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CAPÍTULO CUATRO
CRY BABY
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          NICOLETTE JAMÁS FUE capaz de mirar atrás después de la muerte de Elio cientos de años atrás. Desde este momento odiaba la clase de historia.

Los vampiros podían recordar toda su anterior vida sin problemas a excepción de su muerte. El primer año la pelinegra ni siquiera se preguntó lo que había ocurrido, pues sabía que sería algo traumante saber de que forma dejaste de existir. No fue hasta una tarde de invierno que el pueblo la conmemoraba en su aniversario de muerte que quiso investigar algo más allá y terminó siendo la peor opción.

Nadie sabía absolutamente nada. Ni testigos, ni sospechosos. Todo quedó como un triste caso sin resolver. Y ella peor, no supo qué pasó los últimos tres días de su vida como mortal.

Fue un golpe duro, ver en las memorias de Dalia imágenes de su cuerpo, el gran agujero en su pecho vacío, entró en crisis. No recuerda haber llorando tanta sangre alguna otra vez, se sintió como un balde de agua fría. En ese momento creyó que no podría haber dolor más ruin que ese. Y no quería el consuelo de Dalia ni de ningún otro inmortal. Entonces huyo a su antiguo castillo y lo vio.

Elio lloraba frente a la chimenea donde en la parte de arriba se encontraba un retrato de de ella. La oscuridad del cuarto solo iluminado por las llamas la ayudo a pasar desapercibida. Duró toda la madrugada sentada en la oscuridad mientras lo observaba beber sin control mientras lágrimas carmesís bajan por sus sus mejillas. Fue la primera vez que estuvo cerca de un humano y no sintió ganas de devorarlo, no podría. Lo extrañaba tanto, su primer y único amor.

Meses antes se enteró que su familia arregló otro matrimonio y ahora estaba casado con la princesa de Francia, en su momento la lastimó pero ahora el saber que no la quería y aún seguía pensando en ella era reconfortante. Era egoísta por no querer que estuviera con alguien más pero no podía verlo en brazos de otra cuando ella aún seguía ahí, no estaba muerta.

Esa noche fue la última que estuvo cerca de él. Aún merodeaba por el palacio a escondidas pero con base pasaba el tiempo caía en cuenta que era mejor no hacerlo, estaba siendo bastante obvia, incluso hubo varios rumores de que su fantasma vagaba por los pasillos de la corte.

Entonces, treinta y dos años después el dolor más ruin llegó. La muerte del líder de uno de los grandes clanes de Escocía. Su querido Elio había dejado de existir para siempre.

Apenas y pudo soportar estar en el funeral. Fue en la plaza mayor. Había una banda sonora, disparos al aire, cientos de pueblerinos llorando la pérdida de un noble y la viuda abrazaba a sus tres hijos mientras lloraban desconsolados a lado del sarcófago, el varón mayor era igual a Elio, no le calculaba más de catorce años y sin duda era la viva imagen del niño con el cual hace muchos años atrás corría junto a ella en los jardines de su palacio.

Desde que fue convertida en vampiresa su corazón no se regeneró, y si antes quiso creer que aún quedaba un poco de humanidad en ella esa chispa de esperanza se esfumó aquel día.

Iris Vandalize dejo de existir definitivamente y nació Nicolette Simoné, una mujer fría, calculadora, egoísta y que no se tienta al matar a sangre fría.

Ella no quería esto, no está vida.

Suprimió sus recuerdos tantos años y ahora la pintura que Elio le mando a hacer por su décimo sexto cumpleaños estaba siendo proyectada en la lona blanca frente a toda su clase mientras el profesor daba un breve resumen de su biografía. Vaya mierda.

Hubo uno que otro comentario sobre su parecido más ninguna sospecha, pues era "imposible" además de que no lucía igual a la chica del retrato, era una pintura muy antigua y el estilo del arte en ese entonces era algo peculiar.

La diapositiva cambio y sintió temblar sus manos.

— El fue su esposo, Elio MacGregor, fue líder del clan escocés MacGregor y formó una alianza con Italia gracias a su matrimonio con Iris Vandalize la cual fue asesinada dos años después de contraer matrimonio con este líder- — Alguien levantó la mano, una chica zombie.

— ¿Quién la mató? — preguntó con curiosidad a lo cual el profesor simplemente levantó los hombros.

