9. Final de la primera entrega, el inicio de algo nuevo.

Briana caminaba por los pasillos exteriores de Hogwarts, con el aire fresco de la noche acariciando su rostro. Estaba sola, su mente llena de preguntas sin respuesta sobre aquel chico misterioso con ojos rojos que había encontrado en la biblioteca. 

El encuentro de esa noche había sido inquietante, y aún no podía dejar de pensar en las sombras que había sentido alrededor de él. Esa extraña sensación de que había algo mucho más grande y peligroso detrás de su comportamiento.

Su varita estaba firmemente sujeta en su mano, más por precaución que por cualquier otra cosa. Sabía que las reglas del colegio eran claras: los conserjes no podían usar magia en su tarea, pero estaba dispuesta a protegerse si algo extraño volvía a ocurrir.

Justo cuando pensaba que tal vez estaba exagerando, un sonido rasgó la quietud de la noche. Una risa baja, como si alguien estuviera observándola, la hizo girar bruscamente.

Ahí, en las sombras, estaba él: el chico de los ojos rojos, esa figura enigmática que le había dado escalofríos la primera vez.

???: vaya, vaya... la asistente conserje sabe usar magia -Dijo él con una sonrisa burlona, sin levantar la vista de un libro que tenía en las manos.

Su voz era suave, pero cargada de un tono de desdén que Briana no pudo ignorar.

Briana lo miró fijamente, su varita aún levantada por precaución.

Briana: créeme, no me conoces -Le respondió con una mezcla de calma y seriedad, su mano firmemente aferrada a su varita- Solo quiero saber por lo menos un poco de ti. No veo nada de malo en eso.

El chico levantó la mirada y la observó fijamente, como si estuviera analizando cada palabra que había dicho. Su expresión era aún más intrigante, pero no dijo nada. Simplemente dejó que el silencio llenara el aire por unos segundos.

Manuel: oh, pero sí lo hay -Contestó finalmente, con tono indiferente- Porque yo, de ti, volvería por donde vine.

Briana apretó los dientes, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de ella. No iba a retroceder tan fácilmente. Sabía que, de alguna manera, ese chico tenía algo que ver con todo lo que estaba ocurriendo en Hogwarts, y no iba a dejar que se saliera con la suya tan fácilmente.

Briana: tal vez, pero no pierdo nada intentando algo -Dijo con su tono más firme y desafiante.

Antes de que pudiera hacer algún movimiento, algo extraño ocurrió. Un viento gélido sopló repentinamente, oscureciendo el entorno en un instante. La figura del chico frente a ella comenzó a desvanecerse en el aire, como si fuera polvo que se disipaba, dejando solo una sombra de lo que había sido. Briana se tensó, su varita alzada, buscando alguna señal de lo que estaba pasando.

???: ¿Crees que puedes saber más allá? -La voz del chico llegó a sus oídos, flotando en la oscuridad que ahora los rodeaba- Como te dije, es mejor que estés en lo tuyo y yo en lo mío.

Briana apretó los dientes, sintiendo cómo la oscuridad se cerraba a su alrededor. No podía dejar que lo que estaba pasando la desconcertara. Sabía que debía mantenerse firme, pero esa sensación de inquietud que llenaba el aire la estaba empezando a consumir.

Briana: ¡Basta! -Gritó, intentando mantener la calma, pero la rabia comenzó a apoderarse de ella- Es obvio que sabes algo de mí... ¡No eres uno de los míos!

Con furia, levantó su varita, conjurando hechizos de luz avanzada para disipar las sombras que la rodeaban. La luz se expandió en el aire, desintegrando parte de la oscuridad, pero algo más comenzó a suceder. Sintió como si serpientes invisibles la rodearan, como si algo estuviera enroscándose a su alrededor, apretándola con fuerza. Su respiración se volvió más errática.

Las sombras empezaron a tomar forma, figuras extrañas que se acercaban a ella en la oscuridad.

Seres amorfos que se deslizaban, desbordando una sensación de terror profundo que la hizo casi vacilar. En su mente, las risas del chico comenzaron a resonar, burlonas y despectivas, como si estuviera disfrutando cada segundo del miedo que comenzaba a apoderarse de ella.

???: ¿Te asustan estas sombras? -La voz del chico volvió a sonar, ahora más distante, como si se estuviera divirtiendo- Las sombras son solo eso. Sombras. Pero tú... tú eres mucho más débil de lo que crees.

Briana luchó contra el pánico, apretando los dientes y concentrándose en mantener su control. Necesitaba pensar con claridad, no podía dejarse llevar por el miedo.

Con un grito de determinación, la luz de su varita se intensificó, y los hechizos que conjuraba comenzaron a disipar las sombras alrededor de ella. La presión de las serpientes invisibles comenzó a aflojarse, pero las figuras extrañas seguían acercándose. La sensación de miedo era abrumadora, pero ella no iba a ceder. No iba a dejar que el chico se saliera con la suya.

Finalmente, con un último esfuerzo, lanzó un hechizo de luz más fuerte, haciendo que las sombras se disiparan por completo, y la oscuridad se desvaneció. El chico había desaparecido por completo, y el silencio se apoderó del aire nuevamente.

Briana, respirando con dificultad, se quedó allí, observando el espacio vacío, preguntándose si realmente había sido una amenaza o solo una visión creada por la magia del chico. Pero algo en su interior le decía que esto no era lo último que vería de él. 

Con el corazón aún acelerado, Briana se giró para marcharse, sabiendo que el misterio sobre él solo se había intensificado.

Pero ella sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo antes de que el dolor la invadiera. De repente, una presión intensa y punzante le atravesó, como si espadas afiladas o garras invisibles estuvieran desgarrando su piel. Un grito salió de sus labios, pero en ese momento, el chico de los ojos rojos apareció nuevamente frente a ella. Su presencia era fría y perturbadora, como si estuviera hecha de oscuridad misma.

???: solo haz como si no me vieras, no busques más... -Dijo el chico, su voz baja, casi susurrante, pero con un tono autoritario- Y yo mantendré tu secreto a salvo, infiltrada.

