Capítulo 1: Mil años después.
— ¡Ya llegamos, hermana! —
— ¡Hola, finalmente llegan! —
La pequeña Gëir alzó su mano y la movió de manera enérgica mientras, a la distancia, un hombre ya anciano la saludaba con igual energía.
Las hermanas Valkyrias habían aceptado ir de picnic a uno de los enormes jardines que habían en el Valhalla. Gëir estaba emocionada y Brunhilde se mantenía calmadas pero con muchas ganas asistir.
Mil años después del Ragnarok, las Valkyrias tenían un estilo de vida más que pacífico y aunque a veces lo era demasiado, jamás estaban aburridas.
Gëir había crecido en estatura. Anteriormente midiendo un metro con sesenta y cinco centímetros, había crecido aproximadamente cinco centímetros con el paso de los años. Su mentalidad había cambiado a una muchísimo más madura igualmente, luego de haber vivido los acontecimientos del Ragnarök y con la suficiente ayuda y terapia con sus hermanas restantes.
Había crecido a lo que llamaríamos una adulta en sus veintitrés años.
Aún mantenía sus aire de inocencia y seguía siendo increíblemente sentimental.
Esa tarde vestía con un lindo conjunto colorido para la ocasión, además de llevar su largo cabello morado amarrado en una trenza larga con un broche dorado con forma de flores.
Brunhilde se notaba más adulta que antes y con algunas arrugas que no se notaban tanto a simple vista. Anteriormente midiendo un metro con ochenta y dos centímetros, ahora había crecido ocho centímetros centímetros con el paso del tiempo.
Seguía siendo la misma Valkyria elegante y recta que siempre fué, pero ahora solía sonreír más y su actitud era más positiva. No cambió sus vestimentas, seguía vistiendo su vestido azul con blanco al igual que aún mantenía su peinado y corte de cabello característico.
Ambas hermanas llegaron al centro de la reunión donde estaban reunidos un pequeño grupo de hombres y un pequeño grupo de mujeres por igual, todos ellos bebiendo té y comiendo de un gran pastel colorido que estaba puesto en el centro del círculo.
Los Einherjer del Ragnarok; Okita Souji, Nikola Tesla, Leónidas y Sasaki Kojiro estaban ahí reunidos mientras a sus alrededores estaban aquellas Valkyrias que estuvieron con ellos en el momento de la batalla.
Sigrune, la compañera de Okita Souji estaba sentada justo al lado de este y mantenía un semblante despreocupado.
Ella era una doncella de cabello negro , sumamente oscuro y opaco. Midiendo aproximadamente un metro con setenta y cinco centímetros. Con unos hermosos ojos de color violetas, brillantes y atrapantes a simple vista.
Vestía una armadura de batalla femenina de color negro, ligera para moverse pero lo suficientemente pesada y gruesa como para protegerse perfectamente.
Gondüll, la compañera de Nikola Tesla estaba sentada enfrente de él y era la más animada de los presentes, y lo demostraba con su amable sonrisa. usaba un pequeño sobrero de campo con una flor amarilla en él, además vestía con una elegante blusa blanca sin tirantes ni mangas además de un pantalón marrón que llegaba hasta por encima de sus rodillas.
Hrist, compañera de Sasaki Kojiro y actual pareja de dicho humano, seguía usado su peinado de trenzado y su conjunto de Valkyria elegante. Ella estaba sentada junto a su compañero y mantenía su mirada levemente baja con cierta pena.
— Perdón por tardar, Gëir no se decidía por qué zapatillas usar — Se disculpó Brunhilde.
— Llegaron, que es lo importante — Respondió Sigrune con una pequeña sonrisa y expresión burlona.
— ¿Dónde está Hlökk? — Preguntó Gëir tomando asiento enfrente de Hrist.
— Ella y Jack están en el lago, fueron a dar un paseo — Respondió Hrist.
— Aunque eso se traduce en que Jack quiso ir a caminar y de la nada, Hlökk tenía una razón para seguirlo — Agregó Gondüll tapándose la boca para reír.
Brunhilde se sentó junto a Gëir y Sasaki fué el primero en hablarle.— ¿Y como han estado los asuntos diplomáticos del Valhalla? Eso de separarse de Asgard debe ser algo engorroso.