— No se sabe, aunque el sospechoso más fuerte fue un sirviente francés, se dice que fue enviado por Enriqueta III para que su hija pudiera desposar a Elio. — Nicolette levanto su cabeza en un rápido movimiento, quedó helada ante tal información, nunca nadie habló de ello antes.

Estaba segura de que la sangre que había consumido en la mañana se fue de su sistema dejándola inmóvil ante tal información. No podía ser cierto.

— Pero son solo teorías, la verdad está inconclusa. Continuando con el tema... — hizo una pausa — En los siglos diecisiete y dieciocho el nombre del clan de los MacGregor fue prohibida, y los miembros del clan se vieron obligados a asumir otros nombres...

FLASHBACK

Amore mio. — Lo llamó y el castaño levantó la vista de sus papeles — Hoy mamma suegra viene a cenar ¿qué vestido me queda mejoré? — Se sobre puso un hermoso vestido esmeralda del lado izquierdo y del otro tenía uno púrpura.

El de ojos miel sonrió con ternura y se acercó a su esposa para tomarle las manos y besarlas.

— Con todo te ves hermosa, mon bel ange.

Ella sonrió al volver a escuchar el apodo que uso en sus votos matrimoniales.

« Mi bello ángel »

FIN DEL FLASHBACK

Nicolette no podía estar más confundida, tenía unas inmensas ganas de llorar y gritar, un nudo estaba atorado en su garganta amenazando con crear un huracán si no huía rápido de ahí.

— Nikki — Alguien tocó su hombro izquierdo — ¿te sientes bien? — la peliblanca la miro con preocupación pues la chica parecía estar más pálida de lo normal y sus ojos estaban inyectados en sangre, no normalmente cuando alguna persona siente ganas de llorar o está bajo el efecto de alguna droga, literalmente podría jurar que había sangre en ellos.

— S-sí — alcanzó a decir — t-tengo que irme... — exclamó en voz baja.

Tomó sus cosas de forma brusca y a grandes zancadas abandonó el salón de clases pese a las réplicas del profesor el cual dejó de llamarla cuando Addison explico que se sentía mal. No estaba segura de que le ocurría realmente pero quiso echarle una mano a la pelinegra, se veía realmente afectada por algo.

Nicolette trotaba por los pasillos con la cabeza gacha preocupada de que nadie la fuera a ver hasta que llego a los baños más lejanos de toda la escuela, estaban en el ultimo piso a lado del salón de arte, nadie iba para allá. Después de asegurarse que ninguno de sus sentidos se activara con la presencia de otro mortal trabó la puerta con sus poderes y se miró en el espejo.

Su labio inferior temblaba, el nudo en su garganta de había intensificado haciendo que suelte pugidos de dolor, sus uñas habían crecido por la rabia, y sus ojos estaban completamente rojos por las lágrimas de sangre que amenazaban con salir, solo se podía ver un distante punto negro en medio de ellos y alrededor sobre salían venas negras.

Y entonces lo dejo salir.

Un chillido escalofriante y desgarrador salió de su garganta mientras miraba las gotas de sangre flotando a través del espejo. Las lágrimas caían al piso pero solo las dejó fluir, era una bebe llorona pero no le importaba una mierda. Estaba sola. Volvió su vista y ahora las lágrimas de sangre habían contorneado su rostro y se podía reflejar un poco, vio al monstruo en el espejo y se vio a sí misma, la conocía perfectamente, Iris, la débil Iris salió dejando afuera todo lo que soportó durante tantos siglos y esas lágrimas eran suyas.

Retrocedió unos cuantos pasos hasta que sus espalda chocó con la pared a sus espaldas, se deslizó por ella hasta terminar en el suelo, pataleó impotente y con su puño golpeó la pared de mármol con el cual se estaba recargando dejando graves daños a la estructura pero no le importó en lo absoluto. Fue demasiada información de golpe. Ese podía ser la causa de su muerte, la mataron, la asesinaron por un puesto en la corona y lo peor de todo es que no lo recordaba.

Se quedó ahí en el piso del baño llorando desconsolada por el resto del día, nadie la escucho y nadie pasó por el lugar. El único testigo de aquella escena tan turbia fue el espejo con cientos de besos hechos con labial rojo de adolescentes.





Wyatt corría de un lado a otro con Wynter detrás tratando de seguirle el paso, pero su respiración agitada delataba su cansancio, y podría ser una mujer loba pero realmente llevaban toda la mañana buscando a la mate del chico delante de ella y estaba agotándose.

