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──Creo que te has quedado sin lugar en dónde poner tus flores.── Comentó el rizado estando acostado en el césped de aquel amplio jardín teniendo su cabeza apoyada en las piernas del británico.
──Bueno... Yo creo que te quedan bastante bonitas, es más fácil y no se caen.── Respondió George soltando una pequeña risa tras colocar una pequeña margarita en el cabello rizado de su acompañante mientras que con su otra mano acariciaba su brazo.
──No lo sé, no me he visto al espejo pero de seguro me veo muy ton-... Digo, bonito con tus flores.── Tragó saliva apretando apenas sus mandíbula sin animarse abrir sus ojos.
El estadounidense estaba bastante tranquilo y de buen humor aquel día tras tomarse un tiempo para relajarse lejos de la música, los escenarios y las consultas médicas ya que las últimas le estresaban pensando que algo malo podría ocurrir aunque George siempre le decía que hacía grandes avances, se cuidaba y tomaba sus medicamentos en tiempo, últimamente lograba conciliar mayormente el sueño aunque no era por mucho tiempo, cinco horas a lo sumo debido a los medicamentos que lo llegaban a noquear o en la intimidad porque no mentiría, el libido sexual que el británico cargaba consigo de verdad muchas veces le resultaba preocupante pareciendo casi un adolescente hormonal que solamente piensa en eso, claramente George no lo era, no era insistente en aquello pero no dejaba pasar sus insinuaciones, lo que fuera para distraerlo pero no tanto como para alterar demasiado su ritmo cardíaco y que sufriera taquicardia.
──¿Puedo saber en lo que piensas?.── Cuestionó George apreciando la paz que tenía el otro consigo y más dejándose hacer aquello en su cabello.
──Estaba pensando... En qué demonios estamos haciendo George ¿Por qué hacemos ésto? Tenemos familia y aún así... Nos seguimos encontrando.── Habló aún sin abrir sus ojos teniendo sus propias manos entrelazadas sobre su pecho.
──Bueno... No lo sé, el tema de los sentimientos y el amor es tan amplio que verdaderamente me gustaría darte una explicación exacta de lo que hacemos cuando nuestras esposas no nos ven.── Dijo con simpleza mirando su jardín y desplazó sus caricias hasta la suave mejilla ajena.
──Y si nos descubre ¿Qué haremos? La verdad que estar metido en un dilema mediático es lo menos que quiero y necesito, hombre── Suspiró pesadamente abriendo sus ojos y se quedó mirando desde la perspectiva inferior a George teniendo una pequeña sonrisa.
──Lo vamos afrontar, somos hombres adultos, somos conscientes de nuestras acciones porque serás el cerebro y yo el corazón pero no pensaste mucho cuando nos besamos.── Dijo con un toque divertido sintiendo como el otro apoyaba su mejilla contra la mano que le brindaba caricias a modo de decirle que no se detuviera.
Con esas palabras, Bob no dijo más nada, tenía razón, le había dicho tantas veces al británico que era el corazón, el sentimentalismo y la vista espiritual abierta de aquella ¿Relación? Y él era el cerebro razonable y preciso, que le hacía bajar los pies a la tierra al otro... Pero aquella vez si que se dejó llevar por su corazón y no pudo negarse a su cercanía y muestras de cariño, podría demostrarte huraño al contacto y afecto pero no era tan así como muchos lo veían, era ciertamente cariñoso y demostrativo con la persona adecuada y así lo era con George aunque muchas veces se enojara pero desde que tuvo aquel fallo cardíaco y la cirugía, la verdad que se refugió en todo aquello que la gente llegaba a detestar de él y claramente llegó a tratar muy mal a George en medio de una de sus batallas internas de angustia e impotencia de tener que ser ayudado, se arrepentía porque veía como el otro quería ayudarlo y él se negaba por un orgullo herido.
──Me gusta lo que estás haciendo con mi cabello... Es bonito, es muy tú.── Soltó de golpe tras unos cuantos minutos del silencio solamente escuchando el sonido de las aves.
──Te lo agradezco, te hacen ver menos gruñón y más lindo, más natural.── Soltó con una sonrisa tonta inclinándose hacía adelante para besar su frente.
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