❄ Especial Navidad ❄

—Este capítulo es un especial, PERO esta en medio de la trama original. Así que se puede decir que es canon con el fanfic.

Felices fiestas a todos y a todas.

Como cada veinticuatro de diciembre la familia Ishikawa salía en la tarde a repartir de sus comidas a la gente de la calle para alegrarles el día. Aunque sus recursos eran justos no era motivo para apoyar a los demás.

Los padres de Rumi le enseñaron buenos modales y si tenía la oportunidad darle la mano a todos que lo hiciera.

El dicho de su padre era: Si haces cosas buenas, cosas buenas te pasarán.

Su ejemplo paso a manos de su única hija.

La menor se encontraba vestida de un lindo traje de reno, acomodando su diadema de cuernos y dejando un poco de labial en sus labios para que no se partieran por el frío que hacía en la calle.

—Perdón cariño, esta vez no podré ir contigo—su madre se encontraba con un dolor insoportable de cadera, pues un día antes se cayó de una silla. Ella acarició las mejillas de su hija—Ten mucho cuidado por favor.

Normalmente iban su madre, su padre y ella a repartir comida por las calles, pero esta vez iría sola.

—Tú no te preocupes mamá, yo estaré bien y regresaré antes del anochecer—dijo cargando la mochila en sus hombros y dos bolsas, besando por último el cachete de su madre para salir de casa.

Pedalea en su bicicleta por las avenidas para ir a lugares más vulnerables, bajando cuando encontraba niños u ancianos, dándoles las charolas y desearles una buena Navidad.

A los niños les gustaba su traje y hasta tocaban sus cuernos pensando que eran reales, quizá no recibirían regalos pero tampoco estaban tristes, con solo verla se emocionaba por poder comer, conociendola gracias a los anteriores años que la veían con sus padres.

—Que linda bebé—cargo a la pequeña en sus brazos con tristeza, ya sabía que iba a sufrir por vivir de esta manera y más con su mamá que era una joven más o menos de su edad.

—Muchas gracias por la comida—mencionó la chica que desesperada comía de su plato.

—Debe ser difícil mantenerla—le dió una sonrisita a la bebé que reía por sus cuernos y el cascabel.

—Todo mi dinero se a ido en ella, ni siquiera había comido en casí tres días—comentó la joven.

Ser una madre prostituta y sin techo con una bebé era terrible, Rumi al escuchar su historia le dieron ganas de llorar, como cada año le tocaba ver y oír distintas historias de como terminaron en la calle, ya le gustaría llevar a todos a su casa.

—Estas haciendo gran trabajo—se agachó poniendo una de sus manos en el hombro de la chica—Eres fuerte y admirable.

Talvez para la mayoría sus palabras no la sacarían de la pobreza, pero para una persona que pierde las esperanzas lo era todo, era la luz de la oscuridad de muchos.

La joven término por llorar abrazondo a Rumi y a su bebé, la contraria nunca se apartó con desagrad, solo permanecía ahí hasta que ella se fue separando y cargando a su niña en brazos muy feliz.

—Gracias, muchas gracias—repitió agradecida.

—Toma mi suéter, se nota que estas temblando—amigablemente le regalo su suéter que la cubría del frío, lo necesarias más y ella ya regresaría a casa.

Ese era el final de su recorrido, se había quedado sin las charolitas de comida. Con todo repartido iría a casa, el tiempo había volado y la noche iba cayendo junto a la nieve, el clima frío congelaba sus huesos pero no nunca arrepentirá de haberle dejado su suéter a esa joven que no era tan mayor a ella.

Camino a su bicicleta abrazándose a si misma hasta escuchar el motor de una motocicleta a sus espaldas, volteo reconociendo la figura masculina.

—¿Rumi-chan que haces aquí? Esta nevando pequeña.

—Buenas noches Waka-san—saludo avergonzada con sus mejillas completamente rojas como su nariz y orejas—Le di mi suéter a una chica que vivía en la calle.

El mayor suspiro acercándose rápido a ella para darle uno de sus abrigos ya que tenía tres encima—No debes hacer eso—la regaño al verla con su delgado traje de reno—Mírate, estas congelada y vestida de esta forma tan... —se guardo el comentario para él, pues no espero encontrarse a la mejor amiga de su hermana vestida de reno y con falda y medias largas—Es peligroso. Debes estar en casa festejando con tú madre.

—Si haces cosas buenas, cosas buenas te pasarán—repitió las palabras de su padre—Que estés aquí para ayudarme significa que es una cosa buena. Lo que hice ya fue recompensado con tú presencia Waka-san.

