O9
La música y el humo era un ambiente que le encantaba, el ver a la gente disfrutar mientras se emborrachaban y degustar de los distintos tipos de alcohol que el lugar ofrecía.
Pero también le gustaba estar en su casa, disfrutar de su soledad y de poder hacer lo que sea sin que nadie lo juzgara o lo mirara mal. Su casa también era su refugio, el lugar donde podía ser Taehyung, sin tener que mandar al resto o mantener la seriedad como líder. Era el lugar donde podía ser él con libertad, dejar salir sus emociones y disfrutar de su vida.
Se podía decir que era una persona que utilizaba una máscara la mayoría del tiempo, y se la quitaba solamente en la noche, cuando estaba solo, disfrutando de sus gustos.
Acercó el porro a su boca nuevamente, y le dio una calada profunda. Relajó su posición, acomodándose mejor.
Nunca fue fanático de las drogas, y seguía sin serlo, pero de vez en cuando disfrutaba de fumar un poco de marihuana, sentía que lo relajaba y le quitaba preocupaciones y estrés, además de ponerlo de buen humor.
Le gustaba sentarse en el balcón de su habitación, a fumar y reflexionar sobre las cosas que estaba haciendo.
Cuando su teléfono sonó, lo sacó de su bolsillo y contestó la llamada.
—Jimin, ¿qué pasó? Nunca llamas tan tarde
—Si, perdón por eso. Lo qué pasa es qué hay tres hombres fuera de mi casa, en un automóvil, y siento que me están vigilando porque miran mi casa por las ventanas.
—Mierda, ¿cómo son? —preguntó, con la esperanza de que Jimin los hubiera visto.
—Gigantes, musculosos y vestidos de traje. Pero eso no importa ahora, te llamaba para saber si podía ir a quedarme en tu casa por unos días.
—¡Ven, no hay problema! —exclamó —, pero ¿cómo saldrás sin que ellos te vean?
—Fácil, saldré por la cocina y saltaré al jardín del vecino de atrás, seguro anda de fiesta así que no se enterará de nada. De ahí correré hasta alejarme y tomaré un taxi, o caminaré, lo que sea.
—¿Quieres que mande a alguien a esperarte? Así no andas solo por la calle a esta hora.
—No, estoy bien. Sé defenderme, así que no hay problema. Por cierto, ¿crees que Jungkook haya mandado a esos hombres a vigilarme?
—Puede ser, pero no estoy seguro. Jungkook es predecible en algunas cosas e impredecible en otras, a veces sabes que esperar y a veces no. Es la regla de las reglas.
—Eso es verdad —se escuchó un fuerte ruido por la línea telefónica. —Mierda, Taehyung. Esos tipos se están bajando del automóvil, estoy temblando. Son demasiado altos y musculosos, yo no puedo con ese tipo de personas. Llevan armas con ellos, y parecen decididos a matar a alguien.
—Sal rápido, anda, no te demores. Nos vemos en el callejón de siempre. Te estaré esperando ahí.
—Nos vemos en un rato.
Apagó su porro, cortó la llamada y dejó a un lado su teléfono, levantándose para estirar su cuerpo y volver a su habitación.
Antes de salir se aseguró de llevar una navaja y una pistola en su bolsillo, en caso de emergencia.
Al salir de casa, se colocó el gorro que tenía su sudadera, escondiendo su rostro. Metió sus manos en los bolsillos y comenzó a caminar de manera rápida, intentando llegar lo antes posible al lugar donde había quedado con Jimin.
A esa hora de la madrugada no solía andar mucha gente por las calles, solo algunas personas ebrias o drogadas, ningún peligro más grande que ese.
Aunque por esos lados, todo el mundo conocía lo peligroso que podía llegar a ser Taehyung, así que la mayoría de gente lo respetaba, luego estaba la minoría de gente que lo despreciaba y hablaban mal de él a sus espaldas, pero cuando lo tenían en frente solo se quedaban callados.
Por donde vivía Taehyung eran normales los enfrentamientos entre pequeños grupos que se odiaban, entre vendedores de drogas y cosas así. Las muertes y los disparos ya eran algo de todos los días. Ni siquiera la policía se preocupaba por atender los llamados de los vecinos cuando estos daban aviso sobre disparos o robos.
Era casi como si viviera en un lugar sin reglas, sin límites, sin moral alguna.
Siguió caminando, bajo la tenue luz de algunos faroles y la luna. Comenzó a caminar más rápido, temiendo un poco por la seguridad de Jimin. Bien sabía que su pequeño amigo solía meterse en problemas más comúnmente de lo que le gustaría, así que si esos hombres no eran de Jungkook podrían ser de cualquier otra persona con un poco de poder por las calles y entre las sombras.
Siendo sincero, Taehyung había salvado muchas veces a Jimin, pero no le molestaba hacerlo, porque Jimin era un buen chico y era un excelente amigo, Taehyung no estaba dispuesto a perder más seres queridos.
Era algo que odiaba: amar y perder a alguien era un sentimiento tan doloroso que lo detestaba por completo, así que se preocupaba mucho por sus seres queridos, y por eso también intentaba no dañar a gente inocente.
Aunque al matar a Jungkook provocaría un gran dolo en la familia del menor, pero intentaba no pensar tanto en eso.
Llegó al callejón, y se apoyó en la pared, a la espera de Jimin.
No pasó mucho tiempo cuando divisó al menor, quien corría en su dirección y mirada de vez en cuando hacía atrás, asegurándose de que nadie lo estaba siguiendo. Cuando vio a Taehyung, comenzó a correr más rápido, sabiendo que encontraría un refugio con su amigo.
Llegó al callejón, y se lanzó a los brazos de Taehyung, provocando que por poco ambos cayeran al piso.
Taehyung logró sostener a Jimin y sostenerse de una pared, evitando la caída de ambos.
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung —, luces asustado.
—¿Podemos irnos? —Jimin lo miró directamente —, no quiero seguir más tiempo aquí.
Taehyung lo observó y asintió, comenzando a caminar con Jimin a su lado.
—¿Me contarás por qué estabas tan asustado? —se sentó en el borde de su cama, pasándole la botella de cerveza a Jimin.
—Me habían descubierto, tuve que correr en varias direcciones, tuve la suerte de poder pasar por la línea del tren y que justo este pasara después de mi, ahí me perdieron el rastro.
—Tuviste suerte, no todos se salvan de esa.
—Sí, lo sé, pude haber muerto por culpa del tren, pero no pasó. Estoy aquí, junto a ti —Jimin le dio un sorbo a su cerveza. —Nunca había sentido tanta adrenalina.
—Solo te pido que no lo vuelvas a hacer, es muy arriesgado.
—Tranquilo, Taehyung, no pienso morir sin antes haber matado a Jungkook.
El mayor rodó los ojos, y Jimin sonrió de lado.
Ambos se abrazaron, sabiendo el cariño que se tenían.
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