O5
—Miren qué tenemos aquí.
El mayor se sentó, con una sonrisa en el rostro.
—Vete a la mierda.
—Wow, los papeles cambiaron. Ahora tú me mandas a la mierda y yo te molesto.
—Taehyung.
—Jungkook.
El menor rodó los ojos.
—Vete, ahora. No estoy de humor para soportarte.
—¿Me dejaste tranquilo ayer? —preguntó. —No lo hiciste, así que yo tampoco lo haré ahora.
—Eres detestable.
—No más que tú.
El mayor se reía de la situación.
—Cuéntame, ¿qué fue lo que te hizo Suran para que le estamparas tu helado en la cara?
—No te importa.
—Cuando estás enojado eres aburrido.
—Gracias.
—De nada.
Jungkook suspiró con cansancio.
—Déjame solo, ¿sí?, no quiero hablar con nadie.
—¿Por qué debería hacerte caso?
—Porque si no lo haces, te mataré aquí mismo.
—Inténtalo, quiero verlo.
Taehyung se recostó en el asiento, esperando a que Jungkook hiciera algún movimiento.
El menor lo miraba con seriedad, sin hacer ningún movimiento.
Se quedaron mirando en silencio, esperando que el otro hablara o se moviera primero.
Jungkook pasó su mano por su rostro.
—¿No te irás, verdad?
—No, me quedaré aquí sentado, molestándote hasta que te vayas.
—Eres desagradable.
—Tú lo eres más.
Taehyung estaba disfrutando de la situación.
Siempre era Jungkook quién lo molestaba o lo provocaba de cualquier manera.
¿Quién dijo qué los papeles no podían cambiar por un día?
Cuando vio a Jungkook salir de la heladería, decidió salir tras él, solamente para molestarlo y enfurecerlo aún más.
Sus amigos no estuvieron muy de acuerdo, pero los ignoró, sus ganas de molestar eran mucho más grandes que sus ganas de quedarse sin hacer nada.
La gente de Lost lo miró raro, de manera amenazante, pero tampoco le importó mucho, ya que sabían que no le harían ningún daño.
Después de todo, nadie quería ir a la cárcel.
—¿Sabes? Tirarle el helado fue estúpido, llamaste la atención de todos en el lugar, incluso de los empleados, que después se acercaron a la mesa para preguntar si todo estaba bien.
—Me da igual.
—Te debería importar, después de todo ellos son tu pandilla, tu grupo, quienes te defienden y están a tu lado. Yo nunca haría cosas como esas, menos si estoy en público, es algo estú-
Jungkook se levantó y sacó su pistola, con cuidado de que nadie a su alrededor la viera.
Taehyung calló de golpe, mirando con seriedad a Jungkook.
—Si no te callas, te dispararé, y no me importa lo que ocurra después.
—Bien, hazlo —Taehyung miró la pistola. —Levanta el arma y entiérrame una bala en el cráneo, perfora mi cerebro y deja que mi sangre fluya por mi cabeza hasta llegar a tus malditos pies.
Jungkook tragó con dificultad, y quitó el seguro de la pistola.
Pero en realidad él no quería que las cosas llegaran hasta este punto.
Jungkook quería que Taehyung lo dejara solo, no quería matarlo.
—Te estoy esperando, Jungkookie, ¿no me matarás?
Taehyung lo estaba provocando, intentando llevarlo al límite.
—Vete al infierno —Jungkook volvió a ponerle el seguro al arma y la guardó, con el ceño fruncido.
—Sabía que serías tan cobarde cómo para no dispararme.
—No quiero ser un prófugo, ni mucho menos ir a la cárcel —se defendió, a la vez que observaba alrededor por si alguien lo había visto con el arma.
—Eres un bastardo, un asqueroso, un imbécil, un maldito demonio, un-
—Si, si, ya entendí —Taehyung interrumpió al menor, moviendo su mano mientras hablaba —¿Algo más que me quieras decir?
Jungkook lo miró por última vez, antes de girarse y comenzar a caminar, alejándose de Taehyung.
—Cobarde.
Escuchó de parte de Taehyung, pero no se giró, se limitó a ignorarlo y concentrarse en otra cosa, como calmar sus emociones.
Siguió caminando, sin ningún rumbo.
Miraba las tiendas que lo rodeaban, y las personas, aunque nada lograba llamar su atención.
Todo era tan aburrido, tan monótono.
Una rutina aburrida.
A lo lejos, vio lo que parecía ser una juguetería.
Pensó que sería un buen regalo llevarle a Minsu algún juguete nuevo y llamativo.
Ya que sabía que los juguetes que su hermano tenía, eran los suyos, bastante viejos y despintados.
Su madre no tenía tanto dinero para comprarle cosas al menor.
Y tampoco aceptaba el dinero que Jungkook quería darle, ya que lo consideraba "Dinero asqueroso" por la forma en la que lo conseguía.
Jungkook vivía con miedo.
Miedo de que sus enemigos le hicieran daño a su madre y a su hermano pequeño.
Por eso mismo decidió irse de casa, buscando proteger a su familia.
Entró a la pequeña tienda, y sus ojos viajaron por todo el lugar, deleitándose con los colores llamativos y la forma de los juguetes.
Habían niños corriendo de un lado para otro, con las manos llenas de juguetes.
Adorable, según Jungkook.
Estuvo bastante rato ahí, recorrió todos los pasillos y eligió los mejores juguetes que habían, los más llamativos y novedosos que encontró.
Se dirigió a la caja y los pagó, con una sonrisa en el rostro al imaginar lo feliz que estaría Minsu al ver los regalos que le traía.
Quizás su madre se enojaría, pero se le pasaría al ver lo contento que estarían sus dos hijos.
Jungkook le daría lo mejor a sus hijos, cuando los tuviera.
Y sobre todo, los mantendría lejos de la maldad y sus tratos sucios.
Pero no podría criarlos solo, necesitaría la ayuda de alguien.
Y ese alguien se negaría rotundamente.
Jungkook escondía muchas cosas, y fingía otras.
Todo era tan complicado.
Salió de la tienda, con la bolsa en mano.
Pensó que también sería una buena idea llevar algunos caramelos para Minsu, de distintos sabores y colores, además de algunos chocolates.
De solo imaginar la sonrisa de su hermano, su corazón se aceleraba.
Minsu era un pequeño niño de siete años de edad, un poco hiperactivo y bastante inteligente. Tenía el cabello pelinegro y la misma sonrisa de conejo que tenía Jungkook, le gustaban los dulces y amaba dibujar cualquier cosa.
Jungkook había estado con él hasta que cumplió los cinco años, de ahí decidió irse de casa por la seguridad de su hermano. Mientras vivían juntos, Jungkook le enseñó muchas cosas a Minsu, además de jugar con él todos los días y preocuparse de su bienestar.
Minsu era lo más importante en la vida de Jungkook.
Por eso temía.
No quería que nadie dañara a su familia.
Lo único que le quedaba.
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