Capitulo 4: No estás sola.
Brunhilde, Gëir y Leónidas habían vuelto de la reunión del consejo de Dioses, ninguno había pronunciado una sola palabra desde entonces, pero tampoco era del todo necesario, las emociones y sentimientos estaban tan claros como el agua.
La reunión había culminado en un terrible fiasco para todos, y la horrenda noticia que llevaban a sus hermanas y amigas, harían sacudir la tierra.
El Ragnarök, era un hecho.
— ¿Cómo creen que lo tomen? — Finalmente se atrevió a pronunciar Gëir, llamando la atención de su hermana y de Leónidas.
— No tengo idea. Esto supondrá un golpe enorme para todos.— Respondió el espartano, y sus palabras fueron confirmadas por un asentimiento de Brunhilde.
Gëir tragó saliva y trató con todas sus fuerzas de no romper en llanto. Siempre tan frágil y emocional, a pesar de no sentirse realmente triste, la ansiedad y la tristeza la golpeaban con una fuera tal, que sentía que iba a morir.
Randgriz, Prourd, Alvitr... todas sus hermanas.
No, no podría soportarlo. Hrist, Hlökk, Sigrune, Gondüll...no podía, la sola idea la llenaba de terror.
Finalmente llegaron al salón principal del Valhalla, dónde los humanos y Valkyrias sobrevivientes estaban reunidos. Sasaki Kojiro y Okita Souji estaban teniendo una batalla amistosa , tratando nuevamente de ver quién era el verdadero "Inigualable bajo el cielo".
A pocos metros de distancia, Hrist, Gondüll y Sigrune hablaban animadamente con Nikola Tesla y Kondo Shusuke, el maestro de Okita.
Los únicos que no estaban del todo cerca, eran Hlökk y Jack, ellos estaban sentados un par de metros más alejados. Jack sostenía una taza de Té y Hlökk lo miraba fijamente con el ceño fruncido.
Gëir sintió que otra vez iba a llorar.
— ¡Hemos regresado! — Exclamó Brunhilde. Rápidamente todos vieron en dirección a la puerta del salón principal.
En un descuido, Okita tropezó y Sasaki enterró su katana en el suelo a escasos centímetros de la mejilla de Okita, marcando así el final del duelo.
— ¡Las reinas del Valhalla, y el futuro rey! — Exclamó Nikola. Gëir se puso roja cuál tómate y Leónidas ni se inmutó. No era momento de avergonzarse con juegos tontos.
Brunhilde caminó hasta una de las mesas cercanas y posó sus brazo sobre la mesa, poniendo ambas manos en bajo su mentón y mirando fijamente a la nada. Sus hermanas no ignoraron esto, todas se acercaron para poder hablar con ella sobre lo que sea que había pasado en la reunión del consejo.
Gëir no se sentó, se quedó parada detrás de su hermana y Leónidas hizo lo mismo.
— ¿Oigan por qué esas caras largas? ¿Vieron un fantasma o algo así? — Se burló Sigrune, y Brunhilde tembló ante el recuerdo de esa cosa.
Gëir fue quién hablo, sorprendiendo a todos menos a Brunhilde.— Apollo invocó al Ragnarök.— Y ante esas simples palabras, las hermanas casi cayeron tumbadas al suelo como si un camión las arrollase.
Sasaki se congeló en el lugar, Okita tenía una expresión incomprensible entre placer y preocupación, Nikola Tesla por poco cayó desmayado, Leónidas se mantuvo estoico y Jack (que apenas se había acercado) ocultó su rostro con su sombrero.
— ¡N-No es...p-posible! — Sigrune se acercó hasta Brunhilde y se plantó ante ella, poniendo sus manos con fuerza sobre la mesa.— ¡Esas bromas no son agradables, hermana! — Exclamó con una vena marcada en el cuello.
Leónidas y Sigrune cruzaron sus miradas y el espartano puso una mano sobre el hombro de Gëir.— No es una broma, Sigrune.— sus palabras sonaron duras, más de lo que a él le hubiese gustado.
Tesla puso ambas manos sobre la mesa también y encaró a la hermana mayor, manteniendo su rostro de miedo y preocupación.— ¿¡Cómo pasó eso, como es posible!? — Demandó saber. Tesla siempre solía exigir explicaciones tontas a todo lo que pasara, pero en esta ocasión no fue algo que diese gracia o risa.
