IX. Oleka

Disclaimer:

Bungō Stray Dogs|文豪ストレイドッグス
y sus personajes, son propiedad intelectual de Kafka Asagiri, ilustrado por Sango Harukawa.

Géneros:
| Reencarnación | Fluff | AU |
| Escolar | Bromance | Angst |

"Ser consciente de que en la vida
 hay pocos días memorables."

Oleka.

Suspiró inconscientemente mientras observaba el cuaderno de notas que Akutagawa le había llevado con las clases de los últimos tres días. Estaba en cama casi a fuerzas por un estúpido resfriado, él no sentía tan mal como para faltar a clases, pero la verdad, de algún modo era conveniente no ver a Chuuya esos días. Si bien no creyó que sentarse en el jardín bajo la lluvia el fin de semana iba a enfermarle, de algún podía pensar más claramente mientras el agua corría sobre su rostro y bañaba su cuerpo lentamente.

El olor de la tierra mojada le reconfortaba, como si fuera un recuerdo de un pasado lejano y utópico. Pero también despertaba recuerdos agobiantes; el calor que se generaba en su estómago al recordar cómo brotaba la sangre de este, el frío calando en sus huesos por la pérdida de sangre, la lluvia y las lágrimas cayendo en su rostro.

El rostro borroso de la muerte encarnada en su asesino. No estaba seguro si quería recordar aquel rostro, no sabía si debía agradecerle terminar con su anterior vida o si era apropiado tirarle algunos dientes. Presentía que su yo del pasado ansiaba morir. Las nuevas marcas en sus antebrazos lo demostraban. Pero él quería vivir, sentir, amar... Y de ese modo, sus pensamientos regresaban con fuerza a Chuuya Nakahara.

No estaba del todo seguro de lo que sea que sentía por el pelirrojo. Es decir, ¿cómo podría un chico que fue dejado por sus propios padres saber algo de amor? ¿Le gustaba? ¿O solo le atraía sentir que se preocupaba por él como lo hacían sus tíos? Shuji no era tan idiota como para no saber que en el fondo, Mori lo acogió por su potencial como su futuro heredero, que nunca planeó tener hijos hasta que Agatha llegó a su vida. Con Mori no había abrazos de buenas noches ni consuelo por una rodilla raspada, era más como un "levántate, eso sana" y un apoyo que aunque no era malo, no bastaba para la crianza de un niño.

Agatha era distinta. Era amorosa e incondicional, era la madre que él realmente hubiese deseado tener. Y por ella, tenía cierta noción de lo que era el amor. Pero no era ese tipo de amor el que necesitaba conocer en ese momento, por ello, sus memorias chocaban entre sí con sus pensamientos. Cada vez que pensaba en sus memorias, veía a Chuuya como alguien altivo y a veces arrogante, fácil de hacer enojar y explotar. Y como alguien vulnerable en el fondo, alguien que temía perder el control, que temía ser una simple copia de algo o alguien que existió primero. Alguien que necesitaba proteger sin que supiera que era protegido hasta de sí mismo.

Y estaba el Chuuya Nakahara del presente, ese ser hermoso que lo apoyaba porque sí, que se coloraba las mejillas por nada y que lucía tan feliz y efímero que daba envidia.

Y por eso lo evitaba. Shuji no estaba seguro de ser el Dazai que Chuuya pensaba que era.

Carcomido por la duda, Chuuya se preguntaba si era lo correcto escribirle a Osamu para saber cómo seguía o si era mejor presentarse en su casa sin avisar. Se había enterado gracias a Atsushi, que Akutagawa estaba yendo diario a su casa a dejarle los apuntes de las clases para mantenerlo al día y consideraba la opción de pedirle acompañarlo.

—    Después de todo, ¿desde cuándo hablas tanto con Akutagawa-kun? Creí que le tenías miedo.

—    Bueno, resulta que no es tan aterrador como parece —admitió con una sonrisita. Chuuya achinó los ojos con sospecha en su dirección—. ¿Po-por qué me miras de ese modo?

—    Atsushi...

—    Iba a decírtelo, ¡lo juro! Pero estaba esperando a que me dijeras de una vez quién te gustaba y no tuve la oportunidad —confesó con nervios.

—    ¿Decirme qué?

—    Bueno, es tan reciente que aún no estoy seguro de cómo llamarlo. Digamos que, tal vez existe una remota, pequeñísima posibilidad, ¿de que haya tenido una cita con Ryu el domingo y que no te haya contado? 

—    ¡¿QUÉ?!

Su grito exaltado captó la atención de todo el alumnado que disfrutaba de su breve merienda en el receso. Chuuya, que se había levantado por la sorpresa y golpeado la mesa con ambas manos, se sentó apenado, logrando que lentamente todos volvieran a lo suyo. Aclaró su garganta para recuperar la compostura antes de retomar la conversación.

