𝙛𝙞𝙫𝙚

Pureza.

¿Realmente me amaste en algún momento?
¿Estabas asustado de ser libre?
Dios está muriendo en silencio,
Nadie cree, nadie cree”
— Emotional Machine, MARINA.

Según la tradición de la familia real de Geranie, las princesas deben mantener su pureza hasta la ceremonia del Sol, donde una musa leerá nuestros destinos y se sabrá entonces qué hacer con el reino. Esa ceremonia se realiza al cumplir la llamada edad del Sol, los dieciocho años, y hasta entonces, hay tres reglas importantes que seguir:

1.- No ser tocada por nadie, nisiquiera por nuestra familia.

2.- No salir jamás del palacio, no importa qué esté pasando en él o en el reino.

3.- Jamás desarrollar sentimientos románticos por nadie. Y, para complementar esta regla, jamás se debe hablar con más que los siervos y los familiares cercanos.

Y yo, Beolya Gerante, tercera princesa de Geranie, he roto de manera descarada con cada regla. Mañana será mi ceremonia y seré la primer princesa en no ser iluminada al no ser pura.

Crecí entre rosas y sábanas blancas en una torre alejada de todo lo demás. Incluso las torres de mis hermanas, Zara y Anna, se encontraban a kilómetros de mí. El palacio de Geranie es inmenso, pero jamás me permitieron explorar más que un pedazo de torre y la única manera que tenía de enterarme de lo que ocurría era por medio de las sirvientas que me cuidaban.

— Eres una flor, Beolya — me decía una de ellas —. Las flores deberían crecer en el sol, en campos abiertos rodeados de gente, no en bóvedas de cristal.

— ¿De qué estás hablando, Charlie? — le decía otra —. Las tradiciones existen por un motivo y la pureza de las princesas ha funcionado por siglos. No es nuestro trabajo cuestionarlo.

— Me parece injusto privar a tres niñas de su infancia — contestaba mientras salía de la habitación, dejándome sola de nuevo en la torre. A decir verdad, podría decir que ella es la que me metió ideas en la cabeza de escapar, pero ella también cuidó a mis hermanas y ninguna tuvo problemas en su ceremonia.

La única ceremonia que ví fue la de Anna. Zara había tenido la suya el año que yo nací, así que Anna era la siguiente en la línea y era perfecta. Su cabello, su postura, su todo. La primera vez que ví a mis hermanas mayores, ellas me parecieron la perfección personificada en dos formas completamente diferentes.

—  Felicidades, hermana Anna — fue lo primero que le dije cuando pude acercarme a ella.

— Tu debes ser Beolya — respondió Zara, a su lado. Ella ya estaba casada y no tenía lugar en la mesa de las princesas puras, pero estaba ahí para apoyar a Anna —. Jamás nos habíamos visto, un gusto conocerte — me extendió la mano.

— Zara… — murmuró Anna, molesta.

— El gusto es mío — respondí nerviosa —. Lamento no poder tomarle la mano, pero las reglas...

—  Por los dioses, me olvidé — retiró la mano y rió —. Es una lástima que tengas que esperar doce años para poder tocar a la gente, realmente es lindo — Anna le dió un codazo y ella volvió a reír —. Algún día, Beolya, tendrás tu propia ceremonia y nos saludaremos de mano.

Esa fue la primera vez que deseé tomar la mano de alguien. En la noche le pregunté a Charlie cómo era y ella me dijo lo mismo que Zara: Algún día iba a poder tocar a la gente y ese día el reino sería feliz, al igual que yo.

— ¿Por qué esta tradición existe, Charlie? — le pregunté, sentada en mi cama. Ella no tenía permitido más que quedarse parada, tocar cualquier pertenencia mía podría destrozar mi pureza y, por más que pareciera lo contrario, ella no quería eso.

— Todas estamos obligadas a mantener cierto grado de pureza — murmuró, acercándose a mí —. Ustedes son castigadas aún más por ser importantes, pero todas las mujeres del reino están sujetas a condiciones similares.

— ¿Pero por qué? — insistí y ella negó.

— Hay cosas que la gente cree y nos obliga a creer también. Por desgracia, esto ha sido así desde siempre y no podemos hacer nada para cambiarlo.

Cuando entendí que Charlie y todas estábamos sujetas a lo mismo, resentí la pureza y la ceremonia. Sigo siendo una princesa incluso sin ella, pero me satanizan como si hubiera tocado al diablo y no a una persona, a la única persona que puedo decir que amo.

Esa persona se llama Keira, un joven misterioso que alguna vez se acercó demasiado a los jardines de mi torre mientras yo vagaba a escondidas hace dos años. Me oculté de él tras un sauce, pero su ágil ojo me vió y ocultar me fue inútil.

