O1
El joven rubio comenzaba su rutina como siempre: con música de fondo.
Jungkook se consideraba a sí mismo como alguien movido; no enérgico, pero tampoco era un gran fanático de quedarse sin hacer nada. Ver una serie, leer, cantar... Debía mantener su cerebro en mantenimiento, o sentía que perdía el valioso tiempo que tenía. Por ello mismo se despertaba lo más temprano que podía (aunque aquello de madrugar siempre se le resistía) y se preparaba para ir al trabajo y llegar puntual cinco minutos antes de que su tío alzara la persiana del bajo donde se instalaban.
—Hijo, te lo tengo dicho —le decía siempre el hombre, Jeon ChanWoo, el cual miraba como un bicho raro a su sobrino delante del local. —No necesito que vengas hasta la hora, incluso puedes venir quince minutos más tarde. Al fin y al cabo, tengo que preparar cosas.
—No se preocupe, ChanWoo-ssi, así le ayudo con lo que pueda —contestaba Jungkook sonriente, entrando con su motocicleta en el local.
Aquel día, aún teniendo el cielo encapotado y avisos de próximas nevadas, los encargos no podían cesar. Las Navidades se aproximaban, y con ellas había aumentado el trabajo, obligando al viejo ChanWoo a contratar a un trabajador extra. Sin embargo, todos trabajaban con vehemencia día tras día para poder sacar el trabajo adelante. Por eso mismo, y con el riesgo de nieve inminente, el tío de Jungkook le encargó un último envío.
—Está algo alejado de aquí, pero como está cerca de tu casa pensé que podrías darte prisa, Kook. Luego ve directamente a tu casa y- —iba a añadir algo más cuando de pronto su atención se centró en un pelirrosa tras él. —¡Tú, JiMin-ssi, deja Tinder para más tarde y haz lo que te ordené!
—Ya voy, ya voy... —refunfuñó el joven sin despegar el móvil de sus manos. Jungkook rió levemente, sabiendo perfectamente con quién chateaba su amigo, y que no abandonaría la conversación hasta que ChanWoo le arrebatara el móvil como a un niño pequeño.
—Estos críos... —maldijo por lo bajo el mayor antes de dirigirse de nuevo al rubio. —Bueno, lo que te decía. Ahí mismo tienes el paquete, date prisa antes de que empeore el tiempo, anda.
Jungkook suspiró, cansado por la larga jornada, pero sabía que no le quedaba de otra, por lo que agarró el pequeño paquete y subió a la moto mientras veía a ChanWoo y Hui, su compañero, comenzar a recoger, mientras JiMin se dirigía con una sonrisa coqueta al baño, aún portando su móvil en las manos.
Jungkook sacudió la cabeza, pensando en que su mejor amigo no tenía remedio alguno, y decidió que más tarde le preguntaría cómo le iba hablando con aquel chico.
Las calles de Seúl en aquella época estaban plagadas de gente ultimando detalles para la festividad. Navidad sería en apenas unos días y todo el mundo la esperaba con emoción, comprando los regalos en el último momento y decidiendo el menú del día. Jungkook sin embargo prefería dejarse llevar y no agobiarse por las compras; ya se encargaría de eso más tarde. En ese momento, lo que deseaba el rubio era hundirse en sus sábanas junto a un buen manga de Haikyuu!! y un chocolate caliente. Al menos, para él, aquel clima era lo único que suscitaba.
Decidió dejar de cavilar para centrarse en la dirección del cliente, ya que la nieve comenzaba a caer de forma más continuada y no podía permitirse un retraso. Paró en un semáforo y aprovechó para asegurarse de que no llevaba una dirección equivocada, para que cuando la luz verde se iluminó, él ya estaba arrancando a la mayor velocidad que se le permitía.
Llegó al complejo alrededor de quince minutos más tarde, con la nieve cubriendo gran parte del suelo. Maldijo por lo bajo, ya que no tenía las ruedas adecuadas para conducir por allí, así que tendría que andar veinte minutos para volver a su hogar si no quería una multa de la policía.
