𝙨𝙚𝙫𝙚𝙣
Cadeau.
Nota: Si se encuentran parecidos con el cuento "Que si, que no, que todo se acabó" de Miguel Ángel Tenorio, no crea que es involuntario. Todo lo contrario.
"Dijo 'Adam, no te engañes así,
No pierdas todo así
Oh, que desliz.
Todo tenías y todo dejar ir'".
- Steve, Alec Benjamin.
I: Frère.
A diferencia de muchos otros príncipes del continente, la tradición de su reino obligaba a Ledi a renunciar a casi cualquier lujo que le podría dar la familia real y vivir como parte de la clase trabajadora hasta el día que cumpliera la mayoría de edad.
Un príncipe trabajador que solía bromear con sus vecinos diciendo que ser príncipe era algo muy difícil en esos días. Esa tradición de empatizar con el pueblo por medio de ser parte de él era algo que ningún otro de los doce reinos en el continente hacían, deja tú ver con buenos ojos. La familia real de Toujours siempre había sido vista con malos ojos pese a que su nación fuera de las más pacíficas y tuvieran uno de los ejércitos que más destacaban en la Soberana Unión. Probablemente era por eso que invitaron a Ledi a la Ceremonia de la Unión, un evento que se daba una vez cada diez años en la que se invitaban a los más jóvenes herederos de los doce reinos para que conocieran a los que serían sus aliados cuando reinaran. Y ya que era la única vez que le iban a invitar, Ledi no se resistió a ir a tan hermoso evento que tomaba lugar en el centro del continente, en la próspera nación de Quitte.
La Ceremonia de la Unión duraba un mes y todos los participantes tenían entre quince y veintiún años, y si bien solo eran doce reinos, eran más de cien participantes pues a cada reino se le permitía llevar damas de compañía o una pequeña parte de su corte. La capital de Quitte se llenaba de sangre real durante todo un mes cada diez años y era una oportunidad única en la vida para convivir, no como aliados ni por asuntos políticos, sino como los jóvenes que seguían siendo. Y, como muestra de eso, la inauguración del evento era un baile de máscaras como los que había en cada cuento del continente.
- ¿No es divertido que esto haya nacido de las reuniones secretas entre los reyes de hace siglos para emborracharse? - preguntó Ledi a Leiva, hija de la familia a la que había sido encomendado y la única compañía que llevaba. Estaba obligado a llevar a al menos una persona y, debido a la naturaleza de su reino, esa persona no podía estar relacionada con el palacio. La familia de Hanna había aceptado porque no se les ocurría un mejor lugar para mandar a su hija que a un pueblo con adolescentes y jóvenes adultos de la realeza.
- Asumo que preguntas eso porque sientes envidia de ellos, hermanito - se burló la joven -. Digo, al menos ellos podían comprar alcohol con sus sueldos reales - Ledi rió.
- Toujours ni siquiera era parte de eso, para que lo sepas. Solo nos unieron a la Unión cuando nos vieron como una amenaza - la joven negó.
- Amenaza o no amenaza, Ledi, estás aquí para convivir y casarte con una princesa, que todos sabemos que lo importante de esto es "fortalecer la Unión" por medio de matrimonio - Ledi levantó una ceja -. Vamos, ¿No es obvio? Digo, lo primero que hacen es mandarlos a un baile para que se besen mientras no saben quién es quién.
Ledi suspiró.
- Mira, que aquí entre nos, yo no me la pasaba besando a cualquier persona en el pueblo - Leiva gruñó y se cruzó de brazos -. ¿Qué? ¿Dije algo que no es cierto?
- Cállate, príncipe de cuarta - esta vez fue Ledi quien gruñó en desesperación -. ¿Cuánto a que en esa mascarada se encuentran al menos tres parejitas inseparables por el resto del mes?
- No voy a apostar contigo.
- ¿Por qué? ¿Es que sabes que vas a perder? - Ledi sólo suspiró. No es que creyera en lo que decía la chica que veía como su hermana, porque sabía que era cierto que los príncipes harían de todo para cortejar a las damas y princesas; en realidad, solo se sentía fuera de lugar en Quitte, rodeado de gente que lo tenía todo. Y él, un príncipe que debía trabajar o la corona jamás le dejaría ejercer como Rey, parecía una rosa pálida entre todas las flores llenas de color que le rodeaban. Y que la única persona que le recordara que el sacrificio de la familia real en Toujours solo hablara de la realeza no ayudaba. Ser una rosa pálida como la que había cuidado desde que salieron de la casa donde vivía hasta entonces no era lindo.
II: Masque.
