13
Suspiro mirándose en el espejo, acomodando el cinto blanco y las botas del mismo color.
—Las medidas están perfectas—comentó Baji viendo desde la puerta.
—Me gusta... —murmuro girando sobre su eje—Tiene un toque de 1980.
Consistía en una falda negra por debajo de las rodillas y una camisa del mismo color de mangas largas, con los toques dorados que mostraban elegancia y poder.
—A mi también me gusta—concordó estirando sus brazos y levantando sus piernas mientras se acercaba hasta la albina—Pero no se si me deje moverne libremente.
—Pues provemos—exclamó lanzando una patada a la cabeza de su amigo que fue detenida con el antebrazo del contrario.
—Me alegro que te agregara un short—dijo bajando la mirada a la falda recorrida—Eso me dolió.
—Que bueno.
—Vámonos antes de que tu madre llegue y la mía despierte—susurro apuntando con la cabeza la ventana.
—Aun no puedo creer que vivimos juntos.
—Yo tampoco, es extraño ver tu pálida cara de abuelita todos los días y a todas horas.
Recibió una patada en su espinilla que lo hizo doblarse de dolor.
—Creo que me voy ha adelantar—informó sonriendo con falsedad. Saliendo por la ventana de un brinco y miro al peli negro listo para seguirla.
Apenas avanzaron unos pasos una luz los encandiló a ambos. El reconocido carro de la doctora les tapaba el camino.
—¡Niños!—grito la madre de Oyuki bajando del vehículo—¿A donde van tan temprano? Apenas esta saliendo el sol.
—Atrapados—exclamó Baji levantando los brazos como un criminal.
—Una foto, nos vamos a tomar una foto con los chicos—dijo tranquila, pues no estaba mintiendo del todo.
—Están... ¿Utilizando trajes? Como los pandilleros—inquirió preocupada—En que se metieron.
La cansada mujer masajeo el puente de su nariz; había trabajado todo la noche en el hospital y se va enterando que su hija se encontraba metida en una banda de criminales.
Había confiado mucho en ellos.
—Todo está bien mamá—habló con voz serena para tranquilizar a su madre—Solo somos los chicos y yo.
—Oyuki, Keisuke, regresen a casa—demandó con autoridad—No saben en lo que se están metiendo, están castigados los dos.
Fruncio el ceño deteniendo a su amigo que estaba a punto de regresar—Adelántate, yo te alcanzó—ordeno pasándole unas llaves.
—No Keisuke, tú regresaras a casa y hablaremos con tu madre.
—Te vemos haya.
El chico entre la espada y la pared tomó su decisión: correr. Yéndose en la moto a toda velocidad al punto de encuentro.
—¡Keisuke!—le grito la mujer al ver como se iba hasta perderse—¿Por que no me hacen caso? Solo quiero protegerlos y no quiero que arruinen su futuro.
—Mamá... No te metas—advirtió mirándola fijamente. Recordándole a la mujer a quien una vez fue su pareja, su hija tenía la misma mirada.
—Oyuki... Hija, por favor—susurro temblorosa—Estar en estas cosas no trae nada bueno, las drogas, el dinero, las armas. Nada es bueno.
—Tenemos doce años, no nos interesan las drogas—aclaró firme—Yo voy a proteger y cuidar a esos chicos mamá, te imploró que me permitas estar con ellos.
—Estar en esas cosas te llevará a la muerte—mencionó jalando su cabello ansiosa—Tú eres inteligente Oyuki, sabes lo que podría pasar. No estas actuando como normalmente lo haces, piensa en el futuro.
—Lo hice. Por eso les pedí unirme a ellos—sonrió de lado—Voy a protegerlos mamá.
No la dejó hablar y corrió a la moto encendiendo el motor para acelerar.
—¡Oyuki!
Los gritos de su madre no impidieron que siguiera avanzando. Conocía los riesgos y peligros más que todos sus amigos, por esa razón estaría con ellos desde adentro, sería quien se mantendría cuerda y con la mente fría. Sería el adulto entre el grupo de pre-adolescentes infantiles que habían formado una pandilla sin considerar los peligros.
Aceleró encendiendo los focos, iluminando el camino obscuro de la madrugada, a lo lejos miraba el sol salir. Estaba agradecida con Shinichiro por haber sido tan paciente con ella como para enseñarle a manejar una motocicleta.