— Aún estamos en ese proceso, pero el Valhalla ya es una propiedad aparte así que no hay tanto conflicto, sobre todo por qué Thor no tiene tanto interés en el Valhalla.
— ¿Eso las convierte en las dueñas de ese lugar tan gigante? — Preguntó Okita.
- En efecto, así es - Respondió Brunhilde.
- En ese caso, salud por las Diosas del Valhalla - Dijo Nikola de manera juguetona, todos alzaron sus tacitas de té para brindar.
- ¡Salud! - Gritaron todos presentes con grandes sonrisas.
Y luego de eso la pequeña reunión transcurrió de manera normal y sumamente alegre para los invitados a esa reunión. Siendo Leónidas y Gëir quienes más hablaban entre ellos ya que eran lo más cercanos junto con Sasaki y Hrist.
Leonidas y Gëir se habían unido en volund para luchar contra Odín y eso los había vuelto más cercanos. En poco tiempo se hicieron grandes amigos, aunque... habían otros sentimientos.
Brunhilde por su parte era más una expectadora en la reunión, pero aún así se sentía bastante cómoda y a gusto con este tipo de actividades.
Después del Ragnarok, se permitió ser más sentimental.
- Estos mil años fueron muy pacíficos - Murmuró Sasaki tomando asiento junto a Brunhilde.
El rato había pasado y ahora Gëir jugaba por los jardines con sus hermanas y los otros tres Einherjer, dejando a Brunhilde y a Sasaki a solas un rato.
La mayor giró su cabeza para verlo fijamente.
- Fueron los mejores, y eso no lo negare.- Respondió ella.
- Pero...¿Que pasará ahora con la humanidad después de estos mil años? Ya luchamos por nuestra supervivencia y ganamos mil años de vida -
- No quiero gastar neuronas pensando en eso. Ya conseguimos nuestra independencia del Valhalla y el Consejo de Dioses, no deberíamos tener problemas más allá de nuestras trivialidades. Quiero disfrutar mi eternidad junto a las pocas hermanas que aún me quedan. - Su mente era azotada por mil recuerdos dolorosos, recuerdos que trataba de reprimir o ignorar.
- Tranquila, se a lo que te refieres y te entiendo perfectamente - Sasaki sonrió abiertamente y se acostó en el suelo para ver la nubes.- Sabes, amo mi vida y sería capaz de defenderla sin importar que -
Brunhilde sonrió y miró hacía el campo del jardín donde Gëir quien estaba encima de los hombros de Leónidas, jugaba a derribar a Okita quien estaba encima de su Valkyria.
Solamente pudo sonreír ante esa escena tan divertida para ella mientras con lentitud iba hasta la canasta de comida de picnic y tomaba una pequeña rebanada de pastel para comerla con calma. Debido a una mala influencia, ahora era más propensa a estar comiendo dulces más que comida normal.
Aún se odiaba a si misma por adquirir las mañas de ese iluminado, pero tampoco podía culparlo mucho por eso. Los humanos producían buenos postres y dulces, mejores que las típicas comidas de los banquetes divinos.
Con pocos segundos de haber comenzado, dos nuevas personas llegaron al encuentro. Una de ellas, una señorita de baja estatura y cuerpo de niña aunque con una cara y el carácter de una fiera, junto a ella, un hombre mayor con algunas arrugas en su cara y un cabello canoso en su totalidad.
Jack saludó con un ligero apretón a Sasaki Kojiro y con una leve inclinación de cabeza a Brunhilde, con la educación y modales que le habían inculcado desde pequeño. Hlökk por su parte emitió un gruñido furioso y se sentó bruscamente sobre la manta rosa para no ensuciar su hermoso vestido pomposo de color violeta.
- ¡No puedo creerlo, sencillamente es algo imposible! - Chilló mientras tomaba una taza de té y la llenaba hasta el tope con dicha bebida - ¡Hermana, disculpame por mis malos modales pero es que estoy enteramente encabronada!
- ¡Miss, what language! - Reprendió Jack.
- Eh...-
- Para resumirlo; estábamos en el lago comiendo un postre y una bandada de patos se lanzaron contra madame Hlökk en un intento por quitarle su postre.- Jack támbien se sentó, justo al lado de Hlökk.
