𝟬𝟬𝟭. us against the world


capítulo uno, nosotros contra el mundo



          A pesar de que Freya siempre decía que no era una persona madrugadora, siempre se despertaba antes de lo debido. Tenía auténtico miedo a quedarse dormida hasta tarde y perderse todo, lo que explica por qué cada mañana estaba lista para salir antes incluso de que llegara la hora de ir a clase. Así que, cuando recibía el mensaje de Peter diciéndole que la estaba esperando, salía por la puerta en cuestión de segundos. Freya nunca se molestaba en esperar a sus hermanos, porque sabía que ellos nunca se molestarían en esperarla a ella si los papeles estuvieran invertidos.

Bajó al vestíbulo del apartamento y se despidió de los trabajadores que la recibieron antes de salir por las puertas de cristal. Cuando salió al cálido aire neoyorquino, miró a su alrededor hasta que sus ojos se posaron en Peter, que estaba sentado en uno de los bancos del exterior. Freya sonrió al ver a su mejor amigo y se acercó a él, pero él se cruzó con su mirada y levantó la cabeza, Peter no pudo evitar sonreír también y se levantó del banco.

—Hola, ¿estás lista? —preguntó Peter, recibiendo un asentimiento de Freya. Mientras empezaba a caminar, Freya observó como el chico dejaba caer el monopatín de sus manos al suelo y ponía un pie sobre la tabla, dando ligeras patadas al suelo con el otro para poder estar al mismo paso que Freya.

No había mucha distancia a pie desde la casa de Freya hasta Midtown, cosa que la chica agradecía porque nunca llegaría tarde a clase. Mientras se dirigían al campus, Peter y Freya se limitaron a compartir cómo les había ido la noche — nada interesante para ninguno de los dos, que es como suelen ser la mayoría de sus noches.

—Sí, la verdad es que no hice mucho, más bien pasé toda la noche con May —habló Peter mientras los dos cruzaban la calle que los llevaba al campus de su instituto.

—En serio, necesitas amigos que no sean May —bromeó Freya, con una sonrisa juguetona en la cara y Peter soltó un grito ahogado, actuando como si las palabras que ella había dicho le hubieran disparado en el corazón.

—¿Estás diciendo que no somos amigos? Tú sí que sabes cómo romper el corazón de un chico, Rey —bromeó él también mientras se acercaban a la puerta principal del instituto, el chico se bajó del monopatín y le dio la vuelta para levantarlo y sostenerlo en sus manos, abriendo la puerta para que Freya entrara primero.

—Oh, quiero decir... somos amigos. Mejores amigos. ¿Verdad? —Freya de repente se puso nerviosa, las palabras que dijo él la hicieron perder el hilo de sus pensamientos. Se sintió como si acabara de ser friendzoneada, pero Peter no tenía ni idea de que ella sentía algo por él, y ella no creía que se lo fuera a decir nunca.

Peter detuvo sus movimientos y se quedó mirando a la chica durante un breve segundo.

—Bueno... Q-Quiero decir, sí. Quiero decir, eso es lo que siempre hemos sido, ¿verdad? —cuestionó, el aire de repente se volvió incómodo y tenso.

Una risa incómoda salió de Freya.

—Por supuesto. Eh, de todos modos —se aclaró la garganta y comenzó a caminar, Peter inmediatamente fue detrás de ella—. ¿No tienes que colgar algunas fotos o algo así? —Freya enarcó las cejas.

Peter levantó las cejas confundido antes de caer en la cuenta.

—Oh mierda —maldijo en voz baja—. Gracias por recordármelo. Vamos —dijo, agarrando la parte inferior del brazo de Freya y arrastrándola en dirección a donde él iba.

—Peter, mi taquilla está al otro lado —Freya se rió, pero Peter no la soltó hasta que llegaron al tablón que tenía pegadas fotos de clubes.

Freya se quedó con los brazos cruzados y observó cómo Peter abría la puerta corredera de cristal que le permitía fijar la última foto que faltaba en el tablón.

—¿Me has arrastrado hasta aquí para ver cómo clavas una foto en el tablón? dijo Freya ladeando la cabeza y Peter la miró.

—¿Te quejas de pasar tiempo conmigo? —preguntó Peter, volviendo la cabeza hacia el tablón para poder cerrar el cristal.

Freya fue a hablar, pero una pelota de baloncesto que chocó con un lado de la cabeza de Peter hizo que un grito ahogado saliera de su boca mientras miraba al chico. Tanto Peter como Freya giraron la cabeza para ver a Flash y a sus amigos de pie en medio del pasillo riéndose.

