He de decirte que esto lo esto escribiendo con una resaca que flipas. De hecho en teoría es para hoy (8/6) pero creo que no me da tiempo a escribirlo. Pido perdón de antemano si es corto y por faltas de ortografía.

Contiene spoilers del manga.

Narra T/N

Desde que lo conocí, sabía que iba a ser una pesadilla, pero nunca pensé que fuera a ser una de las personas más importantes en mi vida.

Ese día del verano de hace unos años, ya no podía más. Ese señor asqueroso me impidió hacer algo que, al fin y al cabo, con el tiempo, pasaría.

Yo estaba en la parada del tren, se supone que debía de ir a trabajar, pues era la secuencia de siempre. Levántate, tómate las pastillas de la psiquiatra, desayuna, ves que no hacen efecto, te vistes viendo cada cosa... Cada vez estaba más de acuerdo con mi diagnóstico de esquizofrenia. Te pillas el dinero y todo lo necesario para trabajar en una oficina asquerosa llena de esas cosas que solo parecía ver yo, y para el tren destino al curro. Ese día de verano, decidí pasar esa línea amarilla del anden para que todo terminara ya. Pero el albino apareció.

No dije nada. Me tiré dos minutos antes de que pasara el tren, con el objetivo de que nadie luchará por mi, y este señor apareció. Llevaba gafas de sol redondas, como las típicas gafas de abuela, pero de sol. Sonreía como si fuera un trofeo que se había ganado con mucho esfuerzo, cuando ni yo entendía que había pasado. Cerré los ojos esperando el impacto y al segundo los abrí viéndolo a él.

- Parece ser que te precipitaste un poco. Al tren le quedaban dos minutos. - Comentó con su sonrisa sacarona mientras me dejaba en el suelo, pues me mantenía en sus manos.

No dije nada. Me limité a suspirar y, esta vez sí, irme al trabajo.

Desde aquel día, daba igual que tren cogiera y dónde lo cogía. Siempre estaba él para sacarme de esas vías del tren. Pasaron semanas hasta que por fin me digne a dirigirle la palabra, siempre o me iba sin decir nada o le daba una bofetada en la mejilla para irme. En ocasiones lo vi con un tal Geto y otra chica llamada Utahime, parecían de mi edad, entre los 20-30.

Todo cambio un 17 de junio, ese día me dio su número. ¿Qué cómo? Pues me lo enganchó en la chaqueta. ¿Pensé en llamarle? No, pero la soledad de mi día a día y la necesidad de sentirme comprometida me ganaban.

- ¿Diga?

Eso fue lo que escuché, otra vez en las vías del tren, pero esta vez de vuelta a casa. No pensé nunca que me llenaría al escuchar su voz de nuevo. Alegre y sin preocupación.

- ¿Hay alguien?

La verdad, no quería hablar, solo quería escucharle. Entre otras cosas por que no sabía como empezar la conversación.

- Vale... Cuelgo.

-E-espera. - Conseguí decir mientras veía que en la estación no había nadie más, estaba sola, era mi momento.

- Aaah... Eres la chica del tren... - Dijo alegre al ver que encuentre su número. - ¿Qué necesitas?

Iba a colgarle, y esta vez si terminar. Pero al ser reconocida, no me atreví.

- ¿Por qué me salvas? - Pregunté sin alegría, dejando salir lo que llevaba.

Entonces llegó el tren.

- Así que... Estás en el tren como en la mañana... - Habló ignorando mi cuestión. - Sabes... Me intrigas, te invito a una copa.

Al escuchar eso, suspiré. Era otro tipo que lo único que quería era utilizarme, como todas las personas.

- Entre risas podremos hablar mejor. Te contestaré la pregunta. Pero tu me debes de contestar otra. - Sentenció para soltar una risa bastante escandalosa. - Cuéntame, ¿Por qué sufres querida?

Y entonces colgó.

Creo que no había llorado tanto en mi vida, como lloré esa noche. No sabía cuando, ni cómo volvería a contactarme porqué ya no aparecía por ninguna parte. Traté de hacerlo aparecer. Ya no me tiraba a falta de dos minutos, si no de diez. Y me quedaba cerca de los huecos de las vías. Pero no aparecía.

15/08/2017

Y lo vi, me esperaba en la entrada del tren. Iba a ir y recriminarle todo el jodido tiempo que le había estado esperando. Pero ambos sabíamos, y más yo, que no había nada que recriminar.