Brunhilde empleó todas sus fuerzas para no reírse ante la comica escena, mientras que Sasaki no lo logró y soltó una carcajada sonora y estridente de diversión total. Enojada, Hlökk bebió su té mientras trataba de ignorar al espadachín burlándose de ella.
- Pájaros insolentes, quería ahorcarlos - Farfulló con enojo e inflando las mejillas.
- Señorita, haberlos atacado los habría puesto más violentos - Jack trató de calmarla pero la fiera le lanzó una mirada asesina que lo hizo callarse.
- Almenos no ensuciaron tu vestido - Kojiro no ayudaba.
- Eso habría significado la extinción completa de ese grupo de aves feas.- Atacó ella, Brunhilde aún mantenía una sonrisa boba.
La Valkyria mayor se acercó a ellos y les regaló un poco de los aperitivos que Gëir había preparado, dejando a Kojiro a una distancia alejada pero donde aún podía incluirse a una conversación.
- ¿Cómo han estado las cosas para ustedes? - Se interesó Brunhilde.
Luego del Ragnarok, los Einherjer habían tomado diferentes sitios del Valhalla para habitar y aún estaba en contacto y casi siempre se reunían, muchos de ellos iniciaron pequeñas vidas individuales.
Siendo que Sasaki y Hrist se la pasaban más que nada en jardines leyendo o teniendo citas como si fuesen dos adolescentes.
Nikola Tesla creó un laboratorio donde se dedicaba a continuar con sus estudios, investigaciones e inventos y con ayuda de Gondüll todo era más sencillo.
Por su parte, Brunhilde se dedicaba más a la tarea de cuidar y resolver los asuntos diplomáticos y políticos del lugar. A pesar de que el Valhalla no estaba asociado a ningún panteón, aún tenía que mantener la economía y continuar con la administración del lugar. Un ejemplo es el hecho de que muchos Dioses aún demandan la propiedad del Valhalla y se niegan a aceptar el hecho de que lo perdieron, así qué Brunhilde se encarga de estas situaciones.
Gëir se había hecho la promesa de ayudarla y apoyarla por lo cuál se convirtió en una embajadora o mensajera del Valhalla a los demás panteones.
- Nosotras hemos estado muy bien, hoy decidimos venir a descansar de nuestras labores - Respondió Hlökk.
Hlokk y Sigrune se habían quedado con la tarea de guíar a las almas que llegaban al Valhalla para que tomasen el respectivo camino que les correspondía en aquel enorme lugar. Y con esta tarea recibieron la ayuda de Jack y Leónidas, por qué solas se habrían vuelto locas con una tarea tan pesada.
Era una gran ironía que un guerrero espartano y un asesino inglés fuesen buenos con trabajo de oficina.
- Muchas almas llegan al Valhalla, así que no hay aburrimiento - Compartió Jack.
- Ciertamente es algo agotador, pero hemos sabido sobrellevarlo - Agregó Hlökk sirviendose su tercera taza de té.
- Y enserio les agradezco eso - Dijo Brunhilde con sinceridad.
Hlökk le regaló una sonrisa amable y Jack simplemente asintió con la cabeza en un gesto cortés. Luego de esto, el silencio volvió a reinar en el pacífico jardín.
Ese sentimiento de amor y comodidad volvió a Brunhilde, haciendo que esbozara una hermosa sonrisa de felicidad. Amaba su nueva vida y ella también haría cualquier cosa por protegerla.
Pasaron aproximadamente dos horas, Brunhilde, sus hermanas y los humanos estaban todos reunidos, formando un círculos mientras hablaban animadamente entre ellos. Las Valkyrias realmente tenían mucho tiempo sin hacer este tipo de reuniones, a pesar de haber vivo juntas durante siglos y milenios enteros.
La última reunión, había sido cuándo Thor contrajo matrimonio, las Valkyrias la pasaron particularmente bien cuándo Loki les dió Hidromiel a todas en secreto.
La nostalgia asalto a las Valkyrias, pero no iban a permitir que los recuerdos del pasado dañaran el presente, puesto que no valía la pena amargar una divertida quedada entre humanos y Valkyrias.
