O2

Jeon Jungkook, después de muchos años sin vivirlo, podía decirlo alto y claro.

Estaba molesto.

No sólo había sido cómplice de guardar los trapos sucios de dos famosos, sino que además uno de ellos había tratado de seducirlo para luego no dejarlo hacer su trabajo.

Por eso mismo, a la mañana siguiente se le olvidó poner música al levantarse como era costumbre. Tampoco llegó cinco minutos antes a la empresa, de hecho, tardó diez en aparecer por allí. Cuando llegó, tanto ChanWoo como JiMin lo miraron de forma inquisidora, hasta que notaron el ceño fruncido del chico, algo que pensaban que él no podía tener.

—¿Kook? ¿Estás... bien? ¿Te sientes mal o algo? —le preguntó JiMin, mas el contrario aparcó la moto. El rubio se giró hacia él y lo fulminó con la mirada.

—¡Oh, claro, JiMin–ah, estoy estupendo! —ironizó Jungkook antes de resoplar y volver a su trabajo. El pelirrosa lo miró boquiabierto y se dirigió a ChanWoo, el cual sólo se encogió de hombros mientras daba instrucciones a Hui. Si hacía su trabajo, a él poco le importaba su estado de ánimo.

Sin embargo, había algo en lo que el hombre no había pensado, y era la calidad de dicho trabajo. Tanto él como los otros dos trabajadores estaban acostumbrados a ver un trato amable de Jungkook hacia el ajeno, siempre sonriente y agradecido; mas aquel día trató a todos de forma indiferente e insulsa, y ChanWoo comenzó a enfadarse con la actitud del joven hasta que, al final de la jornada, no pudo evitar saltar.

—¡Mira, chico, no sé qué problema has podido tener, pero no me importa! —le gritó mientras lo veía poniéndose el casco para dirigirse a casa. —¡Vuelve a poner tu estúpida sonrisa en tu cara mañana, o te juro que te despediré! —Jungkook gruñó algo en respuesta, pero ni ChanWoo ni JiMin supieron el qué.

El rubio arrancó y salió escopetado del lugar, dejando a los otros dos solos con la tarea de recoger, cuando normalmente Jungkook siempre los ayudaba antes de irse.

—¿En serio piensas despedir a Kook? —preguntó JiMin al hombre, dejando de lado por primera vez en el día su móvil. ChanWoo negó suspirando; en el fondo le tenía cariño a su sobrino.

—No sería capaz de despedirlo, menos aún cuando mucha clientela nos es fiel por él... Quería que reaccionara, pero parece que no he sido capaz —suspiró comenzando a limpiar mientras Hui se despedía. JiMin agarró una escoba y sonrió con tristeza, enternecido al ver que aquel témpano de hielo se derretía levemente por un ser querido. —Te dejaré a ti la tarea de investigar, JiMin–ssi. ¡Necesitamos que el viejo Jungkook vuelva, o me hundirá el negocio!

—¡A sus órdenes, Kim ChanWoo! —le respondió con sorna antes de volver al trabajo. Su mente voló hacia su amigo, y se preguntó qué demonios habría podido ocurrir. Decidió pues quedar con él, ya que al día siguiente ambos libraban, e intentaría sacarle información.

Mientras tanto, un furioso Jungkook (como venía siendo costumbre todo aquel día) se dirigía al hogar de Kim Taehyung, en busca de la tan ansiada firma, y de dejarle el paquete (seguía pensando que portaba algo ilegal, y eso le estresaba mucho). Lo único que quería era dejarlo allí y olvidarse completamente de aquel moreno, porque durante todo el día su imagen le había perseguido, y tenía una corazonada de que si le daba punto y final a la historia, podría olvidarse de él.

Cuando llegó, aparcó lo más rápido que pudo y, asegurándose de poner el seguro, entró en el edificio con avidez, pues alguien había dejado la puerta entreabierta. Saludó al ya conocido guardia y, sin pararse a observar ningún tipo de decoración, entró al ascensor. Mientras ascendía, su pie golpeteaba el suelo con retintín, como
si esperar se le hiciera algo inviable. Y es que en aquel momento su mayor deseo era deshacerse de todo y volver a tener todo bajo control y ordenado. No quería más envíos raros, ni más clientes excéntricos que intentaran seducirlo, ni amantes con restos de droga... Quería volver a ser él, y que Kim Taehyung desapareciera de su cerebro.

Con pasos firmes, se plantó frente a la puerta de nuevo. Respiró profundamente y llamó a la puerta. Una, dos, tres veces; nadie contestó. Jungkook comenzó a resoplar, y volvió a llamar. Una, dos, tres veces; la puerta seguía sin abrirse. Volvió a dirigir su dedo índice al timbre cuando la puerta se abrió de golpe, dejando ver a Jung HoSeok tras ella, sólo portando unos boxers y una camiseta. Sonrió ampliamente en cuanto reconoció el rostro del repartidor.

