𝘾𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙚𝙞𝙜𝙝𝙩 ☆

Quiero avisar antes que nada que en este capítulo se va a tocar un tema bastante delicado como son los trastornos de la conducta alimenticia. Yo intento no profundizar demasiado en el tema, pero sigue siendo parte de la historia del personaje. Chicas recordad que NO ES NORMAL y que NO ESTÁ MAL PEDIR AYUDA. Cuídense mucho y sigan disfrutando de la historia (y prepárense para llorar).





<<There's things I wanna say to you

But I just let you live

Like if you hold me without hurting me

You'll be the first who ever did>>

Cinnamon Girl, Lana Del Rey



★☆★



Ni siquiera fui capaz de salir de mi cuarto ese día. 

Mi madre tuvo que venir a calmarme varias veces. Mi padre pasó el día haciendo llamadas a abogados, algunas de las entrevistas habían sido manipuladas. 

Mis padres tuvieron que salir al medio día a una reunión de negocios. Habíamos acordado que lo mejor sería que volviera a Vancouver antes de tiempo, así que cogería un vuelo esa misma tarde. 

Tampoco fui capaz de comer al medio día. 

Llamé a Shay, quién no había dejado de escribirme en todo el día. Me había desinstalado todas las redes sociales del móvil y había silenciado a casi todos mis contactos. 

—¿No has visto a toda esa gente que ha salido a defenderte? —me decía Shay desde la otra línea—. Tus fans te apoyan. Tus amigos te apoyan. ¡Hasta Rick a twitteado algo al respecto!

Me encogí debajo de las sábanas. Me sentía demasiado pequeña en un mundo demasiado grande. 

—Estoy acabada —dije con un hilo de voz. 

—Tienes doce años —me recordó Shay. 

—Eso lo hace peor. 

Shay suspiró como por quinta vez en diez minutos. 

Unas voces externas se oyeron, lo que hizo que Shay bufara. 

—Mack, siento muchísimo esto —me dijo. La voz le temblaba—. Tengo que colgarte. Prométeme que estarás bien. 

—Estaré bien —susurré. 

—¿Qué has comido hoy? 

Silencio. Se me atascó la respiración en la garganta.

—Mackencie. 

—No tenía hambre —me excusé. Ciertamente, no estaba mintiendo, cualquier comida que me acercaran en ese momento me causaba arcadas. 

—No me mientas —rogó. 

—No miento. 

Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Shay ni siquiera me lo reprochó, simplemente colgó la llamada. Y no me extrañaba, no podía seguir tratando de salvar a alguien que no se dejaba salvar. 

Sollocé tan fuerte que sentí que mi garganta se rasgaba. Los oídos me pitaban. La cabeza me daba vueltas. No aguantaba más. 

Toda la vida me habían menospreciado por ser una "nepo baby", porque mis padres eran famosos y porque supuestamente a mí me lo habían dado todo masticado. 

La gente no tiene ni idea de cómo te pueden afectar las cosas cuando sólo eres una niña. 

Pensé que aquella tarde tendría una recaída, pero, no. Joey llegó un poco antes de la hora acordada, mis padres no querían que estuviera sola en aquellas circunstancias. 

Y con razón. 

Joey me ayudó a rehacer mi maleta y me llevó al aeropuerto. Por suerte, no nos encontramos a nadie de la prensa, aunque sí que sentí como algunas personas me miraban y señalaban. Creo que incluso me fotografiaron. Eso fue algo que me hizo sentir aún peor, ya que tenía una pinta espantosa. No podía estar más agradecida con Joey, quien no se separó de mí hasta que tuve que subir al avión. 

—Todo irá bien, señorita Mack —dijo, poniendo una mano en mi hombro. 

Traté de sonreír, aunque no tenía demasiadas ganas. Le di un abrazo, cosa que al principio le sorprendió, ya que no era demasiado profesional. 

—Que tenga un buen vuelo, señorita Mack. 

Me sorprendió la facilidad que tuve para dormir en el vuelo, aunque la verdad era que estaba agotada de tanto llorar.

Me alegró mucho ver a Stella nada más bajar del avión. Me esperaba con una sonrisa triste y llevaba las llaves de su coche en la mano.

—Hola —saludé.

