tensión acumulada. Había algo en Elise, en su fuerza y su determinación, que lo desarmaba por completo. Y aunque nunca lo admitiría en voz alta, cada vez le costaba más fingir que esto era solo un acuerdo.
**En su oficina, Isabella se recostó en su silla, mirando su reflejo en el espejo de la pared. La satisfacción en su rostro era innegable. Había visto la incomodidad en los ojos de Elise, la inseguridad que tanto disfrutaba provocar. Pero algo la inquietaba: la forma en que Christopher había defendido su presencia en el evento. Era cierto que necesitaba mantener las apariencias, pero había una intensidad en su mirada cuando observaba a Elise que no podía ignorar.
—No vas a ganar, Elise —murmuró para sí misma, sus ojos brillando con determinación—. Christopher me pertenece, y no permitiré que alguien como tú se interponga.
Se levantó con elegancia, alisando su falda impecable. Si Christopher quería jugar a este juego, entonces ella subiría la apuesta. El evento de caridad sería el escenario perfecto para recordarles a todos quién era la verdadera protagonista de esa historia.**
El evento del sábado prometía ser un escenario lleno de luces, sonrisas falsas y secretos a punto de revelarse. Y ambos sabían que, tarde o temprano, las verdades que estaban ocultando saldrían a la luz.
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