06
La pequeña niña se encontraba sentada en el asiento trasero del coche, sus lentes obscuros y prenda la hacían destacar junto a el montón de bolsas de distintas marcas.
Podríamos decir que su padre le estaba comprando todo lo que pedía para llenar ese vacío que había dejado luego de siete largos años.
—Es la última tienda—señalo el enorme edificio enfrente suya—Iremos rápido por que ya es tarde y tu mamá te esta esperando en casa.
—Vamos Oyuki—le habló su hermano abriéndole la puerta y extiendole su mano como todo un caballero.
Soñada por tantas cosas acomodo sus lentes y la pequeña corona.
Ambos hombres la protegían como sus guardaespaldas, lo que la hacían sentirse mucho más linda o querida, era un nuevo sentimiento y realmente le encantaba.
Entraron a la tienda y caminaron siguiendo los pasos de la albina.
—Quiero eso—declaró sonriendo levemente.
—Eso es de niño... —aclaró el padre tomando la ropa en sus manos.
—¿Y que tiene? Es bonito, también llevaré ese.
Extrañados se miraron entre sí.
—Pero no es de tu talla—informó el peli negro.
—No importa—exclamó lanzando al carrito un par playeras y suéteres tallas más grandes que el de ella.
Ya no era ropa femenina o accesorios de niñas, solo cosas de niños; aun así ambos hombres no decidieron opinar o cuestionar nada, era el día de Oyuki después de todo.
Terminando de pagar la fémina quedó dormida en brazos de Tenma, para cuando volvió a despertar ya se encontraba en casa y en su cama. Giro y volvió a girar, cerro los ojos intentando dormir pero no lo logró, cansada miro el techo por unos minutos.
Brinco de la cama pensando que todo había sido un sueño, pero se equívoco, todas las bolsas se encontraban regadas por la habitación. Adormilada entró a la sala, su mamá se encontraba dormida en el sofá con la tele encendida y un plato con algunas palomitas.
Había llegado tarde para la noche de películas que su madre le había prometido.
—Voy con Kei—le habló a su madre.
—Antibiótico cada ocho horas—respondió la mujer soñando. Los fines de semana era cuando descansaba... Pero parece que hasta en sus sueños también trabajaba esos días.
Camino de puntillas a la puerta del departamento y salió corriendo al edificio de a lado, más específico a cierto piso y número. Tocó la ventana de la habitación de su amigo y se paro de puntillas para asomar la cabeza.
—Pss, Baji, pss—susurro/grito al niño—Oe Kei—volvió a insistir sin obtener respuesta—¡Baji Keisuke!
—¡Ah!—grito el niño levantándose de su cama asustado—¿Oyuki, qué rayos haces aquí? ¡Son las cuatro de la mañana!
—No puedo dormir.
—¿Y a mi que me importa?—cuestionó irritado.
—Dejame pasar, hace frío—No escucho respuesta pero supuso que si la había escuchado claramente—¡Apurate!
—¡Ya voy mandona!—exclamó. Sus pisadas se escuchaban por todo su departamento, todos los giros de llaves sonaron hasta que la puerta fue abierta mostrando a Baji despeinado—Pasale antes de que te cierre la puerta en la cara.
—Estas más enojado de lo normal...
—¿Será porque me despertaste a las cuatro de la mañana?
—No creo.
Ambos pasaron a el cuarto del chico y se acostaron en la cama tapándose con las sabanas, acomodandose los dos en el colchón.
Baji le daba la espalda a su amiga mientras ella se comía su cabello e intentaba quitárselo del rostro.
—Tú cabello creció mucho—susurro escupiendo los delegados cabellos.
—Lo voy a cortar.
—¡No lo hagas! Así es bonito.
—Entonces no lo cortare, en cambio tu si lo harás.
—Me parece justo.
Quedaron nuevamente en silencio, sus respiraciones y latidos era lo único que se alcanzaba a escuchar en la habitación.
—¿Y tu mamá Kei?—pregunto curiosa, la mujer ya se habría dado cuenta de su llegada y escándalo que habían armada en la entrada.
—Volvió a salír.
Sus ojos se entre cerraron acostumbrandose a la obscuridad.
—Feliz cumple años Keisuke—felicitó aun admirando su espalda—Lamento no haberte visto hoy.
—La tía me contó que saliste con tu padre y hermano...—la voz le temblaba—No sabía que tenías hermano.
—Tengo un padre y un hermano que nunca había conocido, aun lo estoy procesando—dijo desviando los ojos al techo—Aún así, nunca te cambiaría por nada del mundo.
—Por favor no me dejes sólo, es aburrido y frío estar aquí. Papá ya no regreso y mamá cada vez se va más tiempo sin avisar—aunque no lo miraba a la cara imagino que ya debería estar llorando en silencio, los mocos lo delataban.
—Baji... —entristecida por el rumbo que tomaba la vida de su amigo recordó las palabras de su madre—Yo nunca te voy a abandonar, estaré a tu lado siempre como tu angel guardián.
—Gracias Udai—murmuro limpiando las lágrimas de sus mejillas.
El pequeño brazo de la albina paso por encima del contrario, quedando pegados sus cuerpos, sintiendo con mayor intensidad los latidos en su espalda. No era la primera vez que ella lo abrazaba mientras dormían, acostumbrado se relajó sintiendo el aire de la respiración cerca de su nuca, arrullandolo extrañamente.
—Estan frías tus manos—mencionó sufriendo un escalofrío por todo su cuerpo.
—Tú estás calientita, como el oso de peluche que rompiste de niño.
—No recuerdo que haya pasado de esa forma—se defendió frunciendo el ceño un poco.
—Lo que tu digas.
Cálidamente ella lo mimaba, acariciando su cabello, haciéndole recordar que no estaba tan solo como el lo pensaba.
La tenía a ella y a su amorosa madre tratándolo como su propio hijo.
Que triste vida para un niño de ocho años recién cumplidos.
«𝘕𝘰 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵í𝘢𝘴 𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘴𝘰𝘭𝘰... 𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢 𝘮𝘪 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘮𝘦 𝘱𝘢𝘴𝘰. 𝘊𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘮𝘶𝘵𝘶𝘰; 𝘢𝘮𝘣𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘺𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘱𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘰 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢 𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘣í𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘪𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘢𝘭𝘵𝘢𝘳»
¡Gracias por leer!
Perdón por faltas de ortografía.
Duerman bien y tomen agua.
Ayem_hatake🔥
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