Las palabras penetraron en su mente como una orden, y el dolor que sentía comenzó a desvanecerse, como si hubiera dejado de existir por completo. El aire alrededor de ella se volvió denso, pero de alguna manera, el sufrimiento había desaparecido.

Briana parpadeó, intentando comprender lo que estaba pasando. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que ya no estaba rodeada por las sombras ni por la sensación de presión. Estaba tumbada en el césped, el suelo firme bajo ella, como si todo lo que había vivido no fuera más que una ilusión. El dolor, las serpientes, las figuras extrañas... todo había desaparecido. Solo quedaba la quietud de la noche.

???: caíste bien en mi genjutsu -La voz del chico resonó en el aire, más suave ahora, casi burlona- Prometes no decirle a nadie de esto...?

Briana se incorporó lentamente, el temor todavía resonando en su pecho, pero ahora sintiendo una extraña calma. Él la observaba con esos ojos rojos que brillaban bajo la luz de la luna, tan penetrantes como siempre. Algo en su mirada parecía desafiarla, como si estuviera esperando una respuesta.

Briana: sí, no vuelves a hacer eso, tal vez -Dijo, su voz aún temblando ligeramente por el miedo, pero intentando mantener la compostura. 

Manuel: resististe bien, así que te diré mi nombre. Yo soy... Manuel, Manuel Black.

El chico extendió su mano hacia ella con una sonrisa en el rostro, una sonrisa que parecía tanto fría como llena de secretos. Briana, aún desconcertada y cautelosa, lo miró por un momento antes de tomar su mano brevemente. El contacto era gélido, casi como si estuviera tocando algo que no era completamente humano.

Briana: está bien, Manuel -Respondió soltando un suspiro- No sé quién eres ni lo que tramas, pero por favor, no vuelvas a hacer eso.

Aunque la amenaza de dolor ya no estaba presente, el miedo seguía acechando a Briana, una sensación incómoda que la empujaba a irse rápidamente. El chico la observó sin cambiar su expresión, pero parecía que aceptaba lo que había dicho.

Manuel: está bien -Respondió él, casi como si le diera permiso para irse- Ahora vete.

Briana asintió rápidamente, sin perder más tiempo. No podía permitirse seguir allí, no con la sensación de que todavía había algo peligroso flotando en el aire, algo que no entendía completamente. 

Se dio la vuelta y comenzó a caminar rápidamente, sin mirar atrás, sin querer saber si él la observaba o si se estaba acercando.

Manuel Black, sin embargo, permaneció allí, observándola con una sonrisa que se expandió lentamente, como si estuviera disfrutando del temor y la confusión que había sembrado en ella. Después de un breve instante, se desvaneció en las sombras, mezclándose con la oscuridad de la noche y el viento, dejando a Briana sola, con el eco de sus palabras resonando en su mente.

Ella caminó lo más rápido posible, con el pulso acelerado y el corazón aún agitado por lo que acababa de vivir. Aunque había salido ilesa, las preguntas seguían atormentándola. ¿Quién era realmente Manuel Black? Era un Black pero... ¿De verdad era uno? ¿Y qué más sabía sobre Hogwarts, sobre ella misma?

Sin embargo, por el momento, no quería pensar en ello. Solo quería alejarse de esa sensación de peligro, al menos por esa noche.



Hubo otra noche, muy silenciosa y fría en el Bosque Prohibido, y la luna iluminaba el camino que Briana recorría con pasos vacilantes. Los últimos meses habían sido una carga para ella. Manuel y su presencia oscura la atormentaban, los estudiantes de Slytherin no dejaban de hacerle la vida imposible, y Flich, junto con las pequeñas quejas de Hagrid, la presionaban hasta en su paciencia.

Briana avanzó hasta un claro y se dejó caer sobre la hierba húmeda. El bosque le daba una paz que el castillo no podía ofrecer. Era extraño, pero en ese lugar, lejos de las miradas y responsabilidades, sentía algo de alivio, aunque solo fuera temporal.

De repente, un destello brillante rompió la oscuridad en el bosque. Un destello azul con blanco iluminó el claro frente a ella, descendiendo como una estrella fugaz. Briana entrecerró los ojos, sorprendida, y cuando el destello se desvaneció, una figura femenina se apareció. Su piel era tan blanca, y sus cabello como la nieve brillaba como la luz de la luna, terminaba en puntas oscuras, enmarcando unos ojos de un azul tan profundo que parecían contener el océano entero.

Briana: n- no puede ser... ¡Freya! ¡Freya! -Susurró Briana, sintiendo una punzada de alivio y alegría.

Su maestra, Freya, la segunda maga sicaria más fuerte, le sonrió con dulzura. Con ese simple gesto, Briana sintió cómo toda la presión y el dolor de los últimos meses comenzaban a disolverse. Sin dudarlo, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza, como si temiera que desapareciera de nuevo.

Freya: mi pequeña Briana -Murmuró, acariciándole el cabello con ternura- Has pasado por mucho, ¿verdad?

Briana no respondió; se aferró a su maestra como si su vida dependiera de ello. Freya la abrazó más fuerte, dejando que se desahogara, y luego, cuando Briana se calmó un poco, Freya la apartó suavemente para poder mirarla a los ojos.

Freya: ¿Qué sucede? -Preguntó con voz suave, pero con un dejo de preocupación- Te ves agotada, mi niña.

Briana suspiró y bajó la mirada. Le resultaba difícil expresar todo lo que había pasado, pero Freya siempre había sido su refugio.

Briana: pensé que sería divertido, increíble, pero no puedo más, maestra... -Dijo Briana, su voz temblando- Manuel... ese chico me aterroriza, parece saber algo sobre mí, más bien, sabe que soy una infiltrada... los de Slytherin me molestan constantemente. Filch, Hagrid... todos tienen expectativas y exigencias, y siento que no puedo complacer a nadie. Solo quería cumplir mi misión... pero es como si... me estuviera desmoronando.

Freya la observó en silencio, sus ojos azules reflejando comprensión y compasión. Después de un momento, sonrió suavemente y colocó una mano en el hombro de Briana.