—¡Oh, tú de nuevo! ¿Qué te trae por aquí? TaeTae no me dijo nada —le dijo HoSeok con lenguaje amigable y cercano. —¿Quieres pasar? Taehyung está en la ducha, pero puedes esperar dentro.

—N–no sé si es buena idea, señor... —comenzó a excusarse Jungkook, olvidando su enfado de pronto. La efusividad de HoSeok y su propuesta lo habían descolocado a niveles inesperados, ya que no se esperaba al pelirrojo allí de nuevo.

—No te preocupes, cariño. ¡Pasa, pasa! —no esperó a que el chico dijera más; le agarró de la chaqueta y lo metió en el hall del lugar. —¡TaeTae, tu repartidor está aquí! ¡Me voy!

Jungkook se sintió como si un balde de agua helada cayera sobre su cabeza. Se giró hacia HoSeok mientras éste se dirigía a una habitación de la casa, y el rubio lo persiguió mientras le reclamaba.

—¿Cómo que te vas? ¡¿Me dejarás acá solo?! —le gritó por lo bajo al chico, olvidando los honoríficos y el respeto con el que le debía hablar. En aquel momento sólo podía pensar en el pánico que sentía al imaginarse sólo con Taehyung.

—Por supuesto que me marcho, yo no soy un voyeur —le sonrió mientras abotonaba su camisa. —Y por cierto, TaeTae me contó lo que dijiste. Tranquilo, no era droga, me acababa de afeitar —aclaró calzando sus zapatos. —Es raro que alguien repita en su cama, debe apreciarte mucho, eh...

—Jeon Jungkook —HoSeok asintió y posó una mano en su hombro. Al rubio aquello sólo le puso más nervioso.

—Pásalo bien entonces, Jungkook —le recomendó antes de salir de la casa con los pantalones sin terminar de abrochar. —¡Adiós, TaeTae, más tarde hablamos! —se despidió a gritos del moreno. Jungkook supo que estaba en problemas en cuanto escuchó la puerta principal abrirse y, segundos más tarde, la del baño se abría.

Por qué seguía allí, era algo que incluso el mismo Jungkook desconocía. ¿Era por el deber al trabajo? ¿Por el morbo de volver a ver a Taehyung? ¡¿Por qué demonios estaba allí?! El pánico le invadió por segundos, y éste aumentó en cuanto el actor se hizo presente en la habitación con una camiseta y unos pantalones puestos, con la toalla alrededor de su cuello. Casi suspira aliviado de que el hombre no fuera semidesnudo.

—¡Jungkook, qué hermosa sorpresa! Y nunca mejor dicho —le dijo guiñándole un ojo. —Te dije que el destino era caprichoso. Dime, ¿qué te trae por aquí? ¿Me extrañabas? —le sonrió con picardía mientras se acercaba a él. Jungkook, al ver que la distancia se reducía, extendió sus brazos lo más que pudo y le dio a Taehyung su paquete y el folio donde debía firmar.

—Ayer olvidó esto, señor —dijo atropelladamente, casi mezclando las palabras. Taehyung apenas pudo entender qué había dicho el joven.

—Oh, perdón, Jungkookie, ¿te causé problemas en el trabajo? Espero que no —se disculpó mientras agarraba el bolígrafo, esta vez sin atraerlo a sus labios, y firmando de forma eficaz. —¿Puedo tomar mi paquete ya? —preguntó Taehyung, ya que Jungkook lo estaba sujetando con tanta fuerza que no podía agarrarlo.

—O–oh, perdón, señor Kim —el nombrado sonrió enternecido ante la timidez de Jungkook. No pudo evitar imaginarlo avergonzado por sus comentarios de la noche anterior, siendo un chico demasiado adorable.

—Llámame Taehyung, por favor —pidió mientras abría su paquete. Jungkook se tensó en aquel mismo instante. ¿Si veía lo que había allí, sería cómplice del delito? —¿Ocurre algo, Jungkookie? —el rubio ni siquiera tenía fuerzas para reclamarle el abuso de confianza que se estaba tomando, no cuando estaba a punto de entrar en un mundo lleno de ilegalidades. —Maldición, ¿sigues con el tema de las cosas ilegales? ¡Soy gay, no narcotraficante!

Jungkook le miró sorprendido ante la declaración, aunque no sabía muy bien por qué. Es decir, había coqueteado con él y era obvio que había mantenido relaciones sexuales con Jung HoSeok, ¿de qué se extrañaba entonces? Taehyung le sonrió, alejándose de él para sentarse en su cama. Palmeó un hueco a su lado, indicándole al menor que se sentara a su lado. Jungkook le miró dubitativo y el moreno resopló.