—¿Soy la cosa buena que te pasó?—cuestiono confuso por la interpretación de la menor.

—Exacto—lo abrazo cariñosa.

Rendido el joven de cabello de dos colores le dio palmaditas en la espalda de la menor—Te llevaré a casa Rumi-chan, de seguro tú madre debe estar preocupada por tí.

—No quiero molestarte Waka-san, usted igual debería estar en casa con Naoko-chan y sus...

Antes de que siguiera hablando el mayor le cubrió la boca con la mano.

—Hace frío y no pienso discutir sobre llevarte a casa o no, me harás caso y dejaras que te lleve a tú hogar, tampoco me trates de usted, ya nos conocemos de un tiempo y puedes decirme de otra forma menos formal—informó llevando a Rumi hasta su motocicleta.

—¿Y mi bici?

—Si se la roban te compró una nueva, esa ya esta vieja y media oxidada.

—Pero es de mi padre...

Bueno lo convenció, Wakasa antes de llevarla dejaron la bicicleta en su gimnasio que estaba muy cerca de donde estaban, ya después la llevó hasta la entrada de su casa.

—Rumi-chan, olvide decirlo pero tengo un pequeño regalo para tí—de su chaqueta sacó una caja pequeña con un papel de ositos y un moño.

—¡Un regalo! Muchas gracias hermano mayor—si, le había dicho hermano al Imaushi, era lo más cercano y siempre la trataba como su hermanita. Pensó que era correcto decirle así pero se arrepintió al ver la cara del contario—¡Perdón! No quería ofenderte Wakasa-san.

—Para nada, de hecho es agradable—sonrió quitándole la diadema de cuernos para acariciar sus cebellos—Ya entra a casa, te están esperando pequeña.

La puerta se abrió de golpe mostrando a una chica—Tienes razón hermano.

—Naoko-chan—sorprendida la más bajita habló—Estoy tan feliz de que estés aquí.

—Oye Rumi-chan, a mi me conoces de más tiempo, ¿también puedo ser tú hermana?—la trajo a su pecho para darle una rápida mirada a su hermano—Así tendrás dos hermanos.

—Pero entonces me quedaría sin mi mejor amiga—se rió tratando de escapar del pecho que la asfixiada.

—Buen punto.

—No la molestes Naoko, ¿nuestros padres saben que estas aquí?—jalo el brazo de Rumi para liberarla de los brazos de su hermana.

—Si—jalo del otro brazo a la menor—Estamos esperando que Rumi para darle la sorpresa, ¿tú que hacías con ella?

—La encontré en la calle por eso la traje a su casa.

Ambos Imaushi jaloneaban de los brazos de la peli cobriza que no soltaba su regalo.

—¿Estamos?—pregunto la Ishikawa.

—¡Feliz Navidad Rumi-chan!—una cuarta voz entró a la conversación, saliendo igual por la puerta de la chica—Uh, es el leopardo blanco. ¿Interrumpo algo?

Ran traía un gorro rojo y estaba bien vestido.

—Haitani—Wakasa término por jalar a las dos chicas para colocarlas detrás de él—¿Qué hace él aquí?

—Vengo a festejar por que Naoko nos invitó—sinceró. Una sonrisa traviesa y cínica apareció—Si, somos muy buenos amigos, ¿no te contaron?

El ambiente estaba tensó.

—Un momento, si Ran y Naoko están en mi casa eso significa que...—murmuro llamando la atención de las tres personas.

—Que yo también estoy aquí—Rindou cruzó la puerta rascando su nuca sonrojado—Te vez muy hermosa vestida de reno.

Rumi se soltó del agarre de los Imaushi para saltar a los brazos del rubio de lentes, no espero ver a todos reunidos en su casa pues no quería molestarlos en esas fechas, pero al parecer ellos se organizaron para llevar la fiesta a su casa.

—¡Chicos!—exclamo en un grito—¡Estamos todos reunidos!

—No vayas a llorar, es muy temprano para eso—dijo la peli gris conociendo a la chica—Entre los tres acordamos venir y traer varías cosas para convivir, llame a tu madre y nos dejó adornar tu casa.

—Ya entren o se van a congelar—la mujer les reclamo palmeando la espalda de los Haitani—Hija ya suelta al pobre de Rindou, lo vas a dejar sin cuello. Imaushi-san que alegría verte de nuevo, tu también puedes pasar, hay comida para todos.

La mayor no dejó que el hermano de Naoko comentara y empujo a cada uno.

