【𝟑 】

Al rato de minutos, Gulf despierta y Mew sigue estando ahí. De espaldas. Eso lo hace sonreír con sus labios antes de caminar a los barrotes de la celda y agarrar estas con dos puños otra vez.

—Oye, ¿no nos podemos divertir aunque sea un rato?— Pregunta el criminal todo coqueto con una voz rasposa y sensual, sonriendo con sus labios.

—Te conseguí un libro.— Mew evita el tema al voltear y caminar a la celda para darle un cómic de aventura. Gulf toma el cómic en una de sus manos y lo mira con sus cejitas alzadas.

—¿Lo trajiste... Por mí?— Sonríe el criminal de a poco mirando con anhelo el cómic.

—Dijiste que querías al menos leer algo, ¿no?

Gulf lo mira a los ojos con una sonrisita tierna. —Gracias.— Él dice.

Mew asiente con la cabeza y le da la espalda. Alejándose par de pasos para hacer vigía. El criminal se sienta en la cama para reposar su espalda contra los barrotes y leer de cómic. Lee todo atento. Silencioso. Disimuladamente Mew mira sobre uno de sus hombros para echarle un ojo. Lo ve leer con tanta atención que eso le provoca una pequeña sonrisa de labios en su rostro. Deja de mirarlo para seguir con su vigía.

⋅•⋅⊰∙∘☽༓☾∘∙⊱⋅•⋅

Al rato, Mew ya le toca irse. Ya lo iba a relevar otro guardia cuando el criminal se pone de pie para ir a los barrotes de la celda.

—E--Espera.— Titubea el criminal con el comic cerrado en una de sus manos. Esta vez el guardia no lo ignora y voltea a verlo con atención. Cerrando sus labios en una ligera sonrisa de labios. —¿Esto tiene segundo libro?— Pregunta el criminal señalando su cómic con un dedo. Manos fuera de los barrotes.

—Mm. Creo que sí. ¿Ya lo terminaste?

—Lo estoy terminando.— Sonríe el criminal. —¿Me puedes conseguir el otro?— Pregunta con una sonrisa bastante linda como para ser de un criminal.

—Podría ser.— Responde el guardia sin comprometerse y se va de aquel lugar. Dejando a solas al criminal. Gulf adentra sus manos a la celda y tímidamente vuelve a su cama cuando entra el guardia de relevo. El guardia de relevo parece un idiota. Masticando su chicle en alto como si a nadie le fuese a molestar el sonido. Entrando con un rostro de póker desganado sujetando su rifle sin importancia. Lo portaba por obligación. Mew parece que no se esperaba que ese fuese su compañero de relevo pues antes de salir miró con el entrecejo fruncido al guardia desganado.

—¿Tu vas a ser mi relevo?— Pregunta extrañado Mew.

—Sí. ¿Qué onda?— El tipo dice todo burlón sin tomarse nada en serio. Pasa de Mew sin más y Mew duda mucho si salir por esa puerta..., pero sale de todos modos. Ya su turno había acabado.

—¿Cómo estás, amigo?— El guardia de relevo le grita al criminal dentro de la celda. Haciendo música al golpear los barrotes con la porra (el palo policial). Gulf deja de leer para mirarlo mal. Desde su cama.

—¿Te importa? Estoy leyendo.— Dice Gulf. Teniendo más modales que el mismo policía. Que vergüenza. Él le regala una sonrisa de labios desganada al policía. Este deja de reír para mirarlo mal y esconde la porra en el bolsillo indicado. Se da la vuelta y comienza a hacer vigía. El prisionero rueda los ojos antes de seguir leyendo.

Leer le quita el ceño fruncido. Lo aleja de toda angustia. Y piensa más que nada en los sucesos interesantes del cómic que lo jalaban hacia el mundo de esa animada aventura. Pensando en esa respuesta que le dio el guardia como un «quizás» en respuesta a conseguirle la secuela. Eso lo hizo sonreír amistosamente mientras leía.












En Marte, Saint fue llevado por su guardaespaldas a la oficina que tenían en el penthouse. Esa oficina estaba toda oscura con sus luces apagadas y el genio estaba sentado frente a una computadora digital que le revelaban unas imágenes catastroficas en vivo. Ahora mismo. Cosas que estaban sucediendo ahora.

