Único
En una de sus giras en las cuales el destino era solamente Europa, se hospedaron en un hotel en la capital Italiana en dónde todo el tema del dinero fue administrado y pagado por su mánager Brian Epstein.
La decisión difícil para ellos era decidir quién dormiría con quién ya que les gustaba pasar tiempo juntos haciendo pijamadas o peleas de almohadas, seguían siendo unos niños al final de cuentas que amaban pasar tiempo juntos cómo hermanos.
──Bueno, será sencillo, son dos habitaciones, lo lamento Ringo pero roncas demasiado.── Dijo Paul con una mueca divertida extendiendo su mano hacia el hombre anillado.
──Con esa narizota parece que se toca el trombón.── Bromeó John el cual recibió un golpe por parte del chico de ojos hazel.
──¿Vamos a seguir discutiendo en la recepción? Ya nos están mirando raro.── Murmuró George mirando como la gente los observaba. ──Yo duermo en la habitación con Ringo, se terminó la discusión.──
Con ello el chico de nariz aguileña se giró de forma algo cómica hacía el recepcionista que esperaba para darles las llaves y les sonrió con cordialidad en dónde John tomó aquellas llaves para arrojarle una a George seguido de indicarle al chico que llevaba sus equipajes para que lo siguiera.
Ahí quedaron el menor y el mayor de los Beatles haciendo algo de tiempo, no era incómodo pero un silencio se había instaurado entre ellos cosa que no era muy común. George jugó con sus dedos y se animó a mirar aquellos ojos ultramar que lo tenían totalmente hipnotizado.
──Quiero pensar que los comentarios de John no te hicieron daño ¿No?.── Susurró apretando un poco sus labios acercándose a él.
──¿¡Qué!? ¡No! Son solo bromas George, no me molesta en lo más mínimo, John es así, estamos acostumbrados a su humor y si no fuera así... Ya le hubiera roto la nariz.── Dijo el ojizarco con una pequeña sonrisa en dónde se vieron sus pequeños colmillos.
──Es un tonto pero sabes que no dice las cosas por maldad, es así y tenemos que lidiar con él, somos distintos pero es así.── Alzó levemente sus hombros el opuesto.
En esa conversación vió como el chico de los equipaje llegaba con ellos para tomar sus maletas y demás para que al final lo guiaran hasta su habitación en dónde agradecieron amablemente al muchacho dándole algo de propina y le dijeron que se encargarían de ordenar el lugar ellos mismos, no eran tan inservibles.
En sus maletas traían más bien ropa que otra cosa y dos pares de zapatos los cuales deberían lustrar antes de las presentaciones que tenían en el cronograma.
La guitarra de George la dejaron al lado de un armario para que no se rompiera entre ida y venida de los dos hombres al arreglar el dormitorio.
──¿Te parece si dejamos nuestros zapatos juntos? Así no los estamos buscando como locos mañana en la tarde.── Propuso George mientras aflojaba el nudo de su corbata.
──Claro, me parece buena idea, será un caos mañana sin duda... Dejaré nuestras cámaras en el mueble al lado de la radio.── Dijo lo mismo Richard viendo como iba quedando aquel dormitorio.
Estuvieron en aquello unos pocos minutos hasta que la valija de ambos quedó totalmente vacía así que las metieron dentro del armario para no estorbar y por costumbre abrieron la puerta corrediza que daba al balcón y los fuertes gritos de las fans no se hicieron esperar en lo absoluto.
Amaban a sus fans, no había duda de ello y por eso se tomaron el tiempo de saludarlas a todas y bromear como era costumbre suya. En el dormitorio adyacente estaba la dupla Lennon-McCartney haciendo lo mismo entre más bromas pesadas entre los cuatro. Sabían que muchas de sus fans venían desde lejos solamente para verlos por unos segundos aunque fuera, si por ellos fuera pasarían más tiempo con sus fans aunque algunas eran tan extremistas que daban algo de miedo en realidad, pero les debían todo a ellas, sin ellas no serían ni la mitad de lo que son ahora y claramente habían chicos pero el público femenino era mucho más dominante.