Brunhilde apretó sus manos y tomando aire respondió.— Los Dioses estaban muy tocados por el Ragnarök, muchos no aceptaban la derrota y demandaban la extinción de la humanidad, pero por lógica, nadie podía tocar el Valhalla por el decreto de Odín antes de morir. Las emociones eran tan fuertes y la sed de sangre tan alta, que Apollo decidió ser generoso e invocó al Ragnarök, con la intención de que la humanidad luchara nuevamente por la supervivencia y la salvación.— Resumió, y todos oían atentamente.
— La furia de los Dioses era tal, que los Dioses estaban más que dispuestos a romper el decreto y Asgard no metería sus manos al fuego por una propiedad que ya no le pertenecía. Así qué...invocar el Ragnarök fue lo más inteligente para Apollo, quién no quería irrespetar el decreto pero apoyaba fervientemente la extinción de los seres humanos.— Continúo Gëir, con sus voz levemente temblando.
Sigrune fue la primera en desmoronarse, las lágrimas caían de su cara y un inexplicable sentimiento de furia crecía en ella.— ¡No es posible, no es verdad! ¡D-Debe haber algo que p-podamos... hablemos con Thor y nosotros podremos...! — Exclamaba en medio de un ataque de ansiedad y crisis.
— ¡No podemos! ¡Ya las escuchaste, el Padre del Cosmos aprobó esa decisión! — Se metió Hrist.
— ¡No es posible, no es posible! — Chillaba Hlökk histérica, por lo bajo.
— My Lady...please...— Jack trataba de ayudarla, abrazando a la mas baja.
Gondüll tuvo que agarrarse de Nikola, ya que estaba por desmayarse...Nikola hizo exactamente lo mismo por la misma razón. Hrist, furiosa agarró a Brunhilde del vestido y la jaló hacia adelante, pegando su frente con la ella de manera brusca.
— ¡Iremos hasta el Olimpo y le vamos a romper la cara a ese rubio tarado! — Gruñó ella como un animal.
— ¡Hermana, por favor cálmate! — Salto Gëir.— ¡No teníamos elección...! — Hrist la interrumpió.
— ¡Pudieron no haberlo aceptado! — Gruñó Sigrune.
— Sig... Si nos negamos a esa orden, seríamos destruido; los panteones aprovecharían y nos atacarían, sin siquiera pensar en el decreto y...Thor nos abandonó, Asgard abandonó al Valhalla.— Y no pudo soportar más, rompió en un dolido e histérico llanto.
» — N-No e-estamos felices con esto...p-pero aún tenemos una oportunidad de d-defendernos y nosotras...no, no podría s-soportarlo.
Leónidas tuvo que abrazarla, Brunhilde aún no decía absolutamente nada. Su cara oscurecida, demostraba un semblante completamente perdido e ido, su mente estaba en otro lugar, que no era allí.
Y por alguna razón, únicamente podía ver esos ojos bestiales mirándola, riéndose de ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo, su cuerpo se tornó muy pesado.
"Una bestia atacó Mesopotamia"..."Bestia"..."Bestia"
¿Acaso, pudo ver sido la misma bestia?
Furiosa, Sigrune abandonó la habitación, corriendo antes de que Okita pudiese decir algo para ella. Kondo Shusuke no pronunció palabra, sentía que estaba demás ahí, pero sí pudo estar cerca de su alumno para darle un pilar de aliento.
Jack sostenía a Hlökk quien también lloraba con histeria y Sasaki tuvo que alejarse con Hrist que no dejaba de gritar groserías, Gondüll estaba muda y Tesla igual.
Y Gëir no estaba mejor que ellos, Leónidas solamente podía estar ahí, abrazando a su Valkyria.
— Yo... necesito estar a solas.— Fue todo lo que Brunhilde pudo pronunciar antes de irse de ese lugar.
Enserio, necesitaba estar sola.
[...]
Ishtar llegó hasta las enormes puertas del Valhalla, su diminuto cuerpo parecía el de un enano ante semejantes portones. Vio un pedazo de metal para tocar la puerta, lo suficientemente duro como para hacer ruido y llamar la atención de las personas que estuviesen dentro.
Pero debido a su estatura, no alcanzaba a tocarlo.
Maldijo su cuerpo y su existencia, tenía tiempo parada bajo la lluvia y el frío no ayudaba a sus adoloridos huesos. Sus pequeñas alas se sacudieron y sus plumas se esponjaron levemente, estaba a nada de pescar un gran resfriado.
— ¡Oigan, por favor abran la puerta! — Gritó, tratando de llamar la atención de las personas dentro.
Nadie contestó.
— ¡Está lloviendo mucho, por favor abran! — Nuevamente grito, pero nadie vino.
