La Fiesta
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Swann se encontraba parado enfrente de su espejo de cuerpo completo ubicado en la pared de un color grisáceo con pequeños diseños de copos de nieve como detalle que hacía menos opaco y vacío aquella habitación, el suelo con un papel tapiz con diseño de madera en dónde una alfombra afelpada estaba ubicada de su lado de su cama de doble plaza.
── Oh allez, tu peux... Es solo una fiesta, será divertido... Aunque el matrimonio Delacroix sea una de las familias más poderosas de toda Francia.── Suspiró pesadamente frotando su rostro de forma felina haciendo una pequeña mueca.
Ya había asistido a millones de eventos, había convivido con muchas personas dentro del cine, había convivido con fans de todas las edades sacándose fotos con ellos, dando autógrafos o alguna persona que quería abrazarlo, recibir tanto cariño de muchas personas por su gran papel que llevó a todo el grupo de "Anatomía de una caída" a los Oscar. Había alcanzado sus sueños, desde que era un niño de seis años que comenzó en el ámbito cinematográfico había soñado en grande y supo escalar de a poco hasta llegar a lo que era hoy en día.
Soltó un último suspiro colocándose aquel el antifaz negro elegante que era una pieza de enigmática sofisticación, confeccionado con una suave tela satinada, se ajustaba delicadamente al contorno de sus ojos claros y la nariz, creando una silueta misteriosa y seductora, sus bordes están finamente ribeteados con un hilo de seda, acentuando su forma y añadiendo un toque de lujo discreto, su aspecto felino le daba un toque mucho más misterioso y atrayente a toda persona que le viera.
Tomó las cuerdas de seda que ayudaría a mantener aquél accesorio en su lugar de forma cómoda y segura, el más mínimo tacto con ese material era tan delgado y suave.
Tras colocarse un poco de su colonia en sus muñecas para luego frotarlas contra su cuello seguido de acercar su nariz a esa zona de sus extremidades superiores e inhaló suavemente sonriendo ampliamente, era un olor embriagante y sumamente delicioso, en ello dió una media vuelta sobre sus propios pies enfrente del espejo y se sonrió a si mismo en el reflejo, era la mejor forma de llenarse de valor y sentirse preparado para aquella misteriosa fiesta.
── Oh Seigneur! Luce muy bien ésta noche, no sabía que era una mascarada y creo que a Pasteur le gusta como se ve también.── Comentó la mujer viendo cómo el perro movía la cola muy contento de ver a su dueño y se acercó para olfatearlo.
── S'il vous plait, no exagere tanto por favor, solamente es una fiesta... Aparentemente ahora que soy mundialmente conocido todos quieren hablarme... Pero creo que voy a poder comer y con el antifaz será difícil que sepan que soy yo ¿No?.── Le preguntó a la femenina mientras se agachaba para poder acariciar a su perro.
── Yo creo que será bueno para usted socializar un poco más... Aunque a nadie le genera confianza aquel matrimonio... Hay rumores muy extravagantes.── Comentó con cierto tono de cortesía respecto a los Delacroix.
── Si, tiene razón... No gozan de la mejor reputación y menos con el incidente en dónde su esposo la humilló ante todos al enterarse qué jamás podrían tener una familia propia. ── Le dió la razón a la mujer volviendo a erguir su cuerpo. ── Deberé irme, no deseo llegar tarde y dar una mala impresión, nos vemos mañana y cualquier cosa tiene mi número telefónico, À demain. ── Se despidió de la mujer con un beso en cada mejilla.
Al salir de su hogar tras despedirse de su perro el cuál le ladraba y movía la cola de forma animada hasta que cerró la puerta y subió a su motocicleta, se puso su casco de seguridad y condujo por las calles evadiendo el tráfico lo más que pudo y que no estuviera tan poblado, no deseaba tampoco llamar la atención de la prensa.
Cuando llegó al castillo y tras quitarse su casco en donde pasó su mano por su cabello platinado y enseguida sus ojos azules miraron aquella enorme infraestructura en dónde quedó impresionado por su magnificencia. Las altas torres se alzaban contra el cielo estrellado y las luces titilantes de las antorchas iluminaban el camino hacia la entrada principal en dónde dos caballeros con traje aguardaban la llegada de los invitados.
