— ¡¿Por qué no nos dijiste que ya sabías lo que eras, maldito?! —le grita JiHoon—.

— JiHoon, bájale un poco

— ¡No le bajo nada, Yoon!

— ¡A mi me respetas!

— ¡YAA! ¿Pueden dejarlo hablar? Me están volviendo loco

— Ahora me comprendes —le dice WonWoo a MingHao—.

— Chicos, enserio se los digo, yo no sabía y aun me falta mucho para saber

— Hyung, no hay manera de que ese Alfa dijera su aroma con tanta precisión

— A no ser....

En la biblioteca...

— Estaba por aquí, estoy seguro

— ¿Se puede saber qué estás buscando, Won?

— No se vaya a caer, hyung. Por favor —decía Samuel con miedo mientras perseguía la escalera en la que el azabache se movía de aquí para allá—.

— Él es como una araña de biblioteca

— No me sorprendería ver una araña con anteojos —le responde JiHoon a JeongHan—.

— Sería gracioso ver arañas con el rostro de hyung —Chan ríe junto a los otros dos—

— Yo juré que eran normales, yo lo juré.... —se lamentaba el chino entre susurros—.

—WonWoo se baja de la escalera- vayan a sentarse por allá —les señala una mesas al lado del ventanal— le preguntaré a la bibliotecaria si sabe dónde está —sin más que decir, se va—

— ¿Qué creen que esté buscando?

— Un libro

— Nah, ¿Enserio? Si no me decías, ni me daba cuenta, Chan —dice con sarcasmo, JiHoon—.

— Él preguntó —se justifica—.

—Samuel golpea su cabeza contra el enorme estantería de libros—.

Mientras tanto....

—WonWoo buscaba y buscaba a la bibliotecaria y no la encontraba en ningún lado hasta que giró y chocó contra alguien— discúlpeme, no me fijé

— No hay problema, hyung

—al darse cuenta de que se trataba de MinGyu, se apartó al instante pero su vista se posó en el libro del chico- ese es....

— ¿Uhm? —se percata de que está mirando el libro que tenía en la mano, así que decidió jugar un poco— ¿Estaba buscando esto?

— Sí, lo necesito. ¿Me lo puedes dar, por favor?

— Uhm... no

— ¿Perdón? —alza una ceja—.

— He dicho que no se lo daré

— Escucha, no estoy para juegos —se lo intenta quitar pero el moreno levanta su brazo donde tenía el libro— ¿Qué estás haciendo? —daba pequeños saltitos, la diferencia de altura no era tanta pero si se notaba—.

— Se lo daré si tiene una cita conmigo