Todos se unirían para tomarse una foto del inicio de ToMan e ir a la playa. Los fundadores de una nueva pandilla y era, reunidos en el centro de Shibuya.
. . . . .
Distraída en sus pensamientos logró escuchar los alborotos de los chicos, quejándose de la lenta moto del líder.
Peleando por ver quien iría a recargarla de gasolina, ya que su dueño no parecía querer hacerse responsable.
Finalmente mandado a Baji a regañadientes.
—¿Estas bien Udai-san?
—Mamá y yo discutimos... Es la primera vez que sucede—confeso cruzándose de brazos.
Esperaban reunidos a Baji.
—Antes también discutía con mi madre por trabajar tanto—menciono sincero—Ahora ya no le doy muy importancia, simplemente lo acepte.
—Mitsuya, eres todo un hermano mayor.
—Estoy para escuchar.
—¿Y Mikey?—pregunto repentinamente Kazutora.
Voltearon a todas partes pero ya no estaba, se había ido.
—Llamaré a mi mamá, ustedes deberían ir por esos dos—aconsejó la albina sacando el telefono—Los espero.
—Esperare contigo Udai-chan—aviso el de cabellos lilas sentándose en el pavimento.
—No tardaremos—les dijo Draken subiéndose a su moto, al igual que los otros para ir por Baji y Mikey.
Marco al número y espero pacientemente a que contestará, luego de cuatro tonos respondió.
—¡Oyuki!, oh por Dios. ¿Estas bien? ¿Donde estas hija?—atacó con preguntas intranquila, se escuchaba sus mocos y la voz entre cortada por las lágrimas—¡Iré por tí!
—.... Perdón mamá, fui muy dura contigo—se disculpó cerrando los ojos—Es la primera vez que te hable de esa manera, no quería hacerte llorar.
—Te voy a apoyar, pero por favor no te apartes de mí—rogó la mujer volviendo a llorar—No te vayas con tu padre y me abandones como lo hizo tu hermano.
Ahí fue cuando Oyuki se dio cuenta de que tan destrozada su madre con la ida de su hermano mayor, lo había perdido y no quería que volviera a pasar con ella.
—No te voy a dejar—aclaró con seguridad—Eres la mejor mamá del mundo, siempre me has dado todo lo que te pido sin ponerme restricciones o preguntar el por que lo quiero.
—Tú también eres la mejor hija del mundo Oyuki, nunca me diste problemas y tampoco necesitas mi ayuda con tus tareas. De hecho es la primera vez.... pero prometeme que tendrás mucho cuidado en lo que estas metida.
—Ve a casa, iré en un rato. Te amo much-
Se callo al escuchar un el derrape junto el sonido de un pitido y el desgarrante grito de la mujer.
El corazón de la menor comenzó a bombear la sangre más rápido, sus manos sudaron y quedó paralizada al escuchar el estruendo del choque.
Todo había sucedido en segundos.
—.... ¿Mamá?
Sus ojos se abrieron como platos y dejó caer el teléfono. Congelada inicio un ataque de pánico, las piernas le dejaron de funcionar, y colapsó, su cuerpo cayó hacia delante siendo atrapada por unos brazos.
Miraba a todos lados pérdida con la vista borrosa por las lágrimas, pero por alguna razón no podía gritar y había dejado de respirar.
La persona que la atrapó le gritaba cosas, pero ella no lograba escuchar o entender....
Fue mi culpa—pensó.
«𝘋𝘦𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪ó𝘯. 𝘊𝘶𝘭𝘱𝘢. 𝘔𝘦𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰𝘭í𝘢. 𝘋𝘦𝘤𝘢𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰. 𝘕𝘰 𝘴𝘰𝘺 𝘤𝘢𝘱𝘢𝘻 𝘥𝘦 𝘦𝘹𝘱𝘳𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵í 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘶 𝘱é𝘳𝘥𝘪𝘥𝘢, 𝘯𝘰 𝘴𝘦𝘳í𝘢 𝘤𝘢𝘱𝘢𝘻 𝘥𝘦 𝘴𝘰𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘳𝘭𝘰 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻. 𝘚𝘦 𝘴𝘶𝘱𝘰𝘯𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴, ¿𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘤𝘢𝘳𝘢𝘫𝘰𝘴 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘵𝘦𝘨𝘦 𝘢 𝘮𝘪?»
No me maten.
¡Gracias por leer!
Ayame🔥
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