Con un latido acelerado del corazón, el francés se ajustó su antifaz cuidadosamente ya que se había desarreglado por el casco y tras aquello se adentró en el salón de baile tras haber presentado su invitación a dos hombres de esmoquin en la puerta en dónde vió a muchas personas, muchas mujeres con hermosos vestidos de todos los colores, tan elegantes y hermosas usando un antifaz a juego con su vestimenta en cambio los hombres tenían puesto trajes casuales ya que sus vestimentas no variaban mucho por ende sus antifaces eran negros o blancos con pequeños detalles que los podría diferenciar pero el punto de usar aquellos accesorios era que sus identidades no fueran descubiertas.
Se encaminó entre la gente saludando con palabras cordiales o movimientos de cabeza mientras que por su cuenta estaba buscando a los organizadores de dicho evento para poder cruzar palabras solamente de agradecimiento pero el revelar su identidad haría que toda la gracia de la fiesta se echara a perder.
── Oh merci beaucoup vous êtes très gentil. ── Agradeció Swann con una leve sonrisa junto a una reverencia mientras iba en busca de una copa de alcohol.
Entre cordialidades y gente que lo lograba identificar gracias a los medios que publicaban fotos tuyas y eso lo hacía sumamente fácil de reconocer pero le gustaba jugar a ser el misterioso implantado la duda en todos y más en las mujeres las cuales parecían totalmente atraídas por un hombre misterioso. Él siguió con su camino buscando con su azulada mirada aquel matrimonio.
¿Qué podría haber motivado a esta mujer tan enigmática a invitarlo personalmente a su fiesta?
Entre tanta búsqueda y personas que se acercaban para hablarle y todo aquel lugar estaba lleno de bullicio logró ver entre tantas personas una mujer que claramente resaltaba, se sintió atraído por su presencia y sus ojos azules brillaron.
Llevaba una máscara de encaje negro que enmarcaba perfectamente sus ojos brillantes y su cabello rubio. Su vestido largo de seda negra se movía con gracia al ritmo de la música y el hombre se vió inexplicablemente atraído por su presencia aún más, debía ser ella, debía ser Emma Delacroix.
Cuando aquella hermosa mujer se acercó a él en dónde su rubio dorado resaltaba por el color negro de sus prendas, sus ojos azules detrás del antifaz y su labial rojo en sus hermosos labios, era una hermosa mujer y el señor Delacroix tenía una suerte envidiable de tenerla como su esposa.
── Swann Arlaud ¿Verdad?. ── Dijo ella con una sonrisa amable señalando al hombre con su mano. ── Soy Emma Delacroix, bienvenido a mi humilde morada y espero que mi invitación no haya sido desafortunada, seguramente debe recibir millones de éstas invitaciones... Pero cuando vimos su última película... Mi esposo y yo quedamos totalmente impresionados.──
Swann asintió levemente cuando la femenina preguntó por si ese era su nombre y ante sus palabras se quedó momentáneamente sin palabras ante la revelación, presentía que era ella pero no sabía que aquella mujer era mucho más hermosa en persona que en los medios o las fotos, ella era más cautivadora de lo que había imaginado y la conexión entre ellos era innegable.
── Monsieur Arlaud, es un placer conocerle. ── Continuó Emma. ──Espero que disfrute de la fiesta y que encuentre lo que busca aquí. ──
Con esas palabras enigmáticas, Emma se alejó dejando a Swann intrigado y con más preguntas que respuestas, entendía que la invitación era por su reciente fama mundial pero algo raro presentía, todas esas personas de etiqueta y el hecho de que haya revelado su identidad como si no fuera una mascarada le hizo sospechar seguido de ver lo inquieta que se encontraba, jugaba con sus manos y miraba a los lados como queriendo asegurarse de que nadie la seguía... Pero ¿Quién la buscaría? La única persona que la conocía y sabía cómo iba vestida era su esposo.
── Quel non-sens... Debería dejar de leer Sherlock Holmes. ── Negó soltando una pequeña risita en donde volvió a la fiesta queriendo olvidarse de ello.
Entre más charlas tenía con las personas podía ir tratando de deducir quienes eran cada una de ellas pero eso era lo entretenido, el dejarse llevar por la personalidad de cada uno y no por el físico o estatus social, le veía lo entretenido, chistes de mal gusto o que lo compararan con algún gato, sin duda la gente tenía un leve presentimiento de quién era pero no podían confirmarlo en lo absoluto por ende deseaba poder coquetear, su comportamiento felino y audaz era capaz de seducir a cualquier mujer si así lo deseaba, divertirse no estaba mal, al final era una fiesta y ponerse como un Sherlock Holmes francés arruinaría todo, debía relajarse y es que realmente debía tomarse un descanso de la actuación y no dejarse llevar por sus roles que asumía en aquellas cintas.