Con una mueca involuntaria, buscó el número que rezaba en la hoja y se dirigió allí con rapidez, pues sentía el frío colándose en sus huesos.
Se quitó el casco para poder ver bien el nombre al que debía marcar, y se sorprendió al reconocer la zona. Era extraño que hubieran contratado a la empresa de su tío, ya que se encontraba en una de las urbanizaciones más lujosas de todo Seúl. ¿Qué ricachón los contrataría a ellos, que eran una pequeña empresa?
La cabeza de Jungkook se llenó de ideas alocadas, ¿podía ser que llevara algo ilegal en aquel paquete? Y si era así, ¿podían meterlo en la cárcel por ser el canal de recepción? Un escalofrío le recorrió la columna de vertebral al pensarse en una celda: esa vida no estaba hecha para él ni de lejos.
Decidió dejar de pensarlo tanto, y tocó al timbre donde se podía leer el nombre 'Kim Taehyung'. El nombre le era extrañamente familiar (como todos los de aquel bloque en realidad), pero no lograba ubicar el campo artístico en el que se encontraba aquel hombre. ¿Música? ¿Dirección? ¿Bailarín? ¿Cine? ¿Prensa rosa?
La puerta del portal fue abierta, y Jungkook se dirigió al ascensor con parsimonia, observando el enorme hall que tenía aquel lugar. El guardia de seguridad le preguntó su cometido y él simplemente mostró el paquete en sus manos y su uniforme, lo cual le dio carta blanca para seguir su camino hacia el piso donde vivía la celebridad.
Nunca había entrado en un edificio así, por ello contemplaba asombrado los altos techos blancos del lugar, y se preguntó para qué necesitarían tanta altura. ¿Acaso los famosos no medían lo mismo que la gente normal?
—Pff... Pedantes de mierda —murmuró antes de verse delante de la puerta del hogar de aquel 'Kim Taehyung'. Observó bien la envergadura de ésta, viendo que también rozaba los tres metros de altura y bufó mientras tocaba el timbre. Odiaba a la gente que gustaba de fardar su dinero y lucirlo, como si fuera lo más preciado de alguien.
De pronto, la puerta de la casa se abrió, dejando ver a un hombre de cabello negro despeinado y con la ropa medio revuelta. Jungkook lo miró algo sorprendido. ¡Kim Taehyung! El maldito Kim Taehyung, aquel que siempre arrebataba a los demás actores todos los premios de la Academia. ¿Cómo era posible que no lo hubiera reconocido, si él mismo estaba estudiando cine? Se dio un golpe mental en la cabeza antes de atender al hombre que estaba frente a él, mirándole inquisidor.
—¿Traes mi paquete? —preguntó Taehyung con una voz extremadamente grave debido a que acababa de levantarse, o eso parecía por su aspecto. Jungkook se estremeció ante el sonido, pero no tardó en asentir.
—Firme aquí, por favor —le pidió tendiéndole la carpeta y un bolígrafo.
El actor agarró ambos objetos, rozando apenas sus manos con las de Jungkook, y éste frunció el ceño. Podría haber sido sin querer, por supuesto, pero algo en la atmósfera le decía que no era así. Kim Taehyung mordió la punta del boli observando a Jungkook, y el rubio empezó a ponerse nervioso, ¿por qué no firmaba el puto papel?
—Eres un chico muy lindo, ¿lo sabías? —el menor miró boquiabierto al moreno. ¿Le estaba tirando los trastos? —Siempre me gustaron los hombres de uniforme.
Tampoco pudo pensarlo mucho más, ya que la presencia de alguien más irrumpió en la puerta. Un chico pelirrojo con sonrisa cansada pero alegre salió del recibidor de la casa con la camisa sin abotonar y abrochando su cinturón. Sin embargo, lo que más atrajo la atención de Jungkook fue la sustancia blanca que advirtió bajo la nariz del recién llegado. No pudo evitar pensarlo. «Seguro que llevo droga aquí dentro, Dios mío, me tengo que ir ya.»