—    Perdón. Entonces, a ver si lo pillo. ¿Estás saliendo con Akutagawa?

—    Bueno, lo que se dice saliendo, saliendo, no sé. Es que, no sé, fue tan repentino. Simplemente me escribió un texto en la noche el día que nos encontramos todos en la heladería, y pues casualmente ese día me dí cuenta de que me gusta. Y pum, que me escribe para vernos el fin de semana en el centro comercial, dijo que quería hablar de algo conmigo en persona, a solas. No estoy seguro si llamarlo una cita como tal pero, ¿cómo le dices a comer helado, ver una peli y pasar la tarde juntos?

—    Obviamente fue una cita.

—    ¡Exacto! Solo que no sé si eso significa algo más. Él dijo que necesitaba comprobar algo y que para eso necesitaba que lo acompañase todo el día. ¿Tal vez sea tímido como yo y no supo cómo invitarme a una cita?

—    Tal vez, podrías invitarlo tú la próxima vez y usar la palabra "cita" a ver cómo se lo toma. Tal vez acepte y puedas estar seguro de que si fue una cita. No pierdes nada con intentarlo.

—    ¿Tú crees? Me preocupaba que no estuvieras de acuerdo —confiesa jugando con sus dedos entre sí.

—    ¿Por qué diablos no iba a estar de acuerdo? Eres mi mejor amigo, tu felicidad también me hace feliz.

—    Bueno, es que yo creí que tal vez... ¿Te gustaba Ryu?

—    Joder, no. ¿De dónde sacaste esa idea tan descabellada?

—    Oh, entonces te gusta Tsushima-senpai, Ryu tenía razón.

—    S- espera un momento, ¿CÓMO QUE TENÍA RAZÓN?

—    Pues, supongo que también terminamos hablando de ustedes mientras investigaba quién le gustaba a mi mejor amigo... Así que, ¿sí te gusta Tsushima-senpai?

—    Bu-bueno, no puedo negar eso. La verdad es que he intentado confesarme ya dos veces...

—    ¿Sí? —a Atsushi le brillaron las pupilas de la emoción—, ¿y qué pasó?

—    La primera vez su tía entró a la habitación cuando creo que estaba por besarlo... La verdad no sé si realmente fue malo, temo que pude haberlo asustado  de haberlo hecho. No estoy seguro de que le guste del mismo modo.

—    Pero, Chuuya es alguien maravilloso, ¿por qué no le gustarías al senpai?

—    Se que debe sonar como algo muy tonto, pero es que no solo pasó una vez. El otro día que fuiste a buscarme porque te planté en el receso, estaba a punto de confesarme otra vez cuando te oí llamarme. Y pude haberlo hecho aun así, es solo que sentí que él huyó de mi tan pronto tuvo la oportunidad, usó de excusa que me buscabas y solo se fue. Tal vez ya hasta sabe lo que trato de decirle y por eso parece evitarme.

—    Oh, entiendo. Entonces, piensas que él no desea que te confieses.

—    Sí, o al menos eso es lo que creo.

—    Creo que no deberían sacar conclusiones apresuradas —interrumpe una tercera voz. Ambos parecen brincar en sus asientos al unirse tan sigilosamente Akutagawa a la conversación.

—    ¿Estabas espiando nuestra conversación?

—    Acabo de llegar, pero si no estuvieran tan ensimismados me habrían notado antes. Solo escuché lo que dijo Nakahara-kun por pura casualidad. Si soy una molestia puedo retirarme, ya que me senté antes que me invitasen.

—    No, espera —Chuuya lo piensa rápidamente, el moreno puede ayudar en ese momento—, se que no hemos hablado mucho y apenas nos conocemos, pero me preguntaba si podría acompañarte a ver a Shuji a su casa.

—    Bueno, dudo que él quiera eso —Chuuya bajó la mirada con tristeza, eso solo empeoró su sentir respecto a los posibles sentimientos del castaño—. No me malentiendas, Tsushima-sama cuida mucho cómo lo ven los demás. No creo que quiera que lo veas enfermo. De todas formas, si insistes en ir a verlo, sería mejor avisarle antes.

—    Tal vez tengas razón. No sería muy educado de mi parte solo aparecerme sin avisar, no está tan grave como para no pedir su opinión —Akutagawa asintió suavemente mientras degustaba de un vaso de ramen instantáneo.

En aquel momento su celular vibró con un mensaje de texto entrante. El remitente era desconocido, pero tan pronto abrió el mensaje pudo deducir de quién era. Atsushi no se aguantó en asomarse y preguntar de quién sería el texto de número desconocido.

