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CAPÍTULO DIECIOCHO
THE DEATH IS CHASING YOU
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AZOTÓ LA GRAN puerta de madera en aquel cuarto rojo donde un pelinegro descansaba apacible interrumpiendo así cualquier rastro de tranquilidad que él poseía.
— ¡Es una estúpida!
Suspiró derrotado quitando el libro de su cara para ver a la intrusa con cansancio.
— ¿Quién? — Preguntó simple al estar acostumbrado ese tipo de escándalos por parte de la pelinegra.
— Vanessa. — Dijo con odio mientras que Vlad acentuó su mueca aburrida soltando un pesado suspiro.
— ¿Ahora qué pasó? — Cuestionó adoptando una posición más cómoda en el gran sofá donde antes estaba recostado.
— ¡Sus tontas insinuaciones, eso es lo qué pasa! — Habló histérica jalando varios de sus cabello mientras andaba en círculos por el lugar — Tu sabes que eso va fuera de mis principios. — Lo señaló y él sin saber a lo qué se refería la observó con una ceja alzada a lo cual Dalia rodó los ojos — Sabes de lo que hablo.
— No realmente... — Respondió lento.
— Intentó culparme de la muerte de Iris... Nicolette — Se corrigió a sí misma en el último segundo.
Vlad al escuchar el asunto de la muerte de Iris después de tantos siglos de puso rígido inmediatamente.
— ¿Ella sabe algo? — Expresó en tono preocupado.
— No... No... — Sacudió sus manos aliviando al ojiazul — Hasta ahora todo sigue igual, no sabe lo qué pasó. — Antes de continuar hizo una pausa para mirar de mala forma al gran Drácula — Ni lo que tú tienes que ver con eso.
Molesto por aquella falta, en un abrir y cerrar de ojos Vlad arremetió contra Dalia estrellándola contra uno de los muros causando una leve grieta en la piedra en tanto la tomaba del cuello.
— Y espero y así siga. — Amenazó con una voz profunda y diabólica, pero al ver el rostro asustado de su amiga aflojó su agarre despacio hasta alejarse de ella un par de pasos — Encárgate de Vanessa, si tiene fresco el tema es por algo y si habla con Colette puede meterle ideas a la cabeza sobre averiguar lo qué pasó. — Ordenó.
En cambio Dalia masajeaba su cuello con cierto resentimiento por su violenta reacción más aún así su semblante preocupado no desaparecía.
— Sabes que si lo descubre... Nos odiará, ¿Estás de acuerdo? — Declaró con voz rasposa.
— Lo se, lo se. — Rascó su cabeza igual de consternado y asustado porque su verdad saliera a la luz.
Aún recordaba esa fría noche de invierno en el que Iris dejó de vivir para convertirse en uno de los suyos, tenía poco de conocerla pero ya estaba encantado con su belleza y personalidad, lo único que le impedía revelarle su naturaleza y proponerle ser una vampira era Elio, su esposo, del que se mostraba muy enamorada, era inútil insistir y entonces aquella tragedia se cruzó en sus caminos muy convenientemente.
Claro que no se arrepentía, tardo tres siglos disfrazando su deseo por ella con simple amistad pero ahora finalmente había logrado tenerla entre sus brazos y de todas formas ya no había especio para el "hubiera", ya era bastante tarde.
Dalia lo miró con los ojos entre cerrados con creciente molestia. Desde aquel día juraron no hablar de tema haciéndose los ignorantes con los sucesos pero ahora no sabía de dónde estaba sacando las fuerzas para cuestionarlo.
— Tú lo sabias. — Acusó señalándolo — ¿Por qué no hiciste nada?
Vlad apretó los dientes dándole una mirada de reojo.
— ¿Y tú?
— Si hubiera llegado antes... Lo hubiera hecho. — Se defendió como pudo, más ambos sabían que eso era mentira y ahora lo decía solo porque le tomó cariño a la pelinegra. Pero ante la cara incrédula de Vlad titubeó y su postura firme se desmoronó — O no lo se... — Tomó asiento en uno de los elegantes sofás — Pero yo no sabía lo que iba a pasar. — Sostuvo denunciante hacía el pelinegro.
— Así debían ser las cosas. — Se acercó a ella tomándola por los hombros con un falso tono de calma — No podíamos interferir.
Ante lo dicho Dalia se apartó resentida.
— Tu capricho la ha hecho infeliz trescientos años, Vlad. — Ante lo dicho Dalia se apartó resentida. — Piensa en eso y tú ocúpate de Vanessa. — Finalizó poniéndose de pie dispuesta a irse mientras a ambos los invadían crueles recuerdos.
— Dalia. — Llamó en voz alta antes de que esta pudiera cruzar por el umbral de la puerta — Quiero a Nicolette lejos de ese zombie.
La anterior nombrada frunció el ceño extrañada al no saber a qué se refería pero sin querer hacer o decir algo que pudiera perjudicar a su hermana asintió cortante sin voltear a verlo y seguir con su camino.
FLASHBACK
Vagando en los pasillos del gran palacio del clan McGregor, sus oídos fueron testigos de algo espeluznante y vaya a ver quién lo decía era el mismísimo Drácula.
Intento no ser visto escondiéndose en uno de los pilares, pudiendo observar únicamente a un sirviente que asentía temeroso ante las órdenes de la otra persona que no lograba visualizar.
— Debes decirle que se encuentre conmigo esta noche en el viejo roble del bosque, que vaya completamente sola, no lo vayas a arruinar. — Aquel hombre sucio y de baja estatura asintió nervioso recibiendo una dura bofetada — Ya quita esa cara, los pondrás sobre aviso. — Regaño duramente — Recuerda las órdenes, son claras, ella no puede seguir aquí a esta hora mañana.
Vlad escuchó suficiente y con ira cambió de rumbo en dirección opuesta decidido en proteger a Iris, pero a medio camino sus pasos se hicieron más lentos cuando una mejor idea se cruzó por su mente.
Podría dejarla vivir una larga y feliz vida junto con su esposo o por fin tenerla a su lado por resto de la inmortalidad, no era una decisión tan difícil, la respuesta era obvia y el no era un hombre de valores.
Sonrió malvado para sus adentros tocando la puerta del gran salón anunciando su llegada donde sabía que la bella pelinegra se encontraba.
— Conde Vladislaus. — Saludó inocente — ¿Que se le ofrece? ¿Está disfrutando de su estancia?
— Mucho más de lo que pude pedir, gracias a usted, Lady Iris. — Depositó un suave beso en el dorso de su mano — Aunque me temo que deberé retirarme.
La joven frunció el ceño extrañado.
— Pero si recién llegó. — Entrelazó sus manos alejándose un poco del seductor hombre — ¿Paso algo en Transilvania?
— Me encantaría darle más detalles. — Sonrió a medias — Pero me temo que son temas confidenciales.
— Lo entiendo... Espero y disfrute de su viaje. — Hizo una pequeña reverencia — Le pediré a uno de los sirvientes que aliste su carruaje. — Él asintió.
— Antes quise despedirme de usted y agradecerle su gran hospitalidad. — Ladeó su cabeza — También a su esposo ¿Se encuentra cerca?
— No, debe estar en su estudio ¿Quiere que lo llame? — Preguntó amable.
— No será necesario, lo buscaré por mi cuenta. — Acomodó sus mangas para luego acercarse dándole un abrazo de despedida que ella recibió algo incomoda por su repentina cercanía — Hasta luego, Iris. La veré pronto. — Susurró en su oído.
La duquesa se separó con una sonrisa fingida.
— Esperaremos su siguiente visita con ansias.
El pelinegro extendió su sonrisa y finalizó con una reverencia para luego desaparecer por el largo pasillo ante la atenta mirada de la muchacha.
« Será más rápido de lo que crees... »
(...)
Se escabullía con facilidad, flotando entre los árboles evitando alertar con sus pisadas en dirección al único roble en ese inmenso bosque.
Vlad la había contactado hace un par de horas, volviendo a relucir el tema de las casas vampiricas y presionándola con su falta de compañía, pero, no estaba angustiada por ello, pues este le dijo que tenía a la candidata perfecta para que fuera su compañera, no le dio muchos detalles, solo que está la estaría esperando en aquel lugar a eso de la media noche lista para recibir la vida inmortal, no le dio mucha importancia, ya que, desde que se promulgó esa nueva ley estaba desesperada por encontrar una buena compañía sin mucho éxito y la situación que le brindó Vlad le venía como caída del cielo y ya no tenía tiempo para replicar y ponerse quisquillosa con la novata.
No sabía si estaba por el camino correcto, pero, al escuchar un fuerte grito desgarrador a un par de kilómetros aceleró su vuelo sintiendo el penetrante olor a sangre inundar el ambiente.