—Perdona —dijo Flash entre risas.

—Buenos días, Flash —Peter rió torpemente mientras Freya se agachaba para recoger la pelota de baloncesto, y se la tiró al chico con suficiente fuerza como para golpearle en el pecho.

Un suspiro molesto salió de los labios de Freya mientras veía al grupo de chicos pasar junto a las dos.

—Buenos días, Parker. Freya —saludó a los dos con una carcajada antes de alejarse. Los ojos de Freya se encontraron con uno de los chicos del grupo, Mason, que le sonrió.

—Buenos días, Freya —le dijo Mason a la chica, sin siquiera molestarse en reconocer al chico que estaba a su lado. Freya no le contestó nada, simplemente puso los ojos en blanco antes de mirar a Peter, que tenía los ojos clavados en el grupo de chicos.

—¿Estás bien? —preguntó Freya, moviéndose para estar a la vista de Peter—. ¿Cuántos dedos tengo levantados? —hizo otra pregunta, levantando tres dedos y Peter miró hacia abajo, con una sonrisa formándose en sus labios.

—Cuatro —contestó Peter, quedándose callado un segundo al ver que Freya ponía cara seria. Luego rompió el silencio con una carcajada para asegurarle que estaba de broma y que no tenía una conmoción cerebral.

Freya se chupó los dientes, empujándole el hombro mientras intentaba que pareciera que estaba enfadada con él, pero no pudo evitar sonreír.

—No hagas esas bromas —resopló—. Mira, voy a ir a mi taquilla muy rápido. ¿Nos vemos en clase? —preguntó Freya, levantando las cejas.

—Sí, eh... sí, nos vemos en clase —Peter tropezó con sus palabras, observando cómo Freya asentía con la cabeza con una dulce sonrisa pegada a los labios antes de murmurar un silencioso "adiós" y pasar junto a él. Peter giró la cabeza para verla marchar hasta que desapareció al doblar una esquina.

         El día parecía haber pasado deprisa, y después de que se corriera la voz de que Peter se había peleado con Flash, Freya parecía tener la misión de rastrear al chico. Se abrió paso por los pasillos mientras los demás estudiantes salían por las puertas del instituto para volver a casa por hoy, pero Freya siguió deambulando con la esperanza de toparse con Peter, ya que parecía no querer contestar al teléfono.

Freya dobló una esquina y casi choca con otra persona que también estaba doblando la esquina, y levantó la vista para ver a Mason mirándola fijamente. Dio un paso atrás en cuanto se dio cuenta de lo cerca que había quedado de él, pero Mason se quedó en su sitio, reajustándose la correa de la mochila alrededor del hombro.

—Oh, hola Freya. Deberías mirar por dónde vas —Mason sonrió, y Freya forzó una risa, sin saber muy bien qué decir.

Ella no conocía muy bien a Mason, sólo sabía que era amigo de Flash y Gwen. Sin embargo, desde que fueron compañeros en un proyecto de lengua el semestre pasado, Mason ha sido más amable con Freya de lo que solía ser. Ella no sabía si era él realmente o si era sólo él con otras intenciones. De cualquier manera, Freya no tenía tiempo para eso en ese momento. Necesitaba encontrar a Peter.

—¿Quieres que te lleve a casa? Sé que Drew probablemente ya se habrá ido —ofreció Mason. Drew estaba en el mismo curso que ellos, pero seguía siendo mayor que Freya. Todo el instituto sabe que son hermanos, pero a Drew le gusta actuar como si no tuviera ni idea de quién es dentro del instituto.

Freya negó con la cabeza mientras Mason empezaba a caminar a su lado.

—No, estoy bien. Siempre vuelvo a casa caminando con Peter. Sólo necesito encontrarlo —le explicó, esperando que él captara la indirecta de que no quería ser molestada en este momento.

—Sabes, podrías encontrar a alguien mejor que ese chico Parker —le dijo de repente Mason y Freya ni siquiera trató de ocultar la expresión de fastidio que apareció en su rostro mientras lo miraba.

»Oh, ¿no estáis juntos? —Las cejas de Mason se fruncieron.

Freya negó con la cabeza una vez más.

—No, no estamos saliendo —Suspiró, moviendo los ojos hacia atrás para ver por dónde caminaba.

—Entonces, ¿eso significa que tengo una oportunidad? —preguntó el chico que caminaba a su lado.