— Disculpe señoría, lamento mucho haber irrumpido en sus patios — me dijo —. Mi nombre es Keira y vengo con una caravana desde Stradia. Fuimos atacados y unos jóvenes y yo queremos pedir asilo a su reino.

— Joven Keira, lamento mucho su situación, pero si le encuentran de este lado del palacio, le cortarán la cabeza sin escuchar su historia — le contesté calmada. Antes de darle explicaciones, él se sobresaltó.

— ¿Es que en Geranie no aceptan a los viajeros? Por los dioses, jamás debí salir del palacio y...— comenzó a dar vueltas y jalar sus cabellos castaños con desesperación. Pese a ser un viajero y una potencial amenaza, me pareció tierno y me reí ante su desesperación, motivo por el que él dejo de dar vueltas y me observó, a nada de llorar.

— Lamento eso, pero entendió mal todo — reí —. Si lo ven aquí, lo matarán pues nadie debe entrar ni a esta torre ni a estos patios, pero si usted sale y entra por la entrada principal del palacio, probablemente les den asilo a usted y a su grupo.

Finalmente, él sonrió y me extendió la mano —. Muchísimas gracias por su ayuda, señoría — estaba nerviosa, hasta asustada por la mano que me extendía, cosa que nadie había hecho desde Zara ocho años atrás. Negué con la cabeza.

— Un placer ayudarle — dije y él bajó la mano, hasta decepcionado —. Por cierto, joven Keira, no debe decir que estuvo aquí.

— Está bien — se comenzó a alejar —. Enserio gracias, señoría.

Y tras el sauce, mi corazón comenzó a latir de manera acelerada. Tal vez no lo sabía en ese momento, pero anhelaba que Keira volviera a aparecer en el jardín. Su compañía, aunque breve e incómoda, había sido reconfortante y quería más.

Pasó más de un mes antes de que él volviera a aparecer. Para ese punto, Charlie había abogado porque se me permitiera pasar las tardes en el patio de la torre, cercado y alejado de la sociedad. Ella decía que era mi derecho a la privacidad y me dejaba sola por horas en las que esperaba un milagro. Y ese milagro llegó a mí.

Sentada bajo el árbol leyendo para mis lecciones de historia. Le había pedido a mi institutriz que me hablara de Stradia, y ella me había mandado leer un libro de cuentos de ese país. Justo leía eso cuando el joven se acercó a mi.

— ¿Por qué no me dijo que es una princesa?— preguntó.

— Si sabe quién soy, debería alejarse de este patio — contesté, pero en lugar de hacer lo propio, se sentó a medio metro de mí —. Joven, por favor. Si le ven aquí...

— Me cortarán la cabeza, lo sé — habló, viendo el árbol —. Solo no lo entiendo. Mi pueblo es cruel al atar a la gente a un futuro específico, pero el privarlos del tacto es tan...

— Pare, joven — cerré el libro y lo miré —. Las tradiciones de mi pueblo existen por un motivo al igual que las de su pueblo, así que evite hablar mal de ellas. Y por favor, retírese de este lado del palacio — me levanté, enojada.

— Señoría, lamento las molestias, pero me niego a aceptar que usted sea aislada en su totalidad — se levantó tras de mí y yo me detuve por un momento —. No planeo ni tocarla ni hacer algo que le ponga en peligro, pero me rehúso a dejarle sola.

¿Qué sentía en ese momento? Estaba enojada, sobre todo eso, pero también estaba triste. Aunque hubiéramos hablado por tan poco tiempo, era la primer persona que no me trataba como una princesa. Seguramente fue eso y el resentimiento a mi condición el que me hizo aceptar esa propuesta tan peligrosa, y ver su sonrisa de nuevo.

Habían reglas, claramente. Él no podía ser visto y yo debía mantener la distancia. Cuando le expliqué la regla del amor, arrugó la nariz y dijo:

— No entiendo eso. Entiendo lo de ser tocada y salir, pero ¿Enamorarse?

— Según la tradición, los sentimientos deben ser puros también. Además, no son de ayuda cuando desposemos a alguien — le dije,  sentada bajo el sauce, anotando todo para practicar caligrafía.

— Bueno, eso no es algo que pueda negar. Casi todas las familias reales del mundo se casan por conveniencia — habló, casi triste. Entonces una duda vino a mi cabeza.

— Dijiste que venías del Palacio. ¿Eres parte de la realeza de Stradia? — negó.