Brunhilde lo sabía, ella ya no podía vivir en el pasado, por más que extrañase a sus amadas hermanas. Prefería seguir viviendo el presente, con las hermanas que aún le quedan.
Nuevamente se dijo a sí misma, que los recuerdos del pasado no volverán a dañar su presente, y esto era lo mejor para ella y para quienes la rodeaban y necesitaban.
— ¡Vamos hermana, sonríe! — Exclamó Gëir tomándola por sorpresa y sacándola de sus pensamientos. Pero en ese momento, ella se tropezó y cayó al suelo, esto si que hizo reírse a Brunhilde.
Reír... Hace tanto que no reía, hace tanto tiempo que no era tan feliz como ahora.
...
Poco se oía en aquella habitación; la melodía suave y agonizante de un órgano resonaba con eco en aquel amplio laboratorio lleno de pantallas, cápsulas y máquinas.
El azabache se deleitaba con la melodía, mientras tomaba apuntes en su diario, un librito viejo y gastado lleno de apuntes desorganizados y sucios.
Mil años habían pasado, y Belcebú ya se había acostumbrado a las prótesis robóticas que tenía en su cuerpo (las cuales eran numerosas) y debía reconocer que estás facilitaban su trabajo. Pero actualmente estaba estancado en un proyecto especial, ambicioso y que sin duda cambiaría el curso de la historia para toda la eternidad.
Dejo salir un suspiro y puso su bolígrafo en la mesa de vidrio sobre la cuál estaba apoyado, solo bastó un movimiento rápido de su mano para que sus sospechas se aseguraran.
Una onda vibratoria de aire cortó la calma del lugar y fue suficiente para destruir al monstruo por la mitad, llenando el suelo de sangre y tripas moradas que se esparcieron por todos lados. Otro que moría de un golpe, predecible.
— ¡Vaya, que asombroso espectáculo! — Esa voz...esa molesta voz. La odiaba.
Gruñó y volteó su vista al monstruo que yacía muerto y destripado en el piso de cerámica brillante. Era grande y delgado, de físico larguirucho y sin aparentemente nada de poder físico. Decepcionado, observó el cadáver y le dedicó una mirada de desprecio total.
— Sujetó de prueba número 3.456...muerto de un golpe.— Escupió finalmente — Ninguno es capaz de durar más de dos segundos, ninguno tiene el suficiente poder.
— Divertido, muy divertido...— Sonó una voz burlona y sumamente odiosa a los oídos de Belcebú.
Dicha voz solo podía venir de una persona, y aunque su voz era realmente bonita, Belcebú la odiaba muchísimo. El dios de las moscas no dejo de anotar en su libreta gastada, ignorando completamente las palabras del dueño de dicha voz burlona
— "Bubuu" ¿Me estás ignorando? — Nuevamente esa voz, era una molestia.
— Si vuelves a llamarme así, te juro que...— Amenazó con poderío, pero el joven le interrumpió en seco.
— ¿Vas a destruirme? Me gustaría verte intentarlo.— Dijo la voz desde sus espaldas, esto tomó desprevenido al Dios de las moscas. Ese chico tenía el talento de ser tan discreto como un gato, nunca hacía ruido al caminar y estaba en todos lados.
Belcebú se volteó y con una mueca de fastidio, le dedicó una mirada fija y penetrante.— ¿Que quieres aquí, Jacinto? — Demandó saber.
— En realidad, no es el único que ha venido...— Otra voz apareció de la nada.
Atenea, Diosa de la Sabiduría y la Guerra que servía como mano derecha en el gobierno de Apollo.
Atenea era alta, pasaba los dos metros de altura y vestía con una armadura completa de color blanco que se ceñía perfectamente a su cuerpo y figura esbelta y fornida.
Su piel era clara, como la de su padre y hermanos.
Su cabello era negro como la noche, pero al resplandor de la luz cambiaba a destellos azules. Sus ojos eran dorados como los de Zeus y su rostro era redondo, pero no muy marcado.
A su lado venía un sujeto alto y de piel oscura, vestido en elegantes ropas egipcias, como si se hubiese preparado para un evento realmente formal o un acontecimiento importante para los cielos.