Freya: Briana, eres mucho más fuerte de lo que crees... A veces, los males y personalidades que otros proyectan parecen gigantescas, pero son solo eso... personalidades. No dejes que te dominen, porque en tu interior tienes una luz que ni siquiera Manuel podría apagar.

Briana asintió, sintiendo cómo su pecho se aliviaba al escuchar esas palabras. La presencia de su maestra parecía devolverle la confianza perdida.

Briana: pero... ¿y si me descubren? -Preguntó Briana con un hilo de voz- Como dije Manuel parece saber bien que soy una infiltrada, quizás sabe que soy maga sicaria, y cada día siento que se va acercando más a mi verdad total, y tengo miedo.

Freya le apretó el hombro con cariño.

Freya: eso es algo que temerías, pero recuerda, Briana: las personas fuertes nunca se enfrentan solas. Si Manuel sospecha algo, enfrenta esos miedos, pero no olvides que tienes aliados. Yo estoy aquí, y siempre lo estaré.

Briana la miró, sintiéndose pequeña pero reconfortada.

Briana: gracias, maestra -Murmuró, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas- Pensé que estaba sola... pero ahora que estás aquí... todo parece menos aterrador.

Freya sonrió y secó una lágrima que resbalaba por la mejilla de Briana.

Freya: no estás sola, querida -Le aseguró- Y nunca lo estarás mientras me tengas a mí, y mientras confíes en ti misma. Ahora, toma un respiro. En este bosque siempre tendrás un refugio, un lugar donde encontrar tu fuerza y recordar quién eres.

Briana se abrazó a Freya nuevamente, y esta vez su abrazo fue tranquilo, sin miedo ni tensión. Por primera vez en meses, sentía que podía respirar libremente, que tenía un lugar seguro donde dejar sus miedos.

Freya le dio una última mirada llena de calidez y seguridad, como solo ella sabía hacerlo. Mientras las sombras del bosque las rodeaban y el viento susurraba entre los árboles, le habló en voz baja, pero con firmeza.

Freya: no te preocupes, Briana. Este será tu único año aquí. Apenas termine el curso, yo misma te llevaré de vuelta. Y Zhang y yo nos encargaremos de que todo esté listo para ti cuando sea el momento -Aseguró Freya con una leve sonrisa.

Briana asintió, aliviada. La simple idea de que su tiempo en Hogwarts tenía fecha de término le devolvía algo de paz. Había sido una carga agotadora, y saber que su maestra estaba ahí, siempre atenta, le daba fuerzas.

Briana: gracias, maestra... de verdad, no sé qué haría sin ustedes -Susurró, su voz reflejaba la gratitud y el respeto que sentía por Freya.

Antes de que Freya pudiera contestar, Briana hizo una pausa y luego le preguntó con voz más seria:

Briana: ¿Qué hay del quinto miembro? A veces escucho rumores... dicen que sigue dejando rastros, incluso algunas matanzas -Murmuró, observando el rostro de su maestra con expectación y preocupación.

Freya suspiró, su expresión tornándose pensativa.

Freya: es cierto, lo hemos sentido más, y cada vez estamos más cerca de encontrarlo. Es él, no hay duda -Dijo con su voz suave, pero decidida- Pero, Briana, aún no te preocupes demasiado por eso. Aún falta un poco para que aparezca, y cuando lo haga... nosotros estaremos listos para actuar.

Las palabras de su maestra resonaron en Briana como un escudo contra la incertidumbre. Pero había un último asunto que aún le generaba inquietud: Manuel. El recuerdo de sus ojos rojos, su mirada desafiante y sus amenazas seguían frescos en su memoria.

Briana: ¿Y Manuel? -Preguntó Briana, su voz un poco temblorosa- Me aterra, maestra. Siento que es más fuerte de lo que uno puede pensar.

Freya sonrió levemente, pero en sus ojos azules brillaba una determinación férrea.

Freya: no te preocupes por Manuel, querida. Zhang o yo nos encargaremos de ponerlo en su lugar si sigue interfiriendo contigo. No dejaré que nadie te amenace, no mientras esté yo aquí -Le respondió Freya, posando una mano sobre el hombro de Briana.

Con esas palabras, Briana se sintió realmente protegida. Sabía que Freya y Zhang eran de los más poderosos en su mundo, y que ellos nunca dejarían que algo malo le sucediera.

Briana: gracias, maestra -Respondió Briana, esbozando una sonrisa sincera- No podría estar más agradecida de tenerlos en mi vida.

Freya le acarició el rostro y asintió, mirándola con orgullo y afecto.

Freya: sigue así, Briana. No permitas que te derroten las dudas ni los temores. Recuerda quién eres y por qué estás aquí. Nos veremos pronto, pero por ahora, sigue adelante. Este camino pronto llegará a su fin.

Con una última sonrisa, Freya se desvaneció en un destello de luz azul y blanco, dejando a Briana sola en el claro.

Ella se quedó mirando el lugar donde su maestra había estado, sintiendo una renovada paz en su interior. Ahora, más que nunca, sabía que no estaba sola, y que era capaz de soportar lo que viniera.

(Pov: Protagonista)

Me encontraba ya en el final de esta primera entrega, el tiempo pasó igual de rápido para ser sincero. Aunque no pueda decir lo mismo de Briana según lo que me cuenta Freya.

Esta noche me infiltré como nunca,  y los muros de esta escuela estaban impregnados de magia ancestral, una fuerza que parecía observar cada paso que daba. Sin embargo, sabía que mi objetivo estaba claro: llegar a la piedra filosofal antes que cualquier otro. Poder presentarme ante Harry como una figura casi imponente, como misteriosa.

Cubrí mi rostro con la capucha, un tejido encantado para hacerme indistinguible entre las sombras. Las runas que llevaba bordadas me otorgaban un paso sigiloso, casi como un espectro que flotaba entre los pasillos. El castillo dormía, pero yo podía sentir que no estaba solo en esta carrera. Había otros tras la misma meta, y no podía permitirme el lujo de fallar.

