VII. Malu

Disclaimer:
Bungō Stray Dogs|文豪ストレイドッグス

y sus personajes, son propiedad intelectual de Kafka Asagiri, ilustrado por Sango Harukawa.

Géneros:
| Reencarnación | Fluff | AU |
| Escolar | Bromance | Angst |

"Sensación que implica sentirse
inferior a los demás. De hecho, se
trata de una molesta sensación en
la que se entremezclan diferentes
emociones y sentimientos, como
vergüenza, timidez y frustración".

Malu.

Por tercera vez en lo que llevaba de la mañana, observó disimuladamente a la entrada del aula y volvió a divisar el par de ojos bicolor que se asomaba por la ventana más cercana a la puerta del salón. Comenzaba a ser frustrante sentir el leve peso de su mirada en él, como si quisiera sacarle respuestas con la mirada sin cruzar una sola palabra. Pero tan pronto intentaba conectar miradas con este, el chico se escondía tras el muro y se perdía por el pasillo, volviendo a su clase antes de que llegara su propio profesor.

Pero esta vez no le dejaría irse sin sacarle el motivo por el cual parecía estarle vigilando, no. Akutagawa estaba de pie al lado del marco de la puerta cuando sonó la campana anunciando la hora de la merienda y cuando Atsushi quiso asomarse con aparente discreción, fue jalado de la muñeca por el pasillo, hasta detrás de una columna donde Akutagawa le acorraló.


—    ¿Estás seguro de que no eres un acosador, Jinko?

—    N-no, es solo que... —Atsushi desvió la mirada, curvó los labios en una mueca que no podía ocultar su incomodidad de forma alguna y solo hizo enfadar al de ojos grises—. Y-yo no te estoy acosando, Ryu-senpai.

—    ¿Con el permiso de quién me llamas así? —dijo frunciendo su escaso entrecejo. Atsushi, en un pequeño arranque de agallas, lo encaró al contestar.

—    Con el mismo permiso con el que me llamas Jinko —y de inmediato se arrepintió. Pudo sentir como el peso de la mirada gris plata caía sobre él.

—    Oh, así que tienes agallas detrás de esa apariencia de gato mojado por la lluvia, ¿eh?


Atsushi quería que se lo tragara la tierra, Akutagawa podía leer ese pensamiento en el temor que afloró en sus ojitos acuosos y solo pudo molestarse más, ¿acaso alguien le había contado algún rumor extraño sin fundamentos y por ello es que le temía tanto? Sea lo que fuera, él no le conocía, no tenía razones o bases para tratarlo como si fuera alguna especie de pandillero o bully escolar, tan solo con verlo el chico ya temblaba como una hoja al viento. Aquello era lo que le molestaba más.

Con la idea en mente de sacarle esas conclusiones o las que tuviese en mente el peli gris, Akutagawa se tomó las libertades de tomar su mano y casi arrastrarlo al patio. No le dio permiso para quejarse o resistirse, simplemente se detuvo frente a una máquina de expendio de las muchas que había y sacó un té frío y una leche de frutilla. Le pasó la cajita de leche a Atsushi y se fue a sentar en un banco cercano a beber su té frío, como si no acabase de dar un espectáculo frente a media secundaria, llevando a un kohai de la mano por los pasillos hasta allí.


—    Esto... No entiendo —confesó Atsushi, mirando la cajita de leche de fresa sin saber cómo reaccionar apropiadamente.

—    ¿Qué esperabas? ¿Que te llevara detrás de la escuela para golpearte o algo así?

—    Eh... ¿Sí? —Ryunosuke lo miró con fastidio pintado en su expresión antes de aclarar.

—    Por supuesto que no, ¿de dónde sacas tanta imaginación? ¿Acaso te dejaron caer de cabeza de chiquito? Tienes que dejar de ver tantos dramas de la televisión.

—    Oh, tienes razón... Lo siento entonces, por juzgarte así sin conocerte... Y, mm, también por llamarte por tu nombre sin tu permiso...

—    No me molesta —dijo, ganándose una mirada de sorpresa y confusión de parte del menor—, me refiero a que me llames así, está bien. Pero si te vuelvo a ver temblando cada vez que nos encontremos, juro que voy a golpearte, Jinko.

—    ¡Está bien! —vociferó con emoción, sentándose por fin junto al otro para introducir la pajilla en la cajita y comenzar a beber—. Y gracias por la leche, aunque prefiero la de plátano.

—    No abuses.

—    Lo siento.

—    Entonces, ¿por qué haz estado pegado a la ventana de mi salón en cada cambio de clases?

—    ¡Oh, cierto! Es que Chuuya no entró a la clase y no le he visto desde esta mañana.

—    Debe estar con Tsushima-san, los vi irse juntos antes de que empezaran las clases y ya no volvieron.