Su cabeza era peculiar, pues su cabeza era la de un pájaro muy exótico llamado "Ibis" y su plumaje era verdoso, azulado y con leves destellos blanquecinos.
Se trata de Thot, Dios de la sabiduría y las artes.
— Buenas noches, Lord Belcebú; ganador del Ragnarök y amo y señor de las tinieblas.— Thot solía ser así, hablaba con muchos preámbulos.
— Jacinto, Atenea, Thot...espero que tengan una buena razón para haber venido a mis tierras los tres.— Belcebú no se veía nada cómodo con tanta gente, menos con Thot, quién desprendía una estela blanquecina como si la luna estuviese parada ahí en su salón.
— Estás en lo correcto.— Atenea extendió un pergamino, Thot hizo mismo y esto dejó perfectamente en claro lo que estaba ocurriendo. Había asistido por órdenes de Apollo.
— Ya sabes por qué hemos venido, la pregunta es realmente estúpida.— Saltó Jacinto.
— Lord Apollo ha esperado demasiado, tu trabajo está tardando más de que se tenía previsto.— Añadió Atenea, con más calma y claridad.
— Lord Anubis también se encuentra impaciente, en nacimiento de la bestia ha demorado demasiado.— Señaló Thot y Belcebú tragó saliva.
El Dios azabache miró a todos los presentes en su laboratorio y tomó asiento en su silla de trabajo mientras apoyaba sus manos sobre sus rodillas en posición de pensador.
— Deben de saber que esté trabajo es complicado, no por nada estamos hablando de traer a la vida a una abominación como esa.— Trato de su justificar su demora y francamente no se equivocaba.
— Aún así, agradecemos mucho el usted nos dejara ver los avances de tu trabajo; si no te importa en realidad.— Insistió Atenea, Thot asintió y Jacinto igual.
— Absolutamente no. Ni siquiera ustedes pueden saber de esto, sus vidas correrían tanto peligro como la mía.— Estás palabras de Belcebú no hacían sentir cómoda a la Diosa.
— No es una petición, Belcebú. La conquista es dentro de unos cuantos días y Apollo espera que tú hayas terminado el trabajo para ese entonces.— Espetó ella.
— Es "señor Belcebú" para tí, mocosa.— Y ante la creciente tensión, Jacinto intervino.
— Wowow creo que estamos poniéndonos muy tensos por aquí. Bubuu, entiendo lo que nos dices, pero esto es algo que se escapa de nuestro control.
» Apollo nos cortará la cabeza si regresamos con informes vacíos, además que las relaciones entre la Duat y el Olimpo dependen del éxito del surgimiento y el éxito de tus experimentos, la conquista es un tema muy importante y serio. Por favor, solamente danos lo que necesitamos y nos iremos de aquí en santa paz.
Belcebú se lo pensó dos veces, realmente inseguro de darles a conocer los horrores de su trabajo. Pero viendo que todos venían en representación de los Dioses que le dejaron encargado de dicho trabajo, realmente no podía negarse a dejarles ver los avances de su trabajo tan arduo.
Echó la cabeza hacia atrás y suspiró.
— Supongo que no más opciones. Está bien, les mostraré.— Respondió, al recuperar la compostura, los observó a los tres.— Vengan conmigo.—
El grupo de Dioses se unió y juntos caminaron por un pasillo oculto detrás de una enorme puerta de metal cerrada. La única luz que entraba en el lugar era la de las pantallas y aparatos tecnológicos, lo cuál impresionó a los presentes al ver lo amplio que era el laboratorio.
La más sorprendida era Atenea.
— Tiene usted un laboratorio muy grande, señor Belcebú.— Reconoció Thot mientras andaba por los pasillos, siguiendo la marcha de Atenea y Jacinto. Belcebú no hablaba.
— Tantos experimentos ocultos, fácilmente podría venderlos a los panteones y hacerse el Dios más rico de todos.— Intervino Jacinto. Belcebú le lanzó una mirada vacía.
— Mi recompensa no se mide en dinero, alguien como tú no lo entendería.— Y sonó tan brusco, que Atenea se enojo, solamente un poco.
— Tienes razón, no lo entiendo.— Fue todo lo que dijo.