Divisando aquel famoso árbol a lo lejos entre las ramas, de acercó aún más con cautela escuchando el latido de dos corazones, aunque uno de ellos ya bombeaba más despacio.
Acercándose más observó espantada como una mujer de cabello negro yacía tirada a los pies del roble rogando por su vida hacia otra figura mientras que inútilmente intentaba defenderse con sus últimas fuerzas, hasta que finalmente aquella extraña sombra clavó un puñal en el pecho de la chica que ya no podía gritar más, solo soltar quejidos de dolor y lamento. Sin detenerse a que esta muriera de una buena vez, siguió apuñalándola hasta crear un gran hueco por donde con sus propias manos arrancó su corazón finalizando con sus latidos.
Dalia abrió su boca asombrada por la brutalidad humana, para después cubrirse horrorizada cuando presenció como esa persona comenzaba a comerse el corazón de la pobre chica muerta.
Maldijo a Vlad en tantos idiomas y de todas las maneras posibles al haberla hecho presenciar tal atrocidad y de ocultarle que no estaba ahí para convertir a alguien por su propia voluntad.
Al poco tiempo, la figura se retiró la enorme capa del rostro y Dalia pudo visualizar apenas su perfil cuando a los segundos comenzó a limpiarla y arreglarla, como si intentara que aún después de todo, ella se viera hermosa, para luego, sin pena o remordimiento darse a la fuga.
Entonces, la ojiverde sin perder más tiempo, se acercó velozmente al cadaver que la mujer que por sus ropas dedujo era parte de la nobleza. Miró con tristeza su cuerpo inerte y con cuidado mordió su muñeca inyectando todo su veneno siguiendo las órdenes de Vlad, esperanzada de que funcionara y que no fuera bastante tarde.
No se quedó a esperar a que despertara inmediatamente, pues, al ya estar muerta, tardaría en surtir efecto, pero la seguirá vigilando de cerca.
FIN DEL FLASHBACK
Tomó su mano intentando que esta dejara de temblar pero falló en su intento por lo que prefirió guardarla en uno de los bolsillos de su pantalón manteniéndola quieta.
La ansiedad y los nervios se estaban apoderando de ella, llegó al punto en donde se encontraba entre la espada y la pared, eran tantas cosas al mismo tiempo que estaba segura de que en cualquier momento explotaría al estar hipersensible a cualquier cosa.
El baile en el que Bucky se encargó de invitar a medio Seabrooke y del cual ya tenía fecha, pues, al no poder evitar que asistieran zombies y hombres lobos, en un intento de inclusividad por parte de su amigo, decidió que fuera el treinta y uno de octubre, como una fiesta de disfraces donde la mayoría de los invitados no necesitarían uno, lo malo es que quedaban pocos días para tener todo listo y el pelinegro la tenía para arriba y abajo con la planificación, aunque era una forma de mantenerse ocupada con sus demás problemas. Otro de ellos era el torpe club de física — que ya planeaba abandonar —, pues tuvo una buena racha en el examen pero últimamente su rendimiento había bajado por todo lo que estaba ocurriendo y no ayudaba para nada el hecho del que el profesor estaba poniéndose pesado con los trabajos y el esfuerzo que exigía para su clase. Y ni hablar del asunto de Amanda, su manifestación estaba pisándole los talones pero Addison se encargaba en su mayoría de aquello, no obstante la ayuda de Zed en el tema igualmente fue de mucha ayuda, ya que, al revisar reglamentos y demás cosas sobre la escuela lograron juntar suficientes armas en contra de las autoridades encargadas y tendrían con que atacar en caso de que se opongan a su movimiento y quieran silenciarlas.
Tampoco sabía que pensar del peliverde, pues este se encontraba algo distante y los pequeños momentos que compartían, él parecía debatirse en hablar o no, lucía incómodo y ansioso pero siempre al final consideraba oprimirse y no tenía idea si eso era bueno o malo.
Más sin duda lo que ocupaba la mayor parte de su mente era Wyatt, como siempre la ultimas semanas. No creyó que después de Elio pudiera querer así a alguien. El chico era tan lindo con ella y caballeroso — sin ser una molestia —, siempre la animaba y apoyaba cuando su cerebro reventaría por los cálculos matemáticos además de brindarle varios refrigerios entre sus clases más pesadas, que obviamente solo fingía comer, aunque apreciaba el gesto. No obstante, muchas veces la tomó por sorpresa cuando repentinamente aparecía por sus espaldas para abrazarla o tomar su mano y quedarse en aquellas posiciones por un largo rato que parecían no incomodarlo, pero a ella si, más no quería alejarlo y hacerlo sentir mal, pues era curioso como se desataba todo el bestiario dentro de su ser cuando sus pieles tenían el mínimo contacto, sin embargo, ella estuvo acostumbrada a no tener un contacto físico parecido por siglos y el tenerlos de regreso tan repentinamente era extraño, encima aún tenía el asunto de Elio cargando sobre sus hombros, porque si, había aceptado que el aferró a su recuerdo ya era tóxico para su inmortalidad y lo mejor era dejarlo ir, aún estaba en ese proceso de liberación, no era fácil pero estaba decidida a trabajar en ello.
Suspiró abriendo su locker distraída cuando en ese momento una pequeña estampida de cartas salió de este regándolas a sus pies. Extrañada frunció el ceño y se agachó para recoger unas cuantas notando en ese instante que eran invitaciones para el baile de diferentes chicos, aunque creyó ver unas pocas de un par de chicas. Bufó dejándolas en el suelo para volver a su tarea de guardar su sacar libros.
No fue hasta segundos después que notó de reojo a Arnold acercarse con una margarita hacia ella, estaba dispuesta a girar y gritarle un rotundo "no", ya imaginando su propuesta cuando este aparentemente vio algo a sus espaldas que lo hizo girar sobre sus talones y alejarse rápidamente del lugar.
Torció los labios confusa para luego sentir unos brazos rodeando su cintura y ya ni siquiera le hizo falta fijarse en los tatuajes del chico para saber de quien se trataba. Desde que "aceptó" ser su novia el chico no parecía tener idea alguna de lo que era el espacio personal.
Resopló para sus adentros, le gustaba la seguridad que le brindaba el hombre lobo y efectivamente le ahorraba muchas peleas con hombres que no la respetaban como lo ocurrido con Jackson, pero odiaba la idea que ellos no respetaran sus negativas en cambio Wyatt con su sola presencia los ahuyentaba, como si su opinión o palabra no contara, pese a tener una reputación de alguien con una gran boca muchos varones a eso no les importaba y preferían hacerle pasar un mal rato, según parece.
Wyatt, por otro lado, al verla irritada por alguna extraña razón, le pareció buena idea depositar un pequeño beso en su cien para después sonreírle de forma tranquila.
Nicolette lo miró anonadada por su acción e intentó reprimir una sonrisa que igual se formó de manera inconsciente por lo que decidió rendirse ante el encantador acto del lobo.
— ¿Ahora que te molesta? — Se separó lento de ella para recargarse en los lockers en lo que ella terminaba con su labor.
La pelinegra rió por su elección de palabras mientras negaba lento, no quería arruinar el momento, aunque eso a Wyatt no le importaba, siempre que se acercaba a la chica estaba molesta con algún ser humano de a tierra por una u otra razón y siempre tenía preparado un discurso de odio en contra de esa persona, pero, a él no le importaba oír sus quejas, podría pasar horas escuchándola maldecir en italiano pues a sus ojos lucia adorable cuando estaba enojada.
— Nada. — Le sonrió tranquila — ¿Me ayudas a llevar esto al cesto, por favor? — Recogió un par de cartas de suelo y él inmediatamente acató su pedido.
En el camino al basurero, el de mechón blanco sobre leyó aquellos sobres de los que la chica a su lado quería deshacerse y sin mentir, le retorció las tripas que hubiera decenas de chicos detrás de su mate, más la actitud de ella lo hacía sentir tranquilo y seguro, de antemano sabía que por ese lado no tenía que preocuparse por Nicolette igual no eran gratas ese tipo de sorpresas, quería marcarla ya, pero no sabía cómo exponerle esa idea y su reacción al respecto. Addison le aconsejaba que esperara un poco, ya que, ninguno tenía idea de cómo está pudiera responder, mientras que por otro lado, Willa lo presionaba con cerrar el trato y dejarse de torpes juegos, aunque su opinión no la tomaba mucho en cuenta, puesto que fue algo hipócrita de su parte pedírselo a él cuando ella aún no podía confesarle a Wynter sobre su conexión.
Carraspeó llamando la atención de la pelinegra.