Tal y como predijo Leiva, la mascarada de inauguración estaba hecha para formar parejas y grupos. Una iniciación llena de vino, vestidos de satín y smokings de pingüino. A Leiva, como acompañante oficial, se le proporcionó un hermoso vestido violeta que, si bien no opacaba a ningúna princesa, le hacía parecer una. A Ledi no se le dió nada y salió con una vieja capa que no había recordado haber empacado alguna vez, la arregló como pudo y fue con sus ropas más formales y su rosa pálida a la mascarada. LAs máscaras se repartían al azar en la entrada del salón.
Después de el discurso de las tres cabezas más importantes de la Unión, la música empezó a sonar y las princesas se juntaron con sus damas de compañía mientras los otros príncipes se juntaban entre sí y veían a las mujeres desde lejos, comiendolas con la mirada.
- Mientras ninguno de esos brutos barbajanes se acerque a mí, todo está bien - dijo Leiva, tomando una copa de vino de la mesa de al lado -. Enserio que ni en el pueblo ven a las mujeres así, tremendas ganas de darles un golpe que medan.
- Si disfrutas que el pueblo tenga paz, no golpearás ni amenazarás a nadie, ¿De acuerdo? - Ledi le quitó la copa de la mano y dió un discreto sorbo.
- Ajá, lo que tu digas - le arrebató la copa de nuevo, tomó todo el contenido de un sorbo y dio tres pasos hacia adelante -. En fin, tiene que haber alguien en esta reunión que no quiera meterle la lengua hasta la garganta a cualquier mujer que se le ponga enfrente. Te me cuidas, hermanito - y, dejando la palabra en el aire, Leiva se alejó con su máscara ultramar, dejando a Ledi con una copa vacía en la mano.
Esa noche no podría ser tan terrible, ¿Cierto?
Después de aproximadamente dos horas pegado a la pared, Ledi fue capaz de observar cómo la gente empezaba a juntarse, los acompañantes hablaban con las princesas y las damas de compañía con los príncipes. Pudo ver a Leiva sacar a bailar a alguna dama de compañía de un reino del sur e incluso podía jurar que ,las había visto salir juntas del salón. Eso era lindo, lo que no era lindo es que sentía las miradas de los asistentes sobre él, viendo como estaba fuera de lugar. Por los Dioses, que incluso sentía sus cuchicheos, cómo decían que Toujours ni siquiera era un país importante en la unión. Es lo que pasaba cuando se fenpia de un país pequeño con costumbres tan diferentes a las de los otros once reinos. Ledi solo quería esconderse e irse lo más pronto posible, pero irse estaba prohibido para los herederos si no se había hecho el baile de las manecillas.
- Hola - escuchó de pronto una voz a su lado. Se asustó y giró la cabeza para observar a una joven vestida de gris con una máscara blanca -. Perdona si te molesto, solo estoy tratando de escapar del muchedumbre, pero mi princesa no me permitió salir.
- No se preocupe - habló el castaño -. También me encantaría irme de aquí, pero no lo tengo permitido - la joven le miró, un tanto sorprendida.
- ¿También vienes como acompañante? - preguntó y Ledi negó.La chica se puso roja al notar que hablaba con un príncipe -. Lo siento mucho, su alteza -se alejó tres pasos e hizo la misma reverencia que habían hecho los guardias cuando presentaron a los asistentes -. Perdone que le haya incomodado así, me retiraré enseguida.
- No hace falta que se disculpe - negó y la joven le miró en silencio, un tanto avergonzada -. Tu presencia no me incomoda en absoluto - la joven sonrió y él pudo ver sus ojos brillantes por debajo de la máscara.
- De cualquier forma, me tengo que ir - Ledi levantó una ceja -. Mi princesa me pidió que le avisara cuando faltara poco para el baile de las manecillas y está a nada de comenzar, así que si me permite - volvió a reverenciar y, con pasos cortos pero apresurados, se alejó, dejando a Ledi pensando en uno de los cuentos que escuchó de pequeño. Sin embargo, poco pensó en eso pues también debía acercarse a la pista para el susodicho baile.
- El baile de las manecillas es tradición en todos los bailes del continente - menos en Toujours -. Sin embargo, lo explicaremos en caso de que lo hayan olvidado - habló el emperador de Quitte.
- Cada príncipe y princesa debe de tomar lugar en uno de los círculos marcados de manera alternada. Un hombre y una mujer, hombre mujer - continúo la reina de Suffit -. En la doceava campanada de la música, deberán empezar a dar vueltas alrededor de las manecillas - señaló un estructura que giraría a manera de segundero -, las mujeres en dirección de las manecillas del reloj, los hombres en la contraria.
- Cuando suenen las campanas de nuevo, deberán detenerse y bailar el resto de baile con la persona que quede frente a ustedes, quien será su compañero por el resto del baile - terminó la reina de Orgueil -. ¡Qué las campanas mantengan a la Unión! - levantó una copa.