Se estaba comenzando a desesperar, quería entrar rápido. Pero no vino nadie a socorrerla, y eso ya la estaba volviendo loca. Dio pequeños brincos para intentar llegar, pero no podía, estaba demasiado alto para ella.
— ¿Quien demonios vive aquí? ¿Una familia de gigantes? — Se preguntó fastidiada, pero en ese momento recordó a Odin.— ¡Claro! El Valhalla era el hogar de Odín, él siempre ha sido realmente alto...los demás que viven aquí también deben serlo.—
Y en se momento, Ishtar volvió a gritar, finalmente recibiendo una respuesta de alguien.
— Oye...¿Estás perdida? — La voz gruesa de un hombre llamo su atención. Ishtar se congeló en el acto y se giró hacía atrás.
Un hombre alto se acercaba hacía la entrada del Valhalla, vistiendo una gruesa túnica oscura que tapaba todo su cuerpo y parte de su cara, aunque todavía podía ver sus ojos; dos esmeraldas que brillaban con la intensidad de la batalla. Aquel hombre llegó hasta ella y le regaló una amable y dulce sonrisa, a lo que ella únicamente pudo sonrojarse y apartar la vista de él.
— Y-Yo necesito ayuda...no sé cómo terminé aquí pero...quise entrar, y no alcanzo esa cosa para tocar la puerta aproximadamente.— Explicó ella muy avergonzada.
El sujeto parpadeó varias veces y soltó una carcajada, se estaba riendo de buena gana mientras doblaba su cuerpo para recuperar aire. Ishtar inflo sus mejillas y aún más avergonzada, se atrevió a gritarle a un completo desconocido.
— ¿¡Por qué te burlas de mí!? ¡Eres malo! — Exclamó, a lo que hombre solo atinó a taparse la boca para detenerse.
— Lo siento, lo siento... No es por burlarme de tí, es que me recordaste a una amiga mía que siempre ha tenido el mismo problema y por eso jamás sale del Valhalla sin compañía; ella vive aquí.— Explicó mientras pasaba de largo hacía la puerta y colocaba una mano en la madera de esta.
— ¿Una amiga? ¿Acaso haz estado aquí antes? — Quiso saber Ishtar.
— Si, algo así. Está puerta tiene una doble cerradura, una que sirve para tocar y que vengan a abrirte y otra...— Se detuvo y su mano comenzó a brillar contra la madera de la puerta.
Esto hizo sorprenderse a Ishtar quién no cabía en sí de la impresión, además de sentirse emocionada por qué finalmente saldría de la lluvia y la humedad que había allí afuera. El sujeto se alejó mientras la enorme puerta se abría y les daba paso a ambos.
— Un amigo mío me enseñó este truco, la puerta tiene una cerradura mágica que solamente un grupo selecto de personas puede conocer y atravesar y parece aún soy digno de entrar...como sea ¿Entramos? —
El sujeto se había adelantado e Ishtar tuvo que correr para no quedarse afuera en la lluvia, las puertas se cerraron y el camino por el interior del Valhalla comenzó. El sujeto no decía mucho, pero su rostro dejaba ver mucha emoción y alegría se transitar nuevamente esos pasillos que ya había memorizado a la perfección. La Diosa únicamente lo seguía de cerca, para no perderse ni quedar sola e indefensa en un lugar que jamás había visitado.
— ¿Y que haces aquí exactamente? — Quiso saber el hombre mirando a Ishtar por encima del hombro.
— Y-Yo n-no tengo idea... aparecí en el bosque y corrí hacía acá para buscar ayuda o refugio por el momento — Respondió y estaba diciendo la verdad pero omitió mencionar el hecho de acababa de ser atacada por una bestia.
— ¡Oh, verdad, haz estado en el bosque por mucho tiempo, debes estar helada y cansada! — Exclamó él.
— N-No... solamente estoy...— Pero no puedo terminar, una súbita brisa fría le congeló hasta la sangre y sus piernas temblaron y cayeron al suelo de bruces, incapaces de moverse.
Su cuerpo había estado acumulando tanta tensión que no lo soporto más y acabo colapsando en ese momento, presa del frío y el cansancio excesivo que casi la hacen perder la consciencia. El hombre se acercó a ella y la ayudo a levantarse, poniendo sus manos en las pronunciadas y muy femeninas caderas de la mas baja para darle soporte.
La pequeña solamente pudo sonrojarse y sentir un extraño escalofrío por este contacto.
— No te muevas, debes estar muy agotada...— el sujeto se quitó la capa y envolvió a la mas baja en ella, para darle calor a su congelado cuerpo.