— Entonces... El baile... — Lo miró con atención — Tienes varias propuestas ¿Ya escogiste con quién ir? — Bramó entre nervioso y bromeando.
— Creí que iríamos juntos. — Dijo simple, relajándolo — Es lo que los novios hacen.
— Tienes razón, solo quería asegurarme.
Nicolette rió por su inocencia para después tirar aquellas invitaciones, acto que el le siguió poco después con cierto resentimiento sobre ellas que decidió ignorar.
— Pensaba en que podría combinar el color de mi vestido con tu corbata. — Inició mientras caminaba a su siguiente clase con él detrás — Justo hoy iré a buscar vestidos con Bucky por la tarde, no le agradaron mucho mis opciones anteriores así que comprare uno nuevo.
Para ese momento, Wyatt recayó en que debía buscar alguna vestimenta formal, cosa de la que no tenía idea, pues quería estar al nivel de la elegancia y belleza de Nicolette y no sabía que tanto le pudiera gustar su estilo.
— Puedes escoger lo que quieras, me acoplaré a ti. — Sonrió complaciente y ella entrecerró sus ojos sospechosa imaginando la posición en la que que él encontraba.
— Trataré de ser muy neutral, entonces. — Intentó tranquilizarlo — Mantente con calma, te verás bien con lo que sea, al menos para mi.
Wyatt se detuvo en medio del pasillo enternecido por sus palabras, no era muy común que Nicolette soltara comentarios cursis ni nada parecido muy a menudo, pero iba soltándose poco a poco y era algo que él valoraba mucho, tanto que no podía evitar abrazarla con euforia cada vez.
La vampira lo recibió algo perpleja pero de igual manera regresó el gesto dándole un par de palmadas en su espalda y una sonrisa embarazosa.
Si fuera por el moreno se quedaría ahí toda la eternidad pero lo que ocurría a espaldas de él alertó a la pelinegra que la hizo separarse inmediatamente.
— Te buscó después. — Él parpadeo abatido por su repentina lejanía despidiéndose con un leve movimiento de mano y siguiéndola con la mirada, cayendo en cuenta que está casi corría en dirección a Zed.
Bufó repitiéndose que no tenía nada de que preocuparse yéndose en dirección contraria.
En otro orden de cosas, Nicolette salió preocupada hacia el zombie puesto que segundos antes notó cómo este sufría de un espasmo que lo hizo chocar con una de las paredes mientras acariciaba su brazo con la zombie-band con dolor.
— ¿Estas bien? — Pregunto apenas lo tuvo enfrente notando cómo venas rojas resaltaban por la mayoría de su cuerpo y sus ojeras estaban más marcadas que de costumbre.
— S-Si ¿Por que lo preguntas? — Tosió un poco escondiendo su brazo inseguro.
— Claro, porque luces fresco como una lechuga. — Rodó los ojos — ¿Fue por mi culpa? — Señaló su brazo inútilmente oculto.
— ¿Esto? — Lo mostró con un gesto restándole importancia — Pff no, suelen actualizarlos por mes y son normales las fallas.
Nicolette lo observó con una ceja alzada sin creerle.
— Si, como no. — Lo tomó de la mano arrastrándolo a quien sabe dónde — Vamos, hay que buscar ayuda antes de que empeores.
Zed suspiró rendido y la siguió sin poner más resistencia. Desde que fue oficial que ahora ella y Wyatt eran novios hizo de todo por alejarse de la italiana, lo juraba por la limonada de lima, pero no era una tarea que Colette le pusiera tan fácil.
— Puedo aguantar el dolor, de verdad no es nada. — Siguió replicando un cuándo habían llegado al laboratorio de la escuela.
Pues, no era un lugar muy concurrido en tiempo libres, además que pronto sería su clase y no quería tener que recorrer toda la escuela para llegar a tiempo después.
— Estas así por mi culpa, — Le recordó ya con cierto fastidio por su necedad — lo mínimo que puedo hacer es intentar arreglarlo. — Mordió una de sus uñas pensativa mientras que el de pelo verde tomaba asiento — Ahora, ¿Cómo resolvemos eso?
Zed apretó los labios incomodo al estar a solas con ella tratando vagamente de mirar en cualquier dirección. Sabía cuál era la salida más rápida a su problema pero no tenía fuerzas ni estaba de humor para reclamos o interrogatorios de su amiga y confidente.
» — Tal vez haya algo aquí... — Musitó pensativa y se acercó a los estantes con compuestos y mezclas de elementos.
— ¿Qué harás, desinfectarme hasta quitar la radiación? — Espetó burlón ganándose una mala mirada por parte de la chica que sostenía una botella de alcohol.
— No me gradué en medicina zombie. — Reclamó obvia — Podría experimentar con algo, espero que no te crezca un brazo extra.
Ante lo dicho el chico se cubrió su brazo herido con temor y se intentó alejar de la pelinegra cuando dio indicios de acercarse con una de las jeringas con las que inyectaban al hamster del salón.
— ¡No me vas a picar con eso!
— ¿Por qué? — Pregunto burlona acercándose amenazante — ¿Temes crear otra pandemia mortal? — Roció el líquido en la jeringa sobre su paciente y este seguía intentando retroceder inútilmente de su amenaza.
El chico entrecerró sus ojos ofendido.
— No. — La señaló — Es que esa aguja es muy grande.
Nicolette soltó una carcajada.
— ¿En serio, Zed? — Él asintió temeroso.
— Además no se que tanto hayan inyectado con ella. — Se levantó huyendo de la de vestimenta oscura — ¿Qué tal si contraigo SIDA?
Nicolette lo siguió intentando aguantarse la risa por su comportamiento asustadizo igual al de un niño pequeño. Cuando lo tuvo acorralado, casi saboreando su victoria, el de pelo verde fue más rápido y se agachó para escabullirse entre sus piernas y correr hacia la otra punta del aula haciéndola bufar frustrada. No entendía porque hacía tanto alboroto si él mismo le había confesado días atrás que un zombie no podía sentir dolor.
— ¡Estas haciendo esto más difícil de lo que es! — Cubrió la punta de la jeringa irritada.
— ¡Ni siquiera se que vas a meter a mi cuerpo!
Colette tomó una profunda respiración con paciencia que antes no tuvo, admitía qué tal vez era su culpa querer hacer algo tan arrebatado como inyectarlo sin darle explicaciones, pero el asunto era que antes no tuvo que hacerlo, pues hace treinta años se había graduado como bioquímica en la universidad de Cambridge, no había alguien que dudara de su palabra en ese entonces, pero ahora estaba en una nueva vida y la linda e inteligente Olive de los noventa "murió" hace quince años en un accidente aéreo.
No era doctora para saber cómo lidiar con un enfermo histérico, más haría su mayor esfuerzo para sacar su lado más humano para poder ayudarlo puesto que la culpa de verlo en ese estado moribundo — más de lo usual — era nada más que por su capricho.
— Okey... — Suspiró masajeando su frente tomando asiento en una de las mesas del lugar bajo los ojos intrigantes del más alto — La aguja está limpia, recién la abrí del empaque. — Señaló el plástico en la mesa del lugar del profesor — Y esto es una toxina botulínica... — Al ver la confusión en el rostro de su acompañante se corrigió — Botox, — Aclaró — Te va a ayudar con los espasmos en los que reparamos su Zombie-Band... Ahora ¿Vas a cooperar?
Zed suspiró resignado pero de igual manera más tranquilo yendo a pasos lentos hasta sentarse a su lado.
— Está bien — Bramó pesado — , confió en ti.
Nicolette sonrió tranquilizante y volvió a destapar la jeringa para después descubrir su brazo. Cubrió esa parte de su brazo con un algodón con alcohol notando como a él se le erizaba la piel y su pierna tamborileaba mientras no paraba de mirar su postura con nerviosismo.
— No mires y piensa en otra cosa. — Aconsejó a la vez que con delicadeza lo tomó de la barbilla para mover su cabeza hacia otra dirección — Cuéntame ¿Ya le pediste a Addison que fueran al baile?
Enterró la aguja viendo que efectivamente este ni se inmutaba.
— Aún no, temo que algo salga mal.
— ¿Por? — Siguió concentrada en su tarea.
— Pues, la última vez me arrolló un autobús. — Nicolette frunció el ceño divertida.
— ¿Cómo rayos pudo ocurrió eso?
— En mi defensa, era una propuesta muy original. — La pelinegra rió leve mientras retiraba la aguja y presionaba fuerte con el algodón bañado en alcohol para acelerar la coagulación.