— Soy hijo de guerreros. Ya que Stradia no está en buenos términos con casi ningún país en este momento, planeabamos rodear Geranie hasta Tulpe y ahí hacer una alianza para atacar Srante, pero algo nos atacó a las afueras de su nación.

— Debieron ser las hadas de Geranie— dije, pensativa. Él levantó una ceja —. Asumo que en Stradia no hay ningún hada.

— Hay una, pero son repudiadas. Estamos al lado de Srante, pero ha habido tensión por los últimos años y, al parecer, ha empezado una guerra — bajó la mirada.

— Es entendible. Las hadas están comprometidas a tratar bien a la gente de Geranie por algo que pasó hace siglos. Si hiciéramos algo mal, probablemente nos harían la guerra — murmuré —. Vaya, ahora tiene sentido — pensé, y es que tal vez la tradición se mantenía por ellas. Ahora me pregunto qué pasará mañana, cuando no vean el ritual tal y como debe ser.

— Supongo que sí — murmuró también. Se giró hacia mí y me sonrió, cosa que me tomó por sorpresa. Me sonrojé y lo oculté tras mis mangas, pero es obvio que algo comenzaba a florecer.

Una lastima que no haya funcionado como esperaba.

— Leí en un libro que hay una tradición entre las hadas de Srante — hablé después de un rato de silencio. Después de dos años, ya estábamos acostumbrados a pasar un buen rato en silencio. Estaba a meses de la ceremonia y la vigilancia se comenzaba  a hacer más presente, por lo que los momentos que pasábamos juntos eran escasos. Y yo realmente tenía ganas de hacerlo.

— ¿Cuál es? — preguntó, levantando la mirada de la bugambilia que había recogido.

— Escribir las iniciales de dos personas en un árbol — hablé —. Las hadas lo ven como un signo de unión — balbucee, tratando de ir al grano. Él se levantó y sacó la daga que siempre llevaba con él por seguridad.

Con cuidado y en un lugar donde la sombra fuera fuerte, talló una delicada "K", con su trazo áspero pero lindo. Se giró y, tomándola por un extremo únicamente, me ofreció la daga. Y yo, temiendo la cercanía entre nuestras manos y cuidando no tocarle directamente, la tomé y rasgué mi propia "B" en el árbol.

Y le sonreí.

— Hay que irnos de aquí — dijo, de la nada —. Hay mil túneles en el palacio, podemos escapar y nadie se dará cuenta.

— Las reglas — contesté, un tanto asustada por la propuesta tan fuera de lugar. Aunque, en realidad quería hacerlo.

— Beolya, ambos sabemos que no quieres quedarte aquí hasta cumplir dieciocho y yo sé cómo sacarte de aquí. Solo por un día — dijo, mostrando su mano simbólicamente. Sabía que era simbólicamente porque ya lo había hecho muchas veces, pero esta vez me rehusé a verlo así.

Y, con mi mano cubierta por las mangas de mi vestido, la puse sobre la suya.

Me observó desconcertado, sabiendo que había roto de manera técnica las reglas. Claramente no había roto nada de manera oficial, pero en mi mente sí, y en la suya también. Quería romperlas y ese era el día. Era ese día o jamás.

— Está bien — murmuré —. Mientras no sea directo, no pasará nada.

Por supuesto que hubo algo directo, cuando salimos del palacio y, bajo la luna, me acerqué a él y le tomé la mano. No puedo explicar lo que me pasó, solo que no podía no hacerlo.

Y la cosa no paró en las manos, pero explicar todo lo que pasó, lo que me hizo sentir ese día, es vergonzoso y está de más en esta historia. Pero no puedo negar que me quitó la pureza en todos los sentidos. Una lastima que no haya durado para siempre. Y una lastima peor el que ahora, encerrada en mi cuarto, no sepa si lo hice realmente por amor a Keira o por despecho, por presión, por deseo de romper la regla que se me había impuesto toda la.vida.

Los siguientes días él se desapareció y Charlie comenzó a tomar más y más control sobre la vigilancia. La ceremonia estaba más y más cerca y ella, de la extraña manera en la que siempre sabe todo, sabía que había algo mal conmigo.

— ¿Todo bien, Charlie? — le pregunté un día que me observó por media hora sin decir nada.

— No es nada — negó con la cabeza —. Solo es que te siendo diferente, Beolya. Es como si algo hubiera pasado sin que me diera cuenta — murmuró y yo negué.

Después de un rato callada, volví a hablar.