Ella no tardó en atraerme hacia sus brazos y abrazarme con fuerza.

No hablamos mucho de camino al piso. Yo no tenía ganas de hablar y Stella no me forzó sacando conversación.

—¿Quieres que ponga música? —preguntó de repente.

Me limité a asentir con la cabeza mientras ella encendía la radio. Umbrella, de Rihanna, sonaba en la emisora que Stella siempre ponía. Comenzó a tararear en voz baja, supongo que para no molestarme. Empezó a subir el tono cuando escuchó como me unía a cantar en voz baja. Al final, terminamos haciendo un dueto musical.

Fue una lástima ver cómo mis ánimos se hundían nada más bajar del coche.

—No le he dicho a nadie que volvías —me aseguró Stella.

Asentí con la cabeza.

—¿Seguro que no quieres ver a nadie?

Negué con la cabeza.

—Bien —dijo, dándose por vencida.

Cuando llegamos fui directamente a mi habitación. Ni siquiera llevé mi maleta conmigo, la dejé tirada en medio del salón. Me tumbé boca abajo en la cama y traté de respirar hondo. Estuve sin moverme al rededor de quince minutos, hasta que llamaron a la puerta. 

—Lárgate, Stella —dije sin fuerzas contra la almohada. 

—No soy Stella. 

Levanté la cabeza a la misma vez que la puerta se abría. Sentí como mis ojos hinchados volvían a llenarse de lágrimas. 

—¿Walker? —casi sollocé. 

El rubio me sonrió tristemente. 

—Hola —murmuró. 

Entonces me di cuenta de que le había echado muchísimo de menos, aunque solo habían pasado un par de días. Me lancé corriendo a abrazarle, llorando contra su pecho. Walker me sujetó con fuerza, sabiendo que en cualquier momento iba a derrumbarme. 

Eso era lo único que necesitaba. A él. Ahí. Conmigo. 

—¿Qué he hecho mal? —sollocé. 

Walker me sujetó la cara con las manos, apartando las lágrimas de mis mejillas con los pulgares. 

—No digas eso, no has hecho nada malo —dijo con suavidad.

Bajé la mirada, avergonzada. 

—Mack, mírame.

Respiré hondo y le miré a los ojos. 

Sentí ganas de llorar de nuevo. No podía con eso, ni siquiera podía con él. No podía aguantarle la mirada. 

—No puedo —dije, girando la cabeza. 

—¿Por qué no? —murmuró él, entre confundido y ¿emocionado? 

En ese momento, se levantaron mis fronteras. La coraza de hierro volvió a cubrir mi corazón y se me atascaron las palabras en la garganta. 

—Déjame sola, Walker —le pedí. 

El rubio negó con la cabeza.

—No voy a dejar que te consumas aquí sola. 

—Es lo que quiero, es lo que les he pedido a los demás y es lo que han cumplido —alcé la voz, alterada—. ¿Por qué no te limitas a hacer lo mismo?

—Vamos, Mack —Walker soltó una risa amarga—, sabes que no puedo hacer lo mismo que los demás.

—¿Por qué no?

Entonces me miró, me miró con esos ojos color océano y me ahogué en ellos. Y sentí miedo, sentí miedo en lo más profundo de mi corazón porque esa conversación estaba tornando un sentido diferente. Y yo lo sabía. Y Walker también.

El rubio cerró los ojos y sacudió la cabeza.

—Olvídalo.

—Walker... —intenté ir hacia él, con lágrimas en los ojos, intentando arreglar lo que ya había fastidiado.

Se echó hacia atrás y yo retrocedí. Me sorví la nariz y finjí recuperar la compostura.

—Márchate —pedí sin ni siquiera mirarle.

Escuché a Walker suspirar y dar un portazo tras de sí.

Entonces me derrumbé.

No solo había destrozado mi carrera. Había destrozado mi relación con Walker. Fuera lo que fuésemos todos sabían que no eramos solo amigos. Porque los amigos no se tratan como nosotros nos tratábamos.

Los amigos no se tratan como él me trataba.

Y ya da igual cual fuera el final de aquello, porque ya no existía.

Porque yo lo había roto.