- ¡Y que la Unión dure diez años más! - exclamaron los herederos al unísono, todos menos Ledi. Él solo buscaba con la mirada a la joven de máscara blanca y ojos brillantes y a Leiva, a quien no había visto desde que salió rato atrás. Pero no tuvo tiempo para ver lo que ocurría porque las campanas empezaron a sonar y ver hacia otro lado era de mala educación.
La doceava campanada sonó y empezaron las cuatro vueltas. A la primera, Ledi vió a una princesa vestida de rojo con una máscara negra intercambiando miradas con él. La segunda, ella le ofreció una sonrisa que él devolvió amablemente. La tercera hubo una leve inclinación de cabezas y la cuarta, justo antes de que las campanadas terminaran de sonar, la princesa se detuvo junto a él. Y las campanas sonaron y ella se volvió su pareja designada.
- Buenas noches - habló él -. ¿Cómo está usted? - acomodó su brazo en la cintura de la joven mientras ella tomaba con recelo su espalda.
- Pues bien - su voz era suave como la miel -. ¿Y usted?
- También - bailaron en silencio por un par de minutos antes de que él se atreviera a preguntar -: Disculpe la imprudencia, pero ¿Por qué se detuvo frente a mí pese a las reglas?
- Conveniencia - dijo sin ningún problema -. Por lo que noté, usted es el único que no saltó a cazar princesas en cuanto tuvo oportunidad, así que le considero el único con decencia.
- Ah, ya - bajó la mirada, pensando que era estúpido que la princesa pensara bien de él. Probablemente ignoraba su procedencia de la misma manera que él ignoraba la suya. Pero lo sabría, ¿No?
- Sin embargo, estoy considerando algo - levantó la cabeza -. Dado que todos a nuestro alrededor parecen encantados con sus parejas y no creo que haya más oportunidad ni para usted ni para mí, tengamos una cita durante el mes de evento.
- Si eso a usted no le parece imprudente - habló a lo bajo.
- Para nada - siguió -. No propondría nada si me pareciera una indecencia.
Los compases finales del baile sonaban cuando Ledi tomó la rosa pálida que llevaba en su traje, pero antes de que terminara la música y antes de que pudiera entregarla, se escucharon golpes en la entrada. Golpes y gritos que detuvieron a la orquesta y que hicieron a Ledi salir de su nube de cuentos de hadas.
Quien gritaba y a quien golpeaban no era nadie más que Leiva.
Sin pensarlo en absoluto, soltó a la princesa y a la rosa, salió de la pista de baile y se encontró con dos guardias sujetando a su compañera, quien tenía el ojo morado y un hilo de sangre en los labios.
Nada iba a salir bien.
III: Désaccord.
- ¿Es qué estás loca? - exclamó Ledi, ya en el cuarto que le habían ofrecido, lejos del baile donde todos hablaban de lo que había pasado -. Una cosa te pedí, una sola cosa.
- ¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que golpearan a Pandora sólo por estar afuera del salón? ¿Por estar con una plebeya? - exclamó Leiva también -. Debiste defenderme, hermano, no pedir disculpas.
- Estabas atacando a los guardias del país más importante de la Unión en un evento privado. Si el príncipe de Saignement mandó a buscar a su compañera, debiste dejarla ir en cuanto lo pidieron, no hacer pelea - Leiva gruñó.
- Un día, hermano. Un día conviviendo con la realeza y te olvidaste que has vivido en un pueblo de mala muerte toda la vida - bajó el tono y Ledi restregó las manos por su cara con notable frustración.
- Deja de asumir cosas de mí, Leiva. No he olvidado de dónde vengo ni me es posible hacerlo - gruñó -. Y deja de llamarme "hermano", porque no lo somos.
- Bien - se levantó la chica -. Pero no creas que te creo esa mentira de que "lo haces todo por el bien del reino". Por los dioses,desearías ser como el resto de gente afuera y tenerlo todo - caminó hacia la puerta bajo la mirada severa de Ledi -. Eres un idiota.
- Al menos yo no estoy provocando una guerra. - Leiva levantó una ceja.
- Bueno, al menos yo sí acepto de donde vengo.
Azotó la puerta y se fue, dejando a Ledi solo. Perfecto, todo iba de maravilla. Seguro.
Después del baile, había una convivencia obligatoria en la que se leerían los asuntos de la Unión que le importaban a todos los reinos. Sin embargo, a Ledi no se le permitió salir de su habitación debido al revuelo de la noche anterior. De hecho, no le dejaron salir hasta el domingo, un día en el que técnicamente no había nada que hacer.
- ¿Dónde está Leiva? - preguntó al guardia que le permitió salir. Este solo hizo una mueca.
