𝙛𝙤𝙪𝙧

Máscaras.

“Escucha: cada uno tiene sus objetivos, ¿no es así? A mí..., a mí me daba igual el dinero, el amor. Yo..., yo quería ser un hombre. Un valiente. Y lo aposté todo al mismo caballo.
¿Es posible que uno sea un cobarde cuando se han elegido los caminos más peligrosos? ¿Puede juzgarse una vida entera por un solo acto? Eso es lo que pregunto.”
— A Puerta Cerrada, Jean-Paul Sartre.

En un cuarto oscuro hay dos personas sentadas, una frente a la otra. Él lleva una máscara de tigre, ella una de pájaro. No hay nada más en el cuarto, ni siquiera una puerta. Una vez entras a los confesionarios, solo hay una forma de salir.

— ¿Quieres que empiece yo? — pregunta la chica, rompiendo el silencio en la habitación. El chico solo juega con sus manos, sin atreverse a mirarla a los ojos. Pasa un rato en silencio, en el que la chica comienza a mover nerviosamente la pierna —. Bien, lo haré yo sí te sientes nervioso.

— No son nervios — habla el chico —, solo pienso que aún no estoy preparado para esto.

— ¿No estás preparado? — el tono de la chica pasa de uno alegre a uno lleno de enojo —. ¿Por qué carajos entraste si no estás preparado?

— Pensé qué lo estaba. Solo que no es sencillo… — algo detuvo al chico de hablar. Era ella, que se había levantado de su asiento para darle una cachetada. Incluso ocultos tras la máscara de plumas azules, su furia se notaba en sus ojos.

Cuando mueres, tu alma viaja al purgatorio para hacerte una prueba y ver si eres capaz de ir al reino de los cielos. Tal prueba consiste en contar tu muerte a un desconocido en los confesionarios. Ambos deben hacerlo para salir, o sus almas se quedarán atrapadas en esa sala por toda la eternidad. Ella estaba lista para hablar, él simplemente no era capaz de hacerlo.

— Tantas almas en el purgatorio, y tenía que tocarme la que no está lista para esto — la chica comenzó a caminar de un lado a otro, jalando sus pelos por la desesperación que sentía en ese momento.

— Lo siento — murmuró él joven, subiendo sus pies a la silla, abrazando sus rodillas. La chica se volteó hacia él con disgusto.

— Si lo sientes, ayúdame a salir de aquí y dime cómo moriste — si las miradas mataran, él sería menos que polvo —. Mira, te haré una demostración: Yo morí hace unos días en un choque automovilístico. No estaba en un auto, pero estaba en la acera y no alcancé a correr, así que aquí estoy. Tu turno — la determinación con la que habló y el que su voz no se le quebrase pese a haber contado un evento traumático sorprendió al chico, que observó a la chica por primera vez desde que habían entrado.

Ella tenía el cabello oscuro amarrado en un moño despeinado. Si bien el cuerpo de las almas recuperaba su forma completa (sin heridas del evento, todo menos la cabeza) una vez muertos, la ropa no lo hacía y él pudo ver claramente la sangre en la camisa blanca y el cárdigan que llevaba puesto. “Debió ser rápido, pero doloroso” pensó él chico, volviendo a bajar la mirada.

— ¿Y no tenías pendientes? — pregunta, sin poder evitarlo. Ella levantó los hombros y cruzó los brazos.

— El mundo está jodido, no es como que extrañe estar ahí.

— ¿Y no tenías familia? — él levanta la mirada y se encuentra con la de la chica, oculta bajo la máscara. ¿Por qué tenían que llevar máscaras? Eran desconocidos de cualquier forma, verse la cara no iba a cambiar nada —. Alguien que visitar, alguien a quien decirle algo importante…

— Mira niño: Estamos muertos — se acerca al chico, que de nuevo se ve obligado a levantar la mirada. Un tigre y un pájaro viendose cara a cara, el depredador hecho una presa —. Si teníamos amigos, familia, “gente importante”, ya no importan. Pensar en ellos no nos llevará ni a la Tierra ni al Cielo, lo único que nos sacará de aquí es hablar.

Sin embargo, el chico se rehúsa a hablar.

— Me llamo Kyle, por cierto — dice el chico de máscara de tigre después de lo que se sintió como una eternidad en silencio.

— Claro, ya que vamos a pasar aquí la eternidad por tu culpa, quieres fraternizar — se queja ella, tirada en el suelo —. Soy Hanna.

— Lindo nombre— sonríe el joven.

— ¿Sabes qué sería más lindo? Que me dijeras cómo moriste  — y sin usar más que diez palabras, el ambiente decae nuevamente —. Ni siquiera entiendo por qué te causa tanto conflicto, todos morimos de cualquier forma.

— No todos superamos tan rápido el hecho de estar muertos — contesta Kyle —. De hecho, la mayoría se queda más de unos días en el purgatorio antes de atreverse a venir.