Realmente la poca sangre que salió del brazo de Zed la tenía sin cuidado, aprendió su lección en la fiesta zombie y realmente no le apetecía mas. Volvió a revisar el piquete y ya ni había rastro de este, levantó ambas cejas asombrada por la regeneración zombie, aunque igual no fue una herida profunda o grave.
— Listo.
— Gracias... ¿Me darás una paleta por mi buen comportamiento, doctora? — Sonrieron burlones y el chico notó una gran diferencia en su cuerpo al ya no sentir escalofríos.
— El efecto es temporal, aún no cantemos victoria. — El zombie asintió.
Estaba por sacar a relucir la habilidad de Eliza con la computadora pero por alguna razón no le importaba arriesgar aún más su bienestar con tal de seguir con Nicolette a solas unos minutos más.
— Cambiando de tema... — Se hizo el tonto mientras ella desechaba la jeringa utilizada — ¿En serio el profesor Brown usa esas agujas para Mr Whiskers? — Miró con terror el estante con varías alfileres y al pequeño hámster color caramelo sucesivamente.
— Según él son vitaminas, pero seamos realistas tiene toda la pinta de científico loco. — Se cruzó de brazos viendo al pobre roedor que corría en su rueda.
Zed negó con impotencia y sin pensarlo dos veces se acercó a la jaula del animalito y en un movimiento rápido lo tomó con cuidado para después guardarlo en uno de los bolsillos de su camisa con Nicolette expectante y una expresión de sorpresa.
— ¿Qué acabas de hacer? — Se acercó espantada — ¿Y si se dan cuenta? Sabrán que estuvimos aquí y robamos la toxina.
— Ya probé lo que es tener una de esas en el cuerpo, — Señaló la repisa de antes — no lo voy a abandonar aquí.
Tomó un poco de su alimento y lo vació en su bolsillo para que su nuevo amiguito se entretuviera hasta que las clases concluyeran.
— Vaya héroe ¿Quieres una capa? — Refunfuñó sarcástica.
— ¿Qué? — Se encogió de hombros sin culpa — Tal vez Zoey lo adopte. — La chica se cruzó de brazos resignada.
— Entonces estará en buenas manos, supongo.
— Tranquila, si algo pasa me echaré la culpa. — Masajeo su hombro calmándola y recibiendo una mala mirada por parte de la pelinegra que pronto se convirtió en una sonrisa.
— Está bien, solo porque le tengo aprecio a Mr Whiskers.
Aunque no era una posición comprometedora, Zed se sintió extrañamente cerca de Nicolette, que, sin evitarlo miró sus labios, pero rápidamente apartó la mirada y se alejó un par de pasos repitiéndose que estaba mal lo que sentía y hacía. El quedarse a solas con ella tanto tiempo era una mala idea.
— Eliza es la única que ha podido hackear el sistema. — Soltó de repente sorprendiendo a la vampiresa.
A este punto ya prefería interrumpir el momento antes de que el vomito verbal le jugara una mala pasada o que un arranque de estupidez echará todo a perder.
— ¿Por que no lo dijiste antes? — Él solo atinó a encogerse de hombros, no tenía una buena excusa más que actos egoístas.
Nicolette rueda los ojos con molestia y extendió su mano en su dirección.
— Teléfono.
— ¿Para qué lo quieres? — Aunque ella no le respondiera se lo extendió.
Rápidamente la chica busco el contacto de Eliza mandándole un mensaje.
« Salón de cómputo, ahora. »
La de cabello negro se lo regresó y Zed al recuperar su móvil leyó lo escrito en su pantalla y miró mal a Nicolette.
— Yo no escribo así.
— Da igual, va a venir. — Rodó los ojos.
Miró la ventana pensante ignorando la presencia de Zed cuando a los segundos sintió un extraño calor emanar de él. Giró nerviosa teniendo una idea de lo que se trataba.
— Mierda, estás caliente.
— Pues, — Rió leve — no es por presumir pero...
— No, habló en serio, tienes fiebre... — Lo interrumpió tocando su frente — ¿Eso es posible? — Observó su cuerpo ya viendo cómo sus venas eran negras.
El de cabello verde imitó su acción y tragó duro al ver sus brazos. Ni siquiera se preguntó cómo es que la chica supo extrañamente su condición sin siquiera tocarlo. Pues ya comenzaba a sentir su cuerpo más pesado y adolorido, como si estuviera entumecido con pequeños piquetes, más prefería tragarse el dolor para no producir más angustia a su acompañante. Al menos ya no tenía esos horribles espasmos incontrolables que sacaban su lado violento.
— Parece que si.
Nicolette actuó rápido y rompió la manga de una bata del laboratorio para después humedecerla y luego ponerla en su frente.
— Sostente esto. — Hablo preocupada y el acató dicha acción.
— Tranquila, no me duele. — Mintió — Mejor ayúdame a distraerme en lo que llega Eliza. — Pidió sin aliento tomando asiento nuevamente.
Nicolette mordió su labio ansiosa porque era evidente que Zed no se sentía bien, pero igual le hizo caso para no contagiarle su miedo.
Carraspeó sentándose junto a él pensando en algo.
— ¿Por qué le teme a las inyecciones?
El zombie apretó el paño en su frente comenzando a tener punzadas en su cabeza, más aún se esforzaba por parecer relajado y tranquilo con la situación.
— Pues no estoy para decirlo, ni tú para saberlo. — Hizo una mueca.
— ¿Fea experiencia con un mal enfermero? — Teorizó aún pendiente de los movimientos del chico.
— Si te lo digo probablemente el gobierno te asesine. — Expuso.
— Veremos si pueden. — Rió divertido por su audacia.
Suspiró pensando en que volvería a sincerarse y abrirse con su pasado con Nicolette de una manera que jamás pudo con Addison, pues, a pesar de tener poco más de un año de relación aún le apenaba relatarle el cómo fue toda su realidad zombie, aunque ella siempre se mostró muy comprensiva era algo con lo que no se sentía cómodo decírselo así como así cuando su familia eran los responsables de muchas de estas anécdotas poco agradables. Con Nicolette era distinto, pues esta lo recibía con una extraña empatía y su frió humor hacía que su triste pasado fuera más fácil de sobrellevar y hacerlo saber que ahora estaba a salvo, ya que, en lugar de consolarlo y crear ambientes tristes ella los aligeraba y podía tener una charla amena donde pudiera hablar de su sentir y no largarse a llorar, lo hizo muchos años y no quería volver a lo mismo.
— Cuando ocurrió la explosión, — Comenzó lento — antes de crear las Zombie-Bands hicieron experimentos con nosotros para buscar una cura. — Admitió con cierta vergüenza — Ellos creían que no teníamos sentimientos ni dolor, no se equivocaban, pero cuando nos volvimos civilizados los recuerdos siguieron ¿Y sabes? — Conectó con sus ojos — Es algo traumante ver decenas de agujas enterradas en tu cuerpo.
— ¿Realmente la pasaron muy mal todos estos años? — Aún cuando aquello sonó como una pregunta fue más una afirmación.
— No te imaginas, — Echó su cabeza hacia atrás rompiendo el contacto visual — igual cuando actuábamos de forma decente, los humanos fueron muy crueles con nosotros... La discriminación, desmanes... Incluso crímenes de odio que se encargaron de ignorar y ocultar.
— Que... Terrible... — Cubrió su boca consternada.
Entonces recordó como en la Edad Media muchos humanos cazaban a los suyos y los quemaban salvajemente o crucificaban en las plazas como un vil acto de circo.
— Pero ya estamos bien, — Intento sonar más positivo — muchos derechos zombies se nos fueron otorgados gracias a manifestaciones que lideró Eliza. — Ante el nombramiento de la chica zombie la pelinegra rodó los ojos con cierta molestia.
— La salvadora. — Dijo sarcástica en un tono soñador.
— No se lo digas, luego se le sube a la cabeza. —
Ambos rieron pero al segundo Nicolette volvió a estar seria.
— De verdad me alegro que su realidad haya cambiado después de todo lo que sufrieron... — Habló con una sonrisa triste sosteniendo su mano — Y en caso de que te ocurra algo, te aseguro que seré de las primeras en ayudarte.
Zed pensó que diría algo en general para ayudar a todos los zombies pero realmente solo se dirigió hacia él y aunque finalmente admitió que quiso besarla en ese mismo instante, se contuvo y en cambio la abrazo agradecido por su apoyo, era como sentirse seguro cerca de ella y en sus brazos.
Nicolette lo estrujó entre sus delgados brazos queriendo reconfortarlo cuando en ese instante alguien abrió la puerta de manera abrupta haciendo que ambos se separaran inmediatamente y cayendo en cuenta de quien los descubrió en esa comprometedora posición se pusieron incómodos.
