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『Capítulo 5: ya no sé de títulos』
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La mañana había seguido avanzando, con ello todos en la casa se despertaron.
Chuuya tenía planeado limpiar el garaje de la casa. Ya tenían limpia la sala, cocina y baño; además de eso las habitaciones de cada quien.
Dazai seguía en su cama, recientemente cambiaron de posición; cucharita, algo realmente gracioso para ambos, los pies de Dazai se salían de la cama al él estar más abajo para poder recostarse en el pecho de Chuuya, demandando caricias a su cabello.
En ese momento solamente ambos existían, las bromas, insultos y sentimientos negativos pararon, solo están ellos en su pequeña burbuja disfrutando del momento, estando a la nada de volver a caer en un sueño profundo.
Pero pronto se oyeron pasos afuera. Chuuya se alertó por ello, aún acariciando al menor (de edad🫂).
Luego se sumaron otro ruido, Chuuya abrio los ojos curioso. Dos personas pequeñas estaban justamente afuera de su habitación, juro que iban a tocar la puerta, pero en vez de eso ambos pasos siguieron hasta bajar la escalera al primer piso.
Pareció pensarlo, luego miro la cara tranquila de Dazai y se olvidó por completo del mundo exterior. Nuevamente existían ellos dos en la burbuja.
La noche anterior fue tan poco realista, todo empezó con un juego estúpido de Dazai, para terminar en ellos dos como pareja. Realmente no lo lograba entender, nada.
Dazai nunca fue, y nunca será del tipo que expresa sus sentimientos, eso era lo que le preocupaba al pelirrojo.
¿Realmente Osamu sentía algo por Chuuya?
Notando como se movía dejo esos pensamientos de lado. Dazai se estiró de modo, en que, sus piernas entrarán bien en la cama.
Antes estaban a la mitad de la cama y por lo mismo se salían.
Chuuya rió por lo bajo, ahora él estaba en el pecho del castaño. Se sentía bien estar así.
Ambos en su mundo, abrazados sin ninguna preocupación, sin pensar en los problemas que podrían llegar en un futuro, y mucho menos en el pasado. Solo se mantenían en el presente, guardando ese sentimiento en su memoria.
Chuuya sintió la mano del castaño bajar de su espalda a la cintura, se tensó por un momento por el escalofrío que le causó, pero se calmó rápidamente al sentir la mano en su cintura.
Dazai apretó un poco, sin llegar a lastimarlo, para luego pasar a su parte trasera y, nuevamente apretar.
Chuuya se separó por la mano en su área trasera sin su consentimiento, podía ver la sonrisa de Dazai, y sus ganas de reír.
-Disculpa, Chuuya. He querido hacer eso desde hace años.- Contestó, demasiado sincero al gusto de Chuuya, quien se sonrojo y simplemente volvió a acurrucarse en el pecho del más alto.
-Estas perdonado.- Se limitó a contestar.
Escuchó una carcajada suave, luego otro apretón. Lo volvió a mirar sin separarse demasiado de su pecho, lo intento ver lo más serio que podía, pero realmente le incomodaba mirar arriba así.
-Te doy un golpe si lo vuelves a hacer.- Volvió su rostro al pecho del castaño.
-¡Chuuya! Están extremadamente suaves, podría enterrar mi rostro ahí para-.
Chuuya le había pegado en la cabeza, tal y como se lo advirtió. Dazai llevo su mano acariciando el lugar, realmente no le dolía pero era divertido hacer drama. Con la otra mano volvió a apretar el trasero de su, ahora pareja, y volvió otro golpe en la cabeza.
-¡Ese sí fue duro!- Se quejó.
-Te dije que te iba a pegar. Ahora quita tu apestosa mano de ahí.
Asintió en silencio, para luego volver apretar el lugar.
Chuuya frunció el ceño, para darle vuelta al castaño de alguna manera. Quedando él encima de Dazai, golpeando una almohada que había sacado de algún lugar en tan poco tiempo.
Aunque sus golpes pegaban en la almohada, que estaba en posición a su rostro, ambos reían por la situación.
Cuando los golpes de Chuuya hacia Dazai pararon, ambos se quedaron así.
Ninguno se movió, tampoco apartó la mirada.
Los ojos celestes de Chuuya movían su corazón, se sentía en calma, como si estuviera en una laguna sin preocupaciones de por medio. Flotando, dejando que el agua lo llevará libremente, y él sumergido en ella, sin el sentimiento de estar muriendo de por medio.
Se sentía bien estar así.
Chuuya se sentía igual, pero en vez de agua era todo oscuro.
Los fríos y oscuros ojos de Dazai le producían calma, como estar en un espacio totalmente libre de cualquier molestía, solo él y la oscuridad haciendo compañía.
Nunca lo diría, pero la oscuridad nunca le desagrado.
Un sonido del piso de abajo los alarmó, mayormente a Chuuya quien se bajó de la cama de un brinco y estaba corriendo a la puerta.
—¡Ven Dazai, algo le pudo pasar a Elise-chan y Q!— Abrió la puerta, para luego salir escaleras abajo a la primera planta.
Dazai se sentó en la cama, con dudas de cómo sabía que era Elise y Yumeno.