La primera barrera no tardó en aparecer. Un estruendo de respiración pesada y un hedor húmedo inundaron el corredor mientras me aproximaba a una puerta parcialmente abierta. El perro guardián, una monstruosidad de tres cabezas, dormía frente a un pasadizo oscuro. Su tamaño era intimidante, pero yo no estaba allí para luchar; el sigilo era mi fortaleza.

Disparé una ráfaga de electricidad que lo aturdió rápido, pude notar que actuaba confundido, algo mareado y cansado. Aún así, las tres cabezas comenzaron a tambalearse, hasta que finalmente, cayeron al suelo, profundamente dormidas.

Zhang: okey, un poco raro, parece que sí alguien lo hubiera atacado antes, no importa, primera barrera superada -Murmuré mientras deslizaba el frasco de vuelta en mi cinturón y continuaba mi camino.


El siguiente desafío, me adentré por otro conducto sin querer, pues esta parte del castillo ya era desconocida para mí, llegando a un sitio donde estaban muchas más zarzas enredaderas, parecían tener vida, que se retorcían como serpientes, dispuestas a atrapar y devorar a cualquiera que intentara cruzar.
Observé cómo los brazos espinosos se agitaban, buscando un objetivo. Estas criaturas respondían al movimiento, lo sabía bien.

Cerré los ojos y respiré profundamente. Concentré mi energía en mis manos, usando mi telequinesis. Me elevé apenas unos centímetros del suelo, deslizándome como una brisa por encima de las zarzas. 

Las ramas intentaron alcanzarme, pero mi quinesis las mantenía a casi todas confundidas, incapaces de detectar todas mi presencia. Y con otro destello eléctrico las pude hacer temblar.

Pudiendo evitar ser alcanzado y superando otra prueba más, caí de pie por el conducto cercano, justo a unos pasos de la puerta que el trio dorado pudo abrir. 

Zhang: dos pasos más cerca -Pensé al aterrizar del otro lado, desactivando el hechizo con un simple gesto de mi mano.


Sabía que el siguiente obstáculo era un tablero de ajedrez gigante encantado. Los susurros de los pasillos me habían informado que Harry Potter y sus amigos ya habían pasado por aquí. La posición de las piezas, algunas derribadas y otras todavía activas, confirmaba que un enfrentamiento reciente había ocurrido.

Observé las piezas, sus movimientos aún imbuidos de magia. Una reina negra giró su rostro hacia mí, sus ojos vacíos me estudiaron con atención. Extendí una mano hacia ella, disparando otro rayo eléctrico salió disparado, para después con mis armas procediera a disparar a todas las piezas sobrantes.

Estas estallaron y se destruyeron. Y con mi magia, utilicé un hechizo que estuve perfeccionando: Estalactitas letales. Logré empalarlas a todas y hacer que picos salgan del suelo para rematarlas, quedando algunas estáticas en el aire y clavadas.
Permitiéndome así cruzar sin ser atacado. Mientras avanzaba, pensé en el talento de los niños que habían logrado superar esto. Pero no tenía tiempo para admirar su valentía; la piedra estaba más cerca.

Cuando finalmente llegué al último pasillo, un destello de movimiento a lo lejos me detuvo. No estaba solo. Harry Potter y sus amigos también se dirigían al mismo destino, aunque estaban a unos pasos por delante. Me detuve en las sombras, observando su determinación.

Zhang: interesante... -Murmuré, evaluando si intervenir o dejarlos continuar. Sabía que Freya y Briana me estarían observando desde la distancia, esperando que hiciera lo correcto. Pero el concepto de "correcto" era relativo.

Decidí mantenerme oculto. Si lograban superar el desafío final, podría usar su éxito para acercarme aún más a mi objetivo. Porque al final, la piedra filosofal no era solo una reliquia poderosa; era la clave para resolver uno de los mayores misterios de nuestro tiempo.

El tiempo era esencial. Mi presencia aquí no debía ser detectada. Pero una cosa era segura: esta noche, el curso del destino cambiaría para siempre, y yo estaría allí para presenciarlo.

Pasó un buen rato oculto sin hacer nada, para este punto pensé que quizás Harry ya venció a Quirrell, pero estaba equivocado, cuando avancé, solo pude ver como estaba otra sala con pociones para beber.

Justo ahí me di cuenta, esto debía ser parte del libro, la película no adaptó esta prueba sino me equivoco, Hermione era la que debía pasar eso. Y al parecer lo hizo porque por ahí estaba Ron solo, tirado e inconsciente.

También me di cuenta de que había rastros de otra personas aparte del trio, dándome a entender de que había alguien más, quizás un cuarto, o quizás... No era el único quien los seguía, el perro de 3 cabezas debilitado, parte de las enredaderas quemadas por algo, y ahora esto, obviamente ellos no estaban solos, yo no lo estaba.

Al final no le di importancia a eso, tenía algo más importante, y era llegar al último acto de esta entrega. 

La sala era un caos. Desde mi posición oculta, observaba cómo el chico que vivió, Harry Potter, estaba arrodillado en el suelo, con tres estacas clavadas en su cuerpo. Su rostro estaba pálido, pero sus ojos seguían brillando con determinación. Esa expresión... me recordó por qué algunos magos hablan de él como si ya fuera un héroe.

Frente a él, Quirrell, ese patético profesor del turbante, sostenía su varita con una mano temblorosa, mientras con la otra intentaba alinear su hechizo. No obstante, no era Quirrell quien controlaba la situación. En la parte trasera de su cabeza, esa grotesca abominación, el rostro del mismísimo Voldemort, observaba a Harry con un hambre de poder que era palpable incluso a la distancia.

Harry: no te vas a salir con la tuya...  -Murmuró Harry, con un hilo de voz.

Voldemort tumro: oh, pero ya lo hemos hecho, Potter -Respondió esa voz fría, un susurro que parecía llenar cada rincón de la sala- La piedra está cerca, y tú estás a punto de perderlo todo.

El dolor en los ojos de Harry era real. Pero no era el único que estaba ahí. Yo también tenía un papel que jugar.

Zhang: (Es ahora o nunca) -Pensé. Alcé mi varita, cargándola con energía mágica. La electricidad morada chisporroteó en la punta, iluminando por un segundo mi escondite.