- La Unión y el príncipe de Saignement han decidido mantenerla encerrada hasta que termine el evento. Entonces se le hará un juicio en base a las leyes de Saignement - Ledi torció los labios.
- Ella es una ciudadana de Toujours que vino por invitación mía, yo debería recibir el castigo - dijo, serio. El guardia negó.
- Usted se disculpó y, a los ojos de la Unión, es un príncipe digno que puede volver a Toujours un buen aliado de Quitte - ¿No ya eran aliados? -. Además, un príncipe no debería pagar por los actos de una plebeya.
- ¿Es posible que la vea, al menos? - preguntó al notar las condiciones que le estaba diciendo el guardia entre líneas. Probablemente tendría una plática acerca de eso después.El guardia negó y él suspiró. No podía dejar que le hicieran algo a Leiva, por más peleados que estuvieran.
- Señor - le detuvo el guardia -. Le recomiendo tener cuidado. Su nación no es vista con buenos ojos y esto solo hará todo más difícil para usted. Si desea que su nación prospere, le recomiendo dejar que Saignement se haga cargo de su acompañante.
Una persona por cientos de vidas.
IV: Devoir.
En la plaza, todos le observaron con recelo. A diferencia del baile donde bien pudo haber sido su imaginación, esta vez sí que podía escuchar los comentarios venenosos hacia él, hacia Leiva y hacia su nación en general. "Por cosas como esas, la familia real debería alejarse de los plebeyos". Ledi no tenía adonde ir porque se prohibía el regreso a las habitaciones antes del atardecer, y claramente no estaba en condiciones de pedir una audiencia con el príncipe de Saignement. Por desgracia.
- Buenas tardes - escuchó una voz conocida y, al levantar la mirada del suelo, se encontró con la dama de compañía del baile. Esta vez pudo ver su rostro completo y se sorprendió de ver que sus ojos brillaban más sin la máscara blanca.
- Buenas tardes - contestó.
- Mi princesa manda decir que debe reunirse con ella en el jardín del castillo en una hora para hablar con usted - dijo y, rápidamente, empezó a alejarse. Ledi le detuvo.
- Disculpe señoría, pero he de preguntar quién es su princesa - la chica de ojos brillantes se detuvo y se giró a verlo, un tanto sorprendida.
- ¿Enserio no lo sabe? - preguntó y él negó -. Mi princesa, señor, es la princesa Innocence de Quitte, la misma con la que bailó esa noche - el rostro de Ledi mostró muchas emociones, ninguna satisfactoria -. Debo decirle, príncipe Ledi, que por más que haya admirado la valentía de su acompañante, ha puesto en serios problemas a su nación y el emperador está tratando de resolverlo de manera pacífica. Le recomiendo aceptar lo que se le proponga, o puede que su nación desaparezca en poco tiempo.
Y lo que propuso el emperador no fue satisfactorio, por supuesto. La princesa Innocence se presentó a la hora en el jardín y observó con desprecio a Ledi. Le ofreció una carta sellada con el sello de la Unión y escrita por el propio emperador, carta en la que se confirmaba lo que Ledi había pensado que pasaría: La Unión puso a Leiva a disposición del reino de Saingnement y obligaba al príncipe a formar una relación formal con Quitte para evitar que los otros países tomaran cartas en el asunto. Un matrimonio arreglado, solo que disfrazado.
- No creas que me hace feliz esto - dijo la princesa. Empezaba a anochecer y sus ojos oscuros reflejaban eso -. Si solo hubieras ofendido a Dante, estaría bien por mí, pero ofendiste mi reino y manchas te mi honor al soltarme durante el baile.
- Señoría, debe entender que mi acompañante actuó por impulso y yo tenía la responsabilidad de arreglar las cosas ahí - habló el castaño, pero Innocence negó. Tras ella, la dama de compañía bajó la mirada.
- Da lo mismo como sean los valores en tu país, aquí soltar a una princesa en un baile tan importante es digno de la horca - Ledi bajó la mirada -. Lo único bueno es que se me permitirá rechazar la propuesta. Es solo una formalidad para que los otros reinos vean tus intenciones de disculparte y estoy en mi derecho, pero debes esforzarte para que la Unión vea tu esfuerzo.
- ¿No es peor que decidas no casarte? - preguntó el chico, haciendo que ella rodara los ojos.
- No puedes esperar nada de alguien que convive con plebeyos, claramente - murmuró la princesa, bastante enojada -. Nule - llamó a la dama de honor, quien dio un paso adelante al ser llamada -, quiero estar sola. Encárgate que el tipo no insulte más reinos antes de que anochezca.
- Si, mi princesa - la joven hizo una reverencia y observó en silencio cómo la princesa se alejaba con pasos que dejaban notar su indignación. In "debió decirme que era de Toujours" se escuchó a lo lejos. Nule suspiró una vez la princesa estuvo lejos.