★☆★

Unos días más tarde volví al set de grabación. La verdad era que no tenía ganas, pero no había otra opción, era mi trabajo. Stella se ocupó de hablar con todo el mundo por mí, así que no tuve que aguantar preguntas o lamentos. La única persona con la que hablé del resto del elenco fue Leah, la cual no paraba de repetirme que podía abrirme con ella si algo iba mal. 

Pero no podía. Solo había una persona con la que me veía capaz de hacer eso. 

No tuve noticias de Walker desde que lo eché de mi habitación. Leah me había dicho que a penas había hablado con él, pero que Aryan decía que estaba bastante decaído y que no quería hablar del tema. Eso hizo que me sintiera todavía peor. No solo me había jodido a mí misma, también había jodido a Walker. 

Cuando llegué al set fui directa a la zona de vestuarios y maquillaje. Tocaba grabar la escena de Medusa y mi personaje requería mucho trabajo ya que estaba cubierta de sangre. 

Varias de las chicas de maquillaje me preguntaron si estaba bien. Yo me limitaba a asentir con la cabeza y a forzar una sonrisa. 

Los mensajes de odio habían cesado bastante. Solo había vuelto a descargarme Instagram, y me había desactivado todos los mensajes. Hablé con mi madre y decidimos que la mejor opción era que Stella gestionase mis redes sociales por un tiempo. Muchos fans de la saga habían salido a defenderme, diciendo que la entrevista era editada. Me defendían incluso sabiendo que la entrevista podía ser de verdad y eso me reconfortaba. 

Cuando las chicas acabaron conmigo, Rick se acercó sonriente. 

—¿Está lista? —preguntó con una sonrisa. 

Sonreí con confianza. 

Haz tu papel, Mackenzie. 

—Siempre lo estoy. 

La sonrisa de Rick se ensanchó y me dio una palmada en la espalda. Una de las maquilladoras lo regañó porque podía estropear el maquillaje, haciendo que nos riéramos en voz baja. Pensé en lo agradecida que estaba con Rick. Me había defendido en todo momento y me había dejado claro que si necesitaba unos días más sin actuar podían editar las fechas de rodaje. Y esa era la clase de gente con la que yo quería trabajar. 

Walker, Aryan y Leah ya estaban preparados para grabar la secuencia. Respiré hondo y me acerqué hacia ellos radiando la mayor confianza posible. Aryan y Leah, que eran los que miraban hacia mi dirección, sonrieron y me saludaron agitando la mano. Mi corazón dio un vuelco cuando Walker se giró hacia mí.

—Hola —murmuré.

Walker no dijo nada. Se quedó quieto. Mirándome.

Leah, ignorando la incomodidad entre el rubio y yo, me dio un fuerte abrazo.

—No pensé que fueras a venir —se separó del abrazo, pero me mantuvo sujeta por los hombros—. Siento mucho lo que pasó.

Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia al tema.

Aryan se acercó sonriente y pasó su brazo por encima de mis hombros.

—Es bueno tenerte de vuelta —dijo apretándome con cariño.

—Y que lo digas.

Me giré y sonreí al ver a Dior y a Charlie. Corrí por impulso a abrazar a la morena.

—Pensaba que hoy no os tocaba rodar ninguna escena —les dije.

—Y no nos toca —Charlie se encogió de hombros—. Pero no íbamos a ser los únicos que no venían a apoyarte después de todo.

Creo que me sonrojé, pero ya no como antes. Por primera vez y sin signos de vergüenza, le di un abrazo a Charlie, un abrazo de verdad. No lo hice con ninguna connotación romántica, al contrario, se sintió más como un abrazo de hermanos.

Nos quedamos hablando un par de minutos mientras terminaban de preparar el escenario para rodar. Todos menos Walker, que estaba todo el tiempo rezagado.

Me sentía sumamente culpable. Cada vez que lo miraba él me estaba mirando con expresión neutra, que no me dejaba descifrar que pasaba por su cabeza. Todo empeoró cuando nos llamaron para grabar la escena, ya que el rubio y yo debíamos estar muy juntos en todo momento. Hacíamos lo posible para no parecer incómodos, pero era prácticamente imposible. Repetimos la escena al menos 10 veces, hasta que Rick se acercó a nosotros con confusión.