Zhang: bueno, ya qué... hora de intervenir.

Zhang: ¡Fulmen Electrica!

Otro hechizo hecho por mí, salió disparado como un rayo, alcanzando a Quirrell de lleno en el pecho. El impacto lo lanzó hacia atrás, y su cuerpo tembló mientras la descarga lo atravesaba. Voldemort rugió de furia, una mezcla de frustración y sorpresa.

Quirrel: ¿Quién osa interrumpir? -Gruñó con una voz que me erizó la piel.

Salí de las sombras, caminando con calma pero con mi varita aún chisporroteando en mi mano. Mi gabardina iba acompañada del resto de oscuridad que tenía de color. Caí al frente de Harry mientras avanzaba.

Zhang: un simple espectador que decidió que ya era suficiente -Mis palabras resonaron en la sala, aunque mi mirada estaba fija en Harry, evaluando rápidamente su estado. Tenía que actuar rápido.

Voldemort me observó, su rostro deformado por una mueca de desprecio.

Voldemort tumor: ¿Crees que puedes detenerme? Eres un insecto comparado con mi poder.

Zhang: quizás, pero incluso los insectos pueden ser molestos si no se aplastan a tiempo -Le sonreí de lado.

Antes de que pudiera lanzar otro hechizo, sentí que el aire alrededor de mí se enfriaba. Las sombras en la sala comenzaron a retorcerse, formando figuras que parecían cobrar vida propia.

Voldemort tumor: veamos cuánto puedes soportar, entrometido -Decía mientras varias figuras deformadas pero similares a las del tablero de ajedrez, se abalanzaban hacia mí.

Zhang: ¡Sectum Tempestus! -Grité, liberando una onda de energía que cortó las sombras en pedazos antes de que me alcanzaran.

Sin embargo, Voldemort no se detuvo. Una ráfaga de energía oscura salió disparada hacia mí, obligándome a rodar hacia un lado para evitarla. El impacto destrozó una columna cercana, llenando la sala de escombros.

Zhang: (espero poder divertirme) Pensé, tratando de planear mi próximo movimiento.

Mi objetivo no era Voldemort. Era la piedra filosofal. Podía sentir su presencia, una energía latente en la sala que parecía llamar a cualquiera que la buscara. Obviamente estaba en el bolsillo de Potter, pero no la quería, no por el momento.

Zhang: ¡Protego!-Conjuré un escudo mágico alrededor de Harry, bloqueando un hechizo que Quirrell intentó lanzar mientras se tambaleaba al levantarse.

Zhang: Harry, aguanta un poco más, ¿vale? -Dije, sin apartar la vista de Voldemort tumor.

Harry: ¿Que, pero quién... eres? —preguntó Harry, su voz apenas un susurro.

Zhang: solo un pasajero en este desastre -Respondí sin darle tiempo para más preguntas.

Voldemort rugió, y su poder oscuro comenzó a llenar la sala. Era una fuerza abrumadora, pero no podía permitirme retroceder.

Lancé varias estalactitas hacia Quirrell, quien repelió con un hechizo que las volvía nieve, luego lancé un pico de la tierra que casi le da, logrando un poco herirle la pierna. El tipo gritó de dolor antes de volver a cargar con su varita.

Quirrell: ¡Te haré pagar por eso! -Dijo lanzando otro rayo desde su varita.

Lo repelí con mi magia y lo mandé a volar con mi telequinesis para chocarlo contra el muro, luego le lancé otro rayo eléctrico.

Voldemort tumor, por otro lado, era un problema mayor. Las figuras volvían a formarse, y esta vez eran más agresivas, más tangibles. Me envolví en un Protego Maxima, que me permitió mantenerlas a raya mientras buscaba un punto débil en la defensa de la sala.

En ese momento vi a Potter sacar la piedra, esta al ser un objeto capaz de transmutar materias, al quitarse con dolor las estacas y ponerla en su heridas, se curó, de manera lenta pero lo hacía, casi de la misma manera como en la película de Así En La Tierra Como El Infierno. Una muy recomendable por cierto.

Voldemort tumor se percató. Y con un grito de batalla, lancé un hechizo cargado con toda mi energía mágica, dispersando a las figuras del lugar, y caminara hacia Harry, estando ahí en mi papel de personaje fondo.

Zhang: ¡Por fin! -Exclamé al estar frente al espejo, listo para reclamar la piedra. La batalla aún no había terminado, pero ahora tenía una oportunidad. Una oportunidad para terminar con todo.

Harry: ¿Qué? tú, tú también la quieres??

Zhang: ¡Sí! Y al fin esa piedra es mía -Le respondí con una sonrisa maliciosa- Es un objeto muy valioso. Algo que puede servir bien a los magos sicarios.

Harry: ¿Magos... sicarios? -Repitió, confundido e intrigado, pero antes de que pudiera decir más, Quirrell se lanzó hacia él como un animal rabioso.

Quirell: ¡Dámela, Potter! -Rugió, su rostro y el de Voldemort deformados por la furia.

Zhang: ¡Protego! -Conjuré rápidamente, creando un escudo de energía que desvió el ataque de Quirrell. Me giré hacia él, mi varita brillando con electricidad y niebla en su punta.

Zhang: okey, pensé que serías algo divertido, siquiera un poco interesante, pero ya me estás cansando -Le dije con frialdad.

Música para el momento.

https://youtu.be/0kop2M-jpY4

Respiré profundo, entrando en la postura de combate que había perfeccionado durante años. La Niebla, un arte que combinaba concentración, velocidad y letalidad.

Zhang: Primera Postura: Cielo colgante, Neblina distante...

En un movimiento fluido, desenvainé mi cuchilla, liberando un corte, que cortó a través del brazo de Quirrell como si fuera papel. Su grito llenó la sala, mientras la extremidad caía al suelo con un ruido sordo.

Voldemort tumor: ¡No te atrevas! -Gritó desde la parte trasera de la cabeza de Quirrell.

Zhang: ¿Aún no lo entiendes? Podrá tu nombre ser innombrable, pero para mí nadie te tiene miedo, Voldemort -Sonreí mientras ajustaba mi postura.

