— Tomemos un descanso

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Dijiste y dejé el lápiz sobre el escritorio, soltando un largo suspiro mientras observaba que mi trabajo vaya bien.

Me concentré tanto que no me di cuenta cuando ya estabas detrás de mi y te inclinaste un poco.

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— Es perfecto

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Sentí un escalofrío al sentir su respiración contra mi oído y decidí contestar:

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— Todavía tiene defectos

— Yo no los veo

— Yo sí

— Yo nunca los veo

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Giré mi cabeza y te encaré.

Nunca tuve tu rostro tan cerca.

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¿Desde cuándo eres tan hermoso?