—No serás uno de esos homofóbicos, ¿verdad? ¡Vamos, siéntate! Estoy seguro de que te gustará ver esto —el menor frunció el ceño sentándose a su lado. —Digamos que hablé con algunos contactos y... —rascó su nuca nervioso, y Jungkook podía jurar que era la primera vez que lo veía afectado. Taehyung parecía tener todo siempre bajo control, tal vez por eso era tan buen actor. —¡Investigué sobre ti! Lo siento, pero... nadie me había hablado así jamás. No podía dejarte ir, pequeño —le sonrió avergonzado, mas este gesto cambió con rapidez al volver a la vista al paquete medio abierto. —Por eso me enteré de que estudias cine, así que, ¡observa esto!

Jungkook asomó su cabeza con timidez a la pequeña caja, ahogando una exclamación en cuanto sus ojos vieron aquello.

—¡¿Acaso estás loco?! ¡¿Cómo demonios le encargas a una empresa de mierda esto?! —le gritó en cuanto vio el contenido que había estado llevando; rezó en silencio, deseando no haberlo roto después de sus enfados, ya que lo había guardado en la moto de forma descuidada. ¿Dónde había quedado su ética de empresa? No lo sabía, desde que Taehyung había irrumpido en su vida el día anterior habían muchas cosas que habían cambiado.

—Bueno, es el segundo que tengo ya, la verdad. Cuando tienes el primero, los siguientes no tienen tanta gracia —Jungkook simplemente no daba crédito a sus ojos.

—¡Es un maldito Globo de Oro! ¡¿Y hablas de él tan...?! —la voz del rubio se extinguió en cuanto Taehyung sacó el premio de la caja como si cogiera un objeto cualquiera, y lo tendió hacia el chico. —¿Q–qué estás ha–haciendo? ¿Qu–qué haces? —el moreno alzó una ceja hacia él. Verlo tan nervioso lo hacía ver adorable.

—Cógelo, vamos, lo estás deseando, aunque no sea de tu categoría —las manos del rubio picaron en cuanto la oferta se hizo presente. Maldición, por supuesto que quería cogerlo, pero temía que por los nervios se le cayera. ¿Tan desesperado se veía en ese momento que Taehyung le había brindado aquella oportunidad? —No muerde, ni yo tampoco; al menos, no en ese sentido —le animó guiñándole un ojo mientras volvía a acercarle el objeto. Las manos de Jungkook sufrieron un leve tic antes de cerrarse sobre el premio, y podría jurar que vio el cielo cuando lo tuvo entre ellas.

—Es precioso —murmuró con admiración el joven, observándolo con una boba sonrisa en su rostro, equiparable según Taehyung a la cara que pondría un padre ante su hijo recién nacido. Jungkook leyó el nombre del moreno en el objeto, y recordó haber visto en cartelera la película por la cual le había dado aquel Globo de Oro. Él no pudo verla, aquel mes debía ahorrar para las tasas universitarias y no podía permitirse el lujo, pero JiMin había ido con uno de sus chicos de Tinder, y aseguró que era una buena película para ver mientras tienes sexo en los asientos traseros de la sala.

—Algún día tendrás uno tú también, Jungkookie —le dijo Taehyung, a lo que el nombrado se dispuso a contestar sarcásticamente, pero fue interrumpido por el hombre. — Hazme caso, pequeño iluso. Conozco esa mirada. Lo tendrás, y ojalá yo pueda ver eso.

Jungkook sacudió la cabeza sonriendo ante el optimismo exacerbado que se mantenía en los ojos de Taehyung, pensando en que sin duda era algo admirable.

—Aún no respondiste a mi pregunta —dijo con la clara intención de cambiar de tema. —¿Por qué encargas algo tan importante a una empresa como la nuestra?

—Muchos sufrieron robos porque contrataban grandes empresas y su trofeo acababa vendiéndose en el mercado negro, yo no quise que me pasara lo mismo. Mi amigo YoonGi me recomendó la empresa donde trabajas, así que decidí camuflar el Globo con otra compra, ¡y listo! —explicó con simpleza Taehyung mientras Jungkook le devolvía su premio. Éste lo devolvió a la caja, que aún seguía en su regazo, y sacó una caja rectangular cuyo contenido ambos conocían. —Nadie sospecharía que el lindo actor Kim Taehyung compraría este tipo de cosas.

Jungkook bufó molesto ante la confianza que parecía tener Taehyung con él. ¿Acaso era imbécil o qué le pasaba?