Esa sería la primer navidad con amigos cercanos y su novio; había conocido a buenas personas ese año y gracias a ellos pudo sentir la magia dentro de su corazón herido de una niña a la cual no se le dio la oportunidad de ver todos esos magníficos adornos, el árbol decorado con grandes esferas y luces, regalos debajo del pino, la mesa con tantos platillos que nunca espero comer en esas fechas, bonitos platos y copas junto a su botella de vino, hasta las mismas servilletas le impresionaban.

Rindou al verla tan callada tomó delicadamente su mano para besarla. Sus navidades siempre eran con su hermano ya que sus padres trabajan, ellos solo comían e intercambiaban regalos para ir a dormir como si fuera un día cualquiera, ahora podía disfrutar la navidad de otra forma con su novia y hacerla vivir un sueño hecho realidad, por sí, lo más seguro era que ella se lo había perdido durante mucho tiempo atrás.

Ambos disfrutarían pasarla juntos en esas magníficas fechas a partir de esos años.

Se habían divertido en la pacífica velada, la fémina estaba sentada en uno de los escalones mirando a Naoko y Wakasa platicar Ran y su madre.

—¿Te gustó?—quizo saber Rindou sentándose a su lado después de haber recogido unos platos.

—Me encantó—respondió sacando la caja que le había dado él Imaushi, mirándola con tristeza—No se por que lo hicieron, de seguro gastaron mucho dinero y yo nisiquiera puedo comprarles un regalo, soy una mala persona—solto una risa amarga—A veces creo que abuso de su amabilidad.

El chico abrió sus ojos al oírla—Al contrario, nosotros no te merecemos... Tú madre nos contó sobre lo que hacías antes de venir a casa; soy lo opuesto de tí, tu ayudas a la gente y yo los lastimó.

—Agua y aceite.

—Sol y luna.

—Me gustas aún así Rindou.

—Igual me gustas Rumi.

Esperaba que la joven nunca dejara de verlo de esa manera, con esos ojos brillantes que eran un libro de sus emociones más profundas, esperaba que esos ojos nunca lo vieran con miedo por si llegaba a verlo como en realidad era, un humano que se divertía lastimando a las mismas personas que ella pudo haber ayudado en uno de sus tantos trayectos.

Por que por el momento conocía el lado más limpio de sus sentimiento.

—Duremos mucho como pareja para que yo pueda conseguir dinero y comprarte algo bonito—bramo Rumi decidida—También para tu cumple años, el día del amor y la amitad, aniversario....   

—Con esos son suficientes—jalo su mejilla—¿Vas a abrir ese regalo?—señalo con sus dedos.

Asintió quitando la cinta adhesiva y el moño, al ver la imagen de la caja soltó un grito.

—¡Tengo un teléfono!—el aparato era un modelo no tan reciente pero tampoco tan atrasado, es te tapa y de un color rosa—¡Gracias hermano!

Mientras la menor le mostraba eufórica su teléfono a Rindou, Wakasa sonrió.

—Ya podrá comunicarse con nosotros por cualquier cosa—comentó ante las miradas de los jóvenes—Sirven demaciado, espero no le moleste señora Ishikawa.

—Oh, no te preocupes muchacho, yo ya tenía pensado darle uno solo que no tenía el dinero completo, espero que no te haya molestado en darle un costo regalo a Rumi—la mujer se pasó una taza con chocolate caliente al chico de trenzas que tenía en su otra mano un pequeño hamster con un mini traje de santa claus.

—Me tranquiliza más que tenga uno... Ya sabe, con los pandilleros que andan muy inestables es peligroso estar sólo, podrá llamarnos a alguno de nosotros si sucede un accidente—acarició la cabeza de su hermanita que lo apartó sonrojada por su muestra de afecto tan raro viniendo de él.

—Si había escuchado hablar de eso, atraparon a unos vestidos de rojo hace unos meses, que miedo, espero que sigan en la cárcel.

Los Imaushi voltearon a ver a Ran con una sonrisa socarrona.

—Si que miedo—habló con ironía—Espero que sigan en la cárcel esos desalmados.

Fuegos artificiales iluminaron la noche a través de la ventana por lo que se acercaron a verlos, se presentaron varios de diferentes colores.

Al estar todos distraídos Rindou aprovechó para apartar los mechones cobrizos y besar la mejilla de Rumi.

—Feliz Navidad.... Una de muchas que pasaremos juntos.

Espero que les haya gustado. Es un poquito difícil escribir en estas fechas.

¿De regalo pueden comentar, votar o seguirme? Cualquier cosa me alegrará.

No olviden tomar agua y bañarse.

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎☁













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