—    ¿Crees que estén bien? ¿no deberíamos ir a buscarlos?

—    Nunca te ha han dicho lo inoportuno que puedes llegar a ser, ¿cierto, Jinko? —Akutagawa suspiró con pesadez; él no era de decir nada por los gustos de los demás y menos de meterse donde no le llaman, pero en serio, en serio quería abrirle los ojos al peli gris para que se diera cuenta de una vez de lo que él ya se había percatado.

Había pasado la vergüenza de su vida al tener que secarse las lágrimas y limpiarse los mocos luego de llorar en el hombro ajeno, ¡él nunca se vio a sí mismo llorando y menos frente a alguien más! Pero Chuuya tenía un aura que le transmitía confianza y seguridad, algo que no había encontrado ni en su propio hogar.


—    Nos van a regañar por saltarnos las clases.

—    Entonces vamos a fugarnos y luego inventamos algo, no sé, como que nos enfermamos —sugirió el castaño de forma espontánea.

—    ¿Qué? no, no puedo ir a casa temprano, mi tía me colgaría.

—    Me suena a suicidio doble, yo le entro.

—    Dazai.

—    Lo siento —se disculpó encogiéndose de hombros con algo parecido a la pena—, de vez en cuando siento el impulso de decir cosas como esa y no puedo detenerme a pensarlo cuando ya lo he dicho. Pero hey, podemos ir a mi casa, quizás no haya nadie y si está mi tía ella no dirá nada. Anda, vamos, Chuuuuyaaa~

—    Ya, ya, cállate de una vez. En primer lugar, no hay forma de que nos salgamos de la escuela sin ser atrapados.

—    Falso, hay una forma. De hecho hay muchas.


Chuuya elevó una ceja. Si bien se trataba del mismo Dazai reencarnado, él apenas había entrado este año a esa escuela, ¿cómo podría saber tan pronto la forma de fugarse, cuando él ya llevaba dos años, casi tres, estando allí? Sin querer saber los detalles, omitió la pregunta y terminó por aceptar.

Saltar la barda del patio trasero no le fue difícil, aunque no podía decir lo mismo de Dazai. Tenía una pésima condición comparado al pasado, cuando no era portador de fuerza en bruto pero sí que era ágil y sabía cómo usar su fuerza a su favor. El castaño bajó la barda sudando y con sus pulmones buscando por aire exageradamente. Quizás estaba siendo dramático nada más.

Cuando creyeron escuchar pasos acercarse a su dirección, huyeron como aquel que huye de la escena de un crimen que cometió. Entre risas, Osamu tomó su mano y echó a correr por la acera, cruzó un par de calles sin mirar, provocando que a Chuuya se le quisiera salir el corazón por la boca del susto. Afortunadamente, para bien o para mal, su infalible habilidad para eludir la muerte parecía seguir presente, pues nada les pasó.

Chuuya apenas tuvo el tiempo de ver a donde habían ido a parar, en lo que parecía ser un área residencial lujosa. Dejaron de correr cuando Osamu sentía que el corazón se le saldría por la boca. Chuuya se reía de ello hasta que notó que habían llegado a su destino.


—    Tienes que estarme jodiendo...

—    Pero Chuuya, aún no llegamos tan lejos —soltó insinuante, logrando que el pelirrojo se colorase como tomate en un instante.

—    ¡No me refiero a e-eso! ¡Este jodido lugar parece una mansión!

—    Oh, eso. Bueno, mi tío es doctor, gana suficiente para permitirse una casa así y criar un sobrino como si fuera su hijo.

—    Déjame ver si adivino; ¿tu tío es Mori Ougai?

—    ¿Seguro no me stalkeas, Chuuya?

—    ¿Que te dé en el hocico dices?

—    Por eso digo que yo no dije nada...


El interior de la casa era aún más exuberante de lo que Chuuya podía imaginarse, pero no tan extraño para lo que estaba acostumbrado de su vida en la Port Mafia. Le llamó la atención ver sirvientes aseando la casa y como estos saludaban a Shuji, "bienvenido de vuelta, joven Dazai" "¿Necesita que le lleve algún refrigerio, joven Dazai?" y otros más. Shuji se negaba amablemente como cuando coqueteaba con una mujer hermosa en el pasado y guió a Chuuya a su habitación.


—    Así que a eso te referías con que solo en tu casa te llamaban así, ¿eh?

—    Fue algo que pedí cuando vine a vivir aquí. Ni siquiera entendía porqué lo hacía, pero no respondía si no era de ese modo.

—    Ya veo.

—    ¿Osamu? ¿Estás bien? Me dijeron que volviste temprano a ca- oh, lo siento, no sabía que estabas con alguien —una señora rubia muy bella se asomó por la puerta.