Eliza, en tanto, aún en el marco de la puerta los observó con sospecha.
— ¿Qué ocurre aquí?
— Ella secuestró mi teléfono. — Zed señaló acusadoramente Nicolette, la cual, volcó los ojos.
— Zed necesita tu ayuda con su zombie-band, esta fallando y lo lastima. — Explicó rápido de forma seria.
La expresión dudosa de la zombie cambió rápidamente por una de susto y se acercó corriendo hacia su mejor amigo.
— ¿Cómo? ¿Por qué no me lo dijiste? — Lo revisó notando rápido que poco faltaba para que frente a ellas estuviera el feo zombie Zed — ¿Cuándo paso? ¿Lo cambiaste? — Indicó acusadora.
— Fue un accidente. — Aseguró la pelinegra detrás de ellos velozmente — Se golpeó y se dañó.
Eliza les dirigió otra mirada nada agradable sin creerles en lo absoluto, pero aún así actuó rápido y se puso manos a la obra con su computadora para arreglar la Zombie-Band de su amigo.
Nicolette siguió a sus pasos aburrida observando cómo la no-muerta tecleaba quien sabe que cosas en su laptop cuando por reflejo vio a Zed de reojo cayendo en cuenta de que este llevaba rato observándola con una sonrisa agradecida musitando un casi inaudible "gracias" que ella correspondió con una sonrisa cómplice.
El que el asunto de Zed finalmente se arreglará la puso de un mejor humor además de despejar su mente por un instante en el que podía poner atención a su clase, la ciencia nunca dejaba de ser iniciadora por mas que se proclamara una sabe lo todo y aún sentía esa emoción cada que aprendía algo nuevo o leía sobre un descubrimiento.
En ese instante, en clase repasaban sobra la fuerza de los gases y experimentaban más específicamente con el helio. La vampiresa terminó de embocar la manguera de goma por donde pasaría el gas y así encender el mechero dónde expondrían a altas temperaturas dicho gas. Cuando estaba por abrir la llave de paso, Arnold — que casi le rogó para ser su compañero de banco — interrumpió su acción con una sonrisa coqueta.
— ¿Te ayudo? — Nicolette rodó los ojos con cierto asco por su actitud y sin hacerle mucho caso puso el crisol sobre la malla arriba del fuego.
Después de un rato de soportar los incómodos comentarios del de rulos, finalmente alcanzaron la temperatura que el experimento necesitaba y Nicolette quedó estupefacta al ver que el helio sobrepasaba el vidrio de su recipiente.
— Lo atraviesa... — Dijo para si misma acomodando sus lentes de protección.
— ¿Realmente lo hace? — Habló retórico su compañero sacándola de su concentración — ¿O es solo que la tensión capilar es mayor a la tensión superficial y logra subir al contenedor? — La pelinegra harta de su voz e interrupciones destapó el recipiente y con un movimiento brusco tomó su mano para ponerla sobre el cómo una nueva tapadera, pero antes de que pudiera comprobar su teoría, el chico pareció resentir el calor en su mano por lo que se zafó de su agarre y la apartó sobándose casi al instante.
— Que tosca. — Enunció soplando sobre su palma — ¿Estás coqueteando conmigo?
— Asco. — Hizo una mueca para después ignorarlo y colocar su propia mano antes de que el gas se escapara.
Los segundos pasaron en los que el rubio esperaba una reacción de su crush por el calor, más está no llego nunca. En cambio, Nicolette no podía quemarse con solo el gas por su inmortalidad además de su piel ya de por si era bastante fría, supo que esta repelía el helio por su temperatura corporal.
— ¿Qué intentas demostrar? — Pregunto Arnold intrigado aún masajeándose.
— Si puede atravesar todo. — Celebró para sus adentros al ver que tenía razón y el gas realmente atravesaba el cristal y no solo se filtró por la anterior tapa, pero ahora la duda de si también podría pasar por el cuerpo humano la consternó.
— Puede pasar con el vidrio, — Le dio la razón — ¿Pero con el cuerpo humano? Considerando que pueda llegar a tocarte en primer lugar. — Ambos se inclinaron con el ceño fruncido hacia el contenedor expectantes.
La pálida entonces supo que para ella sería imposible averiguarlo y Arnold era bastante llorón como para soportar el mismo tiempo que ella para comprobar su teoría con humanos, pero podría hacerlo con un zombie. Fue ahí cuando sintió como su chica menos favorita de esa especie pasaba por sus lugares y sin previo aviso tomó su mano para intercambiarla por la suya, y Eliza por el shock de la situación quedó congelada un par de segundos, pero los suficientes para que Nicolette pudiera saber que en efecto el helio podía atravesar su cuerpo no-muerto.
Cuando finalmente la de cabello rizado reaccionó y retiró su mano molesta junto con una cara de pocos amigos esta fue recibida por una sonrisa triunfal de Nicolette.
Su mirada se perdió en la nada haciendo cálculos mentales hasta que tuvo la respuesta. Ya tenía un plan de reserva en contra de ellos.
Seguiría emocionada jugando con su malvada mente de no ser porque escucho una rejilla azotarse y después de ello el tono alto que uso el profesor en confusión.
— ¿Alguien vio a Mr Whiskers?
Ante el nombramiento del pequeño que había secuestrado hace una hora junto a Zed levanto su cabeza alerta y nerviosa, pero aún así solo atinó a encogerse de hombros y negar lentamente.
— ... Entonces cuando entre al laboratorio los encontré muy... Juntos. — Susurró hacia la de lentes.
— ¿Juntos, cómo? — Preguntó con preocupación dejando de lado su café.
— Pues, estaban abrazados. — Explicó tomando un sorbo de su malteada con trozos de cerebro — Pero no como amigos.
— Algo raro se traen esos dos — Dijo dudosa pero rápidamente su mirada cambió a una angustiada — Siento pena por Addison ¿No deberíamos decirle? — Expresó la mejor amiga de la platinada.
— ¿Para qué? No nos va a creer, sabe que la odiamos — Eliza bufó recordando todas las veces que Bree le insinuó a Addison que Zed y Nicolette se coqueteaban descaradamente en su cara y ella solo los defendía — Por eso debemos tener pruebas o algo más contundente si no.
Desde la fiesta zombie en la que ambas habían acordado una alianza para desenmascarar a Nicolette, se reunían en una pequeña y discreta cafetería en Seabrooke exponiendo las razones de su odio hacia la pelinegra empatizando más con la otra y no haciendo más que agrandar sus ganas con darle un buen escarmiento.
— Si, — Hizo una mueca — Actuaban muy raro el otro día que los seguimos para reunirse con esa pelirroja. — Eliza asintió de acuerdo.
— ¿Qué no se suponía que esa conexión que tiene con Wyatt se sentía por ambas partes? — Mordió su pajilla con incertidumbre — Porque ella no se muestra muy enamorada. — Volcó los ojos.
— Eso de los mates... — Rió sarcástica soltando todo su aire — Es una tontería, estamos en el siglo veintiuno, eso de emparejar personas ya no va.
— Tienes razón, — La señaló más animada — además Willa dijo que en ciertos casos no podía ser.
— Mmm no dijo eso. — Enmarcó una de sus cejas la morena.
— Como sea, — Bufó — no es imposible.
— Bueno, eso si, — Se encogió de hombros — pero ¿Qué hacemos?
— Piensa, que hace a Nicolette, Nicolette. — Bree la observó confundida al no entender su cuestionamientos lo cual Eliza rodó los ojos — Cuatro cosas: Su dinero, su físico, su popularidad y su ego. Vamos a destruir una y cada una de ellas.
— ¿Vamos a robarle? — Preguntó asustada la porrista con una mano en su pecho.
Eliza quedo sería un momento planeando mejor la situación.
— Bueno, haremos tres de esas cuatro. — Determinó finalmente por lo que Bree respiro con más tranquilidad.
— Me parece bien.
La zombie asintió conforme cuando esa cabellera negra se filtró en su vista a lo lejos. Hizo una mueca de fastidio.
— ¿Te imaginas que ella fuera la asesina? — Soltó repentinamente con interés aún observándola a lo lejos entrar a la estética junto a Bucky y las Acey's.
Bree rió por aquella suposición.
— Tiene todo el perfil de un psicopata, — Vociferó entre risas — pero seguro le dolerá más romperse una uña o mancharse de sangre.
— Tienes razón, imposible. — Igual bromeó para luego tomar otro sorbo de su bebida — Aunque aún no tengamos nada... Realmente quiero hacerla pasar un mal rato. — Regresó al tema anterior.
— Se lo merece.