—    Yo creo... Que es él.

—    A ver —Akutagawa estiró su mano, con la única intención de ver el número de contacto y compararlo con el que tenía guardado. En efecto era Osamu—. Es número de contacto.

—    ¿Ustedes no habían intercambiado números en todo este tiempo? —consultó Atsushi algo incrédulo.

—    No, la verdad es que no me atreví a preguntar primero, pero no sé cómo tiene el mío.

Desconocido:
Hola enano~ ¿no me
extrañas ni un poco?

Tengo miedo de preguntar
cómo conseguiste mi número.

No has venido a la escuela
por tres días, te tardaste.

[El contacto ha sido agregado.]

Caballa<3:
Yo siempre consigo lo que
quiero, no sé porque te
sigue sorprendiendo. Hey,
¿podemos vernos el viernes?
Necesito hablarte de algo.

Claro, ¿paso por tu casa
saliendo de clases?

Caballa<3:
No. Mejor nos vemos en
el parque cerca del centro
comercial, te envío la ubicación.

Chuuya guardó su celular bajo la estricta mirada de sus acompañantes, que aguardaban a la expectativa por saber que acaba de pasar para que Chuuya tuviera una sonrisita boba en su cara. Akutagawa parecía serio, pero Atsushi estaba que le sacaba las palabras de la boca. Ya no había mucho que ocultar.

No tenía ni la más remota idea de lo que Dazai querría decirle, pero no podía desperdiciar aquella oportunidad. Definitivamente, él tenía que confesarse sí o sí de una vez.

[Domingo anterior, en el Centro Comercial.]

No estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero no iba a ser un cobarde y a echarse para atrás ahora, era muy tarde para arrepentirse de todas formas. Miró la hora en su reloj de pulso, faltaban dos minutos para las cuatro. Atsushi debía estar por llegar, pero le nacía la duda de si le había descrito apropiadamente el punto de reunión. Cinco minutos más tarde sintió como le brincaban encima por la espalda. Si no fuera por haber reconocido su voz al hablarle, lo habría tirado al suelo con su propio impulso.

Atsushi Nakajima no dejaba de sorprenderlo. Colgado de su cuello y sobre su espalda, el albino le había saludado con demasiada confianza, afirmando una de las ideas que traía consigo Akutagawa; él parecía caerle demasiado bien al chico desde su última conversación.

—    No vuelvas a hacer eso de la nada. Iba a tirarte.

—    Entonces si te aviso antes ¿puedo hacerlo? —preguntó ladeando la cabeza con una sonrisa en su fino rostro. A Ryunosuke le agarró la tos ante ello.

—    Abusas de tu suerte otra vez, Jinko.

—    Otra vez ese apodo, entonces no puedes quejarte si te llamo por un apodo también.

—    Bien —aceptó casi por inercia. Atsushi se notaba contento con ello, mientras el moreno se preguntaba porque había aceptado tan fácilmente aquello.

Fueron por unos helados. Había una fuente cerca del puesto de helados artesanales donde podrían sentarse a comerlos. Atsushi probó todos los helados que pudo y aún así no supo que sabor escoger, mientras animó a Ryunosuke a probar el de pistache que a él no le había gustado. Terminó comprando ese sabor y uno de coco para el albino.

—    ¿Todo lo que te gusta es verde, Ryu? —preguntó de la nada el otro, empezando a disfrutar de su helado.

—    No tengo idea de por qué dices eso.

—    Casi siempre pides té verde y no parece gustarte mucho las cosas dulces. Y ahora también comes helado verde.

—    Es una casualidad.

—    Entonces pruébalo —señaló ofreciendo de su helado. 

Atsushi muchas veces no analizaba dos veces sus acciones y eso era, como mucho, uno de los encantos extraños que Akutagawa había encontrado en él. Si Atsushi podía ser tan descuidado, él podía permitirse hacer lo mismo. Así, Ryunosuke probó del helado de coco de Atsushi. El albino miró aquello con las mejillas coloradas, pensando en aquello como un beso indirecto.

Tal vez el moreno no pensase con la misma inocencia, pero al menos, él si fue consciente de aquello que hacía lucir tan tierno al otro a sus ojos. Descubrió que sus gustos en películas coincidían milagrosamente y que pasar horas con el albino era lo suficientemente memorable como para que tan solo resbalará en sus recuerdos. Lo que sea que fuera, aún si era algo sin nombre, estaba perfectamente de aquel modo por el momento.

¿Dos actualizaciones en un solo día? No, no se está acabando el mundo XD soy yo diciéndome que ya lo hice esperar bastante por esto. El próximo será el final, esperen por ello pacientemente, intentaré no tardar un mes para actualizar, en serio. C les quiere de gratis.

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