Toda la gente estaba histérica. Corriendo de aquí para allá con gritos. Muchos siendo perseguidos por personas que han enloquecido y sus rostros se han tornado maléficos. Todos con los cachetes brotados en espinas enormes y sus ojos en blanco con la piel pálida como si se estuviesen pudriendo. Muchos temblaban en el suelo. Convulsionando antes de convertirse en lo que sea que los estaba poseyendo de su sano juicio.

—¿Qué es lo que está pasando, señor?— El guardaespaldas pregunta. Parado detrás suyo.

El joven genio hiperventila pero luce enojado de hecho. Como si nada hubiese salido como quería. Estaba molesto hasta lo último pero ¿contra qué o quién? ¿O contra él mismo?

—Eso que ves invisible pero que se mezcla con el aire y aún así tiembla,— Saint apunta a un parte de la Tierra de Marte al lado de unas casas. Donde se ve un vapor invisible brotar de la Tierra de Marte. —son toxinas y al parecer muy dañinas.— Comunica Saint.

—Señor, ¿qué haremos?— Lloriquea dramático el guardaespaldas.

El joven genio se levanta de su silla, marchándose de la habitación. Su patético guardaespaldas asustado lo siguió fuera de la habitación. Ambos habían dejado de observar cómo en una de las cámaras En Vivo de la computadora digital, muestra una terrorífica escena en la que unas estudiantes están siendo mordidas del cuello por unos zombies. Eran dos jovencitas humanas gritando contra una pared. Sus camisas de escuela tiñendose en rojo por la hemorragia de sangre que la mordida les provoca. La sangre gotea a chorros a las camisas de ambas y un poco en el aire, mientras que una zombie escolar y un joven deportista muerden de sus cuellos. Arrancando parte de sus carnes hilo por hilo.

Saint se marcho hacia un armario inteligente que tenía en la sala de estar. Lo abrió con ambas manos y ahí habían armas: rifles, escopetas, pistolas pequeñas elegantes y una máscara de gas arriba de las armas. El joven temblorosamente tomo la única máscara que quedaba con un rostro amargo. Trago fuerte. Pues le apenaba no tener otro casco disponible para su guardaespaldas. El guardaespaldas contempló los ojos desgarrados del joven genio.

—Úsalo. De todos modos vamos a morir algún día.— El joven suspira. Ofreciéndole la máscara cabizbajo. Sin mirarlo al rostro.

—No, Artemis.— Tartamudea el guardaespaldas nerviosamente. Saint lo mira con ojitos grandes de sorprendido. —Usted lo necesita más que yo.— Dice el hombre antes de tomar una de las revolver elegantes y se apunta a la cabeza.

—Por favor, viva en lo que le consiguen ayuda. De seguro no se tardará en saber la situación de Marte en la Tierra. Gracias, señor.

—No, pero--— Saint iba hablando cuando el hombre se vuela los sesos. Los ojos de ese hombre instanteamente lucen obsoletos y sin vida. Ya no hay vida en ellos. Mientras que un hueco se abre en su cien derecha y expulsa una cantidad enorme de sangre polvorienta antes de caer al suelo con la pistola fuera de la mano. Ahora se crea otro charco de sangre en el suelo.

El joven genio deja su mirada de dolor atrás de a poco para mirar con más indignación a su ahora muerto guardaespaldas. Se coloca la máscara de gas con indiferencia y toma un rifle antes de caminar hacia su propia habitación. Entrando ahí, arrastra hacia la sala de estar una caja blanca que tenía bajo su escritorio de computadora.

Al abrir esa caja, revela tener muchas máscaras de gas. Todas amontonadas. Casi y son incontables. —Lo siento, Nang, fue por supervivencia.— Simplemente dice el joven genio ahora mirando al único cadáver dentro de su casa con algo de "pena a último minuto".

Todas las cámaras En Vivo reflejando las incontables muertes sangrientas por las calles, pasillos, casas, de cada persona y los resurgimientos de cuando volvían a la vida. Lo feas que se ponían sin dejar de morder el aire o caminar con las rodillas tuercas. Como si hasta eso les costase. Cualquiera que fuesen las toxinas, realmente les nublaba la capacidad de pensar.















AL SIGUIENTE DÍA - Por La Tarde

Gulf estaba sentado como un indio en el suelo frente a los barrotes. Jugando a las cartas con Mew. Solo ellos. Mew estaba afuera de los barrotes con sus brazos cruzados viendo cómo el moreno lanzaba otra carta más. El moreno la lanzó con una despreocupada mirada. Pero el guardia ríe travieso. Sabiendo algo de esa jugada.