Luego de una larga caminata por el castillo del Dios de las moscas, llegaron hasta una habitación mucho más grande que todas las que habían visto a lo largo del recorrido. La habitación no solamente contaba con mucho espacio, sino también, con muchas cosas dentro.
Estaba llena de artilugios, máquinas es inventos creados por el propio Belcebú.
En el centro había una enorme red de pantallas gigantes dónde se podían ver imágenes de cada uno de los reinos divinos que existían, como si fuese el vigilante de una tienda, observando todo por las cámaras de seguridad. Y no solamente miraba a los reinos divinos, también tenía pantallas llenas de planos y muestras de como iban evolucionando sus experimentos.
Belcebú tomó un control remoto y con él, hizo emerger del suelo una enorme cápsula de vidrio llena de un líquido especial; las aguas del Nun.
Atenea, Thot y Jacinto vieron sus acciones a detalle, y Belcebú no tardó en explicarles lo que estaban viendo.
— Fue difícil encontrarlos, me tomó muchos años hallar todos y cada uno de sus huesos y construirlo por pedazos fue un desafío. No solamente encontrar el cadáver, también encontrar las otras partes con las cuales reconstruí el cuerpo.
» Pero aquí lo tienen, la abominación por excelencia y el sirviente perfecto de Lord Apollo; con las duras escamas de Leviathan, el veneno del Jormungandr, la inmortalidad de la Hydra, y muchas mejoras más, él es: Cipactli.
Y el enorme animal con forma de cocodrilo se veía mucho más intimidante en la máquina, completamente dormido y plácido, como si nada en el mundo pudiese atormentar su paz. Conectado a diferentes tubos que servían para facilitar su respiración y la ingesta de nutrientes.
Belcebú había sido contratado por Lord Apollo, quién le había ordenado traer a la vida a la bestia más poderosa y salvaje que jamás haya pisado los cielos y que esta fuese su eterno sirviente en su búsqueda de la dominación celestial.
Belcebú profanó incontables tumbas, entró a la profundidades de los abismos más oscuros y puso todo en esa creación. Una abominación incomparable y inamovible.
— Cipactli fue por muchos años, el caos primigenio en los cielos, nadie podía compararse a su monstruoso poder y fuerza. Pero fue derrotado por un Dios Primordial — Continúo.— Cuándo fue derrotado, fue cortado en pedazos y estos fueron esparcidos por todo el cosmos. Cuando Lord Apollo vino a mí, buscando al esclavo perfecto...fue mi oportunidad.— Hablaba con tanta emoción y oscuridad en sus palabras, que hasta un sonrojo de placer se subió a su cara.
La máquina donde Cipactli comenzó a emitir algunos ruidos e incluso comenzó a burbujear, como la bestia estuviera respirando.— Revisé cada hueco del universo para encontrarlo, aquél rival que finalmente podrá acabar con mi vida, aquel que terminará el trabajo que ese humano inició hace mil años.
— Impresionante.— Susurró Atenea.
— Su trabajo será bien recompensado, señor Belcebú.— Añadió Thot con una sonrisa complacida.— Asumo que tendrás una copia sobre los planos del proyecto, dónde podremos ver toda su biología y datos de su genética.—
Belcebú se acercó a una gaveta de su mesa principal de trabajo, sacó un fajo de hojas las cuales estaban llenas de toda la información solicitada. Sin más, se las entregó a ellos, Atenea les dió una rápida ojeada.
Por su parte, Jacinto caminó hasta una de las mesas y ahí vió una de las hojas de proyectos, uno en particular que le arrancó un silbido de sorpresa. Belcebú se percató de esto y solamente le lanzo una mirada de reproche, pero Jacinto solamente le sonrió y regresó con el grupo.
— ¿Cuando estará listo? — Preguntó Atenea.
— Un par de días, dos días a lo sumo.— Respondió él.
— Es demasiado tiempo, la conquista es en una semana y media.— Apuntó ella, a lo que Belcebú alzó su mano para frenarla.
— Estoy consciente de eso, sin embargo, es lo maximo que puedo hacer. Díganle a Apollo que no es necesario cambiar los planes, el proyecto estará a tiempo.—
SNVLOR.
Publicado el 22/04/2025.
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