Ultraviolence
Advertencias: (Sukuna es su propia advertencia en este fic). Comportamiento violento.
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Hina perdió la cuenta de cuántas horas habían pasado, Sukuna caminó hasta que el sol se puso, y solo lo hizo porque la muchacha necesitaba dormir.
—Haré una fogata, incluso si nos siguen no creo que sean un problema —comentó el mayor. Fué a buscar unos leños secos y prendió con facilidad una fogata cerca de Hina.
Los árboles cubrían sus cuerpos, hacía mucho frío, y mientras la mujer trataba de no quejarse por la temperatura, él no parecía incómodo. La castaña se acercó a Ryomen y puso su mano sobre su hombro—. Estás muy frío…
El de cabellos rosados la acercó bruscamente a su pecho, sus manos se aferraron con tanta fuerza que dejó moretones—. Eres tan frágil que podrías morir de hipotermia —su tono cruel en realidad no era venenoso—. Entrarás en calor, duerme.
La castaña todavía cubierta de sangre se acurrucó insegura, pues sabía que el hombre se burlaría de alguna y otra forma. Los sonidos de algunos insectos y uno que otro animal la mantenían adormilada pero sin caer en el sueño—. El mundo es muy cruel.
—Hay dos grandes placeres en el mundo: matar a alguien que quiere hacerte daño, y saber que nadie puede hacerte daño porque eres fuerte —dijo el de tatuajes.
—No quería matarlo…creí que si se lo pedía muchas veces él se detendría, pero no hizo. Cuando le clavé el broche, sentí que yo misma era apuñalada —pequeñas lágrimas cayeron por sus mejillas, y en respuesta Sukuna la apretó más fuerte—. No merezco vivir.
—Él iba a violarte, y cuando terminará, iba a hacerlo otra vez, seguramente volvería al día siguiente y lo haría otra vez —sus grandes manos apretaron su cintura—. El mundo es cruel, sí, pero ¿No es eso el significado de las almas?
Hina negó frustrada frotándose contra su hombro—. No, no…no quiero vivir en un lugar así. Creía que el templo era seguro, y él iba a forzarme ahí —la joven se quedó quieta—. De no ser por tí, yo habría aceptado…
El de ojos rubí movió ligeramente la cabeza para oírla mejor—. Lo sé…seguramente te habrías sentido obligada.
—Me doy asco —gimió la menor, terriblemente avergonzada.
—Sí, matar da asco hasta que le ves el lado bueno, es un gusto adquirido —sus grandes manos acunaron sus mejillas lentamente—. Pero no hay un gramo de maldad en tí, lo sé porque yo soy malvado.
La de ojos verdes sintió como sus labios temblaban, sus mejillas ahora se sentían cálidas en aquellas manos tan frías—. ¿No te sientes mal por ser así?
—He estado peor —la risa ronca hizo que aquellos pequeños insectos y animales de los alrededores cesarán el ruido—. Estuve peor cuando nací maldito, y por eso era odiado, mi madre me maldijo, y yo le regresé el favor.
Las delicadas manos de Hina, todavía salpicadas de sangre seca acariciaron su nuca y negó—. No estás maldito.
—Todos los hechiceros están malditos, especialmente yo —sonrió mostrando sus caninos afilados. “Tú eres venerada” pensó—. Durante años he sido maldecido y he maldecido a otros.
La femenina bajó la mirada—. ¿Hiciste algo que dañó a otros?
—Hice algo terrible, asesiné a muchas personas solo para probar mis técnicas, utilicé pieles humanas para escribir rituales de los clanes en sus páginas, solo para maldecirlos —su voz ronca no tenía emociones, ni siquiera burla—. Lo hice porque todos son débiles e insignificantes.
Aquellos ojos verdes se llenaron de lágrimas no derramadas, pero no se alejó ni corrió asustada; sus dedos apretaron los anchos hombros y suspiró—. Siento tanta pena por tí.
El mayor no dijo nada por un rato, solo escuchando la respiración agitada de Hina—. Me comí a mi hermano en el útero, él era débil. Desde ese momento estoy maldito…
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Hina despertó adolorida, pese a quedarse acostada sobre Sukuna, quien la envolvió fuertemente evitando que durmiera en el piso, todavía sentía sus músculos tensos.
El de cabellos rosados se estiró lentamente dándole la espalda—. Hay un río cerca —sin más indicaciones comenzó a caminar, y Hina lo siguió como un pequeño pato siguiendo a su madre. Al llegar a la orilla señaló el agua—. Entra, apestas como sacrificio para animales.
La jóven supo que se refería al olor metálico de la sangre seca en su piel y ropa—. No tengo nada má-
—Estamos solos, nadie te verá, yo mataré a cualquiera que esté cerca —él se sentó metiendo sus pies al agua—. Date prisa, o te abandonaré para que un oso te coma.
Las manos de la castaña desataron el hilo de su camisón pero no se lo quitó inmediatamente—. ¿Podrías darte la vuelta?
—Si te pido que te desnudes podría ser inocente, o extremadamente pervertido —comentó el mayor—. ¿Qué prefieres creer?
La muchacha temblorosa retiró su camisón y entró lo más rápido que pudo al agua fría, quejándose—. ¡Hace frío!
El de tatuajes removió sus ropa y entró detrás de ella—. Deberías limpiar mi kimono también, está sucio por tu culpa —incluso si la joven trató de alejarse, sus manos jugaron con los mechones mojados en sus hombros mientras ella frotaba la tela entre sus manos—. No tienes idea de lo delicada que eres para mí…violarte hasta que sangres, obligarte a darme cada pieza de tí, son cosas que pienso al verte.
Hina giró ligeramente la cabeza mirándolo con timidez, no con miedo—. Pero no lo has hecho.
Ryomen sostuvo su cuello haciéndola girar juntando sus frentes lentamente—. No me mires así, porque no podré detenerme —jadeó pesadamente—. No me detendría hasta que llores, e incluso si lo haces seguiría por horas…soy un maldito, pero no como el perro que quiso forzarte…no me orilles a ser como él.
La de ojos verdes sintió un hormigueo en sus labios y lentamente subió una de sus manos acariciando la suya—. No eres cómo tú piensas.
Sukuna gruñó, le tomó cada gramo de su autocontrol para no sacarla del agua y tirarla en el pasto—. Eres una desgraciada, lo haces a propósito —la soltó bruscamente y salió tomando su kimono olvidado en la orilla.
El demonio iba en contra de su naturaleza violenta, era desgarrador no seguir sus principios e instintos, pero su corazón pesaba al imaginar a esa joven siendo marchitada por él.
Era contradictorio como su cuerpo quería ultrajarla, reclamarla como suya, y como su alma trataba de mantenerla viva un día más.
Sukuna es el verdadero ultraviolence.
Creo que una prueba de amor genuino es ir en contra de tu naturaleza o principios solo para que lo que amas esté bien o feliz.
Sé que Sukuna es un culer0 de primera, pero me vuelvo loca cuando lo hago ser un mal nacido pero enamorado devotamente.
N.A: si alguien llegará a decirles cosas como las que dice Sukuna en este fanfic alejense (no debemos romantizar las conductas agresivas ni violentas).
-Honey
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