—¿Tan gilipollas eres como para enseñarme esto sin pensar que podría llamar a la prensa y contarles que he traído un puto consolador a tu casa? —preguntó el rubio señalando el objeto que Taehyung portaba en sus manos. Éste sonrió de forma pícara (algo a lo que Jungkook comenzaba a acostumbrarse) y con un brazo envolvió los hombros del chico.

—Y dime, pequeño, ¿quién te creería? ¿Tienes evidencias? ¿Fotografías? —el silencio del contrario lo hizo reír. —Llevo muchos años en esto, cariño. La prensa rosa es como una rata hambrienta; se aferra a todo lo que pueda. Pero tú no tienes nada que pueda agarrar —le dijo acercándose más a él, liberándose de ambas cajas para tener ambas libres. —Incluso si me acostara contigo en esta misma cama, nadie se enteraría jamás. Y podrías contarlo a quién quisieras, pero no te creerían, y sé que tú no eres de esa gente.

—¿Acaso tienes idea de cómo soy? No me conoces —dijo un desafiante Jungkook, uniéndose al juego de Taehyung y acercándose también al cuerpo del moreno. Con una mano acarició el cabello de la nuca del moreno, aún levemente húmedo por la ducha que se había dado anteriormente. —Apenas me conoces, Taehyung. Puedo ser un puto loco, y tú no pareces tener miedo. ¿Acaso haces esto muy a menudo? ¿Intentar seducir jóvenes de los que no sabes ni su orientación sexual? —Taehyung sonrió al rubio y aproximó aún más su cuerpo al suyo, casi sintiendo la calidez del contrario.

—Debo decir que parece un hobby divertido, pero no, no hago esto nunca —admitió el actor, levantando la mano para tocar el muslo de Jungkook. Sin embargo, éste se levantó antes de que el contacto pudiera continuar, haciendo que Taehyung cayera de bruces en la cama, con su cara enterrada en el colchón.

—Pues será la última, espero que lo hayas disfrutado, TaeTae. Sin embargo, ahora que quedaron claras nuestras posturas, debo irme —dijo mientras agarraba su carpeta del suelo, aludiendo al día anterior. Taehyung lo miró embelesado por su osadía, ¿cómo podía Jungkook hacer lo que quería con él y luego prácticamente desecharlo? ¿Era lo correcto que un apenas desconocido tuviera tanto poder sobre él?

—E–espera, Jungkook —comenzó a hablar taeh5, levantándose de golpe. El joven fue más rápido y huyó de él, pero el moreno se agarró a su camisa y lo atrajo a tu cuerpo. —¿Me dejarás así? —Jungkook supo perfectamente a lo que se refería, pero sólo bastó sentir eso en su espalda baja para confirmar sus sospechas. Tampoco es que pudiera decir que su estado fuera mejor, pero no lo admitiría ante él.

—¿Así cómo, hyung? —preguntó fingiendo inocencia, a lo que Taehyung sólo gruñó. Aquel niñato... lo estaba sentenciando a muerte. Pero aquello no iba a quedarse así.

Encarceló su cuerpo entre la pared y su cuerpo, y hundió su rostro en el cuello de Jungkook. En el momento en el que el los labios de Taehyung tocaron su cuerpo, sintió toda una corriente eléctrica recorriéndolo por completo, olvidando su huida por completo. El moreno se dedicó a dejar un chupetón en el cuello del chico, mientras éste se aferraba a su amplia espalda, pues sentía que en cualquier momento caería al suelo.

Cuando los labios de Taehyung abandonaron la piel de Jungkook, se separaron levemente, y el rubio soltó de golpe al contrario, siendo consciente de lo que acababa de hacer. Lo miró con los ojos como platos, y Taehyung no pudo sino sonreír y guiñarle un ojo.

—Podemos continuar otro día, pequeño —le dijo rozando con su dedo índice la mandíbula de Jungkook, pero éste lo empujó con rapidez y salió de allí a toda prisa, intentando borrar de su mente lo ocurrido. ¡¿Acaso su sentido común se apagaba cuando Taehyung estaba cerca o qué acababa de pasar?!

Ya en el ascensor, hundió el rostro en sus manos, recordando abochornado
los suspiros que habían salido de sus labios mientras Taehyung marcaba su piel.

—Estoy loco, estoy loco, estoy loco... —murmuraba una y otra vez Jungkook, aún sintiendo la lengua del moreno en su cuello, lo cual provocó una erección de nuevo en él. Despeinó su cabello, desesperado, deseando borrar todo lo ocurrido desde que había entrado por aquella puerta.

Jungkook estaba molesto. Y esta vez no por Taehyung, sino por él mismo y lo que el moreno había creado en él.

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