Luego de eso y con facilidad, el mayor la cargó en sus brazos como una princesa. La pequeña estaba por morirse de la vergüenza y cara era poco más roja que un tomate maduro.
— No te preocupes, vamos a encontrar a alguien pronto.— Dijo con una sonrisa el hombre.
Era realmente guapo, con facciones masculinas muy duras y firmes, un cuerpo fornido y una de las cosas más destacables era su cabello rojizo el cuál estaba recogido en una trenza alta.
Vestía una armadura algo pesada, pero él parecía moverse con soltura.
Ishtar simplemente se limitó a ser un trapo, dejando que él hiciera lo que debiera hacer...no tenía las fuerzas para luchar o seguir moviéndose, estaba muy agotada.
— G-Gracias, eh...— No sabía el nombre del sujeto.
— Diomedes, es un placer.— Respondió el.
— Ishtar... también es un placer — y dicho esto, se rindió finalmente.
[...]
Brunhilde exhaló, dejando salir una nube de vapor que se perdió en el cielo estrellado y despejado. Sus dos piernas colgaban en el borde del precipicio, mientras ella apoyaba sus manos sobre sus muslos y mantenía su rostro hacía abajo.
Sus ojos ardían, pero no iba a llorar, ya no tenía lágrimas para eso. Hacerlo no ayudaría en nada.
Las estrellas fueron testigos de su momento de debilidad y miedo, incertidumbre que la atacaba y la dejaba sin aire en medio de la nada. Como un guerrero que es apuñalado y pierde la batalla, mirando los ojos de su rival quién decidirá lo que hará con él.
Ella no era una guerrera, solamente era una mujer que por muchos años fue criada por Dioses de la batalla y que le habían inculcado un pensamiento duro y firme, pero ella no era una luchadora que vería siempre lo bueno de cada batalla o desafío.
Sonrió al recordar la cara de aquel humano, Lu Bu Housen cuándo fue a buscarlo y le ofreció la oportunidad de matar a un Dios; el chico no podía estar más emocionado por ello. Ella desearía poder sentirse de esa manera, pero no... El destino la castigó dándole miedo y desesperación.
“ — La humanidad debe ser borrada, es obvio que jamás van a aprender — Exclamó Jerjes desde su trono de oro mirando con furia a las valkyrias.— Dejaron de venerar a sus Dioses y eso les saldrá muy caro —.
— ¡Deben morir, todos deben morir! —
— ¡Ragnarök, Ragnarök! — Todos gritaron con fuerza y fervor.
Gruñó, rabiosa ante ese recuerdo, ante todo lo que había ocurrido. Si tan solo hubiese tenido el poder necesario, habría hecho callar a todos esos Dioses falsos. Pero solamente supo huir, como una cobarde.
Ella no era así, la majestuosa y recta Valkyrias jamás mostró está personalidad ante nadie, pero hasta ella podía quebrarse, ella tenía miedo.
— Sabía que estarías aquí.— La voz de Gëir invadió la habitación, y Brunhilde se vió obligada a apartar su vista de las estrellas para ver a su hermana menor.
— Gëir...— Murmuró ella con sus ojos abiertos, muy abiertos.
— Dejó de llover hace rato y nuestras hermanas ya están más calmadas, pero están demandando una audiencia contigo.
La mayor solamente bajó la cabeza y regresó su vista hacía el cielo, acto que no pasó desapercibido por Gëir quien se acercó a ella hasta sentarse a su lado. Ambas hermanas se quedaron en silencio, dejando que fuese la brisa quién lo dijera todo.
— ¿Recuerdas cuando la hermana Randgriz conoció a Lu Bu? Intentó adiestrarlo como si fuese un gato, debido su enorme contextura y comportamiento animal.— Gëir fue la primera en romper el silencio.
— S-Si...lo recuerdo.—
Brunhilde soltó una risita, el recuerdo aún seguía crudo en su mente. Intentó ponerle un collar, Randgriz siempre tan inocente.
— ¿Sabes por qué admiraba tanto a Randgriz? Jamás tuvo miedo a nada, ni una sola vez.— Continúo.— Ni siquiera cuando los gigantes atacaron Asgard mientras Thor y Odín estaban fuera, ella jamás tembló de miedo ni se preocupó.
» — Ni siquiera cuándo le dijiste que su alma se uniría por siempre a la de Lu Bu y que ambos saldrían a luchar con Thor, el más poderoso de los Dioses Nórdicos. Ella bajó la cabeza ante ti y alzó la cabeza hacía Lu Bu, más que dispuesta a hacerle frente a su destino, no le importó morir junto a él.