—¿Qué? ¿Por qué te ríes?— Gulf pregunta preocupado por la carta que lanzó. Su entrecejo fruncido con consternación.

El guardia revela su carta restante, y el prisionero respinga agarrándose de los dos barrotes enfrente suyo con dos puños. —¡Oye, no! ¿Cómo...?

Mew desliza su carta de corazones por las demás, y el encarcelado suspira agotado. —Mm... Ya has ganado tres rondas consecutivas.

—Y ya estoy cansado. No más juegos por hoy, ¿te parece?— El guardia le sugiere con una pequeña sonrisa de labios. Recogiendo todas las cartas.

—Mm...— Gruñe Gulf con un pequeño puchero. Cachetes llenos. El guardia se puso de pie guardando todas las cartas en su caja, y se dio la vuelta para volver a alejarse de la celda cuando Gulf recalca unas palabras ya conocidas:

—“Lo siento. No soy yo quién realmente quiere hacer este trabajo.”

—¿Qué?— Pregunta Mew pacientemente dándose la vuelta con el entrecejo fruncido.

—Fueron tus palabras antes de inducirme a un sueño.— Dice Gulf en su defensa brincando de arriba a abajo una rodilla. Cruzado de brazos. —¿A qué te referiste?

—Ah. Eso. ¿Por qué te tengo que decir?

El encarcelado suspira agotado. Brinca sus hombros. —Bueno: no. No me tienes que decir, pero viendo lo bastante que hemos pasado rato juntos desde el comienzo pensé que podríamos hablar sobre eso.

—No somos amigos.

—No te estoy preguntando como un amigo. Simplemente nos conocemos.

Exige el encarcelado con una mirada indiferente también. Volviendo a brincar un hombro con un lento parpadear. Sin dejar de mirarlo. El guardia suspira antes de guardar la cajetilla de cartas en uno de sus bolsillos. Mira a un punto para nada interesante de la habitación antes de volver a mirarlo.

—Solo soy guardia porque no fui a una universidad. Simplemente no me gustan ninguna de las carreras. Siento que ninguna es para mi, ¿sabes? Y ya tengo 30 años, no me veo estudiando o escribiendo cosas en libretas como un chico de dieciocho.

Dice el guardia con certeza. Serio ante todo.

—Oh. Ya entiendo. Aunque no te sientas mal por no ir a la universidad, yo tampoco fui y--— El encarcelado estaba simpatizandose con una bonita sonrisa mientras se revisaba los dedos.

—Y terminaste siendo un asesino.— Suelta Mew de la nada.

Ese comentario hace que Gulf deje de sonreír y lo mire mal. Se pone de pie. —¿Tienes un maldito problema?— El encarcelado pregunta con el fruncido puesto. Mew se acerca a los barrotes. Ambos cerca pero distanciados por unos únicos barrotes.

—Simplemente así fue.— Mew fríamente le dice. Las palabras abandonan su boca y aunque estas son frías, sus ojos estaban cristalizados. Se aleja de la celda con pasos fuertes. Un poco más y sumergía aquellas botas de milicia al suelo liso del cuarto. Gulf se sintió enfurecido. Sus rebotantes hombros no lo negaban. Pero en unos minutos decidió pensar con más claridad y calmó su enfurecido cuerpo.

—¡SOLO PARA QUE LO SEPAS: TE ESTÁS YENDO TEMPRANO! ¡TU TURNO NO HA ACABADO!— Grita el encarcelado, pero el guardia lo ignora y sale.

Gulf suspira y le da un fuerte puño a uno de los barrotes. Pelando sus nudillos ahora con líneas largas de sangre que caían de estos al suelo en gotas gordas, y camina a su cama para acostarse ahí. Enojado.

⋅•⋅⊰∙∘☽༓☾∘∙⊱⋅•⋅

Al rato, aquel guardia enfurecido, regresa al cuarto de Gulf y ve a este volviendo a estar trepado en los barrotes del techo. Sosteniendo su cuerpo entero con dos puños de nuevo. Ejercitando su bajo abdomen al mover de arriba a abajo sus piernas (sin separarlas y sin completamente apuntar al suelo con ellas). Estaba sudado ya de tanto hacerlo.

—Escucha, lo siento. Tengo problemas para controlar mi ira y estaba tan frustrado con mis asuntos personales que... Estallé.— Dice el guardia volviéndose a parar a unos pasos de la celda.