Zhang: Cuarta Postura: Corte de advección.

Moví mi cuchilla en un arco amplio, generando una niebla oscura que envolvió a las figuras restantes, cortándolas con cortes precisos. La sala quedó limpia de su presencia, dejando solo a Quirrell, Voldemort, Harry y a mí.

Quirrell intentó levantarse, su brazo faltante goteando sangre negra que parecía hervir. Voldemort rugió, liberando una ráfaga de energía oscura hacia mí, pero ya había iniciado mi siguiente movimiento.

Zhang: Tercera Postura: Estocada a la Eternidad.

Con un giro, concentré toda mi energía eléctrica en la punta de mi cuchilla afilada, y la lancé hacia adelante. La niebla se solidificó en un filo mortal que atravesó el pecho de Quirrell. Su cuerpo tembló, y un alarido desgarrador escapó tanto de él como de Voldemort.

La tercera postura le di ese nombre porque primero, se diferenciaba mucho de la tercera, no le hacía mucho honor a su nombre, y segundo, le quedaba mejor.

Zhang: ahora, muere a manos del único chico que ya te derrotó una vez -Agarré a Quirrell, sosteniéndolo por el cuello, y lo arrastré hacia Harry.

Harry: ¡No! -Gritó Harry, tratando de retroceder, pero no tenía fuerzas.

Zhang: es tu destino, chico. Acaba con él de nuevo -Forcé el rostro de Quirrell hacia Harry, obligando a sus pieles a tocarse.

El efecto fue instantáneo. Quirrell gritó de agonía mientras su carne comenzaba a desmoronarse en polvo y cenizas. Voldemort intentó resistir, pero su conexión con el cuerpo no pudo soportar el golpe. Una explosión de magia oscura sacudió la sala, dejando un rastro de humo y silencio.

Cuando todo terminó, Harry estaba tirado en el suelo, jadeando, con la piedra aún en su mano. Me acerqué a él y lo miré con una mezcla de respeto y lástima.

Zhang: bien hecho, chico -Le dije- Pero aún queda mucho por aprender.

Levanté mi varita y estaba a punto de conjurar un hechizo para dejarlo inconsciente, pero a gran velocidad, evadí lo que casi fue un potente corte. Fue tanto, que destruyó dos pilares, creo que eso me hubiera matado, o herido severamente de gravedad si no lo esquivaba con tiempo.

???: ¡Genjutsu! -Gritó una voz firme y potente.

Antes de darme cuenta, Harry cayó al suelo, inconsciente, como si su mente hubiera sido apagada en un instante.

Zhang: Interesante... -Pensé, girándome con calma. Pero lo que vi me obligó a arquear una ceja.

Una figura cayó desde las sombras, aterrizando detrás de mí con la precisión de un depredador. Un joven de ojos rojos brillantes, destellando con la misma intensidad que la ráfaga eléctrica que cargaba en su mano. Esa energía chisporroteaba como una amenaza viva, y su expresión era la de alguien que sabía que dominaba el campo de batalla.

Solo me reí bajo, girando lentamente mi cuchilla mientras lo miraba.

Zhang: Manuel... Manuel Black. No cabe duda.

Él frunció el ceño, su electricidad intensificándose.

Manuel: Exacto. ¿Cómo carajos sabes de mí? -Sonreí, girando mi cuchilla con calma, listo para el combate.

Zhang: no es necesario que te lo explique. Tú mismo lo puedes deducir. Pero hay algo que debes saber... -Mi voz se tornó más grave, casi como una advertencia- No dejaré que vuelvas a hacer daño a uno de mis agentes, ni a ninguno de mis mejores magos sicarios.

Mi última palabra apenas había salido de mi boca cuando Manuel cargó hacia mí. El aire crepitó con su Chidori, una manifestación pura de su intención asesina.

Manuel: maldigo que haya estado esa prueba de las pócimas, por miedo a que Harry o la cerebrito se equivoquen me adelanté, devolviéndome para el inicio, no para las afueras del castillo, era mi misión matar a ese bastardo ¡Yo debía matarlos! Créeme, tú y Briana no saben nada de mí, por lo que he pasado y vivido para llegar aquí.

Zhang: al parecer sabes mucho de esto.

Manuel: obvio, y creo que tú igual... Mago sicario, Zhang... Killing -Respondió con una sonrisa mientras el chidori seguía brillando en su mano izquierda- Te voy a acabar, y va a ser una pena para los tuyos.

-

Sin la armadura, por ahora.

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Con eso dicho, me lanzó su ataque, pero yo ya me había movido.
Manuel era rápido, eso no podía negarlo. Pero no más rápido que alguien entrenado en las Posturas de la Niebla. Su Chidori pasó a centímetros de mi pecho, lo suficiente para que sintiera el calor y el zumbido en mi oído.

Zhang: eso fue un buen intento -Le dije con una sonrisa mientras aterrizaba detrás de él.

Manuel giró sobre sus talones con una velocidad impresionante, sus ojos rojos brillando más intensamente.

Manuel ¿Quién diablos eres, viejo? -Gruñó, apuntándome con su electricidad- (Tú, y lo que dices no es parte de la historia).

Se dijo al final en su mente, confundido por lo que veía y enfrentaba, ante eso solo respondí. Esquivando ahora sus ataques del Chidori convertidos en una espada. La cual logró destruirme uno de mis rifles.

Zhang: ¿Viejo? -Reí, casi ofendido- Vamos, no soy mayor, tengo aspecto de 20 pero te juro que tengo 15. Aunque reconozco que este juego me hace sentir rejuvenecido.

Antes de que pudiera continuar, cargó hacia mí otra vez. Su velocidad era impresionante, pero no tanto como su intensidad. Cada golpe de su ráfaga eléctrica hacía eco en la sala, iluminándola con destellos breves pero violentos.

Manuel: ¡No lo entiendo! ¿Quiénes son ustedes? Jamás había escuchado de esos magos sicarios, pensé que no serían la gran cosa, pero veo que me equivoqué... Aún así ustedes.