— Gëir, tu no tienes que...— Pero fue interrumpida por Gëir.
— Prourd pudo abandonar a Raiden y salvar su vida, pero decidió morir junto a él, en nombre del amor. Alvitr prefirió morir junto con ese rey chino antes de ser una esclava de los Dioses, todo en nombre de la libertad...todas nuestras hermanas se mantuvieron firmes ante la amenaza que tenían enfrente y a pesar de que algunas ganaron y otras no... dieron todo de sí.
» — Hermana, hoy te pido que te levantes, dejes la maldita lloradera y que por favor recuperes esa convicción que nuestras hermanas nos dejaron hace mil años; amor, libertad, valentía, esperanza, firmeza y liderazgo... ¡Esas fueron las esencias de nuestras hermanas y está en nuestro deber absorberlas y hacerle frente a este nuevo desafío que se nos avecina! — Y el pecho de Gëir subía y bajaba rápidamente al haberse quedado sin aire.
Brunhilde estaba impresionada, jamás pensó ver a Gëir hablar con tanto fuego en su ser. Se sintió estúpida por haber estado llorando durante todo ese tiempo, ella, quién siempre fue perfecta y un pilar para sus hermanas, se estaba dejando comer por un sentimiento tan patético como el miedo.
No podía hacer eso, sus hermanas, la humanidad la necesitaba y ella no podía darse el lujo de verse débil.
— ¿Realmente crees eso? ¿Que he perdido la convicción? — Inquirió ella, Gëir titubeó levemente y se quedó callada, a lo cuál su hermana continúo hablando.— Hermana...tengo miedo. Nuestras hermanas han vivido una época de paz luego del traumático evento que nos arrebató todo, y el que ese mismo mal se avecine de nuevo, no sé si puedan soportarlo; no quiero perder la vida qué hemos construido, tengo miedo, Gëir. — Reveló finalmente ella, Gëir apretó su puño en alto y también su cara.
— ¡Yo también tengo miedo! ¡Maldita sea casi me orino del miedo en este maldito momento! — Y ante estás palabras, sacudió su cabeza sonrojada y siguió.— Yo, Gëir...la pequeña e inútil Valkyria miedosa y cobarde que jamás hizo nada, que jamás logró nada en sus milenios de existencia y que simplemente se limitó a ser la damisela llorona que necesitaba ser salvada...
— Gëir...— Brunhilde jamás pensó que su hermana pensara eso de ella misma.
— ¡Tu siempre fuiste perfecta, siempre lo tuviste todo; belleza, inteligencia, fuerza, sabiduría y enormes tetas! ¡Maldición eres capaz de comer y beber al mismo nivel de Thor! ¡Siempre quise ser perfecta como tú! — Volvió a exclamar.— ¡Tienes derecho a estar asustada, tienes todo el jodido derecho pero no tienes el derecho de tirarte ahí a lamentar tus acciones y llorar por el pasado! ¿¡Quién se plantó ante Zeus y lo mandó a la mierda hace mil años!? ¿¡Quien se plantó ante los Dioses con una cara de fuera!? ¡Fuiste tú y solamente tú! —
» — Asumiste toda la responsabilidad, cargaste el peso del Ragnarök en tus espaldas, lloraste en soledad a los caídos, sufriste en silencio por la muerte de cada una de nuestras hermanas, de nuestro hermano Hércules...venciste a los Dioses tu sola, sin la ayuda de nadie, pero eso no volverá a pasar, ¡no voy a permitir que tú cargues con este peso tu sola otra vez y si tengo que morir en batalla, estaré feliz de haber luchado a tu lado, por ellos!
» — Así que levántate, llorona, no estás sola.—
Gëir estaba cerca de ella, con su brazo extendido para ayudarla a ponerse de pie en ese momento. Ese gesto, solamente ese gesto fue suficiente para que las fuerzas de Brunhilde volviese a ella, la mas alta se levantó gracias a Gëir y ambas se vieron fijamente.
— ¡Tu y yo! —
— ¡Yo y tú, juntas contra los Dioses.—
Las palabras de Gëir fueron suficientes, su apoyo fue suficiente para que Brunhilde pudiese sentirse plenamente renovada. Tenían una misión, un desafío que superar y no podían fallarles, no podían darse el lujo de perder en esta ocasión. La Valkyria mayor abrazó a su hermana y está igualmente lo hizo, un pacto de que ellas ahora estaban unidas en una nueva hermandad.
En el pasado protegió a Gëir de más por qué se trataba de una niña, pero ahora su hermanita había crecido y estaba más lista a luchar a su lado.