—Qué profesional.— Dice con aborrecimiento el criminal sin dejar de ejercitar su parte baja. Sigue así hasta que se aburre y se tira a caer en sus pies. Agachado de nuevo. Se pone de pie y tira su mojado cabello hacia atrás con una mano. Su pecho y abdomen desnudos a la vista. Mew se le queda viendo al rostro. Gulf se acerca a los barrotes y apoya sus brazos fuera de estos. Mirando al guardia. —Esta bien. Eres humano. Lo entiendo. Aunque no está bien desquitarse con los demás.

Gulf dice.

—Tienes razón.— Mew asiente la cabeza repetidas veces.

Se vuelven a mirar. —Quieres... ¿Ejercitar conmigo?— Pregunta el encarcelado.

—No puedo entrar a la celda.

—Tal vez puedas... Hacer vigía desde los barrotes arriba de la celda.— Sugiere Gulf con una "nerviosa" sonrisa obviamente hecha como mueca mientras ojeaba los barrotes de arriba.

Mew mira los barrotes arriba de la celda y sonríe con un pequeño bufido.







Pronto, Mew está acostado en los barrotes arriba de la celda viendo cómo Gulf se sostenía de dos puñados a los barrotes de arriba (a su lado) ejercitándose.

—¿Por qué tienes unos nudillos rojos?— Pregunta el guardia al ver los nudillos ensangrentados.

—Golpee uno de los barrotes cuando te fuiste.

—Qué agresivo.— Bromea Mew con una seria voz.

—Mira quién lo dice.— Gulf dice, deteniendo sus ejercicios para mirarlo aunque Mew este fuera de la celda. Tras haber dicho eso, continua los ejercicios con jadeos entre aveces o gruñidos. El guardia ríe por el comentario.

Deja de reír para mirar al encarcelado hacer sus ejercicios con mucha concentración. —Oye, ¿puedes poner música en tu teléfono? Sé que no puedo ser exigente ni recibir un trato justo, pero ¿por favor? ¿Solo una?

Pregunta Gulf con una sonrisa. El guardia resopla mirando a todos lados. Asegurándose de que nadie venga.

—No estás obligado a hacerlo.— Gulf susurra de todas maneras. Soltándose de los barrotes para caer en sus pies y ir hacia su cama. Ahí se pone una chaqueta negra de seda que al menos le dejaron.

—Cuál estilo de canción quieres.

—Calmada.— Sonríe el criminal. —Pero con ritmo.

El guardia saca su teléfono para poner una, y comienza a sonar una canción con sinfonías ochentosas casi cyberpunk. Suaves melodías pequeñas. La canción era "Creep", en un nítido remix ochentero.


Gulf escucha cómo la puerta de su celda se abre y alza la mirada. Sin darse la vuelta. —Pensé que no podías entrar.— Murmura el encarcelado.

—Puedo... Hacer excepciones.— Mew se excusa, acercándose hacia el encarcelado. El encarcelado sonríe y se da la vuelta.

Sus rostros súper cerca. Ambos ríen. —Me gusta la canción.— Mucita el encarcelado.

—¿Te gusta?— El otro le habla con una amable voz baja rasposa.

—Es un buen ambiente.— Responde el encarcelado. Sus rostros realmente cerca. Pero el encarcelado únicamente le sonríe y se acuesta en la cama. Una vez acostado con una mano como apoyo para la cabeza (incluso si ya tiene una almohada), él mira al guardia parado a unos pasos suyo con la canción puesta.

El guardia se le queda viendo.

—¿Podrías quedarte hasta que la canción termine?

Gulf estaba preguntando, y justo ahí la canción culmina. Su rostro no tarda en reflejar decepción y desvía la mirada.

Mew vuelve a reproducir la misma canción para que tengan más tiempo juntos. —¿Por qué necesitarías que me quede?— Pregunta el guardia.

—Porque... Ahora que estoy encerrado en esta jaula... No tengo nadie con quién hablar. No tengo amigos.

Gulf apenadamente dice. Dándole la espalda al guardia. Mew se le queda viendo.

—Yo no soy un amigo.

—Me da igual. Al menos hablas conmigo.— Gulf gruñe con sus cachetitos llenos y el entrecejo fruncido. Cierra sus ojitos para dormir, y el guardia se le queda viendo...

Hasta que dibuja con sus labios una pequeña sonrisa.

*N/A: AYYYY KDHDKDHS espero les haya gustado, puedo confirmar que el otro capítulo empieza con una escenita steamy-hot😏😈, pero ya lo descubrirán jajaja. La mayoría de las canciones en este libro serán remixes estilo ochenta😍 🔥✨

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