Zhang: no somos parte de esto? ¿Verdad? -Le dije con una sonrisa esquivando ahora un ataque de su varita- Lo sé, y yo también sé que tú tampoco.

Sabía que no podía subestimarlo. Aunque era joven, el chico tenía el control de un poder inmenso, y sus movimientos eran calculados, no simplemente impulsivos. Más fue cuando lo vi utilizar sus ojos que se tornaron de color rojo con unos símbolos extraños que reconocí al instante.

Zhang: no me jodas, eso es... Un mangekyou Sharingan ¡Carajo! Quinta Postura: ¡Mar de neblina! -Dije con fuerza mientras me deslizaba a un lado, evitando otro de sus ataques y lanzando un potente mar de cortes hacia él.

Manuel contrarrestó mi ataque con su chidori, logrando cortar y destruir por completo mi cuchilla, cosa que me impactó.

Manuel: ¿Eso es todo lo que tienes? -Se burló- Ni he usado mi máximo potencial ¡Justu bola de fuego!

Gritó lanzando una potente bola de fuego que destruyó varios pilares, con las justas salvé a Harry antes de que los escombros le cayeran encima, y aún así ese estúpido espejo seguía de pie.

Zhang: al parecer te estoy medio subestimando... -Dije, para reparar mi cuchilla con el reparolus potenciado por mi energía, volviendo a crecer y la blandí con electricidad.

Los ojos de Manuel brillaron nuevamente, y de repente, la sala cambió.  Transformándose en agua negra, y las paredes parecían cerrarse sobre mí. Era un genjutsu.

Zhang: Interesante... así que también juegas con ilusiones.

Cerré los ojos un instante, sintiendo la niebla a mi alrededor. Temía a que me atrapara como lo hizo Itachi con Kakashi en su primer combate, por lo que haría lo posible mientras me pueda mover.

Zhang: lo admito, esto es bueno. Pero déjame mostrarte cómo juega un verdadero mago sicario.

Con un giro de mi varita, convoqué una niebla densa, para después lastimarme el pie con mu cuchilla, clavándolo duro en mi bota derecha, con el dolor suficiente puedes salir del genjutsu, así evité la ilusión por completo y ahora la niebla era la que imponía alrededor de la sala original. Manuel pareció sorprendido.

Manuel ¿Cómo...?

Zhang: siempre recuerda, chico. La niebla puede ocultar muchas cosas... incluso la verdad misma -Le dije mi frase de fondo, tenía muchas más improvisadas, pero solo eso se me ocurrió.

Lo ataqué con la sexta postura, rápido y preciso, pero la logró esquivar, aunque no sin esfuerzo.

Ambos estábamos igualados, o eso creía en un inicio. La tensión en el aire se intensificaba con cada segundo. Pero algo me decía que este encuentro no terminaría aquí, al menos no todavía.

La pelea se había intensificado, cada intercambio de magia, cada rayo de electricidad y energía, parecía marcar el ritmo frenético de la batalla. 

La sala estaba iluminada por los destellos de nuestros ataques, y el aire estaba cargado de tensión. Sin embargo, el chico frente a mí no era cualquier oponente. Lo sabía desde que el brillo de sus ojos rojos me lo había dicho todo. Ahora, se notaba aún más.

Con un suspiro, Manuel cerró los ojos y en un destello, el Mangekyō Sharingan volvió a aparecer en su mirada, tan intenso y aterrador como lo había anticipado. Mis pensamientos hicieron clic, como si finalmente todo encajara en su lugar.

Zhang: así que eres uno de ellos... -Dije en voz baja, observando con atención su cambio.

Manuel sonrió, un gesto frío y calculado, pero que traía consigo una chispa de comprensión.

Manuel: ¿Lo sabías? -Preguntó, su tono lleno de interés- Pensé que era el único. Nadie más podría haber reencarnado en este mundo, ¿verdad?

¡Bingo!

Las piezas del rompecabezas caían en su lugar. Las habilidades del Chidori, sus ojos, su poder, todo encajaba perfectamente. Era como un Uchiha, y sin duda, reencarnado.

Yo asentí lentamente, mis ojos fijándose en los suyos, sin titubear.

Zhang: No, no eres el único -Mi voz era grave, como si estuviera aceptando una verdad pesada, pero clara- También reencarné.

Manuel se quedó parado, por un momento, aparentemente sorprendido. Sus ojos Sharingan se apagaron un instante, antes de que volviera a mirarme con la misma intensidad.

Manuel: ¿Reencarnaste? ¿Tú también? ¿En este mundo? -Su tono era uno de incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

Suspiré, sin apartar la vista de él, mientras tomaba aire. La pelea había quedado suspendida, por un instante. Ninguno de los dos parecía querer continuar en ese momento.

Zhang: sí -Mi respuesta fue corta, pero directa. 

Las palabras parecían cargar un peso invisible, pero ambos sabíamos lo que significaba.

El ambiente se había calmado, como si las tensiones de la pelea se hubieran disipado al mismo tiempo que nuestra conversación. Manuel y yo, dos almas reencarnadas, nos encontrábamos aquí, en este mundo que no nos pertenecía, pero al que ahora estábamos ligados.

Manuel: ¿Cómo moriste? -Preguntó Manuel, sus ojos se entrecerraron, un atisbo de curiosidad brillando en su mirada- Mi forma de morir, fue loca como un poco fuerte.

Zhang: la mía fue una muerte rápida -Reconocí, recordando lo que había ocurrido en mi vida pasada- Estaba luchando en una guerra, rodeado de enemigos, una explosión, y de alguna manera, terminé aquí, en este mundo de magia. No sé cómo exactamente, pero aquí estoy.

Manuel guardó silencio, procesando mi relato. Y, medio se rió de molestia por la respuesta.

Manuel: algo me dice que mientes -Respondió volviendo a cargar una espada de Chidori enorme- Di la verdad o el combate será más rápido de lo que piensas, y no en el buen sentido.

Zhang: está bien, okey tranquilo -Bajó su espada pero no la desvaneció- Yo, morí de una manera rápida, eso sí es verdad... Pero, no de la manera más macha posible, literalmente morí ahogado, por comer a toda madre una salchipapa.