- Y se veía tan dulce en el baile - murmuró Ledi, casi sin pensar. Nule negó con la cabeza.
- Si le sirve de consuelo, es posible que la obliguen a casarse con usted - le miró y Ledi se sorprendió.
- ¿Nos obligarán a casarnos? ¿En serio? - Nule negó.
- No, solo es un tal vez si - dijo la joven, ante lo que el príncipe giró la cabeza para mostrar su falta de comprensión -. No es un sí, pero tampoco es un no. No lo sé - suspiró -. Lo único que queda claro ahora mismo es que usted debe de cortejarla como si estuviera locamente enamorado o mandarán tropas a su nación y no tendrá a dónde volver.
- No importa qué tan grande sea nuestra armada, no somos nada comparados con otras once - la dama de compañía asintió y Ledi se sintió culpable. Debió haber negado la invitación, pero tal vez eso habría terminado en el mismo resultado. Era deprimente que actuara por su cuenta, sin nadie a quien pedir consejo.
La dama de compañía le acompañó en silencio hasta su cuarto, bajo las miradas sospechosas de los asistentes.
V: Symbole.
- Dice la princesa que un ramo de rosas bastará para que la gente empiece a calmarse - se acercó Nule a él el día siguiente -. Puede tomar las rosas del jardín y, dado que llevaba una rosa el día del baile, se puede creer que son suyas.
- Muchas gracias por la ayuda - murmuró él, un tanto decaído. Las miradas no paraban y la culpa de no haber defendido a Leiva era más y más fuerte -. Disculpe, ¿Sabe usted si hay posibilidad de que vea a mi acompañante?
Nule frunció los labios y se quedó pensando un rato -. Podría intentar convencer a la princesa. Tal vez si se hace a escondidas del mundo y una visita corta, se pueda hacer algo - Ledi sonrió. Tal vez podría sacarla del lío y salir él también, tal vez todo volvería a la normalidad -. Pero si quiere que la princesa le haga favores, deberá darle un buen regalo. Ella es muy materialista.
- No me sorprende - habló sin pensar. Pero Nule no reaccionó mal, al contrario, esbozó una sonrisa.
- Si la hubiera visto, príncipe, estaba indignada porque se le diera una única rosa. A sus ojos ella merece mil rosas cada día - Ledi levantó una ceja como preguntando "¿Tanto así?" -. Así es - la sonrisa desapareció -. Debería darse prisa y mandar el ramo de flores si es que quiere ver a su amiga.
- ¿Mandarlo? ¿No sería más sencillo dárselo en persona?
- No saldrá hasta el siguiente evento, que es en la tercer semana del mes. Dice estar muy ofendida para salir - Ledi asintió. Sonaba como un capricho gigante. No solo sonaba como uno, es que lo era, pero era no cumplirle su capricho o que Leiva quedara a merced de la unión. Suspiró. Nule se retiró sin decir adiós.
Ese día Ledi reunió las benditas rosas y las acomodó en un ramo. Si la princesa era materialista, no iba a servir de nada un ramo de flores, así que vació su maleta y la de Leiva para ver si se les había ocurrido llevar algo del negocio de la familia de la chica. Y es que un príncipe que era dejado con el pueblo era uno que aprendía una profesión, y la profesión de esa familia era la de las artesanías. Afortunadamente (o desafortunadamente, depende de cómo lo viera), Leiva había enviado materiales para tallar. En caso de aburrirse, seguramente. Esa noche comenzó a tallar algo en madera, pero se quedó dormido y no pudo terminar, así que solo entregó las rosas a Nule.
- Lindas rosas, príncipe - dijo ella, recogiendo el ramo. Una ceremonia arreglada.
- Para la princesa Innocence - contestó él, tratando de no sonar forzado. No lo logro -. A manera de disculpa por la vergüenza que le hice pasar.
- Se las haré llegar - Nule hizo una reverencia y se desapareció. Los asistentes dejaron de prestar atención en ese momento.
Dos días después, de nuevo, le presentó algo a Nule: un par de aretes de madera con forma de rosas que había hecho esa noche. Incluso Nule se sorprendió.
- ¿Los hiciste tú? - preguntó mientras los tomaba con cuidado.
- La familia de Leiva es artesana. Si ella no estuviera presa, los habría terminado antes - murmuró y Nule asintió -. Para la princesa.
- Claro. Ella manda sus agradecimientos por las rosas - asintió. Nule levantó la mirada y se encontró con la de Ledi viéndole fijamente. Ojos brillantes contra ojos brillantes -. Me tengo que ir, pero pasea por los jardines ya entrada la noche. Tengo algo para ti - murmuró ella también y se alejó dando pasos rápidos.
¿Qué podría tener ella?