[...]
──Hueles a limón ¿Cómo es posible?.── Preguntó George olfateando el cabello del ojizarco.
──Son locuras tuyas, no huelo a limón.── Suspiró su pareja algo encogido ante el roce de la nariz del colmilludo en su cuello.
Hace cuestión de pocos minutos el ojizarco había salido del baño con su bata blanca y tomó asiento en su cama para poder secar su cabello castaño casi rubio hasta que sintió un peso extra detrás suyo seguido de una nariz intrusa en su cuello.
──Pero hueles a limón... ¿Es el shampoo? ¿Desodorante? ¿Colonia?.── Indagó George cómo si un sabueso fuera olisqueando el cuello de su amante. ──Huele rico de todas formas.──
──No voy a decirte la razón de porque tengo ese olor, es algo que dejaré a tu imaginación.── Suspiró pesadamente el otro sacudiendo su cabello salpicando un poco al otro. ──Siempre huelo rico para ti.──
──Deberé indagar... Eres como un lemon pie, hueles a limón y eres suavecito como uno.── Habló el otro mordiendo suavemente el hombro del otro cubierto por la bata pero se alejó al ser salpicado.
Richard solo pudo reírse de como el otro se comportaban como una clase de perro queriendo saber todo, oliendo su cuerpo y mordiendo de forma juguetona, sin duda era un niño pequeño, recientemente había cumplido sus veintiún años, ante sus ojos seguía siendo un niño.
Caminó hasta la ventana en dónde los gritos de las fans no se hicieron esperar, las saludó con una pequeña sonrisa en dónde sus pequeños colmillos sobresalieron y cerró las cortinas, estaba oscureciendo ya, debían dormir, su estadía en Italia había iniciado y la siguiente parada era Portugal, debían madrugar y prefería dormir para tener las energías suficientes.
Al quedar a oscuras, George encendió la luz de la mesita de noche y miró atentamente al otro yendo a cambiarse por su pijama roja a cuadros.
Lo miraba con sumo amor y ternura, viendo esa piel más bronceada que la suya, su trasero bien formado y una línea a la altura de su abdomen que señalaba el inicio de una de sus cicatrices las cuales amaba, se lo había dicho una y mil veces, si él no amaba sus cicatrices, las amaría por él.
──Cierra la boca que se te cae la saliva.── Bromeó Ringo mientas terminaba de acomodar su pijama y caminaba hasta la cama del otro.
George se sonrojó hasta las orejas ante aquellas palabras en dónde frotó su rostro y esperó a que el otro se acomodara dándole la espalda para que ahí pudiera acomodarse también, les gustaba dormir en cucharita.
Cuando se acomodó detrás de su espalda lo abrazó por el abdomen y lo atrajo más a su cuerpo para poder enterrar su nariz en su nuca rozando los cabellos claros de su amante, ahí pudo inhalar profundamente y esa fragancia a limón lo inundó por completo.
──Eres un pastelito de limón, hueles muy bien Ritchie.── Lo halago besando su cuello con amor y ternura en dónde sintió las manos ajenas entrelazarse con las suyas cerca del abdomen del mayor. ──Mi pastelito de limón... Te quiero mucho, para toda la eternidad estaremos juntos.──
Aquellas palabras provenientes del más joven le hizo sonreír cómo un idiota, estaban juntos, eso los convertía en los maricones más famosos del mundo entero, eso le daba algo de gracia en realidad pero es que no podía evitar amar al otro, era tan lindo, romántico, hablador, hablaba hasta por los codos pero amaba escucharlo hablar, era su actividad favorita del día seguido del dormir en cucharita.
Apegó más su espalda contra el pecho ajeno y se dejó llevar por sus palabras amorosas, sus caricias y ese interés en querer saber la razón de por qué olía aquel cítrico ácido, parecía un perrito curioso cada vez que hundía su nariz en su cuello y lo apretaba contra él seguido de aflojar su agarre y hacerle caricias en su cuello, mejilla, oreja y cuero cabelludo con su nariz y besos que parecían la canción de cuna ideal para poder dormir en paz.
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