Padre.

« — ¡El Padre de la Humanidad mantienen a raya al Díos Padre Del Cosmos! ¡Los puños de Adán golpean al diamante con una fuerza similar o mayor, estamos presenciando un acontecimiento sin precedentes en el cielo! —»

La voz de Heimdall alcanzó a todos los presidentes en el Valhalla. Humanos, Dioses, demonios, espíritus; no hubo lugar del coliseo que no fuese alcanzado por la estridente y osea declaración del mensajero quién no dijo ninguna mentira.
Adán, padre de la humanidad estaba dándole una fuerte paliza al mismísimo Zeus, quién luchaba con uñas y dientes para sostenerse de pie en el combate.

El panteón griego completo estaba en shock, al ver cómo un humano estaba poniendo a raya a Zeus. Ares apretaba el reposa brazos de su silla hasta romperlo, Hermes mantuvo su cara de asombro y sorpresa mientras que de puertas para adentro, las reacciones no eran muy diferentes.

En los rincones más oscuros del Valhalla, un hombre rubio observó el combate con absoluta atención, todo lujo de detalle. Apollo, hijo mayor de Zeus.
Mentiría si dijera que no se sentía fascinado por tal demostración de poder, pues hacía años que no lo veía esforzarse así.

— Vaya, no puedo creer que un humano te haga esforzarte hasta estos límites. Siempre alardeaste de ser tan poderoso, que patético eres, asqueroso anciano.
» Después de tanto, será un humano quien te dé muerte. Tan imperfecto como tú solo.

Una nueva persona entró en la habitación, un chico que rápidamente rodeó el cuello del rubio con sus brazos sin decir ni una sola palabra. El rubio supo inmediatamente de quién se trataba y no hizo ningún intento de apartarse.
Por un momento, la sensación de ansiedad desapareció.

A los lejos, en el majestuoso monte Olimpo estaban reunidos varios Dioses y Diosas enfrente de una gran pantalla. Entre ellos las hermanas, hijas, hijos y uno de los hermanos de Zeus.

Artemisa, Atenea, Hebe, Hefesto y Dionisio.

Atenea se agarraba con fuerza del brazo de su hermano menor.— ¡No, viejo estúpido defiendete! — Gritó, con la boca llena de lo que parecía ser snacks.

— ¡Me vas arrancar el brazo! — Se quejó Hefesto.

— No puedo ver, no quiero ver.— Musitó otra Hebe, escondida entre los brazos de su hermana mayor, Artemisa quién tenía sus ojos abiertos ante el brutal combate.

Por el contrario, Dionisio estaba tirado en el suelo, rodeado de botellas de licor pero completamente concentrado en el combate sin cambiar su rostro, completamente neutral.

Una de ellas, la Diosa Hera, esposa y madre de los Dioses apretaba el borde su vestido mientras se mordía el labio inferior con fuerza, a tal punto de romperlo y sangrar. Ver a Zeus en esa situación, dándolo todo en un combate que podría cortarle la vida, no le dejaba un buen sabor de boca.
Siempre pensó en él como un idiota, un anciano fastidioso y arrogante que no hacía más que pavonearse y hacer tonterías a diestra y siniestra.

Sin embargo... Ella quería que él ganara, ella no quería que muriera así. ¿Acaso eso podría ser posible? ¿Acaso él podía morir de esta forma? Para ella, él siempre fué su “Superman” Alguien que era impensable que pudiera perder o ser derrotado.

Hestia, hermana mayor de Zeus también miraba el combate. Por primera vez, la estabilidad del Olimpo tambaleaba ante la posibilidad de una derrota tan devastadora como podría ser la muerte de Zeus.
Hades, hermano mayor de Zeus mantuvo su rostro estoico en las pantallas. El final del combate ya era claro, no podía haber un desenlace diferente.

Brunhilde rasgó el concreto del mirador mientras que Gëir aguantaba las ganas de chillar por la creciente ansiedad y miedo que estaba sufriendo en ella y en toda la grada de la humanidad.

— ¡H-Hermanaaaa! — Chilló, llorando a moco suelto.

— ¡Vamos, mata a ese jodido anciano de mierda! — Gritó Brunhilde.

Todos los hombres e incluso los animales alzaron sus manos en una súplica por la victoria del Padre de la Humanidad.

— ¡Padre, por favor regresa! ¡Ya luchaste lo suficiente, por favor deja de pelear! — Gritó Abel, hijo de Adán.

A su lado, Caín le agarró del cabello y lo zarandeó.— ¡Idiota, papá nunca dejará de luchar! —

— ¡Cariño, por favor...! ¡Tienes que ganar! — Suplicó Eva, esposa y compañera de Adán.

¡Vamos Padre! — Gritaron a viva voz los humanos.

Adán recibió un golpe en la cabeza y en ese momento sintió su cuerpo apagarse, sintió sus piernas dejar de funcionar y casi cae desplomado sobre el suelo. La Forma Adamas estaba siendo mucho para él, sus ojos ardían, su vista se cubrió de sangre y sus puños entumecidos estaban cerca de una fractura.