De nuevo, Ledi fue al lugar en la hora dicha y se quedó esperando diez minutos antes de que Nule hiciera acto de presencia. Llevaba un vestido más ligero que el que llevaba siempre y se notaba que se había escapado. Igual que la princesa, le entregó una carta. Estaba vez con la letra de Leiva.
- Me escabullí por la noche y la hice escribir un mensaje a escondidas - explicó Nule -. Innocence estaba ocupada con Dante así que... - se detuvo y observó a Ledi, quien estaba procesando lo que acababa de escuchar.
- ¿Esos dos son algo? - preguntó y ella asintió. No solo se había metido con dos reino poderosos, se estaba metiendo con una relación oculta. Por los dioses.
- En fin. Si quieres escribirle algo a Leiva, entregámelo la próxima vez que le des algo a la princesa - habló y comenzó a irse, pero Ledi le detuvo.
- ¿Por qué haces esto? - preguntó y ella se detuvo en seco -. Estás arriesgando tu trabajo y tu vida, no tienes que hacerlo.
- Tu acompañante defendió a una trabajadora - contestó -. No sé cómo sea Toujours, pero siempre he escuchado lo peor mientras veo a los trabajadores ser explotados y mandados a la pobreza extrema mientras se dan eventos caros como este. El que ella haya defendido a uno de los nuestros en ese baile es un símbolo.
- ¿Un símbolo? ¿De qué?
- De la revolución.
(...)
- No lo sabes porque no estuviste en esa junta después del baile, pero se ha guardado silencio a la población de todas las naciones respecto a lo que pasó por la tensión que hay entre el pueblo y la Corona - murmuró Nule. Estaban en un sótano sentados con solo una vela iluminando la oscuridad -. Si la gente viera lo que yo vi, las pequeñas revueltas que se han dado en ciertas partes del continente se volverían parte de algo más grande. El pueblo odia a la Unión - se quejó -. No ven por nosotros, ven por la realeza. Todo esto nació por un capricho de emborracharse y tener sexo, no por el pueblo.
- Esto no pasa en Toujours - habló Ledi. Ella le observó -. Cada rey debe de vivir quince años con el pueblo, trabajar mano a mano con ellos y ver en lo que falla el reinado anterior desde el otro lado - Nuel asintió.
- Aquí se ve a la clase trabajadora como escoria de la sociedad - dijo, severa -. Hay revueltas, pero no hay un motivo real para empezar. La gente no sabe nada de Toujours ni de nada, si supieran que hay cosas mejores... Tal vez podríamos arreglar las cosas.
"¿En qué te estás metiendo, Ledi?" se preguntó mientras la chica se levantaba. Quince reyes, quince generaciones y ninguna se había metido con la Unión. Si él apoyaba a los rebeldes, ellos se irían contra su reino y sería el final de una nación que se mantuvo por guerras y pestes. Pero tal vez sería también el inicio de algo mejor.
La carta de Leiva estaba en sus manos. Estaba enojada, pero esperaba que se pusiera del lado correcto ya que sabía lo que Nule le había contado. Él era una pieza clave como heredero de Toujours, el pueblo utópico que la gente escandalizaba.
- Toujours antes tenía un país gemelo - dijo de la nada -. Personne. Ese reino se suicidó por hacer frente a la Unión y por eso ninguno de los quince reyes de Toujours hizo nada contra ellos - Nule aún no apagaba la vela.
- ¿Entonces no nos apoyarás?
Ledi se quedó pensando un momento. ¿Valía la pena sacrificar su reino por Leiva y solo por ella? No. ¿Valía la pena sacrificarlo por un mundo mejor? Si. No tal vez si, es que el ejército de la Unión se podía rebelar y unir fuerzas con el de su reino, es que millones de personas podrían salvar todo.
Al menos eso esperaba.
- Lo haré. Por siempre, para la eternidad - dijo el emblema de su país. Tenía que valer la pena.
Nule apagó la llama con la mano y, en la oscuridad, trazaron un plan.
VI: Cadeau.
Los siguientes regalos pasaron de buenos a preciosos. Los aretes eran solo una muestra de lo que Ledi hacía con la familia de Leiva: accesorios, adornos, joyeros. Y el sábado antes del tercer domingo, terminó una caja de música que reproducía una famosa canción de hace años. La canción de una mujer que perdió todo por ambición y que venía de un cuento de Toujours.
- ¿Es para la heredera de Quitte? - se acercó una princesa. Ledi asintió -. ¿Enserio la estás cortejando?
- No creo que te acepte - dijo otra princesa, viendo los detalles con el escudo de Quitte -. Dicen que odia el proletariado y... bueno, tú sabes de tu familia.
Ledi solo se mordió el labio y las dejó irse sin insultarlas.