La chica de pelo oscuro dejó de caminar y se volvió para mirar a Mason, y fue a decir algo mordaz, pero antes de que pudiera abrir la boca, oyó que la llamaban. Su cabeza se giró hacia la izquierda para ver a Peter caminando por el pasillo hacia los dos que estaban de pie en medio de él. Los ojos de Freya pasaron de Peter a Mason, que no apartaba la vista del chico que se acercaba a ellos.

—Hola, Mason —murmuró Peter, con una sonrisa en los labios y Mason se limitó a saludarle con una inclinación de cabeza. Peter entonces se giró para mirar a Freya—. ¿Lista para irnos? —preguntó, y ella asintió.

—Hasta luego —le dijo Freya a Mason antes de empezar a caminar por el pasillo con Peter a su lado.

Los dos no intercambiaron muchas palabras hasta que salieron del instituto y cruzaron la calle, tomando su camino habitual a casa. Peter siempre acompañaba a Freya a casa primero, se negaba incluso a dejarla caminar sola por las calles de Nueva York, porque, a pesar de la reputación de su familia en la ciudad, no le bastaba con dejarla caminar sola hasta su casa.

—Así que —habló finalmente Freya tras varios minutos de silencio—, ¿te peleaste con Flash? —preguntó enarcando las cejas y mirando al chico que caminaba al lado de ella.

Peter abrió la boca para hablar, pero no le salió ninguna palabra, era casi como si intentara soltar una mentira pero no fuera capaz. Un suspiro de derrota salió de su boca cuando se encontró con los ojos de su mejor amiga.

—No fue una pelea, ¿vale? —le dijo a la castaña.

—¿No fue una pelea? Eso no es lo que he oído. Oí que Flash te pateó el culo —habló Freya por encima del ruidoso tráfico en las calles junto a ellos.

Doblaron una esquina y siguieron caminando.

—Estaba... estaba siendo un capullo —tartamudeó Peter. Sabía que a Freya no le gustaba cuando Flash y él se peleaban, y también sabía que le molestaba no haber estado allí para darle un puñetazo a Flash.

—Peter, un día vas a salir gravemente herido —Freya frunció el ceño.

Peter dejó escapar un suspiro al notar el cambio en el tono de Freya, y le molestó que la molestara.

—Pero vas a estar ahí para curarme —sonrió, sabiendo que por muy enfadada o disgustada que estuviera con él, nunca podría darle la espalda.

—Sí, pero seguiré cabreada contigo mientras lo hago —le dijo mientras pasaban por delante de una pequeña tienda de comestibles justo al final de la calle de su casa, lo que llamó la atención de Freya.

»Oh, vamos, necesito pillar algunas cosas. No creo que mis padres vayan a estar en casa esta noche y nos estamos quedando sin snacks —explicó Freya mientras agarraba la mano de Peter, lo que hizo que el chico bajara la mirada y viera su mano conectada con la suya, y sintió como si el corazón estuviera a punto de salírsele del pecho.

Sin embargo, una vez que cruzaron la puerta, Freya le soltó la mano y Peter sintió el repentino impulso de volver a unir sus manos, pero lo dejó de lado y siguió a Freya por la pequeña tienda. Vio que lo primero que cogía era un paquete de Sour Patch Kids, y una leve sonrisa apareció en sus labios al ver que, después de todos estos años, seguía siendo la golosina favorita de Freya.

Freya pilló algunas cosas más, o al menos las suficientes como para tener que usar los dos brazos para sujetarlo todo.

—¿Quieres algo? Más o menos le cogí la tarjeta a mi madre sin que se diera cuenta antes de que se fuera a trabajar, así que. Y no creo que ella cuestionara una compra de veinte dólares —le dijo Freya al chico mientras intentaba que no se le resbalaran las cosas que llevaba en los brazos.

—No puedo creer que veinte dólares no sean nada para ti —Peter negó con la cabeza, conteniendo una carcajada al ver la mirada que le dirigió Freya.

Freya sabía que su familia era rica y que ella técnicamente también lo era, pero odiaba que la gente lo utilizara en su contra. No le gustaba ser conocida como la chica rica cuyos padres poseen un gran laboratorio secreto. Peter era el único al que le dejaba hacer ese tipo de bromas, porque sabía que él nunca lo usaría intencionadamente en su contra.

Ella vio como él elegía algunos snacks también, colocándolos encima de la pila que ya estaba en los brazos de Freya.

—Eres tan dulce, Rey —Peter le sonrió y Freya ladeó la cabeza, imitando la sonrisa que le dedicó él.