El hombre lobo había escuchado una leyenda sobre qué los mates podían compartir sus emociones más fuertes, si el otro estaba triste, enojado o inmensamente feliz, el otro lo sentiría. Y justo hoy creyó sentir algo en su pecho, nada grato, fue un duro pinchazo de dolor y sufrimiento, claro que inmediatamente se preocupó pero no fue hasta que Addison menciono el incidente de Nicolette en la clase de historia sabiendo que a Wyatt le interesaría esa información mas nunca pensó que tanto pues hace poco más de dos horas que fue el receso en el que se enteró de la noticia y no había parado de buscarla hasta por debajo de las rocas, quería estar ahí para ella, abrazarla y preguntar qué fue lo qué pasó y sobre todo asegurarse de que estuviera bien, no podía controlarlo, tenía ese instinto protector con ella.

— Wyatt... — bufó con el poco aire que le quedaba — A lo mejor se fue a su casa... no está.

— Es que agh — resoplo frustrado deteniendo su paso — No se pudo haber ido así como así, si se sentía mal no debe estar lejos... ¿y si le paso algo? ¿Necesita ayuda?

— No lo se... no cre- — La del mechón blanco no pudo terminar su frase pues la posición de alerta de tomó Wyatt la detuvo. — ¿Qué sucede? — El la cayó con un movimiento de mano y se concentró en el sonido tan característico de la chica al caminar con tacones.

— La escucho en el tercer piso. — Exclamó emocionado y salió corriendo en esa dirección dejando por mucho atrás a Wynter.

Mientras tanto Nicolette bajaba por las escaleras quitando el poco rastro de sangre de su rostro con una mirada neutra.

Estaba más decidida que nunca. A Seabrooke se le terminó su linda chica que siempre posaba con una sonrisa hipócrita, no más. Si ella no le importo a nadie cuando murió a ella no le importaría nadie de ahora en adelante.

Si antes se callaba sus palabras e insultos ahora dejaría el filtro de lado. Adiós a la buena Nicolette, si aún así decían que era mala, bueno, les mostraría su peor cara, eso no era nada comparado con lo que les esperaba.

Solo le quedará decir bienvenidos a su nuevo mundo malvado, sin reglas ni restricciones. Se pudrirán igual que una manzana envenenada.

Acomodaba entre sus dedos sus guantes de encaje mientras procuraba de que sus lentes de sol no se fueran a caer. No estaba tan soleado como otros días y por ello no llevaba su paraguas pero aún así tomaba sus precauciones.

Todo iba bien hasta que sintió el olor a perro cerca. Hizo una mueca de disgusto de inmediato y giró sobre sus talones esperando la llegada del chico.

— Nicolette — se sorprendió de que esta pareciera estarlo esperando, imagino que fue por el ruido de su carrera — ¿estas bien? — preguntó preocupado.

— Perfectamente. — respondió seca — Sobre el castigo de hoy, no podré quedarme, tendrás que cumplirlo tu solo.

Wyatt se sintió pequeño ante la frialdad de la chica y solo atinó a asentir algo desorientado a lo cual la chica sonrió de forma corta y siguió su camino ignorando el lejano sentimiento en su ser pidiéndole que se quedara cerca de él.

El chico no sabía que pensar o como sentirse, estaba cansado y harto de que lo hiciera menos y tratara de esa forma. Estaba haciendo su mayor esfuerzo para tratar de acercarse como cualquier otro humano y no parecía ser suficiente.

Suspiro abatido pero entonces carraspeó casi de forma instantánea recuperando su postura. Sintió la presencia de Wynter a sus espaldas y no quería que lo viera en ese estado.

— Que perra. — Fue lo primero que atinó decir a pesar de la dura mirada que le lanzó el chico. — No estaba tan lejos, escuche todo. — Señaló sus orejas. — Lo quieras admitir o no, Bree tiene razón.

— Ni siquiera la conoces. — Comenzaba a enojarse, no le gustaba que hablaran así de su mate a pesar de sus malos tratos hacia su persona.

La chica soltó una risa sarcástica.

— Con lo poco que escuché me bastó, no te merece.

— Sólo tuvo un mal día, es todo. — Hablo bajo.

— Ajá — se queda pensativa — ¿y qué harás ahora?

Sonríe travieso — Supongo que serán dos los que falten al castigo, — La loba a su lado lo mira con confusión — la voy a seguir.




Con todo lo que había llorado momentos antes Nicolette de verdad se sentía seca y hambrienta, necesitaba un bocadillo urgentemente.