« — ¿Que crees que haces? ¡Aun no hemos muerto, aún no podemos rendirnos! ¡Su craneo es muy duro, ataca su cuerpo para dañar sus organos! — »

Reginleif, compañera Valkyria que lo acompañó al combate, le habló directamente mientras él no dejaba su guardia en bajo ni sus puños se detenían.

Sin embargo, sus palabras le sonaban tan lejanas e imposibles…

« — Esto fue todo... N-No podremos ganar.— »

« — … Al diablo con esto… — » Reginleif se molestó en gran manera con las palabras del humano « — ¡No digas tonterías y síguele golpeando! ¡Aún podemos ganar! ¡Vamos! — »

Sintió que su momento llegaba, que estaba a punto de morir y que toda su pelea hasta este momento había sido totalmente en vano, que no había podido ganar ni al menos detener el exterminio de sus hijos.

«— Hijos... Lo he dado todo. Gracias a todos por tanto, y perdonenme por tan poco...— » Dijo dentro de su mente, listo para dejarse caer y finalmente darle un cierre.

Su vida pasó enfrente de sus ojos, los bellos momentos y los momentos duros y tristes también. Sin embargo, todo eso simplemente lo hizo sonreír.

Y de repente...

Un sonido... Un llanto. Entre todo el ruido, estaba el llanto de un bebé.

En las gradas de la humanidad, el llanto de un bebé resonó con la fuerza de mil campanas en su cabeza. Pudo recordar aquel momento en que nació su primer hijo, su llanto le trajo los recuerdos del pasado que creyó que ya había olvidado. Cuando menos se lo pensó, el Padre de la Humanidad encontró poder en el llanto de uno de sus hijos.

«— Hay un bebé llorando...—» Sonrió y su cuerpo volvió a la vida. Puso un pie de frente y recuperó su equilibrio.

Adán apretó los dientes y se lanzó nuevamente al combate. Plantó sus pies en el suelo y reanudó su ofensiva con todo el poder que su cuerpo contenía. Golpe tras golpe, toda su fuerza aunque no pudiera ver o respirar correctamente.
Zeus lo supo, su rival estaba tomando la delantera y eso fué suficiente para que él también decidiera aumentar.

Más, más poder, más fuerza, más más y más.

Adán lanzó un golpe directo al cráneo de Zeus el cuál impacto de lleno y creó una fractura craneal devastadora para el Dios. Por su parte, Zeus también impactó un brutal puñetazo en la nariz, rompiendo el tabique y creando también una herida.

¡Esto es increible! ¡Ambos oponentes siguen luchando, estamos presenciando los ultimos segundos de esta segunda ronda! — Como si la ansiedad de la pelea en si misma no fuese suficiente, Heimdall lleno el ambiente de mas tension

« — No te preocupes, pequeño. Tú papá está aquí, no dejaré que nada te pase.— »

« — ¡AHORA! — » Y al grito de Reginleif, Adán aumentó el poder y la delantera de sus golpes y ataques.

— ¡Vamos papá! — Gritó la humanidad.

¡Vamos, papá! — Gritaron los hijos de Zeus.

En su habitación, el Dios rubio apretó el posa brazos de su asiento, rompiéndolo. Esto hizo brincar del susto a su acompañante.

Uno de los golpes de Adan volvio a dar de lleno, y eso fue lo ultimo que Zeus llego a sentir.
Su vision se comenzo a apagar, sus piernas dejaron de funcionar y todo su cuerpo se desplomo hacia el suelo.

« — Se termino, he llegado a mi limite. Esta fue la mejor pelea que he tenido nunca.—» Giro su vista hacia el balcon de Grecia, donde pude ver las figuras borrosas de Ares y Hermes.

Su mente viajo al pasado y al presente, incluso hacia el futuro que el ya podia preveer. No podra despedirse de sus hijos, aunque de cierta forma, agradece no hacerlo, no le gustaría verlos llorar ni hacer dramas por el.
Hera, sin duda alguna, queria despedirse de Hera. Pero ya no habia posibilidades.

«—Hermanos, Hijos mios... gracias por tanto.—»

Y a escasos de que el cuerpo de Zeus cayera al suelo, un nuevo recuerdo llego a el, uno que jamas creyó volvería a vivir. Penso en el, por ultima vez en su existencia, penso en el.

«— Ahora... es tu turno...—»

Y finalmente, el cuerpo del Dios Padre del Cosmos golpeo el suelo. Bañado en sangre y con la cara deformada, Zeus habia muerto,

¡SIIIII! — Gritaron la gradas, los humanos lanzaron un fuerte grito de victoria al cielo.

Geir abrazo a Brunhile y ella misma comenzo a celebrar. La primera de muchas victorias en el Ragnarok.

El humano respiraba con agitación, alzando su puño al cielo y alzando su vista. No solamente había ganado, sinó que también había permanecido de pie.

¡Humanos y Dioses, la segunda ronda del Ragnarok ha concluido finalmente! ¡Con una aplastante demostracion de fuerza a puño limpio, el ganador de este combate es el Padre de la Humanidad! ¡ADAAAAAAAAAANNNN!

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