—Lo pasé muy bien hoy, TaeTae —le dijo el chico, acariciando la mejilla del nombrado y dejando un húmedo beso en sus labios, el cual Jungkook presenció aún boquiabierto.
¿Qué demonios estaba ocurriendo ahí? ¿Así era la élite de Seúl? Porque entonces tendría que replantearse su sueño de ser un famoso director.
—Oh, ¿tú eres el siguiente? —esta vez el hombre se dirigió a él, y el rubio no supo muy bien cómo reaccionar. En ese momento, Jungkook había olvidado hasta como se hablaba.
Al ver que nadie le negaba su suposición, se aproximó a él y susurró en su oído: —Buena suerte, hoy está... más excitado de lo normal —el rubio lo miró, y el contrario rió al ver su mirada asustada. —Tranquilo, hombre. No hace daño a nadie nunca; al menos, no si no lo pides —le guiñó un ojo con picardía antes de dirigirse al ascensor. —Bye~
—Adiós, Hoseokie —Jungkook casi escupe allí mismo. ¿Jung HoSeok? ¡¿El coreógrafo, Jung puto HoSeok?! Miró confundido una y otra vez al pelirrojo y a Taehyung, que seguía con el bolígrafo en los labios, mas esta vez con una mirada seria.
En cuanto las puertas del ascensor se cerraron, agarró a Jungkook de la camisa y lo metió dentro de la casa, dando un portazo y estampándolo contra la pared. Encerró su cuerpo entre el suyo y el muro, y lo único que veía era la camiseta blanca arrugada que portaba el hombre.
—¿S-Señor Kim? —murmuró Jungkook, alzando la vista para ver la mirada amenazadora de Taehyung. ¿En qué se había metido?
—Escucha algo, pequeño —comenzó a hablar, delineando con su vista el cuerpo del menor. —Tú no has visto nada de esto, ¿me entiendes? Me niego a que jodas la carrera de HoSeok porque te da la gana —amenazó golpeando con su dedo el pecho de Jungkook. —No me importa quién eres, no si haces daño a mi amigo. ¿Lo entiendes? —el miedo abandonó el cuerpo del rubio para dar paso a la indignación. ¿Por quién cojones lo tomaba?
—¿Pero quién coño te crees que soy, imbécil? —preguntó furioso el repartidor, empujando el pecho de Taehyung fuera de él, y liberándose del encarcelamiento. —¿Acaso crees que me importa su vida? ¡Haz lo que te salga de los huevos! ¡Yo sólo quería entregar un puto paquete y rezar porque no fuera nada ilegal! —exclamó gesticulando de forma exagerada mientras Taehyung lo observaba anonadado. —¡Todos los famosos sois así de pedantes! ¡Que seas un gran actor y estés muy bueno no significa que debas pensar que todos irán detrás de ti observándote! ¡O al menos no yo, que sólo soy un puto repartidor!
Taehyung lo observó asombrado, ya que jamás ninguna persona se le había encarado así. Sólo HoSeok y YoonGi lo habían hecho, y porque eran sus mejores amigos.
—Y además, ¡si vais a tomar drogas deberíais ser más cuidadosos! ¡¿O no has visto que Jung HoSeok tenía algo blanco bajo la nariz?! ¿Acaso crees que la gente es imbécil como tú? —gruñó antes de volver la vista al actor, que sonreía con diversión en sus ojos.
—Debo decir que tienes gran coraje, repartidor —Jungkook frunció el ceño ante el apodo que le brindó. —Tienes mis respetos, eh...
—Jeon Jungkook —murmuró aún molesto el rubio, peinando sus cabellos. Él solía ser alguien calmado con la gente, que no se alteraba nunca. Y no sabía por qué, pero aquel desconocido lo hacía salirse de sus casillas casi con mirarle.