Ya no era solamente ella, ahora eran ambas hermanas.
— Será mejor que vayamos con los demás, hay un Ragnarök que debemos ganar.— Dijo Gëir.
Al cabo de unos minutos, Gëir y Brunhilde volvieron al punto de reunión donde estaban las demás doncellas y los Einhenjers esperando por ellas, las emociones habían bajado y todos estaban realmente callados. La única que faltaba, era Sigrune que no había querido salir de su habitación y ellas no la juzgaron en lo absoluto, entendieron que necesitaba estar en soledad por un tiempo.
Brunhilde llegó y todos se pusieron de pie, detrás de ella venía llegando Gëir quién rápidamente se colocó a su lado. Sus hermanas dejaron todo en claro con sus miradas y lenguajes corporales, sin embargo la primera en hablar fue Hrist.
— La noticia del segundo Ragnarök fue un golpe duro para nosotros, todos estamos de acuerdo en eso. Pedimos una disculpa si no supimos entender que realmente no tuvieron opción, y que todo esto les afecta igual que a nosotras.— Hlökk se metió para continuar.
— Randgriz, Prourd, Alrune, Mist, Skuld, Alvitr; todas nuestras hermanas se fueron y dejaron un vacío inmenso en nuestros corazones...pero no vamos a permitir que esos Dioses engreídos nos quiten todo lo que nos pertenece y aunque odie decirlo, pueden contar conmigo.—
— Hermanas, enserio lamentamos que...— Fue interrumpida por Gondüll.
— No hay nada que lamentar, no tenemos ninguna otra alternativa y no vamos a ganar nada con lamentos. Debemos hacerle frente a esto, unidas y solamente así podremos ganar esto.— Y ante sus palabras, los Einhenjers asintieron.
— Ganaremos, juntos.— Dijo ahora Nikola Tesla.
— ¡La humanidad es la mejor! — Salto Okita.
— ¡No sabrán ni qué los golpeó! — Exclamó Sasaki.
— ¡Por el Valhalla y por la humanidad! — Exclamó ahora Leónidas.
No más soledad, desde ahora, serían todos juntos y unidos.
Pero en ese momento, tocaron la puerta del salón y esto alertó a los humanos quienes saltaron a la defensiva, ya que ninguno había previsto la llegada o la visita de alguien. Brunhilde se adelantó y con grandes zancadas avanzó hasta la puerta y la abrió de par en par.
Sus ojos no pudieron dar créditos a lo que vieron, pues esto fue algo que la hizo quedarse paralizada. Diomedes estaba parado al pie de la puerta, mirando fijamente hacía la Valkyria mayor con una sonrisa en su rostro, llegando aún a Ishtar en sus brazos.
— ¿Diomedes? —
— Perdón por llegar sin avisar, ¿Aún hay espacio para dos invitados más a la fiesta? —
Al cabo de unos cuantos minutos, los dos nuevos invitados estaban sentados en el salón principal, separados por una moderada distancia uno del otro. Diomedes había sido recibido con cariño y amabilidad, sobre todo por parte de Gëir quién salto a sus brazos y llenó su cara de besos, haciéndolo sonreír. La cara de Leónidas se tornó tan sombría, ni siquiera Jerjes pudo haber lo creído de haberla visto.
Diomedes explicó que simplemente venía de visita ya que había visitado algunos reinos divinos en secreto, algo que algunos humanos errantes solían hacer antes del Ragnarök y de que la presencia humana se convirtiera en una verdadera molestia para los seres divinos. Era un pasatiempo que tenían ambos, Diomedes y Hércules quienes siempre habían viajado juntos, ya que el semidios era una figura heróica y si iba con él, los Dioses no iban a atacarlo.
Un día Diomedes fue con Hércules al Valhalla y ahí se hizo amigo de las Valkyrias, muy amigo de Gëir y Brunhilde en aquel momento y después de eso, solía ir muy a menudo a verlas.
Pero desde el Ragnarök, la cosa se había tornado complicada.
— Ya veo...con que otro Ragnarök, menuda bienvenida me he llevado al llegar.— Soltó el héroe Griego, aunque sus palabras no fueron graciosas.
— ¿Realmente existió el Ragnarök? N-No puede ser...— Murmuró Ishtar quién aún seguía cubierta por la capa de Diomedes y sosteniendo una taza caliente en sus manos.
— ¿Te parece que mentimos? — Soltó Hlökk un poco tosca, a lo cuál recibió una reprimenda muda de Jack.