—¿Qué os pasa? —preguntó sin rodeos.

Miré a Walker, que miraba al suelo y me encogí de hombros. Rick suspiró.

—Venid conmigo.

Seguimos a Rick hasta el trailer de Walker y Aryan. Miramos al hombre con confusión y él nos indicó que entrásemos. Nos sentamos en el sofá, lo más lejos posible el uno del otro y Rick se quedó delante nuestra.

—Ahora me voy a ir —explicó—. Y confío en que os quedéis aquí hasta que solucionéis el problema que tenéis.

Tragué saliva. Rick nos miró con decepción.

—Debeis ser más profesionales. Confío en vosotros.

Y sin más, se fue.

Walker y yo no nos movimos ni nos miramos por lo que debió ser una eternidad.

Me estaba consumiendo, la culpa, el agobio. Solo de pensar lo mal que me había portado con Walker, lo egoísta que había sido. ¿Cómo no tener remordimientos después de haber destrozado nuestra amistad?

Amistad-no-amistad.

—Lo siento —fue lo único que se escuchó en aquel silencio sepulcral.

Walker se giró rápidamente, sorprendido al encontrarse con mis ojos llorosos.

—Lo siento muchísimo, Walker —repetí, dejando las lágrimas caer por mis mejillas—. Nunca he querido hacerte daño.

—Lo sé —murmuró el rubio.

—¿Puedes perdonarme? Por favor, dime que me perdonas.

El rubio sonrió.

—No hay nada que perdonar.

Me abrazó, apretándome contra su pecho, y me acarició el pelo.

—No eres como los demás, Walker —admití. La mano de Walker dejó de acariciarme—. Nunca lo has sido. Eres mucho más.

Me alejé de él y lo miré a sus ojos. Ojalá haber sabido todo lo que pasaba por su cabeza en aquel momento.

Por un momento, pensé que iba a besarme. Pero esa fue la única cosa en la que sé con certeza que coincidimos. No era el momento.

Nos levantamos a la vez y me ofreció su mano. Salimos del trailer con las manos entrelazadas. Algunas chicas que me maquillaban nos miraron y soltaron risitas. Yo admito que sentí algo de vergüenza, me sentí pequeña. Walker, al contrario, caminaba con más seguridad que nunca, sujetando mi mano con decisión.

Bordamos la escena. Rick nos dijo que no sabía que había pasado entre nosotros pero que se alegraba de que fueramos los de siempre. Pero Walker y yo sabíamos que no eramos los de siempre. Porque... yo sabía que Walker sentía algo por mí. Solo necesitaba que él subiera lo que yo sentía.

Así que recurrí a mi mayor consejera amorosa.

—¿Cómo que no sabes que decirle? —se exaltó Stella.

Llevaba media hora dando vueltas por nuestra sala de estar, tratando de explicarle la situación con Walker. Pero es muy difícil explicar algo cuando ni siquiera tú lo entiendes.

—¡Pues no, joder! —respondí de los nervios, dejándome caer a su lado en el sofá—¿Qué hago?

Stella pudo ver la agonía en mis ojos, aquella situación me tenía con los nervios de punta y no era algo que yo supiera disimular.

—Bueno, él siempre ha estado interesado en tí, se notó desde el primer momento —dijo—. Tú al principio te hacías la dura, pero estaba claro que a ti también te gustaba.

Rodé los ojos.

—Eso no era tan así.

—Calla, no he terminado —continuó—. Ahora por fin te has dado cuenta de que vuestro tonteo no ha sido solo un juego y tienes la sensación de que él va enserio y te has dado cuenta de que tú también quieres ir en serio. ¿No es así?

Asentí con la cabeza.

—Bien, es fácil, dile lo que sientes. Sin juegos, sin tonterías, ábrele tú corazoncíto.

Me levanté del sofá con un semblante más serio. ¿Abrirle mi corazón? Eso sonaba a demasiada vulnerabilidad.

—Mack, sé que esto es difícil para ti pero, tienes que hacerlo, sería injusto para Walker que no lo hicieras.

—Bueno —me giré hacia ella y sonreí—, gracias por el consejo. No te voy a hacer caso y buscaré otra opinión que me diga lo que quiero escuchar.