Eliza torció su boca pensativa cuando una malvada idea cruzó por su mente aún mirando a ambos pelinegros charlar amistosamente en el local de enfrente.
— Vamos.
Se le fue colocada la pequeña bata delgada para evitar llenar de cabello su ropa al igual que a sus acompañantes mientras miraba determinadamente al trabajador.
— Solo corta las puntas y mi raíz comienza a notarse, — Con sus manos resaltó aquella zona más oscura que el resto de su cabello — ¿Puedes hacer un retoque? Lo mismo de siempre, negro azabache.
— Será un placer, Colette, como siempre. — Respondió aquel hombre con gusto a lo cual ella sonrió agradecida.
Por fin respiro tranquila comenzando a relajarse, lo necesitaba, ya que, los últimos días fueron muy ajetreados, sin contar todo el remolino que estaba en su cabeza. Por lo que al contarle sobre su gran estrés a su mejor amigo, este planificó un día de chicas junto con las Acey's para distraerla. Entonces esa mañana se aseguró de cubrir por completo su cuerpo con maquillaje al saber que se reflejaría en muchos espejos.
— Como te decía, nos hubieras escuchado hablar con él idiota que se equivocó de entrega con nuestros adornos. — Expresó molesta desahogándose con su estilista de confianza.
Y Bucky — al que le lavaban el cabello — rodó los ojos y levantó su dedo con el cual asintió a lo lejos recordando al torpe de la paquetería que confundió pedidos y ahora sus bellos lazos para colgar en el jardín de la vampiresa estaban extraviados.
— Ay que horror. — Mencionó mientras hacía un par de cortes como la chica se lo había pedido.
— Si, es terrible, es una cosa tras la otra, una y otra vez. — Bufó estresada — No se como Bucky aguanta todo esto, ayudo en lo que puedo, pero tengo mis propios asuntos. — El chico que terminó de emparejar su cabello asintió de acuerdo — Oye, ¿quedarán los reflejos aquí, verdad? — Señaló los laterales de su cabeza.
— Si, sobre todo aquí. — Le brindó seguridad — Espera un momento, voy por tu tono.
— Asegúrate que quede muy oscuro, por favor.
El joven de la peluquería fue a preparar la mezcla que su clienta estrella le pedía y con la que siempre quedaba satisfecha sin tomar en cuenta a la sospechosa figura que seguía sus pasos muy de cerca y que cuando este se descuidó para tomar el color azul azabache, la de lentes y uniforme de porrista cambió la mezcla por un decolorante.
Mientras tanto, del otro lado del local, junto a las bolsas de compras de los clientes que estaban siendo atendidos, se escabullía otra chica de cabello verde y rizado hasta dar con aquella en la que estaba impresa una marca cara y de sobre nombre con un elegante y bello vestido negro. Tomó el tinte amarillo que previamente robo de la misma peluquería y sin remordimiento alguno lo roció sobre la tela y cuando el tubo se terminó lo expandió y embarró con sus manos para que quedara bien impregnado, aunque igual supo que por la tela ni la mejor tintorería de la ciudad podría quitarle la mancha.
Una hora y media después, los profesionales ya estaban terminando con sus trabajos en el cabello de los cinco adolescentes cuando llegó la hora de quitarle los papeles de aluminio que cubrían gran parte de la cabeza de la italiana.
Esta, se recostó con cierta paz para que se los retiraran y lavaran su cabello.
— Debería comenzar a hacer yoga, dicen que es muy relajante y he estado expuesta a mucho estrés estos últimos días. — Seguía charlando amenamente con aquel hombre.
— Mi hermana es instructora y podría... Ay por Dios. — Bramó con susto al ver el resultado en el cabello de la chica.
— ¿Qué? ¿Quedó lindo? — Pregunto sonriente — Muchas gracias.
El mayor cubrió aquel desastre con una toalla con los nervios a flor de piel pensando en cómo mostrarle el resultado. Y cuando nuevamente la paso frente al espejo sus manos temblaron cuando retiró con lentitud el rizo.
— Creo que combinará muy bien con mi ves... — Comenzó feliz pero al ver su cabello calló.
Abrió la boca asombrada sin aliento mientras que la secadora que la chica que se encargaba de peinar a Lacey se apagó abruptamente haciendo que todos vieran la explosión de blueberry sobre Nicolette con expresiones de horror.
— A-ah no se qué pasó... — Musitó consternado — Debe descansar unos días y-y-y podría aplicar un negro...
— ¡Mi cabello es azul! — Gritó histérica — ¡Es azul!
Bucky ya para ese momento se había puesto de pie inmediatamente dispuesto a consolarla sin importarle tener la mitad de su cabello lacio mientras que el otro tenía sus característicos rulos.
— Nikki, no te exaltes, podemos solucionarlo. — Intentó tranquilizarla, más sabía que esto era inútil.
— El baile es en una semana. — Lloriqueo la chica sin escucharlo realmente. — Así ¿Como me coronarán reina?
« Por Lucifer, lo único que le faltaba » Talló sus ojos irritada y triste al volver mirar su cabello.
Nicolette era una vanidosa de primera, eso lo sabían todos, y el no tener algo, por más mínimo que sea, de su apariencia en su control o fuera de lugar a un nivel tan extremo como ese, su ego caía en picada.
— ¡Eres un imbécil! — Señaló al estilista por el espejo para quitarse con furia aquello que le servía como mantel — Ten. — Le extendió un par de billetes — Esto es solo por el corte, no pagaré esta porquería. — Señaló su cabeza y sin detenerse fue por la bolsa que tenía su vestido y pertenencias notando rápidamente un color amarillo brillante sobresalir de esta.
Con terror saco rápidamente este viéndolo completamente arruinado y finalmente soltó un grito lleno de frustración y rabia. Que, al ser oído por Eliza y Bree, que se encontraban afuera del local chocaron los cinco triunfales.
Caminaba a grandes zancadas por las calles de Seabrooke agradeciendo que pronto oscurecería por completo y su cabello — ahora "escondido" en un moño — no sería tan notable, aún así se paseaba con sus grandes lentes oscuros para no llamar la atención.
Hace pocos minutos había salido hecha furia de la estética y aunque Bucky quiso acompañarla esta se negó alegando que quería estar sola, puesto que no quería desquitarse con él, pero como habían llegado en su auto debía caminar hasta su hogar, necesitaba un momento para calmarse.
Claro que, en sus planes no se estaba encontrarse con cierto peliverde, el cual, salía apenas de forma tranquila de un local con su traje para el baile hasta reconocer a la chica que últimamente le quitaba el sueño caminando por la acera con furia.
— Oh Colette... — Se acercó a ella con una sonrisa, que, ya al estar más cerca de ella y notar el tono azulado de su cabello abrió los ojos de más sorprendido — Casi no te reconocí por tu... — Cayó en cuenta de su expresión molesta y prefirió callar lo obvio — Lentes.
— Se que tengo el pelo azul. — Bramó dura hacia Zed.
— Está alucinante. — Alagó convencido, pues el color no le quedaba mal y le daba un toque más atractivo, por así decir.
— Lo odio.
— ¿Entonces por qué lo teñiste? — Enmarcó una de sus cejas.
— ¡Yo no lo decidí! — Gritó en su cara haciéndolo retroceder — El idiota del local se equivocó de tinte.
— Que mal... — Hizo una mueca soltando un suspiro — ¿Cuánto tarda en caerse?
— No lo se, un par de semanas, — amásenle su frente frustrada — mientras tanto tendré que estar así un buen rato antes de volver a pintarlo si no quiero dañarlo.
— Pues, si te hace sentir mejor, te sienta bien.
— ¿Bien? — Cuestionó incrédula — Parezco un payaso.
— Mmm — suspiró frustrado pensando en formas de animarla — ¿Te parece si te invito un helado? — Probó con aquello, a nadie le caía mal un froyo del entrenador — Tal vez así te endulce el mal rato.
Nicolette se cruzo de brazos molesta, quería seguir enojada y sacar su frustración, tal vez gritarle a él y a cualquier otro que se le atraviese, pero al final, por alguna extraña razón no pudo. Sus facciones se relajaron notablemente ante la amabilidad del chico para terminar por levantar una de sus cejas suspicaz.
— ¿Puede ser de vainilla? — Preguntó suave algo avergonzada por su comportamiento.
— También es mi favorito. — El chico celebró en sus adentros — Ven conmigo, dejé la camioneta de mi papá cerca.
La ahora peliazul asintió más tranquila que antes siguiéndole el paso. Él quería ser amable con ella y se estaba dejando consentir un momento, por más mínimo que fuera, pues ya que ninguno de sus planes para hacerlo aquel día funcionaron, podía probar cerrar con broche de oro, sino es que algo peor ocurría antes de que termine la noche.