—    ¡Tía Agatha! —respondió emocionado el castaño. Chuuya observó curioso como este abrazaba a la mujer que ahora enmarcaba un puchero—, ven, ven, quiero presentarte a alguien.

—    ¿Volvimos de nuevo a "tía"? ¿Qué pasó con "mamá"? —Agatha posó sus bonitos ojos azules en el jovencito que se rascaba el brazo, nervioso en medio de la habitación—. Vaya, pero que chico tan lindo, ¿eres amigo de Osamu? Soy Agatha, pero puedes decirme tía.

—    Él es Chuuya, ¿verdad que es lindo?

—    ¡Dazai! —el mencionado se sonrojó ante el comentario, tanto el castaño como la rubia parecían estarse divirtiendo a costillas suyas.

—    Si, lo es. Pero Osamu, ¿acaso te escapaste de clases?

—    Mm —asintió—, no me sentía muy bien. Chuuya me hizo el favor de traerme a casa.

—    Bueno, estaré abajo con tu hermana, luego les llevaré algunos refrigerios —Agatha revolvió el ya complicado cabello del castaño y besó su coronilla antes de irse, no sin antes darle un beso en cada mejilla al invitado. Chuuya moría de vergüenza.

—    Es muy bonita, ¿cierto?

—    ¿Eh?

—    Mi tía. Fue la primera en apoyarme las veces que caía en lo más bajo. Le debo mucho más que a nadie.


Chuuya no supo cómo contestar. Ciertamente, agradecía que el castaño hubiese tenido el apoyo de alguien en su ausencia y que ese alguien fuera casi una madre para él. Era ridículo sentirse ofuscado por ello, sin embargo, lo sentía. Con lo malo que era para ocultar su molestia, Shuji pronto se acercó a él y sostuvo sus mejillas.


—    ¿Dije algo malo? —Chuuya negó y susurró un "no"—. Entonces ¿por qué estás molesto? No me dirás que estás celoso o algo como eso ¿o sí?


Nakahara observó anonadado al chico que sostenía sus mejillas y lo describía como si leyera un libro abierto. Y confirmó una vez más que ese era Dazai Osamu, tal vez más joven e inocente que en el pasado, pero el mismo que lo conocía y descifraba en una sola mirada. Y joder, que aunque culpaba a sus hormonas de adolescente, quería besarlo.


—    No es nada, no me hagas caso. ¿Vamos a entrar o nos quedaremos en el pasillo? Siento que los empleados me miran demasiado.

—    Oh, claro. Lo siento, pasa —cruzando la puerta, estaba la habitación más acogedora que un adolescente podría pedir. Con orden en su desorden, una cama demasiado amplia para una persona y un escritorio muy bien equipado, que era notablemente lo más usado en la habitación—. Lo que sucede es que nunca he traído a alguien a la casa.

—    No me imagino la razón.


Ambos comenzaron a reírse, aunque realmente no habían dicho algo particularmente gracioso. Se sentaron en la alfombra al otro lado de la cama, lado a lado. Chuuya abrazó sus rodillas observando al castaño, que pasaba su índice con insistencia por entre las vendas de su muñeca. Chuuya no pudo evitar sonreír bobamente.


—    ¿Estás nervioso, Dazai-senpai? —soltó, enfatizando lo último. El mencionado intentó ocultar su reacción tras una cara de pocker.

—    ¿Hay razones por la que deba estarlo? Y no me llames así, me pones la piel de gallina y no en el buen sentido.

—    Tal vez, ¿cómo debería llamarte sino?

—    Solo Osamu no estaría mal...

—    Eso suena como que somos muy íntimos —murmura Chuuya, acercando su mano por la alfombra hasta la mano ajena, pasando su meñique sobre el dorso de esta.


Dazai pareció brincar en su sitio como reacción y justamente se oyeron dos golpecitos en la puerta antes de que esta se abriera, permitiendo a Agatha pasar con una charola con galletas y té para ambos chicos. Ambos alejaron sus manos del otro como si quemaran y desviaron la mirada en dirección contraria, apenados.


—    "Genial Chuuya, bravo, eres grande. Lo asustaste en la primera oportunidad..." —pensó el pelirrojo, aceptando con gusto el té y las galletas. Tendría que esperar otra oportunidad mejor que esa, para sacar lo que trae atorado, desde hace una vida y media, en lo profundo del corazón.

Agatha quiere ser una buena madre para Dazai y eso incluye en el paquete interrumpir en el peor momento con el prospecto a novio, JAJAJAJAJA.

Dos días seguidos poniéndome al día; no chicos, no es navidad, ni día de reyes, solo soy yo aprovechando la inspiración y la ayuda de mis nuevos betas. Denles todo su amor a MisTake2O2 y a Petitgardien que me ayudan con mis bloqueos y revisan cada capítulo para ayudarme con cualquier falta de ortografía que se me escape. Nos vemos pronto, jsjsjs.

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