Nule se acercó rato después. Se sentó junto a él y, antes de que pudiera decir algo, ella habló:
- Quiere un retrato.
- ¿Qué? - preguntó Ledi, sacado de onda por la oración tan extraña que escuchó.
- Dijo que, dado que eres tan diestro en esto, quiere un retrato tallado en la madera más fina para mañana. Y que si lo haces, tal vez empiece a considerar convencer a Dante de que saque a Leiva - ambos suspiraron. ¿Cómo diablos haría eso? Se había tardado una semana en la caja.
- ¿Hay manera de hacer que la gente empiece a moverse más rápido? - Nule negó. El plan era mostrar desigualdad por medio de Leiva, encarcelada sin razón y por medio de Ledi, que sería rechazado técnicamente por haber vivido con el pueblo. Los rumores de lo de Leiva se habían empezado a esparcir, solo faltaba la bomba de Ledi. La bomba de Toujours. Sólo faltaba poco, pero la espera se sentía eterna.
- Tienes que arruinarlo. Hacer que se vea hermoso pero le haga odiarlo - anotado. Y, sin decir nada, se separaron y Ledi se fue a trabajar en eso.
Sabía lo que iba a hacer y lo que iba a decir. Y con cuidado con las guyas de Leiva, a quien extrañaba a cada segundo, comenzó a sacar pedazos de madera, uno por uno hasta que un rostro enmascarado se formó en la madera. Tenía que ser sencillo que los asistentes vieran a la princesa en ese retrato, pero que ella no se viera a sí misma. Y no durmió en toda la noche, ensabiendo que sería la única oportunidad de fallarle a la princesa. Si las cosas seguían como iban, probablemente lo aceptaría solo para tener regalos todo el día.
Mientras tallaba, pensó en un cuento de una princesa que besaba cien veces a un porquerizo, después de rechazar a un príncipe que le dio tesoros nacionales. No era que se sintiera traicionado como el príncipe de ese cuento, era que se sentía extraño hacer regalos así y cortejarla de manera falsa cuando ella ya tenía algo con el príncipe de Saignement. Era sentirse utilizado, eso era.
Sin embargo, siguió tallando hasta la mañana siguiente, que era el día de los votos. Votos de lealtad por diez años más, votos para la Unión antes de los preparativos para el último baile, en el que se firmarían tratados.
De pronto, la conversación que tuvo con Leiva cuándo apenas llegaban tomó sentido. Eran adolescentes que iban por alcohol y sexo, era un antro disfrazado de evento importante por un motivo: cosas pasaban detrás. Cosas como esas. Dioses, ¿A sus padres también le habían hecho algo así? ¿También los tenían entre la espada y la pared? ¿Por qué? ¿Por ser una nación que no cumplía expectativas? ¿Y esas expectativas quién las ponía?
Era estúpido.
Más estúpido era que hubiera durado quince generaciones. Tenía que parar lo más pronto posible. Ledi dió los últimos detalles al "retrato" antes de que los guardias llamaran a su puerta.
(...)
- ¿Quién es la joven del retrato? - preguntó la princesa en medio de la multitud. Estaba indignada, no solo porque el retrato no se pareciera en nada a ella, sino que le molestaba que Ledi le hablara frente a todos. ¿Peor? Que interrumpiera una plática con Dante, quien le veía con desprecio. Tras ellos, Nule permanecía escondida, tratando de permanecer calmada ante la visión del retrato.
- Es usted, por supuesto - dijo Ledi, mostrando el retrato -. Dado que se me ha negado verla tanto tiempo, he hecho el retrato con los ojos del corazón - Ledi no lo vió, pero Nule esbozó una sonrisa en lo oscuro.
Innocence suspiró -. ¿Es que eres idiota? ¿La plebe te contagió la estupidez? - los acompañantes que murmuraban guardaron silencio -. Claro, era de esperarse de un príncipe de un reino de tan bajos recursos.
- Disculpe, princesa, no creo que deba decir eso - se acercó Nule, más se detuvo ante un gesto de la princesa.
- ¿No tengo razón? Todos lo sabemos: Toujours es un reino infame que no va a prosperar aunque todos los reyes bajen la cabeza ante la Unión - siguió Innocence. Dante, a su lado, asintió -. Quiero decir, insultaron dos reinos. La guerra claramente se va a hacer aunque intentes de todo.
- Apuesto que el Emperador difiere de tu opinión - habló Lide, sintiéndose intimidado de nuevo. No, no podía que eso le afectara en ese preciso momento -. Toujours es un país valioso para la Unión.
- No lo es - hablo Dante directamente con Ledi por primera vez-. Se ha discutido por años en mi país, pero tú hermana nos dio la oportunidad perfecta sin siquiera esforzarse - río. ¿Por qué los generales de la Unión no hacían nada o los detenían? ¿Dónde estaban los guardias? Nule desapareció del panorama.
