Relato 11: Mío Al Fin
Richard se encontraba en el centro de la habitación iluminada por velas que destellaban una luz tenue y parpadeante.
A su alrededor los muros estaban cubiertos de fotografías de él mismo, recortes de periódicos y cartas escritas con una caligrafía obsesiva y como la cereza del pastel en el centro, un altar improvisado se alzaba como un monumento a la obsesión de George.
George estaba de pie frente a su marioneta con una mirada de triunfo en sus ojos, había logrado lo impensable... Convertir a Richard en su marioneta, en alguien que aceptaba su destino junto a él.
──Ritchie mi amor.── Susurró George con voz suave pero cargada de posesión. ── Mira a tu alrededor, todo esto es por ti, por nuestro amor ¿No ves cómo estás destinado a estar conmigo?.──
El mencionado miró a su alrededor con la mirada, había caído ante la tentación de aquella droga, se dejaba inyectar o él mismo lo hacía cuando George lo castigaba y en base a eso aprendió a no desobedecer, si no lo hacía enojar le daría aquella ansiada droga en dónde ahora estaba bajo su influencia por completo pero aún así sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver la obsesión plasmada en las paredes de la habitación.
Sabía que George estaba enfermo, pero en su interior, una parte de él había comenzado a aceptar esta realidad distorsionada como la suya propia.
──George, lo entiendo ahora.── Murmuró el ojizarco con su voz temblando ligeramente. ──No hay escape de lo que siento por ti, eres mi todo.──
George sonrió con satisfacción y se acercó a su novio oficial y colocó una mano en su mejilla con ternura.
──Así es, mi amor, juntos seremos invencibles, ahora y por siempre.──
Ante ello cerró los ojos dejando que las palabras de George se filtraran en su mente. Había perdido la noción de la realidad, atrapado en una telaraña de obsesión y manipulación.
Pero en ese momento, en medio de las sombras de la habitación iluminada por velas, se sintió en paz, aunque fuera una paz distorsionada y enfermiza, era su realidad ahora.
── Te amo mucho George... Me quedaré aquí contigo.── Sonrió de forma débil yendo abrazar al otro por el cuello sintiendo aquellos posesivos brazos alrededor de su frágil cadera seguido de sentir aquellos ásperos labios contra los suyos.
── Te amo Ritchie, estamos bien ahora, seremos felices juntos.── Susurró sobre sus labios con una perversa sonrisa en medio de aquel tenebroso altar obsesivo.
La oscuridad los terminó de consumir al igual que su amor.
Richard se quedaría con él y el mundo exterior se iba a olvidar de él, nadie los encontraría jamás.
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