Stella se rió mientras yo cogía mi móvil y me dirigía a la habitación.

—¡Shay te va ha decir lo mismo que yo! —la escuché decir antes de cerrar la puerta.

Tal vez eso fuera verdad, pero me negaba a aceptarlo. Me tumbé sobre mi cama y llamé a la rubia. Le expliqué la situación un poco por encima, omitiendo la parte en la que yo admitía mis sentimientos por Walker. Le conté que sabía que él sentía algo serio por mí y que no sabía que hacer.

—Mack, admítelo. Ese chico te gusta y mucho, lo mejor que puedes hacer es afrontarlo.

Tragué saliva ante la respuesta de la rubia.

—Lo sé —dije con nerviosismo.

—¿Qué? —Shay se escuchó entre sorprendida y confundida—. Repitete, Mackenzie.

—Sé que Walker me gusta, pero no sé qué hacer para que él lo sepa.

Era increíble que lo hubiera admitido en voz alta.

Hubo unos segundos de silencio, hasta que Shay empezó a chillar.

—¡LO SABÍA! ¡LO SABÍA, LO SABÍA, LO SABÍA! ¡WALKENZIE ES REAL! ¡ES EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA!

Los gritos de Shay debieron de oírse hasta en la sala de estar, ya que escuché a Stella reír a carcajadas.

—Shay por Dios —pedí—. Cálmate.

—Tienes razón —respondió con la respiración agitada—. Es que me parece tan fuerte que al fin lo hayas admitido en voz alta. No pensé que viviría lo suficiente para oír eso.

Yo tampoco créeme.

Bueno el punto ahora es, que no sé cómo decírselo a Walker.

—¿Decirle qué?

—¡Lo que siento, Shay!

—Ah, es verdad.

Dejé caer mi cabeza de forma algo violenta sobre la almohada.

—¿Qué es lo que se dice en estos casos? —tire el móvil a mí lado y me tumbé boca abajo—. ¡Por Dios, nunca me he declarado! ¿Cómo voy a saber qué decirle si apenas puedo mirarle a los ojos cuando lo tengo delante?

—Escribele una carta —dijo Shay con tono indiferente.

Levanté la cabeza rápidamente.

—¿Una carta?

—Eso he dicho.

Pues claro, ¿cómo no se me había ocurrido? Podía decirle a Walker mis sentimientos sin necesidad de tenerlo delante. Era una idea brillante.

—Shay, ¡eres un genio!

—Me lo dicen mucho.

—Tengo que colgar.

—¡Mantenme informada!

Colgué la llamada y lancé el teléfono a la cama. Saqué un papel y un bolígrafo del cajón de mi escritorio y me dispuse a escribir la carta de amor.

No sé si me gusta esta nueva faceta cursi.

Yo tampoco sé si me está gustando.

—Bien Mackenzie —me dije a mi misma—. Abre tu corazón.

Y eso fue lo que hice, o eso creo. Escribí una cara entera de folio, hasta me dolía la mano cuando firmé la carta. Pero, por mucho que escribiera, sentí que solo había escrito el principio, que aquello no eran ni la mitad de las cosas que yo sentía por Walker.

Y entonces me di cuenta de que aquello no era un error.

Metí la carta en un sobre y lo cerré con cuidado. Tenía que llevarle la carta a Walker cuanto antes, antes de que me consumieran los nervios y me arrepintiera.

Me puse medio decente y me dispuse para ir a casa de Walker.

—¿A dónde vas? —me preguntó Stella cuando pasé por la sala de estar.

—Voy a decirle a Walker lo que siento —respondí con confianza.

Stella sonrió ampliamente, asintiendo con aprobación.

—Esa es mi chica.

Le sonreí de vuelta y respiré hondo antes de salir del departamento.

Cuando llegué a la puerta de Walker tenía los nervios a flor de piel. Con las manos temblorosas, llamé a la puerta. Me sorprendió cuando fue Tanner el que me abrió.

—Hola, Mack —saludó.

—Tanner, ¿que hacéis aquí?

—De visita —respondió encogiéndose de hombros—, ¿qué haces tú aquí?

Tragué saliva sintiendo como los nervios volvían.

—He venido a ver a Walker.