— ¡N-No l-lo siento! E-Es solo que en mi panteón no se hizo muy publica la noticia de ese evento.— Estaba temblando aunque no precisamente por el frío.— Mesopotamia siempre fue un reino aislado, y la información de los grandes eventos o eventualidades solamente era manejada por los altos mandos, se había hablado de un torneo entre Humanos y Dioses pero todo rumor fue rápidamente silenciado para evitar un problema mayor, y yo quería creer que no había sido real.
— Exactamente ¿Cómo llegaste al Valhalla? Mesopotamia está muy lejos y no hace mucho que fue atacada, me cuesta creer que hayas estado en el ataque y sobrevivido.— Interrogó Leónidas, y muchos de los presentes concordaron con él.
Ishtar simplemente dejó la taza en la mesa y con una voz apagada, habló lentamente.— Mesopotamia estaba siendo arrasada por un monstruo horrible de unos tres metros de altura, una estatura que podría no ser gran cosa pero su poder y fuerza eran una locura... Jamás había visto algo igual.—Sus ojos se llenaron de lágrima.— Asesinó a todos los Dioses, mis amigos, mi hogar...mi hermana.— Susurró, con un terrible nudo en la garganta.— B-Buscaba m-matarme y mi h-hermana me salvó, pero ella también murió...— Se limpió las lágrimas pero eran demasiadas para ella.— C-Cuando acabo con ella, se lanzó a a-atacarme, pero mis manos crearon una explosión que me hizo salir p-propulsada hacía atrás, caí en un río y...desde ahí perdí la c-conciencia.— Finalizó ella, aún derramando muchísimas lágrimas llena de angustia.
Se formó un silencio momentáneo, nadie se atrevía a romper ese silencio, no querían meterse en el dolor y la pena de la mas baja. Hrist no pudo evitar abrazarla, ya que entendía perfectamente el hecho de ver morir tu hermana enfrente de tí... enserio lo entendía.
— ¿No hay nada más, no recuerdas más? — Brunhilde sonó un poco agresiva con sus preguntas.
Ishtar se limpió y miró a la Valkyria.— N-No, es todo... causé la explosión y de ahí no recuerdo nada...— Respondió.
Okita Souji se inclinó hacía ella con una sonrisa.— ¿Puedes crear explosiones? — Quiso saber.
— No, no como tal; simplemente ocurrió, mis habilidades son diferentes.— Respondió y ahora fue Nikola Tesla que le pregunto.
— ¿Cuáles son tus habilidades? — Quiso saber él.
— B-Bueno...soy una Diosa del amor y la fertilidad, soy capaz de hacer que dos personas sientan amor; en este momento estoy usando este poder, pero en esta habitación ya hay personas que sienten amor por otras.— Y en ese momento, Ishtar fijó su mirada en Hrist, Sasaki, Gëir, Leónidas y... Diomedes, aunque esto le pareció increíblemente extraño.— Ella siente amor pero...la persona no está aquí.— Comentó señalando a Brunhilde, quién se sonrojó y desvío la mirada.— También puedo aumentar el líbido y el deseo sexual de las personas con solo estar cerca, aunque claro es solamente si yo quiero; lo estoy haciendo justo ahora.—
Hlökk y Hrist se sonrojaron con fuerza y comenzaron a temblar mientras apretaban las piernas y se mordían el labio. Ambas vieron fijamente a sus Einhenjers y estos sintieron un poco gran escalofrío ante esas miradas de depredador.
— ¡Bien bien, suficiente! — Dijo Brunhilde quién también estaba sintiendo los mismo síntomas que sus hermanas y Gëir tuvo que cerrar los ojos y apartar su cabeza para tratar de calmarse.— Es más que suficiente con eso, Ishtar.
La mas baja asintió un poco apenada y suprimió el uso de sus habilidades, dejó a un lado la taza caliente. Todos se tomaron un tiempo para analizar a Ishtar; sus ropas eran un asco, apenas si estaba vestida tanto como el hecho de que fue atacada como por el hecho de que ella disfruta vestir ropas sensuales y descubiertas, cosas de su cargo y status.
Era una joven bajita de miel levemente bronceada, con un hermoso rostro, pechos de un tamaño pequeño e ideal (más que Gëir) y una figura de infarto, vaya que le hacía honor a su puesto. Pero con una actitud de ángel y poco madura para su edad.
— Ella dice la verdad, tenemos que ayudarla.— Salto Nikola Tesla tomándola de los hombros.— Ahora sabemos que hay algo raro, ya que una bestia atacó su reino y poco después comenzó a ocupación Griega al panteón. Todo suena muy sospechoso y aunque no sepamos de dónde viene, sabemos que no está mintiendo.—
— ¿Cómo lo sabe? — Preguntó Hrist.