Cuando llegaron a su destino, una camioneta de carga oxidada,la femenina la contemplo con la cabeza ladina.
— Lindo auto.
— Se que la estás juzgando, — La señaló acusador abriéndole la puerta del copiloto — pero corre como una bestia. — Cuando se subió del lado del conductor, la encendió creando un estruendo en el motor, cosa que lo hizo sonreír apenado — Ignora eso.
Nicolette soltó una gran carcajada antes de que arrancaran.
Tiempo después, no se quedaron en el pequeño puesto del entrenador a degustar sus helados, ya que, este estaba por cerrar, aunque hizo una excepción por su mariscal estrella. Por ello, habían optado por comerse su yogurt congelado en la camioneta del chico, la cual, se encontraba estacionada fuera de la casa de Nicolette mientras ambos charlaban de cosas tribales.
— Mmm — Soltó un gemido gustoso — no se de que sean estas gomitas, — Hablo con la boca llena — pero están deliciosas.
Colette tomó otra cucharada deleitándose con el sabor, no creía que algo tan simple como expandir el menú de sabores para monstruos podía ser tan eficiente y placentero para sus papilas gustativas.
— ¿Puedo? — Preguntó en un extraño tono a su acompañante, que ella decidió ignorar.
— Adelante — Terminó de tragar extendiéndole su vaso sin esperar lo siguiente que ocurriría.
Zed se acercó, ella creyendo que sería para tomar un poco de su froyo, cuando en realidad lo que hizo fue robarle un beso.
Nicolette estaba en shock, ni siquiera pudo apartarse o reaccionar a tiempo, siendo peor cuando una opresión punzante se postuló en su pecho trayéndole malos recuerdos de su vida pasada.
FLASHBACK
Se dejó caer en la elegante silla analizando con cierto temor la carta frente a ella mientras leía el remitente una y otra vez.
"General K, McGregor."
Suspiró temblorosa antes de abrir aquel sobre que uno de sus sirvientes de confianza le entregó a escondidas con mucha urgencia.
Su boda con Elio se celebraría en unos días y si está fuera una carta de felicitaciones la estaría leyendo junto a su prometido, pero claro no era el caso, entonces sabiendo que el interior contenía pecado se encargó de escabullirse para poder leerla a escondidas de cualquiera.
« Querida, Iris Vandelize:
Seguramente será la ultima vez que pueda llamarte así, ya que, pronto te convertirás en toda una McGregor, lastimosamente eso no será por mi y por eso decidí no asistir a tu boda con mi primo.
Me mantuve ocupado en el ejército, tratando de olvidarte y sobre todo de enterrar esa última noche que pase entre tus brazos, pero todo esfuerzo fue en vano. Mi corazón no tolerará verte caminar al altar con otro hombre y prefiero huir como un cobarde antes que arruinarte el día más importante de tu vida, espero y puedas perdonarme por desaparecer y ausentarme de sus vidas, es lo mejor para todos.
Siempre te amaré, Kenneth. »
Terminó de leer aquellas ardientes y elegantes letras rompió la carta hasta convertirla en añicos para después restregar su rostro con culpa.
Tenía un aprecio especial por él, pero nunca llegó a amarlo como a Elio, pues este último era su mundo entero, pero, hace tres años, mucho antes de que el castaño se le declarará y pidiera matrimonio, se entrometió íntimamente con su pariente, cosa que la hacía sentir pésimo, puesto que en ese entonces ella ya estaba enamorada de Elio, pero al no estar segura de que su amor fuera correspondido, aquella noche en la que Kenneth le dijo que se iría a la armada y que no sabía si volvería, se dejó llevar entregándose a él por su historia.
Su familia siempre busco una alianza escocesa y realmente no era Elio el que se tenía pensado en un principio para una unión, fue Kenneth. Él — según decían — era el miembro más poderoso de la familia y seguramente el próximo duque, pudo ser así si Iris lo hubiera desposado, pero al tiempo de conocer al primo mayor conoció al amor de su vida gracias a él y lo demás se volvieron cenizas en el tiempo. Y ahora que ella se casaría con Elio, este tenía más oportunidades de ascender de título, pues para el abuelo de ambos las apariencias eran muy importantes y no les daría un cargo tan importante sino estaba seguro de que mantendrían su apellido en alto con una dama de su misma posición.
Antes supo que no había resentimiento alguno por parte de Kenneth, porque este siempre le menciono que su sueño siempre fue servir a su país en el campo de batalla ante cualquier amenaza, además, después de que ella le confesará que se había enamorado de Elio, este lo entendió y se hizo a un lado sin dejar de ser grandes amigos y confidentes, pero ese amor que alguna vez se profesó parecía nunca haberse ido y aquello la ponía melancólica ante el pensamiento que su felicidad sería la miseria para otro, peor tratándose de uno de sus allegados, pero ya no había marcha atrás y tampoco sacrificaría su amor por Elio por nada ni nadie.
— Amor. — Llamó un lindo castaño de ojos mieles en la puerta sacándola de sus pensamientos — La modista te espera en el salón, quiere arreglar los últimos detalles de tu vestido.
La pelinegra asintió nerviosa.
» — ¿Todo en orden?
— Claro... — Tiro los trozos de papel sacudiendo sus manos para luego acercarse a su futuro esposo — ¿Te he dicho que te amo últimamente?
— Todo el tiempo. — Sonrió y con ternura dejó un beso en su nariz.
La chica sonrió consternada y lo abrazó aferrándose a él culpable.
FIN DEL FLASHBACK
— Tienes razón, saben muy bien. — Susurró separándose de ella aún sobre sus labios.
La vampiresa parpadeó confusa alejándose del chico, sin expresión alguna bajándose rápidamente de la camioneta. Zed se preocupo de inmediato al ver su acción y refunfuñó lamentándose sabiendo que había arruinado todo, para después sin más seguirla a paso veloz antes de que ella pudiera huir de él.
La peliazul apenas pudo dar un par de pasos dispuesta a entrar a su hogar pero casi de inmediato el zombie le obstruyó el paso con cara culpable. Ninguno podía decir algo al respecto, el de cabello verde tenía la mirada gacha vacilante en tanto ella cargaba con unos nervios y decepción terribles que la hacían ya no poder verlo a los ojos.
— ¿Qué hiciste, Zed? — Murmuró apenas audible después de largos segundos de silencio por parte de ambos.
El anterior mencionado respiro hondo juntando fuerzas para poder enfrentarla y confesarle todo de una vez, pensando por primera vez solamente en él y en nadie más después de mucho tiempo callando esos desgarradores y dóciles sentimientos. Tenía miedo, y sabía que era hora de hacer algo por si mismo y echar todo por la borda o recibir una recompensa.
— Es que... Me gustas Nicolette. — Cerró sus ojos suspirando.
Nicolette apenas se inmutó, pues seguía congelada y sin procesar lo que acababa de ocurrir. De alguna manera ya sabía que él tenía cierta atracción por ella, más nunca pensó que se atrevería a hacer algo como eso.
» — Intenté alejarme de ti e ignorar esto, no quería dañar a nadie, pero es más fuerte que yo. — Ahora fue turno de la ojicafe de agachar la mirada, todo fue provocado por ella, quería plantarse enfrente de él y poder rechazarlo y dar la vuelta sin que esto le pesara, pero no podía y no valía hacerse la dura, pues no había nada más cobarde que hacerse el valiente — Escucha, no se cuando me enamore de ti... Pero ahí estaba el amor más imposible del mundo. — Sintió un nudo en su garganta, por lo que tragó duro evitando sonar afligido — Perdóname, pero ya no podía ocultarlo más.
La vampiresa seguía sin palabras, quería decir de todo más las palabras no podían salir al estar atascadas en su garganta.
— Mierda ¿qué hiciste, Zed? — Volvió a preguntarse ahora para sí misma jalando su cabello y dándose la vuelta — ¡¿Qué vamos a hacer?! Acabas decir que me amas ¡¿Qué ocurre contigo?! — Volvió a encararlo.
— ¡No lo se! — Igualó su tono, cansado de la situación y de la incertidumbre — ¡No sé que siento! — Lanzó sus manos al aire respirando agitadamente — Solo que se tengo una atracción incontrolable hacia a ti y no soporto verte con Wyatt.