— ¿Cómo es la situación actual con Stradia? — pregunté y ella levantó una ceja. Siempre me contaba acerca de lo que pasaba en el palacio y algunos asuntos políticos, pero no había mencionado nada en un par de días. Suspiró y comenzó a contarme lo que sucedía:

— Hace dos años, la familia real permitió que un grupo de forasteros se quedaran debido a la tensión entre Stradia y Srante tras lo que parece ser un grito de guerra, pero al parecer las cosas se empiezan a calmar y mandarán a los viajeros a casa antes de tu ceremonia — abrí los ojos, un tanto sorprendida —. ¿Todo bien?

— Si, solo que no sabía que Srante y Stradia estaban en guerra — murmuré, mintiendo.

— La gente de Stradia es extraña y decidió hacer la guerra por un cuento — negó con la cabeza —. Las tradiciones son raras en todos lados. Al menos tú ya estás a nada de terminar — me sonrió y salió de la habitación.

Horas después, me encontré vagando en los patios, pensando que Keira se iría sin mí, y pensé que, cuando le viera, le pediría el más grande favor del mundo.

Pero cuando lo ví, no fui capaz de decir nada.

— Princesa — murmuró, serio —. Supongo que debe saber de la situación entre Stradia y Geranie.

— La guerra acabó, ¿No? Volverás a casa, al parecer — le dije, viéndolo a los ojos.

— La guerra no ha acabado — me miró también —. No nos regresan a Stradia con amabilidad. Nuestro país está a nada de desaparecer y ahora nos mandan al matadero para mantener la paz con las hadas — dijo y yo no pude más que sorprenderme. ¿Es enserio? ¿Eso era así? Y, sin pensarlo mucho, levanté su mano y se la tomé sin mis mangas de por medio.

— Escapemos — dije —. Tulpe nos aceptará, estaremos tranquilos ahí, lejos de la guerra, lejos de la muerte, lejos de estas tradiciones — mis ojos se llenaron de lágrimas al ver que él no estaba considerando siguiera la idea.

— Solo tienes que decir que sí y escaparemos — casi lloraba cuando él retiraba su mano.

— Sin Stradia, Geranie florecerá como el mayor reino de humanos en el continente — habló —. Te necesitan, Beolya. Yo pertenezco a un país de muertos.

— sólo una palabra — sollocé, pero el negó y se alejó.

— Lamento haberte quitado todo, lamento no poder devolverlo — dijo, y, como si nada, se fue.

Los últimos meses me los he pasado pensando en lo que pudo haber sido si la guerra no hubiera acabado, o si hubiera escapado o si hubiera llamado a los guardias cuando tenía dieciséis y podía evitar todo.

Porque se lo dí todo a un idiota que jamás volvió, y ahora yo soy la que se quedará sin nada.

Es deprimente pensar que, tal vez, no quería escapar por él, sino por mí. Un mundo libre donde no estaría sujeta a reglas o a desposarme sin amor. Tal vez no le haya amado, pero tal vez pudo haber sido diferente. Si él hubiera hablado, tal vez hubiera habido amor.

Estoy encerrada, por protocolo, desde hace tres días. Mañana al amanecer, me sacarán y me vestirán de blanco brillante para encaminarme al altar, donde una musa leerá mi futuro y sabrá entonces que no soy pura.

Y el reino de Geranie, el supuesto reino humano más grande, caerá igual que Stradia.

Palabras totales: 2918.

𖤍 Elegí esta temática porque:
La canción que elegí fue Willow de Jasmine Thompson y quería dos cosas: Tratarlo como un cuento y no darle un final feliz. Al final, son dos frases las que quedan en la historia y, si bien no pienso que es una obra maestra, no me desagrada el resultado.

𖤍 Mis personajes son:
Beolya (dato curioso: su nombre viene de "bugambilia", de mis flores favoritas) y Keira. Seré sincera: no se amaban, pero sé que pudieron hacerlo porque tengo un final alternativo muy feliz para mí gusto.

𖤍 ¿Cómo te sentiste?
Estresada, no sabía qué hacer con la canción. Quería que fuera romántico y cursi pero no tanto, y que expandiera un universo cuando estoy seca.

𖤍 ¿Tuviste dificultades?
Llegar a la idea final. Tuve que poner la canción en bucle y a la sexta vez se me ocurrió la idea. Pudo ser mejor.

𖤍 ¿Qué disfrutaste?
Expandir el universo de "Profecías". Beolya originalmente iba a salir en ese relato como prometida de Agath, pero la eliminé porque no era relevante y me alegra darle un final feliz. Por cierto, y en caso que no lo hayan notado, el relato sucede en los dos años perdidos que Alí es mandado al templo. Originalmente Keira era de esa caravana, pero decidí eliminar esa parte para no hacerme bolas. También, ya estoy comenzando a trabajar en esa obra de manera independiente.

Espero les haya gustado el relato.
-t.

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