Capítulo O9

— Un Macchiato con canela, y un trozo de pastel de moras. —Dijo uno de los camareros. JeongGuk empezó a preparar la orden, y al tenerla lista lo dejó en una bandeja que fue tomada por el mismo camarero.

La cafetería estaba llena por alguna extraña razón, cada que se iba un cliente entraba otro. Los camareros se movían de un lado a otro, y los baristas preparan los cafés con algunos diseños de hojas o flores. Estaba tan lleno que incluso les faltaba personal, así que YoonGi, JeongGuk y HoSeok estaban ayudando en la entrega.

HoSeok miró a la puerta principal al escuchar la campanilla, abrió los ojos como platos al ver una señora junto con un hombre, siendo la viva imagen de su amigo, era la madre de JeongGuk junto con su hermano mayor.

De inmediato miró a JeongGuk, el pelinegro estaba preparando otro pedido, terminándolo. Pasó su mirada a YoonGi, el cual ya se había dado cuenta de los conocidos clientes que recién llegaban.

YoonGi se acercó a HoSeok nervioso.— ¿Qué hacemos? —HoSeok antes de responder, un nuevo pedido que se le estaba anunciando a JeongGuk llegó a sus oídos. Ambos miraron al pelinegro, levantó la mirada y pudo ver a su madre en una de las mesas con su hermano mayor. No pudo evitar ponerse ansioso con solo ver a sus familiares.

Empezó a hacer el pedido, sabía bien los gustos de su madre y hermano mayor. La mayor pedía siempre un Café Amaretto, aunque siempre se quejaba de que le ponían mucha canela o muy poca, y siempre presumía que la única persona que lograba ponerle la cantidad perfecta de canela era su hija. Y claro, no podía faltar un trozo de pastel de frambuesas.

En cambio, su hermano mayor pedía un capuchino con poca canela, pero más chocolate por encima, al igual que el pastel de chocolate.

Terminó de preparar el pedido, y al ver que todos los meseros estaban dando otros platos, tomó una bandeja y dejó todo bien ordenado, encaminándose con bandeja en mano a la mesa donde estaba su madre y hermano mayor, aunque ellos no supieran que el era su hija y hermana menor.

— Aquí tienen su pedido, que lo disfruten. —Dijo amable, intentando evitar hacer contacto visual con los otros.

La señora Kim tomó un sorbo de su café, estaba perfecto. Miró al joven que le entregó su pedido y quedó perpleja, era estar viendo a su hija, pero siendo un chico, ¿eso era posible? Por otro lado, el otro chico estaba probando también su café, estaba tal cual como le gustaba, y solo una persona podía lograr ese punto.

— Gracias... —La señora empezó a buscar en alguna parte el nombre del joven para intentar agradecerle.

— JeongGuk, Jeon JeongGuk. —Completó. La mujer asintió dándole una sonrisa amable.

— Gracias, JeongGuk. —El mencionado asintió. Se alejó con la cabeza gacha, dejó la bandeja en su lugar y se quitó su delantal café. Se acercó al par que lo seguía viendo sin saber que decir.— Faltan los pedidos de la mesa siete y ocho, iré al almacén. —Caminó rápido hacia el almacén, cerrando la puerta detrás de sí.

— Iré a verlo, ¿puedes encargarte? —Dijo HoSeok, hoseok asintió y lo alentó con palmadas en la espalda a que vaya.

HoSeok abrió la puerta del almacén con lentitud, inseguro. Al abrirla por completo, vio a JeongGuk levantándose nervioso del suelo, limpiándose rápido las lagrimas e intentando disimular moviendo sus manos por las cajas donde estaban las bolsas con canela.

— E-Estaba apunto de llevar la canela. —Dijo entrecortado. HoSeok se acercó a JeongGuk, lo volteó haciendo que queden frente a frente, y sin decir nada lo abrazó. El pelinegro quedó perplejo, pero apenas volvió a la realidad se soltó a llorar aferrándose al cuerpo del otro. HoSeok le acariciaba delicadamente la espalda al mayor, dejando que se desahogue.

En todo lo que llevaban viviendo su segunda oportunidad, jamás había visto a JeongGuk tan mal, como si se estuviera destruyendo pedacito a pedacito. Siempre lo vio más fuerte, enfrentando su nueva realidad sin una lágrima en su rostro, pero ahora parecía como si todo lo que no lloró en este tiempo lo estuviera liberando por fin.

JeongGuk se calmó un poco, aún soltando sollozos. Se alejó de HoSeok, no demasiado ya que HoSeok aún podía tener cómodamente rodeado con sus brazos el cuerpo del pelinegro. — Lo siento, debería ser tu pilar, s-ser fuerte. —HoSeok negó. El mayor volvió a llorar, ahora sintiéndose culpable y débil. Esta vez el pelirubio acaricio con una de sus manos la espalda del otro, y con la sobrante acarició la parte de atrás de su cabello negro.

— No necesito que reprimas tus sentimientos por mí, así como tu me has apoyado este tiempo, yo también lo haré. —Y aunque no lo veía directamente, supo que asintió por el roce de la nariz de botón de JeongGuk en su cuello.— estamos en esto juntos, si necesitas un hombro donde apoyarte y llorar, bueno, tengo dos así que tienes para elegir. —JeongGuk rio bajo, miró a HoSeok enternecido mostrando su peculiar sonrisa.

— Gracias, HoSeokie.

Mirándolo bien se dio cuenta que el mayor siempre intentaba animarlo, y sin saber que probablemente por dentro JeongGuk estaba igual o peor que él. Aun así, se mantenía fuerte, siguiendo, aceptando lo que el destino les dio. No podían hacer algo para volver el tiempo atrás, ya no volverían a ser chicas, su vida había cambiado y eso, para bien o para mal, seguiría siendo así. Necesitaba de alguna forma agradecerle, y a veces las palabras no son suficientes, las acciones podían ser mucho más fuertes para demostrar como te sientes.

— Acepto. —Dijo seguro HoSeok. JeongGuk enarcó una ceja, confuso por las palabras del mayor. — Debemos superar nuestros miedos, ¿no? Así que quiero intentar volver a manejar. —El pelinegro no pudo reprimir su sonrisa. Se volvieron a abrazar, esta vez con una sonrisa en sus caras, sin rastro de tristeza que se asomara.

La puerta del almacén fue abierta, asomándose por esta YoonGi.— Lo siento por interrumpir, pero hay muchos pedidos y siento que explotaré en algún momento.

Ambos asintieron. Bueno, era hora de volver al trabajo. — ¿Ellos ya se fueron? —Preguntó JeongGuk un poco ansioso. YoonGi asintió.

— Sí, hace unos minutos. —Hizo una mueca apenada, no podía ni imaginarse por cómo deberían estar sintiéndose sus amigos.

— Vale, vamos. —Se encaminaron a la parte principal de la cafetería, empezando a preparar los pedidos que faltaban.

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