Ante los gritos igual por parte de él, optó por calmarse, no querían llamar la atención y que las cosas terminaran mal, así no iban a llegar a una solución ni a ninguna parte tampoco. Entonces recapacitó en sus palabras que lo convencieron de cometer aquel impulso, estaba confundido por todo lo que ella hizo conscientemente y con ese fin, era hipócrita hacerse la desentendida, pero a estas alturas todo era aún peor ahora a sabiendas de los problemas de autoestima de Zed por su lado zombie, ya que, por todo lo que le ha contado, su única meta y propósito es aparentar ser un humano perfecto por toda la discriminación que vivió y es entendible pero sabía de antemano que en esa vida perfecta entra Addison y no la dejaría por ella.
» — Yo ya te dije como me sentía. — Volvió a hablar cuando también se calmo logrando que ante su pregunta, la chica lo mirara por primera vez después de lo ocurrido — ¿Tú, qué sientes?
Nicolette titubeo al no tener idea de lo que pudo despertar en ella aquel beso, pues solo le trajo malos recuerdos de otra infidelidad.
— No importa lo que sintamos, — Se abstuvo a responderle al no tener algo claro que decir — lo que acaba de pasar estuvo mal.
Zed suspiró rendido por su estado de negación.
— ¿Lo dices por el asunto de mates? — Mencionó de forma fría — ¿Crees qué por eso no tienes elección?
— ¿Tu como sabes eso? — Puso sus manos sobre sus hombros sin aliento y con el ceño fruncido consternada.
— Tu tampoco pareces muy sorprendida. — Señaló obvio — ¿Lo sabias, entonces? — Asintió con la cabeza gacha.
— Él no sabe que lo se, — Aclaró rápido, temblorosa — ha intentado decírmelo pero no se lo he permitido.
Zed miró el cielo en busca de una respuesta que sabía nunca llegaría, queriendo solo gritar de frustración. No solo engaño a su novia metiéndose con la novia de uno de sus amigos, sino que también se estaba entrometiéndose donde no debía. Su acto con falta de moral momentos antes no lo privaba de sentirse pésimo consigo mismo ahora.
— ¿Le dirás sobre esto a Wyatt? — Preguntó inquieto.
— No lo se, no quiero herirlo. — Restregó su rostro agobiado.
— ¿Eres consciente de que lo único que te ata a él es la imprimación? — Habló fastidiado — Es decir, ¿te gusta o es algo más grande que tu lo que te atrae a él? — Nicolette sintió aquello caerle como una bomba, su necedad y negación al afrontar el hecho de que estaba liada con Wyatt por una fuerza más grande de lo que pudiera comprender la privaba de todo el conocimiento que Zed se encargaba de informarle en el peor momento posible. Ahora no sabía que pensar sobre ninguno de los dos ¿realmente se había encariñado con Wyatt o todo era simplemente algo ya programado?. Ante aquel pensamiento negó sintiéndose afligida y se abrazó insegura, tal vez Wyatt no le guste y Zed tenga razón y sea solo una cosa de lobos — ¿Lo amas Nicolette?
— Amar es una palabra muy fuerte. — Respondió en automático, ya no pensaba con claridad y menos por lo que acaba de escuchar.
— ¿Y a mi?
— Debo irme Zed. — Dijo sería dándose media vuelta dispuesta a abandonar la conversación.
Pero Zed al verla tan herida y melancólica la detuvo tomando su brazo con preocupación.
— ¿Estás bien?
— No, necesito aclarar mi mente... y mis sentimientos. — Se apartó de su agarre aguantándose el creciente nudo en su garganta — Déjame sola y por favor vete.
El zombie asintió retrocediendo queriendo darle su espacio. Ya estaba hecho y todo salió mal, se dejó llevar por sus torpes impulsos pero no había marcha atrás.
Sin esperar a que se marchara por completo, Nicolette a paso acelerado se adentró a su hogar por fin dejando salir sus lágrimas de sangre junto a fuertes sollozos que apretujaban su pecho.
Dalia apareció a los pocos segundos al ser testigo de lo ocurrido afuera al estar fisgoneando por una de las ventanas. La pelinegra al verla tuvo tantas dudas, quería saber si ese era el zombie del que hablaba Vlad, quien era Wyatt y cuál era su relación con él y la más importante, ¿por qué rayos tenía el cabello azul? Pero al instante cayó en cuenta que era un mal momento para tantos cuestionamientos, su lado fraternal salió a flote y sin más que pensar corrió a abrazarla cuando esta se derrumbó entre sus brazos aferrándose a ella.
— ¿Qué ocurre, Iris? — Preguntó con calma acariciando su cabello.
— Ya no puedo. — Sollozo — Creí que podría con todo, jugué con fuego y me metí a lo que estuve huyendo por siglos. — La abrazó con más fuerza — Todo está por encima de mis hombros, ya me canse de que la muerte esté pisando mis talones, ya no se que hacer y todo fue por mi culpa, yo cause todo esto y no puedo con las consecuencias.
Su llanto se intensificó cuando sus piernas fallaron y aunque Dalia intentó sostenerla, terminaron cayendo al piso, más eso a ninguna le importó y la mayor siguió en su tarea de consolar a su hermana.
Por otro lado, a las afueras de la mansión, dos personas no tan ajenas al drama de los dos adolescentes estaban boquiabiertas mirando al infinito pensando en todo lo ocurrido. No fue hasta que una de ellas finalmente salió de su trance y miró a la otra con una extraña mezcla de enojo y felicidad.
— Lo sabía... — Susurró — ¡Lo sabía, lo sabía! — Golpeó su palma con su puño — Zed engaña a Addison con Nicolette y ella está engañando a Wyatt.
Aquello hizo a Bree salir de su estado de estupefacción.
— Tenemos que decirles. — Hablo con determinación dispuesta a acatar lo dicho pero rápidamente fue detenida por Eliza.
— ¡No! — Se colocó frente a ella — Aún no.
— ¿Por qué no? — Pregunto incrédula — ¿Si tomaste la foto?
Señaló su teléfono ansiosa y la otra lo confirmó mostrándole la fotografía que capturó el momento justo donde Zed besaba a Nicolette.
— Digo qué hay que esperar el momento perfecto. — Guardó su móvil — Debemos exponerlos por lo que hicieron, que todos vean cómo es ella en realidad.
La morena la miró insegura.
— Eso no sería... — Tomó una pausa — ¿Perjudicar por igual a Wyatt y Addison?
Eliza era muy consciente de eso, claro que el golpe caería directamente en Nicolette pero la vergüenza caería sobre los cuatro de igual manera.
— No claro que no, les estamos haciendo un favor al abrirles los ojos. — Mintió sin querer desistir de su plan — Solo dame tiempo para pensar en algo. — La de lentes asintió poco convencida.
— De acuerdo, tú mandas.
Tomó su estómago con cierto malestar y molestia, desde la tarde de sentía infame y sabía que era gracias a Nicolette, pues eran mates y compartían emociones, él no podía enojarse así de la nada, en cambio ella lo hacía a cada rato, por lo mismo estuvo intentando estar tranquilo y que no se le notara nada extraño. Aunque no podía evitar estar inquieto a sabiendas de todo eso y no poder hacer algo al respecto, seguramente estaba pasando un mal momento y él no podía ir a verla para asegurarse de que todo estuviera bien, pues hace poco inicio el toque de queda y si alguna patrulla lo veía por los alrededores les daría más razones para sospechar que los lobos son los causantes de los asesinatos.
Una ráfaga de aire golpeó levemente su rostro, filtrando un lejano pero aún percibido olor a su mate que se había quedado impregnado en sus propias ropas después de haber pasado tanto tiempo con ella. Inhalo hondo deleitándose con el olor de su perfume junto al aroma de s'mores, cuando en ese instante, otro olor muy peculiar y conocido para él se coló en sus fosas nasales a las afueras de la cueva.
Frunció el ceño curioso y guardó su nuevo tesoro para después dirigirse a su hogar con cierta emoción retumbando en todo su cuerpo. Apenas entrando, se encontró a su manada festejando, dando brincos por doquier, ya imaginando la situación, se abrió paso entre todos los lobos esperanzado y eufórico hasta que finalmente lo vio al centro de la cueva junto a una Willa sonriente, que por igual, esta misma se le contagió quedando pasmado por un par de segundos.
No fue hasta que segundos más tarde, que el castaño que se encontraba de espaldas igual sintió su presencia y giró con sus poderosos e intimidantes ojos rojos de alfa acompañados con una sonrisa ladina hacia el menor.
— Hey Wyatt.
— Johan... — Soltó apenas sin aliento.
Y sin más corrió a abrazar a su hermano dándole la bienvenida a Seabrooke.
No puedo creer que tarde
seis días en escribir este
cap y que es el más largo
que he escrito en mi vida
hasta ahora, espero y no
haya sido muy tedioso. Btw...
¡¡ DOS CAPÍTULOS MÁS !!
║█║▌│█│║▌║│█║▌║
2908200326081991
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