Tanner miró el sobre que tenía en la mano, pero no comentó nada.

—Está en su habitación —dijo apartándose para que pudiera entrar—. Mis padres y mi hermana se han ido.

Mierda, no podía haberse ido Walker con el resto de su familia. Dejar la carta en su escritorio y pirarme hubiera sido mucho más fácil.

—Gracias, Tanner —dije, devolviéndole el pelo rubio.

Me quedé quieta frente a la puerta de Walker. Aún estaba a tiempo de salir corriendo. Pero no, esta vez no. Con toda la confianza que cabía en mi pequeño cuerpo, llamé a la puerta de Walker.

—¡Adelante! —dijo desde dentro.

Abrí la puerta con cuidado. Es rubio tenía los auriculares puestos y estaba jugando a algo en el ordenador. Al principio se giró a mirarme con indiferencia, luego volvió a mirarme, con los ojos muy abiertos.

—Chicos, tengo que colgar —dijo por el micrófono de sus auriculares, antes de quitárselos.

Me quedé quieta al lado de la puerta, incluso cuando él se levantó para caminar hacia mí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con curiosidad, acercándose a mí.

—Yo... eh... —tenía los nervios a flor de piel. Walker no era tan alto pero, ¿por qué me hacía sentirme tan pequeña?—. Te he traído una cosa.

—Ah, ¿sí?

Asentí rápidamente con la cabeza y estiré la carta hacía él. La miró con sorpresa y la cogió.

—¿Gracias? —dijo confundido.

—Leela luego —dije, evitando el contacto visual—. Luego, cuando estés solo.

Walker dio otro paso hacia mí, casi arrinconandome contra la puerta.

—¿Qué es esto, Mackenzie? —preguntó con un toque de diversión.

—Es lo que siento por ti.

Los ojos de Walker brillaron como nunca. Una gran sonrisa amenazaba con asomarse en sus labios.

—¿En serio? —yo asentí—. ¿Puedo leerla ahora?

—Puedes leerla cuando me vaya.

—¿Puedes irte ya? Mackenzie no sabes el tiempo que llevo esperando esto.

Lo miré sorprendida. Había descubierto los sentimientos que tenía Walker hacia mí muy recientemente, no esperaba que llevara mucho tiempo sintiéndose así.

Mackenzie, tú te sientes así desde que hablaste con él por primera vez. La diferencia es que él si que lo ha sabido admitir.

Que pesada eres, tía.

—Bueno —dije—, supongo que me voy.

Justo cuando iba a salir de la habitación, un brazo me detuvo. Walker tiro de mi hasta tenerme envuelta entre sus brazos.

—Estrellita, me haces muy feliz —dijo.

Wow, había sonado realmente cursi pero había hecho que las mariposas de mi estómago se volvieran locas.

—Tú también me haces feliz, Walker —respondí, apretándome contra su pecho—. No te puedes imaginar como.

Walker me dio un beso en la frente y se separó de mí.

—Ahora vete —dijo sentándose en su escritorio y agarrando mi carta—. Tengo una carta de amor que leer.

Solté una carcajada.

—No es una carta de amor.

—Lo que tú digas.

—Adiós, Scobell —dije deprimiendo una risa.

—Adiós, estrellita.

Y así, salí de su cuarto y dejé que Walker descubriera lo mucho que lo quería.


★☆★ 


¡Hola! Es bueno estar de vuelta. 

Espero que este capítulo haya gustado ya que le llevaba dando vueltas mucho tiempo. El principio no me gustaba mucho, no ha sido hasta el final del capítulo que me ha encantado. ¿Qué opinais? 

Por cierto, sabeis que no suelo hacer mucho incapie en el problema de Mack (la verdad no sé muy bien como llamarlo) pero como ya he dicho antes al final es el trasfondo de la historia del personaje. Esto lo digo para que sepais que no va a haber más advertencias, y que no puedo hacerme responsable de la sensibilidad de cada persona. 

Siento mucho tardar tanto en actualizar. La peor parte (para mí) es que cuanto más lentas son las actualizaciones más lectores se pierden. Por eso agradezco a las fieles seguidoras de esta historia, gracias por hacer que escribir tenga más sentido para mí. 

¡Muchos besos y felices fiestas a todas!

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