—Un placer, Jungkook. Me alegro haber dejado claras nuestras posturas —dijo Taehyung acercando de nuevo su cuerpo al del contrario, poniendo sus manos en las caderas del chico.
Jungkook sintió el aire atorándose en los pulmones. Por muy mal que le cayera aquel actor, no podía evitar sentirse atraído físicamente.
Maldición, Kim Taehyung era atractivo, y él tenía ojos, no era como si pudiera obviar el hecho. Sintió el aliento del moreno en sus labios y casi desfallece en aquel mismo momento. Sabía que el actor estaba jugando con él, pero en aquel momento no le podía importar menos. Su cerebro se bloqueó en cuanto sus ojos se encontraron con los lujuriosos del contrario.
El mayor agarró con ligereza el mentón del otro, y pasó su pulgar por la mandíbula del chico, lamiendo sus labios. —Un sujeto interesante...
—Eh, y-yo... —Jungkook sintió su lengua trabarse al querer decir algo, aunque no supiera muy bien el qué.
El oír la voz del joven hizo que algo en el cerebro de Taehyung hiciera 'click', así que de pronto dio la vuelta al cuerpo del chico y lo dirigió a la puerta, empujándolo por la espalda.
—Debo pedirte que te marches, pequeño Jungkook, espero que podamos encontrarnos otro día, ¡el destino es carpichoso! —el menor no pudo evitar sentirse algo usado, pero tampoco podía replicar nada a Taehyung. Al fin y al cabo, él se había dejado seducir sin poner pegas a nada.
—Buenas noches, pequeño —se despidió cuando lo dejó fuera de su hogar, guiñándole un ojo antes de sonreírle socarrón y cerrarle la puerta.
Jungkook se quedó de pie mirando la enorme puerta pálida durante unos instantes, ausente, sin saber muy bien qué acababa de pasar. Se sentía enormemente irritado, pero a la vez no podía ignorar el problema que Taehyung había formado en sus pantalones, cosa que lo irritaba aún más.
El culmen de su enfado fue ver que el paquete y la carpeta sin firmar seguían allí; Jungkook no podía dejar el envío allí sin la firma, y él lo sabía, por lo que decidió volver a llamar al timbre del mayor. Sin embargo, nadie contestó a la puerta durante los 10 minutos que el rubio estuvo allí.
Jungkook gritó de impotencia antes de agarrar todo con furia y dirigirse a su moto. Había cometido su primera falta en el trabajo, el primer paquete enviado fuera de plazo, y todo por culpa de aquel pedante gilipollas.
Dio un grito que resonó por todo el hall y asustó al guardia de seguridad, pero poco le importó. Atravesó la enorme entrada del lugar y sacó las llaves de su moto cuando una tarjeta azul cayó de su bolsillo. La recogió para poder leer qué demonios era aquello, y la arrugó de la ira en cuanto leyó el nombre del dueño.
Kim Taehyung.
Actor profesional.
Debajo de ambos datos estaba su número telefónico, y Jungkook no pudo evitar preguntarse a cuántos hombres le habría dado esa tarjeta en busca de un amante.
—Pues yo no seré el siguiente, te lo aseguro, hijo de puta —le espetó al papel antes de subirse a la moto tras guardar furioso las cosas en ella de nuevo.
Arrancó con violencia, importándole poco que seguramente la policía lo fuera a parar porque no estaba equipado para conducir sobre la nieve.
—Maldito Kim Taehyung, eres un cabrón, ojalá tu carrera se vaya a la mierda, sólo eres un pedante orgulloso, seguro que ni siquiera sabes usar tu polla por muy grande que sea.
Jungkook se pasó todo el camino de vuelta a su hogar maldiciendo por debajo de la música al actor que acababa de conocer.
Sin embargo, la tarjeta arrugada aún seguía en su bolsillo.
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