- ¿Quién eres? - me atreví a decirle mirándole a través de sus gafas características.

- Soy la persona que te salvó del tren y de la pesadez.

Altas ganas me dieron de darle tremendo golpe, pero por respeto no lo hice.

- Ahora, vámonos, tenemos algo que hacer tú y yo. - dijo para empezar a caminar mientras entraba en cierto pánico.

- ¡¿Y el trabajo?!

- ¡De eso ya me ocupe!

Me quedé flipando. Seguramente vacilara pues no sabía donde trabajaba ¿verdad?. Aunque es cierto que poco me importó, lo seguí, quería saber quien era él verdaderamente.

Desde ese día, mi rutina cambió radicalmente. Me explicó sobre lo que veía y me dijo que eso del psiquiatra, sólo deprimia. No supe su nombre hasta una semana después,porque se suponía que iba a ser una copa, no una copa rutinaria. Pero es que daba igual, siempre terminábamos hablando de otras cosas, nos conocimos.

Una vez vino Geto con Gojo, así se apellidaba él, con la excusa de saber quién le causaba faltas en el trabajo o clase, la verdad esa parte, no la entendí demasiado. Ya bastante tenía con entender lo de las maldiciones y asimilar que no tenía ningún problema mental. Otras veces venía Utahime, que lo único que quería era cotillear y alguna que otra vez me dijo que Gojo no era un hombre de una sola mujer. Se ve que interpretó nuestras quedadas, cómo citas, aunque si lo ves de otro punto de vista, sí lo parecía.

PIP

29/9/2017

Lo que pasó entre nosotros fue mágico. En cuestión de unos días, no sé cómo, pero surgió. Me llevó a casa, y a la hora de despedirse, me besó. Le seguí el beso para, al separarnos, ver esos ojos azul que me quemarian con el tiempo. Desde ese día comenzamos a salir. No me fiaba de él, tenía en cuenta aquel comentario de Utahime, más aún por cómo había surgido lo nuestro y por mi pasado.

Tengo la hipótesis de que, esa magia que sentimos, no fue otra cosa que el calor del verano, y la necesidad de un cambio en nuestras vidas. A mi me despidieron de mi trabajo nada más comencé a quedar con Gojo y sus copas, ahora tenía uno nuevo en una inmobiliaria, uno más tranquilo y alegre, en donde se respiraba paz. Y ya no solo eso, si no que sin quererlo, me había hecho adicta a esa mirada suya, y con ella, había pintado mi mundo negro con colores.

-¿Por qué me rescataste todas esas veces? - me atreví a preguntarle esa primera noche en donde compartimos cama.

Nos dábamos la espalda mutuamente pues era nuestra manera de pillar mejor el sueño, pero cuando escuchó mi cuestión, él se giró y me obligó a hacer lo mismo.

- Porque no era la primera vez que te veía. E intuía por lo que estabas pasando. - Comentó para acariciarme una mejilla con delicadeza. - Además. - Pronunció para ponerse encima de mi, acorraladome contra la cama. - Algo me decía que terminaríamos así.

Me sonrrojé levemente para volver a realizar lo qué ya habíamos hecho antes. Esa fue una de las mejores noches de mi vida.

PIP

30/10/2017

Estabamos paseando por el parque tranquilamente. Ya no llevaba sus gafas de abuela con flow, ahora lo sustituía por una venda. No me gustaba, así no podía ver el azul que dio color a mi vida. Él sabía de mi molestia, y no se quitaba la venda, solo para fastidiarme, hasta la hora de dormir, para luego pedirme ayuda para volver a colocarsela por la mañana.

- Oye T/N... ¿De qué te vas a disfrazar mañana? - Preguntó entre risas, seguramente ya estaba imaginándome con mil disfraces bastante ridículos.

- De un cuadrado gris. - Se me ocurrió decirle para que parase de reírse y hacerle pensar. - Para que tu lo colorees como hiciste en verano con mi vida.

A decir verdad no creí que sonaríatan empalagoso, pero resultó para dejar procesando a Satoru quien había parado su caminar unos segundos hasta que comenzó a reirse más escandalosmente viniendo conmigo con su técnica.

PIP

- ¡Oooh... Que romántica.! - Gritó provocandome un sonrrojo bastante grande.

Nunca olvidaría a ese hombre que muchas veces parecía un grano en el culo. Más, después de que, ese mismo día, pidiera mi mano.