— Es estúpido — sigue negando la chica.

— En el albergue decían que era normal — continúa él sin esforzarse en mirarla —. Morir es traumático, de cualquier forma. Decían que es natural no querer hacer la prueba.

— No sabía que había un albergue — dice Hanna, volteando a verlo. Incluso después de horas, seguía en la misma pose, abrazando sus piernas. Tal vez era la oscuridad de la habitación, pero no era capaz de ver ningún rastro de sangre en él. Se veía muy joven, así que la idea de el suicidio cruza la mente de Hanna.

— Hay muchos, de hecho. La gente se esconde en ellos para evitar encontrarse con gente que 1qáqqconoció en vida. Lo sabrías si te hubieras dado a la tarea de conocer el purgatorio antes de venir aquí — la chica se sienta en el suelo y se gira para ver a Kyle. Tan callado, ¿Qué ocultaba?

— ¿Y por qué se esconderían? ¿No a la gente como tú le gustaría encontrarse con “seres importantes"?— se burla. Kyle no nota el tono (o finje no hacerlo) y, con una mirada melancólica, habla.

— Nos ocultamos de la gente a la que hicimos daño.

La gente que matamos y que nos harían daño de volver a vernos.

— ¿Un asesino a sueldo? — sigue Hanna. Pese a haber preguntado ya veinte empleos y situaciones diferentes para llegar a cómo es que él mató a alguien sin obtener respuesta, seguia intentando.

Kyle, sentado ahora en una esquina de la habitación, gruñe ante la insistencia de la chica.

— No te voy a decir nada de mí vida, entiéndelo por favor — una vez exasperado, su tono melancólico desaparece y se muestran matices de furia. Tal vez Hanna debe parar en ese momento.

— Me tienes que contar de cualquier forma — se acerca la chica y se sienta al lado de él —. Estaremos encerrados aquí por toda la eternidad salvo que hables, así que más te vale hacerlo o te molestaré para siempre.

Sentados uno al lado del otro, el silencio no guarda ningún sentimiento oculto. Es cansancio lo que se siente en el aire. Ella cansada de estar ahí pese a querer saltarse todo eso, él cansado de estar ahí pese a saber que no está listo para eso. Sin notarlo, Kyle cierra los ojos y se recarga en el hombro de la chica.

— ¿Cuánto tiempo crees que haya pasado desde que entramos? — pregunta en un murmuro.

— ¿Horas, quizás? — contesta ella, observando la pared de enfrente.

— Se sienten, pero tal vez el tiempo sea diferente aquí. Tal vez llevamos una eternidad aquí y no lo sabemos. ¿Cómo podríamos saber el tiempo dentro de una caja negra, sin más que dos sillas en las que ninguno se sienta?

Y sin notarlo, ella comenzó a acariciar el pelo cenizo del chico. Por algún motivo, Kyle le recuerda a un gato, un gato que es huraño pero acepta amor de extraños sin dudar. Un gato callejero en busca de amor.

— Cuando desperté — comienza ella —, pensé en todas las cosas que había visto de la muerte y pensé que todo estaba mal en la Tierra. Todo menos una obra que leí en secundaria.

— ¿Hace tanto? — se burla Kyle, recibiendo un golpe de parte del ave a su lado.

— En esa obra, tres sujetos se encuentran en un cuarto que llaman "Infierno". Los tres creen que uno de ellos es el diablo y desconfían entre sí, así que buscan la salida. Pero cuando encuentran la forma de salir, deciden no hacerlo — los ojos de Kyle se abren, con melancolía.

— Asumo que no era porque se encariñaran entre sí — ella niega.

— Uno de ellos podía ser el diablo y saborearlos. Por eso prefieren quedarse ahí antes que arriesgarse a un destino peor que ese cuarto.

Y de nuevo, cae el silencio en el cuarto. Esta vez, no dura mucho tiempo pues Kyle se levanta y comienza a dar vueltas alrededor de las sillas. Hanna solo le observa en silencio, sin saber muy bien qué esperar de él.

— No era un asesino a sueldo, pero conocí a alguien que sí lo era — dice de la nada, deteniéndose junto a su silla y viendo directamente a Hanna —. Lo conocí y me enseñó cosas para las que no estaba listo en ese momento. Y después lo mataron porque no fuí capaz de disparar en el momento que me lo pidió.

Hanna no lo ve directamente gracias a la máscara de tigre, pero sabe que el chico está llorando bajo ella. Él lleva sus manos a su rostro y se desploma en el suelo, llorando.

— Fue la única persona que me cuidó y por mi culpa…

De pronto, tiene sentido que estuviera tan asustado de contarle las cosas a ella, una completa desconocida.