Recordó unos pasos, pero jamás pensó que fueran ellos dos justamente.
Con pereza y una queja de pereza, se levantó de la cama en dirección a la cocina; escuchó un llanto fuerte.
Al bajar las escaleras con Atsushi y Akutagawa detrás suyo, pudo ver a Chuuya en la sala, alzando a Yumeno mientras Elise buscaba algo en un botiquín de primeros auxilios.
Al bajar por completo de aquellas escaleras de madera, aún con bastante polvo, pudo ver la cocina hecha un desastre.
Habían dos platos rotos, unos cuantos tratos en alguna parte del suelo, y un reguero desde la encimera hasta el suelo escondiéndose en un gabinete.
Suspiró y siguió caminando hasta el pelirrojo, se veía preocupado. Tenía al pequeño en brazos, este acostado en su pecho con pequeñas lágrimas queriendo salir. Podía notar la mano subiendo y bajando con cuidado, tocando su espalda intentando calmarlo. A su vez, una suave melodía salía de los labios de Chuuya.
La escena era tierna.
Demasiado tierna, tanto que podría vomitar o hacer un chiste de mal gusto, pero en vez de eso siguió sus pasos hasta darle un pequeño abrazo a ambos, haciendo que se asustaran.
Yumeno pegó un brinco, Chuuya lo tuvo que agarrar mejor al sentir como su habilidad desaparecía, estuvo a la nada de parar en el suelo.
—Idiota, casi me haces soltarlo.
—Disculpa, Chuuya. Te veías tierno así.— Contestó, atrás de él ambas personas se sorprendieron por la actitud extraña del mayor. Ese no era el Dazai que conocían, aún menos para Akutagawa.
—Chuuya-san, acá está lo que me pediste.— Habló la pequeña rubia, entregando unas cosas al mayor.
Nakahara se sentó en el sillón recién comprado (ninguno quería limpiar el sillón y compraron otro), para empezar a curar los rasguños del pequeño.
Le pareció extremadamente estúpido teniendo en cuenta que su habilidad lo hacía lastimarse y él lo hacía divertido.
En sus pies tenía tres cortes, ninguno lo suficiente profundo como para que le saliera tanta sangre, en sus brazos habían más cortadas, pero parecía a lo que normalmente usaba, y luego en su dedo había una pequeña gota de sangre.
Chuuya le saco todo con lo que se pudiera hacer daño, dejando algo incómodo al pequeño.
—No hace falta que tengas eso en tu cuerpo, acá nadie podrá hacerte daño, Q.— Habló Chuuya, notando la mirada incómoda del pequeño.
—No es necesario, Chuuya-san.— Dijo, refiriéndose a las vendas utilizadas en su cuerpo.
—Lo es. Ahora no te preocupes, eres libre de irte a jugar con Elise.
Asintió y se bajó, mirando una última vez los objetos filosos que estaban en el sillón, intento sonreír pero se venció. Al final se retiró con Elise hacia el piso de arriba.
—¿Qué sucedió? no es necesario sanarle sus cortes sabiendo que los volverá a tener en pocos días.
—Elise-chan y él querían comer galletas, pero Q se resbaló y termino trayendo todo eso al suelo produciendo más cortadas en su cuerpo. Elise-chan esta bien, él no, y si puede pasar unos días sin cortarse es mejor.
No le dió tiempo de responder, Chuuya se había retirado de la sala en dirección a la cocina para empezar a arreglar todo.
Suspiró y miro las cuchillas, agarrando una bajo la atenta mirada de dos individuos. Sentía cosquillas por todos lados.
Termino agarrando todas y yendo hacia el bote de basura, era mejor así.
⊰⊹
Algunos minutos habían pasado, la cocina estaba limpia, sin rastros de sangre o vidrios.
Ahora todos estaban en la sala, siguiendo con la saga de Crepúsculo tal y como habían dicho.
Dazai estaba en un sillón individual, leyendo un libro cualquiera. En el sillón alargado estaban Kyouka, a su lado Atsushi y luego Elise y Yumeno.
Akutagawa permanencia en el piso acostado en los pies del albino, y Chuuya estaba en el otro sillón individual hechando un ojo a las cuatro personas en un mismo espacio, no se veía nada cómodo.
Pronto un celular sonó, interrumpiendo la paz que yacía en ese hogar.
—Diga.— Contestó Akutagawa. Se limitó a decir "sí", dos veces, para luego cortar la llamada y mirar al pelirrojo.
—Higuchi, Tachihara y mi hermana vienen para acá a hacer una visita.— Dijo, volviendo su atención hacia su celular.
—Entiendo.
Luego de esa breve conversación la habitación volvió a quedar en paz.
Por supuesto que Chuuya podía sentir la mirada sería clavada en él desde que se pronunció el nombre de Tachihara. Esos dos tenían una rivalidad enorme, pero al pelirrojo realmente le daba igual, mientras no lo molestarán: él feliz.
Así pasó una hora hasta que alguien tocó la puerta, seguido de un: "Somos nosotros Akutagawa-sempai."
Dazai fe el primero en levantarse para ir directo a la puerta, dejando a caso todos desconcentrados.
✿
¡Termine lunah_u!
~terminado: 8/1/23~
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