Ledi, sin embargo, no lo notó. Escuchó risas y sonidos de indignación ante la forma en que el príncipe llamó a Leiva. "¿Hermana? ¿Cómo podría un príncipe estar emparentado a esa cosa? ¿Cómo deja que se le llame así?" Por primera vez, sintió la oportunidad de redimirse.
- ¿Qué si fuera mi hermana? ¿Qué si Toujours ve al pueblo como parte de la familia real? Es algo que deberían aprender - habló con voz fuerte -. Sus pueblos los odian. Sus acompañantes les odian, la gente muere cada día a y ustedes solo se burlan de la gente que trabaja para tener las cosas cuando ustedes no mueven ni un dedo, ¿Les parece justo?
- Nule, trae a los guardias - dijo la princesa, pero Nule no hizo nada. Nule no estaba ahí y la princesa se sobresaltó al notarlo. Sacudió la cabeza y llamó a los guardias, pero no había ninguno. Todos se habían desvanecido.
Y a los pies de la capital de Quitte, se empezaron a escuchar pisadas y gritos. La princesa se volvió a sobresaltar, sabiendo lo que estaba pasando. Y, de acuerdo con el plan, Ledi se desapareció. Tenía que alejarse, porque esa multitud iba a ir armada y el ejército de Quitte no llegaría a tiempo.
Lo último que se supo de Ledi en la Ceremonia de la Unión de la Unión de las Doce fue que corrió a los jardines y, antes de que la matanza llegara al Palacio, abrazó a su hermana de otra madre como jamás lo había hecho.
Pero eso no fue lo último que se supo del último príncipe de Toujours.
Épilogue: Travail
- Sé que me retrataste a mí - murmuró Nule. Iban escondidos en un barco hacia Hannah, el país más cercano a Toujours. Era escapar o que tomaran sus vidas. Una lástima que no hubieran escapado tan rápido y que Pandora, la chica a la que Leiva defendió, hubiera sido capturada. Pero los tres estaban bien, ellos dos hablando y Leiva dormida desde hacía rato atrás. Lide la extrañaba mucho y enserio se había alegrado de verla viva --. Un retrato del corazón, ¿Eh?
- Lo siento si te molesta - murmuró en respuesta. Nule negó.
- Tú trabajas, yo trabajo, peleamos por lo mismo. Está bien - recargó su cabeza en el hombro de Lide, con toda naturalidad --. A decir verdad, ya no esperaba nada de ñla corona y mucho menos tener un príncipe de nuestro lado.
- Yo no esperaba nada de un príncipe - añadió después de un rato -, pero si quieres hacerme "tu princesa", no lo voy a negar.
- Me debes dinero, hermano - se escuchó una voz tras ellos. Claro, que Leiva no iba a desaprovechar la oportunidad. Ambos rieron. Nule solo giró la cabeza tratando de entender de qué hablaban.
Por el día que se tardarían en llegar a Hannah, se permitieron ser vulnerables. Pero venía una revolución, y no podían detenerse ahora al ser ellos las cabezas. Si Toujours aún existía cuando llegaran, todo sería más sencillo.
Pero si no, habrían cometido un gran error.
Palabras totales: 6039.
𖤍 El relato/mito/cuento que use fue este, debido a qué:
"Que si, que no, que todo se acabó" es un cuento al que vuelvo cada año y realmente tenía ganas desde 2020 de reescribirlo a mi manera. El reto me vino perfecto porque ya tenía la idea.
𖤍 Lo que cambie o desarrolle mejor, fue:
Lo que más me estresa de los cuentos en general es el poco contexto que se da. Entonces me basé en dos preguntas: ¿Hay más naciones? Y ¿Es que el príncipe no tiene amigos? Más el toque bélico que casi no me gusta: Lo que salió.
𖤍 ¿Cómo me sentí con este reto?
Bien. Dieron un mini spoiler de que podríamos hacer algo así desde la semana dos y me moría de ganas. Y si bien esto no quedó tanto como un fanfic tradicional, si quedó como un fanfic que yo escribiría.
𖤍 ¿Tuviste dificultades? ¿Cómo las superaste?
Los nombres. Cada personaje debía tener una esencia y los primeros nombres que elegí no me daban eso. Cambié cada nombre como tres veces porque no me gustaban los nombres y eso es algo muy raro, la verdad.
𖤍 ¿Qué fue lo que más disfrutaste del reto?
¿Todo? Volví a crear un universo desde cero que ya no tiene nada que ver con Stradia o Panahelama o nada que hubiera creado antes. Hacer un relato independiente para un cuento independiente fue hermoso.
Espero les guste el relato.
-t.
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