Entonces ideó un plan rápidamente en su mente, solo era una pequeña mordida, nadie tenía porque que enterarse.

Movió de forma sensual sus caderas hasta llegar a una parte con sombra en las gradas. Cruzo sus piernas de forma elegante haciendo que su short se subiera un poco más y finalmente apartó los grandes lentes oscuros de sus ojos con una sonrisa mientras miraba con atención la práctica de football liderada por Zed.

Como siempre, varios chicos tenían su mirada en ella y fallaban varias anotaciones y ejercicios pero a la mayoría ni los volteó a ver. Hasta que en su campo de visión entró él.

Brad Cooper, el pateador estrella y un total imbécil. Típico idiota con un balón en lugar de un cerebro y rompecorazones popular, estuvo detrás de ella por mucho tiempo pero al notar que nunca le pararía bola dejo de insistir.

Sonrió coqueta y lo saludo con un discreto movimiento además de guiñarle el ojo. La practica acababa de iniciar y sinceramente no esperaría a que acabara por lo que se levanto y con una sonrisa ladina le indico al chico que la siguiera. No tardo mucho por supuesto.

El chico se excusó con un dolor en su hombro y dijo que prefería retirarse y nadie replicó o sospecho nada, ni siquiera lo asociaron con la despampanante pelinegra pues ella siempre fue alguien que se mantenía a raya y nunca llegó a salir con nadie, además todos sabían de los múltiplos rechazos dirigidos hacia Brad por parte de esta.

Lo que no sabían es que del otro lado del campus, Nicolette guiaba al chico hacia la entrada del bosque con sus encantos y algo de hipnosis. Lanzaba comentarios lúcidos y atrevidos sabiendo que lo volvería loco y no estaba equivocada, los instintos del muchacho lo hacían seguirla sin dudar.

Poco después la pareja encontró un lugar perfecto entre árboles y poca maleza para besarse sin oídos alguno. El chico estaba extasiado y emocionado de más mientras que ella ni se molestaba en cerrar los ojos y hacía muecas de asco en medio del acto. Su primer beso en más de doscientos años.

— Nicolette... — se separó con la respiración agitada — No sabes cuanto tiempo quise esto. — Ella simple levantó ambas cejas sin importancia. — Me gustas desde hace mucho tiempo.

— Ajá — respondió rápido para volver a jalarlo hacia ella y seguir besándolo.

Abrió uno de sus ojos para verificar lo que sus sentidos le habían anunciado desde hace mucho.

El Lobito estaba viendo toda la escena.

Wyatt era ágil y sigiloso pero no contaba con que la chica tuviera un gran olfato y oído que supo que la seguía desde hace bastante tiempo.

Sus uñas habían crecido y sus ojos habían cambiado a un amarillo brillante mientras sus colmillos tenían atrapado a su labio inferior evitando soltar algún sonido. Rasgo con dolor en tronco en el que estaba escondido mientras lágrimas amenazaban con salir.

Terminó por destruir la mitad del tronco sin importarle ya si llamaba la atención de los presentes. Se quitó su chaleco y camisa para comenzar a correr sin rumbo alguno mientras cambiaba de forma y cuando menos lo pensó ya se encontraba andando entre los árboles en su tercera transformación sin importarle nada hasta llegar a una gran roca donde aulló con dolor.

Después de ver aquella dolorosa escena que le rompió el corazón tomó la dura decisión de ignorar la imprimación y definitivamente rechazar a su mate

Nicolette al escuchar el aullido (como todo Seabrooke) sonrió perversa y divertida.

El chico frente a ella volvió alejarse alertado.

— ¿Oíste algo? — ella rodó los ojos sin que la viera.

— Nop — fingió inocencia y el sonrió tierno.

— Eres hermosa... — Ella alargó su sonrisa aterradora ante el cumplido — Como un bello ángel.

Cubrió sus blancos dientes y su mueca malvada cambio a una seria y molesta en un solo segundo.

— Que mala elección de palabras. — El la miro confuso cuando de pronto con una fuerza sobre natural lo empujó hacia el árbol a sus espaldas sobresaltándolo pero lo peor fue cuando abrió su boca más de lo normal dejando a la vista a miles de colmillos mientras se acercaba a él rápidamente.

Y lo último que se escuchó del rubio fueron sus gritos de terror y dolor en medio del bosque.


















Al finnn pude escribir un poco del pasado de Nicolette, comenzaba a sentir que la veían como muy mala entonces bueno, esta es una razón por la cual es así.


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