01/12/2017

Otro día más grabado tanto en mi corazón, como en el anillo que llevo en el dedo. Satoru y yo nos unimos en para estar juntos tanto en la salud como en la enfermedad, y en todas esas situaciones que se dicen. Ahora ambos creíamos en el amor a primera vista, pues habíamos sido víctimas de ese "verte, quererte y amarte.". La fiesta posterior fue un disfrute, lo que pasaría en días posteriores nos abriría los ojos para ver la crueldad del mundo, y poner a prueba nuestras promesas.

PIP

25/12/2017

Las peores navidades que podría tener un recién matrimonio. Estábamos en la cama todo el día, Satoru desahogadose entre mis brazos. No conocía a Suguru Geto demasiado, de hecho creo que solo pasamos en este año 24h juntos, pero para Satoru había sido como un hermano. Su pérdida le dolió. Y para cuándo se tubo que acoplar al trabajo, parecía deprimido y yo lo único que podía hacer era acompañarlo.

De la venda blanca paso a una especie de braga para el cuello negra. Poco a poco, con Megumi en nuestra vida de vez en cuando, recuperó su manera de ser. Ahora no paraba de hablar de un tal Itadori y unos dedos malditos. Estaba últimamente más pendiente de eso que de otra cosa. Yo por otra parte me alegraba, porque parecía más feliz.

PIP

A raíz de lo acontecido ese 24 de diciembre del año pasado, dejé de trabajar para dedicarme a pintar. Con el suelo de Gojo podíamos subsistir, aparte era una forma de exteriorizar sentimientos y parecía terapéutico. Muchas veces me marchaba al parque y a lo largo de la mañana recibía la visita de mi esposo. Normalmente me hacía irritarme o venia con sus estudiantes a fastidiar, pero hoy, 18 de marzo me sorprendería.

- Oye T/N... - Llamó mi atención para que dejará de pintar ese paisaje japonés estándar y básico, abrazándome por los hombros. - He estado pensando en nosotros. - Nada más escuchar esa frase me tensé. - Tranquila no es nada malo. - Explicó mientras me quitaba el material de pintura de las manos y me giraba para quedarme cara a cara con él. - Al menos eso creo yo.

- Va, suéltalo Satoru. - Dije sin saber que tontería me iba a decir, mientras él se reía antes mi desesperación y se quitaba la prenda que le tapaba la vista.

- Si bien he sido padre de Megumi durante mucho tiempo, y ahora esta más mayor, no ha sido biológico y estaba pensando si quisieras tener un hijo conmigo.

Me quedé en blanco, más bien me perdí en sus ojos, en ese azul que simplemente me mataría.

Claro que le dije que sí.

PIP PIP

23/12/2018

Se lo advertí. Le dije que no debía de ir a trabajar cuando estaba a punto de dar a luz a nuestra hija, Kuwa, pero no me hizo caso. De hecho, ante el peligro que parecía existir en Shibuya nos trasladamos a una ciudad más alejada, para que ni ella ni yo saliéramos más paradas. Parecía no preocuparse por si mismo Satoru, y eso me preocupaba.

Estaba de camino al hospital, en un taxi mientras lo llamaba luchando por que el dolor no me hiciera perder la cabeza.

No cogió el teléfono.

Y con razón no lo cogió.

¡PIIP!

Me desperté agitada en una cama de hospital. Estaba cansada. Hacía una semana de que estaba ingresada. Lo último que recordaba era tener a Kuwa en mis brazos. Busqué en la habitación con la mirada a mi hija, pero no la encontré. En cambio encontré un mogollón de ramos de rosas y todo tipo de flores.

Ahora recordaba porque llevo tanto tiempo aquí.

Me levanté con prisas buscando un calendario. Era ya 30 de diciembre.

- No puede ser cierto. Ese celador debe haberse equivocado de Satoru Gojo.

Pero al ver una corona de flores a los pies de mi cama con el nombre de mi marido, abrí otra vez los ojos ante la cruel realidad.

Satoru Gojo ya no era el padre de Kuwa. Si no el difunto padre de mi hija.

Vale, mi idea era hacerlo más largo. Pero 1 pereza y 2 no quiero llorar más kejrjejdjdk. Como me gusta haceros sufrir. En fin.

Perdón si hay algo que no cuadra con el manga, simplemente me comí el spoiler y lo decidí usar.

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Próximos:
-Nanami Kento
-Toji (Pedido)

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