— Su lenguaje corporal no miente, es tan fácil de leer como un libro abierto para niños. Su reino fue atacado y tengo la teoría de que todo fue planeado por Apollo.— Dijo él.
— Esa es una acusación muy seria.— Se metió Gëir.
— ¡No importa eso ahora! ¡El Ragnarök es pasado mañana y no hemos comenzado a planear nuestros movimientos! — Intervino Brunhilde. Aunque sus palabras fueron un poco crueles, hizo sentir a Ishtar que su situación poco le importaba.
Aunque teniendo algo como el Ragnarök encima, no eran del todo mentira. Gëir asintió y se acercó a su hermana.
— Hermana, cuenta con nosotros; vamos a elegir a los Einhenjers.—
[...]
Días antes del ataque a Mesopotamia, la reunión de los Dioses y el día de campo en el Valhalla.
— Tiene usted un laboratorio muy grande, señor Belcebú.— Reconoció Thot mientras andaba por los pasillos, siguiendo la marcha de Hermes y Jacinto. Belcebú no hablaba.
— Tantos experimentos ocultos, fácilmente podría venderlos a los panteones y hacerse el Dios más rico de todos.— Intervino Jacinto. Belcebú le lanzó una mirada de odio.
— Mi recompensa no se mide en dinero, una puta como tú no lo entendería.— Y sonó tan brusco, que hasta Hermes se enojo, solamente un poco.
— Tienes razón, no lo entiendo.— Fue todo lo que dijo.
Luego de una larga caminata por el castillo del Dios de las moscas, llegaron hasta una habitación mucho más grande que todas las que habían visto a lo largo del recorrido. La habitación no solamente contaba con mucho espacio, sino también, con muchas cosas dentro.
Estaba llena de artilugios, máquinas es inventos creados por el propio Belcebú.
En el centro había una enorme red de pantallas gigantes dónde se podían ver imágenes de cada uno de los reinos divinos que existían, como si fuese el vigilante de una tienda, observando todo por las cámaras de seguridad. Y no solamente miraba a los reinos divinos, también tenía pantallas llenas de planos y muestras de como iban evolucionando sus experimentos.
Belcebú tomó un control remoto y con él, hizo emerger del suelo una enorme cápsula de vidrio llena de un líquido especial; las aguas del Nun.
Hermes, Thot y Jacinto vieron sus acciones a detalle, y Belcebú no tardó en explicarles lo que estaban viendo.
— Fue difícil encontrarlos, me tomó muchos años hallar todos y cada uno de sus huesos y construirlo por pedazos fue un desafío. Pero aquí lo tienen, la abominación por excelencia y el sirviente perfecto de Lord Apollo; con las duras escamas de Leviathan, el veneno del Jormungandr, la inmortalidad de la Hydra, y muchas mejoras más, él es: Cipactli.
Y el enorme animal con forma de cocodrilo se veía mucho más intimidante en la máquina, completamente dormido y plácido, como si nada en el mundo pudiese atormentar su paz.
Belcebú había sido contratado por Lord Apollo, quién le había ordenado traer a la vida a la bestia más poderosa y salvaje que jamás haya pisado los cielos y que esta fuese su eterno sirviente en su búsqueda de la dominación celestial.
Belcebú profanó incontables tumbas, entró a la profundidades de los abismos más oscuros y puso todo en esa creación. Una abominación incomparable y inamovible.
— Cipactli fue por muchos años, el caos primigenio en los cielos, nadie podía compararse a su monstruoso poder y fuerza. Pero fue derrotado por un Dios Primordial — Continúo.— Cuándo fue derrotado, fue cortado en pedazos y estos fueron esparcidos por todo el cosmos. Cuando Lord Apollo vino a mí, buscando al esclavo perfecto...fue mi oportunidad.— Hablaba con tanta emoción y oscuridad en sus palabras, que hasta un sonrojo de placer se subió a su cara.
La máquina donde Cipactli estaba encapsulado se abrió, sorprendiendo a todos en el acto.— Revisé cada hueco del universo para encontrarlo, aquél rival que finalmente podrá acabar con mi vida, aquel que terminará el trabajo que ese humano inició hace mil años.
Y en ese momento, enfrente de todos, Cipactli regresó a la vida.
SNVLOR
-----------------------------------------------------------
Cipactli, el monstruo y el sirviente definitivo ha resucitado, aquél que destruyó un panteón en menos de un día.
El siguiente capítulo dará inicio al Ragnarök, preparaos para lo que se viene.
Nos vemos pronto, chau.~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top