La chica se giró para dirigirse hacia la caja registradora para pagar todos los artículos que tenía en las manos y, cuando llegó al mostrador, se fijó en la chica que estaba al otro lado.

—Hola, eres Maia, ¿verdad? Tuvimos matemáticas juntas el semestre pasado —preguntó Freya.

La otra chica de pelo negro oscuro se limitó a asentir con la cabeza. Freya sabía que Maia era una persona tranquila que no tenía muchos amigos, pero habían intercambiado algunas conversaciones antes, pero aparte de eso, no se conocían tan bien. Freya se quedó de pie con una sonrisa en su cara mientras Maia comenzaba a escanear todos los aperitivos que había vertido en el mostrador.

—Tus padres son los dueños de esta tienda, ¿verdad? —Freya hizo otra pregunta, recibiendo otro asentimiento de Maia.

—¿Eso es todo? —dijo Maia después de escanear todos los artículos y meterlos en dos bolsas.

—Sí —murmuró Freya, balanceando su mochila hacia delante para poder abrir un bolsillo y sacar la tarjeta de su madre, entregándosela a Maia.

Después de que la tarjeta fuera pasada y devuelta, Maia le entregó a la castaña sus bolsas, y Freya se despidió de ella mientras Peter se despedía con la mano, Maia solo se despidió de los dos y observó como salían de la tienda. Una vez que ambos salieron de nuevo al aire cálido, Freya le pasó a Peter la bolsa llena con sus cosas y siguieron caminando. No fue una larga caminata hasta que llegaron al complejo de apartamentos de Freya que se encontraba en la esquina de las concurridas calles de Nueva York.

—Bueno, aquí es donde tomamos caminos separados —Freya suspiró mientras se detenía frente a las puertas que daban al vestíbulo del apartamento y se giró para mirar a Peter.

—Por desgracia —Peter frunció el ceño, deseando poder pasar el resto del día con Freya.

—Oye, no frunzas el ceño. Te he comprado snacks —mencionó la chica, lo que hizo que el ceño fruncido de Peter se transformara en una leve sonrisa.

—Con la tarjeta que le robaste a tu m—

Sus palabras fueron cortadas por Freya levantando una mano para taparle la boca y hacerle callar, Peter levantó las cejas y sus ojos bajaron hacia la mano que le tapaba la boca, su mirada volvió a parpadear hacia la cara de Freya  cuando habló:

—Mi familia tiene oídos por todas partes —ella se rió, dejando caer su mano de la cara de Peter para revelar la misma sonrisa que estaba en su cara momentos antes.

—Deberías entrar, necesito llegar a casa antes de que May empiece a asustarse —Peter hizo una mueca, como si la idea de que su tía se enfadara con él fuera suficiente para asustarle durante días.

—Salúdala de mi parte, ¡ah! y que la echo de menos —le dijo Freya al chico que tenía delante y Peter asintió con la cabeza.

Se quedaron allí durante unos segundos, ninguno de los dos realmente quería dejar al otro.

—Em, ¿te llamo más tarde? —habló entonces Peter, sus palabras fueron inmediatamente seguidas por Freya asintiendo con la cabeza.

—Sí. Sí, contestaré. Evidentemente —se rió torpemente, viendo cómo una sonrisa se dibujaba en la comisura de los labios de Peter, que la miraba con adoración en los ojos, y Freya ni siquiera se dio cuenta.

—Vale, guay. Nos vemos mañana —le dijo Peter a la chica, con la bolsa de snacks en una mano y su monopatín en la otra.

—Guay —murmuró Freya detrás de su sonrisa mientras se daba la vuelta para caminar hacia las puertas que daban acceso al edificio de apartamentos.

Antes de que entrara, se giró para ver que Peter seguía allí, él siempre esperaba a que Freya entrara de verdad para marcharse. Ella se despidió de él con la mano y él levantó una de las suyas para devolverle el gesto. Peter vio cómo Freya se daba la vuelta y empujaba las puertas de cristal para abrirlas, desapareciendo en el vestíbulo del apartamento. El joven chico tenía una gran sonrisa en la cara y se mordió el labio inferior con los dientes, dejando el monopatín en el suelo antes de empezar a montarlo por la acera.

Y mientras Peter montaba en la tabla por las aceras de Nueva York esquivando a los ciudadanos que caminaban, sólo podía pensar en Freya. Por mucho que intentara pensar en otra cosa, ella volvía a aparecer en su mente. Y sólo esperaba que a ella le ocurriera lo mismo, que no pudiera sacarle de su cabeza.

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