── Oh, tu es un charme, me siento sumamente halagado, hemos tenido conferencias internacionales alrededor del mundo, todos adoran el nuevo libro, es increíble. ── Habló un hombre con un tono de voz grave siendo rodeado por un montón de mujeres y algún hombre que era pareja de alguna femenina.
── Oh M. Leclerc, su trabajo es extraordinario, hemos leído sus obras y la verdad es que su forma escritura es tan hipnotizante te hace sentir dentro de la narración y el final casi siempre nos toma por sorpresa. ── Comentó una mujer de antifaz rojo que hacía juego con su sensual vestido rojo largo, ajustado y escotado.
── No es nada, pero pensé que pasaría más desapercibido por aquí, creo que mi lunar me hace sumamente identificable... ── Suspiró el hombre pasando su mano por su mentón con rastros de vello facial.
Se armó un enorme bullicio en esa ronda de gente que llenaba de preguntas aquel escritor famoso y aquello llegó a los oídos de Swann el cuál estaba hablando animadamente con una mujer la cual estaba totalmente encantada con él pero aquella charla le llamó la atención y tras besar las manos de la femenina cómo todo caballero francés le dijo que la llamaría y que fue un placer hablar con ella para luego dirigirse a ese cúmulo de personas pero no lo dejaban pasar.
── Désolé pour la gêne occasionnée ¿Quién es el caballero con el que todos hablan de forma tan amistosa?. ── Preguntó a un hombre que estaba a su lado y parecía asqueado.
── Es el famoso mujeriego y escritor Máxime Leclerc, su último libro es de reseña internacional y de ahí parecen lloverle las mujeres. ── Gruñó aquel sujeto pelirrojo que tenía un antifaz de zorro. ── Hay rumores... Pero es todo un cretino de primera categoría. ──
Swann alzó una de sus cejas al escuchar aquel hombre hablar así de aquel escritor, había cierta envidia por el otro al ser el "boom" del momento y era normal, pero se notaba que no era de su agrado y si él no fuera un hombre respetuoso estaría igual de celoso de que un hombre tuviera la atención de todas las mujeres.
── Si el señor Delacroix se llega a enterar no querrá que se acerque a su radiante esposa, lo mataría. ── Bufó molesto antes de perderse entre la multitud.
Aquellas palabras lo dejaron pensando un poco respecto a todo eso, eran posibilidades tan remotas, pero claramente un hombre acaparando la atención y rodeado de muchas mujeres pondría de mal humor a cualquier hombre y se notaba que ellas parecían estar locas por él ya que ni lo dejaban pasar para integrarse y conocer mejor aquel intrigante escritor reconocido, debía ser todo un romeo sin duda alguna.
"Buenas noches damas y caballeros, sean bienvenidos a nuestra humilde morada, espero que estén disfrutando de la fiesta, la bebida y la comida. Aquí yo, el señor Delacroix y mi hermosa esposa Emma Delacroix estamos tan felices de tenerles aquí, la temática de las máscaras es para que todos se conozcan sin fijarse en el rango social o el impacto que tienen en la escena internacional. El evento se va a extender por toda la noche en dónde tendremos la pista de baile siempre abierta, disfruten y gocen de ésta velada en dónde se podrán conocer y las cosas podrían ponerse... Interesantes"
Cuando se escucho la voz del señor Delacroix todos ahí fijaron sus ojos en su enorme figura, era un hombre muy alto, fornido, ojos verdes como las hojas del bosque frondoso, su cabellera oscura como el carbón, hombros anchos y mandíbula marcada, parecía ser un hombre muy seguro de si mismo detrás de aquel antifaz y tomaba a su esposa por su cintura con recelo pero ella parecía totalmente desentendida, la forma en la cual no miraba a su esposo, miraba a otro lado ya que estaban en un balcón alto, como si ellos fueran de la realeza y sus invitados simples siervos.
Pero Swann, él veía que la mujer no dejaba de mirar entre todas las personas y la forma en la cual lo hizo le dió el presentimiento de que buscaba a alguien, podría ser una amiga o un amigo, no podría haber nada malo.
── Ce n’est qu’une fête, calmez-vous. ──
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