— Aborté cuando era jóven y mi familia me corrió de mi casa. Viví sola, conseguí un trabajo que odiaba y solo quería viajar a otro lado, a algún lugar con un letrero que dijera "bienvenidos al paraíso" en la entrada. Supongo que por eso la muerte me alegró y me apuré tanto en venir aquí — dice la chica, sentada en su silla. Observa hacia el techo, tal vez evitando la mirada de Kyle, quien le observa desde el otro lado de la habitación, con el rostro escondido entre las piernas y los ojos rojos por el llanto —. Se acaba el sufrimiento, se acaban los pensamientos, es solo muerte.

— Nadie sabe lo que ocurrirá cuando salgamos. Tal vez haya otra prueba — dice él —. Tal vez estamos condenados a sufrir por la eternidad, tal vez jamás dejamos de existir — la chica niega y baja la cabeza para observar al chico.

— ¿Cuánto tiempo llevas muerto?

— Más de dos años — contesta él y ella levanta una ceja —. Solo conocí a un hombre en el albergue que llevaba más tiempo que yo. Cuando hablé con él, me dí cuenta que no podía huir de esto por siempre y por eso terminé aquí.

— Entonces deberías hablar — empieza de nuevo ella —. Sé que debe ser incómodo, pero es la única forma de salir de aquí y ver qué hay después. Probablemente no nos volvamos a ver cuando eso pase.

En respuesta, Kyle solo acerca más sus piernas a su rostro, como un gato que se asusta y se aleja. Hanna suspira ante esto y gira la silla, dándole la espalda al joven.

— Sé que soy egoísta, pero no soy el diablo y no planeo sabotearte o contar lo que pase aquí — murmura —. Ni siquiera creo que haya alguien a quien contarle lo que pasó aquí.

En una habitación oscura, hay dos personas sentadas una frente a la otra. Ella con una máscara de ave y sangre en la ropa, él con una máscara de tigre y los ojos hinchados. Deben decir la verdad para salir de ahí, pero él no confía en ella y a ella sólo le importa salir, sin importar el costo.

— ¿Y? ¿Vas a hablar? — pregunta Hanna, cansada. ¿Cuánto tiempo llevan peleando? ¿Cuánto tiempo más van a pasar encerrados? Kyle baja la mirada y se queda en silencio. Ella niega con la cabeza, dispuesta a levantarse justo cuando él abre la boca.

— Mi amigo murió en una emboscada — susurra —. Iba a cazar a uno, pero eran tres. Él tenía la idea de que algo así pasaría y por eso me llevó con él, confiando un arma a mí, un niño que no tenía idea de cómo controlarla — se queda callado por un momento y presiona sus manos contra sus piernas —. Jamás pude superar verlo morir.

Lentamente, levanta la mano y la acerca a la máscara de tigre —. No sé si las reglar lo prohíben, pero — se quita la máscara, mostrando su verdadero rostro a Hanna, quien se lleva las manos a la boca por el asombro.

— ¿Lo hiciste tú mismo?

— No — dice él, tocando el agujero entre sus ojos almendrados. Hay sangre seca alrededor de la herida y Hanna puede jurar que se ve el hueso incluso desde donde está ella —. Fui a un lugar de mala muerte y asesiné a un desconocido. Sabía que era suicidio desde antes de disparar, pero aún así me aterré cuando me atraparon y rogué para que me soltaran y-

La voz de Kyle se empieza a quebrar cuando siente que algo le abraza. En Hanna, por supuesto, quien le rodea con sus brazos y llora por él. Y por ella misma, porque sabe que es el final y está aterrada de él.

Pero Kyle no llega a ver el final de Hanna. Antes de que la luz le ciegue, él cierra los ojos.

Y el descanso eterno llega a él.

Palabras totales: 2262.

𖤍 Elegí está temática por qué:
Quería hablar de la confesión de un asesinato, pero no de la manera clásica. Siento que meter a dos personajes en una caja no da para más que explorar sus emociones y eso quería hacer, y creo que lo hice bien.

𖤍 Mis personajes son:
Hanna y Kyle, dos personajes deprimidos con los que me peleé porque ninguno hacía lo que yo quería. Pero bueno, hay que respetarles.  Puede que yo les haya creado, pero son sus acciones las que dan vida a la historia, no las mías.

𖤍 ¿Cómo te sentiste?
Confundida. Tuve esta idea el día que dieron el reto y me negué a usar otras, pero aún así fue cambiando mucho. Me gusta el relato y creo que es mi favorito hasta ahora, pero es tan experimental que me causa conflicto.

𖤍 ¿Tuviste dificultades?
Si, sobretodo porque me estresan los character studies. Me negué a usar otra temática, así que está bien, yo me estreso porque quiero.

𖤍 ¿Qué disfrutaste?
El momento en que la historia me recordó a  Puerta Cerrada y la referencié. Siento que dota de otro significado a la historia, no puedo decir bien por qué.

Espero disfruten del relato.
t.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top