Eso lo hizo quedarse sorprendido, a un punto de casi reírse.

Zhang: ¡Sí morí por eso! ¿okey? Me hice el que estaba haciendo carreritas, estaba solo en ese entonces, boludeando como siempre, fue ahí cuando me atraganté, y no tuve nadie que me salve, muriendo en una muerte solitaria...

Manuel se cagó de risas por como morí realmente.

Zhang: sí, anda búrlate nomás, la tuya tampoco creo que sea la gran cosa -Dije entre cruzando los brazos.

Manuel: bueno, la mía fue... Un poco rara y muy fea, te hablo enserio -Dijo limpiándose la lágrima que tenía por la risa que se pegó- Era una noche tranquila, dormía plácidamente, pero ahí va la cosa...

Zhang: tú mamá vio que eras un error y te puso la almohada en la cara no?

Manuel: sí jeje ¿¿¡Espera, qué!??

Zhang: nada, nada, continua -Le respondí un poco nervioso.

Manuel: bueno, reportaron que sería lluvia de meteoritos por ahí, y una de esas pendejadas se desvió de su trayectoria, cayendo directo a mi casa, estrellándose con brutalidad, calcinando todo y no quedara rastro alguno de mí, o de mi hogar, para suerte de mi familia, ellos salieron de viaje, solo yo quise quedarme en casa esa vez porque quería descansar de los tantos viajes familiares que se pegan.

Zhang: vaya, esa sí es una historia de muerte brutal -Reí, aunque mi risa no era alegre. Había algo en sus palabras que resonaba profundamente dentro de mí.

Zhang: ambos llegamos aquí, no por voluntad propia, sino porque el destino nos arrastró... Los dioses nos lo permitieron así.

Manuel asintió, su rostro oscuro por la comprensión. Sabía que la guerra, la traición, la muerte, eran solo la mitad de lo que habíamos vivido antes. Lo que ahora compartíamos era algo mucho más complejo. Un destino sellado.

Manuel: elegí este mundo porque me parecía buena opción...

Zhang: en cambio a mí no me dejaron escoger, apenas morí desperté saliendo del vientre de una hermosa mujer, por eso esta hermosa cara -Reí, y él también lo hizo un poco.

Manuel observó el suelo un momento, y luego levantó la vista, como si una idea hubiera cobrado vida en su mente.

Manuel: Entonces, ¿lo que estamos haciendo aquí no es solo por nuestra conveniencia, para ver como avanzamos y cambiamos la historia? -Preguntó, su voz más calmada, aunque todavía cargada con el peso de nuestras revelaciones- ¿Estamos destinados a hacer algo grande en este mundo?

Lo pensé por un segundo. Estaba claro que el destino nos había traído aquí por una razón. Había algo más grande en juego, algo que aún no entendíamos por completo. Y nosotros, los dos reencarnados, debíamos descubrirlo.

Zhang: quizá lo sepamos pronto -Dije finalmente, asintiendo hacia él.

En ese momento, ambos nos miramos, como si compartiéramos el peso de un destino común.

Zhang: no importa lo que venga, Manuel. Pero no quiero volver a pelear contigo. No ahora -Le dije, haciendo un gesto hacia la piedra filosofal que ambos habíamos buscado, pero que parecía irrelevante ahora.

Él asintió, comprendiendo.

Manuel: no te preocupes, Zhang. La pelea no ha terminado. Pero no será hoy -Sonrió ligeramente, con una mirada de respeto.

Con un último vistazo, la batalla quedó suspendida. Nadie más, por ahora, intervendría.

Finalmente, llegué con Freya y Briana, quienes se sorprendieron al verme en un aspecto bien sucio y salido de una feroz batalla.

Briana: ¡Zhang!

Freya: ¡Por Merlín! ¿Qué carajos té pasó?

Zhang: larga historia, pero en pocas palabras, Briana... -Ella me miraba con una mirada de intriga por la respuesta que dijera- Manuel no te molestará más, y no será un problema, lo puse en su lugar.

Eso le devolvió una enorme sonrisa como alegría, sin dudarlo corrió y me abrazó con fuerza, Freya me felicitó, pero sin dudarlo, con mi telequinesis la uní al abrazo, ella casi pregunta el por qué, hasta que le señalé a Briana, quien estaba llorando de felicidad.

Lloraba porque al fin se acabó, lloraba porque cumplimos con nuestra palabra, lloraba por saber que no necesitaba estar en Hogwarts para estar con las personas que más quería y necesitaba.


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Bueno gente, hasta aquí el cap de hoy, les quiero agradecer por como va la historia, y también espero y les haya gustado esta increíble y gran sorpresa respecto al personaje de Manuel.

Sí, es un Oc de parte del autor:  @ManuelSparda9696

Me gustó mucho su historia y decidí incluirlo a la mía, van a haber buenas interacciones como eventos en los que él y Zhang estarán presentes, aclaro que sí, no hablé con el autor para negociar los debidos permisos. Pero les quiero decir que hice de todo para contactarlo y poder hablar con él en privado.

Pero no tuve éxito alguno, y viendo que ni responde por la pestaña conversaciones, tampoco es opción, por eso, sí esto llega a oídos o el mismo autor llega a leerlo, le pido mis sinceras disculpas por hacer esto 🙏🏻.

De verdad no me gustaría hacerlo sentir mal, así que respetaré los poderes como cosas de su personaje, y en el siguiente cap se justificará por qué aquí en su pelea con Zhang se contuvo. Espero lo entienda, lo que menos me gusta es arruinar los personajes de otros autores una vez tengo el permiso. (Pero aquí ni lo tengo) Y sí me pide que borre o quite a Manuel de esta historia, pues con gusto lo haré y se borrarán los diálogos como escenas de él, sin más que decir. Esto sí usted exige y pide.

Sin más que decir, disculparán las faltas de ortografía, pronto las corregiré, y bueno, nos estamos viendo pronto en el siguiente cap. Bye Bye...

Próximo capítulo: Un joven mago poderoso.



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